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Etiqueta: violencia

Crimen organizado le arrebata jóvenes a Costa Rica

El 54% de los hombres asesinados tiene menos de 35 años

Las brechas socioeconómicas en el país se ensanchan día con día; así lo demuestran todas las mediciones que se realizan en Costa Rica. El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), el Ministerio de Hacienda, la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) y Estado de la Nación coinciden: “la desigualdad en Costa Rica es creciente, independientemente de cómo se mida”; indicaba el Informe del Estado de la Nación en noviembre de 2023.

El informe argumenta que Costa Rica muestra un abandono de sus ideales identitarios de desarrollo humano, lo que se evidencia en el incremento en los índices de violencia, y se confirma con las cifras de homicidios ligados con el narcotráfico que “se alimenta de jóvenes procedentes de hogares con fuertes carencias”, apunta el documento.

A mediados de junio de este año el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) contabilizó 406 homicidios, 56% de ellos vinculados con la delincuencia organizada.

Estamos muy lejos de parecernos al ideal de igualiticos que habíamos construido en nuestro imaginario. Costa Rica es uno de los países de América Latina donde la inequidad en la distribución de los ingresos crece desde hace 20 años. Esto sumado a las políticas de recorte presupuestario en inversión social impiden mejoras en la calidad de la educación, en acceso a becas de estudio o transporte o espacios de cuido para las personas menores en pobreza.

Laura Fernández, directora del Área de Niñez y Adolescencia de la Defensoría de los Habitantes, alertó que el 38% de la niñez costarricense viven en contextos muy desfavorables y el porcentaje se incrementa en las zonas costeras y fronterizas. Los niños y niñas en pobreza y pobreza extrema, que son 4 de cada 10, son vulnerables a la deserción estudiantil. Explicó que una vez fuera del sistema educativo son presa fácil de los grupos de crimen organizado.

“Están creciendo en un entorno con una gran privación de condiciones, lo cual produce adolescentes que no continúan los estudios, ni están vinculados con el mercado laboral y por tanto tienen que recurrir a la economía criminal como único modo de subsistencia”, señaló Oscar Valverde, director ejecutivo de Paniamor.

En este caso, el contexto de exclusión social juega en contra de los jóvenes. Pablo Chaverri Chaves, académico e investigador del Instituto de Estudios Interdisciplinarios de  Niñez y la Adolescencia (Ineina) de la Universidad Nacional UNA) explicó que está científicamente comprobado que entre mayores o peores son las condiciones de riesgo en la infancia y adolescencia, mayor es la probabilidad de que esa persona sea involucrada o reclutada por una organización criminal, o tiene mayor predisposición a ejercer violencia para resolver sus conflictos. Este modelo se llama Experiencia Infantil Adversa.

El Observatorio Económicos y Social de la Escuela de Economía de la UNA analizó el perfil de los homicidios dolosos en nuestro país en 2023 y determinó que 54 % de los hombres asesinados tenía menos de 35 años.

Es cuestión de inversión

Los expertos, que participaron en el programa de televisión UNA Mirada, concuerdan en que la situación no se revertirá hasta que se incremente la inversión social y estos recursos mejoren la calidad de vida de las personas en pobreza. El problema es que cada día más y más jóvenes pierden la vida o deciden participar en estos grupos criminales.

“Las cifras de muertos en realidad es la expresión más grotesca de una situación de exclusión, desigualdad social y pobreza que ha venido fraguando en el tiempo”, aportó Valverde con tristeza.

El representante de Paniamor llamó la atención en este punto, pues no se habla de las personas menores de edad asesinadas o implicados en riñas y sicariato; son personas que están en su edad más productiva, por lo tanto hay un impacto macroeconómico por la pérdida o el encarcelamiento de todos estos jóvenes. “A veces los gobernantes justifican muchas de las políticas desde perspectivas fiscales o perspectivas económicas y no se dan cuenta que no atender adecuadamente una problemática tiene un impacto en la producción de un país y por tanto en sus ingresos” señaló Valverde.

En este sentido, la defensora de la niñez considera importante destacar que el control social también está fallando: la familia, los vecinos, la escuela, los espacios de recreación que deberían acompañar y proteger a los jóvenes no está actuando en el momento oportuno.

“Cuando estos controles sociales informales se pierden, debemos acudir a la respuesta del control social formal, que es la policía, y lo que significa es cárcel. Y cuando un adolescente cae en la cárcel, todo el sistema falló en su conjunto, pues nadie actuó a tiempo”, enfatizó Fernández.

Chaverri cuestionó en quién debe recaer la culpa o la sanción de que estos niños y jóvenes se pierdan en manos del narcotráfico y del crimen organizado. El especialista considera que las leyes deben sancionar a los adultos que los reclutan y se aprovechan de sus condiciones de vulnerabilidad, pobreza e incluso abandono emocional.

“En general, las personas victimarias de crímenes violentos tienden a ser jóvenes en sus veintes. Esto puede tener una la explicación en la forma en que los seres humanos se desarrollan, porque aunque legalmente la adolescencia termina a los 18 años, en realidad el proceso de maduración cerebral finaliza a los 25, en la región del cerebro más sensible al contexto social, que cumple un papel fundamental en nuestras interacciones y en la toma de decisiones”, explicó el investigador del INEINA. En su criterio las organizaciones criminales se aprovechan de los jóvenes, pues saben que no van a medir las consecuencias de sus actos y que probablemente actúen de forma impulsiva. Además, son sancionados con menos dureza ante la ley.

