Ir al contenido principal

La última vivienda del indio Venancio

Uriel Rojas

El Indio Venancio fue un personaje muy conocido en el cantón de Osa por tener grandes propiedades de tierras en las explanadas del Diquís previo a la llegada de la bananera.

Incluso cuando llegó la compañía, se negó a vender sus tierras y siguió cultivando sus productos, siendo una isla en medio de las fincas bananeras.

A pesar de que pasó mucho tiempo en una finca llamada El Gorrión, al final se trasladó a vivir en Cañablancal, donde murió en 1967 a sus 87 años.

Su última vivienda, estaba hecha de madera y fue construida por don Arnulfo García, un carpintero de origen nicaragüense que trabajaba para la Compañía Bananera en Palmar Sur por lo que se presume que “copió” el estilo de las casas de la compañía, para adaptarla a los gustos y necesidades de la familia del Indio Venancio Mora.

Era una casa grande, bastante alta, con aleros en la fachada principal y parte de la lateral superior.

El color del edificio tenía un acabado de pintura color blanco hueso con detalles en verde.

Entre las curiosidades que se le atribuía al Indio Venancio era, que tenía una Ceiba en su finca El Gorrión. Era un árbol inmenso y la compañía bananera siempre la quiso cortar, pero nunca pudo.

Cada vez que intentaban cortarla, la motosierra se dañaba. No hubo uno que sirviera, la que no se quebraba, no arrancaba, se jodía. Cuando el indio murió también la ceiba.

También tenía una saína que cuidaba su casa y era bien brava. Era más brava que un perro, pero solo obedecía órdenes de tatica Venancio y uno de sus criados. La saína era cuidadora, cuidaba con recelos su finca y se hizo vieja, muy vieja, hasta que murió. Dicen que don Venancio la quería como si fuera una persona.

Pero no solo eso era extraño en el mundo del legendario Indio Venancio.

Él tenía sus bananales y cacaotales interconectados por trillos que formaban un laberinto.

Pero, aunque había muchos frutos nadie le podía robar nada. El que lo intentaba, cuando cargaba su jaba para huir del lugar, el camino que tomaba lo llevaba a la casa de tatica Venancio. Parecían caminos embrujados, nadie se salvaba, ni sus familiares, era algo extraño.

Esa finca era como mágica, el indio era como hechicero. Pero nadie pudo con Venancio mientras estuvo en vida, él murió siendo un rebelde.

Y aparte de todo esto, el indio se reunía unas tres veces al año con otros amigos que venían de Talamanca y otros de Boruca.

Se quedaban varios días en su casa y tenían rituales nocturnos. Hacían fogatas y comían carne silvestre.

A veces curaban enfermos indígenas, también a algunos vecinos, otros familiares.

Los no indígenas le tenían miedo porque tenía una apariencia de muy bravo, y algunos decían que era un hechicero.

Don Venancio Mora, o tatica como comúnmente le llamaban, murió en 1967 a la edad de 87 años en su casa de habitación situada en Caña Blancal de Palmar Norte.

Años después, su finca El Gorrión fue vendida a la compañía bananera, concluyendo así la rebeldía y la historia del Indio Venancio: una leyenda del Sur de Costa Rica.

Fotos: Hazel N.

Usa la pintura como terapia y pasatiempo

Uriel Rojas

Lo encontramos observando cuidadosamente las líneas de un diseño florístico que caía como adorno sobre una hermosa poza de aguas cristalinas.

Estaba haciendo los detalles a una hermosa pintura que representa elementos naturales, como el bosque, aves, orquídeas y cataratas de aguas cristalinas.

De lunes a viernes dedica su vida a los quehaceres educativos, su otra pasión que lleva en sus hombros y entre tiempos libres se dedica a plasmar las imágenes que le llegan a su imaginación, ya sea sobre lienzos, paredes o sobre madera.

Él es José Lázaro Ortiz, un indígena boruca de Rey Curré que le encanta la pintura y la utiliza como terapia y recreación.

“Vengo de una familia que le hace bastante al arte. Mi mamá fue artesana y tengo hermanos y hermanas que se dedican a crear distintas expresiones artísticas propios del entorno, yo lo uso más como terapia y para plasmar esas ideas que me llegan a la mente y no me dejan en paz hasta que lo trace ya sea en un lienzo, madera o papel”, subraya Lázaro.

