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La universidad del Siglo XXI

Desde una perspectiva intimista

Mis desgarramientos interiores

Alberto Salom Echeverría

Uno de los sentimientos más desgarradores que he experimentado en mi vida, es el del abandono, la separación física de alguien o de algo. Varias veces en mi existencia lo he vivido: lo experimenté intensamente a mis once años, con el temprano fallecimiento de mi padre tras un accidente automovilístico. Volví a vivirlo con la misma intensidad, pero de una manera distinta porque era más maduro, a la edad de cuarenta años, cuando se produjo la partida de un ser maravilloso en mi vida, en la de mis hermanos y estoy seguro de que en la de mucha gente más; ese ser maravilloso fue mi madre. Síntesis de una irremediable endeblez física, propiciada por una enfermedad que la atacó temprano, por una parte y de una inusual fortaleza intelectual y espiritual, por otra. Ella no podía vivir más de cinco años como promedio de la enfermedad. ¡Pero vivió treinta años más! por decisión propia, es decir, por su corazón inmenso y generoso que quiso seguir latiendo alimentado por nuestro amor y entrega hacia ella. ¡Qué sentimiento de abandono sufrí, de inefable orfandad, no obstante, mis cuarenta años! La tercera experiencia fue la muerte de Isabel, mi esposa por 26 años. Una compañera sin par, de gran solidez científica y académica, formada en la UCR, muy leal y de gran valentía también.

Todas estas pérdidas dejaron en mí, después de un primer desgarramiento interior, la enseñanza de que nada de lo espiritual se pierde de manera definitiva. Los cuerpos, lo físico se separa en toda relación en algún momento de manera irremediable, definitiva; los afectos entrañables en cambio, cuando la sinceridad ha sido cristalina en las relaciones interpersonales, trascienden los límites de la finitud de la relación física produciendo esa sensación de prolongación de la existencia, más allá de lo humanamente temporal. El filósofo Platón planteó en la antigüedad de un modo condensado la idea que he querido expresar, cuando postuló: “La unidad del universo es infinita porque no nace ni muere, pero las cosas que devienen son finitas.” Más recientemente, en la modernidad, el filósofo Danés Soren Kierkegaard señaló al respecto que, “el hombre (hoy hablamos del hombre y la mujer) es algo concreto, temporal, en un constante devenir, luchando entre lo temporal-terrenal y lo eterno.”

La huella de La Universidad Nacional en mi experiencia académica

En medio de este dilema, entre lo humano finito y lo eterno, barrunto que la vida cobra más sentido, cuando nos inquietamos y movemos por algo en lo que de verdad creemos. Ese algo por lo que vale la pena vivir para mí son los principios, aquello en lo que creemos profundamente de acuerdo con nuestros valores. Cuando se me prestó por cinco años la oficina de la Rectoría, quise colocar en ella, para verlo constantemente, un arreglo en sepia que me regaló mi hijo mayor, José Carlos. Se trata de una frase, que ahora conservo en mi habitación, muy cerca de mi corazón; el cuadro contiene la imagen de Abraham Lincoln y una frase suya que he querido hacer mía: “Si pudiéramos darnos cuenta primero en dónde estamos y hacia dónde vamos, seríamos capaces de juzgar qué hacer y cómo hacerlo”. Esta frase sintetizó una convicción muy arraigada con la que, desde muy joven he procurado caminar en mi vida. Todo en derredor nuestro adquiere más sentido, en cuanto logramos darle una dirección a nuestro accionar.

No obstante, todas estas convicciones profundas, cuando debí dejar la Universidad Nacional, al terminar mi ejercicio como Rector, junto a mis colegas en la gestión, por haberme acogido a la jubilación, me embargó en un inicio el mismo sentimiento de desgarramiento, y hasta de soledad quizás. Aunque la experiencia acumulada, junto a estas cavilaciones, me permitieron reflexionar pronto percatándome así de lo profundo que está inserta la UNA en mi corazón. Había quedado atrás mi paso por la emblemática Universidad de Costa Rica, institución pública a la que, como joven estudiante también me entregué con pasión. En el año 1976, ingresé como docente a la UNA, para iniciar una carrera académica noble y sublime, que terminó de formar mi personalidad.

La UNA me marcó de manera indeleble. En ella aprendí a reconocer la enorme variedad o pluralidad de la existencia, tanto derivado del conocimiento de los estudiantes provenientes de los más diversos rincones del país, como en mi relación con los colegas universitarios, con el personal administrativo y académico de la institución. La UNA me permitió además, junto a mis colegas y estudiantes, entrar en contacto con comunidades compuestas por mujeres amas de casa, muchas deseosas de asumir algún emprendimiento, algunas otras mujeres solas con hijos, jefas de familia, trabajadoras recién incorporadas a los mercados laborales con indecibles necesidades de capacitación y desde luego sociales, trabajadores de los ferrocarriles, obreros de la construcción, campesinos sin tierra, comunidades indígenas, decenas de jóvenes con discapacidad en todas ellas, deseosos de aprender algún oficio y de incorporarse plenamente a una sociedad poco preparada todavía para subsanar las barreras arquitectónicas, las cognitivas y de otros órdenes. ¡Qué reto tan formidable! Imposible acometerlo, aprendimos pronto, desde una sola perspectiva epistemológica.

Origen y evolución de La Universidad Nacional.

La UNA desde su origen se abrió al desafío de incursionar en el profundo y acaso insondable mundo de la multiplicidad de lo causal. El mismo concepto de “Universidad Necesaria” que, nuestro fundador Benjamín Núñez lo hizo vernáculo en diálogo con Darcy Ribeiro, sociólogo y pedagogo brasileño, nos obligó a recibir jóvenes estudiantes de diferentes culturas, orígenes étnicos, sin distingos de género ni de condición social. Este solo hecho, puso en entredicho una idea por entonces arraigada en el medio cultural del país: los estudiantes de condición social más vulnerable, provenientes en su mayoría del mundo rural, no estaban capacitados para incursionar con éxito en la educación superior, por carecer de las condiciones intelectuales, académicas o pedagógicas que solían adquirirse en los liceos o colegios que contaban con recursos de todo orden y que, por ese hecho otorgaban mayores ventajas educativas.

Entre todos los aportes de la UNA a la educación superior del país, en mi concepto este es uno de los más trascendentes. Nosotros quedamos obligados a modificar incluso el sistema de admisión, a fin de viabilizar el acceso de las personas estudiantes de origen más humilde. No solo eso, debimos crear las condiciones apropiadas a lo interno para subsanar sus carencias económicas y también el pobre nivel académico que muchos traían de la secundaria. Recordemos para empezar los propedéuticos; si bien luego debimos revisarlos. Todo constituyó un formidable reto: la estructuración del sistema de becas, las primeras residencias estudiantiles, casas antiguas enclavadas y dispersas por toda la ciudad de Heredia, como “La Moya”. Cada innovación debió ser sometida a examen crítico y debate interno, otra característica del modo de gestión de la UNA desde su nacimiento. La mejor prueba en el ámbito académico de que caminamos por una senda correcta, nos la proporcionaron algunos años después de la fundación de la UNA, los cientos de estudiantes que, independientemente de su origen social y étnico, o de su género, se graduaron y como nuevos profesionales se insertaron en los mercados laborales con bastante éxito. De hecho, nos sentimos orgullosos de que el porcentaje de subocupación haya sido muy bajo y la desocupación de la población estudiantil egresada de la UNA, casi inexistente.

No obstante, aquí es menester advertir que, una correcta lectura (solo el tiempo nos ha dado esta perspectiva), nos obliga a reconocer que los estudiantes que se han formado como profesionales en la mal llamada (en mi opinión), sede central de la UNA, pero que provenían de regiones alejadas de los principales centros urbanos, solamente en porcentajes bajos retornaron a los pueblos o cantones en los que se criaron. Ciertamente, el papel de las sedes regionales: Chorotega o Brunca y del campus en Sarapiquí, nos han ayudado a paliar los efectos perniciosos que ha tenido esta fuga de cerebros de los territorios locales o regionales hacia la zona central del país. Empero, el desarrollo desigual que ha tenido Costa Rica, favorable a esta región central, desde sus orígenes e incrementado a partir de la segunda mitad del siglo pasado, no favorece tampoco en ningún sentido la inserción de los profesionales en las regiones periféricas.

En tanto no se logre revertir esta tendencia “hipercentralista” a nivel del país, la universidad tiene posibilidades y el imperativo además de incrementar su aporte a los territorios o regiones, mediante al menos dos rutas importantes, que yo he bautizado como contra tendencias: 1-el apoyo a las sedes y campus regionales para que puedan ser dueños de sus propias carreras; esto implica el fortalecimiento planificado en la dotación de recursos a las sedes regionales, para consiguientemente poder otorgarle a estas la potestad de modificar el currículo o plan de estudios, apoyadas por la Unidad de Diseño e Innovación Curricular de la vicerrectoría de docencia y de acuerdo con las necesidades de los territorios y localidades; y 2-un mayor impulso a las carreras itinerantes, lo que nos obliga, acorde nuevamente con una perspectiva territorial, a abrir carreras en determinadas localidades rezagadas del desarrollo nacional, al menos hasta graduar una cohorte de profesionales o técnicos. Gracias a la iniciativa de la Dra. Ana María Hernández que, con tanto entusiasmo y empeño impulsó la propuesta de las carreras itinerantes, el Consejo de Rectoría acogió la propuesta basada en la experiencia de la División Rural del CIDE. Fue el Dr. Pedro Ureña quien la puso sobre el tapete de discusión en su momento. Este trabajo ameritaría un mayor esfuerzo de coordinación con las demás instituciones públicas de educación superior, congregadas en el convenio del CONARE. ¡Ojalá esto pudiera discutirse más en el seno de CONARE! En mi opinión se trata de un nuevo impulso a la Educación Superior del país, concentrando esfuerzos en los territorios y regiones rutinariamente más rezagados del desarrollo.

La organización multidisciplinaria en la UNA y el desafío de la revolución científico-tecnológica.

