Ir al contenido principal

Homenaje a Zamira Barquero Trejos por su aporte a la recuperación del patrimonio musical costarricense

El Ministerio de Cultura y Juventud, por medio de la Benemérita Biblioteca Nacional, se complace en invitarle al Homenaje a la artista y académica Zamira Barquero Trejos por su aporte a la recuperación del patrimonio musical costarricense.

La actividad será presencial el viernes 11 de julio a las 3:00 p.m. en la Benemérita Biblioteca Nacional. También  se transmitirá por el Facebook https://www.facebook.com/bibliotecanacional.mcj.cr/

Será un gusto contar con su presencia.

Cantoamérica celebra 45 años de trayectoria con concierto y presentación de libro

La agrupación musical costarricense Cantoamérica celebra sus 45 años de vida artística con un evento especial que tendrá lugar el próximo viernes 4 de julio a las 8 p.m. en Mundoloco San Pedro.

La actividad incluirá un concierto en vivo y la presentación del libro “Tambores de resistencia: la historia del grupo musical Cantoamérica”, escrito por el fundador y director del grupo, Manuel Monestel Ramírez, galardonado con el Premio Magón 2024. El libro resume la historia de una de las agrupaciones más importantes en la defensa, difusión y creación musical afrocaribeña, limonense y costarricense.

El concierto también contará con la participación especial del compositor y guitarrista canadiense Jeff Gunn, reconocido internacionalmente por sus colaboraciones con artistas como Emmanuel Jal y Nelly Furtado, y por sus presentaciones en escenarios de renombre como Glastonbury, el Kennedy Center y el Grammy Museum.

Durante la velada, Cantoamérica interpretará una selección de temas clásicos que han definido su estilo único, así como nuevas canciones que formarán parte de su próximo álbum. El repertorio abarcará calypso afrolimonense, rumba, bolero, reggae, son y salsa, con arreglos originales que reflejan la riqueza intercultural que caracteriza a la agrupación.

Las entradas están disponibles en preventa hasta el 30 de junio, con precios especiales:

  • 7,000 colones (entrada general)
  • 12,000 colones (entrada + libro)

Posterior a esa fecha, el precio general será de ₡10,000 colones.

Reservaciones y consultas al 8625-1665 (también por SINPE).

Para conocer más sobre el evento, escuchar su música o seguir sus redes sociales:

Video recomendado: María Calypso – Cantoamérica en Mundoloco (2025): https://www.facebook.com/100034999821874/videos/8786445168147350

Desde Kaiso Music CR, con el apoyo de Radio U, Cantoamérica invita a todas las personas amigas, artistas, público general y comunidad musical a vivir una noche de alegría, resistencia y celebración cultural.

La Orgía de los Gritos y las Plumas

(El precio social por salir del closet)

Por Víctor Valdelomar Mora

Hace unos meses vi a dos hombres caminar tomados de la mano por el centro de San José. Era la hora de salida del trabajo. Caminaban en medio del tumulto y no pasaba nada. Los vi alejarse y pensé que unos años atrás, probablemente, las personas se abrían detenido a mirarlos y una que otra, dirían comentarios condenatorios, por esa actitud desafiante a la moral pública “Que sean lo que quieran ser, pero puertas adentro” es la sentencia de un sector social que se niega a reconocer los derechos adquiridos por la comunidad de la diversidad sexual.

Recuerdo hace ya, por lo menos cincuenta años atrás, redadas policiales en centros nocturnos en los que se reunía la comunidad de la diversidad sexual.

El avance en su reconocimiento de sus Derechos Humanos ha eliminado estas prácticas discriminatorias. Además de que, hace treinta y cinco años, la Organización Mundial de la Salud y la Asociación Americana de Psiquiatría, eliminaron la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales.

Sin embargo, los prejuicios están muy arraigados en nuestra sociedad conservadora.

Hoy día persiste la defensa de la llamada “terapia de conversión”, que es una supuesta terapia para “hacer normal” a los homosexuales, a pesar de que la ciencia ya dijo que no hay nada que curar.

“La Orgía de los Gritos y las Plumas” es un espectáculo teatral que retrata las peripecias de un grupo de amigos gay luchando contra las ideas de un hombre alimentado de prejuicios que le permiten sostener su precaria hombría ante las firmes ideas del grupo gay.

Los creadores de esta pieza teatral (dramaturgo, director y actores) muestran sin complejos ni restricciones, un grupo gay empoderado, envueltos en sus conflictos sentimentales, pero dispuestos a reír de cada arremetida que intenta condenarlos …y por supuesto, invitar también a la risa del público que comprende el absurdo de esa condena.

Lo demás, sería contar la historia, pero el objetivo de este artículo es, precisamente, invitarlos a presenciar esta comedia de enredos, en Teatro El Refugio 506, el viernes 27 de junio y el viernes 4 de julio, a las 8 pm. Puede reservar su entrada al teléfono 6074 31 78.

Genealogía del poder: los Mora Porras y el surgimiento de una élite cafetalera en el San José del siglo XVIII y XIX

Dr. Fernando A. Villalobos Chacón

I. Introducción

La familia Mora Porras emergió como uno de los linajes más influyentes de San José en la primera mitad del siglo XIX, en el contexto del auge económico del café y la consolidación del Estado costarricense. Juan Rafael Mora Porras, el hijo mayor, asumió tempranamente la jefatura familiar tras la muerte de sus padres, haciéndose cargo de sus hermanos y sobrinos, así como de un complejo panorama económico.

Gracias a su visión estratégica y disciplina personal, Juan Rafael no solo logró superar las adversidades familiares, sino que se convirtió en uno de los principales cafetaleros del país, base que le permitiría ascender al poder político. Como presidente de la República entre 1849 y 1859, lideró la resistencia costarricense durante la Campaña Nacional contra los filibusteros de William Walker, consolidándose como un símbolo regional de soberanía.

Este estudio explora los orígenes familiares de Mora Porras y analiza cómo su entorno doméstico, la red de parentesco y las circunstancias sociales de la época moldearon su carácter, liderazgo y legado político. Se examina además el papel desempeñado por sus hermanos, cuñados y sobrinos en la articulación de un poder familiar que trascendió el ámbito privado.

II. Antecedentes de la familia Mora Porras

En los albores del siglo XVIII, Cartago era la capital colonial de Costa Rica. La población de españoles residentes era bastante reducida. La situación económica era muy difícil en la ciudad. La escaza población, escasez de recursos minerales, ausencia de un producto que vinculara a la pequeña provincia centroamericana al mercado externo y la lejanía de Guatemala, la capital del reino eran algunos factores que detonaban una crisis económica cíclica.

Ante este panorama económico complicado, algunos descendientes de españoles, para gozar de algún reconocimiento en la sociedad, buscaban obtener algún grado militar o título nobiliario, como una forma de tener alguna notoriedad en la jerarquía social de la época. La lejanía con Guatemala convertía la obtención de estas distinciones, en condecoraciones muy complicadas de alcanzar, por lo que las personas que las tenían eran privilegiadas y así eran vistos por la sociedad colonial cartaginesa. De esta manera, solo los ciudadanos de abolengo, representantes conspicuos de la sociedad gozaban de estas “virtudes”. Si ya la comunicación con Guatemala era difícil, ir a España a obtener estos grados era aún más complejo.

En ese contexto, el tatarabuelo de don Juan Rafael Mora Porras, don Francisco Mora, tenía el rango de capitán. Su esposa era una distinguida dama de estirpe, representante de una de las familias de mayor alcurnia de la época: doña Clara Sánchez de Estrada. Esta unión convertía este matrimonio en uno de los más renombrados a nivel societal, en el Cartago de finales del siglo XVII.

Del matrimonio Mora Sánchez, nacen tres retoños. El hijo mayor Camilo, quien logra, de la misma manera que su padre don Francisco, el grado militar de capitán. Don Camilo Mora Sánchez contrae nupcias con la señora Feliciana Valverde, quien había enviudado de don Félix Elizondo. De este matrimonio nacen tres hijos. Don Camilo Mora Sánchez, quién fue Notario y Teniente Gobernador de Aserrí y San José. Fallece en el año 1766.

El hijo mayor de don Camilo y doña Feliciana se llamó José Dionisio, luego había una mujer y el hijo menor se llamó José Mateo, quién sufría una discapacidad: era manco. Afortunadamente, esta dificultad no le impidió llevar una vida normal, si se considerada los enormes tabúes religiosos de esta época, en el cual había personas que consideraban estas dificultades físicas como “castigos divinos”. José Mateo Mora se casó y procreó quince hijos.

Por su parte, José Dionisio, el mayor de la familia Mora Valverde, quien se dedicó al comercio, se casó con la señora Luz Alvarado, con quien procreó varios hijos e hijas; uno de los cuales fue Camilo, padre de don Juanito. Como se viene observando Camilo es un nombre recurrente y familiar, heredado en varias generaciones de la genealogía de don Juan Rafael Mora Porras.