Sus trabajos son bastantes conocidos a nivel regional y a pesar de que los realiza como pasatiempo, también los exhibe y los vende, si alguna persona se muestra interesada en sus obras.

Una característica personal es la originalidad de sus trabajos, casi nunca repite sus diseños, solamente si alguna persona lo encarga directamente, y contenidos representan al entorno propio de la región.

“Me encanta representar toda esa belleza natural y cultural de mi región y por supuesto de mi cultura, gran parte de mis trabajos representan parte fundamental de la cosmovisión de mis antepasados”, sostuvo el autor.

Si desea conocer más de sus obras puede contactarle al 88903138.

Alcanzar la lejana orilla del tiempo

 

  • Dos libros de Rodrigo Soto

Gilberto Lopes

San José, diciembre de 2024

La vida y la muerte. Contemplada desde esta esquina (la de la muerte) “la vida lucía investida de una belleza deslumbrante”. Los suyos no estaban lejos, y mientras se adormecía “supo que se las habían arreglado para alcanzar aquella lejana orilla del tiempo”.

No se si fue porque lo leí de último. Era natural que así fuera, porque es el último de los cinco capítulos con los que Rodrigo Soto navega el río que lo habita (Silvia Castro, en su presentación del libro, sugiere “que el pronombre reflexivo corresponde a la ciudad”: “El río que me habita”. Puede ser). Pero yo quisiera sugerir que ni el río Grande es un río, ni Ciudad Real un lugar. Son solo los escenarios de un libro de relatos en los que la vida transcurre como un río y la ciudad soy “yo” (el que relata). ¿Por qué no?

Como se trata de literatura, importa cómo se cuenta. Me parece que es en este último relato donde Rodrigo se juega más. En el manejo de los tiempos: el de la conquista y el de la construcción del ferrocarril. Pero también el de los personajes: los humanos y los otros, el duwak.

Nunca le dijeron que el mundo de los muertos sería así. Siempre supo que “erraría por el bosque un tiempo y luego se recogería en la tierra para no regresar jamás”. Pero perturbaron su reposo. Buscaban oro, mientras construían el ferrocarril. Removieron sus huesos, que se deshicieron como arena, dice el duwak.

Me parece un relato ambicioso. Va a los orígenes, pero no lo cuenta como historia, sino desde la sensibilidad de los humanos y del duwak. Del poblado indígena quedaba apenas el armazón humeante de algunos ranchos. Lejos ardía la pila de cadáveres.

Serrano había matado a su padre, “hosco como un animal”. Y a su madre, “seca como un cuero”. Naturalmente, en Ciudad Real. Cuando sale de prisión, busca trabajo en la construcción del túnel, en el cerro Burío. Cuando Aurora le dijo que sería papá, se alejó del campamento, caminando sin rumbo. Le dijo que no podría ser papá de ese niño. Después, días después, cuando otro hijo de Aurora (que no era suyo), le pregunta si cuando nazca su hermano, también le podrá decir papá, un remolino de imágenes lo enfrenta al acertijo de su existencia. –Puede, hijo, puede… –responde.

El acertijo de la existencia

¿Qué es lo que hace que vivir merezca la pena? Aunque la pregunta se plantea en apenas un relato (el segundo) tengo la sensación de que todo el libro se dedica a hurgar en la respuesta, en los personajes que, al fluir por el río, cruzan la ciudad.

Recuerdos, leyendas, viejas historias, encrucijadas, pequeños afluyentes que desembocan en el río Grande y que Rodrigo Soto nos va contando en esta hermosa edición de “El río que me habita”, publicado en España por la editorial Huso en 2017 (en el índice, en las páginas de las historias locales I y II, hay un error: les falta el 1 delante de 44 y del 59).

La vida misma no es algo que uno pide, nos advierte. Y se deja llevar por el caudal del río Grande y sus afluyente. Lo hace con ayuda de la memoria, con la tergiversación de los hechos (es literatura, no historia), tratando de esconder así la vida. Lo leí un domingo, de una sentada. En la noche, después de semanas nubladas, había una luna clara.

El encanto de las tierras lejanas

Me fue distinto con “Prácticas de tiro” (con la envidiable portada de “Perro Azul”). Es libro más reciente. Publicado este año, recoge una treintena de relatos breves.