En lugar de organizar las facultades de acuerdo con los criterios tradicionales de la disciplinariedad creados desde la universidad napoleónica, lo que ha conducido y conduce a la fragmentación del conocimiento, cuando se agrupan las disciplinas básicamente según su afinidad, la UNA por contraposición innovó en la manera como se organizaron las facultades, acudiendo, aunque fuera en forma embrionaria, a la idea de multidisciplinariedad. Todavía no estaba presente ahí la perspectiva de interdisciplinariedad. Aquel otro criterio (el de la multidisciplinariedad) fue patente en la Facultad de Tierra y Mar, en la de Exactas y Naturales, en la Facultad de Ciencias de la Salud, en la de Ciencias Sociales, en la de Filosofía y Letras; así como en los Centros como son: el Centro de Estudios Generales, el Centro de Investigación y Docencia en Educación y el Centro de Investigación, Docencia y Extensión Artística.

A pesar de esta importante innovación en el campo de la organización académica en la UNA, hoy la revolución científico-tecnológica, especialmente en las TIC´s, en la robótica y la informática, en nanotecnología, tanto como en la biotecnología, ha inducido cambios acelerados en el conocimiento en todos los órdenes y ha sentado las bases para el desarrollo portentoso de la sociedad del conocimiento. Ninguna universidad que se precie de ser seria puede quedar ajena a todo ello. Sin embargo, es notorio el rezago de los países latinoamericanos respecto de esta revolución tecnológica, frente a los países desarrollados. De ahí que se haya levantado un extraordinario reto para los centros universitarios de educación superior pública, debido a que sobre ellos reposa la responsabilidad de impulsar la investigación de punta, la extensión o acción social como medio idóneo de contacto con las comunidades y sectores más necesitados del país y aunado a lo anterior una docencia de calidad. Desde nuestra experiencia universitaria, hemos sentido que el desafío es mucho más descomunal aún, al considerar el proceso de globalización que tiene lugar, tan desigual en sus progresos; así como el gigantesco reto que impone a todos los países de la Tierra, la grave enfermedad del calentamiento global y del cambio climático, derivados de la producción por el ser humano de los combustibles fósiles. La brecha digital y tecnológica abierta entre los países ricos y pobres es hoy más grande que nunca, lo mismo que en los órdenes económico y social.

Las “comunidades Epistémicas”.

Hemos llegado a la conclusión de que para que la universidad de hoy pueda acometer desde el punto de vista cognitivo este inmenso reto que nos acecha, es menester promover en toda la Universidad Pública una nueva organización de la academia, de modo que estemos en mejores condiciones para realizar un abordaje de los problemas desde una posición, ahora sí, inter y multidisciplinaria. Desde el punto de vista epistemológico, postulamos que no podemos seguir enfrentando fenómenos complejos y multicausales desde una óptica estrictamente disciplinar.

Postulamos que las disciplinas no se disuelven; al contrario, han de fortalecerse para desde esa base, forjar sinergias entre las diversas disciplinas. Implica un diálogo permanente, fecundo y vigoroso, tanto al interior de cada institución como, si fuera posible, entre todas ellas. No deseo hoy, queridas y queridos colegas y amistades aludir en detalle a la gestión que tuve el honor de encabezar con gente maravillosa, porque cada experiencia está a prueba. Además, porque esta disertación no es una rendición de cuentas. No obstante, solamente digo, para lo que pueda ser útil, impulsamos la idea de crear “comunidades epistémicas”, también conocidas como “comunidades de conocimiento”, cuya labor debería ser tomada en cuenta. Lo esencial, es el “diálogo entre los saberes”, como postularon Maturana y Varela, hace ya algunos años.

En el año 2018, el Dr. Itzkuauhtli Zamora Sáenz escribió sobre una experiencia en una comunidad de Guadalajara, México, muy aleccionadora. Cito “En las últimas dos décadas, es posible atestiguar una proliferación de modelos para la toma de decisiones políticas que abogan por la necesidad de crear mecanismos incluyentes que promuevan la participación multisectorial. Estas propuestas han recibido los nombres de ciencia posnormal, planeación participativa o gobernanza, por mencionar algunos de distintas corrientes (Funtowicz y Ravetz, 1993;Huitema, etal., 2009; Schmoldt, Kangas y Mendoza, 2001).

La premisa general de estas propuestas es que la solución de problemas complejos como los ambientales no puede ser resultado de una decisión exclusivamente técnica o científica que se imponga de manera jerárquica y vertical: requiere incluir el conocimiento y la postura de las comunidades locales que serán las principales beneficiadas o perjudicadas por la implementación de la política. Bajo esta perspectiva, tanto las decisiones como los procesos para tomarlas son igualmente importantes, esto es, no importa solamente alcanzar un buen resultado, sino que su formulación se haya dado bajo mecanismos abiertos, plurales e incluyentes.

Estos modelos participativos coinciden con lo que Mark Warren ha denominado democracia, expansiva, la cual se caracteriza por la ampliación de mecanismos participativos en pequeña escala y por la necesidad de incluir en las soluciones la voz de los posibles afectados por las decisiones gubernamentales (Warren, 1992)” […] -Un poco después agrega el Dr. Zamora- “Hay una gran cantidad de mecanismos específicos para favorecer la participación multisectorial como talleres de planeación, foros, mesas de participación, grupos promotores, paneles de expertos o consejos ciudadanos, por mencionar algunos. Todos estos mecanismos comparten la idea regulativa de favorecer el entendimiento común y la cooperación entre diferentes actores. Peter Haas, en 1992 Haas (1992)acuñó el concepto de comunidad epistémica para referirse a un grupo de personas que se reúnen periódicamente para generar acuerdos sobre un problema y su solución. El concepto lo utilizó Haas por primera vez para referirse a la emergencia de una red de actores gubernamentales, civiles y académicos de diferentes países que se congregaron para intercambiar información con el objetivo de revertir la contaminación del mar Mediterráneo.

El propio Haas agregó que el tipo de problemas que pretende resolver una comunidad epistémica se caracteriza por estar inserto en un contexto de incertidumbre en el que los diferentes actores reconocen que el conocimiento científico no elimina el riesgo de consecuencias no deseadas de una decisión determinada, sino que incluso los puede hacer más conscientes de las posibles secuelas (Haas, 2004).” (Cfr. Zamora Sánez, Itzkuauhtli. “Comunidades Epistémicas en la Solución de Problemas Ambientales. Tendencias en la Recuperación de Ríos Urbanos.” https://orcid.org/0000-0002-1554-6984). En nuestro caso, fue la Dra. Luz Emilia Flores la que tuvo a bien proponernos el fructífero concepto de “Comunidad Epistémica.”

La Universidad como “Bien Público” y su relación con el entorno nacional.

El desarrollo de nuevas carreras y áreas del conocimiento de base multi e interdisciplinaria y la creciente importancia de la internacionalización, constituye todo un programa de acción de la universidad contemporánea en la sociedad del conocimiento. En ella, es imprescindible que las instituciones públicas de educación superior se afiancen como un bien público en un momento en que las élites gobernantes en toda América Latina se han decantado por cuestionar este concepto, junto con importantes grupos del sector empresarial. Esto lo estamos viviendo en Costa Rica concretado en la Ley 9635, de fortalecimiento de las finanzas públicas, en particular en el título IV de la misma que quedó aprobada en diciembre de 2018. Hoy las cinco universidades públicas están viendo drásticamente restringidos sus presupuestos, como resultado del mandato de dicha ley, especialmente en el Título IV de la misma. Los rectores en su momento, agrupados en el CONARE presentamos un recurso de nulidad ante el Tribunal de lo Contencioso Administrativo, en contra del Decreto Ejecutivo que amplió la cobertura del título sobre empleo de dicha ley. Adicionalmente, se planteó también una Acción de Inconstitucionalidad ante la Sala, contra el mismo decreto. Esta es la hora, ante un asunto tan, pero tan urgente y trascendental, en la que ni la Sala Constitucional, ni el Tribunal de lo Contencioso Administrativo se han pronunciado todavía, después de casi cuatro años de haber sido presentados ambos incidentes.

La actividad sustantiva en La Universidad.

Otro asunto que nos permitió crecer académica e intelectualmente tiene que ver con la conceptualización de la actividad sustantiva en el quehacer académico de la universidad pública. Siempre se ha entendido la actividad académica como la conjunción y concatenación de la docencia, la investigación y la extensión conceptualizada también como acción social. La situación actual requiere la integración de estos tres pilares para la formación de profesionales preparados para enfrentar los retos y cambios que la sociedad demanda. La actividad docente para que tenga calidad debe alimentarse de la investigación constante de las personas académicas y de la extensión que, como es sabido se produce cuando la universidad se vincula con la sociedad compenetrándose con las comunidades a las que apoya y de las que se nutre también. El verdadero reto estriba, por un lado, en lograr una real coordinación de las tres actividades (docencia, investigación y extensión) en el eslabón superior ejecutivo de la universidad, a fin de lograr un verdadero apoyo a las facultades y unidades académicas. Pero, por otra parte, cada unidad académica debe ser un hervidero de conocimiento que involucre a todo el personal docente de modo que se pueda transmitir al estudiante la experiencia académica adquirida. En nuestra experiencia todavía tenemos frente a nosotros el reto de alcanzar una mayor compenetración y simbiosis entre estos tres componentes de la actividad sustantiva de la universidad, tanto en el quehacer de las personas profesionales que apoyan a las facultades y unidades académicas desde el nivel ejecutivo superior y, sobre todo, en las unidades académicas mismas.

La Universidad Humanista con sentido social en el siglo XXI.

He dejado para la parte postrera de mi intervención, un tema que considero es uno de los más relevantes. El Foro Económico Mundial sobre «El futuro del trabajo 2020» analiza la disrupción causada por el COVID-19 y las perspectivas futuras sobre el empleo y las habilidades necesarias, en el contexto actual de recesión económica global y aceleración de la digitalización.

En el mencionado informe se plantea que, citó: “La  automatización junto con la actual recesión de COVID-19 está creando una ‘doble disrupción’ para los trabajadores: el informe estima que para 2025, la automatización y la nueva división del trabajo entre humanos y máquinas afectará a 85 millones de puestos de trabajo en todo el mundo, creándose 97 millones de nuevas funciones, a través de la creciente demanda de trabajadores para puestos de trabajo en la economía verde y digital (relacionados con la economía de datos, inteligencia artificial, computación en la nube…).” (Cfr. Foro Económico Mundial. “Informe Futuro del Trabajo 2020.” Sincrogo.com/blog/actualidad-laboral/informe-futuro-del-trabajo-2020-foro-económico-mundial/).

