Vigencia patriótica del 11 de Abril de 1856
Escrito en . Publicado en Análisis, Cultura.
Jiddu Rojas Jiménez
El 11 de Abril, se conmemora la Batalla de Rivas (Nicaragua) de 1856, contra la Invasión Filibustera a Centroamérica, liderada por William Walker, victoria heroica costarricense contra el Expansionismo Norteamericano, y contra su Doctrina del «Destino Manifiesto». Ésta fue gran victoria táctica y también estratégica, pues comienza así la expulsión definitiva, –ya no del suelo costarricense–, sino del suelo centroamericano.
Ciertamente, fue la Primera Batalla en Rivas, para el Ejército Costarricense de Juan Rafael Mora Porras. Pero fue la Segunda Batalla, contra la Ocupación Filibustera Norteamericana de Rivas, pues en 1855, hubo otra gran Batalla de Patriotas Nicaragüenses (Bando Legitimista) contra los Filibusteros Norteamericanos y sus Aliados locales.
Al final podemos decir con certeza, que existieron tres grandes Batallas de Rivas, 1855, 1856 y 1857.
En la anterior Batalla del 29 de junio de 1855, peleada sólo por nicaragüenses, destaca el heroísmo del maestro nicaragüense Enmanuel Mongalo y Rubio, y del obrero nicaragüense Felipe Nero Fajardo, quienes queman el Mesón de don Máximo Espinoza (otro Mesón), refugio de Filibusteros atrincherados. El primero de estos héroes, no acepta la paga y pasa a la Historia, el segundo sí la acepta y no es reconocido.
La Tercera Batalla de Rivas (Segunda para las tropas costarricenses), es de 1857, ya cuando la terrible Peste del Cólera está desatada. Fue la Batalla decisiva y final de la Guerra, si le sumamos la de la Vía del Tránsito. Además, fue muchísimo más extensa.
Y en esta última, gran Tercera Batalla de Rivas, que duró 40 días (desde el 23 de marzo al 1 de mayo), el hermano del Presidente Don Juanito Mora, el General don José Joaquín Mora Porras, junto a su Cuñado el José María General Cañas Escamilla (salvadoreño), toma el mando de las tropas combinadas de toda Centroamérica, –antes divididas–, y que vienen en solidaridad contra la Invasión Norteamericana. Alrededor de 3600 tropas.
Pero destaquemos esto: Toda esta Gesta Nacional y Centroamericana de 1856- 1857, girará en torno a la visión inclusiva y patriótica de Patria, del Presidente Don Juan Rafael Mora Porras. Y esto es lo fundamental. Ahí se consolidan las bases de nuestro Estado Nacional.
Por eso hablamos de gesta histórica patriótica fundamental. Pero sustentada en un proyecto de una Patria incluyente, y no excluyente. No la del «Chauvinismo» y la de la xenofobia, la de la demagogia de turno, y la del «esencialismo» y su manipulación ideológica; por el contrario, la de una Patria que es «Matria», con vocación de Dignidad, de Libertad, de Igualdad, de Fraternidad y de Solidaridad.
Una Patria entonces por construir, plural, abierta, republicana; que es potencia y «Multitud», Poder Constituyente superador del Poder Constituido (Negri), y que, sobre todo, nos sigue inspirando como «Horizonte Regulador» (Kant) y como «Utopía-Concreta» (Ernst Bloch).
Destaca en la conmemorada Segunda Batalla de Rivas, –del 11 de Abril y que hoy se conmemora–, la heroica figura del soldado Juan Santamaría de Alajuela (tercero en intentar quemar el «Mesón de Guerra»), junto a la del nicaragüense Joaquín Rosales (fallecido y segundo en intentar quemar el Mesón), juntos a la del Teniente Luis Pacheco Bertora (primero en intentar quemar el «Mesón de Guerra» y quien cae con cuatro balazos pero, quien sobrevive, bajo los cuidados de «Pancha» Carrasco, y quien narra con detalles los hechos posteriormente); en esta Segunda Batalla se quema del otro «Mesón de Guerra».
Así como destaca acá, la heroica y aguerrida militar dirección del General Cañas, cuñado de Don Juanito Mora; acciones heroicas además sobran en esta Batalla de 1856. Muchas, –como señalaba ya el historiador costarricense Rafael Obregón Loría –, acosta del error militar táctico del pretendido rescate de un pequeño cañón tomado por el enemigo, y el «rescate del honor».
Destacan, para no hablar sólo de Juan Santamaría, las acciones del Teniente José María Rojas, quien detiene el avance de las tropas de León aliadas a Walker, tras disparar y abatir al jinete y líder aliado de los Filibusteros, Coronel Machado.
Deberemos hablar también de la llegada a Rivas, de la avanzada al mando del joven Coronel Salvador Mora, o de la decisiva llegada en la tarde a Rivas de tropas al mando del Coronel Juan Alfaro Ruiz (muerto por el Cólera en ese mismo 1856) y de Daniel Escalante (refuerzos de tropas desde La Virgen). O previamente de las acciones de contraofensiva del Coronel Manuel Argüello Arce o de Víctor Guardia Gutiérrez hermano mayor de Don Tomás Guardia Gutiérrez.
Así, el planificado ataque sorpresa de los Filibusteros, dio pie a un inmediato contraataque costarricense, dividiendo la ciudad en dos partes prácticamente.
Destacan también el papel los refuerzos dirigidos por el entonces, Mayor Máximo Blanco (tropas de refuerzo de San Juan del Sur), pues el joven Coronel Salvador Mora, ya se había adelantado; o las acciones decisivas del entonces Coronel Lorenzo Salazar (al comienzo del ataque sorpresa Filibustero); luego desgraciadamente traidores ambos, Salazar y Blanco –y hechos Generales por el Golpe de Estado precisamente contra Don Juanito–, líderes militares posteriores del derrocamiento y fusilamiento del Presidente Juan Rafael Mora Porras. Su dominio duró hasta que una Coalición de Militares y Civiles Liberales los derivará del poder militar junto a la Oligarquía.
Por supuesto, destacará el papel del Presbítero Francisco Calvo, Capellán General de Don Juanito y del Ejército Costarricense, una figura política e histórica extraordinaria, y un leal partidario del proyecto nacional del Morismo. Y quien, curiosamente trajo a la Masonería regular a Costa Rica y Centroamérica en 1865, así como quien fundó décadas después, junto a Félix Arcadio Montero, las primeras asociaciones de obreros y artesanos.
