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Etiqueta: democracia delegativa

Las paradojas de una democracia sin demócratas: antecedentes – Parte 1

Esteban Rodríguez-Dobles
Docente
Historiador
Escuela de Estudios Generales UCR

En esta serie de 5 artículos, reflexionaremos sobre cómo el deterioro de la democracia en la región ha incidido sobre diferentes instituciones y promovido una serie de acciones que a lo largo de los años han permeado las prácticas políticas en distintos campos, interesa particularmente acá el justo cuestionamiento a la Universidad de Costa Rica (UCR) en lo que va de 2025. Para ello señalaremos algunos antecedentes históricos y sucesos que posteriormente vincularemos con la cultura política de la UCR.

En relación con un Estado que debió promover la excelencia académica, hace 20 años el politólogo y sociólogo Dietmar Dirmoser vislumbró las dificultades que estaba enfrentando la tercera ola democrática en América Latina, había una creciente educación pública pero de mala calidad; llamando por otro lado la atención sobre el fortalecimiento de los rasgos autoritarios entre mandatarios y ciudadanos, la menor disposición a dejar cargos en la política, así como la alarmante «colonización de lo público por intereses particulares», ¿el efecto? cooptación, clientelismo y desafección a los mecanismos formales en el manejo estatal, una educación superior colonizada por la voracidad particular del ascenso en la estructura administrativa, grandes salarios, pensiones de lujo, viajes, lobby, etc.

Cerca de estos años, en Centroamérica se sumaría, en junio del 2009 el derrocamiento en Honduras del expresidente Manuel Zelaya, quien fue desterrado por militares, trasladado con unos pocos documentos hasta el Aeropuerto Juan Santamaría de Alajuela, Costa Rica ¿cómo es que habían retornado los golpes de Estado?; el sector académico, periodístico y politológico de Centroamérica contribuyó a buscar conceptos para explicar lo anterior. Pese a reinar durante décadas unas democracias de fachada, seguían operando las prácticas que develaban una política sin cultura democrática profunda. El sociólogo Edelberto Torres Rivas les llamó “las democracias malas de Centroamérica” y se preguntaba frente a las cifras macroeconómicas, ¿a más democracia más pobreza? ¿Cuánta democracia soportan las desigualdades?

En este sentido, la democracia que debió pensar en el bien común ha sido minada desde adentro, usando los propios procesos democráticos para concretar intereses particulares. Los votantes son agentes fundamentales en cada elección, pero posteriormente a ella delegan su poder político (podemos admitir que esta es una característica del sistema político centroamericano, y que ha permeado las instituciones de las distintas democracias), así los mandatarios tras ser elegidos ejercen el poder a su arbitro valiéndose de decretos, siguiendo tangencialmente el Estado de derecho, las normas, reglamentos o la misma Constitución Política; el autoritarismo se constituye mediante una fuerza colectiva contra la democracia desde la democracia misma, para con ello apadrinar a sus líderes y conseguir sus aspiraciones personales.

Acá se anuncia una de las paradojas más complejas y desconcertantes para con el Estado: la ciudadanía respalda un poder político clientelista pues es el mecanismo que tradicionalmente les ha permitido acceder a algunos de sus mermados derechos, como el trabajo, la salud o un hogar digno. ¿De qué forma fue traducido esto en la cultura política costarricense y específicamente en la cultura política universitaria? Ya lo veremos cuando examinemos el artículo 106 del Estatuto Orgánico de la UCR, junto a los escándalos que en tiempo reciente han golpeado la credibilidad y el prestigio de la institución.

Finalmente, por sus características, a este sistema político de intercambios o trueque entre la esfera política y los ciudadanos, le denomina el sociólogo argentino Guillermo O´Donell: Democracia Delegativa. El líder se convierte en una figura carismática con la misión de salvar a los ciudadanos más empobrecidos de las garras de la institucionalidad del Estado, a este salvador le ungieron con poderes extra-constitucionales.

Imagen: Esteban Rodríguez-Dobles

La Asamblea de Asambleas: Utopía Necesaria

Esteban Beltrán Ulate
beltrandeheredia@yandex.com

El artículo 105 de nuestra Constitución Política indica “La potestad de legislar residen en el pueblo, el cual la delega en la asamblea legislativa…”. Una sentencia que debe tener múltiples posibilidades de reflexión, pero que quisiera, inspirado en el título del presente texto, dirigirlo hacia una reflexión sobre el mecanismo de elección de las y los votantes, así como las potestades con las que se envisten las y los servidores del pueblo. Uno de los grandes problemas que se revelan es el abismo que crece entre las y los legisladores y el pueblo que delega. Es un abismo bilateral, por un lado, la falta de vínculo de algunas diputaciones con la base provincial que les brindaron el respectivo aval mediante voto popular para asumir las 24 atribuciones exclusivas que le compele nuestra carta magna -en el capítulo II del Título IX-, por otro lado, el desconocimiento de muchas y muchos votantes respecto a los legisladores que le representan según su provincia.

Es claro, nuestro sistema democrático, que muchos respetamos y valoramos -por lo que puede llegar a ser-, cuenta con una serie de características que imposibilitan una democracia profunda, parece que en la dinámica democrática actual algunos son elegidos y otros son para elegir, una clara visión piramidal del “ejercicio de poder”. Esta falta de madurez ciudadana, esta ausencia de mayoría de edad ciudadana, propiciada por una insuficiente formación en educación política, desencadena una visión de democracia reducida al acto de efímero voto, una clara cosificación del acto. Esta cosificación de la democracia, en el marco de una sociedad cuyo sentido común descansa en una concepción mercantil de la vida, se configura en plataforma para una política al servicio de la mercancía, donde “las y los ungidos para el ostentar el poder” se tienen que “vender” como “productos de mercado” con el objetivo de satisfacer la “demanda” de un pueblo (con minúscula) que resulta simple “consumidor”, pues en una truncada democracia “unos son elegidos y otros para elegir… unos son mercancía y otros consumidores”.

La salida de esta dinámica-bucle es compleja, y no puede derivar de las prácticas tradicionales, la solución pasa la radicalización de la democracia, por una acción posabismal (de abajo hacia arriba para modificar la orientación, para la concreción de un modelo horizontal y no vertical), que deviene del Pueblo (con mayúscula) hacia la estructura de Poder mediante una delegación constante y presente. La democracia cosificada delega con el voto la responsabilidad como un medio de pago, en cambio, la democracia profunda en clave posabismal co-delega con el voto la posibilidad de ser voz de las voces, de ser representación de las y los presentes, mediante una ruta planificada y mediante un ejercicio de diálogo permanente desde las comunidades mismas, por lo que resulta necesario la creación de instrumentos de interacción para la transformación de la Asamblea por medio de las Asambleas (Foros Sociales Permanentes en las Comunidades), de modo tal que el y la legisladora electa mediante una concepción de democracia profunda será el Caballo de Troya por el cual entrará voces del Pueblo (con mayúscula) a la Asamblea Legislativa, como legislación en acto.