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Etiqueta: sistema electoral

Costa Rica en la encrucijada social y política

Material electoral en Costa Rica.

Proximos escenarios frente al gobierno actual

Vladimir de la Cruz

Costa Rica se ha caracterizado por tener una historia pública, reconocida; un país de paz, de seguridad ciudadana, de estabilidad política, de un amplio régimen de ejercicio de derechos y libertades, bienestar social institucional garantizado a los ciudadanos.

Desde 1849, en términos prácticos, ha habido un proceso político electoral que ha permitido alternancia política cada cuatro años, con brevísimos momentos en que esto se ha alterado. En el siglo XX tan solo dos veces, en 1917-1919 y en 1948-1949 se interrumpió ese proceso.

Desde 1890, el sistema electoral y de representación política descansa en partidos políticos, mediante los cuales los ciudadanos, y solo por ellos, pueden participar y optar a puestos de elección popular; a la presidencia de la república, al Poder Legislativo y a los Consejos municipales.

El voto directo se estableció, eliminando elecciones de segundo grado de electores, en 1913; el voto secreto se estableció en 1924. Una reforma electoral para asegurar triunfos electorales, con el 40% de votos, se estableció en 1935, lo que le dio gran estabilidad al sistema electoral; el Tribunal Nacional Electoral, se estableció en 1946, hoy llamado Tribunal Supremo de Elecciones, desde 1949 con rango de poder estatal, es independiente y con exclusividad de su función electoral.

En 1949 se estableció el voto universal, con el reconocimiento del voto a las mujeres, situación que se había planteado desde 1890, y con movimientos sufragistas que surgieron a partir de la década de 1910.

Políticamente, en el campo electoral siempre ha habido una gran cantidad de partidos políticos, de diverso tipo y signo político, a nivel nacional como regional. El pluripartidismo ha sido un rasgo del desarrollo democrático nacional. Ha habido tendencias, incluso recientes a restringir el surgimiento de partidos políticos, a la vez que se han democratizado los mecanismos para constituir partidos políticos.

A nivel legislativo, desde 1949 hasta hoy, ha privado el pluripartidismo en la participación electoral, y en general en la representación parlamentaria.

A nivel nacional, presidencial, desde 1949 hasta el 2014, predominó un bipartidismo gubernamental, donde dos partidos políticos ejercieron alternativamente el mando y dirección del Poder Ejecutivo, uno de ellos en 9 gobiernos, el otro por 6 gobiernos, de un total de 18 gobiernos que ha habido desde entonces.

En el 2014-2018 y 2018-2022 se introdujo un nuevo partido político en el ejercicio del Poder Legislativo, desplazando a los partidos que tradicionalmente habían gobernado, que en las últimas elecciones desapareció del escenario nacional y parlamentarios con representantes populares.

En las últimas elecciones, 2022, apareció un nuevo partido, con semanas de haberse constituido, con un candidato presidencial improvisado, que logró imponerse frente a una campaña de desacreditación de todo lo político anterior, como se ha venido haciendo por parte de los movimientos populistas y autoritarios que han surgido, en el continente y en Europa, contra gobernantes y partidos políticos, criticando la política en general, señalando que anteriormente no había gobernantes; que ahora sí los hay; criticando el funcionamiento del sistema democrático, la institucionalidad democrática y pública estatal; impulsando la idea de gobernantes autoritarios, fuertes, casi dictatoriales en régimen democrático; promoviendo la reducción de gastos estatales en seguridad social, en educación pública y en la educación universitaria; debilitando la legislación laboral y social nacional, como ha sido el proyecto de ley, recién aprobado, para imponer una jornada laboral de 12 horas diarias, cuatro días a la semana.

En el campo de las libertades, actualmente está amenazada la libertad de prensa y de pensamiento. Acciones directas del Poder Ejecutivo presionan a empresarios y medios de comunicación para evitar críticas públicas, opiniones opositoras; la guerra de troles desarrollada por el Ejecutivo, contra sus críticos y gestores de opinión, abarca todos los espacios; el control de la propaganda estatal ha sido concentrado, así como las gestiones de contratos de publicidad institucional a favor de empresas o medios que mitiguen esas críticas o se pongan en paralelo con el gobernante y el gobierno.

El camino que se vislumbra, como diseño gubernativo, es acabar con toda la institucionalidad democrática del país; con las nuevas jornadas de trabajo de 12 horas diarias, con políticas de precarización laboral; con el régimen de seguridad social favoreciendo la privatización de la medicina social, con la venta de instituciones públicas, bancos estatales, por ejemplo, no por malas o porque tengan un mal desempeño, sino por negocio; la reducción de la educación pública, en todos sus niveles, para estimular más la educación privada. El gobierno ha eliminado subsidios para becas estudiantiles, comedores escolares y para transporte escolar; reducción por negarse a cumplir el pago constitucional del presupuesto para la educación pública y universitaria.

El trabajo informal ha aumentado casi al 60%, ha aumentado el desempleo, especialmente el de mujeres, y el de mujeres cabezas de familia, que son las principales en ingresos para sus hogares aun cuando tengan esposo o compañero.

La reducción de gastos en educación se ha orientado a justificar para fortalecer los gastos en seguridad pública, en policías de los distintos cuerpos existentes institucionales en el país, en una tendencia grave del actual mandatario de impulsar alianzas estratégicas con el sector de policías privados, que puede tener un contingente superior a los 50,000 trabajadores en este campo, que lo constituiría en la práctica en un ejército privado de alcances muy peligrosos.

La vida democrática que Costa Rica ha desarrollado está amenazada. Los meses que vienen probablemente serán de importantes confrontaciones sociales.

El primer escenario ocurrirá con la etapa final de la aprobación de la ley de las 12 horas diarias, que ha pasado en consulta de constitucionalidad, ante la Sala Constitucional del Poder Judicial. Esto se acompañará de acciones de inconstitucionalidad aparte que ya están preparando. Queda en este campo incluso la preparación de una consulta ciudadana por la vía del referéndum contra esta ley.

El segundo escenario está en la realización de los 84 procesos electorales, que se darán entre noviembre y febrero próximo, para elegir a todas las autoridades cantonales, regionales, del país. El reto lo llevan dos partidos, Liberación Nacional, partido que ha gobernado 9 veces y que mantiene un control político de 42 alcaldes de esos 84, y el actual partido de gobierno que no tiene ningún control municipal, por su juventud y por no haber participado en procesos electorales anteriores. Como gobierno tiene el reto de aparecer con presencia regional para valorar el efecto de su acción gubernativa y porque el actual presidente quiere seguir activo en política, si por él fuera de manera continua, dándole proyección a su actual gobierno por la vía democrática o por la vía autoritaria si se presentan las condiciones para actuar de esa manera, como constantemente lo hace entrever.

