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Etiqueta: arte

Arte y ciencia social: herramientas para la vida y la transformación

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Los primeros resultados de una rápida búsqueda en cualquier explorador de internet a la palabra Manrique, Colombia, devuelven cierta narrativa sobre violencia y peligrosidad. Se trata de un gran conglomerado poblacional, la comuna número 3, ubicada al noroeste de Medellín, capital de Antioquia, con una historia ciertamente compleja, pero no la única que atraviesa sus espacios sociales.

Hace algunos años como parte de un proyecto sobre trata de personas y derechos humanos que nos juntaba a personas investigadoras de Colombia, España y Costa Rica, fuimos a dar a Manrique, donde conocimos a un cura revolucionario, organizador incansable de acciones encaminadas a arrebatarle al niño, niña y joven de esta comuna, al riesgo social.

Una tarde, conversando en su comuna, me confesó que una de las estrategias para trabajar con estas poblaciones era alentar su cercanía con el arte como vehículo de transformación. Que tenía que ser contextualizada esa relación. Y cómo no advertir que justamente en Manrique se teje una de las conexiones populares de largo aliento con el tango como expresión cultural.

Durante esos días en la comuna, pude observar el trabajo de academias enteras de niños y niñas practicando tango por las calles. A todas horas y en todos los espacios, este territorio con una rica historia gardeliana, permite a sus niños y niñas expresar y recrear sentido de la vida.

Recordé justamente una de las formas mediante las cuales Medellín encontró para contender la violencia a nivel político, pero sobre todo sociocultural: disputar los espacios públicos a los actores involucrados y crear uno de los festivales de poesía más emblemáticos a nivel mundial, como es el Festival Internacional de Poesía de Medellín, que este año cumple 31 años ininterrumpidos de llevar la palabra a las comunas y zonas más complejas de esta capital antioqueña.

Como un brazo artístico y amoroso, este festival desarrolla el Proyecto Gulliver, consistente en impulsar la creación poética y literaria en los niños y niñas de las distintas comunidades en riesgo. En ambos casos, la poesía y el tango, no resultan solamente expresiones estéticas y de representación de la vida, sino herramientas comprometidas para la transformación social.

Hará quizá hace dos años fui invitado a participar en un encuentro literario en el municipio de Quezaltepeque, en El Salvador. También las narrativas sobre las violencias en ese país son recurrentes y provienen casi siempre de interlocutores con poca capacidad analítica para sopesar las razones históricas y estructurales de los procesos de exclusión social y desigualdad en aquel país.

En el marco de esa actividad fuimos invitados a leer a una escuela de un sector rural del municipio. Al llegar, nos recibieron cerca de 300 niños y niñas que prepararon un escenario con nuestras fotografías, buscaron nuestros trabajos poéticos en internet para leerlos en la actividad y hurgaron en nuestras biografías para conocernos mejor.

Esa mañana comprendí el profundo vínculo entre el arte como vehículo social y las formas diversas para reconocer la realidad para transformarla, como es el caso de las diversas disciplinas que conforman el vasto campo de las Ciencias Sociales.

En una nota sobre la proclamación del Día Mundial del Arte, que se celebra todos los 15 de abril, la Organización de Naciones Unidas para la Ciencia, el Arte y la Cultura (UNESCO) indicaba: “El arte nutre la creatividad, la innovación y la diversidad cultural de todos los pueblos del mundo, y desempeña un rol importante en el intercambio de conocimientos y en el fomento del interés y el dialogo. Estas son cualidades que el arte siempre ha tenido y tendrá, si continuamos apoyando entornos donde se promuevan y protejan los artistas y la libertad artística. De esta manera, al fomentar el desarrollo del arte también se fomentan los medios a través de los cuales poder lograr un mundo libre y pacífico” (es.unesco.org).

Ciertamente experimentamos un entorno plagado de incertidumbre, de hegemonías duras en lo económico y excluyentes en lo social. A estas durezas solo se les resiste desde otras posibilidades expresivas, que contienen en sus cimientos una política de los cambios y las transformaciones.

Vincular el arte como herramienta y la ciencia social como expresión ontológica y epistemológica de vida y de transformación, debe ser un objetivo común para quienes aspiramos a un mundo un poco mejor al que ya existe. En ese camino andamos.

El ocaso de la segunda república bajo el lente artístico

Rosaura Chinchilla-Calderón
Abogada y profesora universitaria
Rosaura.chinchilla@gmail.com

El arte ha permitido que los pueblos expresen lo que, de otra forma, se acallaría o reprimiría. No obstante, el que se use un lenguaje estético no le quita sordidez a la realidad ni impide que el relato genere angustia o desesperanza en quien degusta la obra. El despertar emociones es parte del reto artístico, aunque se trate de sentimientos que, por ser reflejo del entorno, no son los que se quieran cultivar. Además, cuando el medio que se describe ha fermentado niveles descomunales de putrefacción y cinismo, la belleza de los recursos comunicativos que se usen para trasmitir las ideas no impide que el mensajero pueda estar en riesgo por expresar su visión de mundo.

