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Etiqueta: trabajo doméstico

Trabajo doméstico remunerado: reducción de la jornada laboral y suspensión contractual (IV)

“El trabajo doméstico es eso que no se nota a no ser que no se haya hecho.”

Manuel Hernández

Una cuestión, de las tantas que surgen a raíz de las incertidumbres e implicaciones que en el mundo del trabajo está causando la pandemia, concierne a la aplicación o no de la recientísima ley que autoriza a las empresas recortar las jornadas [1] y la figura de la suspensión temporal de los contratos, en el ámbito del trabajo doméstico remunerado.

1.- RÉGIMEN LEGAL DEL CONTRATO DOMESTICO REMUNERADO

Lo primero que corresponde destacar es que el trabajo doméstico remunerado configura un contrato laboral, como cualquier otro, con determinadas especificidades.

En la doctrina del derecho del trabajo se considera que es un contrato de trabajo especial.

En nuestro ordenamiento, este contrato especial está regulado en el Capítulo Octavo del Código de Trabajo, denominado “Trabajo doméstico remunerado”.

El primer artículo de este capítulo lo define de la siguiente manera;

“Artículo 101.- Las personas trabajadoras domésticas son las que brindan asistencia y bienestar a una familia o persona, en forma remunerada; se dedican, en forma habitual y sistemática, a labores de limpieza, cocina, lavado, planchado y demás labores propias de un hogar, residencia o habitación particular, que no generan lucro para las personas empleadoras; también pueden asumir labores relativas al cuidado de personas, cuando así se acuerde entre las partes y estas se desarrollen en la casa de la persona atendida.(…)”.

De esta definición legal (lege data) se pueden precisar las principales características del contrato de trabajo doméstico remunerado:

i.- El objeto: la prestación asistencial se brinda directamente a una familia, persona, incluyendo labores básicas de cuidado de personas, a cambio de una remuneración; por cierto, de las peor pagadas en nuestro país.

ii.- Son trabajos domésticos aquellos realizados de manera habitual y sistemática por una persona, que en términos generales corresponden a lo que podríamos decir labores propias de hogar (profesionalidad).

iii.- Locación de la prestación: el trabajo se realiza normalmente en la casa o residencia del empleador.

iv.- La causa: la relación no tiene una causa lucrativa para el patrono, no es fuente directa de ganancia para el empleador.

Se podría decir que esta última característica es la definitoria de esta especie de contrato -aunque no exclusiva-, con base en la cual podemos despejar la incógnita formulada al principio.

Esta característica también nos permite deslindar este tipo de contrato, de cualquier otro que se inserte en el ámbito productivo y organizativo de una empresa.

2.- IMPROCEDENCIA DE LA APLICACIÓN DE LA LEGISLACION DE EXCEPCION QUE AUTORIZA LA REDUCCION DE LA JORNADA Y SUSPENSION DE LOS CONTRATOS DE TRABAJO

Partiendo de esta tipología y caracterización jurídica del contrato de trabajo doméstico remunerado, corresponde resolver, de manera sucinta, la cuestión planteada:

1.- Inaplicabilidad de la “Ley de autorización de reducción de jornadas de trabajo ante la declaratoria de emergencia nacional”, N° 9832, en el ámbito del trabajo doméstico remunerado

El objeto de esta ley, de muy dudosa constitucionalidad[2], consiste en autorizar a las empresas la reducción unilateral y temporal de las jornadas de trabajo, cuando sus ingresos brutos resulten afectados, a consecuencia del hecho generador de la declaratoria de una emergencia nacional.

La ley delimitó los rangos en que se pueden recortar las jornadas de trabajo (hasta salvajemente un 75% de la jornada semanal), y en consecuencia, la disminución proporcional de los salarios, en función de los parámetros definidos de contracción de los ingresos brutos de las empresas (artículo 1, 3 ídem).

La ley autoriza a los patronos reducir las jornadas, a costa del rebajo de los salarios, cuando las empresas sufran una reducción de sus ingresos brutos.

Partiendo de lo anterior, entonces, no resulta pertinente, al amparo de esa perniciosa ley, la reducción de la jornada de las personas que prestan trabajo doméstico remunerado, en virtud que su actividad no se inserta en el ámbito organizacional y productivo de una empresa.