 

Publicado en https://www.meer.com/es/75620-costa-rica-en-la-encrucijada-social-y-politica
y compartido con SURCOS por el autor.

Rodolfo Hernández. un contradictor inaceptable

Por Carlos Meneses Reyes

El domingo 29 de mayo de 2022, será fecha recordada en los anales electorales de Colombia. El candidato progresista, Gustavo Petro Urrego, con un Programa de Gobierno Alternativo, coaligado con la izquierda, la socialdemocracia y demócratas de partidos históricos; acompañados de una fórmula presidencial encarnada en la afro descendiente Francia Márquez Mina, rompiendo el tradicionalismo político de no dar cabida a aspirantes de raza negra a un máximo cargo de elección a la Vicepresidencia de la República; pese a encabezar las preferencias mayoritarias de opinión de los electores, no alcanza el margen del 51% de los votos emitidos y por ende no logra coronar la elección como Presidente, en la primera vuelta.

El sistema electoral colombiano goza de desprestigio en el ámbito nacional e internacional, por ser clientelista, corrupto, discriminador, objeto de parcialización y de naturaleza de casino; por imperar impunes prácticas de compra y venta de votos; en una sociedad caracterizada por el predominio de una economía subterránea, producto de un sistema narco paramilitar en el ejercicio del poder.

Las pasadas elecciones del 13 de marzo de 2.022, en que se eligieron a los representantes del Parlamento; sistema electoral que abarca más de 200 representantes a la Cámara y más de 100 Senadores; dejaron al desnudo el cúmulo de omisiones y defectos, que conducen al engaño o error y que gracias a la prevención y trabajo de organización de la oposición política expresada en el partido Pacto Histórico, logró descubrir en el pre conteo, que en cerca de 30.000 mesas no se habían contado los votos del Pacto Histórico y ello trajo consigo la reivindicación y reconocimiento de cuatro curules o asientos más en el Senado, a favor del partido de oposición. Sumaron más de 700 mil los votos distraídos.

Ha hecho costumbre y es habitual y reincidente la práctica del fraude electoral en Colombia. El pasaje relatado obedece a la veeduría aplicada por desconfianza en el sistema electoral; asimilado en el movimiento popular por la máxima del cura guerrillero Camilo Torres R, de “el que escruta elige”. Es por ello que para el pasado 29 de mayo, el partido Pacto Histórico inscribió 50 mil testigos electorales, que, junto con los Observadores Internacionales, acompañaron el máximo de mesas posibles en el pre conteo de los votos. El pre conteo es un arbitrario adelanto de resultados que la Registraduría, con la venia del Consejo Nacional Electoral (CNE), con la aplicación de un conteo manual y para demostrar eficiencia y rapidez, publica por las cadenas privadas de medios de comunicación. La labor de los testigos electorales radica en la observación y seguimiento de ese pre conteo que por lo general carece de precisión y exactitud. Luego del pre conteo sobreviene el escrutinio, que es el acto o momento administrativo en el que se precisa si hubo fraude o no, en el ejercicio electoral. De manera que ante el conocido pre conteo de votos en el que el candidato Gustavo Petro no alcanzó el umbral del 51% de los votos emitidos, pues llegó al 43% y con una ventaja de 2.580.000 votos sobre el segundo contendiente, Ingeniero Rodolfo Hernández; se habilita la labor de veeduría y seguimiento en estos tres días hábiles, para que se conozcan o se corrijan imprecisiones, vaguedades, etc. Solo en Colombia, pues en el resto de los países latinoamericanos, el umbral de porcentaje es del 40% de los votos emitidos, para de lo contrario acudir a una segunda vuelta. Múltiples son las falencias del Sistema Electoral colombiano, que fue objeto de definición a una reforma profunda en los Acuerdos de La Habana y la extinta guerrilla de las FARC, que como es conocido por de todo el mundo, la oligarquía militarista hizo trizas y no implemento.

DE LAS CIFRAS ELECTORALES

Gustavo Preto Urrego obtuvo 8.527.768 votos. Rodolfo Hernández obtuvo 5.953.209 votos, Federico Gutiérrez 5.058.010 votos

Gustavo Petro gana con el 40.33% de los votos emitidos, la Primera Vuelta y se disputará el gobierno con el ex alcalde de Bucaramanga, Rodolfo Hernández, quien obtuvo el 28. %; quedando el derrotado F. Gutiérrez con el 23.%

Un mapa por regiones indica que en el Centro del país (excluida la capital Bogotá DC.) y el Nororiente del país votaron por R. Hernández mayoritariamente.

En la Costa Atlántica. Petro en los Departamentos de la Costa (Atlántico, Guajira, Sucre, Córdoba, Bolívar, Magdalena, Cesar y San Andrés, en el Caribe) con un 52% en promedio, alcanzando en Atlántico la mayoría del 56%, un fortín electorero del Clan Chard Fuad… R. Hernández, en esos Departamentos de la Costa obtiene un 17.2% y F. Gutiérrez, el 26.75%.

En La Región Pacífica. Por Petro 73% (Choco, Nariño, Cauca). Por R. Hernández 9.6% y por F. Gutiérrez 14.%.

Zona del Sur Occidente (Valle del Cauca, Tolima y Huila) 40% Petro; 34% R. Hernández y el 21% F. Gutiérrez.

El Eje Cafetero (Risaralda, Quindio, Caldas) 33% Petro. 32%. R. Hernández y 28.9% F. Gutiérrez.

Departamento de Antioquia. 25% Petro. 19% R. Hernández y 50% F. Gutiérrez.

En Medellín. Petro 275.497 votos, 24.5%. R. Hernández 141.415, 12 votos, 6% y F. Gutiérrez 603.092, 62%

En Los Santanderes: Departamento de Santander, la derecha acoge a R. Hernández con 67%. Por Petro el 55%, quedando F. Gutiérrez únicamente con el 9%. Y en el Departamento de Norte de Santader, cambio del panorama electoral, siendo un fortín del narco para militarismo en el gobierno y de confrontación armada en la zona de frontera con Venezuela y el conflictivo Catatumbo; donde las insurgencias mantienen control territorial, Por Petro 16%. R. Hernández 55%. Gutiérrez 25%

En Bucaramanga Petro 68.600 votos, 21% R. Hernández 219.748 votos, 67% y F. Gutiérrez 39.114, votos, 09%

En Cúcuta. Petro 46.288,21 votos, 14%. R. Hernández 169.932 votos, 50%. F. Gutiérrez 100.251 votos, 29%

Centro del País (Cundinamarca, Boyaca y Meta) por Petro el 32%. Por R. Hernández el 50% y por F. Gutiérrez el 13%.