Sin embargo, volviendo a esta victoria heroica de la llamada, Segunda Batalla de Rivas, así en como de toda la Campaña de 1856-1857, el verdadero Héroe Nacional, el «Héroe Olvidado», el Héroe entre todos y todas los héroes y heroínas, el que encarna esa vocación popular colectiva, el personaje no reconocido con suficiencia, es sin duda, el mismo Presidente Juan Rafael Mora Porras; él mismo arriesgó su vida en combate arengando a las tropas, pero no sólo en Rivas.
Él y sus colaboradores, son los grandes estrategas de esta victoria política y militar del Pueblo Costarricense y de los Pueblos Centroamericanos sobre el Invasor.
Recordemos trágicamente, que el Presidente Mora Porras, fue derrocado en 1859, para ser exiliado junto a su familia y partidarios, para luego ser traicionado de nuevo, y fusilado en 1860, por una facción de la Oligarquía Golpista y de Militares traidores.
Su ejemplo histórico ha tratado de ser borrado sistemáticamente, de la nuestra memoria colectiva. Su ejemplo estorba y molesta a las Oligarquías de turno.
Recordemos finalmente, que esta heroica Campaña de 1856-1857, fue la primera derrota estratégica del Expansionismo Norteamericano en el Continente.
El ejemplo inclusivo y patriótico del Prócer Nacional, Don Juanito Mora y su protecto nacional, está más que vigente, y debe entenderse como parte de la lucha histórica por la Soberanía y la Dignidad de Costa Rica y Centroamérica.
Más de 10000 víctimas sólo costarricenses civiles, –de una población total de poco más de 100000 costarricenses–, como resultado de la «Peste del Cólera» causada directamente por el envenenamiento de los pozos de agua potable, por la Invasión Filibustera Norteamericana a Centroamérica, no pueden dejarnos olvidar este ejemplo colectivo heroico.
Así fue como se consolidó realmente, el Estado Nacional y la República de Costa Rica, y además, la Independencia de toda Centroamérica; región codiciada hasta la fecha, por sus recursos, posición geoestratégica, y por la famosa «Vía del Tránsito» del multimillonario norteamericano Cornelius Vanderbilt, en disputa para las potencias del momento.
¡Gloria Eterna al Presidente Juan Rafael Mora Porras, Libertador de la Patria!
Kà Ñirkè – un emprendimiento indígena bribri que promueve el bienestar y un mejor amanecer en Cabagra de Buenos Aires
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La comunidad indígena de Cabagra se ubica en el cantón de Buenos Aires, provincia de Puntarenas. En este lugar se desarrolla un proyecto de emprendimiento indígena liderado por doña Digna Rojas Morales, quien le pone ese distintivo bribri que caracterizan a sus actividades.
Kà ñirkè te permite disfrutar de experiencias inolvidables tales como el recorridos por atractivos turísticos, en donde caminarás acompañado de un guía que dará una reseña geográfica, histórica y cultural del territorio.
En este trayecto podrás apreciar los exuberantes paisajes, mientras recorres caminos prácticamente inexplorados. El guía dará una explicación detallada de cada uno de estos atractivos, resaltando por qué se consideran importantes para la cultura indígena bribri.
Una de las paradas es una tumba indígena con una historia tan interesante que cautivará a cualquiera que visite este lugar ancestral.
Otra de las actividades que podrás disfrutar es la visita al centro cultural, en donde podrás conocer en profundidad la cultura indígena local, de una forma dinámica e interactiva. En este centro cultural, habrá demostraciones sobre cómo se asa una banana de forma tradicional y cómo se acostumbraba a pilar el arroz.
El visitante también podrá participar en el proceso de elaboración de la chicha y disfrutar de exhibiciones de preciosas artesanías locales y una degustación de una bebida ancestral, como el chilate, la chicha o el chocao con leche.
Y como si eso fuera todo, este emprendimiento cierra sus actividades de la mejor manera, realizando un taller de aromaterapia indígena o un tiempo de spa.
Durante esta actividad, podrás obtener una limpieza espiritual con plantas aromáticas. El taller será guiado por un experto en la cosmovisión indígena bribri, quien brindará información sobre el proceso de la limpieza, enseñando a identificar cada planta y sus características.
Es tu oportunidad para una actividad de inmersión y sanación, más si prefieres mejor la actividad de spa, entonces podrás tener esa hora de spa para relajación y poder cerrar tu viaje con mucha armonía, paz y relajación.
Kà ñirkè en idioma bribri significa “nuevo amanecer” y es un emprendimiento que surgió gracias al apoyo de Raíces, el primer programa de incubación en Costa Rica enfocado en la generación y consolidación de emprendimientos de turismo sostenible en territorios indígenas.
Gran parte de sus actividades complementarias están dirigidas a cuidar y proteger la naturaleza, mejorando el suelo y cuidando el sistema hídrico, además de impulsar el talento juvenil con estrategias de reciclaje, realizando abonos orgánicos que busca propiciar el equilibrio entre la actividad ganadera y el cuido ambiental.
Este emprendimiento es uno de los primeros forjados en esta comunidad y ademas se caracteriza por su hospitalidad, buena atención y politicas verdes dirigidas a conservar el medio ambiente.
Para más detalles y reservación sírvase comunicarse al 8948 1951 con Digna Rojas Morales.








¿Cómo vivir la Pascua en medio de tantas crisis?
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Leonardo Boff*
Muchas crisis están asolando a la humanidad: la crisis económica que ha hundido a los grandes bancos de los países centrales, la crisis política con el ascenso mundial de las políticas de derecha y extrema derecha, la crisis de las democracias en casi todos los países, la crisis del Estado que se burocratiza cada vez más, la crisis del capitalismo globalizado que no puede resolver los problemas que él mismo ha creado, generando una acumulación de riqueza en muy pocas manos en un mar de pobreza y miseria, la crisis ética, pues ya no cuentan los valores de la gran tradición de la humanidad, sino el vale todo posmoderno (every think goes), la crisis del humanismo pues imperan relaciones de odio y de barbarie en las relaciones sociales, la crisis de civilización que ha comenzado a introducir la inteligencia artificial autónoma que articula miles de millones de algoritmos y toma decisiones independientes de la voluntad humana, poniendo en riesgo nuestro futuro común, la crisis sanitaria que ha alcanzado a toda la humanidad a través de la Covid-19, la crisis ecológica que, si no cuidamos la biosfera, nos alerta de una posible tragedia terminal del sistema-vida y del sistema-Tierra. Detrás de todas estas crisis hay una crisis aún mayor: la crisis del espíritu que representa una crisis de la vida humana en este planeta.