En el año 1813, don Camilo Mora Alvarado era socio de don José Santos Lombardo y don Rafael de Gallegos, de quien también era compadre. Estos dos últimos fueron experimentados políticos de la época y actores claves en el espectro político del país en los próximos años. La independencia de Guatemala y España estaba próxima (1821). La sociedad mercantil de los señores Mora, Lombardo y Gallegos, tenía a su haber un capital semilla de 30 mil pesos, siendo el accionista mayoritario don Camilo Mora.

En cuanto a don Camilo Mora, se debe mencionar que no se involucró en política. Contrajo nupcias con la señora Ana Benita Porras Ulloa. De esta unión nacen nueve hijos. Juan Rafael es el mayor de la camada de la familia Mora Porras. Juan Rafael nace el ocho de febrero del año 1814, en Villa Nueva (actual San José). La casa familiar estaba contigua a la plazoleta principal.

Los padrinos del bautizo de Juan Rafael, hijo mayor de don Camilo y de doña Ana Benita, fueron don Rafael de Gallegos y doña Teresa Ramó, quienes escogen el nombre del ahijado. De esta manera don Juanito como se le conocería después, debe el origen de su nombre a su padrino, quien por cierto fue Jefe de Estado del país. Don Juanito también sería presidente luego.

Don Camilo se dedicó a la venta de telas y abarrotes, negocio que empezó gracias a la herencia familiar. Sin embargo, don Camilo tenía un problema para los negocios: era un hombre muy benevolente, lo que dio al traste con muchos proyectos. Fue frecuente que deudores no le pagaran o sufrió pérdidas a su patrimonio por fianzas a amigos que no cancelaban y él debía asumir. Esto consta en los Protocolos de los Archivos Nacionales y lo corroboró en diversas oportunidades el mismo Juan Rafael, su hijo mayor. Fue frecuente hipotecar sus propiedades para responder por deudas de amigos, que él debía pagar luego. Don Camilo también era una persona que ayudaba económicamente a muchas personas, inclusive a desconocidos. También se hizo cargo de cinco sobrinos huérfanos: Félix, Ana, Juana, José y José María, hijos de su hermano Ascensión Mora y Gertrudis Ramírez, su cuñada, quienes fallecieron en octubre de 1824.

En 1817, don Camilo figura en una unión (asociación) con otros ciudadanos, brindando apoyo económico a la Cátedra de Filosofía de la Universidad de Santo Tomás. Don Camilo Mora, era un buen cristiano, era un tipo “buenazo” y un altruista en todo el sentido de la palabra.

Respecto a su familia inmediata, no hay muchos datos de sus hijos. Juan Rafael el mayor, asistió a la escuela de primeras letras y ya se le notaba su perfil de comerciante, ya que desde muy joven acompañaba a su padre en los negocios, a quien le reprochaba por su falta de carácter. Debido a estas fricciones una vez cumplidos los dieciocho años, Juan Rafael obtuvo de don Camilo la autonomía financiera la cual le fue otorgada legalmente en 1832. A partir de este año, el joven Juan Rafael, se dedica por completo al comercio. Ese mismo año realiza su primera transacción financiera y otorga un poder especial a don Manuel Zeledón; con el objeto de hacer valer una deuda de don Jacinto García o su fiador Ramón Pomerol, a su favor. Esto denota que don Juan Rafael no sería como su padre don Camilo en los negocios.

Don Camilo, dadas las frecuentes pérdidas, empezó a declinar en sus negocios y su patrimonio empezó a verse afectado. En 1833, muere su esposa con quien procreó todos sus hijos: doña Ana Benita, quedando al frente de la familia con nueve hijos y sobrinos a cargo, varios de ellos aún infantes. La muerte inesperada de su joven esposa, fue un duro golpe para don Camilo, quien no se pudo recuperar de esta fatalidad.

III. Don Juanito el comerciante y el patriarca de la familia Mora Porras

El investigador en el tema «morista» Armando Vargas Araya, quizás el más prolífico y respetado en producción académica sobre el prócer en los últimos veinticinco (25) años, en su renombrada obra: El lado oculto del Presidente Mora (2013), y producto de una exhaustiva consulta de numerosas fuentes bibliográficas, ofrece una magistral descripción física y sociológica de don Juan Rafael Mora Porras:

su estatura es de escaso metro con sesenta. Grueso de contextura, relleno de rostro y el cabello corto. Cabello negro peinado hacia atrás y espesa sotabarba. Piel aceituna, ligeramente morena. Frente despejada, de clara inteligencia. Cejas largas, mirada penetrante. Labio superior delgado, nariz romana. Camina firme, lleva bastón con empuñadura de marfil. Habla suave y directo. Duerme temprano. Madruga y hace siesta. Católico, va a misa. De maneras refinadas, viste a la francesa con zapatos de charol; y en ocasiones solemnes, usa un sencillo frac negro. Prefiere pluma, tinta y papel ingleses.

Afable por naturaleza, su fisonomía plácida expresa más bondad que energía. Por el comercio minorista y el juego de gallos, conoce a fondo la psicología de sus compatriotas. Ha servido a muchos y ha contribuido a que algunos pobres se hicieran ricos. Por afecto, muchos lo llaman don Juanito y en el santuario del hogar; Tatica. Administra parejo el auge o el infortunio. Frugal e ilustrado. Es obsesivo en la consecución de sus metas. No es sanguinario ni cruel. Cree en el equilibrio entre personas e intereses. Como todo gobernante es proclive al halago palaciego. (Vargas, 2013, p. 32).

Su fuerte personalidad se empieza a forjar en el año de 1833, cuando muere su madre doña Ana Benita Porras y Juan Rafael tenía apenas diecinueve años. Además, participaba activamente del negocio de los bienes raíces. Había iniciado con un negocio de venta de diversos productos de primera necesidad, en ese entonces conocido como comisariatos – en la misma casa de sus padres. Los años que siguen son de intensa actividad mercantil, financiera y de bienes raíces para Juan Rafael. De esto dan cuenta los protocolos de Archivos Nacionales, que demuestran la venta y la compra de varias propiedades en diversas partes del país. El joven Juan Rafael aprovechaba para comprar propiedades en precios de oportunidad y en ventajosas condiciones, y las colocaba a compradores de segunda mano a mejores precios y con una buena ganancia de por medio. Ya en estos años Juan Rafael empezaba a adquirir renombre y ya se le denomina como “don Juanito”, mote que da respeto por el “don” pero a la vez denota cariño entre la gente. Mientras a don Juanito le va bien en los negocios don Camilo su padre, sigue de mal en peor.

El año de 1833, es infausto para el abatido don Camilo: muere su cónyuge y debe hipotecar varias de sus propiedades para enfrentar varias obligaciones y fianzas. En el año 1836, se declara en quiebra e hipoteca su pírrico patrimonio. Estaba cercana su muerte.

Por su parte don Juanito, exhibía una habilidad innata para los negocios, lo cual demostró desde la propia juventud. Su padre era un hombre honrado y con fama de buena persona lo cual además le favoreció. Además, su familia paterna y materna, era numerosa y extendida por todo el país: Mora y Porras eran dos apellidos muy comunes en Costa Rica y su padre fungía como una especie de “patriarca” entre la familia; además, que heredaba un nombre muy significativo a lo largo de cinco generaciones: Camilo. A la muerte de don Camilo; don Juanito no solo debe heredar las deudas y el cuidado de sus hermanas, hermanos y sobrinos, sino que asume el liderazgo familiar de su padre, y pronto es una figura muy respetada.

Todo esto le ayudó a don Juanito para saber de oportunidades, tener recomendaciones claves, en fin, emprender negocios donde siempre obtenía algún beneficio o ganancia directa o indirecta. Tenía primos y tíos que lo asistían en muchas partes del país, para que los negocios “cuajaran” y se consolidaran.

Juan Rafael, dado su don de gentes y de excelente conversador, gozaba de las simpatías y tenía amistades por todo el país. Era común ver a don Juanito amanecer en mesas de amigos conversando de casi cualquier tema. Era un gran caballero, intelectual y muy elocuente. La admiración y simpatías hacia el joven Mora Porras era mucha.

En 1836, don Camilo Mora cae enfermo de muerte. El 01 de agosto firma su testamento ante el Alcalde Manuel Bolandi, dejando, dada su situación económica tan crítica, más deudas que bienes a don Juanito. El siguiente relato capta una parte familiar y humana de Juan Rafael Mora Porras:

aun así, enfermo de muerte, asume una nueva deuda el tres de agosto y da como fiador a su hijo don Juanito. El ocho del mismo mes emancipa a sus hijos Miguel y José Joaquín y el veintiséis nombra albacea y tutor de los hijos menores a don Juanito, quien se hace cargo de todas las deudas de su señor padre. A la muerte de su padre don Juanito se hace cargo de sus hermanos menores y asume el liderazgo de la familia. Esto explica el enorme respeto que le tenían sus hermanos, quienes lo veían como un padre, y le expresaban reverencia. Además, denota una linda faceta de don Juan Rafael Mora, la humana, la de buen hijo, buen hermano, buen cristiano, que en el momento más crítico mantuvo unida a la familia Mora, asumió con compromiso la misión que le dejaba la vida: honrar las deudas de su padre y educar a sus hermanos menores (Villalobos, 2015, p.19)

En los años posteriores a la muerte de don Camilo, don Juanito debe hacer frente a fuertes deudas y asumir el papel de patriarca de la familia (una muy numerosa por cierto). Para pagar deudas heredadas debe inclusive vender algunos bienes, para poder apalancarse de nuevo. No obstante, la habilidad innata para el comercio le permite recuperarse muy rápidamente y años después inclusive recobrar algunos de estos bienes. Tiene una breve experiencia en el negocio de las minas, sin embargo, esta fue una actividad poco rentable en el país. Es de los pocos emprendimientos a los que don Juanito se dedicó, que no le fue bien y lo dejó oportunamente.