En Bogotá, DC. 50% Petro (1.769.671 votos). El 22% R. Hernández (833.0169 votos) y el 19% F. Gutiérrez. (con 723.638 votos)

En Los Llanos Orientales (Vichada, Arauca, Casanare). Por Petro el 27%. Por R. Hernández 55% y por F. Gutiérrez 14%.

En La Amazonia (Putumayo, Vaupes, Guainia, Amazonas , Guaviare y Caquetá) Petro 52%. R. Hernández 29% y F. Gutiérrez 14%

DE PROPUESTAS CONCRETAS

Al cuestionado sistema electoral colombiano va engranado el sistema de encuestas y consultorías sin garantía de veracidad y objetividad. Genera un marrullo de imprecisiones, de falsas expectativas y de sobre dimensiones de mandatos sublimes, que conllevan, al elector, a referencias despectivas y falsedades presuntas. Contribuyen al juego de casino, apuestas e inversión de dineros en la compraventa de votos.

Ya la Dirección de la campaña del Pacto Histórico ha emitido pronunciamiento sobre las pautas a seguir para asegurar el triunfo de Gustavo Petro y Francia Márquez el próximo 19 de junio. Ello se logra con votos y ante el reto de aumentar mínimo en un millón de votos los obtenidos, los activistas en el trabajo de proselitismo, a fuer de escoger los sectores en todos los niveles donde se analizaren necesidades de impulso, es recomendable poner en práctica y ejercer acción en temas y sectores como:1. El aspecto de la Abstención. ¡El equipo de publicidad de la Campaña Petro presidente! ha demostrado capacidad y eficiente alcance de información, así como educación y aportada claridad en sus mensajes. Una iniciativa de intensidad que busque educar y captar la atención de esas personas y dirigida a la población que no ejerce la obligación cívica y el derecho a votar, prefiriendo permanecer en sus casas u ocuparse en pasatiempo. Asumir el reto de disminuir el 45% que arrojo el índice de abstención en esta pasada primera vuelta electoral. Casi la mitad de la población votante indiferente ante el destino y futuro del país. 2. Atención de preferencia a la Mujer y aspecto de género. Se debe aumentar el índice de votación de las mujeres. Que aumente el número de mujeres que vayan a las urnas, borrando la mala fama que no salen a votar por atender los quehaceres del hogar. Precisamente, la aplicación de pedagogías de dignidad, liberación, organización participativa, auto valía y carácter de importancia de la mujer en la sociedad colombiana, son los motivadores para que ellas apliquen el papel que debidamente les corresponde. Mas aún, en este momento histórico en donde el machismo acosador y explotador las coloca en una situación servil y de inferioridad.3. Primordial atención a la Juventud. No descuidar la atención a la población juvenil del campo, áreas rurales, sub urbanas y juventud que depende de su fuerza de trabajo. La Juventud obrera organizada y vinculada al movimiento de masas, juntos con sus organizaciones sociales, constituye verdaderas correas de transmisión para la consecución de las reivindicaciones que un gobierno Alternativo propone y al que también, en ocasiones corresponderá exigirle. 4. Aplicar iniciativas organizativas de inteligencia popular, para descubrir, informar ante las masas, desacreditar y desenmascarar a los traficantes de votos, en veredas, comunas, barrios, etc. Superar los de “recibe la plata o dinero y vota por Petro”, en el entendido que corresponde arremeter contra tan delictivo proceder de la compraventa de votos.

¿QUIÉN ES RODOLFO HERNÁNDEZ?

El perfil del candidato de la contra parte, no aporta en modo alguno ejemplo, ni es modelo de buenas cualidades. No está entre sus virtudes el ser emulado, ni conduce a acciones con afán de superación. Posee una personalidad difusa, superabundante en palabras y gestos. Poco claro o preciso en sus planteamientos y compromisos. Es agresivo, machista, pendenciero. Posa de verraco. Propio de los sujetos que son ogros en sus casas y unas pascuas, portadores de sonrisas postizas, en la calle. Sus actitudes reflejan a una persona sagaz o astuta. Le cabe el calificativo de tunante, puesto que demuestra que tiene astucia y picardía para aprovecharse de las situaciones. Si no fue un oportunista con su candidatura, si fue el elemento oportunista utilizado por los hacedores de candidaturas, en momentos en que el candidato oficial del gobierno narco paramilitar en ejercicio, el señor Federico Gutiérrez, no llenaba las expectativas para los intereses del Innombrable, ante la personalidad arrolladora de Gustavo Petro, su figura de estadista; conocedor del país; docto en todos los temas a tratarse; figura de talla internacional reconocida; como persona indicada y con capacidad para elevar la dignidad y presencia de la Nación colombiana, en el escenario internacional y garante en el logro de una modificación del escenario de la geopolítica latinoamericana. Nos daría vergüenza a colombianos y colombianas escuchar a un sujeto como Rodolfo Hernández – así improvisado para gobernar al país- en escenarios como las Naciones Unidas, por ejemplo. No hay derecho a que luego de 4 años de la imposición de un sub presidente títere, haciendo el hazmerreír en sus periplos de visitas oficiales internacionales, nos endosen a un tal sujeto de marras. Entró en escena cuando imponentes consultores de estadísticas deciden “congelar” los ascensos de opinión de los candidatos Petro y Gutiérrez y salta la liebre apareciendo el personaje de piel curtida, escaso pelo teñido, gesticulador de gestos y señas, sanador de entuertos. El 70% de mala imagen, no favorable, perjudicial y adverso de su mentor gobernante, el sub presidente Duque, causaba estragos con la díscola personalidad desobediente y presencia personal nada habitual del candidato Federico Gutiérrez. A Rodolfo Hernández, un multimillonario con un haber de más US$ 100 millones de dólares, resulto fácil engranarlo y encajar en el desafiante y provocador sistema electoral en uso. Creció como espuma y acertó al propinar con sorpresa el golpe de gracia al candidato oficial, quedando incólume los intereses del militarismo; del monopolio bancario y financiero especulativo; del actual estado de cosas en el rancio estatus del Establecimiento dominante.

Espero que esta sucinta presentación del personaje opuesto al candidato Alternativo Gustavo Petro, contribuya en estimulante argumentos para destronar la aspiración del tal contradictor inaceptable.

Hacia el primer domingo de febrero

Vladimir de la Cruz

Este 6 de octubre, el Tribunal Supremo de Elecciones dio el pitazo de salida hacia las elecciones que se harán el primer domingo de febrero próximo. Hasta el 22 de octubre próximo tienen los partidos políticos tiempo para terminar sus procesos internos y presentar oficialmente sus candidaturas a Presidente, Vicepresidentes y a Diputados.