El espíritu es el momento de la vida consciente en el cual nos damos cuenta de que pertenecemos a un todo mayor, terrenal y cósmico, y que estamos a merced de una Energía poderosa y amorosa que sustenta todas las cosas y a nosotros mismos. Tenemos la facultad específica de poder dialogar con ella y de abrirnos a ella, identificando un Sentido mayor que impregna todo y que atiende nuestro impulso de infinitud. La vida del espíritu (que algunos neurólogos llaman el “punto Dios” en el cerebro) está siendo sepultada por la voluntad irrefrenable de acumular bienes materiales, por el consumismo, por el egoísmo y por una profunda falta de solidaridad.
Desde agosto de 1945, cuando los Estados Unidos lanzaron dos bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki, se nos abrió la conciencia de que podemos autoaniquilarnos. Ese peligro aumentó con la carrera armamentista, que incluye a nueve naciones con armas químicas, biológicas y cerca de 16.000 cabezas nucleares. La guerra actual entre Rusia y Ucrania ha hecho que Putin amenace con el uso de armas nucleares, suscitando el temor apocalíptico del fin de la especie humana.
En este escenario, ¿cómo celebrar la mayor fiesta de la cristiandad que es la Pascua, la resurrección del Crucificado, Jesús de Nazaret? La resurrección no debe ser entendida como la reanimación de un cadáver como el de Lázaro. Resurrección, en las palabras de San Pablo representa la irrupción del “novissimus Adam” (1Cor 15,45), es decir, del ser humano nuevo, cuyas infinitas virtualidades presentes en él (somos un proyecto infinito) afloran totalmente. Aparece así como una revolución en la evolución, una anticipación del fin bueno de la vida humana. El Resucitado alcanzó una dimensión cósmica, nunca más ha dejado el mundo y llena todo el universo.
En este sentido la resurrección no es la memoria de un pasado, sino la celebración de un presente, siempre presente para suscitarnos alegría, la suave sonrisa de que la muerte matada de Jesús de Nazaret, el viernes santo, es solo una travesía a una vida libre de la muerte y plenamente realizada: la resurrección. El horizonte sombrío se aclaró e irrumpió el Sol de la esperanza.
Pensando en términos del proceso cosmogénico que engloba todo, la resurrección no está fuera de él. Por el contrario, es una emergencia nueva de la cosmogénesis, de ahí su valor universal, más allá del salto de la fe. La resurrección es la síntesis de la dialéctica, de donde Hegel sacó su dialéctica, de la vida (tesis), la muerte (antítesis) y la resurrección (síntesis). Esta es el final de todo, ahora anticipado para nuestra alegría. Es el verdadero génesis, no del principio, sino del fin alcanzado ya.
Considero que la versión del evangelio de San Marcos sobre la resurrección es la más realista y verdadera. Él termina el texto con Jesús resucitado diciendo a las mujeres: “id a decir a los apóstoles, y a Pedro, que él (el Resucitado) va delante de vosotros a Galilea. Allí le veréis, como os dijo” (Mc 16,7). Y así termina. Las apariciones relatadas, es convicción de los estudiosos que serían un añadido posterior. Es decir: todos estamos en camino hacia Galilea para encontrarnos con el Resucitado. Él personalmente ha resucitado, pero su resurrección no se ha completado, mientras sus hermanos y toda la naturaleza no hayan resucitado aún. Por esta razón, el mundo fenomenológicamente sigue igual o peor, con guerras y momentos de paz, con bondades y maldades, como si la resurrección no hubiera tenido lugar como signo de superación de esta realidad ambigua.
Incluso así, después que Cristo resucitó ya no podemos estar tristes: el fin bueno está garantizado.
Feliz fiesta de Pascua para todos los que pueden realizar este camino y también para los que no puedan hacerlo.
*Leonardo Boff ha escrito: La resurrección de Cristo. Nuestra resurrección en la muerte, Sal Terrae, varias ediciones.
Traducción de MªJosé Gavito Milano
Fuente: https://leonardoboff.org/2023/04/06/como-vivir-la-pascua-en-medio-de-tantas-crisis/
Compartido con SURCOS por Oscar Jara Holliday.
¿De quién es la calle?
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Por Memo Acuña (sociólogo y escritor costarricense)
Días antes, una marcha de diversos sectores sociales en defensa del agro costarricense había sido rebajada en su significado por el mismo presidente de la República.
El sentido de asumir el espacio público como un espacio político es, en un país como Costa Rica, al menos la expresión de que cierta respuesta aún pervive en el inconsciente colectivo, dada la poca capacidad de los partidos políticos no hegemónicos y la misma sociedad civil para convocar un movimiento articulado, ante la maquinaria ideológica y práctica del neoconservadurismo y la derecha tóxica que se pasea gustosa por los tres poderes de la Republica.
Ante este escenario, la calle como expresión.
Valga decir, sin embargo, que los movimientos de mujeres, tan diversos como heterogéneos pero claros en sus urgencias y planteamientos, han sostenido ese significado cada 8M y lo han dotado de sentido: el mensaje debe quedar patentado no solo en sus cuerpos (que utilizan como lienzo y pancarta) sino en las paredes de varios edificios emblemáticos en el centro de la ciudad capital. Eso es acción política, reivindicativa, cuestionadora.
Han sabido politizar la calle.
Mientras esto ocurre, mientras la respuesta social se rearticula para enfrentar la falacia de un discurso y un ejercicio gubernamental plagado de mala fe y desorientación, la calle sigue siendo disputada como ese espacio político y simbólico.
En ocasiones como signo inequívoco de las más feroces violencias.
Ocurrió días después de esa marcha multitudinaria a la que el discurso presidencial dedicó calificativos ofensivos.
Un nutrido grupo de motociclistas intentó traspasar una de las agujas de cobro de la carretera denominada Ruta 27, administrada por una concesionaria empresarial internacional. Una carretera privada en vía pública.
Al no tener éxito, algunos de los motociclistas se fueron con violencia contra la corporalidad de una persona cobradora. Le castigaron hasta reducirle a la impotencia, en el suelo. Y entonces lograron su cometido: pasar el peaje sin pagar el monto establecido.