Externar ideas, máxime cuando estas implican la crítica a un sistema político decadente y opresor, puede implicar el pago de altos precios. Leo en la prensa internacional que un rapero catalán fue detenido, tras refugiarse en un campus universitario, e ingresó a prisión para descontar nueve meses por el delito de injurias cometido contra la monarquía española a través de la letra de sus canciones. La nota es de febrero de 2021 y —dejando al margen la valoración que pueda hacerse de los diferentes géneros musicales o de la crítica de otros trabajos del ahora detenido— si esto sucede en un contexto de democracia formal en donde la globalización ha permitido el acceso a algunos mecanismos de protección para la libertad de expresión, ni qué pensar sobre los efectos que críticas similares han tenido (o pueden tener) en otros contextos o momentos históricos, en donde pensar, expresar y disentir se puede pagar con la vida misma.

No por casualidad, en América Latina —tan susceptible a los colonialismos y a sufrir las dictaduras de diferente signo de ellos derivadas— el boom de la literatura se manifestó, entre otras corrientes, a través de la novela histórica y la “novela del dictador”, subgéneros a través de los cuales se fue consolidando la descripción de un contexto específico del quehacer de nuestros pueblos que posibilita la crítica hacia el abuso del poder político y articula formas de oposición o disidencia contra regímenes despóticos.

Si la nómina es larga (en obras, autores y en narraciones) y extiende sus raíces abrazando varios siglos, es porque también el abuso del poder ha carcomido a nuestra adolorida Latinoamérica como un cáncer terminal: desde las obras precursoras de dicho movimiento —como Facundo (1845) de Domingo Faustino Sarmiento y Amalia (1850) de José Mármol con referencias a la dictadura de Juan Manuel de Rosas en Argentina— hasta textos cumbres como Tirano Banderas (1926) del español Valle Inclán que describe al tirano ficticio de una isla sudamericana Santos Banderas; El señor presidente (1933;1946) de Miguel Ángel Asturias sobre el régimen de Manuel Estrada Cabrera en Guatemala; Conversación en la catedral (1969) de Mario Vargas Llosa alusiva a la represión ejercida en Perú por Manuel Odría; Otoño del patriarca (1970) de García Márquez donde se describe a un dictador ficticio que reúne características de Franco en España, Juan Vicente Gómez de Venezuela y Gustavo Rojas Pinilla de Colombia; Yo el Supremo (1974), de Augusto Roa Bastos, sobre la vida del paraguayo José Gaspar Rodríguez de Francia; El recurso del método (1974) de Alejo Carpentier, nuevamente con una simbiosis ficticia de los diferentes políticos autoritarios históricos de la región; De amor y de sombra (1984) de Isabel Allende referente a las fosas comunes y los desaparecidos en el régimen de Pinochet de Chile, sin dejar de lado aportes recientes como En el tiempo de las mariposas (1994) de la escritora Julia Álvarez referente a la dictadura de Trujillo y el asesinato de las hermanas Mirabal; Margarita está linda la mar (1998) de Sergio Ramírez referente a la llegada de Darío a Nicaragua y la vida y asesinato de Somoza en Nicaragua, La fiesta del chivo (2000) y Tiempos recios (2019) ambos de Mario Vargas Llosa, el primero relativo al régimen de Rafael Leonidas Trujillo en la República Dominicana y el último alusivo al derrocamiento de Jacobo Arbenz en Guatemala.

Es de prever que si las dictaduras han variado en la forma en que acceden al poder (ahora a través de golpes de estado blandos, por ejemplo), también la clasificación del género literario deba expandirse y abrirse para adoptar la crítica a figuras que mueven los hilos de un país, aunque no sean formalmente dictadores.