Por tanto, en el trabajo doméstico remunerado resulta absolutamente inaplicable esta gravosa ley.

2.- Inaplicabilidad de la suspensión de los contratos de trabajo sin responsabilidad patronal

La suspensión parcial o total de los contratos de trabajo está regulada en los artículos 73 y siguientes del Código de Trabajo (CT).

El artículo 74 CT define las causas objetivas de suspensión de los contratos de trabajo: a.-) falta de materia prima imputable al empleador, b.-) fuerza mayor o caso fortuito y c.-) la muerte o incapacidad del patrono, siempre que tengan como consecuencia directa, inmediata y necesaria la suspensión temporal de los contratos.

En dos entregas anteriores, sostuve y reitero que las pérdidas económicas que puedan sufrir las empresas a raíz de la pandemia, no son causas que se puedan reconducir al inciso b) del artículo 74 CT [suspensión de los contratos por fuerza mayor o caso fortuito], salvo que se realice una interpretación muy retorcida y maliciosa de la ley, favoreciendo sin justa causa al patrono, en perjuicio de las y los trabajadores.[3]

Ahora bien, si esta norma legal no ampara la suspensión de los contratos, por los motivos económicos que tan creativamente han estado arguyendo los empresarios, mucho menos esta disposición la podrían invocar los patronos del trabajo doméstico para justificar la misma pretensión.

No puede aplicarse esta disposición del Código de Trabajo, porque el trabajo doméstico se desarrolla en el ámbito de la vida del hogar, que no tiene causa lucrativa para la empleadora; por lo que no se podrían invocar pérdidas de actividad económica, a consecuencia de la emergencia sanitaria, para pretender la suspensión de los contratos, con la afectación de los salarios de los y las trabajadoras del servicio doméstico.

Para abundar, las razones por las que no procede el rebajo de la jornada de los contratos de trabajo doméstico, a fortiori, son las mismas por las que deviene inaplicable la figura legal de la suspensión contractual.

El Ministerio de Trabajo y Seguridad Social le corresponde cerrar todo portillo que facilite el hurto de los salarios de las personas que prestan trabajo doméstico, en su mayoría mujeres, que devengan las peores remuneraciones de “nuestro” país.

¡Los sacrificios no los tienen que seguir soportando las mismas de siempre!


[1] Los alcances e implicaciones de esta ley las les comenté en el artículo “Neoliberalismo en tiempos de pandemia.”

[2] Los cuestionamientos de constitucionalidad se desarrollaron en el artículo “Neoliberalismo en tiempos de pandemia”.

[3] Los dos artículos  que abordan este tema son los siguientes: “Pandemia y suspensión de los contratos de trabajo” y “Suspensión exprés y a la carta de los contratos de trabajo.”

Ilustración: OIT

Las mujeres del campo y el coronavirus

Los robles de sabana están en flor, en toda su belleza, los mangos también están en flor y los árboles de mayo, igual que otros en el norte y en el sur. Para nosotras ver los árboles en flor con sus distintos tonos de rosa, amarillo, naranja, es un regalo de la naturaleza y es hermoso. Podríamos disfrutarlos más si no estuviéramos en una situación tan difícil, tan peligrosa y sobre todo tan incierta. Este documento surge de diversas comunicaciones que hemos tenido entre las compañeras de la Red de mujeres Rurales desde sus regiones y la Asociación Tinamaste.

Hemos estado comentando varios materiales sobre la epidemia, el comportamiento del virus, y por supuesto son solo algunos, porque hay muchísimos sobre el tema y no podemos ni siquiera tratar de leer lo que sale y al ritmo que se están produciendo, sobre todo porque tenemos que seguir trabajando. No cabe duda que la información que tenemos es muy escasa.

Vemos muchas manifestaciones de solidaridad ante el desastre social y sobre todo de salud, y eso es maravilloso, y mucho se ha planteado que la pandemia nos debe hacer pensar que tenemos que salvarnos juntos o no nos salvaremos de esta crisis; ni de las que vienen.

Porque esta descomposición global, es resultado de un planeta enfermo y una sociedad enferma, todo deteriorado, maltratado. Y porque vendrán muchas más si no cambiamos.

Queremos plantear una vez más que esta situación no es resultado solo del virus como tal, ni que se resolverá una vez controlado el virus. Por eso queremos plantear y denunciar varios asuntos.