Salvo algunas poquísimas excepciones, los principales medios de comunicación nacionales no ahondaron en este hecho en su principal significado: el uso de la violencia como mecanismo para transitar plácidamente por la vía.
Ni siquiera las autoridades gubernamentales hicieron referencia a este lamentable altercado, lo cual demuestra que desde su perspectiva hay violencias legitimadas y hay otros usos de las vías, políticos y cuestionadores, que no serán permitidos o autorizados ni en la práctica ni en el discurso.
Para ese grupo de motociclistas escudados en un colectivo descontrolado no hubo aquella frase “esas no son las formas”.
Avisados estamos. En esta batalla sociocultural por la defensa de lo que nos queda de Estado Social, la calle seguirá constituyendo ese territorio de disputa al que deberemos acudir una y otra vez para hacerla propia y devolverle su sentido social y político.
Palabras gastadas
Escrito en . Publicado en Análisis, Cultura.
Manuel Delgado
En el mundo feliz de Huxley, la palabra “padre” se había convertido en “obscena”. Bastaba con escucharla para que los muchachos se pusieran colorados. En ese mundo de reproducción artificial, donde el sexo era solo una diversión de los recreos del colegio, quien dijera tener un padre (situación inusitada) era víctima de un “bullying” tan macabro que podía conducir incluso al suicidio.
Hay un grupo de conceptos con los que ocurre aquello que mencionaba Maiakovski de su pasaporte soviético. La roja libretilla era “como una bomba, como a un erizo, como una navaja afilada, como una víbora de cascabel de veinte aguijones.” Habrán ustedes adivinado ya que estoy hablando de conceptos tales como imperialismo, lucha de clases, internacionalismo proletario y otros por el estilo.
Y no me refiero solo a exactamente a las palabras. Las palabras, como dice el dicho, se las lleva el viento. Hablo del concepto como de una unidad del pensamiento que es capaz de reflejar un ente externo y que nos conduce al conocimiento de la realidad. Cuando digo casa o árbol, hablo de cosas más o menos estáticas. Los conceptos son más que eso, son expresiones de unidades de un proceso, reflejos de fenómenos externos, sociales en este caso, que nos permiten entender el pasado y el presente de una realidad, su movimiento, su devenir, que en definitiva es lo verdadero.
Esos conceptos, como todos los demás, no son imposiciones de la mente, no son caprichos. Son el resultado del movimiento exterior de la realidad. La mente lo que hace es captarlos, darles una expresión verbal y ponerlos en conexión con todo el conjunto del conocimiento humano. Eso es lo que se llama ciencia.
Esta dictadura mediática que nos domina es la que presiona todos los días para que abandonemos conceptos fundamentales de la ciencia social y de la acción política. Esos mismos agentes han sido exitosos en muchos aspectos, pero sobre todo en este de hacer enrojecer el rostro de muchos dirigentes sociales honestos que temen ser incluidos en el rosario de los motes descalificadores y ser llamado “dogmáticos”, para repetir solo uno. Entonces se habla de una llamada nueva izquierda, que hace esfuerzos por convencer de que es diferente y que, en esencia, pretende impulsar un cambio dentro de los límites de la decencia.
El proceso de transformaciones revolucionarias que vive la América Latina y que ya lleva veinte años, contiene rasgos específicos para cada país, pero comparte movimientos comunes, características continentales e incluso mundiales. Ellos no provienen de la voluntad o el capricho de los dirigentes, sino de procesos reales, de estructuras sociales existentes en el exterior de nuestras mentes. Son exigencias sociales que se imponen por encima del discurso.
La primera de esas características, y que conlleva una de esas palabras “obscenas”, es la lucha contra el imperialismo. La revolución latinoamericana sigue siendo antiimperialista o no sería una revolución. Es la presencia extranjera dominante, ese estatus de dependencia, la que ha determinado desde hace más de un siglo y sigue determinando los rasgos esenciales de la economía y, en general, toda la vida de los países de la región. Gusten a no los términos, América Latina es un conjunto de países dependientes en lo económico, en lo financiero, en el comercio exterior, en lo cultural, en lo político, en lo militar, de una potencia extranjera. Sin una ruptura de esa dominación no será posible pensar siquiera en desarrollo, justicia social, paz y democracia.
Ahora hay una corriente que afirma que el imperialismo o ya no existe o ha cambiado de esencia, y que Estado Unidos, bien porque ya no es tan fuerte como antes, bien porque haya perdido interés en el continente o bien porque es un mal menor frente a “otros imperios”, ya no representa un peligro ni económico ni militar o que, en todo caso, se pueden negociar mejores condiciones de esclavitud y permitir avances en medio de las mismas relaciones de antes, solo que un poco modernizadas. (Esa misma visión tampoco es nueva. Reaparece en la historia cada cierto tiempo. Después de la Segunda Guerra Mundial surgió el llamado “browderismo”, impulsado por el Partido Comunista de Estados Unidos. Este afirmaba que el imperialismo había cambiado de esencia, y que se había convertido en una fuerza de paz y progreso mundial. Muy pronto la vida les mostró su error.)
Hay que decir, en primer lugar, que el imperialismo no ha cambiado su esencia creada a comienzos del siglo XX. Pueda que a algunos no les guste usar la palabra “imperialismo”. Le suena a antigua Roma o algo parecido. Pero el concepto de ese fenómeno histórico sigue presente y dominante. Otras formulaciones como globalización, economía global, internacionalización de la economía o de los capitales, etc., no logran expresar la esencia de ese fenómeno, que no solo tiene que ver con el comercio mundial y con el movimiento internacional de los capitales y las mercancías, sino que envuelve la vida entera, precisamente por su carácter universal. Hoy el capital financiero juega un papel mucho más relevante de cuando se acuñó el término (hace poco más de un siglo) pero el capitalismo sigue siendo igualmente el poder monopólico de las grandes compañías, agresivo, antidemocrático y expansionista.
La presencia del capital extranjero en las economías de los países periféricos no ha disminuido ni estas han logrado crear sistemas económicos capaces de aspirar a su independencia. Al revés, pese a muchas décadas de inversión directa, ha crecido la brecha entre nuestros países y las economías metropolitanas y ha crecido la brecha de mercado mundial, es decir, la diferencia, negativa para nosotros, entre importaciones y exportaciones no solo de mercancía sino también de capitales. Este fenómeno se ha acentuado en el presente siglo, en que la inversión extranjera se ha multiplicado con creces al tiempo que aumenta la dependencia financiera de todos los países tercermundistas y, en particular, de América Latina.