Advierto que no soy experta en el campo, pero me atrevería a decir que —salvo contadas excepciones dentro de las que destaca El crimen de Alberto Lobo (Gonzalo Chacón, 1928) referida a la dictadura de Los Tinoco— en Costa Rica no existe una tradición importante en este tipo de textos (ni en obras culturales de otra naturaleza que aborden temáticas semejantes). Con ello lejos estoy de insinuar que el arte tico no se ha ocupado del fenómeno porque no hayamos tenido golpes de estado, dictadores o caudillos, ni pretendo adscribirme al mito de la “Suiza centroamericana” sino, más bien, reforzar la crítica, excepcionalmente planteada por Yolanda Oreamuno, respecto al “carácter tico”, más dado a evadir las situaciones grotescas que a enfrentarlas, de allí que se prefiera “esperar a que se despejen los nublados del día” o “serruchar el piso antes que cortar cabezas”. No en vano el “pura vida” es nuestro lema-nación y alimentamos el imaginario nacional con lo de ser “el país más feliz del mundo”. Será por eso por lo que vivimos en el eterno presente, donde los escándalos no duran más de tres días y estamos privados de una memoria histórica y de un patrimonio cultural vigoroso que nos permita hundir las raíces en los aportes de otras generaciones y curtirnos frente a los eternos retornos de las demagogias políticas. Eso podría explicar el por qué el arte con clave de denuncia respecto al abuso de poder nacional también es escaso en nuestro medio.

En los últimos años, sin embargo, el arte, a través de diversos géneros, ha empezado a hurgar en la desmemoria, en el pasado que oculta autoritarismos y desigualdades, en los conflictos políticos contemporáneos, en las tramas de poder y corrupción que nos han marcado y en la denuncia de la realidad en la que convivimos. Me refiero, por ejemplo y obviamente sin ninguna pretensión de exhaustividad, a trabajos como el recogido en el documental El Codo del Diablo (hermanos Jara Vargas, 2014) que rescata, para la memoria histórica, el abuso del poder que termina en homicidios impunes durante el conflicto de 1948 y a novelas (mezcla de tramas históricas, policiacas y con algo de novela negra y del dictador) Cruz de Olvido, El año de la ira (Carlos Cortés, 1999 y 2019), y Más allá del río (Emilia Macaya, 2020) que pasan revista por los temas de corrupción y ejercicio del poder político-autoritario.

Y esa producción no es casualidad. Se trata no solo de la lucha contra la amnesia sino la premonición de que nuevas tempestades se avecinan. Las anuncian los datos o indicadores de la Costa Rica del bicentenario que, en su última década, se ha caracterizado por:

a) presentar una tasa de homicidios por 100 mil habitantes que supera las 10 muertes violentas, lo que permite calificar la violencia social como “epidemia”, según los criterios usados por la OMS. Así dicha tasa en 2015 fue de 11.5 muertes; en 2016 de 11.8; en 2017 de 12.2; en 2018 de 11.7; en 2019 de 11.2 y 2020 de 11.1. Estas muertes violentas han involucrado un crecimiento de los femicidios (entendiendo por este término la muerte de mujeres por su condición de tales que, en Costa Rica, se maneja como “femicidio ampliado” dado el carácter restrictivo de la normativa sobre el tema circunscrita a relaciones de pareja);

b) ver crecer anualmente el índice de Gini, que marca la distribución de la riqueza. Recuérdese que el punto cero implicaría la “equidad perfecta” por lo que, a cifras mayores, la desigualdad social es superior. Así, al llegar a los años 2000 se alcanzó los puntos más altos: 51.60 en el 2001 y 90 en 2002 y si bien descendió en los siguientes años, tuvo un repunte en 2009 (50.6) y, a partir de entonces, con ligeras oscilaciones, se ha mantenido en 48 y algo, por lo menos hasta 2018 (Estado de la Nación);

c) ingresar el país al grupo de las 10 naciones más desiguales del mundo (Banco Mundial; Taking on inequality, 2016);

d) exhibir un desempleo creciente: 2010 (9.2%), 2014 (9.8%), 2018 (12%), 2019 (12.4) y 2020 (21.9 de agosto a octubre de 2020) lo que representa más de medio millón de personas, entre los cuales un buen número son jóvenes;

e) ostentar niveles crecientes tanto de encarcelamiento (en 2000 de 193 por 100.000 habitantes y en 2016 de 370 por 100.000 habitantes según International Centre for Prision Studies, 2017) incluyendo a la población juvenil (Costa Rica tiene una de las edades de encarcelamiento más bajas en América Latina: 12 años) como de hacinamiento penitenciario: 2017 (30%), 2018 (30.4%) y 2019 (30.8%) aunque en años anteriores superó, por mucho, el 40%. Téngase en cuenta que para las Naciones Unidas el límite de hacinamiento aceptable es del 20%;

f) medir cómo la lentitud del sistema penal crece por reformas fallidas, aparejando niveles de impunidad asociados a delitos de cuello blanco;

g) descender en el índice de percepción de la corrupción hasta ocupar, en 2020, un puntaje de 57 sobre 100, luego de haber caído en 2018 de 59 a 56 puntos, en donde a mayor cercanía a 100 mayor es el control sobre la corrupción y a más bajo número, menor la lucha contra tal flagelo (Transparency international);