La crítica situación sanitaria nos pone enfrente de manifestaciones diversas, y podemos decir que todas agravan la discriminación que ya vivimos. Ya las relaciones sociales en esta sociedad nos afectan, pero se está profundizando el aislamiento y nos saca de la calle, de esa calle que nos ha costado tanto conquistar con muchos años de lucha y de ruptura del encierro de las mujeres. Esta situación además pone a las personas en una dependencia aún mayor de la comunicación electrónica, con el agravante de que no toda la población tiene acceso, y nosotras en particular no tenemos acceso a las mismas posibilidades de comunicación.

Algunas de las mujeres en el campo solo recibirán de información lo que vea en la televisión, en los noticieros que siempre nos han desinformado, sin acceso a internet, sin señal o sin el equipo necesario para poder comunicarnos, mientras que otros sectores de la población podrán buscar diversas fuentes de información, con las más variadas opciones tecnológicas. No es cierto que tengamos las mismas posibilidades.

Eso también nos pone en mayor desventaja ante la situación actual. Pero se nos presentan también otras muchas manifestaciones que evidencian que no todas y todos lo estamos viviendo de la misma manera. Suena fácil decir que no salgamos de casa. ¿será que no pueden pensar en cómo vivimos la mayoría de la población que vivimos con lo que nos ganamos al día.

Muchas de las mujeres de campo (y de barrios urbanos populares también) complementan sus ingresos con el trabajo doméstico en otras casas de otras familias. Aquí se presentan pocas opciones para aislarse y no entrar en contacto con otras personas, como pueden hacerlo familias de capas medias profesionales y por supuesto sectores dominantes. Las mujeres trabajadoras domésticas si no vamos a trabajar no tenemos ingresos para la alimentación de las familias y si vamos, debemos tomar autobuses, entrar en contacto con otras personas en diversos espacios, en fin, las posibilidades de contagio son mucho mayores. Y ni qué decir de las que trabajamos en reciclajes, donde nos llegan las basuras de otros lados. Hemos tenido que ser firmes en decir que no nos envíen desechos de hospitales.

Muchas mujeres en las comunidades rurales nos movemos a los centros de población a vender productos de los patios o parcelas, o productos procesados. El sistema capitalista neoliberal nos ha querido desaparecer como mujeres campesinas e indígenas, como familias y pueblos indígenas y campesinos, pero aún no lo lograba totalmente. La economía local se ha resistido a desaparecer y mucho de esto está en manos de las mujeres. Hoy denunciamos que bajo la excusa de la protección sanitaria, la policía persigue a las mujeres que requieren vender sus productos para poder llevar comida a sus familias. todas nosotras estamos paradas, vendemos cúrcuma, huevos, cacao, hacemos cajetas de leche y confites de cacao, vinagre casero y otras cosas, o le ayudamos a vender a otras mujeres y eso ya no lo podemos hacer. Pero no está prohibida la venta de alimentos en los supermercados, por supuesto. ¿Serán motivos sanitarios o será otra manifestación de discriminación de clase? Mientras en los espacios de las grandes discusiones se reconoce cada vez con más frecuencia que la producción local es la que nos puede salvar. Europa amanece con el gran dilema, cierra las fronteras y deja los miles de productos que alimentan a la población sin entrar o se verán obligados a dejar entrar los miles de vehículos terrestres, marítimos o aéreos con los alimentos. Pero el estado costarricense todavía no se entera que debe fortalecerse la producción y el mercado de productos nacionales y dejar de perseguir a las mujeres que con sus productos somos parte de la cadena de los mercados locales. Las grandes empresas que han venido acaparando la tierra, la producción y mercado, con el apoyo estatal, están aprovechando la crisis para intensificar la persecución contra nuestras ya reducidas economías para terminar de matarnos.

¿Será que con estos alimentos se provocará el contagio? ¿Será que se puede escoger entre no hacer las ventas o morirse de hambre? La solidaridad se debe practicar con el consumo de productos locales, no con la persecución.

Y también en las zonas rurales nos meten miedo sobre el consumo de nuestros alimentos.

Tenemos gallinas, y con la alerta sanitaria nos dicen que nos puede dar alguna enfermedad mortal, pero las cadenas comerciales si están haciendo billetes. Meterle miedo a la gente da buenos resultados a los grandes negocios y se trae abajo nuestra economía campesina y nuestras formas de sobrevivir. Están utilizando el coronavirus para legitimar la persecución social.

