Aportes al pensamiento jurídico costarricense III

Estimadas y estimados amigos:

Conforme lo prometido, hoy comparto con ustedes la presentación que hice recientemente al libro titulado “Aprender pensando” del muy ilustre ciudadano don Rogelio Ramos Valverde, abogado, exdiputado, diplomático y fiel representante del pensamiento social- cristiano original en el país. Lo común es que el joven escritor pida a su menos joven maestro o mentor que prologue alguna obra; en este caso, he recibido la inmerecida solicitud para prologar una joya autobiográfica de un hombre que podría ser mi padre, lo que ha tenido para mí un valor extraordinario.

Presentación
Magister José Manuel Arroyo Gutiérrez
Exmagistrado Corte Suprema de Justicia
Profesor Catedrático Universidad de Costa Rica.

El libro de don Rogelio Ramos Valverde “Aprender Pensando” nos trae valiosos aportes en varias direcciones. En primer lugar se erige como un hermoso testimonio de vivencias personales y profesionales del autor, escritas con impecable estilo, a la vieja usanza. Es también el retrato de una época crucial en la construcción de la Costa Rica de la segunda mitad del siglo XX; dibuja un sentido homenaje del estudiante a sus viejos maestros y, como si fuera poco, logra articular un auténtico manual de introducción al estudio del derecho, en el que nociones básicas de diversas materias jurídicas, deja espacios a una enriquecedora reflexión filosófica, con auténticas lecciones de vida. Estos atributos hacen que la obra que presentamos esté llamada a ser un aporte relevante, no sólo para la historia de la enseñanza del derecho, sino para la historiografía general de nuestro país.

Me parece especialmente digno de destacar cómo el Licenciado Ramos Valverde refleja en sus páginas una Costa Rica que, -aunque recién salida del trauma político y bélico de la guerra civil de 1948-, logra restañar sus heridas fomentando un nuevo pacto social fundacional, no sólo por la promulgación de la Constitución Política de 1949, sino por las herencias sociales e institucionales que se respetaron y se fortalecieron a pesar del conflicto. En este libro se refleja de manera transparente, la atmósfera de reconstrucción social y democrática que tuvo en la Universidad de Costa Rica y, de manera especial, en la Escuela de Derecho de entonces, un centro de reflexión y estudio, decisivo en la formación de las nuevas generaciones de abogados y en el diseño de liderazgos, también renovado, de diversas tendencias ideológicas.

De alguna manera don Rogelio nos describe, quizá sin proponérselo, aspectos esenciales del “acta de nacimiento” de la Segunda República; el proceso de sana confluencia, mirando al futuro, de muchos personajes que desde la academia se decidieron a reconstruir la convivencia democrática, para las décadas venideras, a partir de valores como el estudio serio y sistemático, el pensamiento crítico y el trabajo especializado y profesional.

En un aspecto más íntimo o personal, llama poderosamente la atención en el contenido de esta obra esa avidez con que el joven Ramos Valverde encuentra su vocación por el derecho; la ilusión con que inicia y desarrolla sus estudios; la semblanza física e intelectual de cada uno de sus profesores, las enseñanzas fundamentales que le proveyeron y los hitos formativos que lo fueron definiendo y marcando como ser humano y como abogado. Una anécdota sobresaliente de este compromiso vocacional y existencial se revela cuando el autor llama a los notarios, de manera poética, “fieles guardianes del tiempo”, una calificación que cualquier mirada desprevenida o prejuiciosa pudiera no reconocer, pero cuyo profundo alcance valoramos al recordar que en nuestros días, las corrientes más actualizadas de la Sociología, la Historia y la Criminología, entre otras Ciencias Sociales, encuentran en las actas notariales una fuente riquísima de información para los investigadores.

Es meritorio destacar de esta reseña autobiográfica de don Rogelio, la gratitud para con sus maestros, personalidades que fueron incluso la fuente de inspiración inicial para escribir estas memorias. Con la lectura de esta obra nos queda claro que aquellos profesores en su mayoría se habían formado a sí mismos, sin poder salir del país por razones económicas, echando mano de los pocos libros que se podían encontrar en las dos o tres bibliotecas o librerías de entonces, así como por los esporádicos contactos y correspondencias que individualmente, cada quien, pudiera establecer con centros de estudio o profesores extranjeros. Esta era la realidad de un país con muy escasos recursos, pero con una voluntad a toda prueba para avanzar y desarrollarse. No fue sino hasta décadas después, en los años setentas del pasado siglo, cuando me correspondió pasar por la Facultad de Derecho, que hubo programas de becas para gente que pudo estudiar en Europa, otros países latinoamericanos o del norte de América.

El pensum o programa de estudios que se nos describe en este libro, es también llamativo por lo bien estructurado que aparece, acorde con las necesidades de la época. Se reconoce el encuentro con el Derecho Constitucional, la Teoría del Estado, la Filosofía y la Historia del Derecho, junto a otras disciplinas jurídicas tradicionales, que se abrían paso en una formación sólida y ambiciosa. Sin duda en este aspecto estrictamente académico aquellos costarricenses ilustres también tuvieron visión de futuro, donde todos, profesores y alumnos, se tomaron muy en serio la necesidad de prepararse no sólo para ejercer una profesión como medio de vida, sino para tomar las riendas de una nueva etapa de la historia nacional, como en efecto ocurrió. En pocos años, muchos de los compañeros y, aunque muy pocas, las compañeras de estudio del autor, fueron llamados a ejercer destacados puestos en la administración pública, dentro y fuera del país.

No dejo de sentir cierta envidia por los tiempos que nos describe don Rogelio. La política pública, incluida la académica, se orientó a tomar lo bueno del pasado, a proponer proyectos nuevos, a tener ilusión por el porvenir creando oportunidades y movilidad social incluyente. A mi generación le correspondió, en esa década de los años setentas que mencioné, recoger los mejores frutos de aquél esfuerzo histórico anterior. Una Facultad de Derecho mucho más consolidada, pero a la vez, mucho más masificada, despersonalizada en la relación profesores -estudiantes, con perfiles diferenciados entre buenos y no tan buenos profesores, y también mucho más convulsa y desorientada en cuanto a las visiones de futuro y los proyectos del país que queríamos. Tengo para mí que, la enseñanza del derecho en Costa Rica conoció en la generación del Licenciado Ramos un momento de siembra y esperanza, sobre todo cuando echamos una mirada, a lo que ocurre actualmente que, con contadas excepciones, padecemos la proliferación de “escuelas de derecho” improvisadas, totalmente alejadas de la investigación y del “aprendizaje pensando” al que alude el título de esta obra.

Tenga don Rogelio Ramos Valverde nuestro agradecimiento por tomarse el tiempo y el trabajo de rescatar de su memoria y su experiencia este valioso testimonio para las futuras generaciones.

Sabanilla de Montes de Oca, San José, 14 de mayo de 2020.