h) ver crecer las formas de autoritarismo en lo político-social, añorando al gobernante de mano dura que, ungido con los “poderes divinos” (a lo Trump, Bolsonaro, Bukele, Maduro u Ortega), imponga orden, visión transmitida aún por medios de comunicación. En un estudio de IDESPO para medir el autoritarismo en la población costarricense usando la escala RSW de Altemeyern, se pudo verificar que para 2011 el promedio era de 72 puntos y para 2016 la media era de 68 puntos, es decir, casi sin variación considerando los márgenes de error. Si se tiene en cuenta que más de 50 puntos implican una aceptación de criterios autoritarios y que esos puntajes abarcaban respuestas afirmativas a las proposiciones de que había personas “muy diferentes” que nunca deberían ser parte de la sociedad, que el castigo para infractores debía ser muy drástico, que la obediencia a la norma (sin importar su contenido) era un valor deseable y que debía defenderse el status quo, se tiene claro que el ambiente está dado para un giro totalitario que, como suele ser común, proteja los grandes negocios.

Esa desgarradora situación, afortunadamente (para quienes creemos que el arte, además de una misión estética y lúdica cumple una función social y ética) ha empezado a mostrarse en las obras culturales nacionales y es un paso correcto en la denuncia del estado de cosas que las originó. En lo que va del año pude degustar dos trabajos, de distinta naturaleza, que convergen en esos puntos. Me refiero a la novela Los papeles de Chantall (2021) del sociólogo de profesión y poeta por vocación Paul Benavides Vílchez, quien ahora incursiona en este género literario, y la película que se exhibe en cines nacionales Pájaro de fuego dirigida por César Caro (coproducción C.R.-E.U.A y Chile) y respecto de la cual Gabriel González Vega hiciera una reseña formal profunda y muy acertada, que invito a leer.

Ambas desnudan nuestra realidad grotesca y cruda con la majestuosidad que solo el arte puede lograr, coadyuvando a expresar, de forma menos dolorosa, aquello indecible. Ambas exponen las secuelas sociales (en barrios marginales, en la juventud, en los procesos judiciales, en la trata de personas, en la vida carcelaria, en la angustia de quienes migran) de la política demagógica y corrupta que se ensaña contra el pueblo oprimido y se manifiesta en diversas formas de violencia, mientras, por otros lados, se viven obscenos niveles de ostentación. Ambas logran transmutar aquellas estadísticas, números e índices en figuras literarias, impecables fotografías, diálogos, imágenes, sonidos…para que la reflexión político-filosófica también tenga goce estético.

Dos géneros distintos que son un claro reflejo de esta Costa Rica que se resquebraja ante nuestras miradas mostrando el ocaso de la segunda república: una democracia de caricatura (o, mejor dicho, una memetocracia) y la decadencia de la mitología que hemos alimentado. En Pájaro de fuego se exhiben los efectos sociales de las tramas políticas que se abordan en Los papeles de Chantall. En este texto, el autor retrata descarnadamente a los partidos políticos como lo que son: simples maquinarias de acceso al poder, que han traicionado los ideales históricos que los vieron nacer. Los líderes políticos (incluyendo el viejo y enfermo patriarca, que maneja los hilos del poder y de los negocios y respecto del cual es imposible no hacer semejanzas) adquieren los rasgos de cínicos y perversos personajes que buscan el acceso a puestos para consolidar sus negocios privados en una maraña de corruptelas que todo lo abarca, incluyendo el otrora prestigioso Poder Judicial y su tristemente célebre Sala Tercera, protagonistas de primer orden aunque solo sean mencionados en un par de páginas. Concluí la novela justo el día en que varios medios anunciaban que la lista de precandidatos para el próximo proceso electoral superaba la decena (y casi todas las caras eran de viejos conocidos) y pocos días antes en que se mencionara la reunión de varios dirigentes políticos anunciando la necesidad de coalición o acuerdos para designar candidatos de consenso. En ese marco, es imposible dejar de hacer asociaciones con lo que, de modo magistral, “anticipó” el escritor. Sin embargo, en la realidad, a diferencia de la novela en donde la naturaleza se compadece y hace su obra, la pesadilla está lejos de concluir.

Los papeles de Chantall pone, en clave literaria, lo que su autor conoce por la profesión y el oficio que desempeña: un cuadro de descomposición tan grande que lleva a la náusea. Ojalá que, sin embargo, la fuerte denuncia que aquí se hace solo le depare a su creador consecuencias positivas. Las merece, porque el suyo no es un oficio de ciegos, sino de grandes videntes que pretenden trasmitir, a quienes leemos, aquello que quizá nosotros sí dejamos de percibir.