Actualmente, Paniamor trabaja en lobby político con los diputados de la República para incrementar las penas a los adultos que se les compruebe el reclutamiento de personas menores de edad en sus organizaciones criminales. “Ahí sí colocamos la responsabilidad donde se debe: en la persona adulta que se aprovecha de las condiciones de una persona menor de edad para ponerlos a hacer el trabajo sucio”, afirmó Valverde.

Los especialistas enumeraron los daños colaterales del fenómeno de la violencia y las organizaciones criminales: desintegración familiar por muerte, secuelas físicas por ataque con arma de fuego o arma blanca, daños emocionales por pérdida, depresión, ansiedad o daños económicos por la ausencia de un integrante del hogar. Todos estos impactos sociales también requieren atención por parte de la institucionalidad estatal.

Oficina de Comunicación
Universidad Nacional, Costa Rica

 

Fotografía Freepik

Hoy más que nunca las personas que amamos a este país debemos estar unidas para defender nuestro derecho a expresamos

Las organizaciones de mujeres hacemos un llamado a todas las organizaciones defensoras de derechos humanos para que estemos atentas frente a los intentos del Presidente de la República y de su Gobierno de silenciar la voz de las personas costarricenses que enfrentan mayor violencia y discriminación y prohibir la expresión de sus demandas.

Alegando no haber dado su visto bueno, despide el presidente a dos funcionarios cercanos de su administración quienes, en el marco de sus potestades, emitieron un decreto de interés cultural en relación con una actividad pública que colectivos de la diversidad sexual organizan en respaldo a sus derechos y dignidad. Más aún, para que entendamos que él tiene la última palabra en todo en este país, amenaza también a las personas que hoy decidan acudir a la marcha convocada.

Ya estamos acostumbradas a la salida constante de personas jerarcas y funcionarias debido a despliegues autoritarios del presidente. El problema en esta ocasión es que pretende justificar su decisión en que se trata de los derechos de la población LGBTIQ+. Con esta decisión procura hacer un guiño a los diputados conservadores, sobre todo de Nueva República, que han abogado siempre en contra del reconocimiento de estos derechos. En pos de unos votos que desesperadamente necesita, vende hoy los derechos de la población LGBTIQ+. Mañana serán cualesquiera otros.

Personas con Discapacidad en abandono, aumento de los Femicidios y de la Violencia en contra de las mujeres, los niños y las niñas, invisibilización y desatención de los pueblos indígenas, negación de oportunidades a las personas refugiadas y solicitantes de refugio, y el desinterés por los derechos de personas afrodescendientes, se suman a este intento de desmovilizar una marcha que nació como respuesta ante las olas de odio que promovían la muerte y suicidio de las personas LGBTIQ+.

Señor Presidente: le recordamos que Costa Rica vive en un régimen democrático y republicano, con una Constitución Política que reconoce el derecho que tenemos todas y todos los ciudadanos de expresarnos y manifestamos.

Hoy, llamamos a que nos unamos y recordemos que no se requiere de decretos ni de declaratorias para manifestarse ni para defender los derechos humanos. ¡Las calles son públicas y son nuestras!

Les invitamos a marchar. A no bajar la guardia y a unir esfuerzos contra los intentos de cimentar el autoritarismo y el amedrentamiento como medida para desmovilizar, amenazar y silenciar a las personas que defiendan la dignidad y los derechos de las personas más vulnerabilizadas y violentadas en Costa Rica.

La violencia en la historia humana

Alberto Salom Echeverría

Introducción

Hoy hay tanta violencia en las sociedades humanas, que nos mueve a preguntarnos si es este el destino del mundo, si las guerras y la destrucción constituyen impulsos connaturales a la esencia misma del ser humano. La perversidad de los malos -argüía Hobbes- pone incluso a los buenos en la obligación de recurrir si quieren protegerse, a las virtudes bélicas, la violencia y la astucia, o mejor dicho a la rapacidad bestial. Hay en el filósofo, en primer término, un reconocimiento implícito de la violencia como algo, innato al ser humano. Después Hobbes lo reconoce explícitamente al afirmar que la maldad del “hombre” le es innata. Pero aquí hay algo más, el filósofo razona que el uso de la violencia es incluso una “virtud bélica”, cuando el ser humano la emplea con el objeto de protegerse. Este es ya un juicio de carácter ético, que tiene por lo tanto que ver con el bien y el mal. Ya sabemos cuál es la teoría que se desprende de ese razonamiento: las sociedades requieren de gobiernos fuertes, de un poder absoluto sin descartar el autoritarismo para poder ejercer el mandato y controlar el impulso agresivo que deviene de “la motivación egoísta” que anida en todos los seres humanos. De ahí que los gobiernos “blandos” no son concebidos en la filosofía política de Thomas Hobbes.