Y mientras el miedo por el coronavirus crece en el grueso de la población, las familias en zonas transfronterizas ven profundizarse las discriminaciones por su condición de pueblos transfronterizos. Estas fronteras establecidas sobre los pueblos que desde mucho antes se ubicaron en esas zonas. Por ejemplo, muchas familias ngäbes obtienen su sustento del trabajo que realizan a este lado de la frontera, pero duermen al otro lado de la frontera, o a la inversa, muchas mujeres tienen su casa a este lado y cuidan familiares al otro lado de la frontera. Hoy amanecieron con que no pueden pasar la frontera, y no pueden asistir a sus trabajos, y con ello no tendrán el jornal y con qué alimentar a sus familias. ¿Será el coronavirus es la amenaza mayor? ¿O la imposibilidad de comer? Por otra parte, las mujeres de los territorios indígenas, donde el Estado no ha procedido a dar ni un solo paso real para la defensa de los territorios y la protección de las poblaciones violentadas por los finqueros usurpadores, viven una amenaza inmediata a sus vidas, no por el virus, sino por los finqueros y matones pagados por los finqueros. A un año del asesinato de Sergio Rojas y a menos de un mes del asesinato de Yehry Rivera, ambos dirigentes indígenas en defensa de los territorios, la impunidad campea, los intereses de los finqueros racistas, usurpadores, ocupantes ilegales, se han impuesto con la protección del Estado costarricense. ¿Y la seguridad de las comunidades indígenas? ¿Y la aplicación de la ley y de las medidas cautelares de protección a las comunidades indígenas dónde queda? En estos momentos los finqueros se sienten seguros, confiados y están en total impunidad.

Eso les permite seguir quemando casas, cosechas, entrar en espacios privados y robar objetos, amenazar de muerte y violación a las mujeres. Se prevé que el encierro en las casas va a provocar más violencia en las familias y como mujeres debemos acompañarnos para que eso no suceda, pero ¿quién nos va a proteger de la violencia de los finqueros en los territorios indígenas?  Todas estas manifestaciones de la crisis de salud son resultado del mismo sistema en que vivimos. Por décadas el Estado neoliberal nos ha impuesto el monocultivo y la producción industrial como única forma de producción, diciendo que era progreso, que nos traía empleo y mejores condiciones de vida y con ello destruyeron la biodiversidad, nos llenaron de contaminación, con envenenaron el agua, nos quitaron la tierra, nos dieron trabajos mal pagados y en malas condiciones y nos enfermaron. Pero nos dijeron que eso era más limpio.

Hoy sabemos que el desequilibrio ambiental, la cría industrial de animales confinados y la destrucción de la Naturaleza, permiten la transmisión global de las enfermedades; la pérdida de la biodiversidad ha anulado barreras planetarias para responder ante virus y bacterias.

Además, sabemos que la producción industrial de alimentos nos ha quitado los alimentos saludables y diversos y todo ello se sostiene con la concentración de la tierra y otros bienes como agua y semillas. Nos plantean el aislamiento y las medidas de limpieza como las únicas vías para salir de la crisis del coronavirus, pero no dicen que solo es posible si tengo agua limpia, si tengo acceso a los productos de limpieza y sobre todo si podemos mantener altas las defensas del cuerpo y eso solo es posible si tenemos una dieta adecuada, diversa y suficiente.

Desde la Red hemos manifestado muchas veces la necesidad de cambiar estas relaciones de concentración económica, de concentración de la tierra. La diversidad de alimentos saludables y su producción solo puede estar en manos de la producción campesina. Se siguen gastando grandes cantidades de recursos públicos en prevención, contención y tratamiento, pero no se menciona ni una sola medida para cambiar las causas de tanto desastre.

Las mujeres del campo en el mundo hemos demostrado que desde otra lógica podemos producir los alimentos para nuestras familias y comunidades y comercializar en el espacio local para alimentar al mundo, que podemos producir manteniendo equilibrio con la naturaleza, siendo parte de ella y no explotándola. Ante la crisis de salud, de alimentación y de ambiente, solo hay una salida, distribución de la tierra, no acaparamiento de semillas, producción sin agrotóxicos, diversidad en la producción. Solo promoviendo la producción campesina, facilitando los mercados y las cadenas de distribución para poder comercializar nuestros productos, con la participación de las mujeres en la toma de decisiones y control de los bienes en las comunidades podremos construir otras formas de producir, otra forma de ser y otra forma de estar en el planeta.