Hay que seguir prestando mucha atención a las diferentes manifestaciones artísticas nacionales de estos tiempos. No hay casualidades, solo causalidades y lo que nos gritan las obras contemporáneas rompe el silencio de la aldea.

Ley 22163: de emergencia y salvamento cultural (actualización 2021)

En el 2020 se conforma la Red de Emergencia Cultural, que tenía como objetivo primordial la visibilización y atención de la crisis económica y situación de vulnerabilidad del sector cultural y artístico ocasionada por la pandemia.

Entre las acciones que se gestionan para mitigar estos efectos nace la iniciativa de una Ley de Emergencia y Salvamento Cultural, que propone apoyar a las personas trabajadoras del arte y la cultura a minimizar el impacto de la crisis económica ocasionada por la pandemia, debido a la cancelación y reducción de eventos y actividades de esta índole.

Se redacta con la colaboración de los despachos de la diputada Karine Niño del PLN y el el legislador José María Villalta de FA, consecuentemente se presenta ante la Asamblea Legislativa el 20 de agosto del 2020 y se logra un apoyo de 44 diputadas y diputados de las diferentes fracciones políticas, y junto al Ministerio de Cultura se empieza a redactar un texto sustitutivo en consenso.

Ahora bien, el pasado 26 de enero del 2021 la Comisión de Asuntos Económicos dictamina de forma unánime y positiva la ley, y lo que se pretende lograr es el apoyo legislativo para que esta sea puesta en agenda con el fin de que sea votada en plenario. De esta forma se podrá mitigar los efectos de esta crisis en más de 30 mil personas que integran el gremio cultural y artístico.

Compartido en redes digitales.

Aproveche su tiempo para acercarse a la música

La Escuela de Música de la Universidad Nacional le invita a inscribirse a los cursos de iniciación musical, saxofón, flauta traversa, guitarra, guitarra eléctrica, violín, viola, cello, contrabajo, bajo eléctrico, percusión, batería, clarinete, trompeta, piano, canto lírico, canto popular y solfeo, taller de coro y curso de preparación para las pruebas de ingreso universitario.

¿Cuáles son las modalidades?

Plan regular: La modalidad de Plan Regular ofrece una formación integral donde cada estudiante recibe semanalmente tres distintas clases: una clase individual de instrumento (50 minutos por semana), una clase de teoría musical (una hora semanal) y taller de coro (una hora y 40 minutos por semana). También se puede matricular cualquier otro taller por un monto adicional. El Plan regular se ofrece a niños de 7 años en adelante, jóvenes y adultos. No es requisito tener conocimientos previos para ingresar al programa.

Iniciación musical: curso para niños de 1 a 3 años, y de 3 a 6 años, que tiene como finalidad promover el entusiasmo, disfrute y la apreciación de la música. En este curso se utiliza el cuerpo como instrumento y se complementa con diferentes recursos didácticos. La música se trabaja desde un ámbito general y con temas fundamentales de la música, por lo tanto, no se trabaja la ejecución de instrumentos musicales (una hora semanal).

Cursos libres: Son clases de instrumento musical abiertos a todo público, sin límite de edad y no es necesario tener conocimientos previos de música. Se debe tener el instrumento musical para poder practicar en casa. Las clases de cursos libres se dan una vez por semana, abarcando únicamente la clase de instrumento. Los cursos libres se ofrecen en forma individual (45 minutos de clase) o de forma grupal (una hora). Los cursos grupales requieren un mínimo de tres personas del mismo nivel. También se ofrece curso libre grupal de solfeo.

Coro de niños y jóvenes: coros representativos del programa que entre sus objetivos busca compartir la música en conciertos de extensión cultural en diferentes comunidades, iglesias, museos y teatros. El repertorio incluye tanto del género sacro como del secular, así como pop y navideño. Este taller está incluido para los estudiantes del Plan Regular (una hora y 40 semanal).

Curso de preparación a las pruebas de ingreso universitario: Este curso está enfocado en preparar a aquellos estudiantes que desean presentar las pruebas de ingreso a las carreras universitarias ofrecidas en la Universidad Nacional.  Se imparte de mayo a septiembre de cada año (una hora por semana). Queda sujeto a cupo mínimo.

Todas las clases del Programa Preuniversitario se impartirán de forma virtual durante el I semestre del 2021.

