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Todas las perlas de la nueva estrategia de seguridad nacional de EEUU

Javier Biosca de elDiario.es

«Nuestras élites hicieron apuestas enormemente equivocadas y destructivas por el globalismo y el llamado ‘libre comercio’, que vaciaron la clase media y la base industrial en la que se sustenta la preeminencia económica y militar estadounidense».

Trump, el magnate inmobiliario de la mansión de Palm Beach con 128 habitaciones y el presidente más rico de la historia de EEUU según Forbes, no se considera de la élite. Que el país que levantó el sistema internacional y que más se ha beneficiado de él cargue contra el “globalismo” es especialmente grave. Y no es un mitin de Trump en el cuarto distrito de Alabama, zona rural en la que obtuvo el mayor porcentaje de apoyo en todo el país en las elecciones de 2024 (83%), sino que es la Estrategia de Seguridad Nacional, documento que fija la visión y plan de acción del país más poderoso del mundo.

(Por cierto, te recomiendo esta interesantísima entrevista que publicamos hace unas semanas con el historiador Marc-William Palen, quien en su libro ‘Pax Economica’ reconstruye la idea del librecambismo como proyecto pacifista y antiimperialista).

«Queremos la restauración y revitalización de la salud espiritual y cultural de Estados Unidos, sin la cual la seguridad a largo plazo es imposible […] Esto solo se puede lograr con más familias fuertes y tradicionales que críen hijos sanos».

Este documento tiene todas las papeletas para convertirse en el gran manual de la extrema derecha y punto de inflexión del movimiento ultra internacional. Esta afirmación tiene dos vertientes. Primero: todos sabemos lo que quiere decir con familia tradicional. Segundo: más familias y más hijos para que las personas migrantes no acaben con nuestra civilización. La teoría del gran reemplazo en la estrategia de seguridad nacional.

La actual visión de EEUU no dista demasiado de la guerra cultural ultraconservadora de Putin cuando dice: “Miren lo que están haciendo a su propio pueblo. Se trata de la destrucción de la familia, de la identidad cultural y nacional, la perversión y el abuso de los niños, incluida la pedofilia, todo ello se ve como algo normal. Están aplicando políticas que equiparan las familias numerosas con las parejas del mismo sexo y la creencia en Dios con la creencia en Satanás”.

«La era de la migración masiva ha terminado: las personas a las que un país acepta —en cantidad y origen— definirá inevitablemente el futuro de esa nación […] En países de todo el mundo, la migración masiva ha agotado los recursos nacionales, aumentado la violencia y otros delitos, debilitado la cohesión social, distorsionado los mercados laborales y socavado la seguridad nacional».

Por si el nativismo radical del punto anterior no había quedado lo suficientemente claro. Tiene gracia que diga esto el presidente de un país nacido en 1776 compuesto prácticamente en su totalidad por inmigrantes y sus descendientes. Los europeos formaban aproximadamente el 80% y los africanos esclavizados y sus descendientes, el 20%.

Los únicos que no son de origen migrante en EEUU son los pueblos indígenas. Y Trump no es uno de ellos.

«El corolario Trump a la doctrina Monroe: negaremos a los competidores no hemisféricos la capacidad de posicionar fuerzas u otras capacidades amenazantes, o de poseer o controlar activos estratégicos en nuestro hemisferio […] Debemos hacer todo lo posible por expulsar a las empresas extranjeras que construyen infraestructura en la región. […] EEUU debe reconsiderar su presencia militar en el hemisferio occidental [América]. Esto significa [entre otras cosas] establecer o extender el acceso en puntos estratégicos importantes».

La doctrina Monroe nace en la década de 1820 en un contexto de independencias en el continente y en el que EEUU no era una potencia regional. Bajo el lema ‘América para los americanos’, consideraba que cualquier intento de Europa por tratar de recuperar sus viejas colonias o intervenir en el continente sería percibido como una amenaza a la seguridad. Con el paso de las décadas, convertido EEUU en el gran hegemón, aquello evolucionó hasta considerar el resto del continente simplemente como el patio trasero de EEUU donde hace y deshace a su gusto.

