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Etiqueta: arte

La [in]cultura de ir a Disney y ver películas en TV

Mario Solera

El candidato presidencial del partido Progreso Social Democrático, señor Rodrigo Chaves, dijo que “el sector cultura en Costa Rica ha estado abandonado por muchos años”. Esto es cierto, seguidamente menciona “[…] el presupuesto del Ministerio de Cultura se lo comen todas esas organizaciones, la Junta de Administración del Melico Salazar, la Junta de Administración del Teatro Nacional, la junta de administración del museo tal. Pura burocracia […]”. Por otra parte, la señora Pilar Cisneros, candidata a la Vicepresidencia y diputada electa por el mismo partido, ante los problemas fiscales a causa de la pandemia de Covid-19, dijo hace dos años en entrevista a Multimedios canal 8, “[que el país] puede vivir uno o dos años sin cultura”. “Sí, cultura se va a quedar… pero, como dijo don Pepe Figueres “para qué tractores sin violines” y lo comprendo perfectamente, pero vea don Douglas, si usted está hasta aquí (señala su cuello) con su familia, no se va Disney y si no puede ir al cine pues vea las películas que le ofrece la televisión abierta…”

¿Qué entenderán por cultura estas dos personalidades de la política costarricense?

Cultura es una palabra con presencia usual en los medios de difusión y en instituciones de enseñanza general básica o superior. Es de uso común en las personas, como hablar de comida, del clima, de la calidad de vida, etc. Es una palabra que, para las masas, al parecer define algo intangible, o un grupo, generalmente extraño al nuestro, o un pueblo o sociedad distinta a la nuestra. Definir cultura es problemático.

La Antropología vio nacer el término. Para Grimson, la “Cultura” nació con el propósito de oponerse a la “Alta Cultura” y el racismo imperante al buscar diferencias entre distintos grupos humanos con los que se encontró Europa. La primera definición de cultura se opuso a la idea de existencia de personas “cultas” y personas “incultas”. Por ejemplo, en la Europa del siglo XVIII, así como también en la Costa Rica de finales del siglo XIX y prácticamente hasta el presente, se concibe una persona “culta” en tanto sea estudiada y sensible a las artes, la ópera o el teatro, y dueño de ciertas costumbres de etiqueta y vestimenta que lo identifica también como persona perteneciente a grupos pudientes.

Tylor, ante lo expuesto, en 1871 asocia el concepto de cultura a todo aquel conocimiento, tradición, costumbre y hábito inherente a la persona dentro de una sociedad. Dice Tylor: “La cultura… en su sentido etnográfico, es ese todo complejo que comprende conocimientos, creencias, arte, moral, derecho, costumbres y cualesquiera otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre en tanto que miembro de la sociedad.”

Definiciones más cercanas a nuestra época proponen la cultura como “sistemas simbólicos compartidos que son acumulativas creaciones de la mente.”, según dice el reconocido antropólogo, filósofo y etnólogo francés, Claude Lévi-Strauss; o según el lingüista y antropólogo estadounidense, Roger Keesing “las culturas son sistemas que sirven para relacionar a las comunidades humanas con sus entornos ecológicos”.

De esta manera, y de acuerdo con lo dicho por Cisneros, ¿podríamos vivir dos años sin relacionarnos con nuestros entornos ecológicos?, ¿podríamos por dos años dejar de crear sistemas simbólicos acumulativos?, ¿podríamos dejar de tener conocimientos, creencias, arte, moral, derecho, costumbres o cualquiera otra capacidad o hábito adquirido en nuestra sociedad, por dos años? A todas luces, el término cultura, en cualquiera de sus definiciones citadas y otras existentes, es mucho más que ir a Disney o mucho más que ver películas.

Por otra parte, el Ministerio de Cultura y Juventud, junto con sus direcciones e instituciones adscritas, en Costa Rica, es el ente rector oficial de una pequeña parte, denominada “arte”, de esto que hemos tratado de definir como “cultura”; y dado el histórico presupuesto exiguo que tiene, menos del 1% del presupuesto nacional, muchas de sus actividades se deben realizar ad honorem.