RED DE MUJERES RURALES DE COSTA RICA
ASOCIACION TINAMASTE
20 de marzo de 2020



Presentación de libro «Mujeres de las fronteras. Subjetividad, migración y trabajo doméstico»

El Doctorado en Estudios de la Sociedad y la Cultura invita a la presentación del libro «Mujeres de las fronteras. Subjetividad, migración y trabajo doméstico», de autoría de la Dra. Roxana Hidalgo Xirinachs, Directora del DESC.

La actividad tendrá lugar este próximo martes 08 de noviembre a las 6:00 p.m. en el Auditorio de Educación Continua, Ciudad de la Investigación, UCR.

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*Imagen de portada con fines ilustrativos tomada de fotos Archivo UCR, Luis Alvarado.

Enviado a SURCOS Digital por Doctorado en Estudios de la Sociedad y la Cultura.

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Trabajadoras domésticas logran aseguramiento por medio tiempo

COMUNICADO DE PRENSA

Aseguramiento por medio tiempo del trabajo domestico: un logro para las trabajadoras domésticas en Costa Rica

 

El viernes 22 de julio la junta directiva de la Caja Costarricense del Seguro Social de Costa Rica, aprobó el aseguramiento por medio tiempo de las trabajadoras domésticas por mandato del poder ejecutivo. Este logro fue posible a partir de un acuerdo interinstitucional del Ministerio de Trabajo, la Defensoría de los Habitantes, el Instituto Nacional de las Mujeres, la Organización Internacional del Trabajo, el Gobierno de la República y la Asociación de Trabajadoras Domésticas – Astradomes.

Hasta ahora el aseguramiento de las trabajadoras domésticas nacionales y migrantes se realizaba únicamente a tiempo completo, aunque éstas trabajaran sólo medio tiempo. Esto representaba altos costos para el empleador, lo que en muchos casos implicaba una evasión de sus obligaciones patronales. Siendo ahora a cargo de tres actores: el empleador, la trabajadora y el Estado, las trabajadoras domésticas tendrán beneficio y garantía de su seguro social. Además si la trabajadora está a cargo del cuido de adultos mayores o niños se reducirían aún más los costos al empleador por el aseguramiento.

Se espera que este acceso al seguro social, facilite también el proceso de regularización de las trabajadoras domésticas no costarricenses. No obstante este es apenas un pequeño avance para conseguir dicho estatus de regularización migratoria. Así lo subrayan la señora Rosita Acosta Ramírez, presidenta y fundadora de la Asociación Astradomes para la defensa de los derechos de las trabajadoras domésticas, y la señora Jenifer Soto Loaisiga, asesora de trámites migratorios.

Los costos de la regularización migratoria de las trabajadoras domésticas no costarricenses siguen muy siendo altos, se requieren documentos que muchos patronos no quieren facilitar, el tiempo para procesar los casos es muy largo y en dichos periodos suele haber cambiado la situación de trabajo de la trabajadora doméstica. Asimismo el permiso de trabajo que se otorga con la regularización no es portable, por lo que amarra la trabajadora migrante a su patrón, lo que se percibe según la señora Acosta como “una esclavitud moderna”.

Por lo tanto, si bien el aseguramiento de las trabajadoras domésticas representa un logro muy importante, desde Astradomes señalan que aún es necesario redoblar esfuerzos para la promoción, visibilización y mejoramiento de la situación laboral, tanto en el caso de trabajadoras domésticas extranjeras, como nacionales.

Para ello es urgente un compromiso real desde las instituciones del Estado, la sociedad civil y cada persona individualmente, para seguir avanzando en el reconocimiento de los derechos laborales de estas trabajadoras.

 

Más información: Tel. 2280 1646. Correo electrónico: astradom@racsa.co.cr

Facebook: Asociación de Trabajadoras Domésticas – Astradomes

Dirección: Curridabat, San José. Del Centro Comercial Plaza Cristal 125 metros al este y 25 metros al norte, Urbanización José María Zeledón.