¿Qué hacer ante estas realidades? Creo imprescindible tener presente la importancia para una universidad que nació humanista, de no descuidar la visión humanista integral. De no hacerlo se puede incurrir en el error de adoptar una visión unilateral, acicateados exclusivamente por los criterios emanados de las tendencias del mercado. De acuerdo con estos criterios, las instituciones superiores de educación pública deberían transformar su currículo según lo que se denomina “carreras STEM” (Science, Tecnology, Engineering and Mathematics).

Una adecuada concepción humanista de la educación es incluyente de todas las disciplinas. Esta inclusividad en la sociedad del conocimiento implica poner en primer plano el sentido social del conocimiento y de la formación. Esta no puede desdeñar los valores éticos del bienestar colectivo, el énfasis constante en la democratización de la institución universitaria; es decir, la facilitación del acceso y permanencia de las personas estudiantes indistintamente de su origen social, a las oportunidades que brinda la educación superior. Junto a ello, la universidad pública no puede perder su orientación a contribuir desde la academia a esclarecer la ruta de un desarrollo sostenible, justo y equitativo, en consonancia con la Naturaleza, la preservación de los ecosistemas y de la vida en ella. Por ello es por lo que, la evaluación, la acreditación de las carreras y de la educación, así como el aseguramiento de la calidad, jamás pueden mimetizarse con los estándares de los llamados países centrales. Al contrario, abogo porque la universidad pública latinoamericana, cumpliendo con su misión, tenga en cuenta la realidad de los países en los que está inserta. De ahí la importancia de la autonomía universitaria, para pensarse a sí misma y tomar las decisiones estratégicas, sobre la base de los valores académicos consensuados entre la comunidad universitaria.

Desde algunos años atrás se nos viene induciendo desde afuera y desde diferentes posturas a que dejemos de lado las ciencias sociales y las humanidades (SSH, por sus siglas en inglés: Social Science and Humanities) para abrazarnos supuestamente a la “modernidad y el progreso”; se busca así, afiliarnos por decirlo de esta manera, a las STEM (Science, Tecnology, Engineering and Mathematics). Es decir, teóricamente quienes nos inducen por ese camino suponen que debemos subsumir a las universidades humanistas de hoy, en el mundo de la llamada “ciencia precisa”, que se puede medir, para colocarnos así, supuestamente, en la cúspide del desarrollo tecnológico.

Tal razonamiento supone las SSH arrinconadas en posiciones puramente especulativas y propiciadoras de un razonamiento cualitativo infértil. Esta cuestión así planteada nos remite a un viejo y trillado debate entre culturas científicas y humanistas. Hay que combinar las SSH con las STEM. No se debe por lo tanto renunciar a la ciencia, ni a la tecnología, ni a la precisión matemática. Pero no por eso se debe dejar de lado la educación, la filosofía, la filología, la sociología, el arte, la danza, la música; ambos conjuntos disciplinarios son imprescindibles para fortalecer las bases de universidades sociales y humanistas. Se trata de dos grandes conjuntos o componentes disciplinarios convergentes; no como desde cierta perspectiva errada se les quiere presentar como si fuesen más bien divergentes y excluyentes entre sí.

Está pendiente en la universidad latinoamericana y del Caribe asumir una reflexión a fondo, sin menoscabar lo alcanzado hasta ahora, intentando buscar (innovar) nuevas formas de organizar la academia que permitan un mejor entrelazamiento de los saberes, y una mayor cooperación que facilite recoger los beneficios del debate científico y cultural de la universidad en el mundo contemporáneo.

No en vano nos dice José Joaquín Brunner, investigador y académico chileno: “Un nuevo balance entre STEM y SSH se requiere también para salvar el futuro que hoy reconocemos amenazado por diversas fuerzas destructivas. En efecto, las disciplinas STEM —precisamente por su poder de incidencia en el control y la transformación del mundo— provocan una extrema racionalización científico-tecnológica de los entornos naturales, de las actividades productivas, de las relaciones sociales y de la propia esfera cultural […] Mas se trata de una racionalización de medios, regida por la funcionalidad y la eficiencia, el cálculo de costos y beneficios, y la continua expansión —ahora global— de la explotación de los recursos naturales y las capacidades humanas. Es ese proceso, con todos sus progresos y riesgos, el que las SSH ayudan a interrogar y analizar desde una racionalidad de fines y valores, manteniendo abierta así las puertas hacia la esperanza. Hay pues razones más acá y más allá de la economía —“Más cosas hay en el cielo y la tierra, Horacio, que las que se sueñan en tu filosofía”— que justifican apoyar resueltamente a las SSH, en pie de igualdad con las disciplinas que rigen la racionalización científico-técnica del mundo. Este es un balance que se requiere cada vez más patentemente y con mayor urgencia, para no terminar agotados por el progreso y aplastados por los escombros que deja tras de sí.” (Cfr. Brunner, J.J. “Humanismo: ¿Cuál es su Poder?” nuevo poder.cl/humanismo-cual-es-su-valor/).

 

Nota compartida con SURCOS por el autor.

UNA: Condiciones en liceos rurales reproducen desigualdad

Una oferta educativa reducida, climas educativos predominantemente bajos en los hogares, dificultades de acceso a recursos didácticos y falta de docentes en las regiones, son parte de las condiciones asociadas a la modalidad de liceos rurales que favorecen la reproducción del modelo de desigualdad prevaleciente en el país, según evidencia la investigación “Factores socioeducativos y dinámicas de inclusión-exclusión en la oferta de Educación Media del Ministerio de Educación Pública”, realizada por el equipo académico del proyecto Perfiles, dinámicas y desafíos de la educación costarricense del Centro de Investigación y Docencia en Educación de la Universidad Nacional (Cide-UNA).   

“La desigualdad es un tema complejo, multidimensional, entonces uno no puede decir que la modalidad de liceos rurales de por sí es excluyente, por sí misma no lo es; pero todos los otros factores que están asociados al contexto educativo propio de los mismos estudiantes, como el clima educativo, las distancias, todo eso afecta el que esta población esté en una condición de desventaja cuando está dentro de un liceo rural”, afirma Cecilia Dobles, académica del Cide y coordinadora del equipo investigador que presentó los resultados del estudio, el pasado 9 de marzo, en el auditorio Clodomiro Picado del Campus Omar Dengo de la UNA.

Un conjunto de factores

Aunque aclaró que esta modalidad de liceos rurales surgió para dar derecho y acceso a educación de más calidad en las distintas zonas del país, Dobles insistió en que hay una serie de limitaciones propias de los contextos educativos, que van planteando desigualdades, como es el caso de la falta de docentes formados para las especialidades que se requieren para un colegio académico, así como la malla curricular reducida.

Por ejemplo—de acuerdo con datos del MEP citados en la investigación—mientras  el colegio académico tradicional tiene 126 lecciones en el III ciclo y 88 en educación diversificada, en la modalidad de liceos rurales las lecciones se reducen a 120 y 80, respectivamente.

Y es que—añade la especialista—por la misma condición de falta de docentes en las regiones, no hay posibilidad de impartir artes plásticas, educación física u otras materias,  lo que va en perjuicio de la calidad de la educación que recibe la población estudiantil en los liceos rurales.

La problemática de los docentes también lleva a que deban hacerse contrataciones por inopia en estos centros educativos, las cuales  muchas veces se realizan en forma postergada, cuando ya ha iniciado el ciclo lectivo.

A esto se suma el hecho de que los docentes tampoco tienen acceso a procesos de capacitación o formación continua debido a las distancias geográficas, lo cual también representa una limitación muy grande, según destacó la investigadora.

Luis Diego Conejo, académico del Cide e integrante del equipo investigador, coincidió en que las condiciones de la modalidad de liceos rurales que reproducen el modelo de desigualdad tienen que ver con una oferta educativa reducida, pero también con el contexto familiar del cual provienen los estudiantes, de los climas educativos predominantemente bajos,  así como las dificultades en el acceso a recursos educativos y materiales tanto en el área educativa como en sus hogares, lo cual afecta negativamente su experiencia de aprendizaje. “Es un conjunto de factores”, subrayó.

En el caso del contexto familiar, el especialista explicó que el hecho de que las personas que atienden esta modalidad provengan de climas educativos bajos en sus hogares limita las posibilidades de que se haya fomentado una serie de capacidades básicas, que tienen que ver con la lectoescritura o con acceso a materiales o recursos educativos en sus casas, que les permitan desarrollarse a un nivel que sea comparable al resto de la población. 

La investigación del Cide profundiza acerca de la prevalencia de diferencias profundas entre las modalidades educativas en la educación media, a saber: Académico Diurno, Académico Nocturno, Ambientalista, Artístico, Bilingüe, Científico, Técnico Profesional, Deportivo, Humanista, Indígena, Rural, Telesecundaria y Unidades Pedagógicas.

De esta forma, el estudio identifica desventajas que tiene la población estudiantil nacional, dependiendo de la opción educativa a la que asista y las condiciones propias de las realidades educativas en que se encuentran inmersos los centros educativos.

En ese marco, se encuentra que hay modalidades educativas que lejos de reducir las brechas para acceder a una educación de calidad, reproducen los factores y dinámicas que generan la desigualdad educativa, tal como se hace evidente en el caso de los liceos rurales.

El equipo investigador está conformado por las personas académicas: Cecilia Dobles (responsable); Luis Diego Conejo, Viviana Gómez, Olga Guevara, Gabriela Quirós, Satya Rosabal, Magaly Rodríguez y Giannina Seravalli. Además participaron las estudiantes graduadas Liseth Rojas y Jennifer Vanegas.

Video: 

***Más detalles con periodista Oficina Comunicación UNA 8334-4150.

UNA: ESCUELA DE PLANIFICACIÓN APORTA A LA REGIONALIZACIÓN DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR

Con una matrícula de 40 estudiantes de nuevo ingreso, el campus Coto de la Universidad Nacional, ubicado en la provincia de Puntarenas, Cantón de Corredores, pone en funcionamiento para este 2022 una oportunidad para la formación de jóvenes, en uno de los cantones con menor índice de desarrollo humano (IDH) del país.