Rousseau, opuestamente a Hobbes le atribuyó al ser humano una bondad connatural, es la sociedad la que lo incita a la maldad, consecuentemente es ella la que lo corrompe. Sin embargo, paradójicamente, en punto a la cuestión ética, expresa un pensamiento que es simétrico al de Hobbes, aunque solo cuando un hombre o un país es agredido por otro; en esta circunstancia, el pensador nacido en Ginebra, antigua confederación suiza, consideró que el “hombre” tiene derecho a ejercer la fuerza y contestar con la misma violencia que -eso sí- solo en tal caso, es legal y legítima. El hecho de que Rousseau conceptualizara el “derecho a ejercer la violencia para cualquier ser humano o país”, como una excepcionalidad, no invalida que, dentro de su juicio ético, haya quedado un espacio, un momento en el que la violencia puede ser considerada como un bien deseable. (Cfr. “La filosofía de la violencia en la modernidad.” http://www.bib.uia.mx> tesis. Pdf. Biblioteca Francisco Xavier Clavigero, México)

Dos corrientes filosófico-políticas, que se han ramificado hasta el presente, opuestas en la concepción de la naturaleza humana, presentan una convergencia relativa -como ha quedado expresado- desde el punto de vista ético, en cuanto a la permisividad en Rousseau, obligación en Hobbes, de que debe gozar el ser humano para echar mano de la violencia y, ejercer la fuerza para contestar con violencia la agresión de otro.

Estas dos corrientes, determinantes como han sido hasta el presente en el pensamiento filosófico y en el quehacer político de occidente, no son, sin embargo, las únicas. Existe entre ellas una gama de pensares y prácticas políticas que, más recientemente han comenzado a contar sin haberse convertido en dominantes todavía, pero que han adquirido relativa importancia. Digamos únicamente por ahora que, muchas de las más novedosas, ya no se debaten entre la naturaleza buena o mala de los seres humanos, sino que, consideran que estos, nacen sin valores y la orientación filosófico-política la obtienen en su relación con el entorno familiar, o con la sociedad en condiciones históricas particulares y, alguna de ellas, probablemente la que ha adquirido mayor influencia, considera que son las relaciones materiales de existencia, las relaciones de producción económico materiales, las que resultan determinantes en la conformación de la conciencia y en los valores de las clases y grupos sociales, sin que haya necesariamente unos valores innatos preponderantes. Claro que, sin descartar que la ciencia y su progreso entran a jugar un papel significativo para modificar la manera de pensar y hasta la conducta sociopolítica de aquellos individuos, hombres y mujeres, que logran sobresalir como académicos o intelectuales, especialmente cuando establecen una relación con las clases menesterosas y explotadas, o con los movimientos sociales que las representan. No profundizaré en esto, porque, por ahora, mi objeto de análisis pretende dilucidar otras cuestiones, ya habrá ocasión para profundizar en la inmensa complejidad de lo recientemente expresado.

Recuento de las guerras más sangrientas en la Historia humana.

El sociólogo estadounidense de origen ruso ya fallecido, Pitirim Sorokin hace un recuento de la cantidad de hombres que perdieron los romanos en los campos de batalla entre los años que transcurrieron entre el 400 antes de nuestra era (a.d.n.e) y el 500 d.n.e. y lo establece en 885.000 seres humanos. En tanto que en la polis griega, entre el año 500 a.d.n.e y el 146 a.d.n.e. afirma que la cantidad de muertes provocadas por las guerras fue de 305. 000 combatientes. En las Guerras Púnicas, que se extendieron entre los años 264 y el 146 a.d.n.e., solo en la primera de éstas, las bajas fueron de 400.000 muertos, 300.000 en la segunda de las Guerras Púnicas y 500.000 en la tercera.

Las Guerras Púnicas fueron en resumen tres conflictos que se produjeron a lo largo de 118 años, que enfrentaron a Roma (capital del Imperio Romano), frente a Cartago en el África, las cuales eran consideradas entonces las principales potencias del Mediterráneo. Sumado a lo anterior, hay que recordar que los sobrevivientes de una guerra perdida tenían como destino ineludible la esclavitud. Estas muertes durante el período de la esclavitud humana, acaecidas no solo en occidente, sino también en el oriente lejano y en el oriente medio, Sorokin contabiliza no solo los combatientes caídos, sino también las muertes que se produjeron en el seno de la sociedad civil, ya fuera en forma violenta por las mismas guerras, o producto de las enfermedades que brotaron a causa de ellas.

Extrayendo del estudio de Sorokin un estimado del número de muertes, civiles y militares solo en las guerras más sangrientas de toda la historia humana, tomando en cuenta las de la antigüedad, las de la edad media y las que hubo en la época moderna, hasta la segunda guerra mundial, el sociólogo contabiliza la suma de 341 millones de muertes. Estas guerras, se extendieron por los continentes más habitados del mundo, que son cinco excluyendo la Antártida, a saber: África, América, Asia, Europa y Oceanía.

A partir de lo expresado, es fácil deducir que el influjo de la violencia sobre la conducta humana ha sido prolongado, dejando una herencia profunda y por tanto difícil de erradicar de la memoria colectiva. Me refiero tanto a la crueldad practicada en las guerras, como la destrucción de ciudades enteras, la violación de la vida y devastación del ambiente. Durante todo el período que llamamos Historia humana y, quizás desde antes, la especie humana practica la violencia, empleando para ello armas cada vez más sofisticadas y destructivas. No parece importar cuánto dolor y desgracias se hayan ocasionado en todas partes ejerciendo la violencia; el ser humano no solo persiste en tratar los conflictos sociales e individuales por ese medio salvaje, sino que se ha ido perfeccionando en el ejercicio de la conducta violenta en contra de sus semejantes, sin parar mientes siquiera en respetar decisiones de los organismos internacionales modernos, como la ONU y los que se han creado para defender los derechos humanos, o proteger de la violencia a las mujeres, niños, personas con discapacidad o los ancianos.