Pienso que no es difícil encontrar el hilo que lo une con “El río que me habita”. Se trata de una búsqueda de tierras lejanas, de lugares donde rehacer la vida, de hacerla valer la pena. La idea comenzó a tomar forma en “Confines”. La lógica más elemental sugería que más allá de los linderos de la ciudad debía existir algo, ese “otro lugar”.

Ya antes, en “Hambre”, se intuía el tema. Los hambrientos venían en pos de una gracia, pero cuando su número se multiplicó, el ánimo de la gente cambió.

Es como el duwark, que cuando vio su tierra invadida y su paz perturbada, se propuso perturbar al extranjero. Evocó a los espíritus que traían enfermedad y muerte. Pero prefería volver a su condición de duwark. Consideró con espanto el hecho de que habría que morir de nuevo.

Me recuerda el que se despertó en el “Purgatorio”. Cuando volvió en sí, no había nada. Sin embargo, poco a poco los contornos de su mundo comenzaron a emerger. Y, con ellos, los recuerdos amenazantes. “Entonces, el terror de convertirme en lo que fui bastó para expulsarme otra vez hacia la nada aquella donde me encontraba”. ¿Volver a ser un duwark?

Puede ser, aunque ese es personaje de la otra historia. Pero a veces parecen que son solo una. Aquí también crepitan los ranchos, cuando vienen los bárbaros. Anoche recibieron la noticias de que, al fin, se acercaban y salieron a emboscarlos en el vado del río grande. ¿El río Grande? ¿El de Ciudad Real? El rostro de los bárbaros asoman en el palenque y mientras se acercan, blandiendo sus espadas, resuenan voces extrañas “sobre el crepitar de los ranchos ardientes”.

Lo cierto es que leí primero “Prácticas de tiro”. Fue una lectura más espaciada que la de “El río que me habita”. Pero, terminada ambas, me resultó inevitable la sensación de navegar por un caudal que me parecía conocido.

Hay temas que se repiten, como las violaciones, aunque los escenarios son distintos. La de Cecilia, cuando manejaba en los caminos aislados hacia Puerto Humo. En “Mentiras” la historia es más elaborada. Se repite en “Resonancias magnéticas”.

La vida y la muerte, la búsqueda del sentido de la vida. Como cuando me enteré de la muerte de Martín. Murió joven, en un accidente de carro. Lo había perdido de vista. Éramos amigos de infancia. Aunque detesto los funerales, soy de los primeros en llegar a la funeraria. Me siento en una silla apartada, mientras espero que llegue algún conocido. De repente, los arreglos florales me devuelven una imagen: mi vida, tan pequeña, tan mezquina, tan mía…

Las guerras, los conflictos políticos, las batallas inútiles, como las libradas contra el tiempo; los amores perdidos (y recuperados). Aquí los cuenta Rodrigo con oficio, como navegando en el río Grande, de Puerto Humo a Puerto Escondido, todos simple puertos donde ancla en el viaje de la vida…

__________________________________________________

El río que me habita

Rodrigo Soto

Ediciones Huso, Madrid, 2017

Prácticas de tiro

Rodrigo Soto

Ediciones Perro Azul, San José, 2024

Presentación del libro: “Una mujer que asesinó al hijo usando como arma un río”

Este miércoles 11 de diciembre de 2024 se presentará en la Asamblea Legislativa el libro titulado “Una mujer que asesinó al hijo usando como arma un río” de la autora Isabel Gamboa.

La presentación se desarrollará en la Sala de Conferencias en el piso-3 de la Asamblea Legislativa, a las 10:00 am. Se contará con la participación de Rafaella Sánchez y la diputada de la república Kattia Cambronero como comentaristas, junto con la autora Isabel Gamboa.

La abolición del ejército en Costa Rica: ¿Un hecho humanista?

Por José Rafael Quesada J.

El 1 de diciembre de 1948 tuvo un antes y un después en la historia de Costa Rica y del mundo. En un acto de grandeza que excede lo político, José Figueres Ferrer, líder de la Junta Fundadora de la Segunda República asumió la resolución de abolir el ejército como institución perenne. Un acto que posteriormente fue avalado por la Constitución de 1949, que no solo simbolizó el hecho institucional, sino que también fue el acto fundacional para lograr la transformación cultural política o económica que la instauración de una nueva imagen de un cierto humanismo criollo -y hasta ingenuo- iba a traer consigo, una posible centralidad en el ser humano, el desarrollo un país en paz y el rechazo a la violencia estructural con ribetes socialdemócratas, que se empezaba a esbozar por todo el mundo no alineado como llamaron en otras latitudes.