Contacto: Rosita Acosta Ramírez. Cel. 8829 3370

 

*Imagen tomada de la página de Facebook de Astradomes.

Información enviada a SURCOS Digital por Fabiola Pomareda, Voces Nuestras.

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Visibilizan el trabajo no remunerado de las mujeres en el país

Investigaciones sustentarían nuevas leyes y políticas al respecto

Elizabeth Rojas Arias,

Periodista Oficina de Divulgación e Información

Visibilizan el trabajo no remunerado de las mujeres en el pais
La valoración del trabajo no remunerado y la creación de una cuenta satélite podría mejorar las condiciones de un alto porcentaje de mujeres en el futuro. Estudios sobre el tema fueron expuestos en un seminario para visibilizar estas labores que representan un alto porcentaje del PIB en el país (foto Archivo Luis Alvarado).

Valiosas investigaciones que se ha realizado en el país sobre el trabajo no remunerado de las mujeres fueron expuestas en un seminario que organizó en el mes de marzo el Centro Centroamericano de Población (CCP) de la Universidad de Costa Rica (UCR), el Instituto Nacional de la Mujeres (Inamu), el Programa Estado de la Nación y el Consejo Nacional de Rectores (Conare).

En esta ocasión se dieron a conocer resultados de estudios que podrían promover cambios en las leyes y en las políticas públicas en beneficio de la visibilización de labores como el cuido de niños y ancianos, así como el trabajo doméstico, ejecutado mayormente por mujeres en Costa Rica.

Dos de estos estudios tienen algunas coincidencias y reafirman la necesidad de que en el país se continúen realizando investigaciones sobre el trabajo no remunerado, el uso del tiempo libre y la creación de una cuenta satélite que favorecería el reconocimiento de este aporte.

Panorama de las brechas de género en Costa Rica fue el tema que expuso Natalia Morales y en el cual se concluye que las mujeres realizan en promedio más horas de trabajo no remunerado que los hombres, que muchos de los hogares jefeados por mujeres están en pobreza extrema, que la mayoría de los trabajos informales están en manos de mujeres y que a pesar de tener mejores niveles de educación, la fuerza de trabajo femenino se ha desacelerado en los últimos años.

El 36% de los hogares tiene jefatura femenina, la tendencia ha ido en aumento en las últimas décadas. Del total de hogares en pobreza extrema en el país un 46% son encabezados por mujeres.

En los hogares conformados por parejas el ingreso de la mujer ayuda a reducir la pobreza. El 40% de las jefas de hogar no cotizan para una pensión, por lo tanto tienen cobertura de salud indirecta o por el Estado. El 38% de las mujeres ocupadas y el 27% de los hombres no cuentan con seguro social.

A partir de los 15 años las mujeres realizan entre 3 y 7.5 horas de trabajo no remunerado, mientras que los hombres entre 3 y 4 horas. Al trabajo remunerado las mujeres le dedican medio tiempo (4 horas) en su edad más productiva mientras que los hombres si dedican una jornada laboral completa de 8 horas.

En el país, el 45% de las mujeres y el 42% de los hombres realizan empleos informales.

Visibilizan el trabajo no remunerado de las mujeres en el pais2
La investigador del Centro Centroamericano de Población Yanira Xirinachs expuso la experiencia de las cuentas en salud para Costa Rica (foto Denis Castro).

La tasa de desempleo en el 2015 era mayor en las mujeres (11,7%) que en los hombres (7,7) el total es de 9,2.

Las mujeres que trabajan tienen un mejor nivel de educación con respecto a los hombres. Con secundaria completa y más un 47% de las mujeres y 35% de los hombres.

Es importante aumentar el empleo en las mujeres porque se ha desacelerado el crecimiento de la fuerza de trabajo en los últimos años, considera Morales.

La participación laboral de las mujeres en Costa Rica es baja en comparación con el mundo. Sin embargo de 1990 (35%) al 2013 aumentó un 15 porciento. Pero permanece por debajo de la mayoría de los países de América Latina. Las naciones con más altos porcentajes en este campo son España, Francia y los países nórdicos.

Las razones de la inserción laboral desigual son por discriminación de género que va desde los aspectos culturales, segregación laboral por carreras y ocupaciones, carencia de redes de apoyo y el consecuente desempleo por maternidad.