La violencia humana se ha equiparado frecuentemente con una actitud depredadora, salvaje contra la naturaleza, el medio ambiente y conculcadora de los derechos de los demás, llegando inclusive en su desmedida ambición económica a poner en riesgo la vida misma de todas las especies. ¿Con qué vara vamos a medir hoy entonces a las sociedades contemporáneas supuestamente más desarrolladas y poseedoras de culturas ancestrales, pero que han intervenido en las guerras más recientes, como las acaecidas en Afganistán, Irak, Gaza, Ucrania-Rusia y las que tienen lugar en el África, con los armamentos más sofisticados y destructivos, y con frecuencia en clara violación de los más elementales derechos humanos e irrespetando a los organismos internacionales creados para garantizar la solución pacífica de los conflictos? Ni hablar de las guerras que se han escenificado en la supuestamente “culta y desarrollada” Europa, tanto en pleno siglo XX, como en el actual siglo XXI. Las guerras napoleónicas de los siglos XVIII y XIX, hasta llegar a las dos guerras mundiales han tenido como escenario principal, el viejo continente y, han sido, sobre todo las dos guerras mundiales, las más sangrientas y devastadoras de toda la Historia.

Una cultura de violencia campea por todo el orbe.

Ningún sistema social contemporáneo, por más que haya sobresalido en el ámbito de la edificación de instituciones democráticas o haya desarrollado, lo que es loable, la educación, la salud y la cultura en general, ninguno -insisto- escapa de haber ejercido la violencia a su interior en diferentes momentos y formas. Unos porque han permitido que en ellos se perpetre una constante conculcación de las más elementales libertades individuales; otros porque desde el ejercicio del poder han promovido con arbitrariedad flagrantes violaciones de derechos individuales y sociales garantizados en la Constitución. Los sistemas de gobierno más despóticos han promovido desapariciones, encarcelamientos sin juicio previo a personas, expatriaciones individuales y ahora hasta se ponen de moda expatriaciones colectivas sin sostén jurídico alguno. En otros casos, los poderes públicos han aprobado la abolición de derechos sociales que estaban consagrados en la Constitución, como es el caso de la abolición del derecho de huelga para la clase trabajadora, o, cuando menos han promovido una seria limitación al mismo. En otros contextos, se ha limitado palpablemente el derecho de organización de los trabajadores y las libertades de expresión y manifestación contra diferentes grupos sociales. Todo lo dicho forma parte de lo que podemos llamar “violencia institucionalizada” de gobernantes autoritarios y despóticos en contra de mayorías y aún de minorías populares.

La más significativa violencia institucionalizada, es la que en un vasto número de países especialmente en occidente han ejercido gobiernos neoliberales que, han accedido al poder, en un gran número de casos mediante “elecciones libres”. Estos gobiernos llevan adelante un conjunto de políticas públicas, con el apoyo de organismos financieros multilaterales, las cuales se han encaminado a desregular la economía, a empequeñecer o disminuir los regímenes de bienestar social (el Estado social de derecho), provocando, por un lado, una gran concentración de la riqueza, mientras por el otro, han desatado una enorme desigualdad social y en ocasiones un crecimiento de la pobreza y de la pobreza extrema. No hay peor caldo de cultivo para estimular la incubación de la violencia en las sociedades que desatar la polarización social y política desde gobiernos de corte autoritario o populistas. Someter a los pueblos a políticas hambreadoras, discriminatorias, de recortes de la educación y la salud públicas, o que los marginan de los beneficios de la cultura, generando desempleo y produciendo desesperanza, no hace más que inducir a la disconformidad social y a soliviantar el ánimo en los sectores populares afectados, en contra de gobernantes y los poderes públicos.

Hoy, la violencia está presente en la sociedad humana, ya que como nunca mueren mujeres por la conducta patriarcal y la arbitrariedad, mueren niños no solo en guerras, sino en la vida cotidiana a consecuencia del maltrato, ejercido en ocasiones por los propios padres o adultos encargados de su cuido y educación hasta el punto de ocasionarles la muerte. También está muy arraigada en la cotidianidad el trato cruel contra ancianos y personas con discapacidad. Aunque, paradójicamente, tampoco nunca ha habido tantos organismos en el ámbito internacional o nacional creados para defender el derecho a la vida, preservar la naturaleza y proteger los ecosistemas. Aún así, prolifera la violencia.

No he escrito para crear pesimismo ni sentimientos de culpa; lo hago con el afán de contribuir sé que, en una pequeña medida, a cimentar una consciencia sólida de humanismo, amor por la naturaleza y contra las guerras, la creación de armamento bélico, en especial el sofisticado armamento nuclear actual que, lejos de ayudar a la solución de los problemas, constituyen un aguijón para espolear la violencia. Escribo convencido que la acción política, hoy en ebullición, en Estados Unidos, en Europa y en países de América Latina de la extrema derecha es un suelo fértil a la violencia, pues como ha dicho el Papa Francisco en una entrevista reciente, sin citarlo textualmente, le preocupa el avance de la ultraderecha en el mundo, que tiene una gran capacidad para recomponerse y agregó que el antídoto contra ese tipo de movimientos políticos es la Justicia Social, en su caso su pensamiento está cimentado en Mateo 25 (ahora sí lo cito textual:)“…tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y mediste de beber, tuve hambre y me saciaste. Estaba desnudo y me vestiste, estaba preso y me viniste a visitar. Esa es la regla de conducta.”