El ejército antes de 1948: Violencia, exclusión y desigualdad

Antes de su abolición, el ejército costarricense representaba una institución débil y lejos de las necesidades humanas de la población. Su limitado poder de fuego y su uso como aparato de represión en conflictos internos se alejaba de su objetivo de proteger a la ciudadanía. Más bien, contribuyó a perpetuar desigualdades y hacer añicos la confianza social en el Estado.

Durante la Guerra Civil de 1948, el ejército no respondió como un garante de estabilidad política, su existencia contribuyó a agudizar la división entre los sectores de la clase política en el poder y las aspiraciones de justicia democráticas del pueblo. Pero este periodo de crisis también representó que el cambio era posible. La abolición del ejército no solo fue una respuesta en medio de toda esta situación, fue la intencionalidad de algunos que quisieron aprovechar una oportunidad de sostener la voluntad política sin las armas y aprovechar para construir un Estado sin violencia, propiciando espacios para el desarrollo humano con mayor dignidad. Fue el “imperio de las circunstancias”.

La Resolución de la Abolición del Ejército: Un Acto de Humanismo Radical

No sólo el hecho de abolir el ejército en un Cuartel Bellavista significó un símbolo de liberarse de estructuras de poder no deseadas para Costa Rica; también abrió un camino que no es otra cosa que una orientación hacia un modelo social que priorizara el satisfacer necesidades de las personas en la toma de decisiones. Luego como todos los actos humanos se diluye en los juegos de poder de los sectores poderosos, porque “comida que no se vigila se quema en el camino…”.

Este acto no tuvo límites territoriales, sino que ofreció al mundo otra interpretación: las de la nación que opta por la diplomacia, el diálogo y por invertir en su población en desmedro de perpetuar la violencia estructural o represiva que imperaba en la década de los años 40 del siglo pasado.

En el contexto de la Guerra Fría nuestros países tenían referentes solo para que se armaran hasta los dientes. Costa Rica tomó una dirección opuesta: un acto con impronta de la valentía de la época, que reorientó la lógica del enemigo en las prioridades de la propia nación, apostando por el bienestar social.

Un Nuevo Modelo de Cultura: La Paz como parte del sentido de la identidad

La carencia de ejército devino en una parte de la identificación del pueblo costarricense, una manifestación palpable de la posibilidad de una resolución de los conflictos sin violencia. Este compromiso cultural asociado a la paz es una resonancia de las formas de humanismo, que rechaza la violencia como forma de relación y que hace propio de la esencia solidaria en el área social, hasta que las tendencias neoliberales toman el control de los gobiernos y de las perspectivas de una involución en el social que afecta muchas áreas de quehacer del Estado.

El orgullo que siente el costarricense por no poseer ejército, tiene su lugar en la lectura política del momento y en al menos 25 años posteriores, promoviendo un Estado que se empoderara hacia la igualdad, la justicia y el fortalecimiento de las instituciones democráticas; de esa forma Costa Rica se avizoró como una nación de algo que puede avanzar en posiciones de alguna forma humanistas, representando en varios momentos históricos que la paz no se trata de un ideal sino que es una dificultad a superar en la práctica pero posible.

Recursos para la Vida: Del Armamento al Bienestar

La eliminación del ejército permitió liberar recursos económicos y humanos que fueron incorporados a recursos vitales. Estas inversiones hicieron que Costa Rica pudiera implementar un modelo de desarrollo humano en el que se ejemplifican los principios del nuevo humanismo:

1. Salud: La Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) se estructuró como una de las instituciones del acceso universal a atención en salud humana digna e igualitaria.

2. Educación: Desde el aprendizaje de la lectura y la escritura y el acceso a la educación universal, hasta el empoderamiento de nuevas generaciones, ampliar oportunidades y crear una ciudadanía crítica y solidaria.

3. Vivienda y agua potable: Programas sociales que redujeron la desigualdad favoreciendo el respeto del derecho humano de tener un hogar y el acceso a recursos básicos.

4. Mitigación de la pobreza: Transferencias monetarias directas y programas de desarrollo social y comunitario que lograron cerrar las brechas sociales, contribuyendo a la igualdad.