Trump está estirando al extremo esta teoría y las injerencias de EEUU en elecciones como Argentina y Honduras, las presiones a Panamá para desplegar a sus soldados en el Canal y el asedio y los ataques y ejecuciones ilegales frente a Venezuela son solo algunos ejemplos.

«El declive económico de Europa se ve eclipsado por la perspectiva real y más cruda de la desaparición de la civilización. Entre los problemas más graves se encuentran las actividades de la Unión Europea y otros organismos transnacionales que socavan la libertad política y la soberanía, las políticas migratorias que están transformando el continente y creando conflictos, la censura de la libertad de expresión y la represión de la oposición política, el desplome de las tasas de natalidad y la pérdida de las identidades nacionales y la confianza en sí mismas […] Si las tendencias actuales continúan, el continente será irreconocible en 20 años o menos».

Vuelve la teoría del gran reemplazo y EEUU carga, además, contra la UE como una organización maligna que promueve guerras, censura y reprime a la oposición. Cualquiera con un mínimo conocimiento de historia de las relaciones internacionales sabe que el periodo de paz que vive la UE desde su creación es absolutamente una anomalía histórica en un continente plagado de guerras.

«La creciente influencia de los partidos patrióticos europeos es motivo de gran optimismo […] Nuestra política general para Europa debería priorizar: fomentar la resistencia a la trayectoria actual de Europa dentro de las naciones europeas».

EEUU quiere una UE dividida con Estados gobernados por partidos euroescépticos de extrema derecha y fomentar su ascenso se ha convertido en una política de seguridad nacional para Washington. Antes que EEUU, estos partidos europeos habían encontrado en Rusia el líder y referente que necesitaban para su guerra cultural, al tiempo que Rusia debilitaba el bloque comunitario a través de estas formaciones. Después de la invasión de Ucrania, esa alianza se hizo más complicada (no olviden que Marine Le Pen, por ejemplo, tuvo que retirar folletos electorales en los que aparecía junto a Putin). Ahora es EEUU quien ha adoptado ese papel y comparte intereses con la Rusia de Putin, con quien, según el documento, busca establecer una “estabilidad estratégica”.

«La Administración Trump se encuentra en desacuerdo con los funcionarios europeos que tienen expectativas poco realistas sobre la guerra [de Ucrania], atrapados en gobiernos minoritarios inestables, muchos de los cuales pisotean los principios básicos de la democracia para reprimir a la oposición. Una gran mayoría europea quiere la paz, pero ese deseo no se traduce en políticas, en gran medida debido a la subversión de los procesos democráticos por parte de esos gobiernos».

Mientras el documento no menciona la palabra invasión ni la responsabilidad de Rusia en la misma, acusa a los Gobiernos europeos de no ser democráticos y no querer la paz. EEUU está más cerca de Putin que de la UE.

«Es más que plausible que, en unas pocas décadas como máximo, algunos miembros de la OTAN pasen a tener una mayoría no europea. Por lo tanto, queda por ver si considerarán su lugar en el mundo, o su alianza con Estados Unidos, de la misma manera que quienes firmaron la carta fundacional de la OTAN».

Traducción para no iniciados en la extrema derecha: cuando todos los europeos vivamos bajo la tiranía del islam, la OTAN tendrá al enemigo dentro.

«A medida que esta administración derogue o suavice las políticas energéticas restrictivas y la producción energética estadounidense se incremente, la razón histórica por la que Estados Unidos se ha centrado en Oriente Medio irá desapareciendo».

Décadas de política exterior de EEUU en una sola frase. Guerras, sangre, injerencias… todo estaba unido por el mismo hilo, según el documento de seguridad nacional de EEUU: el petróleo.

«No nos disculparemos por el pasado y el presente de nuestro país».

