
Acerca de Manuel Mora Valverde en el 26 Aniversario de su partida física
Jiddu Rojas Jiménez
El 29 de Diciembre de 1994 se conmemora la partida física del compañero Benemérito de la Patria Manuel Mora Valverde, insigne luchador social costarricense y fundador con su compañera Isabel Carvajal (Carmen Lyra), con Jaime Cerdas Mora, Carlos Luis Sáenz y Adela Ferreto, con el joven Carlos Luis Fallas (CALUFA), y con otros y otras jóvenes intelectuales y trabajadores/as costarricenses, del histórico Partido Comunista de Costa Rica en 1931, luego Vanguardia Popular (histórico) en 1943. Y luego de su salida del PVP, funda con otros compañeros/as el Partido del Pueblo Costarricense en 1984-1985, después de la escisión contra la dirigencia burocrática y dogmática del nuevo PVP.
Sin embargo, su legado político va más allá de los partidos políticos y de los sectarismos o prejuicios ideológicos.
Don Manuel es el principal dirigente político, y verdadero visionario y auténtico arquitecto de la Reforma Social de 1942 – 1943, junto a su íntimo amigo Monseñor Sanabria, y con la aprobación y firma del entonces Presidente Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia.
Mil veces gracias a Manuel Mora Valverde y a sus compañeros y compañeras de lucha, por la Caja Costarricense del Seguro Social -CCSS y el Código de Trabajo. Mil veces gracias a Manuel Mora Valverde y a su herencia institucional, porque a través de la CCSS, se siguen salvando vidas hoy mismo en Pandemia…
Se sentaron así entre 1942 y 1943 las bases del moderno Estado Social de Derecho. Creándose así las bases, del modelo inclusivo que la posterior Segunda República (1949) impuso bajo el liderazgo de Figueres Ferrer; pues a pesar de la cruenta Guerra Civil de 1948 y de la posterior persecución anticomunista, se mantuvieron las bases constitucionales que originaron la gran Reforma Social de 1943, y permitieron la nueva Constitución de 1949.
Manuel Mora Valverde (1909-1994), Benemérito de la Patria, además de un gran líder popular, fue un gran jurista y abogado de causas justas, y un intelectual anti-fascista y antimperialista.
Fue además, muchas veces electo diputado, pese a la campaña sucia en su contra antes y después del 48, y pese a la larga proscripción del Partido Comunista, después de 1949 hasta 1975.
Sin embargo, pese a su escuela legislativa, nunca redujo la política de izquierdas al mero quehacer parlamentario, pues siempre mantuvo permanente su contacto y cariño con las bases populares, creando así un sólido liderazgo popular.
Quiero agregar y destacar algo: precisamente de lo más trascendental y poco conocido, en la biografía política de Manuel Mora Valverde, fue el hecho de votar en contra de la ir a la Guerra Civil en apoyo de Calderón y Teodoro Picado y sus manejos de las Elecciones Nacionales. Con estos otros caudillos le unía el respeto por las Garantías Sociales y antes la lucha antifascista, pero no su forma de gobierno, o el ejercicio del poder. Terminado el clima político de la Segunda Guerra Mundial, posiblemente nuevas alianzas hubiesen procedido.
Respecto del levantamiento de Figueres Ferrer y previas conversaciones secretas con don Benjamín Odio Odio (hombre probo de la Oposición, cercano a Figueres Ferrer, y nuevo Director del Registro Electoral de entonces), Don Manuel Mora, estaba convencido en principio, de no tomar partido activamente del lado oficialista acerca del fraude electoral. (Por lo demás siempre hubo denuncias de fraude electoral que afectaban al PVP, al anterior Partido Reformista, o a la Oposición de turno, desde mucho antes).