Posteriormente incursiona en el negocio cafetalero. Esta sería la actividad más exitosa. En pocos años se convirtió en el mayor cafetalero del país y el mayor representante de la nueva clase burguesa de la novel república: la cafetalera.

El hecho que don Juanito con veintidós años se tuviera que hacer cargo de deudas familiares y sus hermanos huérfanos, lo marcó de por vida. Desarrolló un estilo “patriarcal” en sus relaciones, fue una especie de sello que lo marcó. Otra característica que forjó el carácter de don Juanito fue tener que asumir compromisos importantes a temprana edad a lo largo de su vida. Con apenas treinta y cinco años, asumiría la jefatura del gobierno y le correspondería enfrentar la coyuntura de amenaza externa más peligrosa que el país haya tenido de 1821 a la fecha, esto fue, enfrentar la Campaña Nacional contra William Walker y su ejército de filibusteros, apoyados por USA. Los retos a lo largo de su vida forjaron un carácter férreo y una voluntad inquebrantable.

Afrontó en forma hidalga su papel como nuevo jefe de familia, como si fuera un designio divino, lo cual desempeñó con mucha dedicación, afecto y firmeza. A pesar que dos de sus hermanos habían sido emancipados por don Camilo, Miguel y José Joaquín, respetaron la autoridad de su hermano mayor, quedándose en la casa apoyando a sus hermanos menores y bajo el auspicio de don Juanito. Esto hizo de Juan Rafael una persona respetada no solo en su familia, sino en la sociedad que apreciaba su nobleza y carácter. A pesar de no haberse casado, ya tenía bajo su responsabilidad una extensa familia.

Esta historia de vida, desarrollaría un estilo de gobierno en cierta manera sobreprotector. Igual que resguardó a su familia, así asumió su misión durante la Campaña Nacional. Equivalente sentimiento se reflejó en 1860 al intentar recuperar el poder y ser asesinado; en vista que se enteraba por cartas que sus amigos y socios estaban siendo perseguidos y despojados de sus bienes por mandato de sus rivales: Montealegre y Aguilar, causantes del golpe de Estado en su contra. Este tipo de noticias lo angustiaban en extremo. Mora hacía lo que fuere por resguardar su familia y amigos. Así era don Juanito, el hombre, el caballero.

Ese paternalismo de Mora hace que sus hermanos le reverenciaran hasta su muerte y aún posterior. A modo de ejemplo, a José Joaquín, le corresponde acatar algunas instrucciones dadas por don Juanito horas antes de su fusilamiento aquel fatídico 30 de setiembre de 1860, en misivas que escribe a su esposa Inés y a sus hermanos. De los hermanos Mora Porras, el más apegado y unido afectivamente a don Juanito fue José Joaquín. Él era uno de los de su círculo de mayor confianza, durante su gobierno fue General de Ejército, donde le correspondió dirigir la cruenta custodia de la ciudad de Rivas, y luego en la segunda fase de la campaña: organizar la estrategia para liquidar a William Walker y obligar a su rendición el 01 de mayo de 1857.

Luego en el exilio en El Salvador, posterior a su derrocamiento (1859-1860), lo acompañan José Joaquín y el General José María Cañas, donde se dedican con éxito a la agricultura. Quizá estas fueron las dos personas de mayor confianza de don Juanito a lo largo de su vida. Cañas era cuñado, además, casado con una hermana de los Mora Porras. Ambos lo acompañan en la empresa arriesgada por retomar el poder usurpado en Costa Rica. Es conocido el desenlace de ese viaje: una traición pone en conocimiento del gobierno el regreso de Mora y sus hombres. Desarticula el movimiento y los espera en Puntarenas con un contingente de tropas del ejército y con las vías de acceso neutralizadas. En absoluta desventaja, todos fueron capturados por las tropas gobiernistas fácilmente. La aventura se salda con el fusilamiento vil de don Juanito y el General Cañas. El gobierno perdona la vida a algunos de sus hombres y exilia nuevamente a don José Joaquín Mora a El Salvador. Apenas dos meses después y afectado seriamente por la muerte de su querido hermano, José Joaquín, otro de los héroes de la Campaña Nacional, muere en El Salvador, lo que originó una famosa leyenda urbana: «si alguna persona puede morir de pena, ese fue el General José Joaquín Mora Porras» (frase de dominio público)

La historiografía costarricense ha explorado poco ese carácter paternal de don Juanito como hombre de familia. Usualmente, se le caracteriza como un hombre recio, bravo, hábil comerciante y terco. En familia, don Juanito era un hombre paternal y amoroso, esto queda manifiesto en sus últimas cartas antes del fusilamiento a sus hermanos y su esposa Inés, donde describe bastante a sus hijos y pide a su esposa se asegure, por ejemplo, de que nunca participen en política. Sus amigos lo describen como un hombre leal y un gran intelectual, por cierto, otra faceta bastante desconocida para una persona que viajaba por todo el continente americano y europeo en busca de negocios.

Continuando con el entorno familiar, a la muerte de don Toribio Argüello, nicaragüense y casado con una hermana de don Juanito, sin dilaciones se hizo cargo de sus sobrinos desamparados, a quienes protegió. Manuel Argüello es uno de esos sobrinos criados por Mora. Manuel fue un leal ayudante de su tío protector, toda su vida. Posterior al asesinato de su mentor, Argüello un destacado cronista publica varias obras y artículos sobre don Juanito, donde procuró siempre redimir su imagen, contribuyendo con documentos históricos que hoy día aportan valiosa información primaria sobre la otra cara de la vida del prócer, como ser humano. Dado que los enemigos de Mora desvirtuaron muchos de los hechos que rodearon su caída y posterior fusilamiento, Argüello rescata mucho de esos episodios.

A Manuel Argüello don Juanito lo había enviado a estudiar Notariado a Guatemala. El joven conservó múltiples cartas que don Juanito le envía durante sus años de estudio, donde le inspira el amor por estudiar, la responsabilidad familiar y la filantropía. Estas cartas hablan de la nobleza y estatura moral de don Juanito, la otra cara de ese hombre de semblante fuerte y áspero. Ese cariño mutuo demuestra por qué Argüello, a su retorno al país, ya graduado como abogado, se convertiría en un hombre muy cercano a su estimado tío Juan Rafael, a quien continuó honrando el resto de su vida.

Como se mencionó anteriormente en sus cartas, escritas horas antes de su muerte, don Juanito pide a su esposa y hermanos que no se metan en política; sin embargo, su sobrino Argüello heredó parte del caudal político de su tío y, gracias a esa fuerza que representaba el morismo en la Costa Rica de entonces, Manuel fue parte del grupo que logró colocar a don Jesús Jiménez en el poder, en 1863. Jiménez fue un presidente clave y luego su hijo don Ricardo gobernaría el país en tres ocasiones en el primer tercio del siglo XX. Después colaboró en el gobierno de don Tomás Guardia Gutiérrez, otro presidente clave en el siglo XIX, héroe de la Campaña Nacional y amigo de don Juanito, por cierto, bisabuelo de Rafael Ángel Calderón Guardia y tatarabuelo de Rafael Ángel Calderón Fournier, padres de la ideología socialcristiana en el país. Manuel Argüello se desempeñaría como secretario de la cartera de Fomento, teniendo un papel esencial en el máximo proyecto de infraestructura que emprende el país en el siglo XIX: la construcción del Ferrocarril al Atlántico.

Ese particular proteccionismo y paternalismo de don Juanito, le significó enormes dificultades también. Sus enemigos le atribuían el impulso de corruptelas entorno a su grupo de colaboradores más próximo, a quienes protegía en forma enérgica cuando había acusaciones contra alguno de ellos. Cuando empezaba un proyecto, no dudaba en llevarlo adelante a pesar de las críticas. Siempre se le consideró una persona muy terca y apasionada en sus luchas. No le gustaba perder ninguna disputa, por más pequeña que esta pareciese. Sus detractores, a veces, lo acusaban de tomarse las cosas del gobierno en forma personal. Esta forma de ser y gobernar trajo a Mora muchos amigos y muchos enemigos también. Este tipo de personajes a lo largo de la historia siempre despiertan grandes pasiones a favor y en contra.