O dicho de otro modo: se acabó el hablar del legado de la esclavitud y la educación sobre las causas estructurales de la desigualdad entre la población blanca y afroamericana. Algunos datos que la derecha estadounidense no quiere ver: las familias negras sólo tienen 10 céntimos de riqueza por cada dólar que poseen las familias blancas, según datos de 2016; y las mujeres negras tienen el triple de probabilidades de morir por causas relacionadas con el embarazo que las mujeres blancas.

«Estados Unidos protegerá sin complejos su propia soberanía. Esto incluye impedir su erosión por parte de organizaciones transnacionales e internacionales».

Estados Unidos ha sido el gran arquitecto del sistema internacional global actual levantado tras la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, este comportamiento no es nuevo. Estados Unidos siempre ha visto organizaciones internacionales clave como una amenaza a su poder y no es miembro de tratados aceptados por todo el mundo. Es el equivalente a un policía que no quiere cumplir la ley. Algunos ejemplos:

  • Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional que estudia los delitos de genocidio, crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra y el crimen de agresión (tiene 125 Estados miembros)

  • Convención sobre la prohibición de minas antipersona (tiene 164 Estados parte) y Convención sobre las Municiones en Racimo

  • EEUU solo ha firmado y ratificado cinco de los 18 tratados internacionales de derechos humanos –entre los 18 están incluidos los protocolos adicionales a los textos principales–. Por ejemplo, es el único país del mundo (con Sudán del Sur) en no ser parte del Convenio de los Derechos del Niño. Tampoco es miembro de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer ni del Convenio de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, entre otros.

  • EEUU también es uno de los 16 países en todo el mundo (cinco de ellos sin acceso al mar) que no ha firmado la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar.

«Predisposición al no intervencionismo […] Para un país cuyos intereses son tan numerosos y diversos como los nuestros, no es posible una adhesión rígida al no intervencionismo».

Una bonita forma de justificar un comportamiento de injerencia por todo el mundo. Bombardeo de Irán, ejecuciones en las costas de Venezuela, injerencias electorales en los países latinoamericanos…

De Estambul a Nueva York: alcaldes que ponen nerviosos a líderes autoritarios

La Semana Internacional
Javier Biosca de elDiario.es

Desde su celda de prisión en la que fue recluido en marzo de 2025, el alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, tenía un mensaje para el nuevo alcalde de Nueva York: “¡Felicidades, Mamdani! has logrado una victoria histórica con la mayor participación desde 1969. El poder del municipalismo social, la inclusión, la solidaridad y el liderazgo a favor del pueblo se ha demostrado una vez más. Una nueva política es posible”.

Un rato antes del mensaje de Imamoglu, Mamdani celebraba su victoria con un emocionante discurso dirigido, en parte, a Donald Trump: “Si alguien puede mostrar a una nación traicionada por Donald Trump cómo derrotarlo, es la ciudad que lo vio nacer. Y si hay alguna forma de aterrorizar a un déspota, es desmantelando las condiciones que le permitieron acumular poder”.

“Así es como detendremos no solo a Trump, sino también al próximo. Así que, Donald Trump, ya que sé que estás viendo esto, tengo tres palabras para ti: sube el volumen”, añadió.

De la cárcel al estrellato

Imamoglu sabe de lo que habla Mamdani. Tras 25 años de dominio absoluto de Erdogan y su partido, AKP, en el motor económico y ciudad más grande del país (representa el 30,4% del total del PIB de Turquía), Imamoglu se hizo con la victoria en 2019. En una maniobra muy cuestionada, las autoridades ordenaron la repetición electoral, pero lejos de recuperar la alcaldía, Imamoglu multiplicó su ventaja de 14.000 a 800.000 votos. En 2024 volvió a ganar las municipales frente al candidato de Erdogan.

En febrero de este año, convertido en la principal figura de oposición a nivel nacional, Imamoglu anunció su candidatura a las presidenciales de 2028 (Erdogan gobierna el país desde 2003). Entonces llegó su detención y ha sido acusado de corrupción, terrorismo e incluso espionaje.