Cultura de paz y sana convivencia

Lic. Javier Francisco Cambronero Arguedas, Tomada de: http://www.encuentromunicipal.com/

Nunca como en estos últimos días, se siente la necesidad de palabras que inspiren paz y amor
Papa Francisco, junio 2023

Lic. Javier Francisco Cambronero Arguedas

Alto a la violencia y a la inútil muerte de tantos seres, como consecuencia directa de la intolerancia, la frustración, la ira y el enojo. No es asumiendo la violencia como lenguaje como podemos construir una mejor sociedad y legar un futuro más halagüeño a esta generación y a las venideras. Debemos de ser capaces siempre que la razón y no el enojo, gobiernen nuestra voluntad y emociones. Nadie debería segar la vida de otro ser semejante. Nunca nos cansemos de las formas civilizadas para resolver conflictos y diferencias.

Esta semana hemos sido testigos de macabros, perversos e infames hechos de sangre, donde con una frialdad pasmosa, una persona descarga una andanada de balas desde una arma de fuego a escasos metros de la víctima. Cuerpos mutilados de mujeres, destrozados por quienes debieron amarlas, protegerlas y hacerlas felices; y miserablemente las consideraron un objeto de su propiedad.

En medio de este frívolo contexto, una noticia que nos llena de esperanza, se escabulle y penosamente no ha sido titular de grandes letras en diarios impresos, cintillos de noticiarios televisivos o tener presencia en noticias radiales. A inicios de julio del ano pasado, la Asamblea Legislativa fue escenario de uno de los hechos más bochornosos que podamos recordar. En la barra del público irrumpió un señor, de apellido Morales, con singular violencia amenazando y vociferando contra los diputados Robles Barrantes y Nicolás Alvarado. Con insolencia, matonismo y malacrianza se quitó la camisa y “a panza pelada” blandía sus brazos en forma desafiante y gesticulaba obscenamente, constituyendo un riesgo para los allí presentes. El señor, que estaba “como poseído” pudo ser sometido y llevado a los tribunales. Esto en jun contexto nacional de crispación donde sentimos que la violencia se ha apoderado de muchos ámbitos de la vida nacional y que desde la política no se está haciendo lo suficiente por resolver los problemas del país. Evidentemente, no era la mejor forma para expresar disconformidad y desacuerdo con estos diputados. El pasado 15 de mayo ante la posibilidad de enfrentar un juicio por el delito de amenaza a funcionario público, el señor se disculpó y en consecuencia no hubo debate en materia penal. Pidió perdón y reconoció su falta y notable exabrupto. Ahora se someterá a un programa restaurador y firmó “Proclama por la discusión pacífica de los asuntos públicos”. Reconoce el señor que aunque piensa distinto a los diputados, entiende que la violencia no es el camino y agradece que le brinden una segunda oportunidad.

Lo inusual de este relato es que además del señor, los dos diputados involucrados también firmaron dicha proclama, que a la letra dice “La libertad de expresión y de prensa son indispensables para la vida democrática. Sin un rico debate de ideas no puede haber democracia. Pero para ello, es indispensable que el camino del debate sea pacífico. Cualquier asunto que sea de interés público debe poder discutirse con respeto, y sin temor a represalias de ningún tipo. En ese espíritu democrático y pacífico que ha caracterizado a nuestro país, hoy decidimos optar por el camino de la paz. La paz que permite también resolver aquellos conflictos que superaron los límites de lo razonable por un momento, pero que permite recomponer la armonía perturbada. Rechazamos la violencia de todo tipo en la discusión política nacional, e invitamos a todos los habitantes del país a resolver sus conflictos de forma pacífica, respetuosa y por las vías institucionales. La paz es responsabilidad de todas y cada uno de nosotros y nosotras”.

Este tipo de noticias, aunque no “vende”, da esperanza a nuestros corazones. Es posible retomar la ruta de la sana convivencia y de una cultura de paz. Es lo que nos ha hecho grandes como nación. ¡Nuestros hijos y futuras generaciones lo merecen!

06-VI-24

Vanessa Castro insta a Rodrigo Chaves a formar una gran alianza para combatir la violencia en Costa Rica

San José, 4 de junio (SURCOS) – La diputada del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), Vanessa Castro, emitió una carta pública dirigida al presidente de la República, Rodrigo Chaves, en la que expresa su profunda preocupación por la creciente violencia en Costa Rica y hace un llamado a bajar el tono de las diferencias para buscar el diálogo y la conciliación ante los problemas nacionales.

En el comunicado compartido con SURCOS por el despacho de la diputada, Castro le recuerda a Chaves que tanto ella como el fueron electos por la voluntad popular para servir a la Patria desde diferentes poderes, compartiendo una gran responsabilidad con el pueblo costarricense. Castro subraya que los homicidios han alcanzado una cifra histórica y que la violencia y la delincuencia, especialmente relacionada con el narcotráfico, se han vuelto comunes en las calles del país.

La señora diputada, insta al presidente a utilizar su posición para promover un diálogo respetuoso y la búsqueda de consensos. «Con el respeto a su investidura, me parece que todos los que tenemos voz, empezando por usted presidente, debemos levantarnos y usar nuestras facultades para bajar el tono de nuestras rencillas, pregonar el diálogo, la conciliación y la búsqueda de consensos, nos sobrepasan nuestras responsabilidades con la Patria», afirma la socialcristiana

La diputada Castro Mora también hace un llamado a establecer una «gran alianza por Costa Rica», convocando a representaciones legítimas de la sociedad, colectivos y fuerzas vivas para colaborar en soluciones conjuntas a los problemas que enfrenta el país. «Es el momento de reconstruir los grandes equilibrios que nos distinguían. Le solicito apertura para un diálogo respetuoso, objetivo y transparente, con la paz social como nuestro objetivo principal», agregó.