La carrera de Planificación Económica y Social, a cargo de la Escuela de Planificación y Promoción Social-EPPS-UNA, tiene como objetivo formar personas profesionales con capacidades para la sistematización y la producción de conocimientos teóricos, metodológicos y técnicos en planificación, organización y gestión; que contribuyan con los procesos de desarrollo integral y sustentable de la sociedad, dentro de una concepción inter y multidisciplinaria.

Como parte del proceso académico, este jueves 3 de marzo de 2022, la dirección de la EPPS-UNA en conjunto con las autoridades de la Sede Brunca, organizaron un encuentro en el Campus Coto, entre docentes de ambas instancias educativas de la UNA, con el propósito de iniciar la implementación de la Carrera de Planificación Económica y Social en esta región. De ahí, que se generó una reflexión y análisis del enfoque de planificación que se asume desde el plan de estudios, así como, el perfil profesional que se pretende forjar desde los procesos de docencia y su relación con la extensión e investigación universitaria.

Personas académicas y autoridades de EPPS-UNA abordaron los objetivos, el perfil de entrada, salida y profesional de dicha carrera, propiciando el intercambio abierto de puntos de vista, sobre la pertinencia de este tipo de profesionales para contribuir al desarrollo de la región.

El PhD Giovanni Rodríguez Sánchez, académico de EPPS-UNA, comentó que el perfil ocupacional y profesional de los estudiantes de esta carrera, les permitirá interpretar la realidad nacional y local, así como su relación con las tendencias globales. Podrá, además, diseñar estrategias de desarrollo adecuadas a diferentes sectores de la población, facilitando una mayor participación en la toma de decisiones: “Cada profesional en Planificación Económica y Social, estará en capacidad de cumplir las funciones de gestión, promoción, organización, investigación, planificación (diagnóstico, formulación, ejecución), capacitación, evaluación, dirección, asesoría en los ámbitos públicos y privados”.

Para el Dr. Ángel Ortega Ortega, Director de EPPS-UNA, dentro de los elementos de mayor interés expuestos en el encuentro, se destaca la concepción de planificación del desarrollo que se tiene en la carrera, la cual es considerada como un sistema en el cual intervienen la investigación, la prospectiva, la elaboración y ejecución y la evaluación de estrategias, así como la participación de todos los actores sociales locales o institucionales involucrados: “Se visualiza además, como objeto de estudio de la planificación, el desarrollo, para lo cual es necesaria estudiar el pasado, comprender el presente y construir el futuro, el cual debe ser conveniente en el marco de un interés por contribuir a una sociedad más justa, equitativa, sostenible y solidaria, y es en ese marco, en el cual se enfocan los esfuerzos de formación de personas planificadoras en el área económica y social, indicó el director de la unidad académica”.

Con el objeto de orientar el desarrollo de la docencia, la sesión concluyó, con un análisis de la interrelación entre los contenidos de los diferentes cursos considerando las cuatro áreas disciplinares del plan de estudios: Área de planificación y administración, área económica y social, área metodológica e instrumental y finalmente el área disciplinar de prácticas.

 

Msc- Efraín Cavallini Acuña,
EPPS-UNA

Rey Curré elige su Consejo Local de Educación Indígena tras superar varios obstáculos de convocatoria

Uriel Rojas

El pasado 26 de febrero de 2022, la comunidad indígena de Curré/Yímba realizó su Asamblea General para conformar el Órgano Directivo del Consejo Local de Educación Indígena (CLEI) que se encarga de atender las políticas educativas que rigen dentro de su territorio en coordinación con el Ministerio de Educación Pública.

Sin embargo, la elección de esta nueva Junta Directiva no fue tarea fácil para la comunidad ya que tuvo que superar varios obstáculos que habían impedido su realización.

Uno de ellos fue la pandemia del Covid 19, quien debido a las restricciones para efectuar reuniones presenciales postergaron esta actividad por casi dos años.

Tras la flexibilidad de dichas restricciones, la Junta Directiva del Consejo Local de Educación Indígena convoca a la Asamblea General para el viernes 11 de febrero del 2022 a partir de las 9 am en el Salón Comunal.

No obstante, esta convocatoria fue suspendida de manera indefinida por el Supervisor del Circuito 11 de la Regional de Educación Grande de Térraba en nota emitida el 09 de febrero de 2022, alegando,  “que, dadas las condiciones actuales de la pandemia en nuestro país, así como las disposiciones sanitarias establecidas por el Ministerio de Salud Pública y avaladas por el Ministerio de educación Pública, propiamente en el punto que indica que para este tipo de actividades se permite un aforo del 20% en la locación donde se lleve a cabo este tipo de eventos (reuniones presenciales).” (Considerando 2).

Tras esta situación, los afiliados se apegan a su derecho de solicitar una urgente convocatoria sumando a más del 30% de los afiliados asistentes en la última asamblea general del CLEI.

La necesidad de esta asamblea surgió tras conocerse que el Consejo Local de Educación Indígena de Rey Curré estaba acéfala desde el pasado 31 de enero de 2022 y ya estaban a las puertas de un nuevo curso lectivo.

Esta solicitud de los afiliados fue aceptada por el Ministerio de Educación Pública en nota fechada el 25 de febrero del 2022, oficio DMS-0139-02-2022, en el cual lamenta la situación que se ha presentado con respecto a lo dispuesto y comunicado por la Supervisión del Circuito Educativo Indígena N° 11 de la DREGT, el día 9 de febrero último, en el sentido de suspender de manera indefinida la Asamblea convocada para designar a la integración del CLEI –CURRE.

Dicho oficio del MEP argumenta que “por motivo de las múltiples actividades del inicio del curso lectivo en modalidad presencial después de dos años de educación hibrida o a distancia, no se ha podido coordinar con todas las supervisiones de circuitos educativos indígenas para informarles, que a partir del año 2022, este Despacho no prorrogará más las personerías de los CLEI, debiendo éstos celebrar sus asambleas para la renovación de sus representaciones, información que no estaba en conocimiento del señor supervisor al momento de emitir la disposición de 9 de febrero último”.

De este modo, los afiliados solicitantes oficializan la convocatoria a Asamblea General fijada para el 26 de febrero a partir de las 9 am en el Salón Comunal de Rey Curré.

En esta asamblea, la comunidad eligió el nuevo Órgano Directivo encargado de promover el cumplimiento de los objetivos de la Educación Indígena en el territorio por los siguientes tres años, es decir, del 2022 – 2024, con la posibilidad de ser reelegidos para una segunda administración o en su defecto, sustituidos, según la voluntad de los asambleístas.

Las siguientes personas son los nuevos integrantes del CLEI Curré:

José Domingo Lázaro Maroto por ADI CURRÉ

Emilce Cedeño Nájera por los Mayores

Jorge Lázaro Estrada por comunidad

Margarita Rojas Rojas por Comités locales

Grace Leiva Rojas por el sector de Educación

Shirley Rojas Rojas por Junta de Educación

Hace falta el representante del sector estudiantil pero esta semana se definirá y se integrará de inmediato al equipo.

El principal garante de todo este proceso fue la Asociación de Desarrollo Indígena de Rey Curré/Yímba, dando fe que los procedimientos sucedieran en apego a lo permitido según el Estatuto vigente del Consejo Local de Educación Indígena de Rey Curré y en especial, los Derechos Cultural estipulados en las Legislación Nacional y los Convenios y Declaraciones Internacionales.

La UCR obtiene excelente calificación en gestión ambiental institucional

En el campus universitario hay recipientes rotulados para la gestión de los residuos sólidos, tanto los reciclables como los ordinarios y los especiales. Foto: Anel Kenjekeeva, UCR.

Con nota de 101, la institución se ubica en el mejor nivel de implementación de Programas de Gestión Ambiental Institucional (PGAI) en el Sector Público de Costa Rica.

La Universidad de Costa Rica (UCR) demostró ser una institución con un excelente desempeño en materia de gestión ambiental institucional, logrando una calificación del 101, en su primer año de evaluación por parte de la Dirección de Gestión de la Calidad Ambiental (DIGECA) del Ministerio de Ambiente y Energía (MINAE).

La UCR obtuvo esta nota sobresaliente luego de presentar, por primera vez en el 2021, su Programa de Gestión Ambiental Institucional (PGAI) en acatamiento a lo dispuesto en el Decreto Nº 36499-S-MINAET: “Reglamento para la Elaboración de Programas de Gestión Ambiental Institucional (PGAI) en el Sector Público de Costa Rica”.

En esta evaluación la institución demostró importantes avances en la medición y consumo racional del agua y la electricidad, así como en el reto de reducir sus emisiones atmosféricas e implementar la gestión integral de residuos en todos sus espacios y en la aplicación de criterios sustentables para la compra de bienes o contratación de servicios.

DIGECA destaca el establecimiento de los dos diagnósticos específicos: el Inventario de Gases Efecto Invernadero (GEI) y el Inventario Energético con sus respectivos alcances y señala que estos diagnósticos son realmente importantes, porque generan conclusiones a nivel institucional que son muy relevantes para la toma de decisiones.

Con apoyo de estudiantes y docentes la institución ha realizado avances en la medición de gasto energético. Un ejemplo es el proyecto“Análisis de consumo eléctrico en edificios de la Universidad de Costa Rica” desarrollado por el estudiante Adrián Salcedo Bolaños con ayuda de su profesor guía el Ing. Oldemar Ramírez.

Metas claras

De acuerdo al informe de DIGECA, un punto clave en el éxito de la implementación del PGAI a nivel institucional ha sido que “la Universidad optó por establecer un eje de sostenibilidad, creando así un desarrollo estratégico en donde opera todo lo concerniente a la gestión ambiental”.

Al respecto, el rector Dr. Gustavo Gutiérrez Espeleta, subrayó que “para gestionar estos esfuerzos institucionales es importante tener un norte, y la delimitación de acciones mediante ejes fundamentales permite llevar a cabo acciones más concretas y trazables, de modo que podamos evaluar adecuadamente el progreso alcanzado con el tiempo”.

