¿Cambio sistémico o contradicciones del colapso «democrático burgués»? Algunas consideraciones al vuelo e incompletas
Oscar Barrantes R.*
Círculo Bolivariano Yamileth López
Centro Popular Costarricense de Estudios Sociales (CBYLO – CPCES)
Pulir un tanto la visión alrededor de la catastrófica, decadente y semicolonizada “democracia burguesa”, ¿en Costa Rica o América Latina? ¿Cómo la veo? ¿Cambio sistémico? No lo creo ni lo es. Tenemos argumentos de carácter filosófico, social, de praxis, espiritual y la realidad histórica como aliada, para ello.
Consideramos como punto de partida, es la degeneración a formas fascistoides de violencia del Estado burgués liberal reformista – como bien dice Miguel Sobrado en un artículo recientemente publicado, el Estado «clientelista» – la aparición de un engendro de Estado forajido, narcotraficante, paramilitaroide, mafioso y subordinado a los aparatos militares geoimperialistas como el Comando Sur, la CIA, el TIAR, la OTAN y otros tratados recolonizadores como el Plan Colombia, Plan Puebla Panamá – Medellín, el Plan Mérida, los TLC yankis; entre otros.
Estados y sus territorios convertidos en portaaviones del tráfico de drogas -tránsito, bodega, intercambio de droga por armas, distribución al menudeo y gran escala, expansión de operaciones y guerra de cárteles continentales y globales – de ofensivas de militarización neocolonial, instalación de bases militares – Comando Sur, OTAN, DEA, CIA, A.S.N., MOSSAD, MI6, – paraísos fiscales para lavado de activos y blanqueado de dólares, centros de operación de guerra asimétrica (contrainsurgencia y contrarrevolución) países utilizados como plataforma «proxi», para la guerra no convencional contra gobiernos y proyectos políticos que construyen sociedades y Estados soberanos, independientes, antiimperialistas y rebeldes.
En los países de América Latina y El Caribe se ilegaliza la protesta social y la huelga como instrumento jurídico y legítimo de la lucha por los derechos sociales. Se judicializa, se penaliza y se aplican sentencias de cárcel a lideres, activistas, dirigentes populares, sindicales, estudiantiles, obreros, campesinos, intelectuales, mujeres y hombres de los sectores, movimientos, comunidades y enjambres sociales en plena organización y movilización.
Chile fue un plan piloto, vinculado a la Operación Cóndor después del Golpe de Estado a Salvador Allende y al proyecto popular y democrático de la Unidad Popular. Más recientemente es Colombia el laboratorio donde se mixtura el eje económico con el político militar.
Se implementa una vuelta de tuerca al neofascismo americanizado, con una reingeniería social y mercantil al liberalismo fundamentalista (denominado por cierto academicismo como: neoliberalismo) con una mezclademilitarización con bases militares imperialistas, asociación a la OTAN, desarrollo de la industria de narcóticos, surgimiento de un departamento de paramilitarización y legitimación del paramilitarismo, manteniendo el escenario eleccionista burgués y la ficción de formas democráticas de poder.
Lo mismo se implementó con modelos particulares y de acuerdo con las realidades concretas en Venezuela del régimen de » punto fijo». En México con acento en las mafias oligárquicas marionetas de Washington desde los años de 1960.
En octubre de 1968 administración de Luis Echeverría y, su ministro de Gobernación Gustavo Díaz Ordaz, atildan su clímax de odio a la movilización estudiantil y popular antiimperialista, al ordenar la masacre de la Plaza de Tlatelolco.
También ha tenido sus matices en Brasil, Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina, Honduras, Haití quizás los más representativos del continente. Las castas militares y FF.AA., policías y servicios secretos de esos países tienen un rol central en la dinámica de esa metamorfosis de las superestructuras burguesas, forzadas por la estrategia de recolonización del imperialismo global anglosajón.
Se descuartiza la forma de Estado reformista social – liberal, porque no le es necesario estratégicamente al bloque neocolonial, con la pírrica, escasa y temporal victoria del imperialismo sobre el socialismo, (1989 – 2006) vendida como derrota definitiva y como «fracaso de la sociedad comunista».
El llamado «fin de la historia» de Francis Fukuyama – nada más alejado de la realidad histórica, hoy demostrado por los hechos vivientes, los acontecimientos en curso y la rueda de la historia girando con soltura y aplastando la escoria de las relaciones humanas retardatarias – recordemos que los reformismos socialdemócratas y socialcristianos, heredados de las tesis euroteóricas de Max Beber, Bernstein y Kausky, denominados también como» capitalismo con rostro humano» o los modelos de «Estado clientelista», «populismo» de Estado, «Estado social de derecho» o suplente reformista; sencillamente se hicieron como aplicaciones tácticas de contención social y contrainsurgencia, con el objetivo de frenar la radicalización revolucionaria, impregnar el conformismo de masas, » domesticar definió José Figueres Ferrer» en su oportunidad, mediatizar el descontento popular y la rebeldía social y nacional, así como desmovilizar a las fuerzas políticas y amplios sectores populares descontentos. Es un enfoque estratégico dirigido a taponear y diluir los proyectos políticos revolucionarios en desarrollo.
Acá es necesario un alto y esclarecer. Para Costa Rica, Guatemala, Bolivia, y talvez, otros casos en América Latina debemos separar esta concepción reformistas de los movimientos populares de conquista social – a tenor de las reformas sociales de las décadas de 1930 – 1940 – 50, 1960 – 70 – verdaderas transformaciones alcanzadas por la acción revolucionaria y la dirección política científico – social doctrinaria y estratégico- táctico de destacamentos político y movilización social – popular de masas proletarias conscientes y organizadas en unidad con sectores avanzados de la sociedad, que fueron retardados y cortados por la contrainsurgencia intervencionista y mercenaria oligárquica criolla, auspiciada por el imperialismo desde Washington.
Proyectos sociales valorados y respaldados por la energía racional, el espíritu moral y emocional y, la sangre de miles de obreros, familias campesinas, estudiantes, artesanos, intelectuales, mujeres y hombres del campo y de la ciudad.
Hoy estamos frente a la mutación del Estado oligárquico semicolonizado. La misma responde y es una arquitectura bocetada en los conciliábulos de las corporaciones y lobbies imperialistas, como el «Consenso de Washington», la OMC, «El documento de Santa Fe», en las encerronas de Davos, en las confabulaciones del «G – 7», Banco Mundial, FMI y en otras conocidas «liturgias» de las anquilosadas y estáticas aristocracias globales del «deep state». En las cavernas de los «thing thang» de los globalistas del fatalismo civilizatorio anglosajón.
Sin la menor duda, Costa Rica hoy se encuentra en la coordenada precisa que se le asignó por el hegemón, como pieza subordinada en el tablero geopolítico y regional, en el que le toca jugar un papel miserable y repugnante, al servicio de los intereses geo-globalistas.
Un punto de quiebre definitivo del «Estado nacional» y el sometimiento total de «la república burguesa semicolonial» a los designios de la doctrina y estrategia del hegemonismo unipolar y totalitario.
*Los escritos del autor son conocidos en la región en el área de la geopolítica, y aborda en el presente trabajo la crisis de la democracia costarricense, así cómo, desde la pequeña burguesía hasta la más rancia oligarquía se funden en bloque en sus intentos para salvar “los muebles” de un sistema que hace “aguas”, tanto en el plano interno como externo.
Centro Popular Costarricense de Estudios Sociales, Círculo Bolivariano Yamileth López, Estado clientelista, liberalismo fundamentalista, lucha social, neofascismo, Oscar Barrantes R., violencia del Estado