A finales de los años 30´s, don Juan Rafael no se distraía en cuestiones políticas y seguía concentrado en sus variadas actividades comerciales, en diversas partes del país, además del comisariato que atendían sus hermanos menores. En uno de estos negocios, se alía con don Vicente Villaseñor en 1839, sin embargo, el proyecto agropecuario fracasa. El año siguiente, se une de nuevo con don Juan Fernando Echeverría, pero el proyecto fracasa otra vez y se disuelve la asociación. Los proyectos de don Juanito eran muchos, de esto dan fe los protocolos de los Archivos Nacionales. En estos intensos años suscribe sociedades, compras, ventas, hipotecas, deshipotecas, otorga poderes especiales, entre otros instrumentos jurídicos propios de los comerciantes. Don Juanito era un empresario en franco crecimiento a lo interno y ya se perfilaba para emprender negocios fuera del país. Esto no era fácil por lo lento de las comunicaciones de la época. Los negocios había que hacerlos en forma personal. Estos primeros pasos los da exitosamente entre los años 1840 y 1841.

En el campo amoroso, a don Juanito, las leyendas urbanas le atribuyen varios idilios durante su vida, tanto de soltero, como estando casado. Es famosa una anécdota de un duelo con don Juan Quiroz (sic), disputando el amor de una joven de apellido Madriz, de la cual no se tienen más detalles:

en el duelo don Juanito en una clara demostración de puntería dispara al bastón de Quiróz (sic) y no sobre él, quien sintiéndose humillado abandona el país por algunos años. Sin embargo, aunque a don Juanito se le vincula con otras andanzas amorosas, algunas estando ya casado inclusive. (Villalobos, 2015. p.49).

En el año 1847, contrae nupcias con la señorita Inés Aguilar Cueto. Paradójicamente, la hija de dos enemigos políticos jurados: don Manuel Aguilar y su esposa Inés Cueto. Era una Costa Rica muy pequeña, cuando el amor toca las puertas no hay enemistad que lo detenga.

A esta altura de la vida, don Juanito no se había visto tentado aún por la política. Estaba muy ocupado en su faceta de empresario, comerciante y jefe de la numerosa familia Mora Porras. No quedaba más tiempo en su agenda a inicios de la década de los 40. Sí tenía muchos amigos en política, pero no era su prioridad aún.

En el entorno empresarial, en el año 1842 funda una empresa junto con Vicente Aguilar, lo que implica viajar fuera del país con regularidad. La sociedad es denominada como: “Mora y Aguilar”, con un capital semilla de dieciocho mil pesos aportados por cada uno. Esta sociedad supondría implicaciones nefastas en la política nacional, a finales de los años 60. El acuerdo inicial establecía que la empresa se manejaría de la siguiente forma: Vicente Aguilar manejaba los negocios dentro del país, y Mora se encargaba de los negocios fuera del país. Sin embargo, un negocio pujante al principio terminó en pesadilla al final:

probablemente sería difícil encontrar en la historia del país, una empresa o relación comercial cuyo manejo y gestión haya sido tan complicada, que haya generado tantas rencillas, odios y litigios en los Tribunales, y que además como corolario llegara a influir fuertemente en la política nacional en la década de los cincuenta. Muchos de los hechos al final de la década, el derrocamiento de Mora y su final trágico en Puntarenas en setiembre de 1860, encuentran su explicación en mucho, en esta amarga relación comercial Mora-Aguilar. La empresa fue financieramente exitosa, por lo menos al principio; pero el manejo personal lamentablemente desastroso (Rodríguez, 1986, p.117).

Tres años después, en 1845, don Juanito era ya un empresario admirado. Se había convertido en un exportador líder. Los recuerdos de un arranque difícil, arrastrando deudas de don Camilo y los elevados gastos que suponen la manutención y cuido de una numerosa familia de niños y adolescentes, además del duro inicio en el comisariato en la casa paterna eran solo brillantes remembranzas de su carácter y su acelerado ascenso empresarial. Don Juanito se convirtió, para la sociedad josefina, en un modelo de cómo se podía pasar de pequeño a un gran comerciante y exportador, a pesar de las adversidades. Mora, a mediados del siglo XIX, era quizás el principal caficultor y exportador del país.

Don Juanito, dados sus múltiples negocios, viajaba y conocía a muchas personas y familias claves a lo largo y ancho del país. Trataba con numerosas personas, desde las más humildes hasta las más influyentes económica y políticamente. Muchas familias habían superado la pobreza gracias a la asesoría de don Juanito. Fue uno de los líderes más fuertes de una joven generación de exportadores de café a Estados Unidos, América del Sur y Europa.

La buena reputación le permitió a Mora llegar al poder en pocos años y conservarlo por una década. La Campaña Nacional sirvió como un elemento unificador en torno a su figura de líder indiscutible, pero también profundizó las divergencias que había con un furibundo grupo opositor. Este tipo de momentos históricos que vive una nación como lo fue la Campaña Nacional con mucha frecuencia polarizan a la sociedad.

Del tema militar se encargaban dos hombres de total confianza, de su círculo familiar y con lealtad absoluta: su cuñado José María Cañas y su hermano José Joaquín Mora. Ellos guiaron una brillante generación de militares, encargados de derrotar a Walker y los filibusteros. A pesar del liderazgo militar de Cañas y José Joaquín, don Juanito siempre fue visto y reconocido como el líder y el estratega.

Mora no sólo recorrió el país en búsqueda de negocios, también viajó fuera muchas veces con el mismo propósito. En uno de esos viajes, a Valparaíso en Chile, realizado en el año 1845, el señor Rafael Moya, en esos días como presidente interino del país, le encarga a don Juanito adquirir un lote de instrumentos musicales para promover la música entre los niños y jóvenes y conseguir docentes en ese país que estuviesen dispuestos a venir a enseñar en Costa Rica. Esta es una parte de la carta en mención:

Señor Juan Rafael Mora:

Con noticia el Senador Jefe Supremo de que U. está próximo a partir para Valparaíso, ha querido aprovechar esa ocasión contando con el patriotismo y deseo de servir U. a su país, de que se haya poseído, para hacer venir por medio de U. los instrumentos de música militar que comprende la lista adjunta, ofreciéndole pagar sobre la factura original el tanto por ciento que U. estime arreglado; y además los costos que impendan la traída de ellos hasta esta capital. Usted sabe también que la banda militar no puede hacer progresos por falta de un maestro de capacidad que enseñe por las reglas del arte, y si U. pudiera conseguir alguno que venga a servir de tambor Mayor por un sueldo de treinta a treinta y cinco pesos le haría un servicio al Estado; y en ese caso como inteligente, le indicará a Ud. La clase de instrumentos que debe traer y cuáles son los preferentes añadiendo a la lista a cualesquiera otros que aquí no se conozcan y sean necesarios. También desea el Senador Jefe Supremo que U, se interese en publicar en los papeles públicos de Chile, que en este Estado se necesitan maestros de enseñanza primaria; ya sea por el sistema de Lancaster o por cualquier otro método que ofrezca más ventajas, por ejemplo, el de Pestalozzi y desea que, si en todo Chile no se consiguen, se valga U. de sus consignatarios o de otras personas relacionadas en Europa, para que vengan de ella, pudiendo asegurar que tendrán acomodo hasta el número de cinco (sic, Archivos Nacionales, Secretaría de Gobernación No. 8160. Año 1845, Carta No. 43)

Para ese mismo viaje, según los Archivos Nacionales, Mora hipoteca una propiedad a don Eduardo Wallerstein, por un millar de quintales de café a crédito, para revenderlos en Chile. Don Juanito era un hombre audaz en los negocios. Su sobrino Manuel Argüello Mora menciona, en algunas de sus obras, que su tío tenía, entre sus destinos frecuentes de comercio a Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Chile. Su principal producto de comercio fue el café, sin embargo, también comerció plata y oro e importó bienes de consumo.

La sociedad con Vicente Aguilar, fundada en 1842, tres años después daba sus primeros síntomas de desgaste, por la forma en que, según Aguilar, don Juanito conducía algunos proyectos de la compañía. Aguilar reclamaba que Mora se aprovechaba de la sociedad para su propio beneficio o que revolvía sus negocios con los de la empresa, lo que según las reclamaciones de don Vicente le mermaban fuertemente sus ganancias. No obstante, esta primera divergencia se solventa con un nuevo acuerdo donde se esclarecen mejor las delimitaciones de los negocios, a favor de uno y otro. En este sentido, el nuevo pacto dejaba claro que cualquier negocio de Mora o Aguilar en la sociedad, beneficiaría al otro en partes idénticas. En 1845, la sociedad Mora y Aguilar era una de las corporaciones mercantiles más sólidas de Costa Rica. No obstante, estas divergencias entre don Juanito y don Vicente Aguilar, en el mismo año, desemboca en la constitución de otra sociedad acompañados de otros dos accionistas: Nicolás Ulloa y Rafael Moya. Dicha compañía se fundó con el objetivo de buscar oro en los Montes del Aguacate, empresa que fracasó posteriormente.

Vicente Aguilar era un personaje bastante reconocido en el país y don Juanito también. Aguilar había sido congresista y senador. Era una persona de familia, instruida y muy meticulosa en todos sus negocios:

Mora por su parte manejaba los grandes negocios, pero era un poco descuidado en cláusulas y poco precavido en algunas inversiones, en las que arriesgaba más de la cuenta. Precisamente ésta era otra de las quejas recurrentes de Aguilar, en el sentido que en varias ocasiones sin consulta previa a su socio había adquirido compromisos o deudas riesgosas, complicadas de poder honrar si algo no salía bien, lo que podía poner en riesgo absoluto el patrimonio familiar de ambos, cosechado con trabajo y ahorro de toda una vida. Esta conducta si se quiere decir temeraria – propia de los grandes comerciantes, – exasperaba a Aguilar en demasía, y sería una causa frecuente de fuertes roces entre ambos” (Vargas, 2013, p.90).