Además, el imperialismo no es solo un fenómeno económico y comercial. Es un entramado que cubre toda la vida social. Desde siempre fue una fuerza retardataria del avance social y político de la zona y es padre directo del fascismo y de las dictaduras. Como decía el filósofo Nicos Poulantzas, en su libro “Fascismo y dictadura”, “el que no quiera hablar de imperialismo también debería callar en lo que al fascismo se refiere».
Estados Unidos no ha perdido su interés en la región. Presiona por todos los medios contra las fuerzas progresistas y recurre a las oligarquías corruptas y sus grandes medios de prensa, como siempre ha hecho, para alentar la subversión, el desorden, las rupturas del orden legal y constitucional de los países, y al chantaje del comercio internacional, especial por sus cercos económicos con los que ha mantenido por muchos años contra Cuba y contra Venezuela.
Las relaciones de dependencia con Estados Unidos no solo afectan la economía. Mientras esas relaciones se mantengan, nuestros países no podrán avanzar en ninguno de los demás aspectos, pues esta es la fuerza retardataria fundamental de nuestras relaciones sociales y económicas. Jamás podremos salir de manera efectiva y duradera ni del subdesarrollo, ni de la pobreza, ni de la desigualdad, si antes o al mismo tiempo no liberamos a nuestras naciones de esa dominación global. Predicar lo contrario es engañar a los electores, para no decir que a los pueblos.
Algunos teóricos predican acercamientos en vez de confrontaciones, como si las confrontaciones vinieran de nuestro lado. Las negociaciones y los acercamientos son siempre plausibles en cualquier ámbito de la vida, incluida la política, pero resulta demasiado ingenuo pensar que podemos superar la dominación imperialista mediante negociación con el mismo imperialismo.
Aquí yo siempre recuerdo el chiste del perrito de Pávlov que me contó un amigo. Pávlov fue el científico ruso que estudió las conductas reflejas. Trabajaba con perros y les enseñó que cuando ellos hacían sonar una campana de su jaula, recibían alimento. Un día llegó un perrito nuevo y el otro ya veterano, refiriéndose a su amo, le dijo: “Vea como lo tengo bien condicionado: yo toco la campana y él me da comida”. Aclaro que en la historia real las investigaciones del científico eran diferentes, pero el chiste ayuda a comprender que muchas veces pretendemos manejar las riendas, cuando en la realidad estamos siendo manejados por otros que sostienen los aperos con que nos atan. Pretenden algunos que haciendo concesiones en algunas cosas pueden obtener ventajas. Pero las concesiones, por lo general, son un camino sin regreso.
En las circunstancias actuales, aún más que antes, Estados Unidos y sus aliados europeos buscan dividir a los pueblos y a los gobiernos progresistas. La única respuesta valedera frente a eso es la solidaridad. La lucha antiimperialista es la lucha por la independencia nacional por una mano, y es a la vez la solidaridad internacional por la otra. Cada golpe que se le da a un gobierno progresista es un golpe contra todos y, sin pretender ser adivino, estoy convencido que la revolución latinoamericana alcanzará la victoria si la logra un grupo de naciones y sus gobiernos conjunta y solidariamente. Ningún país podrá superar el pasado por su cuenta, aislado de los demás. No lo hicieron hace 200 años, cuando la pelea independentista exhibía esa característica internacional, transfronteriza, menos se lograría hoy, cuando nos enfrentamos a una estructura imperial mucho más poderosa.
El segundo rasgo esencial de nuestras revoluciones es su carácter democrático. En todas las naciones del continente ese es no solo un punto pendiente, sino además un clamor popular. Los países latinoamericanos buscan superar las dictaduras de tantas décadas así como sus secuelas, darle a las sociedades seguridad jurídica para elegir a sus gobernantes y brindarle a sus pueblos regímenes de garantías de convivencia social, de derechos humanos y de paz.
Eso se ha hecho más evidente en naciones de grandes tradiciones represivas: Chile, Colombia, Honduras. Pero también en Brasil, Argentina y Uruguay, en donde los gobiernos de izquierda nacen de largo periodo de la dictadura. Lo mismo ocurre en todos los demás países y no hace falta recordarlo.
Decía Gustavo Petro que su movimiento no pretendía instaurar el socialismo, sino el capitalismo. Esa frase tan paradójica muestra en gran parte el sentido de la lucha latinoamericana. En este aspecto, se trata de crear regímenes de garantías constituciones y de libertades públicas garantizadas semejantes a las instauradas por las revoluciones burguesas europeas, y, por otro lado, establecer relaciones de respeto e impulso a la producción que siempre ha estado atada a las carlancas del pasado: salarios miserables, relaciones no justas, mercados manejados por las oligarquías locales.
Es el mismo sentido que encierra el concepto de “revolución democrática”: un cambio social que elimine las ataduras del pasado y que permita relaciones económicas capitalistas modernas.
Pero aquí como en todo el análisis no puede ser plano, unilateral. Tiene necesariamente que ser dialéctico. Lo cierto es que esta era de revolución, que ya lleva casi un cuarto de siglo, se ha visto obligada a trabajar dentro de los cánones constitucionales heredados del pasado. Los cambios se hacen utilizando las viejas instituciones, siempre dentro de la dinámica de esa institucionalidad creada en la época de la independencia y después de las guerras civiles que la siguieron, una democracia representativa y de división de poderes que hoy es insuficiente para crear una auténtica democracia del pueblo. Siempre me he preguntado cómo fue posible que después de quince años de revolución el ejército boliviano se aliara con los golpistas contrarrevolucionarios. ¿No se plantearon los dirigentes de la revolución un cambio en esas instituciones?
En noviembre de 1971, Fidel hizo una visita de 23 días a Chile. Presidía el gobierno chileno Salvador Allende. Durante su larga visita, el líder cubano expresó diferencias respecto a la decisión chilena de la “defensa del régimen democrático” de Allende y la “necesidad de ir a unas formas de acción más insurreccionales” de Fidel.