Soy músico, profesor pensionado de la Universidad de Costa Rica. Fui funcionario del Ministerio de Cultura y Juventud, así como también miembro, ad honorem, del jurado de Premios Nacionales y del jurado de las Becas Taller otorgadas por este órgano oficial. Conozco muy bien el funcionamiento de este ministerio y sus enormes limitaciones presupuestarias. Por otra parte, he ejercido mi profesión de músico intérprete, tanto en el Valle Central como en las regiones periféricas, y conozco muy bien las necesidades y penurias del mundo artístico.

Ante lo expuesto, me rehúso a pensar que el señor Rodrigo Chaves, con su docta formación económica, reduzca los problemas operativos del Ministerio de Cultura y Juventud, a la burocracia y al supuesto consumo presupuestario de las juntas administrativas. Por otra parte, me rehúso a creer que la señora Pilar Chaves, con docta formación en comunicación, conciba cultura como ir a Disney o ver películas.

El sector cultura, en nuestro país y para la oficialidad, se reduce exclusivamente a las manifestaciones artísticas, las cuales erróneamente, se han visto como accesorias, salvo a comiensos del siglo XX cuando, en la construcción de la nación, los del grupo denominado el “Olimpo”, vieron a las artes y especialmente a la música europea, como una necesidad para educar y presentar a Costa Rica ante el coro de naciones, en tanto república culta y desprovista de bárbaros, entiéndase pueblos originarios o personas “incultas”. En efecto, tiene razón el señor Chaves, este sector ha estado abandonado por muchos años. Esto es grave.

Sin embargo, es más grave aun, el que una diputada electa y un candidato presidencial, a dos décadas de haber iniciado el siglo XXI, mantengan un concepto arcaico y europeizante, es decir, propio de la colonialidad, tratando de demostrar mediante el reductio ad absurdum, que cultura es el Ministerio de Cultura o ir a Disney. Si por la víspera se saca el día, dejaremos de hacer cultura, es decir, dejaremos de tener conocimiento, arte, creencias, derecho, ética, costumbres, hábitos, etc., por cuatro años, en caso de ganar las elecciones este grupo político. Tiene entonces la palabra el partido Progreso Social Democrático, claro, después de estudiar al menos, un poco de antropología.

La cultura en los planes de gobierno: un análisis desde el sector

Este martes 1 de febrero del 2021 a las 6:30 p.m., se llevó a cabo el conversatorio “La cultura en los planes de gobierno: un análisis desde el sector”. Se contó con la participación de:

  • Hazel Torres (Danza)
  • Esteban Monge (Música)
  • Emilia Fallas (Editorial)
  • Pablo Morales (Audiovisual)
  • Christopher Mora (Teatro)

En este espacio, se analizaron las propuestas de los partidos políticos que participan en la contienda electoral, para ello, se tomó como base el documento generado por un equipo de docentes y estudiantes de la Universidad de Costa Rica, en el marco del Proyecto “Voto informado”, del Trabajo Comunal Universitario: “Dialogando el presente”, el cual se puede descargar desde el siguiente enlace: https://linktr.ee/VotoInformadoUCR

La actividad fue transmitida vía Facebook Live en:  www.facebook.com/utmcostarica

AICA COSTA RICA ABRE RECEPCIÓN DE CANDIDATOS A MEMBRESÍA NACIONAL E INTERNACIONAL 2022

Representamos la sección costarricense de la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA) que reúne a más de 5.000 críticos de arte de 95 países organizados en 63 secciones nacionales y una sección abierta.

Como parte de la organización internacional, los miembros de AICA Costa Rica se benefician, entre otras cosas, del alcance global de la organización afiliada a la UNESCO, acceso a los recursos de su acervo, congresos anuales y seminarios especializados. AICA Costa Rica apoya la comunicación y la cooperación internacional, elevando los valores de la crítica de arte como disciplina, y actuando en defensa de la libertad de expresión artística, así como la integridad física y moral de sus miembros y la comunidad nacional que representa.