A pesar de las diferencias que ha tenido Castro con Chaves, la diputada subraya la necesidad de unir esfuerzos para enfrentar los desafíos actuales de Costa Rica.

«La hostilidad nunca ha sido buena consejera y sembrarla nunca ha dado un fruto sano. No conozco sociedad que se haya construido y desarrollado con identidad, prosperidad y justicia para las personas que la conforman, en un ambiente donde la paz social no sea el objetivo», enfatizó Castro.

Cartografías del dolor y el poder en una Costa Rica imaginada

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Tuve la posibilidad de asistir, en el marco de un coloquio sobre inclusión desarrollado en la Universidad de Angers en Francia, a dos excelentes mesas en las que expusieron la ama académica y el académico de la Universidad de Costa Rica, Mariana Mora y Mar Fournier.

Debo decir que ambas presentaciones me gustaron por su manejo teórico, pero sobre todo por asumir con responsabilidad y riesgo metodológico la implementación de herramientas desde la geografía política y social con enfoque feminista, la descripción de sendas realidades que desnudan una Costa Rica que hace tiempo dejó su excepcionalidad empacada al vacío.

En el caso de Mariana, dibuja una clara relación entre el aumento de los femicidios en Costa Rica y el grave nivel de impunidad, omisión y desatención estatal en la materia.

Producto de su tesis doctoral, la investigadora construye una herramienta digital necesaria por actual en la que se puede ubicar georeferenciadamente cómo se va construyendo la cartografía del dolor en el país.

Esta herramienta muestra tendencias de los lugares en los que ha recrudecido la violencia criminal en contra de las mujeres costarricenses y extranjeras a manos de sus compañeros, amigos y conocidos.

Mar Fournier, por su parte, plantea un interesante acercamiento sobre la construcción del poder material y simbólico en la ciudad de San José sobre los cuerpos de las disidencias económicas, sexuales y sociales.

Utilizando también herramientas de la cartografía social, Fournier dibuja esos puntos calientes en los que un poder biopolitico es ejercido con brutalidad, violencia e impunidad en grado sumo en contra de los cuerpos de esas personas excluidas por su identidad sexual, su marginalidad económica y su s orígenes en la ciudad capital.

Ambas presentaciones me dibujaron con absoluta claridad política un escenario de una Costa Rica, ya no imaginada, sino real, que ha iniciado un viaje sin retorno hacia su desintegración como comunidad política y social. Herramientas como las que Mora y Fournier trabajan en sus investigaciones dan cuenta con precisión que hace bastante tiempo el país dejó de ser la narrativa que era.

Asumir esta realidad es el primer paso para intentar reparar el daño que como sociedad ha infligido a sus poblaciones excluidas. Asumir y poner en práctica la consecuencia. Que tanta falta nos hace.

¿Cuándo fue que se jodió este país?

Adriano Corrales Arias

Adriano Corrales Arias

Hasta hace muy pocos años jamás pensé que en este, “mi país”, escaseara el agua o se tuviese precaución a la hora de tomarla directamente del tubo, porque podría estar contaminada. O que no se pudiera salir por la noche con la seguridad de la que siempre gozamos en nuestra loca juventud cuando, chicas y chicos, deambulábamos a pie, hasta la madrugada, sin preocupación ni zozobra; o en nuestra niñez, cuando jugábamos en potreros, terrenos baldíos, parques, calles, callejones, alamedas, hasta altas horas de la noche. Mucho menos que hubiese apagones ni asaltos o crímenes en la vía pública y a plena luz del día.

Y hubiese jurado que la seguridad social –seguro universal y gratuito– crecería y gozaríamos de ella para siempre, cada vez con mayor eficiencia y más oportuna; que, por ejemplo, las ciudades capitales de cada región contaran con un hospital como el México o el Calderón Guardia, asunto para nada inalcanzable si no se hubiese desfinanciado a la Caja (CCSS). Lo mismo con la educación pública, gratuita y costeada por el estado, con estándares de calidad semejantes a cuando cursaba mis estudios secundarios en el otrora prestigioso Liceo San Carlos, el cual, para entonces, por la calidad de sus docentes, no tenía nada que envidiar a cualquier colegio privado de San José. O que las telecomunicaciones y la electricidad podrían exportarse a toda Centroamérica y más allá, contando con una institución como del ICE, por mucho tiempo la mejor empresa en su línea en América Latina y con las tarifas más baratas. (Recuerdo, en mis épocas de hippie, cuando un profesor francés que me hizo raid hasta Sámara, Nicoya –se daba el lujo de vacacionar en Costa Rica y alquilar un auto con su salario– me asegurara que estábamos mejor que en París puesto que, con unas cuantas monedas y sin la mediación de una operadora, podía llamar desde una cabina en la playa directamente a su casa en Lyon). Tampoco podía imaginar un banco privado, o decenas de universidades privadas atacando a las públicas en pos del presupuesto estatal que se les asigna(ba), aunque el estado no cumpla a cabalidad con el mandato constitucional. A pesar de ello, continúan siendo las más prestigiosas, solventes y eficientes; las únicas que aún pueden llamarse “universidades”.