Uno de los hechos más recordados de esa visita fue el regalo que Fidel le hizo a Allende de un fusil AK-47. El regalo no fue público, posiblemente por solicitud de los chilenos, pero fue ampliamente divulgado. Era evidentemente una entrega simbólica, que manifestaba una lectura de los que estaba sucediendo en el país suramericano. El líder cubano no se proponía en su visita crear un ejército revolucionario, como acusaba la derecha. Lo que sí quedó claro es que era una ingenuidad pretender que los militares iban a respetar el voto popular. ¿Se puede hacer una revolución en el marco de esa “democracia burguesa” (palabras usadas entonces por Fidel)? Nosotros respondíamos que sí, de la manera más acrítica, simplemente porque el partido decía que sí y nadie podía levantar su voz contra su mandato. Y el partido, por su parte, de una manera igualmente acrítica, respondía afirmativamente siguiendo de manera fiel a su partido hermano de Chile.
La respuesta la dio la historia. ¿Esa respuesta nos sirve de algo ahora, cincuenta años después? Las cosas por supuesto han cambiado mucho y nadie se atreve a recomendar un alzamiento armado. Más aún, los pueblos han demostrado que pueden hacer frente a intentonas subversivas de las oligarquías y aun con sufrimientos atroces han podido revertir los golpes en Bolivia, Brasil, Honduras y levantar cabeza después de las derrotas de Argentina y Ecuador.
Las comparaciones son odiosas, pero debe mencionarse que el caso de Cuba fue muy diferente y mucho más fácil, por la razón de que la revolución arrasó con el pasado no solo económico sino también político y le quebró la columna vertebral a la oligarquía, que prefirió huir a Miami. Quedó, por supuesto, la amenaza externa de Estados Unidos; pero dentro de las fronteras, un pueblo unido y listo para defender su revolución y su patria. Las revoluciones latinoamericanas se han visto precisadas a remodelar la casa con todos los inquilinos dentro, incluidas las oligarquías, dentro. Estas han lucrado don los avances en todos los campos, al mismo tiempo que conspiran, día a día, contra los poderes instituidos, contra la paz y la coexistencia democrática.
Sí no es aventurado pensar que las estructuras estatales heredadas del pasado, sus parlamentos, su prensa, sus tribunales de justicia, sus ejércitos, terminarán entrando en conflicto con las necesidades de cambios y con las transformaciones revolucionarias mismas. Se pondrá a la orden del día entonces la contradicción entre la revolución democrática y ese régimen que Fidel llamó, hace cincuenta años, la “democracia burguesa”. La forma de ese enfrentamiento no puede predecirse, pero los pueblos deben comprender que se producirá irremediablemente.
La tercera característica de nuestras revoluciones es su carácter popular. Eso quiere decir que la lucha por el bienestar popular es su tercer eje fundamental. América Latina se cansó de ser eternamente pobre. Y lo hace, curiosamente, en que las desigualdades sociales se agudizan.
En este contexto, los pueblos se unen en torno a la consigna de acabar con el neoliberalismo, es decir, de revertir las reformas hambreadoras que nos vienen azotando desde hace décadas. Los avances que han recibido las sociedades en este sentido son enormes. Los regímenes progresistas han sacado a muchos millones de la pobreza, sobre todo de la pobreza extrema, y han impulsado con éxito mejoras en todos los aspectos. Pero aun así, los avances no son definitivos ni seguros. Más aun, parecen frágiles y sencillamente reversibles. Pero tampoco son lo suficientemente profundos para convencer a las masas populares, que en una gran parte siguen atadas a los carros de los partidos políticos de la derecha.
Pese a los avances sociales, todos los países han sido escenario de luchas de la población por mejoras que los gobiernos no pueden conceder. Cada revolución y cada partido tiene un programa que aplica o pretende aplicar de manera segura y responsable. Pero en cada país, junto al apoyo consciente a las medidas aplicadas y las transformaciones prometidas, crece también el descontento. Las reformas necesarias parecen chocar con barreras infranqueables: el mercado internacional manipulado por las grandes corporaciones trasnacionales y sus gobiernos, es decir, por el imperialismo, y la rapacidad de oligarquías firmemente sentadas en el poder que se niegan a ver reducidos sus privilegios.
Ese avance contradictorio, de dar mucho pero no lo suficiente, los reflejaba el exvicepresidente de Bolivia Álvaro García Linera cuando afirmaba que los partidos progresistas en el gobierno cometieron el error de convertirse de partidos contestatario en administradores, de fuerzas del desorden a partidos del orden, y eso lo cobran las masas.
A los gobiernos les queda el asistencialismo que tiene grandes limitaciones: es muy costoso y poco sostenible, genera mucha corrupción y que no crea desarrollo. Para avanzar pareciera que tarde o temprano hay que ir más allá, hay que modificar la estructura económica. En otras palabras, no existe posibilidad de acabar con la pobreza y la desigualdad en los límites del capitalismo y las sociedades tendrán que proponer, en algún momento, posiblemente pronto, la necesidad de avanzar hacia un nuevo régimen, hacia el socialismo.
El sistema neoliberal se impuso por la fuerza, amparado en los regímenes dictatoriales. Eran, de otra manera, inviables. Por eso parece evidente que el neoliberalismo ya no tiene más aire, aunque teóricamente haya todavía espacio donde aplicar sus recetas. La pregunta es si existe una alternativa antineoliberal dentro del régimen capitalista. Esa contradicción entre los posible y lo deseable tiende a crecer, y terminará por hacer crisis.
Hace ochenta años José Figueres Ferrer publicó un folletito titulado “Palabras gastadas”. En él hace comentarios acerca de tres conceptos: libertad, democracia y socialismo. Interesa aquí este último. Allí hace severas críticas al capitalismo, un régimen “cuyo fruto es la pobreza”, que “derrocha energías despiadadamente al duplicar servicios sin necesidad, al destruir mercancías por especulación”, a cuyos subalternos “denigra, y cuyos esfuerzos trata de obtener por la menor compensación posible” y, “lo peor de todo, enarbola con fiereza la bandera milenaria del antagonismo”.
Como solución a este mundo carente de sentido humano, propone un nuevo estado de cosas que él llama socialismo, un régimen donde “los hombres competentes de la industria y el comercio, los poseedores de la riqueza (se den cuenta) de que su actividad es realmente social y no privada”.
Un mundo de capitalismo humano, basado en la cooperación que nace de la convicción subjetiva de los hombres, en particular, de los poseedores del capital, y apoyado por una izquierda revolucionaria que él llama a la refundación sobre postulados “racionales”.