PASOS PARA SER MIEMBRO DE AICA COSTA RICA Y AICA INTERNACIONAL

  1. Complete el formulario de solicitud adjunto.
  2. Todos los costarricenses por nacimiento y/o residentes de otras nacionalidades pueden aplicar a membresía en el capítulo nacional. Estos últimos deben haber residido en el país al menos un año previo a su aplicación.
  3. AICA Costa Rica revisará su solicitud y solicitará información adicional si es necesario.
  4. Si se aprueba, su solicitud se enviará a la oficina internacional para su aprobación durante la reunión bianual en abril o noviembre de cada año.
  5. Si AICA International lo aprueba, recibirá una carta de bienvenida y una tarjeta de membresía.
  6. Su cuota anual de membresía a AICA Costa Rica será de $120 (Incluye el costo de la membresía internacional de USD $ 45)

Su calificación para la membresía se determinará a través del proceso de solicitud anterior. Todos los solicitantes deben presentar evidencia de actividad sostenida durante los últimos tres años en una o más de las siguientes áreas:

  • Prensa diaria/periódica, o difusión por radio, TV, video o medios digitales
  • Publicación de obras de historia, estética o crítica del arte
  • Enseñanza de crítica de arte, historia del arte, estética o comisariado a nivel universitario, acompañada de actividad profesional adicional.
  • Trabajo curatorial y análisis con fines educativos o académicos, incluida la producción de textos académicos o críticos para museos o galerías, cuyo objetivo principal no sea esencialmente comercial

Una vez completada, su solicitud será revisada tanto por el comité de membresía y elecciones de AICA-Costa Rica como por AICA International. Envié sus atestados junto con el formulario adjunto a aicacostarica@gmail.com

CONTACTO

AICA Costa Rica está en la web y redes sociales: FACEBOOK: https://www.facebook.com/circuloaicacr

BLOG: https://aicacr.blogspot.com

SICULTURA: https://si.cultura.cr/agrupaciones-y-organizaciones/asociacion-internacional-de- criticos-de-arte-aica-costa-rica.html

CORREO: aicacostarica@gmail.com

APARTADO POSTAL: 103-1002 San José

 

Fuente de la imagen: AICA

Compartido con SURCOS por Adriano Corrales Arias.

¿NOS ENCONTRAMOS?

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Una película fronteriza con el cambio de año nos solicita “no mirar para arriba”. Quizá de todo lo propuesto por su argumento, que intuyo muy parecido a las sátiras documentales de Michael Moore sobre la sociedad estadounidense y su propensión genética a la opulencia, la violencia y el vértigo, lo que deseo rescatar es su reflexión sobre la pérdida de sentido en una sociedad hipercomunicada.

La forma absolutamente irracional en la que circulan los mensajes hoy día nos deja a los seres humanos en el último lugar de la escala de necesidades. Por eso no sabemos bien cómo reaccionar ante la adversidad y cuando buscamos salirnos de la vorágine resultamos revolucionarios, desadaptados del sistema.

El concepto de salud mental y su abordaje debe ahora mismo incluir esa dimensión hasta ahora naturalizada de la desadaptación a un mundo que gira veloz, que se llena de dispositivos para la comunicación, pero que no se habla a sí mismo. La pérdida de sentido: el ley motiv de la crisis civilizatoria que nos asiste, pandemias incluidas, a esta hora justa.

Debo reconocer que cada vez me cuesta más digerir algunas de las prácticas que parecieran disruptivas, tal vez por la programación racional a la comprobación y el análisis (que la sociología instaló en mi como un chip sensorial) y que he intentado ir diluyendo con mi acercamiento al arte, especialmente a la literatura, a la poesía concretamente. A veces lo logro, a veces no.

Pero de todo lo que ocurrió en este año que ya termina (al cual sigo nombrando como el año 1 después del año cero de la pandemia) hubo algunos hecho hilarantes que me confirman el sinsentido que nos ha generado esta época, este tiempo.

Recordemos uno en particular. Sucedió en Turquía. Al calor de unas copas compartidas con amigos en un barrio rural, Beyhan Mutlu se apartó del grupo y se adentró en un buque cercano.

Al notar su ausencia, sus amigos dieron parte a las autoridades que de inmediato activaron el protocolo (palabra que recordaremos por siempre luego de estos años pandémicos) de búsqueda.

Luego de algunas horas de búsqueda infructuosa, las autoridades, sus amigos y familiares decidieron llamar al desaparecido por su nombre, que de inmediato respondió: “¿A quién estamos buscando? ¡Estoy aquí!” Mutlu había participado de su búsqueda y, como hemos visto, se había encontrado.