5. Producción de energía: se da un paso adelante en la producción de nuevas energías a partir de la hidroeléctrica y telecomunicaciones para toda la población.

6. Inclusión social: El desarrollo de carreteras y acueductos lograron conectar arriba de todo a las comunidades más aisladas, alcanzando la cohesión social. Y un punto más,

7. El de la protección de la casa del ser humano: el desarrollo y articulación de una estrategia de protección del medio ambiente y base para el turismo de varios tipos, generadores de otro tipo de riqueza para varias generaciones.

Estas inversiones, de acuerdo con los valores solidarios transformaron el país, a través de la cooperación y el bienestar colectivo por encima de la competencia y la dominación. Una decisión que nos permitió construir un modelo de Estado, el cual se encuentra en crisis en la actualidad, pero fue una buena decisión al final.

Diplomacia y Derecho: Una respuesta no violenta de reparación de conflictos

Sin ejército, Costa Rica mostró que se puede encontrar una salida a las disputas internacionales sin recurrir a la violencia. Las disputas fronterizas, como la situación de la Isla Calero con Nicaragua, se resolvían por la vía del derecho internacional y las instancias diplomáticas, mostrando que la paz es una poderosa y efectiva herramienta poderosa y eficaz.

Esta perspectiva reafirma una ética de tipo no militar, que tiene mucho que ver con la ética humanista de priorizar la inversión social, educativa, en sanidad y calidad de vida, lo cual también nos va acercando a un tipo de humanismo y la cooperación solidaria, incluso en escenarios de conflicto.

Conclusión: Un Legado de una perspectiva Humanista para el Mundo

La abolición del ejército en Costa Rica no es solo un hecho histórico, se convierte en una declaración de principios que resuena con las proclamas del nuevo humanismo. Es un símbolo de que es posible construir sociedades más humanas y solidarias si destruimos las estructuras de violencia y redistribuimos la riqueza, el mismo concepto de bienestar.

Y hoy en día Costa Rica es un faro de esperanza para el mundo, una nación que evidencia que la paz y el desarrollo humano no solo son deseables, también son posibles, aunque obliguen a revisarlo de forma constante. Nuevamente “comida que no se vigila, se quema en el camino”

La enseñanza es clara: cuando el ser humano es el centro de las decisiones políticas, el futuro se llena de posibilidades.

Fuente: https://www.pressenza.com/es/2024/12/la-abolicion-del-ejercito-en-costa-rica-un-hecho-humanista/

Le extrañamos. Fue un gran patriota, un ejemplar presidente

Freddy Pacheco León

Lo recordamos a 15 años de su muerte.

Conforme se fue comprendiendo la decisiva defensa de la soberanía nacional que ejerciera don Rodrigo Carazo frente al Fondo Monetario Internacional, el gobierno de Reagan y los inescrupulosos banqueros internacionales, fue creciendo la admiración por el expresidente.

Su patriotismo fue ejemplar y su dignidad jamás fue cuestionada. Se le reconoció el mérito de ser el mejor expresidente, el más respetado, el más admirado, el más consecuente.

La ovación de muchos minutos que recibiera en un Teatro Nacional que se hiciera pequeño, para acompañarlo a recibir el Doctorado Honoris Causa otorgado por la Universidad Nacional, fue cual desagravio del pueblo que le admiró y le sigue extrañando.

En ese momento, no se trató de partidarios de algún partido político de la »gradería de sol», sino el del pueblo informado y consecuente que sabe diferenciar, lo que es un presidente populista y demagogo, de un estadista con alma patriótica.

Hoy, al vivir el cogobierno Chaves-Cisneros, irrespetuoso de la institucionalidad democrática, y del digno pueblo que trabaja por Costa Rica, más que nunca estamos urgidos de su ejemplo.

Imagen: UCR

Anudar la memoria

Por Memo Acuña
Sociólogo y escritor costarricense

Es uno de los títulos que trabajé en los últimos años a nivel de poesía. Tiene una dedicatoria absoluta: recordar lo efímeros que somos en esta vida, evocar, cantar, sonreír. Eso. Está dedicado a mi padre y su actual condición. Absolutamente presente aquí y en su pasado.

Sin embargo, he tomado prestada esa frase para referir lo que me produjo la conversación con el dramaturgo cubano Ulises Rodríguez Febles, director de un emblemático proyecto llamado Casa de la memoria escénica, con registro en Matanzas, Cuba.