El Dr. Gutiérrez agregó que “la gestión de calidad ambiental, la gestión de la energía y la gestión el cambio climático son ejes estratégicos propuestos tras un estudio riguroso por la Dirección de Gestión de Calidad Ambiental (DIGECA) para cada Programa de Gestión Ambiental Institucional, de modo que nosotros los adaptamos en acato a las autoridades gubernamentales y en compromiso con el ambiente”.

Cabe resaltar que las acciones no se limitan a estos ejes, puesto que la Universidad también insta a la conservación del recurso hídrico y la gestión de residuos, entre otras acciones dentro del marco de los Objetivos del Desarrollo Sostenible.

En todas las actividades universitaria se procura una gestión adecuada de los residuos. Por ejemplo, la Oficina de Correos utiliza tiras plásticas reciclables para cerrar las bolsas de la correspondencia. Foto: Laura Rodríguez Rodríguez, UCR.

Camino a la sostenibilidad

Este proceso es liderado por la Unidad de Gestión Ambiental (UGA), pero el cumplimiento de las metas recae en cada unidad, las cuales tienen el encargo de implementar las medidas ambientales en las diversas actividades y espacios universitarios. Por lo tanto, esta calificación refleja un esfuerzo colectivo y articulado.

“Esta calificación, sin duda representa un indicador de que nuestros esfuerzos institucionales están siendo efectivos. No solo desde la iniciativa, sino desde la articulación y la coordinación de esfuerzos entre nuestras diversas unidades. También representa una responsabilidad, por cuanto debemos seguir manteniendo el ejemplo como institución y seguir fomentando las medidas concretas para mejorar nuestra gestión ambiental” destacó el rector Gutiérrez.

De igual forma, la Ing. Kathia Elizondo Orozco, coordinadora de la Unidad de Gestión Ambiental (UGA) agradeció a cada una de las unidades que han demostrado su compromiso con la sostenibilidad, especialmente aquellas que han participado desde el 2015 en las cinco ediciones del Galardón Ambiental.

“Este reconocimiento ha sido clave para fortalecer una cultura ambiental que nos ha permitido instaurar buenas prácticas en el quehacer cotidiano de la Universidad y nos encamina a medir el grado de cumplimiento de la gestión ambiental mediante la categoría de Indicadores básicos de gestión ambiental”, señaló la coordinadora. 

Desde el 2015, el Programa de Galardón Ambiental ha certificado a 178 unidades de diferentes sedes y recintos de la Institución, e impactado internamente a más de 12000 personas de la comunidad universitaria.

También se reconocen los esfuerzos en generar capacitación, sensibilización, divulgación, generación de guías de buenas prácticas en todos los aspectos ambientales, directrices desde la alta jerarquía y la normalización del sistema de gestión ambiental a través de varios procedimientos con ámbito de aplicación total en la institución.

De acuerdo al informe de DIGECA, aún queda camino por recorrer en temas como el registro de datos de consumo de combustibles de fuentes fijas, la interpretación de los indicadores agua, electricidad y residuos obtenidos mes a mes, con el fin de compararlos con el año base y determinar si se están alcanzando las metas planteadas.

PGAI en Sedes y Recintos

Para lograr la implementación total del PGAI en la Universidad de Costa Rica, la Unidad de Gestión Ambiental, en conjunto con la Rectoría y la Vicerrectoría de Administración, desarrollaron una estrategia para abarcar todos los espacios que conforman la Institución, en un plazo de 5 años a partir del 2020.

Dicha estrategia pretende integrar a las Sedes y Recintos en un ciclo continuo de planificación, acción, revisión y mejora de la gestión ambiental. Para ello, en este 2022 cada una deberá elaborar y presentar su Programa de Gestión Ambiental Institucional (PGAI) que incluya a la totalidad de sus instancias y recintos, así como cualquier otro espacio físico dentro de su alcance.

“La esperanza para los próximos años es el firme establecimiento de una cultura ambiental que trascienda a cada unidad de la Universidad de Costa Rica” acotó el rector Gutiérrez. Además, detalló que se espera una reducción significativa de la huella ecológica y el fomento de la sostenibilidad en la gestión de recursos a nivel institucional.

También se espera una mayor vinculación externa con otros entes de educación superior, instituciones del sector educación y agencias gubernamentales y extranjeras, con la finalidad de proponer y ejecutar acciones comunes en materia ambiental.

Como parte de este proceso, además se realiza el “Primer Encuentro de Experiencias en Gestión Ambiental: Hacia una Universidad Sostenible”, en modalidad virtual del 22 al 25 de febrero del 2022, un espacio donde se reflexionará sobre los avances, logros y retos para alcanzar la sostenibilidad ambiental.

Ranking Mundial de Universidades Sostenibles

En el 2021 la Universidad de Costa Rica participó, también por primera vez, en el “UI GreenMetric World University Rankings”, el primer ranking de universidades en el mundo que mide el compromiso de cada universidad en el desarrollo de una universidad »»amigable con el medio ambiente»».
Este ranking es una iniciativa de Universitas Indonesia en la que participan 912 universidades de 84 países. El él se analizan 6 indicadores de cada institución participante (entorno e infraestructura, energía y cambio climático, residuos, agua, transporte y educación). La UCR se ubicó en el puesto #586 en el ranking general de universidades.

 

Katzy O`neal Coto
Periodista, Oficina de Divulgación e Información, UCR

La UCR recibe a 701 personas estudiantes en fase de Admisión Diferida este 2022

701 estudiantes podrán iniciar estudios en la Universidad de Costa Rica tras resultar admitidos en la fase de Admisión Diferida (foto Archivo ODI, UCR).

La Universidad de Costa Rica admitió a un total de 701 personas estudiantes en la fase de “Admisión Diferida para Promover la Equidad”. Estos estudiantes se suman a las 8.742 personas que resultaron admitidas en fase ordinaria. De esta manera, la UCR recibirá en sus aulas, este 2022, a un total de 9.443 estudiantes de nuevo ingreso.

Esta es la octava ocasión, en la cual, la UCR implementa la fase de concurso de ingreso a carrera y recinto, denominada como “Admisión Diferida”, con el fin de promover la representación equitativa de estudiantes de todos los centros educativos públicos y privados del país, de Bachillerato por Madurez Suficiente, de Educación Diversificada a Distancia (EDAD) y de colegios del exterior, en los cuales solo un 15% o menos del alumnado que realizó la prueba de aptitud académica fue admitido en la fase de ingreso ordinaria a la UCR.

Para la fase de Admisión Diferida, la UCR ofreció 754 cupos, por los cuales concursaron un total de 5979 estudiantes de 564 centros educativos de todo el país.

Según el M.Sc. Ricardo Luna Gutiérrez, jefe de la Oficina de Registro e Información (ORI) los resultados del proceso de admisión diferida están disponibles a partir de este 10 de febrero en la página https://ori.ucr.ac.cr.

“Además de la lista de admitidos que está en la página de la Oficina de Registro e Información, estamos contactando vía correo electrónico a las personas que resultaron admitidas en admisión diferida, con el fin de darles la guía necesaria para que puedan concretar con éxito su ingreso a la UCR” manifestó Luna.

El estudiantado puede consultar las notas de corte de la fase de Admisión Diferida, así como la lista de instancias de procedencia que participaron en esta modalidad, en la página https://ori.ucr.ac.cr

Por otra parte, el período de solicitud de beca socioeconómica para quienes ingresaron en Admisión Diferida será del 12 al 14 de febrero, por medio de la página: https://becas.ucr.ac.cr

Las personas estudiantes que deseen obtener más información sobre el proceso de Admisión Diferida pueden llamar a los teléfonos 2511-4671 y 2511-5517 o escribir un correo a la dirección electrónica admision.ori@ucr.ac.cr

 

Tatiana Carmona Rizo,
Periodista Vicerrectoría de Vida Estudiantil, UCR

Supervisión de Circuito 11 suspende asamblea general ordinaria programada por el CLEI de Rey Curré

Uriel Rojas

De acuerdo con un comunicado oficial emitido el pasado 09 de febrero de 2022 por la Dirección Regional de Educación Grande de Térraba, Supervisión Circuito 11, la Asamblea General programada por el Consejo Local de Educación Indígena de Rey Curré para este viernes 11 de febrero queda SUSPENDIDA de manera INDEFINIDA.

Esta Supervisión argumenta, “que, dadas las condiciones actuales de la pandemia en nuestro país, así como las disposiciones sanitarias establecidas por el Ministerio de Salud Pública y avaladas por el Ministerio de Educación Pública, propiamente en el punto que indica que para este tipo de actividades se permite un aforo del 20% en la locación donde se lleve a cabo este tipo de eventos (reuniones presenciales).” (Considerando 2).

Dado a lo anterior, el Consejo Local de Educación Indígena de Rey Curré, hace del conocimiento público dicha notificación y de paso agradece a la comunidad los años de apoyo e interacción que tuvieron.

La vigencia del CLEI de Rey Curré caducó desde el pasado 31 de enero de 2022 y está a la espera de elegir una nueva Junta Directiva.

UCR: El Trabajo Comunal Universitario fortalece la salud mediante la educación no formal

El TCU Procesos de educación no formal en poblaciones con vulnerabilidad con énfasis en la epidemiología de las parasitosis emergentes y reemergentes (TC-719) de la Escuela de Medicina trabaja en la elaboración de modelos gigantes de algunos parásitos como parte del proceso de educación no formal con distintas comunidades vulnerables. La foto corresponde a un modelo de sarcoptes scabiei (el arador de la sarna) con sus respectivos huevos. Foto cortesía de Jorge Vargas.

271 proyectos de Acción Social se vinculan con el fortalecimiento educativo con las comunidades

La Universidad de Costa Rica (UCR) “es una institución de educación superior y cultural”, así la define el artículo 1 de su Estatuto Orgánico. Sin embargo, esta labor educativa traspasa su accionar llegando a todo el territorio nacional gracias a la labor que realizan 271 proyectos de Acción Social distribuidos entre 42 de Cultura y Patrimonio, 170 de Educación Permanente y Servicios y 59 de Trabajo Comunal Universitario (TCU), que se vinculan con las comunidades más vulnerables de Costa Rica en pro de su fortalecimiento educativo.