Al margen del hecho, chistoso, raro, paradójico, se podría concluir la suerte que tuvo el hombre al lograr “encontrarse”.

Mirar para adentro en muchas ocasiones implica años de búsqueda sin respuesta inmediata. En un momento de cambio epocal como el que transitamos, debemos seguir ejerciendo el derecho irreductible de propiciarnos, buscar nuestra voz y nuestra esencia. Puede ser que, como Beyhan, logremos encontrarnos.

¿Lo intentamos?

Encuentro Virtual de Arte y Cultura Binacional

Arte y Cultura Binacional invita a emprendedores de territorio fronterizo a participar del V Encuentro Virtual de Arte, Cultura y Gastronomía que se desarrollará del 20 al 28 de noviembre de 2021.

Para mayor información del encuentro lo invitamos a visitar la siguiente nota: https://surcosdigital.com/encuentro-virtual-de-arte-y-cultura-binacional/

A partir del 20 al 28 de noviembre se tendrá la inauguración en los canales de Facebook https://www.facebook.com/ARTE-Y-Cultura-Binacional-105180715004802 YouTube https://www.youtube.com/shorts/GaJqmF2PPrM y el sitio web www.arteyculturabinacional.com

Para más información puede contactar al correo electrónico: info@arteyculturabinacional.com o al teléfono: 70165572

Encuentro virtual de Arte y Cultura Binacional

Arte y Cultura Binacional invitan a emprendedores de territorio fronterizo a participar del V encuentro virtual de Arte, Cultura y Gastronomía que se desarrollará del 20 al 28 de noviembre de 2021.

El encuentro reúne propuestas de Panamá y Costa Rica celebrando el bicentenario.

Para participar debe enviar 5 fotografías, su logo y la descripción de la empresa o emprendimiento a los correos info@arteyculturabinacional.com o asoguitucorredores@gmail.com

 Para más información: 

www.arteyculturabinacional.com

+506 7016-5572 o +507 69267250.

Bono solidario para familias hondureñas

El Colectivo de Solidaridad con el Pueblo de Honduras y la Asociación Costarricense de Derechos Humanos les invitan a solidarizarse con familias hondureñas refugiadas en Costa Rica.

Para esto se solicita adquirir bonos solidarios donde podrá ser merecedora o merecedor de la siguiente obra de arte:

La fecha de realización será el domingo 28 de noviembre del 2021 con el sorteo de la Lotería Nacional.

Ficha de la obra:

Título: «Coyolxahuqui»

Autoría: Irené Barrantes/ Oscar Venegas.

Técnica: Díptico, acrílico sobre lienzo.

Inspirada en un episodio de la mitología mexica, representa a Coyolxahuqui, hija de la diosa Coatlicue, después de haber sido castigada por sus hermanos con el desmembramiento; su cabeza, lanzada por ellos a un volcán, se elevó para convertirse en la Luna.

Para los respectivos pagos de los números, hágalo al SINPE MÓVIL 8432 6503.

 

Compartido con SURCOS por Trino Barrantes.

Coloquio virtual – Arte y gestión cultural: para una vida independiente

VI Coloquio Costa Rica bicentenaria

Este jueves 28 de octubre, de 6:00 p.m. a 8:00 pm, se estará llevando a cabo el coloquio virtual: “Arte y gestión cultural: para una vida independiente”. Se contará con la participación de:

  • Marta Eugenia Ávila Aguilar, catedrática e investigadora en danza, directora de la Escuela de Danza (UNA)
  • Gustavo Solórzano Alfaro, escritor y catedrático, editor de la Editorial de la UNED
  • Susan Campos Fonseca, musicóloga, docente e investigadora, coordinadora del Archivo Histórico Musical 

Modera:

  • Norman José Solórzano Alfaro, investigador de IDESPO-UNA 

La transmisión se llevará a cabo vía Facebook Live en: Vicerrectoría de Extensión, UNA o por medio de la plataforma de ZOOM: 

https://una-cr.zoom.us/j/

ID:8611545 5098 

EN ALGÚN LUGAR DE ESTE PLANETA ESTÁS

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Los abanicos de piso mueven poco, muy poco, el aire denso y caliente de la tarde hondureña. Tras la imagen plana de la pantalla que todo lo convierte ahora en un zoom interminable, se aprecia un cuarto luminoso, lleno de vida. Es el cuarto de Doña Edith, que lo ha arreglado un poco para participar en el encuentro.