Esta relación, Mora – Aguilar, terminaría de la peor manera posible en el ámbito financiero, político, familiar y personal. Tomás Arias Castro y Mauricio Ortiz Ortiz hacen una magnífica descripción de lo anterior, lo cual sería un duro golpe a la familia Mora Porras, dado que mueren en 1860 como consecuencia de estos oscuros intereses Juan Rafael, José María Cañas y José Joaquín:

transcurridos apenas seis años de la conformación de la Sociedad Mora- don Juan Rafael comenzó a darse cuenta de la evidente carestía de una serie de dineros y fondos pecuniarios en detrimento de su parte alícuota de patrimonio en dicha entidad mercantil. Razón la anterior por la que de inmediato disolvió su vínculo societario con Aguilar Cubero en febrero de 1848. Por ello mismo y sospechando tanto la existencia de algunas graves irregularidades contables de parte de su ex-socio, así como con la idea de contar con un acervo probatorio para un posible litigio, Mora Porras conservó los libros mercantiles y registrales de la fenecida Sociedad Mora-Aguilar. Con posterioridad y para el amplio período de tiempo transcurrido entre 1849 y 1857, el Presidente Mora decidió no entablar proceso judicial alguno en contra de Aguilar, dada la investidura presidencial que ejercía. Lo anterior a pesar de que durante esos años don Juan Rafael había logrado sustentar sus sospechas iniciales, pues, efectivamente, existió un sistemático y gravoso desfalco en su contra que según los cálculos contables realizados con base en los libros de la Sociedad Mora-Aguilar, ascendió a la ostensible suma de 350.000 pesos. Así las cosas, para 1857 y comprendiendo de modo paralelo que el plazo de prescripción para entablar un proceso judicial en contra de Aguilar estaba por fenecer, Mora decidió por fin actuar al respecto (…) fue en medio de esta coyuntura cuando Aguilar Cubero (…) le planteó la rúbrica de una transacción alterna que evitase llevar el litigio a sede judicial, lo cual fue aceptado por el mandatario (1859). (Arias y Ortiz, 2015, p. 75, citando a Manuel Arguello Mora, 1860).

Don Juanito fue un comerciante visionario, pero tuvo la mala suerte de asociarse con una persona dispuesta a enriquecerse a cualquier costo. Vicente Aguilar llegó a ser la persona más adinerada del país. Sus manejos cuestionados le ocasionaron a don Juanito una pérdida en su patrimonio de un millón y medio de francos. A sabiendas de su mala fe y malos manejos contables, y con el temor de verse arruinado en su imagen, Aguilar aceptó una conciliación por la que tuvo que pagar medio millón a don Juanito en tres tractos. Mora recupera una parte de su patrimonio lesionado, pero se gana el enemigo más acérrimo que luego planearía su misma muerte. Vicente Aguilar, de ahí en adelante, se ocupó de arruinar a don Juanito en todos los aspectos, así como de fraguar su golpe de Estado, concretado el 14 de agosto de 1859 y su brutal muerte en setiembre de 1860. Tenía una inmensa fortuna capaz de comprar conciencias para lograrlo.

Don Juanito, hasta esos años solo ocupado de sus negocios, en 1846 participa en las elecciones para el cargo de Senador Suplente, por lo que recibió cuarenta y siete votos, insuficientes para resultar elegido. Esta elección es el bautizo político de don Juanito. Posteriormente, participa en otras elecciones para cargos de Senador Titular y Magistrado, donde no es electo, pero si recibe un significativo apoyo. Estos procesos fallidos son la escuela que Mora ocupaba para dar el salto a otra faceta hasta ahora desconocida para él: la política.

Empezaba con esto, a nacer un gusanillo político que no lo dejaría nunca más. Lo mejor y lo peor de su vida estaba por venir en la siguiente década.

IV. Conclusiones

Juan Rafael Mora Porras, don Juanito para los costarricenses, pierde a sus dos padres durante su juventud. Esta situación le cambia la vida, ya que tiene que hacerle frente a deudas de su padre don Camilo y terminar de criar a sus hermanos menores y a unos sobrinos.

Dada esta coyuntura adversa, don Juanito logra salir adelante y hacerse un nombre entre los josefinos de mediados del siglo XIX. A pesar de la pobreza que aqueja al país, Mora se convierte en un destacado comerciante de bienes raíces y en pocos años se convierte en el principal cafetalero de Costa Rica. Incursionaría en la política hasta dos décadas después.

Esta historia familiar, y de vida, lo marca y lo hacen ejercer un estilo de gobierno autoritario, de padre de familia. Esto se pone de manifiesto en la forma en que luchó y defendió el país durante la Campaña Nacional (1856-1857). Su vida de comerciante y político, ambos exitosos, le traen enemigos poderosos, que finalmente acaban con su vida en el año 1860.

IV. Referencias bibliográficas

Archivos Nacionales, Secretaría de Gobernación No. 8160. Año 1845, Carta No. 43.

Argüello Mora, M. (1860). Cuestión Mora y Aguilar: exposición de uno de los hechos que motivaron los sucesos del 14 de agosto (Juan R. Mora). El Salvador: Imprenta A. Liévano.

Arias Castro, T. y Ortiz Ortiz, M. (2015) Don Juan Rafael Mora: Empresario por antonomasia del siglo decimonónico. En: Revista Comunicación. Volumen 24, año 36, núm. 1, enero-junio, 2015 (pp. 75-84).

Rodríguez Porras, A. (1986). Juan Rafael Mora Porras y la guerra contra los filibusteros. 2da. Edición corregida. Alajuela: Museo Histórico Cultural Juan Santamaría.

Vargas Araya, A. (2013). El lado oculto del presidente Mora. Eduvisión, San José, Costa Rica. 3era edición, corregida y aumentada.

Vargas Araya A. (2014). Polifonía del Padre de la Patria. San José, Costa Rica: Eduvisión. P. 468. ISBN 978-9968-699-52-5

Villalobos Chacón, F. (2015). Un héroe del siglo XIX en el siglo XXI: Juan Rafael Mora Porras, el hombre. EUTN, Costa Rica. pp. 184. 2015. ISBN 978-9968-629-12.

“Relatos Antiguos”: encuentro artístico con visión crítica este 28 de junio

El próximo sábado 28 de junio a las 8:00 p.m., el espacio cultural El Lobo Mestizo, en San José centro, será escenario del concierto “Relatos Antiguos”, una noche de encuentro entre música, poesía crítica y expresión visual.

El evento contará con la participación de los artistas Óscar Espinoza y José Zelaya, quienes se presentan por primera vez juntos, compartiendo escenario desde lo que denominan la trinchera del arte. La velada incluirá la presentación del EP “Relatos Antiguos”, de Espinoza, y la proyección de videoclips vinculados a su obra musical y temática social.

Artista invitado: Walter Benavidez

Lugar: El Lobo Mestizo (diagonal a la Plaza de la Democracia, San José centro)

Hora: 8:00 p.m.

Entradas: ₡3 000 (una) / ₡5 000 (dos)

Reservas: 8320-7871

El concierto forma parte del ciclo NIC – Noche Internacional de Cantautores, y busca abrir espacios para el arte comprometido y las voces independientes que reflexionan sobre la realidad local y global.

«El Eternauta»: «El Sur es el Nuevo Norte»

Por: Jiddu Rojas Jiménez

—¿Y de la Resistencia?

—Poco o nada se sabe.

En unas vacaciones forzadas y no pagadas, estaba viendo tardíamente «El Eternauta.(1)» (sí la de Netflix). Creo que tendremos material para reflexionar durante mucho rato. Sobre todo en estos tiempos apocalípticos.

Incluso en mi delirio personalísimo, diría, que «El Eternauta», es una especie de curso de entrenamiento distópico, para capas medias criollas o ladinas latinoamericanas, expulsadas de su “confort de nalgas” (“confort des frases”, citando a Herbert Marcuse), y arrojadas a la barbarie mercantil del próximo «Tecnofeudalismo» (categoría del economista griego Yanis Varoufakis), que finalmente sustituirá al Capitalismo Tardío en sus últimas fases. («Capitalismo de Plataformas», o de la «Vigilancia» dice Shoshana Zuboff, de carácter «Globalitario» decía Hinkelammert, o como quieran llamarlo.)

Por eso, esta serie necesariamente tenía que ser argentina, casi porteña. Y por eso como tico y «vallecentralino», acaso desterrado de las capas medias ilustradas, amparadas en el viejo Estado Social de Derecho defenestrado, me impactó. Capturó nuestro imaginario. Y nos sedujo porque, aunque sudamericana y del Cono Sur, y no centroamericana, es un referente sociológico inevitable.