La lógica política revolucionaria de Manuel Mora V. era muy clara: Mientras no se tocaran las Garantías Sociales, por qué salir a matarse entre los partidarios de una Elección públicamente cuestionada entre dos Caudillos. ¿Por qué? Incluso hasta con Don Otilio Ulate, la derecha Liberal del momento (que a su vez controlaba y contenía parte del Cortesismo de extrema derecha, y era marcado por los jóvenes Socialdemócratas), ya Manuel Mora Valverde había negociado, la posibilidad de la nueva Secretaria de Trabajo. La idea clarísima, era proteger las conquistas sociales obtenidas en 1943.
Se impuso otra línea de confrontación militar en el C.C. del PVP histórico; los ánimos estaban caldeados, y era esperable. Fue una mala decisión política de la gran mayoría del Comité Central, y con costos tácticos y estratégicos terribles.
El resultado militar y político de la Guerra Civil, fue adverso a los Calderonistas, pero arrastró a la ilegalidad a los Comunistas por casi tres décadas, sin hablar de la posterior represión anticomunista (incluido el Crimen del Codo del Diablo), y el obligado exilio para otros y otras camaradas.
Fue en le exilio donde murió su amada Chavela, Carmen Lyra, y donde conoció a una joven pasante universitaria costarricense, Addy Salas, quien sería luego su esposa y compañera, y madre de sus dos hijos.
Volviendo a la terrible Guerra Civil del 48, hay que decir que, para efectos militares, el cuestionado mando militar y policial Picadista y Calderonista siempre desconfió de los Comunistas. Era lo lógico y lo esperable. Y eran, -salvo excepciones-, posiblemente tan anticomunistas como los Nacionalistas de derecha del Cortesismo.
En fin, obviamente sin armas apropiadas ni planeamiento militar propio, no se combate bien. Incluso agregamos: no se debe acudir al combate militar en esa correlación de fuerzas armadas negativa. Sólo el valor heroico de los Brigadistas, en su mayoría obreros bananeros, y la fuerza de sus convicciones, los mantuvo en esporádicos triunfos.
Sino es por el Pacto de Ochomogo luego, aunque sea cumplido a medias, se hubiese podido terminar de perder todo. En cambio, las Garantías Sociales se respetaron en su esencia.
En Ochomogo se negociaron no vidas ni haciendas, sino precisamente las Garantías Sociales, y respecto a ese tema estratégico al menos, se cumplió lo pactado.
Don Pepe también tenía un equilibrio al interno de sus fuerzas, que sostener. Recordemos que Figueres Ferrer después de una corta pero muy cruenta Guerra Civil, tenía a su lado a combatientes distinguidos en su Ejército de clara orientación nacionalista de extrema derecha, y con un odio anticomunista visceral. (Sumado a los influyentes infiltrados e informantes de la Embajada Norteamericana, en constante acecho, y si hay dudas se pueden consultar los expedientes ya liberados por el FBI de entonces). Y todos estos elementos, tenían a su vez gran peso militar. Tal vez esto ayude a explicar su sabia y trascendental decisión posterior, de eliminar de forma regular al Ejército Nacional como institución permanente.
Además, aunque algunos ahora lo nieguen, o cueste demostrarlo empíricamente (yo no sabía que los Gringos notificaban antes de invadir), el peligro de una doble invasión Norteamericana (desde la Zona del Canal) y desde la Nicaragua de Somoza, estaba muy presente de haberse prolongado la Guerra Civil.
Estratégicamente, políticamente y moralmente, entonces, Manuel Mora Valverde, tenía toda la razón acá.
Pero se impuso la mayoría del Comité Central del PVP histórico. Ni modo.
A pesar de todo, de la situación militar asimétrica del 48, por dicha, se rescataron las Garantías Sociales, aún con la victoria de Figueres Ferrer, y digámoslo, con el respeto parcial al Pacto de Ochomogo (tantas veces negado por la historia oficial antes del Documental histórico ahora conocido). Incluso, fueron profundizadas más adelante en la Segunda República. La posterior legalización del Partido Comunista,-gracias a acuerdos discretos entre Figueres Ferrer y otros sectores progresistas del PLN, y Manuel Mora Valverde-, y su luchas ciudadanas en el sector sindical, en el sector campesino, de trabajadores/as rurales, comunalista, cooperativista, de mujeres, universitarias, colegiales, o en las «tomas de tierra» de pobladores, ayudó al vigoroso proceso de desarrollo del Estado Social de Derecho.
