Don de Lenguas

Por Walter Antillón Montealegre

 

El cultivo sistemático, en nuestro pueblo, de un analfabetismo larvado, regido por el pensamiento mágico y flanqueado por hábitos de consumismo e irresponsabilidad, ha permitido a la oligarquía costarricense y transnacional medrar sin control alguno en la riqueza del País, del brazo de una clase política corrupta, ampliando con ello la brecha social en una medida exorbitante.

Y uno de los resultados de la corrupción y el desgobierno imperantes ha sido que crecientes poblaciones en estado de abandono y pobreza extrema han caído en manos de organizaciones religiosas orientadas, asesoradas y subsidiadas por algunas de las poderosas iglesias norteamericanas que, desde hace algunas décadas, empezaron a aplicar exitosamente en reuniones masivas, un estilo espectacular, impresionante; con atractivas melodías, lemas coreados por la asamblea entera al ritmo de las palmas, conmovedores testimonios y confesiones públicos, curaciones milagrosas, predicación ‘en lenguas’, etc.

Entre las diversas iglesias cristianas que por esa vía han proliferado en Costa Rica, y que en pocos años han erigido más de tres mil templos en el territorio nacional, se encuentra la denominada Centro Mundial de la Adoración, en la cual canta y predica el candidato Fabricio Alvarado. Y tanto él como su esposa han declarado reiteradamente que, por la gracia del Espíritu Santo, pueden hablar ‘en lenguas’ en sus canciones y prédicas; y han pretendido demostrarlo profiriendo un limitado elenco de sonidos que, obviamente, no corresponden a ningún idioma occidental moderno, sino que recuerdan de modo vago ciertos acentos del hebreo o del árabe.

Ahora bien, según se afirma en varios textos del Nuevo Testamento, por inspiración del Espíritu Santo muchos predicadores que llevaban el mensaje cristiano a gentes de distintas naciones, poseyeron el don de dirigirse a ellas en los idiomas propios de esas naciones. De manera que si, por ejemplo, su auditorio era sirio, sin esfuerzo, de modo espontáneo él predicador le hablaba en su lengua: el arameo; y si era egipcio, le hablaba en copto, aunque nunca antes hubiera estudiado dichos idiomas. Tal era el significado de lo que se llamó ‘don de lenguas’ que, por lo visto, el Espíritu Santo administraba con largueza, a fin de que cualquier persona en el Mundo pudiera entender el mensaje de los predicadores cristianos.

Por el contrario, no tendría ningún sentido pensar que el Espíritu Santo va a otorgar, por ejemplo, el don de la lengua cabécar al predicador que se dirige a un grupo de fieles noruegos. O el don de la lengua china en una asamblea de zulúes ¿De qué iba a servir entonces aquella prédica?

Precisamente San Pablo denunciaba la mendacidad de los paganos que, cuando decían estar en comunicación con los dioses, farfullaban rosarios de palabras ininteligibles para los oyentes; y exhortaba a los cristianos a evitar semejantes prácticas, diciéndoles:

…Así también vosotros, si por la lengua no diereis palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís? Porque hablaréis al aire…1 Corintios 14: 9.

¿Será que el Espíritu Santo no ha querido favorecer a Fabricio, al poner en su boca parrafadas de fonemas ininteligibles, que no contribuyen en nada a la comprensión del mensaje de sus canciones? O bien ¿qué buscan Fabricio y Laura producir con sus ‘ramamashekas talamasoas’ en la crédula mente de sus feligreses? ¿Será que ese galimatías hace que los fieles, por la gracia del Espíritu Santo, salgan del templo más inteligentes y perceptivos?

La verdad es que no: la verdad es que la ignorancia es atrevida: Fabricio y Laura no han entendido lo que en los textos del Nuevo Testamento significaba el don de lenguas; y cayeron en la infamia de aprovechar la disposición a la credulidad de gente sencilla reunida en el templo, para figurar ante ellos como seres favorecidos de la gracia del Espíritu Santo, y usufructuar esa ventaja.

Así las cosas, sólo nos queda preguntar: si esta singular criatura llamada Fabricio Alvarado es capaz de haber montado tamaña grotesca farsa para abusar de la buena fe de sus hermanos en religión (a quienes dice amar), con desprecio total de su dignidad de personas humanas ¿Qué no estaría dispuesto a hacer con los ‘inmundos’ y los ‘infieles’, que somos todos los demás?

 

(*) Walter Antillon Montealegre, Abogado y Catedrático Emérito de la Universidad de Costa Rica.

 

Imagen con fines ilustrativos tomada de www.wikihow.com

Publicado originalmente en el país.cr, enviado a SURCOS por el autor.

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