El propio Erdogan forjó su ascenso al poder desde la alcaldía de Estambul. En 1999, un joven alcalde de la ciudad se entrega en prisión rodeado de seguidores tras su condena por recitar un poema religioso considerado peligroso por la élite laica que llevaba décadas dirigiendo el país. “En 1999, el sistema político turco creó su antihéroe encarcelando a Erdogan con cargos falsos. Entró como alcalde, pero salió como una estrella política. El arresto de Imamoglu tendrá el mismo efecto sobre su marca y lo catapultará al estrellato”, escribió entonces el analista Soner Cagaptay.

Livaneli: «Yo fui el que le animó a presentarse»

Hace unas semanas hablé con Zülfü Livaneli, uno de los grandes intelectuales de Turquía. Vino a España, pero antes pasó por la cárcel de Silivri, una de las prisiones más grandes del mundo convertida en el símbolo del autoritarismo de Erdogan. Allí visitó a Imamoglu: “Yo fui el que le animó a presentarse a alcalde porque Estambul es muy importante. Si consigues Estambul después serás primer ministro o presidente, así que le convencí”, me dijo.

En 2002, cuando el partido de Erdoğan llegó al poder, Turquía tenía unos 60.000 presos; ahora probablemente supera los 350.000. Según el último informe del Consejo de Europa, Turquía tiene aproximadamente tantos reclusos como los otros 45 países miembros juntos. Silivri, construida con una capacidad para 11.000 personas, albergaba, según los últimos recuentos, a 22.000. Es una de las prisiones más grandes del mundo.

“Es como un gran campo de concentración. Vi a otros amigos un poco desmoralizados, como Osman Kavala [el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha exigido su liberación en dos sentencias], pero Imamoglu se comporta como un líder. Intenta organizar cosas y quiere dar esperanza a la gente. Es una gran lucha”, decía.

Livaneli fue diputado del mismo partido que Imamoglu, pero se salió por su deriva nacionalista. La formación es heredera de Mustafá Kemal Ataturk, padre de la patria, y mezcla el nacionalismo, la socialdemocracia y la defensa del secularismo.

El músico y escritor, referente nacional de la izquierda, habla mucho con Imamoglu y el presidente del partido. “Soy como su hermano mayor. Me piden opinión y yo les digo que tienen que resolver su problema de identidad. Tienen que convertirse en un partido socialdemócrata como el de otros países del mundo”.

El escritor también fue detenido y encarcelado tras el golpe militar de 1971 y, al salir, se dio cuenta de que sus canciones se habían convertido en himnos de protesta contra el Ejército. “Antes había un gran movimiento de izquierdas en Turquía, pero eso ya no existe”, dice. No solo sus canciones se convirtieron en símbolo de la lucha progresista, sino que Livaneli ha llevado a través de sus canciones los poemas de García Lorca, su “héroe”, a los turcos. Entre ellos ‘Canción de jinete’, también interpretada en España por Paco Ibáñez.

Volviendo al municipalismo y su poder: en el sureste de Turquía, de mayoría kurda, el Gobierno turco lleva una década destituyendo a sus alcaldes prokurdos para instaurar a administradores afines. En 2014 ganaron 102 alcaldías y el Gobierno acabó nombrando administradores para 95, dejando solo siete alcaldes de la formación prokurda. En 2019 se repite la operación: de las 65 alcaldías, solo terminan cuatro. Tras los comicios de 2024 Erdogan utiliza de nuevo su manual en una evidente suspensión de la voluntad democrática.

La política empieza ahí abajo y a los de ahí arriba les da miedo.

