De la incidencia de las disidencias guerrilleras en el movimiento popular

Por Carlos Meneses Reyes

 

El concepto de DISIDENCIA alude a rompimiento, ruptura, generado por un desacuerdo o disconformidad, que se opone o protesta ante algo decidido o por decidirse. La disidencia es respuesta contestaria. Por lo general constituye una respuesta radical que al incluir a un conjunto de personas es colectiva. Traspasa el concepto sociológico de una autoexclusión de conciencia de la pertenencia a un grupo, propio del disidente a nivel individual, para tomar posición respecto a una posición política. Al hablar de disidencia se refiere a un colectivo ideológico.

DE SI LAS DISIDENCIAS DE LAS FARC-EP Y DEL EPL CONSTITUYEN UN MOVIMIENTO HEGEMONICO

Analizando la experiencia colombiana, las disidencias de las guerrillas que han entrado en conversaciones y hasta acuerdos con el establecimiento estatal, estas han surgido en ámbitos regionales particularizados. Determinan un espacio territorial22 y en los dos casos históricos citados, sobresale el que las disidencias constituyen minorías ante el conjunto del cuerpo del cual se desprenden. En esto no cabe lo de mayorías o minorías calificadas. El esfuerzo de planteamiento analítico apunta a que predomine en el imaginario no el concepto de disidente aislado, animado por la mediática dictatorial; sino la existencia de un colectivo ideológico llamado disidencia, producto de una posición política. De tal manera que al darse – en términos políticos-una disidencia, se activa un restablecimiento o mejora de algo que degeneró.

Así como en la Biología se da el mecanismo de regeneración como recuperación de organismos vivos por reconstrucción de las partes perdidas o dañadas; permítaseme la licencia de tal símil al campo político y comprenderemos que tanto las disidencias del Ejército Popular de Liberación (E.P.L.) en el año de 1991; como las de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia- ejercito del pueblo (FARC-ep) en el 2018; comportan el universo ideo-político del organismo del cual se desprenden y por consiguiente continúan haciendo suyo el acervo teórico e ideológico revolucionario. Continúan enarbolando la historia política de su cuerpo organizacional político-militar, desde su génesis o formación. Continúan nutriéndose de sus planteamientos, congresos, conferencias, estatutos, reglamentos normativos propios de la juridicidad interna insurgente. Reivindican con legitimidad política el nombre y continúan haciéndolo suyo sin mayores formalismos. En una palabra, es falso, que las disidencias guerrilleras citadas en Colombia carezcan de un ideario programático político. Retoman el acumulado de fuerza beligerantes que les reconoció el Estado colombiano y la comunidad internacional; de ser precisos, hasta con mayor legitimidad.

Cosa muy diferente es el papel de la mediática canalla y la genuflexión de las dirigencias – que con todo derecho ejercido- aceptaron en conversaciones como el caso del EPL en 1991 y las Farc-ep, recientemente con Acuerdos vapuleados, la desmovilización y entrega de armas y sus reinserciones a la vida civil. Esas dirigencias, como si entonaran coros de las tragedias griegas y romanas, asumen la representación de otros, en el sentido que no les cobije a las disidencias la conexidad política de los delitos que continúan cometiendo por su accionar rebelde. Que sean ellos, a coro con el establecimiento que combatieron y que en el caso colombiano permitieron que permaneciera intacto, que nieguen que esas continúan siendo fuerzas beligerantes e insurgentes. Mencionen al menos un caso de sustentación política universal que les niegue ese carácter. Como si el juego político fuere un simplismo en decir nosotros enterramos el nombre del EPL y el de las Farc-ep y por ende no existen. Como si el conflicto social terminara, cuando es sabido que el conflicto social es inagotable, no se acaba, porque hace parte de la dinámica de las sociedades. Lo fatal es que las desmovilizaciones del EPL (1991) y Farc-ep no dieron fin al conflicto armado interno. Pues muy a nuestro pesar, pues encarnamos la posición de la izquierda revolucionaria desarmada en la búsqueda por la finalización del conflicto armado interno en Colombia; muy a nuestro pesar-repito- las insurgencias del Ejército Popular de Liberación- EPL y de las Farc-ep continúan vivitas y coleando.

En modo alguno nos prestaríamos a corear que las disidencias de las guerrillas son carteles del narcotráfico. Habrá oportunidad de ahondar al respecto.

EL PANORAMA ACTUAL

Aunque referencias de la prensa nacional aluden a presencia del Ejército Popular de Liberación- EPL, en varias regiones del país; la mayor incidencia opera en El Catatumbo, Provincia de Ocaña y Sur del Cesar. Su presencia remonta a 48 años. Ellos reivindican ser rebeldes y no narcotraficantes ni terroristas. Hacen llamados a las autoridades gubernamentales a querer conversar. Diferentes voceros de la sociedad civil e inclusive funcionarios estatales nacionales expresan que se escuchen sus llamados y se les dé un trato político especial.

En cuanto a las disidencias de las Farc-ep, ante el desconocimiento y no implementación a los Acuerdos de la Habana y el Teatro Colón (2016), van en crecimiento. Dicen: “Las Farc-ep seguimos siendo un partido de clase obrera y popular en armas, de carácter Marxista Lenisista, inspirado en el pensamiento del libertador Simón Bolívar y de Manuel Marulanda Vélez”.

El incómodo J. Santrich, víctima de orquestado montaje nacional y del Imperio, criticó de manera abierta la entrega apresurada de armas. Lo traigo a colación resaltando la posición del internacionalista dominicano Narciso Isa Conde quien en esa oportunidad aludió que todo iba bien en las Conversaciones con lo de dejación de las armas; hasta que se incurrió en la entrega de estas. ¡Algo así como la torcedura del pescuezo al gallo! J. Santrich, en sus propias palabras: “En la base del pensamiento genuinamente fariano nunca estuvo presupuestado entregarle a nadie, menos a un tercero las armas, y en esto quiero recordar las palabras del camarada Manuel cuando dijo a un periodista argentino: ‘De acuerdo con la experiencia que hemos acumulado a lo largo de 40 años de lucha, para resolver los problemas sociales de este país se requiere de la presencia de las FARC. Nosotros haremos un acuerdo en algún momento, pero nuestras armas tienen que ser la garantía de que aquí se va a cumplir lo acordado. En el momento en que desaparezcan las armas, el acuerdo se puede derrumbar. Ese es un tema estratégico que no vamos a discutir’. (…) Creo que estas palabras tienen absoluta vigencia. Llevan a pensar que, como FARC, conociendo la catadura históricamente traicionera de este régimen, cometimos un error estratégico y estructural al haber convertido la dejación en entrega de armas sin que los aspectos centrales del Acuerdo se hubiesen concretado, al menos en sus bases y en el diseño fáctico de sus garantías de cumplimento”.

A manera de corolario, es decir, que no necesita comprobarse, la existencia de las disidencias guerrilleras, constituyen un punto inflexible de referencia para el análisis de la continuidad del conflicto armado interno en Colombia. Están inmersos en el desorden y desconcierto que produce un fallido e inexistente proceso de terminación del conflicto y búsqueda de la paz. Por ello es dado afirmar que el E.L.N. ha tomado nota pública de la advertencia de J. Santrich y sabe que es lo que no debe hacer en la ya instalada Meza de la Habana 2, para no aceptar una paz claudicante y ahorrar frustraciones a las esperanzas del fin definitivo del conflicto, imperando la salida política y descartando al militarismo expansionista de la oligarquía colombiana en el poder.

 

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