Reactivación de la economía: muchos buenos empleos para una vida digna hoy

Luis Paulino Vargas Solís

Al presentarme como precandidato a diputado del Frente Amplio, quise sustanciar mi postulación con propuestas. Continuo con ese esfuerzo, pero ahora visto, sobre todo, como un deber ciudadano.

Espero que, al cabo, todo esto dé lugar a un libro.

 

  1. Quinto eje

Reactivación de la economía: muchos buenos empleos para una vida digna hoy

5.1. Desde 1984, año en que inicia la implantación del Proyecto Histórico Neoliberal en Costa Rica, y hasta 2007 inclusive, el crecimiento de la economía costarricense en promedio fue de 5% al año. Posteriormente, y durante los últimos nueve años, el dinamismo de la economía se ha empobrecido notablemente (es un 30 a 35% inferior), en parte como consecuencia de la crisis económica mundial que inició en 2007, con sus prolongadas secuelas posteriores, pero, además, a causa de diversos factores internos. Mas, en todo caso, lo realmente importante, y con mucho lo más preocupante, se registra en el ámbito del empleo, el cual, desde 2009 en adelante, ese año incluido, experimenta un agudo deterioro sin que, por otra parte, se observen signos de alguna mejoría significativa.

5.2. Las tasas de desempleo se han mantenido tercamente en los alrededores del 9 al 10%, lo cual es sobradamente insatisfactorio. Entretanto la informalidad absorbe entre 43 y 45% del empleo total. Alrededor de una tercera parte de los empleos asalariados y un 85% de los empleos “independientes”, están en situación de informalidad. Resumiendo: entre 1,1 y 1,2 millones de personas deben sobrellevar una situación laboral anómala, con graves consecuencias para su familia y para su dignidad y autoestima. Y, como sabemos, son las mujeres y las personas jóvenes las más afectadas. Por otra parte, la tasa de ocupación en Costa Rica –o sea la parte o proporción de la población en edad de trabajar que tiene alguna ocupación remunerada– se ubica en los alrededores del 53-54%, lo cual resulta sumamente bajo cualquiera sea el estándar internacional con el que se le compare, y lo es mucho más en el caso de las mujeres (39% comparada, por ejemplo, con el 59% en la Unión Europea). Por lo tanto, el grave deterioro que los diversos indicadores ponen de manifiesto, sería mucho mayor de no ser porque una porción tan sustancial de la población en edad de trabajar se mantiene fuera de los mercados laborales. Si esa población (que, conforme los estándares europeos, serían de alrededor de 400 mil personas, de las cuales más de 380 mil mujeres) intentase conseguir empleo, con toda seguridad no lo conseguiría. Tan solo se dispararían los índices de desempleo, subempleo e informalidad, en forma abrupta. Esto reafirma, por vía indirecta, que los problemas del empleo son mucho más graves de lo que los indicadores usuales revelan, y que la economía costarricense adolece de una grave incapacidad para crear empleo.

5.3. Entre tanto, se ha hecho casi obligatorio celebrar si la economía crece algo por encima del 4%, como ha ocurrido en el bienio 2015-2016. Lo cual nos pone ante un cambio semántico realmente desconcertante. Antes de 2008, un auge económico era crecer al 8%. Ahora hay “auge” si se crece apenas un poco por encima de la mitad de eso. Pero mucho más que la abstracción inaprensible del PIB y sus índices de crecimiento, debe interesarnos esa cruda, realmente catastrófica, realidad del empleo, con todas sus terribles secuelas humanas y sociales.

5.4. Es urgente devolverle dinamismo a la economía y, en especial, relanzar la generación de empleos de buena calidad. Lo es en perspectiva de largo plazo –para lo cual son necesarios cambios profundos que necesariamente llevarán tiempo– pero lo es también a corto plazo: porque la gente reclama y tiene derecho a un buen empleo, y es imperdonable seguirle dando largas a una cuestión en que se juega, en el día a día, la dignidad de muchísima gente y el bienestar de muchísimas familias. Eso es lo esencial, y ahí debe enfocarse nuestro interés prioritario, pero sin perder de vista que si la economía y el empleo no recuperan empuje, el problema fiscal –que ya es suficientemente preocupante– arriesga degradarse en un círculo vicioso destructivo, en el que los intentos de la ortodoxia económica por reducir gastos y aumentar impuestos, tan solo debilitarán aún más la economía, empujando, a su vez, en perverso bucle de realimentación, a un deterioro adicional de la situación fiscal.