Horario: los horarios de instrumento y las distintas clases están disponibles a través de la página

https://www.matriculaep.una.ac.cr/oferta/OfertaProyecto?proyecto=3404

Plan regular: matrícula ₡17.500, mensualidad ₡56.000,00

Curso libre individual: matrícula ₡25.000 ₡12.500, mensualidad ₡37.500,00

Curso libre grupal: matrícula ₡11.000, mensualidad ₡27.000,00

Iniciación Musical: matrícula ₡11.000, mensualidad ₡27.000,00

Coro: matrícula ₡11.000, mensualidad ₡27.000,00

Solfeo: matrícula ₡22.000 ₡11.000, mensualidad ₡27.000,00

Curso para Pruebas de Ingreso: mensualidad ₡27.000,00

Matrícula: toda la información de horarios, matrícula y pagos se realiza a través del enlace

https://www.matriculaep.una.ac.cr/oferta/OfertaProyecto?proyecto=3404

Matrícula estudiantes de nuevo ingreso: del 18 al 22 de enero

Inicio de clases: 1º de febrero

 

Comunicado de prensa de la Universidad Nacional.

Obra de teatro: “La cita de Pulgarcita”

El Teatro La Cambusina invita a la obra de teatro dirigida por Ivannia Lazzaro “La cita de Pulgarcita. ¿Qué fue de Pulgarcita una vez que llegó a la Casa de las Flores?” el próximo sábado 19 de diciembre a las 6:00 pm.

El espectáculo, inspirado en el cuento clásico de Hans Christian Andersen, se llevará a cabo en un espacio semiabierto y es de cupo limitado.

La entrada tiene un valor de ₡5.000. Para reservaciones puede pagar sus entradas por SINPE móvil al teléfono 85930384.

No se venden entradas el día del espectáculo y la mascarilla es de uso obligatorio.

 

Información compartida con SURCOS por Ivannia Lazzaro.

Conferencias y conversatorios: “La cultura costarricense frente al Bicentenario”

La Cátedra de Estudios Culturales Luis Ferrero Acosta del Instituto Tecnológico de Costa Rica San José (ITCR), el Programa “Miércoles de Poesía” de la Unidad de Cultura y Deporte del ITCR San José y la Biblioteca Nacional invitan a participar del ciclo de conferencias y conversatorios “La cultura costarricense frente al Bicentenario” desde este viernes 04 de diciembre hasta el miércoles 14 de abril de 2021. 

La primera primera conferencia a realizarse este 04 de diciembre “La cultura costarricense, ¿de dónde venimos, hacia dónde vamos?” contará con la participación del historiador de la Universidad de Costa Rica, David Díaz-Arias, y la académica en arte, cultura, educación y administración, Inés Revuelta Sánchez.

La transmisión inicia a las 5:00 vía Facebook Live de la Biblioteca Nacional

Compartido a SURCOS por Adriano Corrales Arias.

Música, arte y alegría contra la minería

-La minería significaría retroceder diez años en materia de legislación ambiental

(Bloque Verde, 18-11-2020) Este miércoles 18 de noviembre más de veinte organizaciones ambientales han convocado a manifestarse contra la minería a cielo abierto en la Plaza de la Democracia desde el medio día.

Mientras la diputados del PLN, PUSC y RN en la Asamblea Legislativa meten el acelerador a los tres proyectos mineros tramitados en las comisiones de Asuntos Sociales, Alajuela y Guanacaste, las organizaciones ecologista no estamos dispuestos a que el país retroceda una década en materia de legislación ambiental. Tres proyectos de ley con distinto alcance pero que buscan legalizar la industria destructiva del oro en zonas extremadamente frágiles.

Ante la amenaza minera el movimiento ambiental responde con música, arte y alegría. En la Plaza de la Democracia de han convocado a artistas como Raza Bronce, Anamá, Cristine Eugene, Comadrelu, Nativa y Andrea Orellanda. Que para medio día de hoy 18 de noviembre se estarán presentando de manera acústica y se estarán distribuyendo información sobre los impactos de la minería a cielo abierto.

La manifestación ha sido convocada alentando a seguir todos los protocolos de seguridad sanitaria dispuestos por el Ministerio de Salud.

Cultura y arte protagonizaron la tercera jornada del seminario CICDE

Los temas de cultura y arte tuvieron espacio en la tercera jornada del seminario del Centro de Investigación en Cultura y Desarrollo (CICDE), titulada «Arte, Cultura, Política y Subjetividades”, la mañana de este miércoles 21 de octubre.

Andrey Pineda Sancho, investigador de centro, estuvo a cargo de la sesión de este día e hizo una crítica al reciente recorte en el presupuesto al Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ) que aprobaron los diputados de la Asamblea Legislativa de ¢4.126 millones. “Sus propuestas de recortes, y sus recortes efectivos, con los que hoy amanecemos con la noticia de un recorte bastante sustancial en el Ministerio de Cultura y todas las actividades que se relacionan con la cultura en este país, que no solo comprometen el funcionamiento de un ministerio particular sino que también amenaza uno de los pilares más potentes de nuestra democracia.”