Todo comienza con la metafórica caída de una foránea nieve neoliberal en pleno verano, y eso es una común historia latinoamericana. Tenemos otra interesante propuesta cinematográfica distópica universal, pero atención, construida e imaginada desde la Argentina en crisis. (Pensar desde América Latina, decía el maestro Helio Gallardo). Un aforismo de Economía Política Neoliberal en Dictadura, al mejor estilo cíclico de la tragedia latinoamericana. (¿Qué pensará Milei? ¿Pensará?) Pero no sin resistencia heroica: “Porque el Sur es el nuevo Norte” (sic), sentencia un personaje.

Para mí la serie fue didáctica acaso, como un gran anuncio de formación política, un vídeo de entrenamiento existencial que profetiza la metáfora política de la Era global de los Milei, de los Trumps, de los nuevos Bukele, de los “Ja-Guaros”, o de los Bolsonaro, de los Uribes colombianos pasados; de la Meloni italiana, de la Ayuso en Madrid, o del holandés Wilders en la Europa imperial; o del nuevo Fujimorismo (porque nadie sabe quién es la Boluarte), y también, de las fallidas respuestas de los Ortegas (por Daniel y Rosario, y QEPD. el comandante Humberto).

¿El Mundo entero será entonces cómo Gaza? Con pequeños líderes nazis locales o regionales, que nos bombardean, queman y devoran vivos en nombre de la Libertad y la Democracia… Un caos organizado.

Se expande una especie de «Neo-Nomadismo» (Deleuze), pero no el del turismo y la gentrificación, sino el de la pauperización y la migración de las grandes masas empobrecidas, y violentamente desplazadas de sus territorios, reducidos a sus cuerpos dolientes y explotados.

Todos los días encontramos a las víctimas de esta violencia estructural, a cuestas con sus familias y su prole en nuestras ciudades y carreteras.

Nuestros Estados Nacionales, debilitados adrede, o casi desaparecidos, «fallidos», aspiran a convertirse en territorios al estilo de la Libia invadida y fragmentada por la OTAN, al estilo del Irak de la posguerra, al estilo del actual Congo o Sudán depredados, de Palestina sin Estado desde 1948, o al estilo de la actual Siria, -donde un sangriento líder Terrorista Islamista termina usando corbata, y como público aliado militar de Israel y de Trump. La amenaza del Narcotráfico en el presunto Estado- fallido, hace el resto del «trabajo sucio» (sic), parodiando localmente al Canciller Alemán, respecto del Genocidio Sionista de Israel y Occidente.

Mientras, un sector de la Academia costarricense ‘progre’ y ‘light’, confunde alegremente al concepto de Estado, con el de Gobierno (de turno). No es el Estado el responsable político, es la falta de Estado Social y Democrático de Derecho. ¿Se olvidaron de las clases sociales dominantes? La economía de mercado no es el enemigo, es la irracional concentración de poder político y económico. La inmoralidad de la creciente Desigualdad social estructural.

Los «malvados extraterrestres antropófagos invasores» de la serie, –cuál teoría de la conspiración–, no pueden ser más que los grandes señores del llamado Tecno-Feudalismo y sus siniestras oligarquías cipayas locales.

La serie como bien sabemos está basada en el Cómic de ese genio argentino Oesterheld; el mismo que fue secuestrado, torturado y asesinado junto a sus hijas por la última Dictadura Militar argentina.

Ese mismo régimen que le hace gracia y nostalgia, a la vicepresidente Victoria Villarruel de Milei, hija de un milico golpista procesado en democracia (teniente coronel Eduardo Villarruel), y a su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. No debemos olvidar estas señales políticas y culturales, en el mundo de la Desinformación deliberada.

De paso, agrego que acabo de corregir la referencia del autor Oesterheld en Wikipedia, y agrego que Montoneros, –cuyos métodos políticos de lucha debemos criticar, superar, y nunca reproducir–, no era tampoco una organización argentina terrorista sino guerrillera. El terrorismo era el del Gobierno Militar, y cualquier ciudadano/a tiene derecho a resistirlo. Le dicen «Terrorismo de Estado», pero era el del Gobierno de la Dictadura militar que destruyó precisamente al Estado Nacional argentino.

Volviendo a la serie, la puesta en escena me parece genial. Y continúo gozando, como la última cena de un condenado a muerte.

Hay que decirlo: La música excelente, como corresponde a Argentina. Los escenarios, las cámaras, las asfixiantes secuencias (que atrapan como los bichos kafkianos) nunca aburren; los decorados y utilería, deprimentes como es lógico; sobrios efectos, los diálogos profundos; los personajes complejos y elaborados; todo como debe ser en Netflix. Las actuaciones y guiones, nivel Ricardo Darin. ¡Chapó!

Estoy cautivado, atrapado mi imaginario. También asombrado con la posibilidad real, de un cercano futuro distópico, porque cuando leo noticias y reviso la Geopolítica o pienso en el Cambio Climático, todo me parece hasta una tragedia global plausible.

Una confrontación total y nuclear entre súper-potencias a partir de los nuevos sucesos en el Medio Oriente, nos llevaría a un escenario post apocalíptico global. Pero también, la inercia mercantil y autodestructiva e irracional, de nuestro Modo de Producción depredador, nos llevaría a la misma ruta distópica. Nuestras sociedades y ecosistemas están en peligro real.

Sin más, invitar a ver esta serie de Netflix, y a seguir sus desarrollos y propuestas, y más allá del goce estético, a ensayar una peregrina sociocrítica de este texto cinematográfico.

A veces, vale la pena ver más allá, de lo meramente apariencial, incluso de la propuesta exclusivamente estética, y de su necesaria autonomía. “Sapere Aude”, Kant Dixit.

Habrá que tratar de esforzarnos vitalmente, para encontrar significados y nuevos sentidos, y construir esperanza ontológica (Ernst Bloch) y resistencia. Se nos va la vida en este esfuerzo existencial.

Saquemos el rato, para buscar y disfrutar la serie de Netflix y rumiarla, haciendo un esfuerzo humano crítico, y creando más tejido social y humano. Termino acá, al menos de momento, para no hacer más “spoiler”. (La verdad no me importa, me importa un final abierto, como la Vida misma.)

El Máximo Gorki de las Américas

Por: Trino Barrantes Araya
Correo-e: camilosantamaria775@gmail.com

Esta frase endosada a Carlos Luis Fallas, por el gran poeta chileno Pablo Neruda, no solo reconoce en Fallas su envergadura literaria, sino más allá de eso, la estatura militante, moral, política e intelectual de Carlos Luis Fallas Sibaja.

Su obra literaria, se convirtió en un vehículo para la formación política de miles de artesanos, zapateros, sastres y panaderos. Para nadie es un secreto muchos artículos, comentarios y opinión política publicadas en los periódicos del Partido Vanguardia Popular, primero en TRABAJO, luego en ADELANTE y finalmente en LIBERTAD. Fallas no fue un escritor que se incorporó a la lucha social, al contrario fue un luchador revolucionario que encontró en la literatura un medio eficiente para expresar sus anhelos y su vocación de justicia.

El discurso de Fallas era el mismo del pueblo humilde, nada de circunloquios y falsas poses literarias, todo lo contrario, su forma de escribir –de por sí rica literariamente- lo acercaba permanentemente a los más humildes los zapateros, los barreteros, de los trabajadores agrícolas; que de por sí, también fueron sus oficios.

Hoy que en el discurso oficial se habla de la necesidad de construcción de identidades, lo cierto es que Calufa ya nos anticipa, pues las putas, los hijos de madres solteras, los desarrapados, los toma guaro, los proletarios y el trabajador bananero o zapatero citadino, forman el tejido social que da lugar a la ternura en su obra literaria.

Pero debemos ir más allá. FALLAS apuesta, aun poniendo su propia vida en juego, por todo aquel o aquella que padeciera las infamias de la explotación capitalista. Digamos, entonces que: Esta identificación total con el pueblo le dio a su obra literaria el valor de la autenticidad, nunca necesitó de la palabrería falsa, ni de retóricas altisonantes, ni del panfleto superficial, para desde la vivencia popular enviar un mensaje de alto valor artístico a los trabajadores”.

Son muchos los libros que nos hereda Fallas: Reseña de la intervención yanqui en Centro América, Mi madrina, Tres cuentos, Un mes en la China Roja, Don Bárbaro, Gentes y Gentecillas, Marcos Ramírez y Mamita Yunai, y una obra inédita: Rojo y Verde, forman parte de la literatura que se hace necesaria para cualquiera que se precise de ser tico.

En lo mejor de lo que avecinaba en las primeras décadas del siglo pasado, con tan solo 20 años ingresa a militar al Partido Comunista de Costa Rica.

Su capacidad crítica, su aguda visión social y su entereza ideológica, lo ponen de inmediato a la par de los grandes cuadros del Partido. Tal vez esta sea una de las razones más genuinas, por la cual Luisa González, Arnoldo Ferreto y Carmen Lyra, hacen del joven Calufa una de sus amistades predilectas.

En Puerto Limón, cumpliendo una pena de destierro, se dio a la tarea de organizar a los trabajadores bananeros y a los pequeños productores que entregaban su cosecha a la Yunai. Este trabajo de organización y concientización culminaron con la gran Huelga Bananera de 1934, uno de los hechos más importantes en la historia de las luchas obreras de América Latina. En el momento de la huelga Fallas era un joven de apenas 25 años, valiente, trabajador y estudioso.