5.5. Un error frecuente a la hora plantear posibles opciones orientadas hacia la reactivación de la economía, es enfocarse unilateralmente, de forma exclusiva o casi exclusiva, en lo que podríamos llamar “el lado de la oferta”. Entre éstas, las típicas propuestas neoliberales que enfatizan ciertas calificaciones en la fuerza de trabajo, tenidas como indispensables (dominio del inglés y otro idioma, manejo de las computadoras, etc.), o bien la promoción de pequeñas o micro empresas. Esto último a veces asume una derivación progresista, pero la mayoría de las veces es solo propaganda para embellecer las grandes falencias del proyecto neoliberal. Aparte el carácter fragmentario y muy parcial que estas propuestas asumen, se olvida el “lado de la demanda”. En resumen: ni las mejores calificaciones de la fuerza de trabajo garantizan empleo donde no la hay, ni las mejores ideas empresariales pueden florecer sin contar con mercados donde dar salida a su producción.

5.6. Pero, además, se olvida también que en un contexto capitalista –como predominantemente sigue siéndolo la economía costarricense– la rentabilidad es un criterio medular, de forma que, por lo general, no se emprenderán proyectos productivos que no satisfagan, al menos como expectativa, ciertos mínimos de ganancia, como tampoco aquellos cuyo financiamiento dependa de créditos onerosos, cuyas tasa de interés resultan excesivas relativamente a las tasas de rentabilidad usuales. Pero incluso tratándose de pequeños emprendimientos cuya lógica no es propiamente capitalista, la obtención de un rendimiento económico mínimo, sigue siendo criterio ineludible sin el cual no es posible sobrevivir.

5.7. Mirado desde el “lado de la demanda”, debemos reconocer que, en general, los centros ricos del capitalismo mundial se han venido moviendo –ya desde 2008 y hasta la actualidad– a lo largo de un largo ciclo de muy bajo crecimiento. Con el agravante añadido por una respuesta política desacertada, la cual profundiza el estancamiento, los problemas del empleo y las desigualdades. A su vez, esto ha servido de combustible para la conflictividad social y política, cosa que hace mucho más incierta cualquier posible recuperación económica. Sería iluso e irresponsable confiarse a la evolución de estos mercados ricos, si de intentar impulsar la reactivación de la economía se tratase.

5.8. Por otra parte, hay muchos indicios que sugieren que los niveles de rentabilidad –y en último término de competitividad– de la planta empresarial costarricense (las transnacionales de zona franca –tanto manufactureras como de servicios– son seguramente otra cosa), andan atrofiados. Un factor fundamental para entenderlo, tiene que ver con la revalorización del colón frente al dólar, un fenómeno que empezó a manifestarse en 2006 y el cual, como tendencia general, se mantiene vigente hasta la actualidad. Ello propició cierta sensación de engañosa holgura, la cual surgía del relativo abaratamiento de las importaciones y del cómodo recurso (al menos para algunos sectores) al crédito en dólares. Pero al estropicio causado a los sectores exportadores de fuera de zona franca y al empresariado turístico, ambos basados principalmente en capital nacional y en gran medida gestados durante el período 1984-1997, es seguramente grave, como lo es también el problema que las importaciones relativamente baratas representaban para los sectores de producción local con los cuales compiten. El resultado neto ha sido ampliamente desfavorable para el crecimiento económico y, sobre todo, el empleo.

5.9. Considérese que, además, el funcionamiento del sistema financiero agrega cargas adicionales, en virtud de su comprobada ineptitud para gestar mecanismos financieros innovadores y eficaces que canalicen, en forma accesible, el financiamiento que requieren las empresas micro, pequeñas y medianas, como, asimismo, por el altísimo costo que impone sobre el crédito. En realidad, durante este nuevo siglo, la banca en Costa Rica ha tendido, en forma sostenida, a privilegiar el crédito hacia las familias, en los rubros de consumo y vivienda. Y mientras el peso de las deudas sobre los hogares se incrementa inexorablemente, el financiamiento destinado a la producción tiende a concentrarse en empresas relativamente grandes que son, en general (o así se quiere creer), las más seguras y solventes. Eso en el mejor de los casos, ya que no es infrecuente que simplemente se dedique a financiar negocios fáciles –como el de bienes raíces e inmobiliario– con una cierta deriva especulativa, y de muy dudoso beneficio para la productividad de la economía. Es una banca con una fuerte impronta rentística, la cual vampiriza la producción mediante el cobro de altísimas tasas de interés reales. Pero, además, es un sistema financiero que pretende justificarse desde sí mismo, no por el servicio que presta al empleo, la producción, el avance tecnológico, la elevación de la productividad. Recalquemos que el sistema financiero tiene una sola razón de ser: dar satisfacción a un conjunto de objetivos socialmente deseables. He aquí un aspecto en que es urgente desnudar las falacias de la narrativa neoliberal.