En fin, presumía, con amigos y conocidos latinoamericanos, usamericanos y europeos, porque generalmente ocupábamos los primeros lugares del continente en cuanto a salud –atención médica, erradicación de enfermedades, campañas de vacunación, prevención–, educación –eliminación del analfabetismo, nutrición escolar, infraestructura escolar, cobertura nacional–, vivienda popular, agua potable, telecomunicaciones y electricidad –cobertura nacional–, distribución del ingreso, producción agrícola –con el orgullo de los estancos del CNP–, eliminación de la pobreza, etc. Casi siempre al lado de los también buenos índices de Cuba. (Hoy, vergonzantemente, somos el país más desigual del mundo).

Trato de decir que el Estado Social de Derecho erigido a finales de la década del cuarenta del siglo pasado, luego de una cruenta guerra civil (1948) y de un pacto social inédito (oligarquía, clase media y trabajadores, representados por socialcristianos, socialdemócratas, iglesia católica y comunistas), parecía alzar vuelo y funcionar al margen de la guerra fría, de las dictaduras y de las guerras civiles que asolaban a Centroamérica y al resto del subcontinente. Un estado que, a pesar de errores y corruptelas, se presentaba como el proyecto político más logrado y solvente de la región prometiendo mayor estabilidad social en un marco geopolítico sumamente violento y de agudas contradicciones sociales. ¡Pero llegó la contrareforma!

Luego de la lúcida defensa de dicho estado y de la soberanía nacional por parte de Rodrigo Carazo Odio (1978-1982), misma que le fuera cobrada sin indulgencia por parte del FMI y el BM, hincándonos con la devaluación de la moneda, lo que provocó ira en el pueblo costarricense (pero no contra el FMI o el BM, desafortunadamente, sino contra el gobierno defensor de la soberanía, ¡habrase visto!), sobrevino el gobierno de Luis Alberto Monge Álvarez (1982-1986) que implementa los primeros planes de ajuste estructural (PAEs), iniciando así la contrareforma neoliberal y la ruptura de un estado que, hasta entonces, operaba –mal que bien– con un rostro humano y sin tanta sangría social, ofreciendo oportunidades para los sectores sociales más desprotegidos.

Más tarde los neoliberales, con Óscar Arias a la cabeza, asaltan el Partido Liberación. Nacional (PLN), trastocando lo que aún le quedaba de socialdemócrata. Con un “bazoocazo constitucional” –paradoja: así lo bautizó Luis Alberto Monge Álvarez– y sin oposición, logran reelegir al susodicho. Igual sucede con el partido Social Cristiano (PUSC) con la llegada del junior –Calderón Fournier–, quien, junto al otro junior –Figueres Olsen– firmarán un pacto para repartirse el pastel tratando de cerrar y privatizar instituciones. El segundo logra quebrar y eliminar el Banco Anglo Costarricense, entre otros desmanes concertados. Dicho de otra manera, el bipartidismo se alía y conforma un sólo partido –que, cual máscara de Jano, intercambiará el mangoneo del gobierno: el PLUSC. Cuando el jueguito se les agota, entonces deciden crear el Partido Acción Ciudadana (PAC) dilapidando muy pronto su caudal electoral, ya que los dos gobiernos que logran posicionar –atizando la hoguera del fundamentalismo y embobando a izquierdistas parlamentarios y progresistas pro derechos humanos– aceleran la contrareforma de manera agresiva, ganándose la animadversión de una masa ya confundida e intoxicada con el discurso único de esa entente y de la globalización bajo esquema neoliberal administrada por USA. Entonces, ya casi desesperados, inventan una nueva candidatura y envían por un desconocido ávido de poder y de riquezas. Solo que, al parecer, les salió un poco careto aliándose con nuevos ricos y fuerzas espurias. Lo demás lo estamos padeciendo.

Es este un recuento, grosso modo –quizás de manera harto gruesa– para comprender el galopante proceso de desmontaje del Estado Social de Derecho y el avance de la contrareforma neoliberal dirigido por la plutocracia nacional –con sus contradicciones interclase (grupos de poder que reclaman su tajada), claro está– agenciada por franquicias políticas cada vez más de derecha rayanas en un alarmante y criollo proto fascismo. Es lo que hay. Lo que se lamenta es que el período de desmontaje y deterioro del estado y de la república en general, haya sido tan vertiginoso y virulento; tanto que todavía nos preguntamos cuándo fue, exactamente, que empezó a joderse este paisito. Lo peor: con el apoyo de miles de fanáticos que aplauden dicho desmontaje desconociendo la gravedad del asunto, toda vez que serán ellos los más castigados cuando esta ínsula se privatice en absoluto y pase a ocupar la vanguardia en términos de concentración de capital en pocas manos, bancarrota social y violencia criminal. Lo que se avizora es más que patético. A no ser que demos un golpe de timón y enderecemos la barca en busca de los principios que hicieran de este país un ejemplo mundial en la segunda mitad del siglo XX; algo así como el trapito de dominguear de las democracias capitalistas, una rareza en una Centroamérica convulsa y desangrada. ¿Tendremos los arrestos espirituales, políticos y socioculturales para ello todavía? ¿Será posible la conformación de un verdadero frente político y social que enfrente la, hasta ahora, imparable contrareforma?