Esta huelga logró que el partido recién fundado en 1931 entrara en contacto con un movimiento obrero poderoso y organizado. Manuel Mora, Jaime Cerdas, Arnoldo Ferreto y otros compañeros, todos muy jóvenes, tuvieron participación activa en el movimiento huelguístico.

Otros dirigentes del movimiento huelguístico como Federico Picado, Lucio Ibarra, Tobías Vaglio, fueron asesinados por orden de la Junta de Gobierno instalada después de la guerra civil de 1948.

Este mismo año se cumplirán 75 años de la Huelga Bananera y ha de ser esta una ocasión para hacer que las nuevas generaciones conozcan la verdad de las luchas obreras y del aporte del Partido Vanguardia Popular a las luchas por el bienestar de los trabajadores, por la libertad de la patria y por la perspectiva de la construcción de una sociedad socialista.

Cómo este joven luchador se convirtió en escritor es una proeza formidable y por lo mismo una lección para las nuevas generaciones.

En los años cuarenta fue regidor municipal y diputado. Desde esas posiciones mantuvo siempre su inconmovible posición militante. No tuvo otro norte más que los intereses de la clase obrera, de los campesinos y de todos los trabajadores.

Durante la guerra civil de 1948 tomó las armas y comandó un grupo muy importante de combatientes. Después fue reprimido, estuvo con otro grupo de compañeros vanguardistas en la Penitenciaría, en condiciones realmente infrahumanas, amenazados de muerte. Contra algunos compañeros se realizaron simulacros de fusilamiento, pero ninguno de ellos traicionó sus convicciones. Una militancia férrea, una gran vocación revolucionaria.

A Carlos Luis Fallas, narra de una manera muy bella Francisco Zúñiga, lo condenaron por el delito de “robo de gallinas”, con testigos falsos. No encontraron ninguna otra falta o crimen de que acusarlo. Simplemente querían mantenerlo preso. Al recobrar su libertad, Fallas siguió luchando en las filas del Partido Vanguardia Popular, hasta el día de su muerte.

Nada ni nadie pudo separarlo de sus obligaciones de militante comunista.

Rendimos homenaje a la memoria de nuestro querido camarada. En su homenaje, junto a María Isabel Carvajal (Carmen Lyra). En el Centro Obrero y Cultural, donde está actualmente la sede del Partido Vanguardia Popular, el camarada Rodolfo Sagot (qepd) hizo un mural en las paredes de la casa del Partido, para rendir respeto a la memoria de estos dos grandes revolucionarios del siglo XX. ¡Gloria eterna a los dos camaradas! Calufa y Carmen Lyra, presentes!

Sí, camaradas, gloria eterna a cada una y cada uno de los grandes luchadores, a nuestro compañero y compañera, porque debemos seguir sembrando su semilla, hasta hacer crecer el huerto de la libertad, la autoderminación y soberanía de nuestra querida nación.

Anexo 1.-

Carlos Luis Fallas Sibaja
1909-1966

Nació en Alajuela el 21 de enero de 1909. Cursó cinco años de la escuela primaria y luego dos de la enseñanza secundaria. Tuvo que abandonar los estudios, fue aprendiz en los talleres de un ferrocarril y, a los dieciséis años, se trasladó a la provincia de Limón. En Puerto Limón trabajó como cargador, en los muelles, después trabajó en las bananeras de la United Fruit Company, en las que por años hizo vida de peón, de ayudante de albañil, de dinamitero, de tractorista, etc.

A los 22 años, regresó a Alajuela para ver morir a su madre. Entusiasmado por las ideas revolucionarias que por ese entonces comenzaban a agitar al país, ingresó al naciente movimiento obrero. Para poder vivir y luchar en las ciudades, aprendió en tres meses el oficio de zapatero, oficio que ejerció por largos años.

Intervino en la organización de los primeros sindicatos alajuelenses y en la dirección de las primeras huelgas; fue a la cárcel varias veces; resultó herido en un sangriento choque de obreros con la policía, en 1933, y en ese mismo año, con el pretexto de un discurso, los Tribunales lo condenaron a un año de destierro en la costa Atlántica, provincia de Limón. Ahí, intervino en la organización de la gran Huelga Bananera del Atlántico de 1934, que movilizó 15.000 trabajadores y que conmovió profundamente al país entero. Por su participación en esta huelga fue encarcelado una vez más.

Fue electo regidor Municipal en 1942 y diputado al Congreso Nacional en 1944.

Jefe Militar improvisado de los batallones obreros durante la guerra civil de 1948.

En esta vida de militante obrero, muchas veces tenía que hacer actas, redactar informes y escribir artículos, por lo que así mejoró su ortografía y redacción.

Se destacó como escritor. Entre sus obras literarias están: “Mamita Yunai” escrita en 1940, obra que pasó desapercibida hasta que Pablo Neruda se propuso que fuera conocida en el mundo entero. “Gentes y Gentecillas”, “Marcos Ramírez”, “Mi Madrina”, “Tres Cuentos”, “Un mes en la China Roja”.

En 1962 la Fundación William Faulkner le otorgó el Premio La Novela Iberoamericana por su libro “Marcos Ramírez” y el 11 de abril de 1966 la Dirección de Artes y Letras le otorgó el premio nacional de literatura “Magón”.

Marcos Ramírez, libro de aventuras infantiles ha sido traducido a varios idiomas como al francés, el alemán y al polaco. Mamita Yunai se ha editado en italiano, ruso, polaco, alemán, checo, eslavo, rumano, búlgaro y en húngaro.

La Asamblea Legislativa lo nombró Benemérito de la Patria, por acuerdo Nº 1793 del 14 de noviembre de 1977.

Murió en San José el 7 de mayo de 1966.

Anexo 2.-

Autobiografía

Tomada del libro Marcos Ramírez

«Nací el 21 de enero de 1909, en un barrio humilde de la ciudad de Alajuela. Por parte de mi madre soy de extracción campesina. Cuando yo tenía cuatro o cinco años, mi madre contrajo matrimonio con un obrero zapatero, muy pobre, con el que tuvo seis hijas. Me crié, pues, en un hogar proletario.

Cursé los cinco años de la escuela primaria y luego dos de la enseñanza secundaria. Tuve que abandonar los estudios, fui aprendiz en los talleres de un ferrocarril y, a los dieciséis años, me trasladé a la provincia de Limón, en el litoral Atlántico de mi país, feudo de la United Fruit Company, el poderoso trus norteamericano que extiende su imperio bananero a lo largo de todos los países del Caribe. En Puerto Limón trabajé como cargador, en los muelles. Después me interné por las inmensas y sombrías bananeras de la United, en las que por años hice vida de peón, de ayudante de albañil, de dinamitero, de tractorista, etc. Y allí fui ultrajado por los capataces, atacado por las fiebres, vejado en el hospital.

Andaba en los 22 años cuando regresé a Alajuela para ver morir a mi madre. Entusiasmado por las ideas revolucionarias y anti-imperialistas que por ese entonces comenzaban a agitar al proletariado costarricense, ingresé al naciente movimiento obrero y, para poder vivir y luchar en las ciudades, aprendí en tres meses el oficio de zapatero, oficio que ejercí por varios años. Intervine en la organización de los primeros sindicatos alajuelenses y en la dirección de las primeras huelgas; fui a la cárcel varias veces; resulté herido en un sangriento choque de obreros con la policía, en 1933, y ese mismo año, con el pretexto de un discurso mío, los Tribunales me condenaron a un año de destierro en la costa Atlántica, provincia de Limón. Allí, entre otras actividades revolucionarias, intervine en la organización de la gran Huelga Bananera del Atlántico de 1934, que movilizó 15.000 trabajadores y que conmovió profundamente al país entero. Por mi participación en esta huelga fui encarcelado una vez más, me declaré en huelga de hambre y, gracias a la acción del pueblo, recobré la libertad. Fui electo por los obreros Regidor Municipal en 1942 y diputado al Congreso nacional en 1944.

Me tocó improvisarme jefe militar de los mal armados batallones obreros que derramaron su sangre durante la guerra civil costarricense en 1948. Derrotados por las intrigas imperialistas, y bajo la brutal y sangrienta represión que desataron nuestros enemigos, fui a la cárcel, estuve a punto de ser fusilado y me adobaron un proceso calumnioso e infamante, pero salvé la vida y recobré la libertad gracias a las protestas del pueblo y a la solidaridad internacional.

En mi vida de militante obrero, obligado muchas veces a hacer actas, redactar informes y a escribir artículos para la prensa obrera, mejoré mi ortografía y poco a poco fui aprendiendo a expresar con más claridad mi pensamiento. Pero, para la labor literaria, a la que soy aficionado, tengo muy mala preparación; no domino siquiera las más elementales reglas gramaticales del español, que es el único idioma que conozco, ni tengo tiempo ahora para dedicarlo a superar más deficiencias.