Estudiantes, docentes, personas administrativas y líderes de la sociedad unen sus saberes para lograr objetivos que concuerdan con los establecidos por la Asamblea General de las Naciones Unidas, que proclamó el 24 de enero como el Día Internacional de la Educación.

Uno de estos proyectos es el TCU “Procesos de educación no formal en poblaciones con vulnerabilidad con énfasis en la epidemiología de las parasitosis emergentes y reemergentes” (TC-719) de la Escuela de Medicina.

Este TCU inició en marzo del 2018 con el objetivo de apropiar a la población del conocimiento básico de la epidemiología ambiental de su entorno, mediante un proceso de educación no formal, para prevenir el aumento de enfermedades ocasionadas por parásitos. “Eso lo hacemos mediante el trabajo colaborativo de diversos profesores de la Escuela de Medicina, y estudiantes que pueden ser primordialmente de Medicina, pero también hemos tenido estudiantes de Diplomado en Laboratorio, de Microbiología, Farmacia” según puntualizó el coordinador de este proyecto, el Dr. Jorge Vargas.

Durante estos cuatro años han compartido experiencias educativas con comunidades de territorios indígenas ngöbe en Coto Brus, Puriscal, Santo Domingo de Heredia, Upala, territorio entre la frontera de Costa Rica y Panamá, Parrita, Quepos, entre otras.

Los materiales didácticos que confeccionan y comparten con las comunidades contienen frases como:

“Hoy te contamos todo lo que debés saber sobre la Enterobiosis.”

“Te contamos las generalidades más importantes sobre la Leptospirosis, una enfermedad infecciosa causada por una bacteria.“

“En esta ocasión te contamos sobre la Trichuriosis: ¿Qué es? ¿Cómo se transmite?”

Todas estas expresiones y preguntas traen consigo respuestas explicativas con un lenguaje sencillo y adaptado a la comunidad. Además, las y los estudiantes edifican modelos en 3D de la imagen de los parásitos y en un documento informan el proceso de construcción, los elementos que se usaron, los colores y moldes para que el público en general repliquen sus propios muñecos. Por ejemplo, tienen el Anopheles vector de la malaria, el Aedes aegypti que ocasiona el dengue y muchos más.

“Nos permite abrir una puerta para que diversas poblaciones tengan accesibilidad a información fidedigna revisada por profesionales en el contagio y la prevención de parasitosis emergentes y reemergentes, las cuales son importantes especialmente en nuestro país, donde por sus condiciones tropicales tenemos una alta prevalencia”, indicó Helena Wigoda Elizondo, estudiante que confeccionó el modelo 3D del mosquito que transmite la malaria.

Antes de la pandemia por COVID-19, los y las estudiantes jugaban con las personas de las comunidades mientras fortalecían el proceso educativo, o bien visitaban a las familias casa por casa en las comunidades de territorios indígenas. Esta labor la realizaban con otras instituciones públicas como la Universidad Estatal a Distancia y el Ministerio de Educación, dependiendo de la zona geográfica. También, vinculaban otras disciplinas académicas y TCUs de la universidad misma para lograr objetivos más integrales.

Diana Vargas Arce, estudiante del TCU resalta la labor de los trabajos comunales de medicina: “Considero que el aporte a la comunidad que es brindado por toda la acción social de medicina como tal es muy importante, ya que con todo el trabajo realizado el año pasado se logró, así sea de manera virtual, llegar a una gran cantidad de personas de todo el país, llevando información importante, relacionada a todo tipo de enfermedades, su prevención y de otros temas”.

Por su parte, la lideresa indígena ngöbe de Coto Brus, Zelmira Pérez Hernández, valora que: “el proyecto del Dr. Jorge Vargas ha sido de mucha importancia, ya que con él hemos trabajado muchísimos años de forma muy clara (…) Se le brinda a la comunidad la información tanto en lengua materna como en español, siempre tratando la prevención de la salud.”

Debido a la pandemia, todo el proceso lo tuvieron que adaptar a la virtualidad produciendo videos, pódcast e infografías. Todos estos productos están colocados en las páginas del Facebook, Instagram y Youtube del proyecto y están en proceso de iniciar un nuevo pódcast.

La visión de este TCU es llegar a más comunidades y para eso es necesario volver responsablemente a la presencialidad. Así lo concluyó el Dr. Vargas: “Este TCU fue uno de los primeros en la Universidad que en la Vicerrectoría de Acción Social tuvo permiso para salir, porque nosotros necesitábamos ir a comunidad indígena. Una de las cosas más importantes sobre todo en las comunidades indígenas es el cara a cara, si usted no habla con ellos de frente no hay una formalidad, necesitamos esa formalidad”.

¿QUÉ ES LA EDUCACIÓN NO FORMAL?

Según Manuel Enrique Luján Ferrer, docente de la Escuela de Administración Educativa de la UCR “es una disciplina aplicada al campo de los procesos socioeducativos; su ámbito de acción implica diseñar, organizar, ejecutar y evaluar actividades educativas con el propósito de mejorar las condiciones de vida de diversos grupos humanos, mediante procedimientos participativos promotores de transformaciones individuales y colectivas”.

Por su parte, el asesor de TCU Edgar Chacón agrega que: “es uno de los medios por los cuales la acción social de la Universidad de Costa Rica construye conocimientos con las poblaciones que no tienen acceso a títulos y grados universitarios. Es una forma de construir conocimientos en cuanto a salud, agricultura por ejemplo, capacidades, en fin, habilidades para que las personas con las que se participan en estos puedan tener acceso a mejores condiciones de vida, su calidad de vida”.

Información de la UCR.

PIAM-UCR RENUEVA OFERTA PARA EL 2022

En el año 2022 el PIAM continuará ofreciendo cursos y opciones recreativas que mezclaran la presencialidad, la virtualidad y en otros casos la bimodalidad. Foto de archivo

Pese a la COVID-19, la UCR sigue llegando a las poblaciones adulta y adulta mayor de Costa Rica

Autoría: Eduardo Muñoz Sequeira (Vicerrectoría de Acción Social)

El 2021 fue un año de celebración para el Programa Institucional para la Persona Adulta y Adulta Mayor (PIAM), ya que llegó a los 35 años de labores, ofreciendo oportunidades académicas y recreativas en aras de la inclusión y participación de uno de los sectores poblaciones con menos oportunidades de aprendizaje y esparcimiento en el país.

Sin embargo, la conmemoración estuvo marcada por los grandes retos que implicó la pandemia sanitaria provocada por la enfermedad COVID-19; entre ellos, la adecuación de los cursos a la virtualidad, la escasa preparación de las personas participantes a las tecnologías y la brecha digital que evidenció la pandemia.

Previo a la nueva realidad que vive el mundo, el PIAM tenía una matrícula que rondaba las 5000 personas por ciclo, pero la COVID-19 incidió en una rebaja importante de la población estudiantil del año 2021. Anteriormente, la población estudiantil del PIAM representaba el 8% de la matrícula total de la UCR.

Pese a los desafíos, este programa institucional los asumió pensando en que los derechos a la integración, la inclusión en las oportunidades educativas y la autorrealización de las personas adultas y adultas mayores, son prioridades sociales.

La COVID-19 “no significó un cese, ya que el aprendizaje no cesa, al contrario, significó un replanteamiento de cómo continuar aprendiendo en circunstancias diferentes. Por lo tanto, la respuesta fue trasladar la oferta educativa a la virtualidad. Fue un reto para la comunidad estudiantil, personas facilitadoras, equipo de voluntariado y personal administrativo, ya que fue necesario aprender sobre procesos educativos virtuales y, sobre todo, una reflexión de cómo estos procesos se podían aplicar en la gerontología, es decir, en la educación dirigida a mayores”, comentó la magister Sofía Segura Cano, coordinadora general del PIAM.

LOGROS DEL 2021

“El trabajo del PIAM representa décadas de arduo trabajo en el desarrollo de diversos proyectos relacionados con el derecho de las personas mayores a la educación a lo largo de la vida. El proyecto más conocido y sobresaliente es el que ofrece cursos específicos y regulares cada ciclo lectivo”, agregó la magister Karen Masís Fernández, asesora de investigación y divulgación del programa.

Masís indicó que durante el primer ciclo 2021 la matrícula sumó 1.050 personas, en 95 grupos específicos para mayores de 50 años de edad y 34 grupos regulares. En el segundo periodo lectivo se registraron 965 estudiantes en 89 grupos específicos y 46 grupos regulares.

Esta oferta educativa se brindó en modalidad virtual, con el apoyo de casi 100 personas facilitadoras, y 39 asistentes voluntarios, que facilitaron opciones formativas con participantes de todo el país, incluso algunas que habitan en Estados Unidos y Canadá.

“Queremos reconocer la constancia, la dedicación y el esfuerzo de todas esas personas, estudiantes, facilitadoras y asistentes, porque gracias a ellas tenemos una comunidad PIAM consolidada y aportamos un granito de arena a la construcción de una sociedad con más oportunidades educativas y de participación para esta población”, prosiguió Masís.

LO QUE VIENE PARA EL 2022

El año 2022 será otro donde el programa experimentará cambios, ya que se mantendrán algunos procesos y cursos virtuales.

En enero se publicarán las fechas del proceso de matrícula y en febrero la Guía de cursos y horarios con el detalle de los que serán presenciales, virtuales y bimodales. Sabemos que será un gran reto, pero confiamos en la madurez del programa y que la institución que nos respalda para seguir adelante, por muchos años más”, dijo Masís. Las fechas establecidas para el año 2022 se mantienen, con cursos que se extenderán desde el 28 de marzo al 27 de julio.

Aunque aún no existe certeza del comportamiento de la pandemia sanitaria y cómo incidirá en las directrices gubernamentales y universitarias, de momento se trabaja con las establecidas este año de reducir al mínimo la presencialidad; pero “lo que sí podríamos decir es que mantendremos la oferta de diversos cursos en los módulos de arte y cultura, idiomas, conocimientos generales, movimiento humano, estilos de vida saludables, tecnologías de la información, manualidades, y grupos culturales”, dijo la funcionaria.

