Qué refleja el resultado electoral en Costa Rica

Jorge Coronado Marroquín (*)

La segunda ronda electoral celebrada el pasado 1 abril 2018 en Costa Rica, deja diversas lecturas, una es que el partido político hegemónico de nuestra segunda república del siglo XX (el que una vez fue socialdemócrata, el Partido Liberación Nacional) sufre un desquebrajamiento estructural al tener dos derrotas consecutivas 2014/2018 en ambos casos con las más bajas votaciones de su historia; su dirigencia demostró su desfase y desconexión total con la realidad, cuando en forma oportunista para esta segunda ronda salieron a respaldar al fundamentalismo religioso, basados en dudosas encuestas.

Sirvió también esta elección para que los grupos económicos y políticos históricamente dominantes, “salieran del clóset”, y mostraran abiertamente por primera vez su talante misógino, homofóbico, racista y excluyente, que por décadas no lo quisieron evidenciar, motivados por el discurso teocrático religioso del partido restauración nacional.

Se demostró también que años de avances sostenidos en alcanzar mayores niveles de igualdad de derechos humanos y de tolerancia a la diversidad, efectivamente han calado en el imaginario del conjunto de la sociedad, principalmente en las generaciones jóvenes, ello explica la altísima votación de esta segunda ronda, que incluso provocó que bajara el abstencionismo con respecto a la primera ronda. La prueba es que el hoy presidente aumenta en un 300% su votación, con respecto a los resultados obtenidos en la primera ronda, mientras que el candidato perdedor aumenta solamente un 60%. Es decir, la gente salió a votar masivamente por la igualdad y la tolerancia.

Pero, siempre hay un, pero, las regiones más pobres, las más excluidas, que son las zonas costeras/rurales no sólo fueron en donde hubo los mayores niveles de abstencionismo en ambas rondas, sino que además fueron las regiones en las que el fundamentalismo religioso ganó, y ello es resultado, del abandono de la acción estatal, de la lógica neoliberal de exclusión de polos de desarrollo y del crecimiento exponencial de las iglesias pentecostales que han construido tejido social.

Esta elección también mostró el desquebrajamiento de la estructura de clases sociales en el país en materia de concepciones y valores, los sectores medios urbanos del centro del país lograron imponer su visión más tolerante, los sectores urbanos y rurales más empobrecidos del centro y la periferia, demuestran que han sido ganados en la cultura de la intolerancia por parte del fundamentalismo pentecostal, esto último muy semejante al resto de América Latina.

La segunda ronda electoral no tuvo como eje movilizador la búsqueda de la igualdad económica, la lucha por la redistribución de la riqueza, la lucha contra la pobreza, contra el alto costo de la vida o por mejores empleos como es lo usual en una campaña electoral, como ya se ha planteado el eje central fue el tema de la igualdad en derechos humanos y contra el fundamentalismo religioso, ello permitió que alrededor del PAC para esta segunda ronda se nucleara un abanico multiforme de fuerzas políticas y sociales, el movimiento de mujeres, de jóvenes, los sindicatos a pesar de las reservas, parte de la izquierda política y también una parte de la derecha tradicional.

En síntesis, podríamos colocar como conclusiones de este proceso electoral, que se rompe ya en forma casi definitiva el sistema tradicional del bipartidismo político, ante ese escenario los sectores conservadores neoliberales migran y tratan de recomponer en las nuevas estructuras partidarias; los sectores religiosos fundamentalistas ganan espacio político y se convierten en actor fundamental en la Asamblea Legislativa con la segunda bancada mayoritaria, en general hay un giro a la derecha en el escenario político costarricense. En términos positivos, únicamente se ha logrado detener que la teocracia pentecostal asumiera la presidencia del país.

Como desafío, todo indica que se está fraguando una nueva alianza neoconservadora en materia económica, en afectación de derechos laborales, en política internacional, en materia fiscal, en materia de atracción de inversiones, lamentablemente en la reconfiguración de dicha alianza está jugando el gobierno recién electo, conjuntando al neoliberalismo tradicional y al fundamentalismo religioso que en materia económica es radicalmente neoliberal.

Se visualiza que el escenario de la confrontación, de movilización y de lucha de calles, por parte del movimiento social organizado y de los sectores perdedores del modelo, sea el escenario más seguro, es la constatación que la lucha por la igualdad de derechos humanos es fundamental, pero no es suficiente, hay que incorporar la lucha por la justicia social, la inclusión económica, la lucha contra la pobreza, revertir la desigualdad y redistribuir la riqueza. En ese escenario, ya no tenemos la misma homogeneidad que se tuvo el pasado 01 de abril, y, por tanto, regresa el escenario de la lucha de ganadores contra perdedores del modelo económico neoliberal.

(*) Red Latinoamericana sobre Deuda, Desarrollo y Derechos (LATINDADD), Comisión Nacional de Enlace (CNE)

 

 

*Imagen con fines ilustrativos tomada de conozcasucanton.com

Enviado por el autor.

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