A partir de ese 6 de octubre, igualmente, toda la Fuerza Pública del país queda supeditada al mando del Tribunal Supremo de Elecciones. Creo no exagerar al resaltar que este acto es único en el mundo, que es una de las fortalezas y distinciones de la Democracia costarricense como sistema político y electoral de vida. Ningún país entrega sus fuerzas policiales, armadas o militares, durante el tiempo de un proceso electoral, casi siete meses, que puede prolongarse hasta el primer domingo de abril, si hubiera segunda ronda electoral.

De igual manera, el día de votaciones, ningún efectivo de la Fuerza Pública o de la Policía puede entrar o presentarse a votar armado, o con las armas oficiales que debe portar. Entran al recinto electoral desarmados. En países vecinos y del continente esto es absolutamente infrecuente, impensable. En muchos de esos países son los mismos uniformados del Ejército, y los cuerpos militares, los que prácticamente “cuidan” los procesos electorales, y en no pocos casos se quedan con las urnas electorales y los resultados.

Al escribir esta columna no tengo los datos finales de cuántos partidos políticos han terminado exitosamente sus procesos de inscripción definitivos, y cuántos tienen asuntos pendientes con el Tribunal Supremo de Elecciones, de que les aprueben sus trámites. Pero andan en una suma superior a los 20 partidos políticos nacionales y otro tanto de partidos provinciales.

El Tribunal Supremo de Elecciones sin lugar a dudas desempeña una encomiable y excelente labor en la parte organizativa del proceso electoral, en la confianza que se deposita en él, en la certeza y seguridad que produce el sistema electoral con los partidos que participan en las elecciones, en la hechura de la papelería que se usa el día de las elecciones, en la distribución de las mismas desde varios días antes a los miembros de las Juntas Electorales, y en su recolección. Del mismo modo como ha ido perfeccionando sus sistemas de conteo de votos de manera que el mismo día de las elecciones a las 9 de la noche prácticamente ya hay un primer resultado, no definitivo oficialmente, de quién puede ser el ganador o de quienes pueden ir a una segunda vuelta, así de cómo se configurará la próxima Asamblea Legislativa.

Lo que el Tribunal Supremo de Elecciones está fallando, fardo que arrastra de su historia electoral, es que no ayuda en el buen sentido a la participación electoral partidaria. Hace todo lo que puede no para que los ciudadanos puedan inscribir partidos, sino para ponerles obstáculos de inscripción, algunos totalmente absurdos, como se ha visto en este período de Pandemia.

El Tribunal Supremo de Elecciones debería contribuir a llevar de la mano a los ciudadanos para que puedan ver cristalizados sus procesos de inscripción partidaria. Es tan burocrática esa acción del Tribunal que hace que algunos de sus funcionarios y funcionarias, a cargo de esta tarea, actúen de una manera autoritaria, despótica, de tipo fascista, contra los partidos y sus procesos de inscripción poniéndoles trabas, anulándoles asambleas, obligándolos a repetirlas absurdamente, estableciéndoles el cumplimiento de requisitos que aunque estén en sus vetustos Estatutos partidarios, el Código Electoral, norma suprema los ha eliminado, lo que tácitamente significa que también los borró de esos Estatutos, sin embargo les obligan a aplicar los Estatutos y no el Código, en lo que los beneficia, creando también una desigualdad real de aplicación de una Ley que es para todos.

De esa manera, este accionar, de esos funcionarios y funcionarias, pareciera favorecer, con esos actos, a los grandes y tradicionales partidos. Eso sí es una cochinilla, o mejor dicho una gran cochinada que todavía se hace en el Tribunal Supremo de Elecciones.

Si la cochinilla no estuviera concentrada en asuntos de obras públicas bien podría pensarse que alguna cochinilla, y no solo de dádivas económicas, de comidas, de hoteles, o de favores sexuales, sino ideológicas, o de persecución política, o antipatía personal contra algunos posibles candidatos, podría haber en esos empleados y empleadas ensañados y empeñados en impedir la inscripción de partidos, o de anular sus inscripciones, cuando en buena filosofía democrática, y de la mayor participación ciudadana, deberían estimular la inscripción de partidos, sin importar su número.

Hoy no hay restricciones ni impedimentos constitucionales o legales para la inscripción de partidos, por razones ideológicas o políticas, como existieron con el Decreto No. 105 de la Junta de Gobierno y el Segundo párrafo del Ar. 98 de la Constitución, párrafo vigente hasta 1975, que el Tribunal solo lo aplicaba a la siniestra sin ningún miramiento, con solo olfatear o suponer algo de izquierda, por la sola firma de quienes solicitaban una inscripción partidaria, o por pertenecer a los órganos constitutivos de esos partidos que les aplicaban esas normas.

En esos años no había mucha distinción entre el dominio que se ejercía, desde partidos políticos gobernantes, o desde gobiernos, sobre los magistrados, como se hace actualmente en Nicaragua o en Venezuela.

Lamentablemente siguen existiendo rémoras institucionales, para mí, de corte fascista, en algunos funcionarios, que me imagino actúan al margen y sin directrices de los Magistrados electorales, en esas actitudes negativas, poco estimulantes para la participación más amplia electoral.

Aparte de este hedor que me provocan esos actos de esos funcionarios, de menor escala, pero con fuerte poder anulatorio de procesos de inscripción de partidos, saludo la apertura del proceso electoral.

Nos queda a los ciudadanos exigirle, en esta campaña electoral, a los candidatos presidenciales y a sus diputados, como a los partidos políticos, que nos digan cuáles van a ser, por lo menos, sus primeros cinco Proyectos de Ley y sus primeros cinco Decretos Ejecutivos, a partir del 1 de mayo y del 8 de mayo próximo, de los diputados y del próximo presidente. Esto por cuanto todo lo que ofrezcan en la campaña electoral, en discursos y programas, tienen oportunidad de traducirlo desde el primer día que asuman su puestos, el 1 o el 8 de mayo, los diputados y el Presidente, en Proyectos de Ley o en Decretos Ejecutivos. Si esto lo cumplieran empezarán a contribuir para restituir confianza en la Política, en los Políticos, en los Gobernantes, en el Presidente, en los Diputados y en los Partidos políticos… Ya sería algo.

La ineficacia de la derogatoria al mandato de alcaldes

Carlos Meneses Reyes

La Constitución Política de Colombia de 1991 (CP91) se ufana de ser garantista. En su artículo 103 consagra el mecanismo de participación del pueblo en ejercicio de su soberanía conocido como revocatoria del mandato. Pero como sucede en un país de leguleyadas (santanderismo), el mandato del constituyente primario resultó diluido en el cuerpo normativo de su reglamentación. El ejercicio de la democracia directa en contraposición al de la democracia representativa o indirecta, perece, como si se tratara de dos formas contrapuestas, en un mismo de sistema de poder. La conquista de las diversas formas de ejercicio soberano del pueblo, resultan letra muerta.