Con esta filosofía aparentemente primitiva se montó un régimen social exitoso, que dirigió al país durante tres décadas, desde 1952 hasta comienzos de los ochentas. Es el socialismo democrático o socialdemócrata, que dio origen al estado social de derecho que se nos ha ido como resultado de las políticas neoliberales y que muchos sueñan con hacer retoñar. Es la nostalgia del viejo terruño, que sirve en los discursos para hacer ver cuán traidores han sido los viejos dirigentes que otrora promovieron ese estado, pero que no puede ser base de un programa de transformaciones políticas hoy día. La vieja sociedad del socialismo democrático ya no volverá. No lo permiten ni las condiciones internacionales ni las realidades económicas y sociales actuales. Ellas tuvieron como centro un proyecto desarrollista de una burguesía nacionalista y proteccionista que ya no existe, un campesinado que ya ha desaparecido y un proletariado que ya dejó de creer en esas promesas. Estaba, además, inspirado en un clima internacional promovido también por Estados Unidos, primero con el ejemplo del New Deal y luego por los programas de la Alianza para el Progreso a la AID. Ese viejo régimen se inspiró en un clima internacional que favorecía el proteccionismo y el desarrollismo, tendencias que hicieron crisis al enfrentarse con la globalización surgida a partir de los ochentas.
En resumen, el estado social de derecho solo puede rescatarse y desarrollarse sobre nuevas bases sociales, económicas y de relaciones internacionales. Esas bases exigen un régimen económico socialista y una redoblada lucha por la independencia nacional y contra el imperialismo.
Pero todo esto se oculta. Vivimos la época de las posverdades y las posmentiras, del lenguaje suave, medio en clave, cribado de palabras obscenas, admisible en las mesas decentes y en los medios de comunicación socialmente admisibles.
Algunos se conforman con pensar que sí, el socialismo vendrá, pero falta tanto para eso que lo mejor es ocultarlo mientras tanto, como si el problema fuera de fechas, como si no fuéramos capaces de entender que las batallas de mañana se pelean todos los días. El carácter inmediato de esa revolución que hará surgir el socialismo no se resume a un problema de fechas. La flor y el fruto no son entidades distintas, pero aunque falten días para que se nos aparezca como fruto, la flor es ya fruto, lo es inmediatamente, porque encierra en sí toda la constitución del fruto, constitución que está en movimiento desde el momento cero, desde antes de que exista incluso la flor misma. Esa es la dialéctica del desarrollo. Solo que en política las cosas no ocurren de una manera natural, como en patio de nuestra casa, porque ella engloba también la acción humana consciente. Cultivar esa acción consciente es una obligación. Es un problema de autenticidad personal, un problema ético. Pero sobre todo es una necesidad política, la necesidad de preparar el ejército para los combates actuales teniendo en la mira los combates futuros.
El discurso es un factor actuante, transformador. Las palabras no se convierten en acción, ellas son directamente acción política. Emplear el discurso en forma adecuada es una forma de lucha. Hablar es actuar. Callar es renunciar a la lucha. El discurso es, en sí mismo, un acto revolucionario.
Claudio Gutiérrez, académico integral
Escrito en . Publicado en Análisis, Cultura.
Por Arnoldo Mora
La reciente partida de mi apreciado colega en la Escuela de Filosofía y exrector de la UCR, Dr. Claudio Gutiérrez Carranza, ha conmovido a la opinión pública nacional más allá del ámbito universitario, hasta el punto de que, en un gesto que la enaltece, la Asamblea Legislativa, símbolo por excelencia de la institucionalidad democrática, le rindió como homenaje un minuto de silencio. Ahora merece que rompamos ese silencio para hablar de su memoria y su legado a la cultura y a las ciencias de Costa Rica.
Claudio Gutiérrez fue, como lo destaco encabezando estas líneas, un académico integral en el sentido que Rodrigo Facio, el otro gran intelectual que dejó huella indeleble en la historia nacional, le daba a esa expresión, tanto político como cultural. Decir que Claudio Gutiérrez fue un académico INTEGRAL, equivale a decir que realizó de forma magistral estas dimensiones del quehacer universitario. Fue un maestro y tutor de varias generaciones que hoy se destacan en el ámbito científico, con lo que cumplió la función de la docencia de manera sobresaliente. Fue un investigado e innovador en las tecnologías de la comunicación más avanzadas, todo fundamentado en un basamento filosófico de primera línea, como sus profundos, novedosos y numerosos ensayos y libros lo prueban. Finalmente, se proyectó a la comunidad nacional siendo el principal protagonista de una etapa nueva en la ciencia y la tecnología de punta en el país, como fue el haber introducido las computadoras (la famosa “Mathilde”) y la inteligencia artificial y el postgrado en estudios de la mente. En todos los ámbitos dejó una huella indeleble, hasta el punto de que, en mi más reciente libro (LA FILOSOFÍA COSTARRICENSE EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX, EUNED; San José, 2018) digo que, con la generación de filósofos de la segunda mitad del siglo pasado encabezada por Claudio Gutiérrez, Costa Rica llega a su madurez intelectual.