Marvin y yo acompañamos (eso creemos) con algunos ejercicios detonantes a un grupo de mujeres que tienen en común la lucha permanente contra el tiempo. El tiempo, hemos dicho, se compone de pequeños actos como la carrera apresurada del pájaro carpintero por el solar o la muchacha en moto que llega a su casa luego del trabajo o la estampida de polvo tras el alboroto de las gallinas que saltan frenéticas una mañana cualquiera. Eso es tiempo en tres actos y también es poesía.

Marvin es un incansable promotor cultural, Director de uno de los más importantes Festivales de Latinoamerica (El Festival Internacional de Poesía de Quetzaltenango) y un convencido que el arte es una herramienta movilizadora, un pretexto para tocar fibras, llegar a la profundo. Con él, hemos abierto caminos, como la sede en frontera entre México y Guatemala donde hemos leído poesía para personas migrantes en el albergue de Tecún Umán y hemos ofrendado también con la palabra sobre las aguas del interminable Río Suchiate, surco fronterizo entre ambos países.

Es la una y media de la tarde en toda Centroamérica y el calor de octubre se proyecta en la cuadrícula de la pantalla, la vuelve por eso más cálida.

Estas mujeres, al igual que las abuelas de la plaza de mayo, buscan. Solo que lo hacen desde esta región que somos, en esa región que somos. Incansablemente. Desde hace años. Lo hace Dorotea, que busca a su hijo que una vez salió hacia Estados Unidos para nunca más volver. Lo hace Josefina, que recuerda un paraje verde y lleno de paz donde estuvo por última vez con su esposo y sus hijos y la felicidad parecía infinita. No lo ha visto desde entonces.

Las cifras de las personas migrantes centroamericanas desaparecidas son todo menos certezas. Es que la industria migratoria se ha tragado a cientos de miles, los actores del crimen organizado han hecho su parte y los Estados de origen y tránsito, por omisos e incompetentes, se vuelven cómplices de tal barbarie.

Pero no es de estadísticas lo que hablamos esas tardes de calor profundo en las que ni una hoja se mueve. Es de otro tipo de calor: el del recuerdo y la memoria, que deben ser apalabrados. En este punto me doy cuenta que quien nos está enseñando a hacer poesía es doña Sol, que ha dicho algodón en vez de nube y Alejandra ha nombrado arcoíris a un pequeño ron ron de la alegría. Han poetizado el asombro y le han puesto nombres.

Poetizar, que es un acto cotidiano, estético y político en una región como la centroamericana, es justamente sentarse a escuchar las historias de estas mujeres, que apoyadas por la Fundación para la justicia y el estado democrático de derecho, hacen de su búsqueda el motor de su existencia. Las escuchamos con atención. Nos alumbra su luz y su dignidad. Marvin y yo nos damos por satisfechos.

Como último ejercicio del taller solicitamos activar en ellas la memoria para recordar. Una pide la palabra y nos dice: “escribí esto: “en algún lugar de este planeta estás”. Varios aplausos llenan de amarillo algunos recuadros, en cuenta el mío.

Las aspas del abanico siguen moviéndose mientras nos vamos despidiendo en un apagón de pantallas, pero no de energías movilizadas. La única forma de devolver humanidad a esta región es poetizarla en su vida cotidiana. Como lo hizo el poeta guatemalteco Roberto Obregón, desaparecido durante la guerra en aquel país, autor del texto que compartiera Marvin en el taller, como forma de apalabrar la región que somos.

El fuego perdido

esta señal de la aurora
 la traían en su corazón
 
Popl Vuh III, cap. VI


No podemos encender la hoguera
Mojado está el bosque
 podridos están los troncos
No podemos quebrar los colmillos del frío
Arrancar
Y recobrar nuestros huesos entumecidos
En la humedad en el agua
 nos ha tocado prender la hoguera
En la oscuridad en la noche
 nosotros somos la región más espesa
A oscuras sesionamos bajo la helada
Y conferenciamos sobre nuestro qué hacer
De cómo allí los muertos continúan
jugando un gran papel en la guerra
De qué manera se escogen entre todos
Quiénes llevarán a la espalda el mayor peso
en los ratos
de agudo peligro
Acérquense los del fuego
 Los enamorados de la vida
nos calentaremos con estos nuestros corazones
Hechos leña bajo este rudo temporal
Pero contentos.