Las encargadas de las presentaciones para este día fueron las investigadoras del CICDE, Priscilla Carballo Villagra y Patricia Oliva Barboza, y como invitada la artista Eve Cordero.

La primera en iniciar las exposiciones fue Carballo Villagra, quien es master en sociología, y actualmente cursa el Doctorado en Estudios de la Sociedad y la Cultura, quien título su exposición “Música como acto de resistencia”, la cual inicio con la frase “Ya hacíamos música antes de conocer la agricultura”, del músico uruguayo Jorge Drexler.

Dentro de la exposición se mostraron tres ejemplos en donde la música fue elemento dinamizador de luchas y resistencia en diferentes momentos de la historia del ser humano. El primero fue la música y la esclavitud, en donde los esclavos utilizaban la música como elemento de sobrevivencia en medio del contexto de violencia y muerte que se estaban dando.

El segundo momento fue la música y dictaduras, específicamente en América del Sur, en donde los músicos eran perseguidos y clasificados por su cercanía a la militancia marxista, y desarrollaron diferentes formas de resistencia a partir del arte. Por último, estuvo la música y los colectivos juveniles, en la que se ve como nacen las subculturas y contraculturas y los colectivos buscan diferentes formas de resistencias al poder utilizando la música como herramienta.

Seguidamente Oliva Barboza presentó la ponencia “Aquí existo: Visibilidad, arte y feminismo”, en la que brindó reflexiones sobre el arte desde su experiencia. En la ponencia se comentó como el arte durante mucho tiempo ha sido excluyente hacia las mujeres, siendo ellas utilizadas solamente como musas, trayecto la invisibilización de ella en esta disciplina.

En este momento que la cultura y sus manifestaciones se encuentran sufriendo una de las más grandes crisis económicas, es urgente comprender que existe un proceso constante de transformación entre arte y conocimiento. El arte desarrolla nuevas formas de pensamiento, nuevas formas de comprender el mundo, solo a través de los registros o de cualquier forma de recuperación de las prácticas artísticas se pueden reconstruir los hechos y por lo tanto desterrar la invisibilidad.

Mientras transcurría la presentación las personas pudieron observar imágenes de artista y performance feministas que acompañaron las dispositivas.

Al terminar las exposiciones de las investigadoras la artista, Eve Chaves Cordero, reflexionó sobre sus prácticas artísticas y experiencias de vida.

Para el cierre de la actividad se presentó en collage audiovisual de la investigación “Archivo Diverso”, que tiene a su cargo Oliva Barboza, y se brindó un espacio de preguntas y reflexiones entre las personas inscriptas al seminario y las expositoras.

La última jornada será este miércoles 28 de octubre, a las 9 a.m., y llevará por nombre “Estado social y políticas públicas”.

UNA: Estudiantes proponen superar la pandemia a través del arte

Estudiantes de las escuelas de Arte Escénico y Danza, presentaron iniciativas para convertir el arte en una efectiva herramienta para hacerle frente a la pandemia.

Cuentos infantiles para explicar la realidad social del país, procesos artísticos generados a raíz de la covid-19, yoga para el bienestar físico, mental y emocional, improvisación en la danza, y el autocuidado de la mujer en el hogar, son los proyectos con lo que los estudiantes de arte quieren conectarse con distintas comunidades del país. El fondo para el fortalecimiento de las capacidades estudiantiles en Extensión Universitaria de la Universidad Nacional (Focaes Extensión), es la herramienta que le permitirá a estos jóvenes cumplir con sus objetivos.

Estas iniciativas forman parte de las 48 propuestas presentadas por la comunidad estudiantil, y que tienen como fin la creación de productos de comunicación digital que permitan el vínculo entre la acción estudiantil y la población meta desde la presencialidad remota, y que buscan potenciar el desarrollo de capacidades en diferentes sectores de la población como niños, adolescentes, adultos mayores, personas con discapacidad; la socialización del conocimiento o temáticas de interés que permitan la búsqueda de soluciones y la reflexión en torno a las experiencias acontecidas en el trabajo de campo y el diálogo con los actores locales frente a la situación actual.

Silvia Montenegro Gómez y Jordan Fajardo Ocampo estudian artes escénicas, su proyecto pretende crear una serie de cuentos cortos relacionado con temáticas como la salud, el medio ambiente y las artes, con el fin de poder comunicar a la población infantil sobre lo que se vive actualmente desde una forma más clara y dinámica para ellos.