 En Colombia no existe el llamado Poder electoral. A diferencia de avances en el constitucionalismo latinoamericano que lo consagra expresamente; ese tal llamado cuarto poder- el electoral- constituye un adefesio, una afrenta en Colombia y para con el mundo. Se conocen los efectos adversos de los procesos de revocatoria de alcaldes, sin prospecto de efectividad o viabilidad, difuminada a lo etéreo en la maraña de recursos. Cito la frustración de la salida, por bien armada acción de revocatoria contra el entonces alcalde de Bogotá DC, Enrique Peñalosa y también traigo a colación la revocatoria contra la alcaldesa de Ocaña, Miriam Prado, bajo condición de subjudice y expresidiaria por delitos comunes contra la Administración Pública.

Se trata de dos casos emblemáticos.

1.- En el del exalcalde Peñalosa primó el uso de argumentos traídos de los cabellos como el concluir que a los registradores distritales no les había sido posible expedir la certificación sobre firmas recaudadas al no fijar la ley plazos razonables para emitir tales certificaciones. Se creó hasta una fundación para defender al alcalde encartado, con mentiras, para su aval como comité. Lo convirtieron cual proceso contencioso declarativo, ungiéndolo con el debido proceso, a la defensiva y a ser elegido. Algo así como mistificar quien por ser elegido popular no se le podía revocar; o como quedaría los que ejercieron el voto a su favor. Reducida la acción directa popular de revocatoria del mandato a un contencioso administrativo; significó que el acto soberano de la recolección de firmas-que obviamente ha de ser certificado- lo redujeron a la mínima expresión de importancia, consistente en que, aunque se necesitaban 240.000 firmas, el golpe político lo represento el abultado recaudo de un millón de firmas en su contra.

Aquí el Consejo Nacional Electoral (CNE) no tiene carácter jurisdiccional y por ende no tiene competencia para dirimir ningún contencioso entre el pedido ciudadano de revocatoria y el encartado. Se carece de una jurisdiccional especializada para el efecto de delitos electorales y por ende del artículo 103 citado de la carta Constitucional. El actual sistema electoral no garantiza el mandato constitucional de Partidos y Movimientos Políticos organizados democráticamente; ni sus procesos de democratización interna. Tampoco las manifestaciones de acción de participación del pueblo en ejercicio soberano, como lo son la revocatoria directa del mandato, el cabildo abierto, la consulta popular. Todas maniatadas por la enredadora legalista, leguleya y atrabiliaria. A ello agregarle el abusivo e improcedente uso de la tutela por parte de los gobiernos municipales en cuestión, para evitar que prospere el uso de la acción pública y popular de la población expresada en su contra.

Toda esa divagación sobre el debido proceso, a la defensa y a ser elegido conllevó a sepultar la iniciativa popular de revocatoria del mandato en una parodia con representación burlesca…Un experimento ciudadano parodia la revocatoria contra Peñalosa. La intervención de la Rama Judicial y su propósito ideo-político, plasmó lo improductivo de una acción de revocatoria del mandato, relegándolo a ninguna ganancia política. Es objetivo, de todo accionante contra el mandato, fundar en exposiciones objetivas demostrables, las razones que den cuenta del incumplimiento del plan de gobierno y la justificada acreditación de la inconformidad de la ciudadanía. Se sobreentiende y acepta que no se trata solo de la mecánica de la recolección de firmas. Se admite que el alcalde ejerza su derecho a demostrar la falta de fundamento de quienes quieren revocarlo. Pero se trata de una actuación procedimental breve y sumaria, de ejercicio directo, oral y abreviado, si se quiere y no a formalismos que desnaturalizan la esencia misma de la revocatoria del mandato, como tal. Desconocen que se trata de un ejercicio de oposición política y no de actuación administrativa alguna en contra del alcalde cuestionado. En el caso contra el alcalde Peñalosa, actuaron el Consejo de Estado y la Corte Constitucional. Que más da. En esa decisión, la Corte también ordenó al Congreso reglamentar los futuros procesos de revocatoria para garantizar los derechos al debido proceso y a la información. Y con euforia ese poder legislativo mafioso “le mete el diente”, como lo hizo al desnaturalizar los Acuerdos de La Habana, con la extinta guerrilla de las FARC. De manera, que el CNE no solo sepultó la revocatoria, sino que sancionó a su promotor “tutelando” los derechos del alcalde.

  • – En el caso de la ex alcaldesa de Ocaña, Miriam Prado, se acreditaron las firmas para la revocatoria. Se fundamentaron los cargos en el ejercicio fraudulento de su mandato contra las arcas públicas. Se demostró la procedencia de las acciones penales en su contra con reclusión en prisión. Se efectuó la jornada electoral de revocatoria respectiva trayendo como resultado que votaron en su contra más sufragantes que el número de votantes que la habían elegido. Pero en este caso particular jugo el Mefistófeles, aliado con Maquiavelo, con el recurso leguleyo del umbral de votos; el cual bajo operaciones matemáticas no alcanzaron los votos depositados – pese a todo-para la revocatoria. En el aquelarre de rituales, cual conciliábulo de brujos, el jefe puma blanca, entronizado por el clientelismo y corrupción, ordeno al acumulado de sus votos cautivos, la estrategia de abstención, de no votar. Ello, traducido en el lenguaje mesiánico, significo la no compra de votos o el pago por no salir a votar. Se considera, además, que la administración pública local buscó mecanismos de presión, al aliarse con los contratistas para que no salieran a votar los ciudadanos. A ello se agregaron alcaldadas, como la disposición súbita de cambios de vías, cierre de acceso de vías principales y ajustadas reparaciones el “día de las elecciones” y a un sinnúmero de consideraciones que adornaron la ejecución de todo un plan diablesco, rayante con el cinismo, plasmando la estridente, sonora y burlona carcajada, a que quedó reducido el soberano interés popular.