Por su parte, la coordinadora general del PIAM afirmó que “la continuidad de este programa significa reflexión, compromiso y trabajo, pero también significa celebración, remembranzas y esperanza. Por todo esto, este año que celebramos con júbilo el 35 aniversario, reiteramos nuestro compromiso”, concluyó Segura.

El PIAM es un programa fundado en 1986 y adscrito a la Vicerrectoría de Acción Social (VAS) de la Universidad de Costa Rica (UCR). Las personas interesadas en conocer las opciones formativas y recreativas del PIAM pueden visitar el sitio web del programa y ahondar sobre cómo vincularse a alguna de ellas en el año 2022.

Doctora de la UCR es premiada por su excelencia en la especialidad de Medicina Interna

Una apasionada de la medicina y una guerrera contra la pandemia. Así es la Dra. Caro, quien convirtió los mayores desafíos del COVID-19 en grandes aprendizajes

Su nombre es Nicole Caro Porras y, con tan solo 29 años de edad, esta joven oriunda de Coronado y de ascendencia chilena se posiciona como el mejor promedio (2021) de la especialidad de Medicina Interna del Posgrado en Especialidades Médicas de la Universidad de Costa Rica (UCR).

Ella recibió el reconocido premio “Rodrigo Cordero”, galardón que lleva el nombre de uno los personajes más importantes de la medicina costarricense y que, desde el año 1999, solo se le da a la mejor nota de graduación. El ejemplar desempeño académico de la Dra. Caro así lo respalda, al lograr una calificación sobresaliente de 90.6 en los ocho semestres de la especialidad.

¿Los rasgos que más la caracterizan? Desde palabras del Dr. Stanley Grant Villegas Grant, respetado médico internista y docente del posgrado, son la “excelente calidad humana, su gran calidad académica y su alta capacidad para trabajar en equipo”.

Lo anterior se vuelve aún más memorable si se toma en cuenta que la Dra. Caro integró el equipo médico dedicado a enfrentar la pandemia desde la primera fila de atención, en un momento en el cual el COVID-19 apenas iniciaba rodeado de gran incertidumbre y temor.

“Cuando vino la pandemia fue una situación muy abrumadora porque nadie esperaba que llegara tan rápido y tan intenso como lo fue. Eso luego se convirtió en una buena experiencia porque nos sirvió para crecer enormemente y, si no hubiese sido por el COVID-19, jamás hubiéramos aprendido tanto. En medio de todo hubo momentos de gran felicidad, como cuando un paciente –después de estar hasta tres meses en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI)- salía superbién, incluso, en situaciones que desde la medicina nadie daba nada por esa persona”, comentó la Dra. Caro.

En ese mismo sentido, el Dr. Grant coincide. “Alcanzar el reconocimiento en una pandemia es algo sobresaliente. Si ya la especialidad de Medicina Interna es demandante y se espera que el estudiante maneje todas las áreas posibles; el incluir una nueva enfermedad desconocida por aprender, como el COVID-19, hace que la distinción sea aún más destacable”, afirmó el médico especialista.

En todo el proceso, las y los docentes también fueron cómplices del logro. La situación de pandemia se acompañó de un gran cansancio, episodios de enfermedad, burnout y la urgencia de actualizarse en un campo totalmente nuevo.

“No le podemos restar mérito a los compañeros docentes y a los otros estudiantes. A pesar de las evaluaciones y de tener que cumplir con un cronograma y temas fuera de la emergencia mundial, siempre estuvieron comprometidos con el trabajo y con mantener los estándares académicos. En el caso de la Dra. Nicole, a lo largo del posgrado ella tuvo una evolución notable como médica. Inició con gran timidez y al final se notaba una gran confianza y seguridad en sí misma”, ahondó el Dr. Grant.

Ante una profesional tan destacada y de gran coraje contra la pandemia no se le podía dejar ir sin una entrevista. La Dra. Nicole Caro Porras brindó unos minutos para relatar los aprendizajes que experimenta una apasionada de la Medicina Interna, los retos que tuvo que superar durante el COVID-19; así como sus sueños, aspiraciones y motores que la mueven, día con día, a dar lo mejor a sus pacientes.

Pasión médica

-Dra. Caro, toda persona aspirante que desea iniciar una especialidad en la UCR debe ser médico general graduado.

Por eso, antes de conocer su experiencia en la Medicina Interna y la forma en cómo sobrellevaste la pandemia desde la primera línea de atención (con un desempeño destacado reflejado en tu premio), me gustaría ir un poco atrás y saber en qué momento de tu vida y por qué decidiste estudiar Medicina.

Nicole Thusnelda Caro Porras (NTCP): “Prácticamente, creo que toda la vida estuve segura de que quería ser médica. Mi papá es médico especialista en Patología y mi mamá es citotecnóloga. Entonces, mi familia está muy dentro del sector salud.

En la mesa siempre escuché cómo mis papás hablaban del hospital, así que no hubo otra opción para mí, siempre fue la Medicina. Que yo me imaginara en una oficina, pues no. En definitiva era el sector salud y, principalmente, médico. No había plan B, era eso o nada”.

-Con esa postura tan clara de que era Medicina o nada, ¿qué motivación te movía ir hacia esa meta?

NTCP: “El conocimiento y el tener la habilidad de poder ayudar a un paciente. El médico debe tener conocimiento, estudiar bastante y saber qué está haciendo. Después, mucha humildad, empatía, sentido de la responsabilidad, solidaridad y amabilidad”.

-¿Son esas características que mencionás lo que para vos definirían al buen médico?

NTCP: “Sí. El buen médico debe tener conocimiento y tratar al paciente de la mejor manera, que se sienta a gusto, tranquilo y seguro de que se le está manejando de la forma que es. El objetivo siempre es que el paciente se sienta feliz y a la vez confiado de que tiene un médico a la par que sabe lo que hace por su bien”.

“Para un aspirante a la especialidad de Medicina Interna hay varios retos. El más significativo es conciliar esa necesidad de actualización constante con el manejo cercano de los pacientes”, afirmó el Dr. Grant. La Dra. Caro superó ese reto con gran desempeño.

-Al terminar la carrera de medicina general, ¿cuándo decidís inclinarte por la Medicina Interna? ¿Cómo seleccionaste esa de las más de 50 especialidades que ofrece el Posgrado en Especialidades Médicas (PPEM) de la UCR?

NTCP: “La verdad, eso se me complicó demasiado. A mí todo me gusta. Yo hice el internado y por cada bloque que pasaba decía: ‘voy a ser cirujana’, ‘voy a ser internista’, ‘voy a ser neuróloga’; todo me gustaba. Ya graduada de Medicina General y con un amigo decidimos empezar a estudiar para hacer la primera etapa, el proceso necesario a fin de entrar y ser especialista.

Sin tener ninguna especialidad en mente, al final me di cuenta que lo que me gustaba no era nada en específico, sino saber. Como decía, me gusta el conocimiento y, además, tener la habilidad de poder ayudar a un paciente sin discriminar ninguna rama de la medicina. Esto es, justamente, lo que hace la Medicina Interna.

En la Medicina Interna utilizamos los conocimientos de todas las ramas para lograr integrar al paciente y dar una respuesta oportuna. Esto realmente me gusta mucho”.

-De los años y de la experiencia ya adquirida que vos llevás en la especialidad, ¿qué es lo que más te ha generado satisfacción?

NTCP: “Los últimos años. Aquí uno se da cuenta de toda la capacidad que tiene y de lo que se puede hacer, especialmente, en los hospitales periféricos. Ahí es donde el internista es el médico y el encargado de valorar al paciente de pies a cabeza y le da un manejo sumamente completo.

No estoy diciendo que un hospital central no lo hace, sino que los hospitales centrales hay muchas especialidades por cada padecimiento. En el caso de los riñones es el nefrólogo, por ejemplo. Si hay un problema de corazón, entonces con el cardiólogo, y así sucesivamente.

Pero en un hospital periférico uno lleva un poco más la batuta y es el que maneja al paciente independientemente de la patología que tenga. Entonces, lo que más me ha gustado y me ha dado satisfacción es eso: que uno de verdad le puede resolver al paciente. Uno puede curar a un enfermo desde que llega, diagnosticar lo que tiene y llevarlo de la mano hasta que se le pueda dar la salida.

Durante los internamientos es gratificante el poder valorarlos, verlos y llegar a los diagnósticos para saber qué es lo que tiene, hacer procedimientos invasivos y todo con el fin de ayudarlos.

La Medicina Interna es la base y la mamá de las medicinas, sin esta rama no existirían las demás. Por lo tanto, es muy importante tener ese médico que sirva como un eje, un centro que (cuando usted se desvía) pueda volver a empezar de cero. Claramente, uno siempre necesita la ayuda de sus compañeros y compañeras, pero la Medicina Interna es la base”.

-Ahora que mencionás a los hospitales periféricos, ¿en cuáles rotaste y cómo fue tu experiencia?

NTCP: “Mi hospital base es el Calderón Guardia. Los primeros dos años de formación es un tronco común en ese hospital. Luego, el tercer año salí y fui a Quepos, al Hospital Max Terán Valls. Ahí estuve un mes. También estuve en el Hospital México, al San Juan de Dios, el de Heredia y Cartago.

La experiencia fue muy bonita, pero las rotaciones son siempre un poco complicadas. Los exámenes usualmente no calzan con las rotaciones que uno está haciendo. En el primer examen entraba cardiología, pero la rotación era en gastroenterología, por ejemplo. Eso hacía que uno tuviera que estudiar más: gastroenterología para atender a los pacientes y, además, cardiología para hacer los exámenes. Son temas aparte y cuesta acomodarse en ese sentido pero se va logrando”.

-En esta última parte mencionás el reto de acomodarse para estudiar. ¿Cómo lograste ajustar el ritmo?

NTCP: “¿Cómo? No sé. Es cuestión de sacar el tiempo, acomodarse para estudiar la rotación y lo de sus pacientes, así como material complementario.

Hay guardias de guardias. Hay algunas muy bonitas en las que a uno le dio el tiempo de descansar y en la casa uno puede seguir estudiando. Otros días son sumamente desgastantes y lo que hace uno después es solo dormir. En definitiva cuesta mucho mantenerse despierto, empezar a leer y no dormirse.