Impulsor de una tarea titánica de recopilación de material histórico sobre la escena teatral en su provincia, nos contaba con pasión cómo su familia fue determinante para crear el hábito de la lectura y luego la pasión por el teatro y la investigación escénica.

Con Ulises esperamos en 2025 empujar varios proyectos personales y colectivos para ir preparando poco a poco nuestro regreso a los escenarios, unos de esos viejos amores que nunca se olvidan.

Un actor se prepara entonces.

A raíz de esta conversación sostenida en nuestro espacio semanal sobre arte y cultura que producimos en streaming y distribuimos en diversas plataformas, fue inevitable no devolverme en el tempo y recuperar mi propia memoria como espectador del buen teatro costarricense de los años setenta, cuando niño y aún en mi adolescencia.

Fui testigo de grandes producciones teatrales que aún rememoro.

La Sala de la Compañía Nacional de Teatro cerca de Avenida Segunda albergó montajes hermosos como Murámonos Federico, de Joaquín Gutiérrez. Recuerdo con lucidez la escenografía móvil de dicho montaje.

Aún me parece estar observando la vieja carpa moverse, instalada en las inmediaciones del Parque Morazán, en San José. Allí vi la puesta en escena de “El Gran Tividabo”, obra escrita por el dramaturgo costarricense Antonio Iglesias sobre la influencia de la televisión en los comportamientos violentos.

Eran los tiempos de la teoría de la aguja hipodérmica en comunicación y esa obra reflejaba un claro análisis al respecto. El Teatro Carpa se encargó entonces de su realización.

Ni que decir de la monumental puesta en escena de Galileo Galilei, De Bertolt Brecht, por parte del Grupo de Teatro Castella (GRUTEACAS) en nuestro querido teatro, patrimonio cultural del país.

Los fastuosos vestuarios de época confeccionados por la vestuarista de siempre Doña Alma Cortés dejaron en mí una profunda fascinación.

Estoy convencido que un proyecto como el que Ulises impulsa en Matanzas nos hace mucha falta por acá.

Si mi conversación con el activó mis registros de la memoria escénica, no me imagino lo que sería impulsar un proceso que albergue la recuperación de esa historia en un país como Costa Rica.

Intentaré dar los pasos necesarios para ello. Solo me hace falta amor, motivación y pulsión por el teatro. Ya los tengo.

A ello, pues.

Peña Cultural: Arte y Solidaridad con Cuba

El próximo 14 de diciembre de 2024, se celebrará una Peña Cultural en solidaridad con Cuba, organizada por el Movimiento Manuel Mora Valverde y con el respaldo del Movimiento de Solidaridad con Cuba de Costa Rica. Este evento busca unir el arte, la cultura y el compromiso social en un espacio de apoyo y colaboración.

Lugar y Horario
La actividad tendrá lugar a tan solo 450 metros al norte del Hospital de Niños y 50 metros al este. Las puertas estarán abiertas desde las 12 del mediodía hasta las 5 de la tarde para brindar una jornada llena de música, literatura y expresión artística.

Actividades y atracciones

-Música en vivo : Disfruta de géneros como trova y bailables.
-Venta de libros : Amplia variedad de títulos disponibles.
-Comidas y bebidas : Deliciosas opciones para compartir.
-Poesía y micrófono abierto : Un espacio para que todos expresen su arte.

Solidaridad Activa
Todo el dinero recaudado durante el evento será enviado directamente al ICAP-Cuba , en un gesto concreto de solidaridad hacia el pueblo cubano. La actividad también tiene como mensaje central la consigna: ¡Saquen a Cuba de la lista SSOT!

Organizadores y Convocantes
El evento es organizado por el Movimiento Manuel Mora Valverde y cuenta con la invitación del Movimiento de Solidaridad con Cuba de Costa Rica.

Compartido con SURCOS por Oscar Espinoza Ramos.

Feria del Libro Cartago 2024

Del próximo 5 al 8 de diciembre, en el centro comercial Metrocentro, Cartago, se estará llevando a cabo la Feria del Libro Cartago 2024, la cual va a contar con el apoyo de la Cámara Costarricense del Libro. 

Les invitamos a formar parte de este evento que enriquece la lectura en la provincia cartaginesa.

