Juventud beligerante adentro de la lucha de clases

Marlin Oscar Avila

 

En esta oportunidad hacemos un breve recorrido por el panorama mundial, tomando primero la decadencia de la política imperial, sus guerras militares en medio oriente, para luego, pasar rápidamente a señalar las luchas que se libran en el continente americano. En este corto espacio trata de hacer una apretada síntesis del complicado espectro, donde la juventud es la actora principal.

Así como ha sido imposible esconder los ciclos de crisis económica que ha tenido el sistema capitalista en la última década, le es imposible a la cabeza del sistema en Washington, esconder el declive en la política internacional.

En un informe que el mismo gobierno estadounidense publica, hace ver que, durante el examen de 93 resoluciones en la Asamblea General de la ONU en el 2017, solamente hay un 31% de coincidencia de voto de EUA con el resto de naciones. Este dato comparado con el año anterior es de 10 puntos menos. En los años 2014 y 2015 su popularidad tampoco era significativamente mayor a las de 2017, cuanto obtuvo un 38 y 37 por ciento, respectivamente. En el presente año, pareciera que esta tendencia se mantendrá a la baja.

Es muy conocido que las naciones donde EUA es menos popular son Zimbabue, Burundi, Irán, Siria, Venezuela, Corea del Norte, Turkmenistán, Cuba, Bolivia y Sudáfrica.(https://www.state.gov/documents/organization/281458.pdf). Además de otros países erráticos como Turquía. Y aun dudamos si Ecuador estará en la fila Trumperiana.

Podemos imaginar el disgusto que pasa la embajadora Nikky Haley, quien tiene como principal objetivo, obtener el mayor apoyo mundial de sus propuestas. Cómo es típico en las esferas políticas altas y bajas, el cinismo tampoco está ausente en la ONU. Según la Sra. Haley, “Esto se debe a que nos preocupamos más sobre estar en lo cierto que en lo popular».

La Guerra Fría II, sigue escalando más peldaños buscando beneficiar a la clase rica del globo terráqueo. La concentración de sus esfuerzos está allá adonde Washington decide apuntar sus baterías, aun cuando las condiciones actuales son menos favorables a sus caprichos por el crecimiento multipolar del poder mundial. Hay gobiernos que tradicionalmente han seguido las indicaciones de la Casa Blanca, sin cuestionamiento alguno, como es el caso de Alemania. Una potencia europea muy importante, quien ahora hace esfuerzos por soltarse de esas ataduras.

El panorama es de guerras convencionales, utilizando innumerables grupos terroristas y mercenarios en el Oriente Medio, donde hay oficialmente ejércitos del Occidente involucrados desde sus inicios. Mientras que, en el continente americano se libran constantes batallas entre gobernantes representando las burguesías y oligarquías, varios gobiernos de facto, enfrentados a sus pueblos compuestos por etnias, obreros, campesinado, mujeres trabajadoras y juventud buscando un mejor futuro. Europa central se asimila en esto, especialmente Francia, España e Italia, con otras formas y factores históricos, pero al final, en plena lucha de clases contra el neo liberalismo.

Mientras en Brasil se encarcela a Lula por haber sacado de la pobreza más de 36 millones de familias, en Honduras se libera a quien les ha robado los zapatos a miles de niños descalzos. Mientras en Costa Rica se sigue luchando contra el extractivismo de los recursos naturales y los derechos de las etnias. La clase trabajadora exige que las élites sociales y económicas también paguen por el déficit fiscal. En Nicaragua se envían bandas de maleantes para asesinar y perturbar la tranquilidad de un proceso de diálogo en su esfuerzo por reconstruir su herida democracia. En Perú, aunque sin PPK, se mantiene la imposición del modelo neoliberal y la “propuesta de Lima” para boicotear las elecciones y el proceso de alternativa financiera de Venezuela, sin excluir una posible invasión militar combinada entre ejércitos latinoamericanos, encabezados por Estados Unidos de Norte América. En Colombia llevan más de 350 lideres sociales asesinados y un proceso de paz cada vez es menos viable, por las acciones del Cartel del Golfo en coordinación con los paramilitares de la autodefensa, creada por las élites económicas y políticas. Su persecución contra las minorías étnicas es implacable. Argentina y Chile se han unido para “democratizar” a Venezuela, así que sus problemas internos con la clase trabajadora, la juventud estudiantil, las etnias y el magisterio en las calles, se dejan de lado, tal y como hace Enmanuel Macron en Francia, con los sindicatos del transporte.