Yo no tengo problemas para dormir, entonces nunca trasnoché. Sí intentaba llegar después de la guardia, no dormirme y estudiar lo más que podía hasta dormir. Ya la mañana siguiente seguía adelante.

Igual, al inicio de la residencia nosotros hacemos guardias cada cinco días, entonces por lo menos teníamos más chance de acomodarnos. El día posguardia es un poco más difícil y el siguiente después de la posguardia es todavía más difícil. Pero ya luego uno se va acomodando a ese ritmo que se vive.

Durante la guardia a veces yo aprovechaba para leer algún artículo y ahí uno iba adelantando. Incluso, cuando teníamos que hacer charlas, que hay que leer un montón y prepararse bastante bien para hacer una buena exposición. En la misma guardia a veces sacaba la computadora, adelantaba las presentaciones, en fin…es aprovechar todo el tiempo posible y poquito a poco se logra”.

La pandemia fue un escenario caracterizado por el estudio constante, de permanente revisión de evidencia científica nueva y de fuerte vigilancia a las y los pacientes con COVID-19. En la imagen se ve parte del equipo médico que integraba la Dra. Caro.

La pandemia

-Ahora llegamos a la pandemia. El COVID-19 aparece ya cuando te faltaba poco para terminar la residencia. ¿Cómo lograste sobrellevar el nuevo desafío y la nueva carga que esto representaba?

NTCP: “Fue muy abrumador porque uno no esperaba que llegara tan rápido y tan intenso como lo fue. Yo en un inicio lo vi muy lejano y hasta tenía un viaje. En abril pensaba ir de vacaciones. Ya en marzo empiezan todas las restricciones y Costa Rica cerró fronteras. Eso fue como detener todo y seguir trabajando porque ya el COVID-19 estaba en el país.

Eso nos detuvo la residencia y fue un susto. La primera pregunta fue: ¿qué hacemos? Luego, vinieron las demás: ¿vamos a seguir rotando?, ¿nos vamos a mover?, ¿cómo nos van a seguir calificando?, ¿a dónde vamos a rotar? Por fortuna tuvimos muy buenos organizadores y nos explicaron que íbamos a estar detenidos seis meses y que íbamos a rotar en las áreas de COVID-19 porque ese fue el motivo de detener el posgrado.

Ya no teníamos sesiones académicas ni exámenes, lo que nos ayudó a concentrarnos en la parte de la pandemia y no tanto en esa parte académica. Yo estuve rotando en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de COVID-19 en el Calderón Guardia”.

-¿Y cómo fue tu experiencia dentro de la UCI? Un día estás aprendiendo sobre Medicina Interna y al otro estás en una zona muy distinta que se caracteriza por la atención de pacientes críticos.

NTCP: “Hasta cierto punto fue una experiencia maravillosa porque logré un aprendizaje enorme. Todos los residentes, desde los de primer año hasta los de cuarto año, aprendimos muchísimo en la pandemia. Obviamente es una enfermedad grave, pero a nosotros nos sirvió para crecer enormemente. Estuvimos bastante tiempo en las UCIs y aprendimos muchísimo sobre ventilación mecánica, el paciente crítico, entre otros aspectos.

Además, tuvimos la oportunidad de rotar en la Torre Este del Calderón Guardia, una torre quirúrgica que, si no hubiese sido por el COVID-19, jamás hubiéramos pasado por ahí porque nosotros somos más del otro lado del Calderón.

La pandemia nos permitió ampliarnos, ir hacia las otras torres, conocer a más intensivistas, aprender mucho, saber poner vías centrales, manejar ventiladores y ayudar al paciente crítico para que salga adelante.

Todos esos meses son experiencia que nadie jamás nos iba a dar y que ahora tenemos para ayudar a nuestros futuros pacientes. Crecimos como médicos, mejoramos el cómo hablar con las familias (porque muchas veces eran historias negativas) y también aprendimos las bases del abordaje del paciente crítico”.

-¿Hay alguna experiencia con un paciente en particular que te marcara en el ámbito profesional y que, incluso, de alguna manera te cambiara la visión de las cosas?

NTCP: “Varios. En la pandemia se veían personas que llegaban mal y con dificultad respiratoria. Eventualmente, estos eran los que solían escalar a recibir una cánula de alto flujo (dispositivo para administrar aire y oxígeno).

Posteriormente, estaba la parte en la cual había que intubarlo porque ya no había otro camino al cual recurrir, era una parte muy difícil. Uno les decía si querían hablar con sus familias y con varios pacientes uno dice: ‘¡qué triste ese momento!’

Después, se pasaba a la parte de la intubación que se vuelve más impersonal porque el paciente no te puede hablar. Aquí entraba la relación con la familia. Uno sigue trabajando con el paciente intensamente viéndolo cada hora y hablar a diario con la familia hasta que uno dice que: ‘hasta aquí, el paciente va a fallecer’.

En varios momentos no me salía la voz para decirle a las familias. Otros, en cambio, eran de gran felicidad porque gracias al cielo salieron superbién después de estar hasta tres meses en UCI cuando, inclusive, desde la medicina nadie daba nada por ese paciente”.

-Y en esos momentos que usted misma describe como tristes, ¿cuál fue su principal salvavidas emocional?

NTCP: “Mis compañeros. El poder hablar entre nosotros fue lo que más me ayudó, así como el discutir los casos y desahogarse con ellos porque todos estamos en lo mismo y con eso salimos adelante.

También, el apoyo de la familia y de mi novio. Él no es médico pero yo le contaba todas mis historias y me ha ayudado mucho a desahogarme.

Luego, están mis familiares. Sin embargo, que yo les contara y que verdaderamente entendieran qué estaba pasando, eran solo los compañeros del hospital. Entre todos nos ayudábamos y, cuando llegaba la hora de entregar al paciente para la siguiente guardia, uno les decía: ‘por favor, cuídeme bien a esta persona’.

En la imagen se encuentra la Dra. Caro en su último día de residencia en el Hospital Calderón Guardia. Foto: Karla Richmond, UCR

Aspiraciones

-Con cuatro años y seis meses, el 14 de enero del 2022 sos, oficialmente, egresada del posgrado de Medicina Interna. Al ver hacia atrás, ¿cuál ha sido la mejor experiencia que has tenido del posgrado?

NTCP: “Esa pregunta está bien difícil. No podría decir ninguna en específico porque he tenido muchas rotaciones muy satisfactorias. Tal vez, lo más significativo fue ayudar a los compañeros que van entrando. La verdad, eso me marcó más y me generó mucha alegría.

El ver que ellos se desenvuelven bien, que hacen bien los procedimientos, que presentan bien a los pacientes en la visita de los médicos y que saben cómo evolucionar bien a los pacientes, es muy gratificante. Especialmente, porque vos sabés que uno los guió un poquito al inicio.

Me encantó verlos explotar su conocimiento y salir solos sin ayuda de uno. Y bueno, como le decía, estar en hospitales periféricos y tomar la batuta. Uno siempre está supervisado por los asistentes médicos, pero ya ellos te van empoderando y soltando. Esas experiencias se ganan más al casi concluir la residencia.

En cuanto al posgrado, este fue muy apadrinador y estuvieron muy preocupados para que las y los residentes, desde el día uno hasta el final, nos sintiéramos acompañados. Asimismo, trabajan mucho para que el posgrado crezca con excelentes especialistas y que cada uno de nosotros vaya por un buen camino y a gusto”.

-¿Hay algún docente en particular que te haya servido de inspiración?

NTCP: “Todos, no puedo eligir a ninguno. Los del Calderón con quienes roté un montón de meses: el Dr. Grant, el Dr. Vargas, el Dr. Araya, el Dr. Villalobos, el Dr. Quintanilla, el Dr. Romero, el Dr. Murillo. Todos ellos siempre han estado ayudándonos en cada momento que teníamos una duda, incomodidad o sugerencia. Ellos siempre han estado ahí para nosotros, para impulsarnos y salir adelante.

Tal vez, el que podríamos decir como nuestro papá internista fue el Dr. Romero. Él siempre nos decía ‘usted sabe. Usted sabe, que sabe’. El Dr. Romero nos ayudó a desenvolvernos en los exámenes y en el día a día.

En cuanto a habilidades prácticas, era más con los residentes mayores para aprender a poner vías, etc. Si ya el residente mayor no podía, venía el profesor. Quizá el más ‘salvatandas’ era el Dr. Villalobos y el Dr. Grant para poner PICCs, que son unos catéteres de inserción periférica. Estos, prácticamente, casi que solo el Dr. Grant los pone en el hospital. Además, llevaba a todos lados el ultrasonido. Eso nos quedó grabado en la mente, cada doctor tiene sus destrezas.

Otro que es increíble es el Dr. Vargas. Él es un genio y nos ayudó a aprender a englobar al paciente y poder dividirlos por problemas para llegar al diagnóstico. Finalmente, está el Dr. Araya que con su humanidad nos ha colaborado con habilidades, destrezas y, lo más importante, plantearnos las preguntas correctas”.

-Cuando tengás el título en mano, ¿cuál es el siguiente paso que tomarás?

NTCP: “Hacer el servicio social. Esto es al azar, por lo que hay que esperar la rifa que será en marzo. Ya nos dieron las plazas. Dos son centrales y las demás periféricas. Yo espero terminar bastante lejos y desarrollarme más y aprender un montón porque ahora sí me toca a mí tomar las decisiones y velar a los pacientes.

Espero un lugar que me permita desarrollarme, que no me ate las manos y que esté anuente al cambio, pues el internista llega hasta donde se lo permiten. Espero que me permitan llegar bastante alto”.

-¿Y has valorado alguna otra subespecialidad?

NTCP: “Sí, no estoy cerrada a nada. Valoro llevar una segunda especialidad, pero de momento voy a llevar el servicio social y ver si hay algo que me atraiga. Si no, seguiré como internista. Otra cosa que analizo es la posibilidad de ir al extranjero y estudiar alguna maestría”.

 

Jenniffer Jiménez Córdoba
Periodista, Oficina de Divulgación e Información, UCR