Tienes que leer…

Esto está feo, pero como ya te recomendé leer el último libro de Livaneli, ‘A lomos del tigre’ –que es una novela maravillosa sobre el exilio del último gran sultán otomano, Abdulhamid II–, te paso otra lectura turca: ‘Sentirán el aliento de Turquía en la nuca: secuestros, espionaje y guerra sucia en el país de Erdogan’, que publiqué el año pasado con la editorial Península (el burro delante para que no se espante). Es el resultado de años de cobertura sobre Turquía, decenas de entrevistas e historias que podrían ser de una novela de espionaje. Ojalá te guste. Si lo lees, me encantaría conocer tu opinión.
javier.biosca@eldiario.es

Bombas, drogas y rock and roll: cómo EEUU utiliza la lucha contra el narco para forzar un cambio de régimen

La Semana Internacional
Javier Biosca de elDiario.es

Se cumplen dos meses del despliegue militar y de los ataques de EEUU contra embarcaciones frente a las costas de Venezuela. Van más de 60 muertos y Trump no afloja. Es más, dentro de unos días llegará a la zona el buque de guerra más grande del mundo. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, ha ordenado al USS Gerald R. Ford —un monstruo de 100.000 toneladas con capacidad para llevar 90 aeronaves— que abandone las aguas del Mediterráneo y se dirija al Caribe para participar en la supuesta lucha de EEUU contra las drogas.

Nosotros no tenemos portaaviones, pero tenemos socios. Y si nos apoyas, seremos mucho más fuertes que las 100.000 toneladas de acero de USSS Gerald Ford.

Lecciones de Panamá

La última vez que EEUU derrocó por la fuerza militar directa a un líder latinoamericano fue en 1989 en Panamá y también lo justificó con la lucha contra las drogas. Por si quedaban dudas, llamó a la operación ‘Causa Justa’. Manuel Noriega, bajo el conocimiento de EEUU, había formado la primera “narcocleptocracia” del mundo, pero permitía a Washington utilizar su país para llevar ayuda a sus aliados armados en El Salvador y Nicaragua, además de establecer puestos de escucha. De hecho, desde los 70, Noriega fue agente pagado de la CIA.

“La invasión de EEUU de Panamá es el equivalente más cercano a una operación de cambio de régimen en Venezuela”, me dice Michael Paarlberg, profesor, investigador y exasesor de Bernie Sanders para América Latina. “Como Trump hoy, EEUU no lo declaró como una guerra, sino una operación contra el narcotráfico. Derribaron a Noriega por sus vínculos con el tráfico de drogas que, irónicamente, EEUU ya conocía y que incluso fomentó como activo de la CIA”, añade Paarlberg, que vivió en Panamá en los años posteriores al golpe porque su padre trabajaba en el servicio exterior de EEUU.

Es demasiado evidente que lo de Trump en Venezuela no es un intento real de frenar el tráfico de drogas y que no hace falta llevar al buque de guerra más grande del mundo para hundir narcolanchas. Según los propios datos de la agencia antidrogas de EEUU (DEA), el “corredor caribeño” que está atacando el presidente en Venezuela representa solo el 8% de toda la cocaína que llega al país norteamericano. Sin embargo, el 80% llega por aguas del Pacífico desde Ecuador y Colombia, según datos de 2022 del Ejército de EEUU. Pero ahí no están atacando.

Pese a las similitudes, “hay grandes diferencias” entre la operación en Panamá y en Venezuela, comenta Paarlberg. “En ese momento, EEUU tenía muchas bases militares en Panamá. De hecho era la sede del Comando Sur y ya había 13.000 soldados allí desplegados —a los que luego añadieron unos 15.000 más—”. Incluso con tantas tropas, “hubo muchas batallas feas”. Paarlberg recuerda un episodio en el que varios Navy Seals fueron capturados y asesinados en la pista de despegue del aeropuerto de la capital.

Trump ha dicho una cosa y la contraria, pero el próximo paso en la escalada serían ataques estadounidenses en tierra. Pase lo que pase, Paarlberg cree que el presidente “no quiere recrear ninguno de los problemas de la invasión de Panamá”. “Además, no tiene los recursos. Actualmente hay alrededor de 10.000 soldados, y realmente es una cifra mucho menor si hablamos de tropas de combate. Siendo generosos, la mitad. Eso deja 5.000 soldados, muchos menos de los movilizados para invadir Panamá, un país 20 veces más pequeño que Venezuela”.