No se trata de volver a ningún odiado «culto a la personalidad» (Manuel nunca simpatizó con el Stalinismo), al culto al héroe como singularidad, ni de explicar a los fenómenos sociales o políticos exclusivamente de acuerdo a grandes personalidades. Pero sí de hacer justicia sin más, al legado político y ciudadano de un verdadero prócer político nacional, de un humanista.
A Manuel Mora se le puede ubicar dentro de la corriente humanista marxista, no dogmática. Fue un precursor de la superación de la lectura latinoamericana y no sectaria del Marxismo.
Celebró con esperanza y prudencia la autocrítica soviética de la Perestroika y del Glasnot, pues conocía de los vicios burocráticos y autoritarios del sistema soviético, pero lamentó profundamente la caída del Campo Socialista y del Socialismo Histórico y de su solidaridad internacional, no porque no fuese crítico del régimen burocrático, sino porque temía lo que realmente pasó: como fue la Restauración Capitalista y el destrozo de las conquistas sociales de los pueblos de Europa Oriental bajo la globalización capitalista, y el retorno del Hegemonismo Norteamericano y occidental sin freno, la renuncia al Multilateralismo mundial, y la soberbia geopolítica imperialista y sus correlatos neoliberales y neocoservadores.
Su brillante originalidad en la conducción política de la lucha popular asimétrica, en un país permanentemente amenazado por la Geopolítica imperial, dio nombre a la expresión local, – a veces injustamente denostada por el sectarismo estalinista-, de «Comunismo criollo», y luego de «Socialismo a la tica». Tesis en su contra se patrocinan y publican, pero la verdad histórica es que estamos disfrutando de las instituciones heredadas de la visión patriótica y de justicia social, de grandes hombre y mujeres como Manuel Mora Valverde.
Don Manuel adaptó de forma creativa y revolucionaria, en la táctica y en la estrategia, sus profundas convicciones marxistas al contexto político de la realidad costarricense de su momento.
En su larguísima trayectoria como revolucionario costarricense, nunca renunció a la efectiva pero muy discreta solidaridad revolucionaria centroamericana, latinoamericana e internacionalista; combinando formas de lucha, y siendo su apoyo estratégico y decisivo, para las grandes causas populares y humanas.
Tanto con la naciente Cuba Socialista, y con la Nicaragua revolucionaria (la del FSLN original obviamente), El Salvador, Honduras, o antes con Guatemala o República Dominicana, o Sudamérica entera. Su apoyo además nunca fue meramente discursivo. Lo cual, no impidió nunca, su independencia de criterio, o el rechazo tajante a la importación artificiosa de métodos de lucha, ajenos a nuestro contexto nacional.
De ahí la importancia estratégica de la Paz como bandera y consigna del campo popular.
Tanto nacional como regionalmente, Don Manuel tuvo enormes logros, no sin un altísimo riesgo personal suyo, y de su familia y compañeros/as de militancia. El verdadero alcance de sus luchas y conquistas está por descubrirse y estudiarse como un mar de viejas enseñanzas políticas, geopolíticas, cívicas, y humanistas.
Manuel Mora Valverde pudo desarrollar así, en la Costa Rica de su época, amplias alianzas políticas y sociales. Consolidando así, estratégicas conquistas sociales, jurídicas, económicas y políticas para el pueblo costarricense; siempre en defensa de los mejores intereses ciudadanos y democráticos de la Patria. Y esta última, es una lección digna de no ser olvidada nunca, en nuestras nuevas circunstancias históricas.