HASTA QUE EL CUERPO AGUANTE

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Las mesas pasan a un segundo plano mientras el centro de la pista se convierte en escenario donde los cuerpos se trenzan movidos por un ritmo acompasado a seis tiempos. Una voluntad colectiva explica el montaje: saltos, sincronías, movimiento.

Se trata de un tipo de baile traído a estas geografías en los viajes que transportistas hacían por las carreteras nacionales. Esta vez hago observación de lejos, porque lo mío, en realidad no es el movimiento ordenado y cadencioso. No nací para el baile. Pero disfruto ver cómo en un momento veinte, tal vez treinta personas, se sincronizan y parecieran “coreógrafearse” motivadas por la música que suena a altos decibeles.

Al llegar a nuestro país este ritmo, Costa Rica era una sociedad distinta. Eran los años de las bandas del swing estadounidense en las que Glen Miller “tocaba a morir”, como habrá dicho un exhultante Miguel Ríos en su icónico “Mientras el cuerpo aguante”. Ese ritmo, esos ritmos vinieron a nuestros territorios de alguna manera entre las llantas y las radios de los grandes camiones cargueros que transitaban por las carreteras costarricenses.

Y se quedaron entre los sectores populares. Y Aquí fueron “criollizados”.

Considerado por años un ritmo vulgar y arrabalero, el denominado swing criollo fue resignificado en las plantaciones bananeras, en las fábricas, bailado en salones populares de la capital, particularmente por actores de las clases excluidas y empobrecidas del país. Tal vez por eso recibía gestos de desaprobación de unas élites mojigatas y conservadoras, las mismas que hoy se ruborizan por la forma mediante la cual el arte toma el espacio público.

Durante mucho tiempo fue un baile prohibido, como tantas cosas que le son negadas a los sectores populares que terminan respondiendo y asignando nuevos significados a las prácticas y los consumos culturales. Su forma subterránea de practicarse fue moldeando la importancia social de un ritmo absolutamente indispensable en la antropología de las culturas (en plural) que se reproducen en la vida cotidiana nacional.

Johan Rugama, funcionario municipal recolector de basura, protagonizó hace unos días una de las escenas más refrescantes en tiempos de pandemia. A bordo de un camión recolector y observado de cerca por sus compañeros de trabajo, bailó swing criollo y así fue captado por alguna persona que lo grabó y que de inmediato convirtió su video en tendencia en redes sociales.

En tiempos de estrés permanente, preocupaciones económicas y de salud, una actitud así replantea la capacidad del ser humano para reír en la adversidad, dignificarse a partir de su gusto por el baile y la vida.

Declarado patrimonio cultural inmaterial costarricense hace algunos años, este baile prohibido debiera ser materia obligada en cursos sobre ciudadanía, sociología y arte nacional. Nos permitiría por ejemplo, reconocer la labor de investigación de Ligia Torijano durante más de 25 años para posicionar el alto valor social y cultural de este ritmo, ver el documental “Prohibido bailar swing” producido en 2003 por la cineasta Gabriela Hernández para conocer más de cerca a las figuras que durante muchas décadas construyeron con su dedicación a impulsar la práctica y permanencia del swing criollo ahí mismo, en los espacios donde las corporalidades toman sus verdaderos significados.

En la década de los años setenta muchos salones de baile capitalinos colocaban carteles donde se leía “se prohíbe bailar Swing”. Este lema inspiró años después el espectáculo “Del Swing prohibido al permitido”, presentado en el aristocrático Teatro Nacional en San José.

El arte y la cultura populares nunca pueden ser silenciados y así lo evidenció Johan a través de su baile y su gusto por la vida. Mientras observo un solo cuerpo colectivo moverse dando saltos sincronizados e improvisando sobre la marcha, pienso en el alto valor político de cualquier expresión artística.

Pienso en el swing criollo. Pienso que debemos seguir abonando las posibilidades para que nuestros cuerpos aguanten y la música siga sonándonos por dentro, como acto de posibilidad para la vida.

 

Imagen: UNA-Encuentro Popular de Baile.