La imperiosa necesidad de la reforma política y electoral

Pese a existir la CP91, que suprimió la medida del “Estado de Sitio”; el Sistema Electoral Colombiano continua vigente gracias a un Decreto de Estado de Sitio, sacado a espaldas del poder legislativo y es así como por medio del Decreto 2241 del 15 de junio de 1986, se adoptó el Código Electoral, en lo del binomio Código Electoral Colombiano- Registraduría Nacional del Estado Civil. Esa vergüenza jurídica, empotrado en el “estado de derecho” colombiano, es el causante de múltiples males a la Nación colombiana. Sin pena ni gloria persiste un adefesio en contra del mandato constitucional. Esta ilegitimidad y estado de cosas inconstitucional (eci) no se puede ocultar y demuestra el ejercicio dictatorial del poder oligárquico en Colombia. Ahora, para remediar tales males, a fecha 22 de diciembre de 2.020, el actual congreso colombiano, de mayoría narco-paramilitar, con 82 votos a favor y 20 en contra, en sesión plenaria mixta extraordinaria del Senado, se aprobó la proposición final del informe de Conciliación del proyecto de ley para reformar el Código Electoral. El Proyecto de Ley es el 234 de 2.020 Senado y 409 de 2.020 Cámara “Por el cual se expide el Código Electoral Colombiano y se dictan otras disposiciones.” Motivan los votantes en contra, que permanecieron normas retardatorias intocables, que no garantizan unas elecciones limpias y que la aprobación de tal entuerto legislativo se hizo de manera virtual, violando el espíritu de la Constitución Nacional. No se resuelve la prohibición de la violencia política y de género en propaganda electoral y lo relacionado con la responsabilidad administrativamente en lo electoral. Lo de la jornada electoral en estado de emergencia. La implicación de facultades extraordinarias en lo electoral. Lo relacionado con el voto de extranjeros y la biometría en particulares. La constancia de la oposición política, por parte de (Colombia Humana) lo hizo el senador Gustavo Petro, expresando que “con este Código Electoral la Colombia Humana no tendría participación en las próximas elecciones 2.022.”

De manera que son muchas las preocupaciones y con 82 artículos que generaron múltiples discrepancias, nos encontramos con un acto legislativo de reforma constitucional fallido y una frustración más para el pueblo colombiano, debiendo afrontar lo que ello repara. Esta tal reforma resulta ser un remedio peor que la enfermedad. No cumple con el mandato consignado en los Acuerdos de La Habana, de compromiso ineludible, por parte del Estado colombiano, en su implementación

Se hace imperiosa la necesidad de la reforma estructural a los procedimientos en lo de reforma política y electoral consagrada en el numeral 4 de los citados Acuerdos, agobiados por la constante de hacerlos “trizas” en violación al pacta sud servanda que inspiro la dejación de las armas por parte de las traicionadas a FARC-EP.

El análisis de la ineficacia a que ha sido reducido el mecanismo de expresión soberana y popular de la revocatoria del mandato enfila en la consideración del análisis del sistema corrupto electoral colombiano, que continua vigente. Obedece a la constante del llamado “orden contra insurgente” que la secta política, que no partido, en el poder, impulsa en todos los ámbitos de la vida nacional; siendo el causante de tantas desgracias. Todo ello por cuanto que el actual sistema electoral es el que ha permitido la permanencia e influencia de una casta política inspirada en lo antipopular y alimentada de los recursos del narcotráfico y el para militarismo, que les permite atornillarse en el ejercicio dictatorial del poder. Ante los avances del descontento social y del movimiento popular de masas, perciben pasos liberatorios que los colocan en una defensiva de miedo al pueblo y apresuran presentar proyectos estentóreos, con ecos mediáticos, que resultan impotentes a sus propósitos hegemónicos.

El papel jugado por la Registraduría continúa siendo el de su utilización como un botín burocrático al servicio de quien resulte ganador en el proceso electoral. Actualmente la Registraduría cuentas con 4.000 funcionarios y solo eran de planta unos 600. Con este proyecto conciliado 1.120 registradores municipales quedan en el vaivén de la libre remoción, perdiéndose la confianza y calidad de independencia en el cargo, anunciando lo incierto de las reglas de juego para la oposición y la suerte de la contienda electoral. Se confirma así que el que escruta elige.

La tal reforma resultó ser la prolongación de la práctica del carrusel de la compraventa de votos, que emprende con diligencia y presteza el Consejo Nacional Electoral (CNE) y que se refleja en su ejecución por las mafias narco paramilitares en las regiones

Un gobierno ilegitimo le teme a l debate y la confrontación directa con la población organizada

Se es dado en afirmar, que en Colombia proyectar los profundos y radicales cambios políticos, sociales, económicos, militares y de defensa de lo ecológico, aún con propuestas Alternativas, resulta utópico. Esas rémoras políticas retrasan al movimiento popular; detienen el ansiado cambio e impiden la realización de aplicación de verdaderos programas que conlleven a una Revolución Institucional. La oposición política de la izquierda legal viva y expresa en las movilizaciones de masas, no tiene dueños. Obedece a una visión propia de país en lo político-social; subsiste con la presentación de programas máximos y mínimos, cual universo de ideas y propuestas inspiradas en la vocación de poder popular. Por eso trasciende, con cosmovisión propia, ante el alcance de los Progresistas, Reformistas, Socialdemócratas liberales, Humanistas; los cuales son sus aliados en la identificación de alianzas y lucha de resistencia contra la derecha militarista y ante la hegemonía oligárquica contra insurgente impuesta en el país.

En Colombia, se logra superar el desdibuje de la realidad política, al aceptar la inexistencia del llamado “centro”. Dinamiza la iniciativa en asonancia con la supremacía de las convicciones de posmodernidad que impera en el mundo. Se cuenta con el mayor acervo teórico de distinción y claridad, en el presupuesto dialéctico que, sin teoría revolucionaria, no se dan cambios revolucionarios. Comenzando por perder el miedo impuesto por la dictadura mediática a lo de “revolucionario”. Esto contribuye a la cualificación de la actividad política en la aplicación de una lingüística de distinción. Triunfa la aplicación de la lucha de los contrarios. Contribuye a su identificación, superando lo de “blandos”, “centristas”, “conservaduristas” y reivindicando al vergonzante de izquierda ubicado como “mamerto”. En el entorno de la actividad política se está ante la identificación de la lucha de contrarios entre la derecha y la izquierda. Este presupuesto se da como resultado de la cualificación del movimiento popular y el asomo de concretar una política de proyección, en el ineludible paso de obtención de un gobierno de transición en Colombia.