Sebastián Acuña Chaverri, Dayan Pérez García y Mariana de la Cruz Salas, también de Arte Escénico, desarrollan “Resistencia: el teatro en la peste” y tienen como objetivo realizar un mapeo a nivel país sobre procesos escénicos nacidos a partir de la covid-19, además de diseñar cuadros informativos, un directorio digital y cuñas audiovisuales que comuniquen lo encontrado. El mapeo se hará a nivel país incluyendo personas universitarias inmersas en prácticas escénicas, personas del gremio teatral costarricense y personas que no pertenezcan a estas categorías que están realizando proyectos escénicos, para esto conversarán con organizaciones comunales, municipales e instituciones encargadas en cultura, así como con los grupos o personas que están trabajando “teatro en la pandemia”.

Yerline Herández Solís, Yadelys Montiel Masis y Sofía Sandoval Navarro, también pertenecen a la Escuela de Ate Escénico, ellas reconocen la dificultad que tienen las mujeres para realizar las tareas del día, al lado de labores que generalmente se vinculan a temas de cuidado y por proponen “Cuidando a las cuidadoras”.

Leemos en muchos lugares que la pandemia llegó para evidenciar las desigualdades, y esto se vuelve evidente en materia de género: no solamente debemos progresar en nuestros trabajos remunerados o estudios sino en el cuido de niños, adultos mayores, personas con necesidades especiales o personas neuroatípicas, muchas veces, además, hacen la mayor parte de la labor doméstica en el hogar. A eso se le suma el componente de la crisis económica actual que contribuye a que las mujeres busquen nuevas formas de trabajos remunerados desde casa”, citan.

Ante este panorama, pretender crear un grupo de mujeres para empezar un proceso guiado, utilizando una caja que contendrá productos y objetos que permitan generar nuevas dinámicas de cuido propio, apoyadas por contenidos digitales que faciliten el proceso y promuevan una red de acompañamiento. Se abordarán temas de salud como el cuido propio por medio de las artes o la expresión artística, y otros como género y el rol de las personas cuidadoras.

Para la Escuela de Arte Escénico es importante que los estudiantes se involucren en estas iniciativas que fomentan la permanencia en la Universidad y crean un vínculo con las comunidades”, dijo Vera Ramírez productora de la Escuela de Arte Escénico.

Desde Teatro en el Campus, mencionó Ramírez, se apoyará a los estudiantes en la divulgación de sus propuestas.

Por su parte, la Escuela de Danza también presentó sus iniciativas. David Ahmed Jiménez Gutiérrez, impulsará “Yoga, meditación y movimiento”, su objetivo es llegar a un sector amplio de la población con edades entre los 18 y hasta los 50 años en sesiones de 10 minutos para quienes cuentan con poco tiempo, hasta una hora para los que deseen una práctica completa. Los módulos se impartirán en videos para explicar o guiar los ejercicios, y abarcarán ejercicios de concentración y visualización enfocados en generar sensación de bienestar, ejercicios de respiración para apoyar la claridad mental, secuencias de movimientos enfocados en flexibilidad, fuerza o resistencia, y ejercicios posturales enfocados en quienes pasan mucho tiempo sentadas. También incluirá videos específicos para niños y adultos mayores.

Jiménez también participa junto a Grenda Zamora Bielsa en una propuesta de ejercicios de danza para la improvisación, el cuidado del cuerpo, danza y fluidez, emociones y sensaciones e improvisación de movimiento.

En tiempos de pandemia, de acuerdo con Enrique Corriols, asesor académico de vinculación estudiantil de la Vicerrectoría de Extensión, urgen acciones e ideas que permitan superar sus consecuencias e impactos en múltiples ámbitos. “Para sobrellevar el aislamiento físico, la Universidad Pública como generadora de procesos innovadores, busca el desarrollo de nuevas competencias que permitan un mejor uso de las tecnologías de la información para la comunicación. Para lograrlo, confiamos en el ingenio, creatividad e imaginación de estos estudiantes, quienes asumirán el compromiso social y los deseos de emprender y resolver problemas que aquejan a nuestras comunidades o algún sector de la población”.

Los más de 90 estudiantes inmersos en este proceso, están recibiendo capacitación (no presencial) en temas de comunicación digital, producción y postproducción, luego tendrán asesoría con una persona experta en temas de comunicación bajo la metodología Desing thinking. “La idea es que construyan un producto de comunicación con un llamado a la acción a través de medios digitales, ya sea redes sociales o el teléfono, por ejemplo, donde lleguen a las personas o comunidades meta. Esta es una forma de mantener la cercanía entre los estudiantes y las situaciones vulnerables del país”, detalló Corriols.

Más información con Enrique Corriols de la Vicerrectoría de Extensión (8743-2725) o con la Oficina de Comunicación de la UNA 8998-2182.

 

Enviado por UNA Comunicación.