Repudiamos la violenta represión al Foro Popular del Agua que se celebra en Bali, en forma paralela al X Foro Mundial del Agua

La Alianza Regional Centroamericana para el Agua y el Ambiente (ARCAA) y la Red Centroamericana de Acción del Agua, capítulo Costa Rica (FANCA-CR) condenamos la violenta represión, así como la cancelación forzosa del Foro Popular del Agua, que se realizaba en forma paralela al X Foro Mundial del Agua en Bali, Indonesia.

Nos sumamos al llamado urgente de distintas plataformas y colectivos, así como a los organizadores locales, para exigir al gobierno de Indonesia:

1.Que cese de inmediato todas las formas de intimidación, represión y violencia en contra de las organizaciones de sociedad civil.

2.Respetar el derecho universalmente reconocido, que tienen todas las personas a manifestarse pacíficamente, así como a la libre expresión de su pensamiento.

3.Garantizar la seguridad de todas las personas participantes en este evento.

4.Demandamos al Consejo Mundial del Agua, así como las demás entidades organizadoras de los foros mundiales del agua, a que abran mayores espacios de participación para la sociedad civil y establezca puentes de comunicación y diálogo con los espacios paralelos que se organicen con motivo de los foros mundiales.

Manifestamos toda nuestra solidaridad con los movimientos y organizaciones ambientalistas de Bali, de Indonesia y del mundo entero, que luchan en todos los frentes, por un mundo mejor.

San José Costa Rica, 21 de mayo del 2024

Costa Rica es sede internacional para abordar la prevención de la tortura

Esta semana, 10 países de América Latina realizaron sesiones de trabajo

Costa Rica se convirtió, esta semana, en la sede internacional para el abordaje integral sobre los avances y desafíos de los Mecanismos Nacionales de Prevención de la Tortura, en la cual participan miembros de 10 países de América Latina.

En los últimos años, los países de la región han intensificado el uso de la respuesta penal para hacer frente a problemas sociales complejos, lo cual ha traído como consecuencia un uso excesivo de la fuerza y otras situaciones en materia de detención, así como el surgimiento de acontecimientos de violencia intracarcelaria, hasta la adopción de políticas de seguridad para el manejo de los movimientos migratorios, hechos que han elevado los riesgos para la existencia de casos de tortura y malos tratos.

Esteban Vargas, director del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura en Costa Rica, con sede en la Defensoría de los Habitantes, dijo que este es un espacio muy provechoso para armonizar procesos relacionados con inspecciones, registros y otros instrumentos, para que en América Latina, los países tengan las recomendaciones necesarias que les permitan prevenir este tipo de hechos de tortura.

Aparte de Costa Rica, los países que tienen una representación en esta sesión de trabajo internacional son Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Honduras, Paraguay, Perú y Uruguay. Este evento es organizado y auspiciado por la Asociación para la Prevención de la Tortura (APT), una Organización No Gubernamental con sede Suiza, líder en la implementación del Protocolo Facultativo a la Convención contra la tortura.

Debemos recordar que recientemente el Tribunal Constitucional de Costa Rica resolvió un habeas corpus presentado por una persona detenida en la provincia de Guanacaste, y en la cual el órgano jurisdiccional logró acreditar que hubo tortura, a raíz de las acciones de oficiales de la Fuerza Pública.

El delito de tortura en Costa Rica está tipificado en el artículo 381 bis del Código Penal, y debe entenderse como: un acto intencional de producir a una persona dolor y sufrimiento, físico o mental, con el fin de obtener de ella (o de terceros) información o confesión, de castigarla por un acto que haya cometido o se sospeche que ha cometido, o de coaccionar a esa persona o a otras por cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación.

Oficina de Comunicación Institucional
Defensoría de los Habitantes

La crisis que nos negamos a enunciar

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

En esta columna, durante mucho tiempo, hemos hecho referencia a la pérdida de contrato social en Costa Rica. Eso se expresa en muchos órdenes de la vida social, cultural e institucional del país.

Pero un indicador claro, contundente, que refleja ese nivel de caducidad del proyecto horizontal e igualitario de la sociedad en su conjunto, es la ausencia absoluta de presente y horizonte para un sector de nuestra población.

En febrero del año en curso, en menos de una semana, tres adolescentes entre 15 y 16 años fueron abatidos en presuntos hechos relacionados con el sicariato.

Las reglas del juego de la inclusión social le fueron arrebatadas a mecanismos de movilidad como la educación y la cultura misma.

En su lugar, grupos del crimen organizado se han encargado de mostrar a las personas jóvenes que con menos esfuerzos y con niveles de compromiso inéditos hacia la acción delictiva, podrán escalar posiciones, mejorar ingresos y construirse un nombre, una identidad en medio de una crisis profunda de legitimación en todas las dimensiones.

Hace poco un medio nacional hacía referencia a una estadística demoledora: cada 12 días es asesinada una persona menor de edad en Costa Rica, lo que significa que entramos a una crisis sin retorno en la destrucción de las posibilidades para estas nuevas generaciones.

Hablamos poco en el país de este hecho. No lo entendemos o no lo queremos enunciar, verbalizar. Las cifras son orientadoras de que algo está pasando: 2023 fue el año más violento de la historia y para el caso que nos ocupa, desde 2018 no se habían producido tantas muertes (42) de personas menores de edad.

Algo de verdad está pasando. Nos bajamos del proyecto colectivo y entre las víctimas colaterales, directas más bien, se encuentran niños, niñas y adolescentes que hoy por hoy son la primera línea de los ataques sistemáticos del modelo social y económico impuesto en este país hace más de 40 años.

Hablemos. Accionemos. No volvamos a perder una década de esta manera.