Primando la lucha contra el neoliberalismo y por la defensa de la democracia, acudir en las actuales circunstancias políticas por la que atraviesa el país – que he intentado esbozar en lo anteriormente escrito- a la revocatoria de mandato a alcaldes, como mecanismo de participación popular, resulta improductivo. A más de 28 alcaldes en el país intentan aplicarle la revocatoria del mandato, transcurrido un año de su posesión y con aplicación de los requisitos en la Ley 134 de 1994. Pero no se trata de una aplicación de uso mecánico en el tiempo, como si llegara la época del invierno o el verano. Seguro que ese número de alcaldes arribaron al poder con sobrado juego de engaños y artimañas, propio de un sistema electoral corrupto y de casino, imperante. A sus motivadores les puede asistir la convicción y demostración que como mandatarios han incumplido el programa de gobierno, por el cual fueron elegidos. Se darán casos sobrados de existencia de descontento generalizado entre la ciudadanía contra la gestión de determinados actores en cuestión. Resaltarán los indicios y pruebas de incumplimiento descarado a las promesas de campaña y querrán, con el uso de ese instrumento, definir el futuro de tales elegidos y someterlos a la voluntad ciudadana. Pero tal como está el estado de cosas inconstitucional (eci) en el país, todo resultará vano e ineficaz. No compensa el desgaste político de líderes y de activistas que le restan dinámica al avance del movimiento de protesta de Resistencia social. Precisamente, ese acumulado de incumplimientos es el que deben afrontar los ilegítimos ungidos de falsa autoridad ante el reclamo de la lucha popular, la Minga indígena, el Paro Cívico Político Nacional. Todas las causas y motivaciones están dadas para la movilización popular en esos 28 municipios citados. Esos alcaldes y sus asesores, cual perros rastreadores, en el uso astuto de los recursos, preverán que si dieren con alguien sagaz, no les tomarían el pelo de manera aguda y perspicaz. Ese recurso de participación popular, mediante el instrumento legal de reglamentación, quedó cual armatoste de gran tamaño y poca utilidad y el diligente líder social queda a la zaga, en la parte trasera, cual corredor que no asimila la competitividad, en esa desigual competencia. Seria más de lo mismo.

La indispensable reforma electoral fue sepultada por el poder legislativo, representativo de los bloques de poder antipopulares imperantes. Votar por votar no representa las aspiraciones de representatividad del pueblo colombiano, con postulaciones a cargos públicos de gentes cuestionadas, con un sistema de financiamiento a los partidos anidados bajo la corrupción, el clientelismo y la compraventa de votos. Asistimos a la existencia de un sistema institucional electoral perverso entronizado en la impunidad y la corrupción. Todas las estructuras del sistema electoral vigente, desde su institucionalidad registral, carente de la buena fe pública, rodeada de ilegitimidad, hasta el ejercicio mismo de la práctica electoral, están viciados.

¿Qué está pasando en las elecciones de Estados Unidos?

El sistema electoral en los EEUU y el poderío de Trump en el Partido Republicano.

Vladimir de la Cruz

El resultado de las elecciones en Estados Unidos no ha acabado formalmente, no se ha terminado de cerrar el proceso en toda su dimensión. Aún no ha terminado el conteo de votos y su verificación correspondiente en algunos Estados, de los 50 que forman la Unión Americana, junto al Distrito Capital. Todavía en enero se eligen dos senadores, que puede ser la diferencia para tener la mayoría de ese órgano político.

Aunque se conozcan los resultados generales, de la votación del pasado 3 de noviembre, no ha habido aún una declaratoria definitiva del ganador. Por ello es que los medios de comunicación, la prensa en general es la que termina señalando, y dando por ganador, a aquel candidato que se sabe por los resultados provisionales que ganó la mayoría de los miembros del Colegio Electoral, que es el grupo de ciudadano, 538 en total, encargado y designado para emitir finalmente los votos, en nombre del resto de los ciudadanos, para proclamar al Presidente y al Vicepresidente de los Estados Unidos.

Los votantes o miembros del Colegio Electoral resultan electos del mismo proceso de votación general y de carácter popular de cada Estado. Así se da el voto popular general y el voto de los miembros del Colegio Electoral.

No necesariamente la mayoría de los votos populares asegura la mayoría de los votos del Colegio Electoral porque ello depende de cada Estado, en el número de sus votantes. Así puede darse, a favor de un candidato, una mayoría de votos populares y una minoría de votos en el Colegio Electoral, como le resultó a Hillary Clinton en el 2016 contra Donald Trump. Del mismo modo, en las actuales elecciones Joe Biden ha ganado abrumadoramente el voto popular y, de igual manera, el voto mayoritario de los miembros del Colegio Electoral, situación que no acepta, en este caso, Donald Trump, quien ha perdido las elecciones.

48 de los 50 Estados tienen un sistema eliminatorio de voto, por el cual el candidato que obtiene la mayoría de los votos populares se lleva todos los Votos Electorales, los del Colegio Electoral, a su favor.

Los miembros del Colegio Electoral, una vez que se certifiquen los resultados de votación por cada Estado, se reúnen en la capital de cada uno de los Estados, para emitir sus votos, en la primera quincena de diciembre. Realizada esta votación, estos votos se envían a Washington, para que, en sesión conjunta del Congreso y el Senado, se cuenten y se haga la proclamación oficial del ganador a la Presidencia de los Estados Unidos, en los primeros días de enero, quien asume unos días más tarde ya oficialmente. Así, es el Colegio Electoral y no los votos populares los que eligen al Presidente y Vicepresidente de los Estados Unidos.

En las elecciones que acaban de pasar Joe Biden y Kamala Harris han ganado ambos procesos, votos populares y votos electorales. Queda en los próximos días por confirmar estos resultados de acuerdo con los procedimientos de cada Estado, lo que debe hacerse antes del 14 de diciembre.

De todos los procesos electorales que ha habido en Estados Unidos para elegir Presidente y Vicepresidente, en 18 ocasiones, incluida la de Trump, el ganador no ha obtenido la mayoría de los votos populares. La primera vez que ocurrió fue en 1824 con John Quincy Adams y en las dos últimas fue con George W. Bush en el 2000 y Donald Trump en el 2016.

Como en todo proceso electoral se pueden impugnar sus resultados. En el caso de los Estados Unidos eso procede hacerlo en cada Estado, y al interior de cada Estado. Por esta razón es que se aprecia a Donald Trump impugnando casi 50 procesos electorales en los distintos Estados, con ánimo de recortar o eliminar votos del candidato ganador, para cambiar, de serle posible, los votos electorales a su favor, situación que ya no es posible hacer. Los resultados son contundentes a favor de Joe Biden y Kamala Harris.

El sistema electoral de los Estados Unidos es propio de ese gran país, del mismo modo como hay sistemas electorales en otros países de manera particular.

De acuerdo con la Constitución de los Estados Unidos los Estados son los que tienen ciertas facultades de manera propia y exclusiva, entre ellas aspectos de educación, de salud y de carácter electoral, mientras que el Gobierno Nacional o Federal, atiende la política exterior y los asuntos de defensa y seguridad nacional, por ejemplo. Por ello se han producido, junto con el Distrito Capital, 51 elecciones estatales para elegir al Presidente y Vicepresidente, con el doble de resultados de votos populares y votos electorales.