La autora recomienda mejorar el acceso y las condiciones de empleo para las mujeres. En cuanto a las brechas salarias sugiere una mayor inspección. Además promover la formalización del empleo femenino y crear puestos de trabajo de calidad en zonas de mayor desventaja.

Asimismo propone la valorización del trabajo doméstico y optimizar las garantías laborales.

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La investigadora del Idespo-UNA Mag. Irma Sandoval en su estudio comprobó que las mujeres dedican menos tiempo libre y más tiempo al trabajo en otros hogares por semana con respecto a los hombres (foto Denis Castro).

Valor del trabajo no remunerado

En la investigación denominada Experiencia de Costa Rica en la valoración económica del trabajo no remunerado, realizada por las magister Irma Sandoval Carvajal y Ligia González Vega, investigadoras del Instituto de Estudios Sociales en Población (Idespo) de la Universidad Nacional, se utiliza el costo de mercado de cada una de las actividades no remuneradas, ya sea tomando el precio de mercado o el pago que se recibe por realizar una actividad determinada.

Este método aunque es complejo se considera el más fiel para calcular el valor del trabajo doméstico con el salario que reciben por un trabajo equivalente cocineros(as), conserjes, enfermeras(os), etc. Este método fue el que se aplicó en Costa Rica en la encuesta que se realizó en Gran Área Metropolitana en el año 2011, cuya población urbana representa la mitad de la población nacional.

En este estudio se consultó sobre el tiempo promedio dedicado al trabajo doméstico no remunerado de la población de 12 años o más. Las diferencias más significativas entre hombres y mujeres se dan en el tiempo que dedica a la preparación de alimentos, limpieza y mantenimiento de la casa, cuidado de los niños y de personas dependientes, en donde las mujeres duplican o triplican los tiempos.

Por ejemplo en la limpieza de la vivienda las mujeres dedican en promedio 9:23 horas semanales mientras que los hombres reportan 3:58 horas; en el cuidado de niños y niñas menores de 12 años los hombres dedican 9:38 horas a la semana y las mujeres 15:25 horas en ese mismo período. Para el cuidado de personas integrantes del hogar totalmente dependientes los hombres dedican 14:14 horas a la semana y las mujeres 24:04 horas.

En total a la actividades domésticas las mujeres dedican 37:08 horas por semana y los hombres 15:29 horas.

En el estudio se hace una estimación del valor económico del trabajo no remunerado en la GAM en esos mismos rubros, las cifras totales revelan que las labores domésticas que realizan los hombres representan el 26% del total y las mujeres llevan la carga de trabajo con 74%, esto convertido en dinero representa, en el caso de las mujeres un aporte al país de 2.300.278,37 millones de colones. Los hombres aportan 805.582,19 millones de colones para un total de 3.105.860,56 millones de colones en el año 2011, que corresponde a un 15,72% del Producto Interno Bruto (PIB).

Las investigadoras Sandoval y González proponen que para la construcción de una cuenta satélite del trabajo no remunerado en Costa Rica se requiere realizar una encuesta nacional sobre uso del tiempo, cuyo instrumento se podría basar en este estudio.

 

Otros estudios y experiencias sobre el trabajo no remunerado

Visibilizan el trabajo no remunerado de las mujeres en el pais4

Durante el Seminario se dieron a conocer los resultados de otros estudios y experiencias sobre el tema Gestión del conocimiento para políticas públicas basada en la evidencia.

  • Desafíos para aumentar la participación de las mujeres en el mercado laboral de Pamela Jiménez, Programa Estado de la Nación y CCP-UCR.
  • Envejecimiento e informalidad den Colombia: Cuestión de Género, a cargo de Piedad Urdinola del Departamento de Estadística de la Universidad Nacional de Colombia.
  • Experiencia de las Cuentas en Salud para Costa Rica de Yanira Xirinachs de CCP-UCR.
  • Avances en el cumplimiento de la Ley Contabilización del aporte del trabajo doméstico no remunerado en Costa Rica, de Ana Rojas, Inamu.
  • Importancia de la Cuenta satélite de trabajo doméstico no remunerado a cargo de Carlos Carrillo de Cuentas nacionales del Banco Central de Costa Rica.
  • Políticas de corresponsabilidad social y redes de cuido, por parte de Ana Garita, Inamu.

 

Información tomada de: http://www.ucr.ac.cr/

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