Información compartida con SURCOS por Alberto Lleras Coto.

Cantoamérica presenta “Tambores de resistencia”

Recolección de fondos para la postproducción del álbum en nuestro último concierto del año

DÓNDE: Mundoloco San Pedro
CUÁNDO: jueves 05 de diciembre del 2024
QUÉ: Cantoamérica presenta “Tambores de resistencia”
CÓMO: 2 entradas en 10,000 diez mil colones / 8,000 cls general 6,000 cls preventas (hasta el 1ero de diciembre) al sinpe 8625-1665

Desde Kaiso Music CR les invitamos a iniciar las celebraciones de fin de año, con nuestro último concierto del año, cantándole a la vida con nuestros “Tambores de resistencia”. Un homenaje a la música, al tambor como símbolo de las culturas africanas y en solidaridad a sus resistencias, que son parte de nuestra herencia y nuestro presente afro, tal como lo dice la canción que da nombre al concierto:

Tambores de medianoche
Tambores de resistencia
desde el África profunda
protegen nuestra existencia

Está nueva producción musical contiene diez temas, grabados en vivo en el Teatro Espressivo en agosto como parte de las celebraciones del mes histórico de la afrodescendencia en Costa Rica y actualmente nos encontramos en la búsqueda de recursos para la postproducción del álbum.

Mezclando el calypso, el bolero, el blues y la salsa, con composiciones de Manuel Monestel y la musicalización de un poema del poeta argentino Armando Tejada Gómez, titulado «Coplera del prisionero», que figura en el álbum como «El hijo del carcelero»:

Le regalé una paloma
al hijo del carcelero.
Cuentan que la dejó ir
tan sólo por verle el vuelo…

Entre las composiciones de Monestel se encuentran temas que reflejan la historia de la herencia africana, así como de su propia trayectoria artística como «Dam Pañaman» un calypso que resume sus experiencias como músico e investigador, desde hace más de cuatro décadas.

Un reconocimiento a nuestra diversidad de raíces, que compuso para responderse a mi mismo, así como a otras personas que le preguntaban, porque cantaba esas canciones en la capital del país, con ese llamado para algunos inglés «raro», refiriéndose al inglés criollo, propio de la comunidad caribeña costarricense:

I felt like being from outer space living on this earth
But I don’t care what all them say because I love to sing
Like the old calypsonians did like Gavitt and Cyril
So I keep singing loud sweet calypso like them did

El concierto contará con nuestro nuevo repertorio y los clásicos de la agrupación que combina sonidos del Calypso Afrolimonense, con la Rumba, el Bolero, el Reggae, el Son y otros ritmos caribeños al estilo propio del grupo, con canciones originales del compositor Manuel Monestel, arreglos musicales de canciones de grandes calypsonians y musicalizaciones de poetas latinoamericanos.

Es así como Cantoamérica celebra un año más, destacándose como un proyecto musical con más de cuarenta años de creación y producción autogestionada, de indagar, reconocer, compartir, promover, difundir y reivindicar los aportes de la cultura afro, limonense, multiétnica, pluricultural e intercultural del país, promoviendo la solidaridad y el respeto a los derechos humanos y ambientales en Costa Rica.

Acompáñenos a celebrar un año más de compartir experiencias, fusionar ideas, sonoridades, escuchar, bailar y disfrutar de nuestra africanidad. El jueves 5 de diciembre del 2024, a las 8 pm, en Mundoloco en San Pedro. Para reservaciones, sinpes de entradas e información pueden comunicarse al 8625-1665.

INTEGRANTES:

Manuel Monestel Ramírez, Dirección Artística, Composición, Guitarra y Voz

Jeanna Guevara Rosales, Teclados

Marvin Brenes Vargas, Bajo Eléctrico

Abigail Huertas Sánchez, Flauta Traversa y Coros

Carlos Marín Segura, Trombón y Coros

Marisel Torres Matarrita, Trombón y Coros

David González Vargas, Percusión

Ernesto Gallardo Corrales, Percusión

Jose Antonio Valverde Uzaga, Percusión

Para escuchar nuestra música pueden ingresar a http://cantoamerica.bandcamp.com, para mantenerse informado de nuestras actividades en la redes sociales Facebook e Instagram Cantoamérica (oficial) o bien comunicarse directamente con la agrupación escribiendo a cantoamericafro@gmail.com