El sufragio en los Estados Unidos, como Derecho, se desarrolló históricamente, como en la mayoría de los países, para alcanzar a la totalidad de la población mayor de 18 años. La primera vez que hubo una elección, en 1789, de la que resultó electo George Washington, solo participó el 6% de la población mayor de 21 años, de 13 Estados, en esa época, que podían votar. Hoy pueden hacerlo todos los mayores de 18 años.

Otras instancias de votación son el Congreso, de 435 miembros, y el Senado con 100 miembros.

Las elecciones para cargos federales se deben realizar en años pares, las de los diputados cada dos años, para períodos de 4 años. Los senadores duran en sus puestos seis años, cambiándose por tercios, 33 senadores, cada dos años.

Al Presidente solo se le permite, por reforma constitucional realizada en 1951, solo una reelección consecutiva o alterna. Los demás puestos de elección popular pueden reelegirse. Joe Biden tiene 47 años de ser Senador.

El Senado se compone de 100 miembros a razón de dos por cada Estado, mientras que en el Congreso se elige un miembro por cada Estado y el resto por resultado proporcional de votos según la población votante.

Desde 1852 todos los Presidentes de Estados Unidos han pertenecido a los partidos Republicano o Demócrata. Del mismo modo ejercen un control similar de las Gobernaciones estatales.

El sistema electoral de los Estados Unidos está hecho para que los partidos pequeños tengan muy poca capacidad de elegir representantes populares al Congreso o al Senado, por la forma del sistema mayoritario uninominal, por distrito, que existe de candidaturas.

Junto a esto, el sistema del Colegio Electoral afirma y consolida y refuerza, el poder bipartidista de los Estados Unidos.

Las encuestas electorales en Estados Unidos juegan un papel muy importante. En esta campaña electoral y en la anterior del 2016, respecto a los votos populares fueron muy acertadas, no así en los votos electorales. Del 2016 al 2020 se hicieron correcciones para la medición de los datos de encuestas, que aún no satisficieron en sus resultados, lo que llevará a nuevos procesos de ajuste y de formulación regional de las encuestas, en todas las dimensiones que lo hacen en Estados Unidos, para lograr mayor precisión y certeza en sus resultados, para futuras evaluaciones.

Las elecciones en Estados Unidos, las nacionales o federales, se realizan desde las bases de las comunidades. No existen normas generales para todos los Estados, que pueden tener sus particularidades de organización y conteo de votos. Hoy se obliga a que haya papeletas de votación de varios idiomas para asegurar los votantes que no tienen el inglés como primer idioma, por lo que puede haber distintos tipos de papeletas y de votación.

En la mayoría de los países hay un órgano institucional, director, organizador con capacidad de declarar el resultado electoral de manera definitiva. No es así en Estados Unidos.

El resultado de la reciente elección ha desnudado a la sociedad norteamericana, exhibiéndola altamente dividida en el campo político, entre las dos fuerzas que se expresan en los partidos Republicano y Demócrata, representando cada uno de ellos tendencias conservadoras y liberales, donde los conservadores son extremistas, y a los liberales, que calzan más con postulados socialdemócratas, los acusan de socialistas y casi comunistas.

Las elecciones han hecho surgir caudillismos políticos que no eran evidentes en la sociedad norteamericana, de tipo populista, siendo Trump su mejor representante, que se ha impuesto como líder de masas, con su propia fuerza, de carácter conservador, derechista, populista, de cierto estilo fascista. No casualmente le apoyan los movimientos nacionalistas, anticomunistas y antisocialistas en general, profascistas, religiosos conservadores, supremacistas, armamentistas, antimigracionistas.

Trump perdió las elecciones ganando en lo personal. También se impuso como líder, hasta hoy, en el poderoso Partido Republicano. Ha generado un terror y un miedo a los propios dirigentes nacionales de este Partido, que no lo han podido frenar, ni imponérsele como Partido para que reconozca el resultado de las elecciones, ni el Partido como tal lo ha hecho. Logró aumentar el número de congresistas sin haber obtenido la mayoría, mantiene la mayoría del Senado, salvo que la elección de los últimos dos senadores el 5 de enero, los pierda. Si los mantiene ejercerá un control poderoso sobre el próximo Gobierno de Biden y Harris. Ha anunciado que seguirá en política, en caso de aceptar su derrota, para volverse a postular en el 2024, con lo cual está desplazando a cualquier candidato que quiera hacerlo dentro del Partido Republicano. Ha fortalecido su presencia en dos medios televisivos con ese propósito. Desarrolló un estilo de comunicación por Twitter que no va a dejar de lado con sus fanáticos seguidores. Ha enseñado a sus seguidores a movilizarse como milicias ciudadanas, incluso armadas. Ha sostenido, discurso que mantendrá, que las elecciones le fueron robadas, que el triunfo de Biden es resultado de un fraude, lo que tiene que reivindicarse. Ha fomentado un discurso divisor de contenido antisocialista, casi al nivel del macartismo de los años cincuenta.

Trump está forzando el sistema institucional, peligrosamente, a no reconocer el triunfo de Biden, y a forzar que sea el Senado y la Corte Suprema de Justicia, con mayoría de jueces conservadores, nombrados por el Partido Republicano y por el mismo Trump, para que se desconozca ese resultado electoral y se afirme su continuidad en el Poder del Gobierno Federal, lo que parece ser una fórmula jurídica en posibilidad de llegarse a aplicar, sin considerar el peligro que eso entraña para la propia democracia norteamericana, su sistema político y para el escenario de una guerra civil de incalculables consecuencias, con un gobierno autoritario, que surgido de esa manera, no sería más que una dictadura y una tiranía.

La salida de Trump y la llegada de Biden es también otro reto para el Partido Demócrata, de desarrollarse más como un partido de masas, con clara y fuerte presencia nacional del Presidente Biden y su Vicepresidenta, Harris, de desarrollar una acción de gobierno fuerte, vigorosa, trascendente a toda la sociedad norteamericana, con posibilidad real de unir a la nación y de derrotar las tendencias populistas de Trump.

Al menos hasta ahora la llegada de Biden a la Presidencia de los Estados Unidos se ha visto a escala universal como un nuevo amanecer, como un fortalecimiento de las relaciones internacionales que se habían alcanzado alrededor de metas comunes en muchos campos, a la no desglobalización y debilitamiento de los organismos internacionales que hoy de muchas maneras influyen, con sus limitaciones, en la paz mundial, en el comercio internacional y en el desarrollo y fortalecimiento de los Derechos Humanos en todas sus expresiones.

Artículo publicado en Wall Street International Magazyne el lunes 23 de noviembre del 2020 y enviado a SURCOS por el autor.