5.10. De tal forma, la reactivación de la economía a corto plazo pasa por la satisfacción de dos requisitos esenciales: generar las condiciones de demanda, y por lo tanto, la necesaria disponibilidad de mercados y, segundo, restablecer condiciones de rentabilidad apropiadas (o de rendimiento económico, en emprendimientos no capitalistas). Correlativamente esto último conlleva una tercera condición: la de que sea factible financiar nuevos proyectos de inversión en condiciones y a costos viables.

5.11. En concordancia con lo anterior, debería emprenderse con carácter urgente, un programa de reactivación, orientado al logro de dos objetivos prioritarios: primero, elevar el crecimiento de la economía a cuanto menos 6-7% anual y, enseguida, generar al menos 70 mil empleos al año, que es el mínimo indispensable para lograr un reducción sostenida, aunque gradual, de los índices de desempleo e informalidad laboral.

5.12. Medidas desde el lado de la oferta:

5.12.1. Ajuste gradual y sumamente controlado y cuidadoso del tipo de cambio a fin de llevarlo a niveles realistas, “neutro” en la medida de lo posible, esto es, que no genere subsidios ni penalizaciones artificiales a favor de ningún sector productivo o actividad económica en particular, pero que permita restablecer una nivel de competitividad[1] que, a su vez, sea acorde con los niveles efectivos de productividad de la economía nacional y de sus diversos sectores o actividades, relativamente a los niveles de productividad de los países con que se comercia. Hay que enfatizar que devaluar es siempre una operación riesgosa, potencialmente muy dañina. Es necesario hacerlo, pero de forma tal que se minimicen los posibles estropicios, y se aproveche de la mejor forma posible, los potenciales beneficios. Es posible que, en el estado actual de las cosas, y según la evolución previsible de los acontecimientos, el movimiento hacia la devaluación se dé casi “naturalmente” como consecuencia de las menores entradas de capital que el país recibe. Sin embargo, el proceso debería ser acompañado por el Banco Central mediante una intervención cuidadosa, realizada con máxima prudencia, de forma que se eviten movimientos especulativos desordenados y se aplaque a tiempo cualquier posible manifestación de pánico o fuga de capitales. Estas son metas que actualmente están al alcance del Banco Central, en vista de su disponibilidad de reservas, si bien al momento de escribir esto (junio de 2017) ha pecado de exceso de activismo, lejos de la cautela y prudencia requeridas. Pero, además, ha optado por una política de agresivo incremento de las tasas de interés que, lejos de promover la dinamización de la economía, podría agravar su tendencia al estancamiento o, incluso, hundirla en la recesión. La posibilidad de establecer controles de capitales debe tenerse a mano, lista para ser aplicada cuando sea necesario y con la debida prudencia.

5.12.2. Las tasas de interés activas para sectores productivos, o sea, las que se cobran sobre los créditos, deben reducirse a un máximo de 6% en términos reales[2], lo cual debería ser fruto de varios movimientos concomitantes: primero, la reducción del margen de intermediación[3] a 4 puntos porcentuales (lo cual podría lograrse a corto plazo sacrificando rentabilidad y, a un plazo algo más largo, mediante un esfuerzo por elevar la eficiencia y productividad de las instituciones bancarias); segundo, una política monetaria expansiva por parte del Banco Central que, mediante la reducción de sus propias tasas de interés de referencia y al posibilitar mayor liquidez en la economía (mayor cantidad de dinero en circulación), reduzca las tasas interés en todo el sistema financiero; tercero, medidas de control de los flujos de capital y del crédito en dólares, a fin de prevenir la dolarización de ahorros o de créditos.

5.12.3. Concertar de forma urgente un esfuerzo interinstitucional que acompañe y complemente los créditos que concede la llamada “banca de desarrollo” a microempresas o emprendimientos de la economía social-solidaria, con el fin de garantizar que estas iniciativas logre sobrevivir y florecer.

5.13. Medidas desde el lado de la demanda:

5.13.1. Hasta tanto no se registre un efectivo relanzamiento de la economía y se constate que se están generando empleos al ritmo requerido, no se tomarán medidas de ajuste fiscal, ni desde el lado de los ingresos ni del de los gastos. La mejor y más saludable política fiscal que Costa Rica puede aplicar es la dinamización de la producción y el empleo. Una reforma tributaria justa y progresiva, debe quedar pospuesta a un momento posterior, cuando la recuperación de la economía haya propiciado un mejoramiento de las finanzas públicas.