Mi labor literaria es muy escasa, porque la mayor parte de mi tiempo lo dedico a la lucha por la total liberación de mi pequeña patria. En 1940 escribí Mamita Yunai, publicada en Costa Rica en 1941, y que pasó desapercibida por años, hasta que el soplo poderoso del gran poeta Pablo Neruda la echó a correr por el mundo: hasta el momento se ha editado en italiano, ruso, polaco, alemán, checo, eslovaco, y rumano y pronto aparecerá también en búlgaro y en húngaro; se editó de nuevo en español en Chile en 1949 y en Argentina en 1955, donde actualmente se prepara su reedición. Y ahora esta edición mexicana que es la definitiva. En 1947 publiqué la novela Gentes y gentecillas, en una pésima edición que corregí luego pero que no he podido volver a editar. Ese mismo año escribí una novela y unos cuentos cortos, que me fueron robados y destruidos durante la represión de 1948. En 1952 publiqué aquí Marcos Ramírez, libro de aventuras infantiles traducido ya al francés, al alemán al polaco (actualmente se prepara una nueva edición española en Argentina). Y en 1954 publiqué aquí Mi madrina, en un tomo que contiene dos novelas cortas y un cuento y que se tradujo y se editó ya en Polonia. Y esto es todo hasta el momento.

Carlos Luis Fallas

San José, Costa Rica, 1957.»

Anexo 3.-

Reseña del autor:

Carlos Luis Fallas

Mi autobiografía*

Nací el 21 de enero de 1909, en un barrio humilde de la ciudad de Alajuela. Por parte de mi madre soy de extracción campesina. Cuando yo tenía cuatro o cinco años de edad, mi madre contrajo matrimonio con un obrero zapatero, muy pobre, con el que tuvo seis hijas. Me crie, pues, en un hogar proletario.
Cursé los cinco años de la escuela primaria y luego dos de la enseñanza secundaria. Tuve que abandonar los estudios, fui aprendiz en los talleres de un ferrocarril y, a los dieciséis años, me trasladé a la provincia de Limón, en el litoral Atlántico de mi país, feudo de la United Fruit Company, el poderoso trus norteamericano que extiende su imperio bananero a lo largo de todos los países del Caribe. En Puerto Limón trabajé como cargador, en los muelles. Después me interné por las inmensas y sombrías bananeras de la United, en las que por años hice vida de peón, de ayudante de albañil, de dinamitero, de tractorista, etc. Y allí fui ultrajado por los capataces, atacado por las fieras, vejado en el hospital.

Andaba en los 22 años, cuando regresé a Alajuela para ver morir a mi madre. Entusiasmado por las ideas revolucionarias y anti-imperialistas que por ese entonces comenzaban a agitar el proletariado costarricense, ingresé al naciente movimiento obrero y, para poder vivir y luchar en las ciudades, aprendí en tres meses el oficio de zapatero, oficio que ejercí por largos años. Intervine en la organización de los primeros sindicatos alajuelenses y en la dirección de las primeras huelgas; fui a la cárcel varias veces; resulté herido en un sangriento choque de obreros con la policía, en 1933, y en ese mismo año, con el pretexto de un discurso mío, los Tribunales me condenaron a un año de destierro en la costa Atlántica, provincia de Limón. Allí, entre otras actividades revolucionarias, intervine en la organización de la gran Huelga Bananera del Atlántico de 1934, que movilizó 15.000 trabajadores y que conmovió profundamente al país entero. Por mi participación en esta huelga fui encarcelado una vez más, me declaré en huelga de hambre y, gracias a la acción del pueblo, recobré la libertad. Fui electo por los obreros regidor Municipal en 1942 y diputado al Congreso Nacional en 1944.
Me tocó improvisarme jefe militar de los mal armados batallones obreros que derramaron su sangre durante la guerra civil de 1948. Derrotados por las intrigas imperialistas, y bajo la brutal y sangrienta represión que desataron nuestros enemigos, fui a la cárcel, estuve a punto de ser fusilado y me adobaron un proceso calumnioso e infamante, pero salvé la vida y recobré la libertad gracias a las protestas del pueblo y a la solidaridad internacional.
En mi vida de militante obrero, obligado muchas veces a hacer actas, redactar informes y a escribir artículos para la prensa obrera, mejoré mi ortografía y poco a poco fui aprendiendo a expresar con claridad mi pensamiento. Pero para la labor literaria, no domino siquiera las más elementales reglas gramaticales de español, que es el único idioma que conozco, ni tengo tiempo ahora para dedicarlo a superar más deficiencias.

Mi labor literaria es muy escasa, porque la mayor parte de mi tiempo lo dedico a la lucha por la total liberación de mi pequeña patria. En 1940 escribí Mamita Yunai, publicada en Costa Rica en 1941, y que pasó desapercibida por años, hasta que el soplo poderoso del gran poeta Pablo Neruda la echó a correr por el mundo: hasta el momento se ha editado en italiano, ruso, polaco alemán, checo, eslavo y rumano y pronto aparecerá también en búlgaro y en húngaro; se editó de nuevo en español en Chile en 1949 y en Argentina en 1955, donde actualmente se prepara su reedición. En 1947 publiqué la novela «Gentes y Gentecillas», en una pésima edición que corregí luego pero que no he podido volver a editar. Ese mismo año escribí una novela y unos cuentos cortos, que me fueron robados y destruidos durante la represión de 1948.En 1952 publiqué Marcos Ramírez, libro de aventuras infantiles traducido ya al francés, al alemán y al polaco. Y en 1954 publiqué Mi madrina, en un tomo que contiene dos novelas cortas y un cuento y que se tradujo y editó ya en Polonia. Y esto es todo por el momento.

* Publicada en la edición mexicana de 1957.

Carlos Luis Fallas

San José, Costa Rica, 1957

Biografía corta de Carlos Luis Fallas

Nació en Alajuela el 21 de enero de 1909. Fue Regidor Municipal de San José y diputado.

Fue jefe militar improvisado de los batallones obreros durante la guerra civil de 1948.

Escritor. Entre sus obras literarias están: “Mamita Yunai” escrita en 1940, obra que pasó desapercibida hasta que Pablo Neruda se propuso que fuera conocida en el mundo entero. “Gentes y Gentecillas”, “Marcos Ramírez”, “Mi Madrina”, “Tres Cuentos”, “Un mes en la China Roja”.

En 1962 la Fundación William Faulkner le otorgó el Premio La Novela Iberoamericana por su libro “Marcos Ramírez” y el 11 de abril de 1966 la Dirección de Artes y Letras le otorgó el premio nacional de literatura “Magón”.

La Asamblea Legislativa lo nombró BENEMÉRITO DE LA PATRIA, por acuerdo # 1793 de 14 de noviembre de 1977.

Murió en San José el 7 de mayo de 1966.

Imagen: Foto de Carlos Luis Fallas Sibaja

Ópera de Cámara invita al Recital de sus Alumnos

Ópera de Cámara se complace en invitarles al Recital de sus Alumnos, el próximo sábado 21 de junio a las 7pm, en el Auditorio del Colegio Calasanz en San Pedro de Montes de Oca.

Acompáñenos en una noche especial, donde celebraremos el Día Internacional de la Música, como parte de los Sábados Culturales del Colegio.

La entrada es gratuita. No se lo pierdan. Es una oportunidad para ver el fruto del esfuerzo de los estudiantes de la Academia durante el primer semestre del año.

Se presentarán algunas obras del Bergerettes (Pastorales) música francesa del siglo XVIII. Compilado y armonizado por J.B. Weckerlin. Así como zarzuelas y obras variadas como Vivo per lei, Pie Jesu de Andrew Lloyd Weber o Ach ich fühls de Wolfgang Amadeus Mozart.

Festival cultural presenta un concierto de música sacra en El Salvador

El festival cultural “La cordillera del viento” presenta un concierto de música sacra, el domingo 29 de junio de 2025 a las 16:00 horas, en la Parroquia de la Asunción en el histórico pueblo de Izalco, que queda muy cerca de Apaneca. Esta zona fue el escenario principal del levantamiento indígena de 1932, en El Salvador.

El concierto se titula Stabat Mater de Giovanni Battista Pergolesi. La orquesta María de Baratta se encarga de presentar el ciclo de música sacra 2025. El director es Gabriel Chinchilla, coordinador Fabricio Benítez, los violines I están a cargo de Huberto Hernández, Ninfa Montoya, Lisseth Menéndez y Andrés León, los violines II ocupados por Violeta Quintanilla, Gustavo Oviedo, Pedro Gómez. Las violas están a cargo de Fabricio Benítez, Moses López y Gabriela Hernández, detrás de los violonchelos se encontrarán Daniela Hernández y Diego Cruz; y como solistas invitadas están Rosvita Duarte, soprano y Claudia Acosta, mezzosoprano.

Escuchando nuestra esencia. Historia de la radio

El Ministerio de Cultura y Juventud, mediante la Benemérita Biblioteca Nacional se complace en invitarle a las Tardes de tertulia y audición de música nacional «Escuchando nuestra esencia».  Esta quinta actividad del 2025 titulada Historia de la radio será moderada por Roberto Montero y como invitado Marco González. 

La tertulia se realizará el viernes 20 de junio a las 2:00 p.m. en la Benemérita Biblioteca Nacional.