El Ejecutivo de Argentina acaba de obviar el parlamento ingresando tropas militares del Pentágono, seguramente en preparación para la “democratización” de Venezuela. Así mismo ocurre en Panamá con el magisterio en las calles; en Perú con los trabajadores de la salud y la educación. Brasil está en todas las pantallas del mundo con miles de indígenas exigiendo respeto a sus derechos ancestrales; con ataques criminales a quienes custodian la integridad de Lula da Silva y, aun sin develar a los asesinos de la diputada negra Marielle Franco. Ni qué decir de México, con innumerables crímenes de Leza humanidad sin resolver, en medio de un proceso electoral que amenaza a la clase dominante con perder el control político. En Guatemala el pueblo, en una sola voz, exige la renuncia de su presidente Morales por corrupción, mientras que, en El Salvador, estamos por ver la “dulce venganza de Arena” contra el Frente Farabundo, y de paso, contra la clase trabajadora, al iniciar pronto su gobierno.

Hasta ahora los centros de mayor interés de Washington, como todos sabemos, son los países árabes de Oriente Medio, sub divididos en alianzas geopolíticas por intereses político- religiosos y de sus riquezas. Lo más lamentable han sido las escusas para invadir, destruir y asesinar a millones de sus habitantes, como los casos en Iraq, Libia, Afganistán, Palestina, Líbano, Yemen y Siria. El nuevo bombardeo realizado contra Siria entre EUA, Francia y la Unión Británica el 14 de abril, cinco días después que Israel había hecho lo mismo, se justificó por un supuesto ataque con armas químicas del gobierno sirio. El jueves 26, ya la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) dio a conocer que todo fue un montaje de la oenegé Cascos Blancos, con sede en Inglaterra. Además, este mismo organismo de la ONU, verificó que el veneno aplicado al ex agente doble ruso Sergei Skripal y su hija fueron pudo ser producido en el mismo Inglaterra, Estados Unidos u otro país, menos en Rusia.

En este marco de acusaciones, ataques, invasiones militares, ocurridas en este mes, se ha llegado a confirmar que el supremo poder militar del que gozaba EUA, aun en unión con Inglaterra y Francia, ha dejado de existir. El 14 de abril le lanzaron más de ciento tres misiles a Siria, de los cuales, se dice que solamente nueve dieron en el blanco. Los demás fueron destruidos por el ejército sirio, sin intervención militar, en su defensa, por parte de los rusos.

Como dijera recientemente el vicepresidente de Bolivia Álvaro García Linera, con las derrotas que ha sufrido EUA en medio oriente, su atención cambiará hacia su propio continente. Es aquí adonde los halcones imperiales heridos van a buscar recuperarse.

Warren Edward Buffett – con una fortuna personal estimada por Forbes en 58 mil millones de dólares en el 2008 – expresó: “Por supuesto que hay lucha de clases y los ricos estamos ganando”. Por otra parte, el ex ministro de Justicia del Gobierno de España Ruiz-Gallardón sin inmutarse dijo: “gobernar es repartir dolor”.

Aun cuando es chocante escuchar tales expresiones, podemos aceptar que la clase empresarial- financiera, dueña de las riquezas mundiales no solamente está ganando, pero está dispuesta a destruir lo que no logra acaparar. No solamente juega con cartas marcadas, pero sin ningún escrúpulo moral. Da golpes de Estado militares, golpes técnicos, judiciales y legislativos. Utiliza las religiones y cualquier valor social para lograr escalar al poder político. El engaño, la intriga, el chantaje, el boicot y la mentira son sus principales antivalores. Utiliza las mafias, las maras, las bandas de narcotraficantes, los soldados de fortuna, el sicariato, los grupos paramilitares, los partidos políticos, las organizaciones de barrios, a pastores, las vírgenes y santos de las iglesias para sus objetivos lujuriosos, no conoce ética ni límite moral alguno. Sin ninguna pena utiliza la lucha contra la pobreza como “su causa” para lograr sus propósitos. Los derechos humanos son parte de su agenda para engañar a incautos. Es en la clase dominante adonde el principio de “los fines justifica los medios”, se aplica en toda su dimensión.

Mientras se dan esas batallas campales de ligas mayores en Medio Oriente, en nuestra región latinoamericana, la clase trabajadora libra importantes batallas. Se es consciente que la “espada de Damocles” sigue sobre las cabezas de Venezuela, Bolivia, Cuba y Nicaragua. No obstante, la administración Trump debe saber que, una invasión militar extranjera a uno de estos países conllevará consecuencias imprevisibles para el continente entero.

Es cierto que muchos gobernantes ahora reparten dolor en sus pueblos, como lo afirmara el miembro del PP español; probablemente los ricos estén ganando la lucha, pero eso no seguirá siendo así cuando hay una juventud trabajadora, estudiantil y militante, dispuesta a trazarse un mejor futuro.

 

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