Maestros de la guerra psicológica

Elliot Abrams, vieja y oscura figura en la política estadounidense y las injerencias en terceros países, ya lideró la estrategia (fracasada) de Trump en su primer mandato para forzar un cambio de régimen en Venezuela: autoproclamación de Juan Guaidó, operación de ayuda humanitaria, conato de alzamiento militar… “¿Cree que Trump está más cerca de lograrlo en esta nueva presidencia?”, le preguntaban el otro día en una entrevista con la BBC. “Eso espero. Y hay un par de razones para ser un poco más optimista […] El presidente Trump está presionando más. Entonces tuvimos sanciones, pero no tuvimos la campaña de presión, con un gran poderío militar incluido, que estamos viendo hoy”.

En una cosa coincide Abrams con lo que me decía Paarlberg: “Esa flota en el Caribe no es lo suficientemente grande como para invadir Venezuela, y no creo que Trump tenga ninguna intención de hacer eso, pero es mucho más grande de lo que se necesita para dispararle a pequeñas lanchas rápidas. El siguiente paso será probablemente algún ataque dentro de Venezuela”, decía el ex enviado especial de Trump para Venezuela.

“Todo esto es una especie de operación psicológica cuyo propósito es decirles a las personas alrededor de Maduro, a los militares y a los civiles en el régimen: ‘Él tiene que irse, pero ustedes no tienen que irse; hagan algo, sálvense», decía Abrams a la BBC.

La invasión de Panamá tuvo un final inesperado. Noriega estaba refugiado en la Nunciatura Apostólica, la embajada de facto de la Santa Sede en el país, y no quería salir. Los soldados vigilaban el perímetro 24 horas y recurrieron a la guerra psicológica reproduciendo en bucle y a todo volumen canciones de rock. Judas Priest, Kiss, Black Sabbath, Guns and Roses… En realidad, todo esto te lo cuento como excusa para dejarte por aquí la ‘Playlist Noriega’ llena de temazos. Tras 10 días escondido en la embajada, Noriega acabó entregándose a los gringos, pero parece que la música no tuvo mucho que ver.

Tienes que ver…

Hablando de guerra psicológica, hoy te traigo algo un poco diferente. Es un breve vídeo con el que se presenta el 4th Psychological Operations Group, una de las unidades de guerra psicológica del Ejército de EEUU.

El vídeo se llama Ghosts in the machine (fantasmas en la máquina) y el nombre no es casual. Hace referencia a una expresión acuñada por el filósofo Gilber Ryle y su crítica al dualismo cartesiano de cuerpo y mente. Ryle argumentaba que la visión de Descartes era como decir que somos máquinas operadas por fantasmas independientes que viven en nuestro interior.

Así se ven ellos, los estadounidenses. Como los fantasmas que dirigen nuestras vidas.

¿Cómo construir un debate político democrático y profundo?

De cara a la realidad actual donde los estímulos visuales y auditivos duran segundos, la falta de atención y concentración es un problema que crece. Solo nos escuchamos a nosotros mismos mientras aumentan los insultos en las redes digitales y todo afecta a la democracia. Escucharnos para entender, no sólo para responder. Para leer el texto en Página12 siga este enlace: https://www.pagina12.com.ar/850481-como-construir-un-debate-politico-democratico-y-profundo

Quién es Gabriel Romanelli, el cura argentino herido en Gaza

Fue uno de los heridos en el ataque de las Fuerzas de Defensa de Israel a la única parroquia católica en Franja de Gaza. Tiene 55 años y hablaba cada noche con Francisco. Cómo llegó a Gaza y por qué cree que «vivir en Medio Oriente es una aventura hermosa»- Lea la nota en este enlace: Página12.

Desde 2026, baja gradual de jornada laboral a 40 horas semanales: México

La reducción gradual de la jornada laboral de 48 a 40 horas semanales entrará en vigor en 2026, ya que existe “una necesidad imperiosa” de que se cumpla con esta “demanda muy sentida” de los trabajadores mexicanos, dijo el titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), Marath Bolaños López. Puede leer la nota completa en este enlace: LaJornada