La renuncia a hacer campaña y el repliegue táctico del PLN

Héctor Ferlini-Salazar

 

El tema central en la situación generada a partir de la renuncia del candidato del Partido Liberación Nacional a continuar haciendo campaña, -porque la Constitución no le permite salirse de la papeleta del 6 de abril-, no es el panorama interno de ese grupo electoral, sino hacia donde se enrumba Costa Rica.

Lo que puede considerarse un repliegue táctico del PLN, sostenido por el comando de campaña a pesar de resistencias internas, incluye esa renuncia así como el anuncio preliminar de que el liberacionismo no buscaría controlar la próxima Asamblea Legislativa.

En su justificación, el aun candidato Araya y su equipo reconocen un escenario adverso, pero eso no es un descubrimiento sino tan solo una aceptación.

Ese panorama en su contra se gestó durante más de tres décadas de un rumbo que deja un deterioro pronunciado del sistema de solidaridad, y además, el quebranto en un conjunto de valores complementarios que han sido reemplazados por la codicia, la corrupción que la acompaña siempre, y el avance hacia un modelo deshumanizado con estragos incluso en la institucionalidad y la credibilidad social.

Ese escenario adverso no fue un accidente, es producto del compromiso y la valiente persistencia de una ciudadanía no-agachada y altamente propositiva que encontró o construyó organizaciones y partidos que le representan.

Como parte de los elementos que pueden explicar ese repliegue táctico, está la indulgencia que esperarán algunas personas luego de la llegada del PAC al gobierno, cuando se empezarán a encontrar cuentas que no cierran, proyectos abandonados, movimientos financieros que requerirán explicación y otras dudas.

Asimismo podría buscarse dar un mensaje de “somos lo mismo”, especialmente orientado a desmovilizar el voto progresista que quiere un cambio profundo y no el resbaladizo concepto de “no seguir con el continuismo”.

Se suma la caída en cuenta de que las alianzas para el PLN se ponen cuesta arriba cuando no imposibles, ante un panorama electoral, -pero además socio-político-, que sienta a la dirigencia liberacionista y sus gobernantes de las últimas décadas en el banquillo de “mejor con esa gente no me junto”.

Las encuestas (especialmente la del prestigioso Semanario Universidad-CIEP-UCR), la percepción de la calle, los graves errores electorales, el deseo de un cambio profundo… marcaron un terreno árido que aconsejó ese repliegue táctico. Hay que caer en cuenta, además, que no será la primera derrota liberacionista, hay otras en la historia, pero ese partido llegaba al final más o menos entero, no como ahora que ya hay pedidos de renuncia para la alta dirigencia verdiblanca que encabeza Bernal Jiménez. A la voz de la juventud liberacionista ya se suman otras, al menos en tono de insinuación.

También, como ingrediente clave en ese repliegue táctico, tal vez el más importante, está la intención, -desde el bloque de poder de estas tres décadas-, de convertir la huida de Araya en condicionante para marcar la cancha a Luis Guillermo Solís. No se han hecho esperar las peticiones para que se anuncie un gabinete ya, en momento-político donde aun no hay elección y mucho se podría manipular.

Entonces, el tema central es hacia donde se enrumba Costa Rica. Y ahí, es fundamental la capacidad de otros partidos, de movimientos sociales, de la ciudadanía comprometida en general… para leer el momento-político y diseñar una estrategia que permita, -a partir de esta coyuntura-, avanzar de forma cierta hacia el país que soñamos, basado en la solidaridad, la transparencia, la democracia participativa, la justicia, la fraternidad.

Por ello es clave ir a votar el 6 de abril, no contra el resbaladizo concepto de “continuismo”, sino para iniciar con Luis Guillermo Solís el camino hacia el país que queremos; para continuar un avance que es parte de la estrategia. Porque la estrategia es eso: estrategia… y le toca imponerse al repliegue táctico.