5.13.2. Un esfuerzo prioritario de coordinación y cooperación interinstitucional, concertado con el sector privado, para acelerar, de forma urgente, los procesos de ejecución de obra pública, pero tratando de diseñar los proyectos de forma que sean intensivos en mano de obra, no en maquinaria y equipo (“intensivos en capital”).

5.13.3. Debe tenerse presente que las reservas acumuladas en fondos de pensiones, asociaciones solidaristas y empresas aseguradoras, representan un monto total cercano al 40% del PIB. Es posible canalizar estos fondos hacia la inversión en obra pública, en condiciones de rentabilidad y riesgo bastante aceptables, si bien para ello es obligatorio que la banca desarrolle, afine y ponga en ejecución mecanismos de financiación innovadores. Interesa, sobre todo, preservar pleno control público sobre las obras construidas. Cuando se demuestre que ello es necesario, esa infraestructura podría ser construida y gestionada por empresas privadas. Pero es igualmente importante avanzar en mecanismos de control y auditoría ciudadana que garanticen eficiencia y total rectitud en el manejo de las inversiones, y máxima calidad en la prestación de los servicios.

5.13.4. Fijarse entonces la meta de elevar la inversión pública a corto plazo, y durante al menos los primeros dos años, a un monto anual equivalente, cuanto menos, al 5% del PIB, de forma que ello funcione como principal motor de dinamización de la economía y el empleo. Lograr tal cosa podría bastar para elevar el crecimiento de la economía por encima del 6%, lo cual podría tener efectos positivos muy importantes tanto en el ámbito del empleo como en el fiscal. En los años sucesivos, la inversión pública debería mantenerse sostenidamente en los alrededores del 4% del PIB.

5.13.5. Conforme las tasas de interés bajen, el monto del ahorro en el pago de intereses de la deuda pública que de eso resulte, será destinado, durante los primeros dos años, a promover programas de empleo temporal en actividades de cuido (niñez, personas enfermas o mayores) o realización de obras comunales (limpieza y mejora de parques y sitios públicos, edificios escolares, centros de salud, etc.) en lo cual se emplearían personas desempleadas. Ello permitirá mejorar las condiciones de vida de familias pobres o cercanas al umbral de la pobreza, y contribuirá a dinamizar la economía a través de un mayor consumo privado.

5.13.6. Durante dos años se impondrá una sobretasa temporal del impuesto sobre la renta, por un monto del 5% adicional sobre ingresos personales superiores a 3 millones de colones mensuales y de 10% sobre ingresos personales superiores a 6 millones, así como una tasa temporal del 10% sobre los valores patrimoniales de activos altamente suntuarios (autos con precios superiores a $50 mil, yates, aviones o helicópteros de uso particular, licores de muy elevado precio, joyas y obras de arte de muy alto valor, casas de playa o montaña, etc.). Se pondrían sobretasas similares sobre ganancias de capital y a las ganancias derivadas de actividades de dudosa deseabilidad social (clubes privados exclusivos, casinos, etc.). Estos recursos financiarán la concesión de una renta básica personal, por un monto uniforme, a favor de todas las personas dentro de los tres quintiles inferiores de ingreso, lo cual promoverá el consumo sin afectar la rentabilidad empresarial. Conforme la economía mejore y el empleo y los balances fiscales se recuperen, se podrán entonces aprobar nuevos impuestos, de carácter permanente y de perfil ampliamente progresivo, que permitan también hacer permanente esta renta básica universal y uniforme destinada a las personas de los quintiles inferiores de ingreso.

 

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[1] En un contexto capitalista es inevitable hablar de “competitividad”. El sistema lo exige e impone de forma implacable.

[2] El concepto de tasas de interés en términos reales, hace referencia a la comparación entre esas tasas y la tasa o porcentaje de inflación. Es el rendimiento efectivo que se obtiene de una determinada inversión financiera, una vez descontado el aumento de los precios en la economía.

[3] El concepto de margen de intermediación, explicado en forma simple, hace referencia a la diferencia entre tasas de interés activas (las que se cobran sobre los créditos que los bancos conceden) y las tasas pasivas (las que se pagan sobre los ahorros). La idea de que los bancos son instituciones que intermedian entre quienes ahorran porque tienen recursos de más, y quienes toman deuda porque tienen menos recursos de los que necesitan, es en gran parte errónea. Pero, aun así, el concepto de “intermediación financiera” sigue teniendo valor como indicador de eficiencia de los bancos.