Claudio perteneció a la primera generación de filósofos producto de la Reforma de 1957 liderada por Rodrigo Facio, pero llevada a cabo por filósofos humanistas de origen español, de la talla de Constantino Láscaris y Teodoro Olarte, y de Roberto Saumels en el campo de la filosofía de la ciencia, en donde luego va a sobresalir Claudio Gutiérrez. La Universidad de Costa Rica ha experimentado otros saltos cualitativos en sus más de 80 años de brillante historia, destacándose las reformas de 1957 y de 1973. Pero estas reformas no sólo lo fueron solamente en los aspectos administrativos y cuantitativos; lo fueron, ante todo, cualitativas, lo cual implica que fueron inspiradas en un paradigma conceptual de profunda raigambre epistemológica; lo que equivale a reconocer que en cada salto emerge una concepción nueva de universidad, tanto en el ámbito cultural y político como pedagógico y epistemológico. En la creación de la Universidad en 1940 prevaleció el concepto de universidad “napoleónica”, pues tenía como misión esencial la trasmisión de un saber “canónico”, es decir, ya consagrado como “científico” en su metodología y debidamente comprobado en sus destrezas y resultados en el ámbito práctico- utilitario de la tecnología, todo forjado, dado nuestro atraso, allende nuestras fronteras. Pero, gracias al proyecto político de modernización de la sociedad nacional, surge como protagonista, al lado de un Estado Nacional fuerte y centralizado, una clase media que constituye el tejido político-social básico de una clase media nacional que organiza políticamente a la sociedad civil; en la reforma de 1977, Rodrigo Facio, que fue el ideólogo de la socialdemocracia “a la tica” y el proyecto país imperante durante la segunda mitad de siglo, logra llevar a cabo una reforma que impulsa las profesiones ligadas a las ciencias económicas y sociales; los historiadores también inician un proceso de transformación de la historiografía a la historia concebida como ciencia social. Todo lo cual respondía a la necesidad de desarrollar un Estado Nacional moderno; se trataba de dar al país una ”burocracia eficiente”, para emplear la terminología de M. Weber. Pero la nación se compone de tres estratos: el Estado centralizado, la sociedad civil y, en medio como faja de trasmisión que comunica las órdenes de arriba hacia abajo y los deseos y voluntades de abajo hacia arriba y para que el juego democrático funcione, se requiere del intermedio comunicador por excelencia: un conjunto de instituciones legales y políticas. En 1968 se da un gran salto como es la emergencia como sujeto histórico de la juventud universitaria, gracias al llamado “Mayo del 68”, especie de revolución cultural que cambia la ética de inspiración calvinista predominante en las sociedades industrializadas del Occidente cristiano. Esto repercute en la periferia llamada “Tercer Mundo”, que se hace presente con el estallido de revoluciones como fuerzas políticas que escriben la historia con sus propias manos. Al país llega esta ola de cambio con los acontecimientos de Abril de 1970, en la lucha contra los contratos de Alcoa. Una nueva generación surge con el babyboom nacida después de la Guerra Civil de1948; para estos jóvenes ya no se trata de convertirse en burócratas eficientes, sino de ser ciudadanos de pleno derecho. Claudio Gutiérrez estuvo en el epicentro de estas trasformaciones que se reflejaron en las reformas de 1957 y 1973, primero como joven secretario de y luego como vicerrector. En este último caso, Eugenio Rodríguez había renunciado como Rector porque no aceptaba las reforma de 1973 y Claudio, en su condición de vicerrector de docencia, lo sucedió. Claudio fue el motor del surgimiento de esta nueva etapa histórica de la universidad, etapa que culmina con la Rectoría de Luis Garita a finales de siglo, con la creación de La Ciudad de la Investigación y del FEES; todo para dar énfasis a la investigación de alto nivel; ya no se trataba sólo de trasmitir el saber científico sino de crearlo. En estos procesos, se da una continuidad, pues Garita fue vicerrector de Claudio.
A guisa de conclusión, deseo poner énfasis que esta apretada síntesis constituye algo más que un sentido homenaje a uno de nuestros más destacados intelectuales de cambio de siglo, sino que no hay cambios cualitativos en la historia de los pueblos, si no vienen precedidas de una honda reflexión filosófica. Recordemos la historia de la educación formal en Costa Rica. La reforma de 1886, fue impulsada por Mauro Fernández bajo la inspiración del filósofo inglés Herbert Spencer; la organización de la segunda enseñanza forjada por Valeriano Fernández Ferraz se inspiró en el filósofo alemán Krause; el plan de reforma de la II República, promovido por Emma Gambo, se inspiró en el filósofo norteamericano John Dewey. Por su parte, Claudio, doctorado en filosofía de las ciencias en la Universidad de Chicago, inspiró su pensamiento en el estructural-funcionalismo de Talcon Parsons y Merton; por lo que parte de una visión epistemológica que enfatiza el rigor formal y metodológico en todas las ciencias, pero siempre partiendo de que la revolución en las tecnologías de la comunicación es la mayor del momento actual. Finalmente, y como una manera de honrar el legado de tan destacado maestro, propongo que la UCR dedique alguna institución o edificio en su nombre y que, a tenor de las normas legales, la Asamblea Legislativa lo declare BENEMÉRITO DE LA CULTURA NACIONAL. Porque Claudio Gutiérrez fue un paradigma de lo que debe ser un ACADÉMICO INTEGRAL.
Programa Alternativas: La letra y el pentagrama – video
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El pasado viernes 24 de marzo, el Programa Alternativas brindó un espacio para la conmemoración de las expresiones del arte, como lo es la música y la escritura, con el nombre “La letra y el pentagrama”. Entre las figuras participantes están Hector Chavarría y Danilo Chavéz y los presentadores Dayana Ureña Solís, Manuel Delgado y Álvaro Zamora.
Ambos invitados tuvieron la oportunidad de compartir su experiencias profesionales y su perspectiva sobre la cultura popular del país alrededor de las expresiones artísticas. Además de reflexionar sobre el esfuerzo necesario para el reconocimiento de escritores y músicos que han realizado trabajos valiosos para la academia.
Para ver la transmisión completa puede hacerlo en el Facebook de “Alternativas”: https://fb.watch/jtZKsw_gkn/?mibextid=VhDh1V
XIV Festival Cultural Buen Vivir 2023 en Chirraca de Acosta
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El Festival XIV Cultural Buen Vivir se realizó el anterior 28 de enero del 2023 en Chicharra de Acosta. Este evento se nutrió de música y discursos exclamados por sus participantes. Édison Valverde menciona que el fin de esta actividad es “reconocer a mujeres y hombres que nunca aparecerán en los reconocimientos oficiales y que han entregado sus vidas al quehacer voluntario en comunidades, en los campos social, cultural, educativo, ambiental y espiritual”.
Para ver el vídeo completo de la actividad, haga clic en el siguiente link:
Compartido con SURCOS por Édison Valverde Araya.
Cineforo con la proyección de la película Figuras ocultas – viernes 24 a la 1
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Invitación
Les invitamos desde el proyecto de acción social -Trabajo comunal universitario Semillero estudiantil para la acción contra el racismo al Cineforo, con la proyección de la película Figuras ocultas.
Estrenada en el 2017 y dirigida por Theodore Melfi, cuenta la historia de tres mujeres científicas afroamericanas (Katherine G. Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson), que trabajaron para la NASA en la década de 1960 y que lucharon por los derechos civiles de las personas afrodescendientes en EEUU.
Viernes 24 de marzo, a la 1 de la tarde en la Sala multimedios de la Facultad de Ciencias Sociales de la UCR.
Bienvenidas todas las personas, estudiantes, personal administrativo, docentes, familias y personas vecinas de la Sede Rodrigo Facio. Es un espacio abierto y gratuito.
Organizan las estudiantes del TCU Reyshel Martínez Sandoval y María Fernanda Hidalgo Quirós.
¡Hasta pronto!
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