El Dr. Gutiérrez: el brillante científico que con el arte de la ciencia fortaleció a todo un país
Premio Nacional de Cultura Magón 2022
El científico fue enfático al indicar que la ciencia es parte de la cultura. Lamentablemente, no se les está dando la importancia debida, afirmó.
Don José María Gutíerrez Gutiérrez o “Chema”. Así le dicen sus conocidos, y hasta los no tan conocidos, por el aire de cercanía y humildad que inspira. Las razones sobran. A Chema, una de las mentes más brillantes de la ciencia costarricense y destacadas en el mundo, nunca le interesó tener un carro y, mucho menos, un celular.
Para él, un celular reduciría notoriamente sus espacios de pausa, reflexión, lectura y escritura que tanto ama. “Así que, por el momento, me sigo resistiendo”, manifestó firmemente.
Sin ninguna de esas ataduras móviles, no es extraño ver al Dr. Gutiérrez caminar, disfrutar de sus recorridos diarios al aire libre con su perrita o bajar de un bus para llegar al Instituto Clodomiro Picado de la Universidad de Costa Rica (ICP-UCR), su segundo hogar por casi 50 años desde que inició como estudiante asistente y que hoy sigue frecuentando aunque está jubilado.
En el ICP-UCR, el Dr. Gutiérrez cultivó todas sus pasiones científicas las cuales empezaron a gestarse muy joven. Primero, se graduó de la UCR en la carrera de Microbiología en 1977 y luego, en 1984, obtuvo su doctorado en Ciencias Fisiológicas en la Universidad Estatal de Oklahoma, Estados Unidos.
Desde entonces, don José María lleva más de 40 años desarrollando su carrera científica en la docencia, acción social y, por supuesto, en la investigación. Especialmente, en la comprensión de cómo actúan los venenos, así como en el desarrollo y mejora de sueros antiofídicos, mismos que cada año ayudan a salvar la vida de casi 600 costarricenses que sufren de envenenamiento por la mordedura de una serpiente venenosa.
Su pasión, trabajo y amor por la ciencia son palpables y están respaldados por la gran cantidad de premios nacionales e internacionales que ha ganado de manera continua. Actualmente, la cifra supera las 20 menciones. ¡Claro! Él no los ve como un logro personal, sino colectivo. Sin las personas que lo han rodeado, jamás lo hubiera logrado, recita en cada presentación o agradecimiento que realiza.
¿Los impactos de cada premio? Muchos. Cada reconocimiento que él recibió enalteció a todo un país, ayudó a abrir camino y a posicionar a Costa Rica como una nación que, si bien está en vías de desarrollo y no posee abundantes riquezas económicas, tiene grandes talentos científicos listos para germinar. Don José María es tan solo un ejemplo de una larga fila de mentes ticas listas para brillar y hoy lo sabe el mundo.
¿El reconocimiento más reciente? Tal vez usted ya lo sabe: el Premio Nacional de Cultura Magón 2022, galardón que solo reciben las personalidades ticas más destacadas que decidieron dedicar toda su vida al crecimiento de la cultura costarricense. Sí, porque aunque usted no lo crea, la ciencia, la innovación y la cultura no están separadas. Ellas se necesitan entre sí para desarrollarse, crecer y germinar.
“Para mí representa un gran honor recibir el Premio Nacional de Cultura Magón. Al otorgársele a una persona del ámbito de la ciencia se está reforzando la idea de que la ciencia, como actividad creativa que es, forma parte del amplio mundo de la cultura, lo cual es muy importante. Debemos tender puentes dialógicos y de mutuo aprendizaje entre la ciencia y otros espacios de la creación cultural”, afirmó el científico.
En efecto. La ciencia procura aumentar el acervo de conocimientos que posee la humanidad para el beneficio colectivo y esto solo se logra con una gran creatividad para identificar, estudiar, proponer y resolver los desafíos que presenta el mundo. Quien no es artista, no es científico y esto don José María lo sabe muy bien. Por eso su carrera, en sí misma, es un arte.
Un arte que le ha permitido ser disruptor y valiente, porque solo con esa fuerza se puede lograr superar obstáculos, unir todo un equipo científico del ICP-UCR y desarrollar un antídoto para algunas de las serpientes venenosas más peligrosas del África sub-Sahariana.
Los países más desarrollados del mundo no consolidaron ese antídoto por sí mismos y Costa Rica, con sus limitaciones presupuestarias, lo hizo posible para ofrecer una opción de vida a personas en alta vulnerabilidad social, muy por encima de intereses mercantiles o de ganancias económicas.
Otras veces Chema deja sin aliento porque, como si se tratara de una puesta en escena que cautiva a la audiencia al percibir un giro inesperado en la obra, él realiza acciones inesperadas. Por ejemplo, incentivar ante la Organización Mundial de la Salud (OMS), de la mano con muchos colaboradores costarricenses, que los accidentes ofídicos fueran parte de la lista de Enfermedades Tropicales Desatendidas en categoría A; es decir, entre los padecimientos de mayor impacto para la salud mundial.
Lo anterior generó un precedente sin igual y permitió que la decisión emitida diera la posibilidad de que la OMS, junto con otros países, abrieran nuevas oportunidades de trabajo e investigación internacional. ¿El objetivo? Fortalecer y desarrollar mejores programas de control dirigidos a la prevención y al adecuado manejo terapéutico de esta patología en sus respectivos países.
Sí. El Dr. José María Gutiérrez es un científico, pero ante todo un creativo. El arte creativo edifica, construye, enaltece e inspira a generar una mejor sociedad y el Dr. Gutiérrez lo hace todos los días.
A una persona esforzada, optimista, preocupada y solidaria, siempre interesado en causas sociales, políticas y económicas, no se le podía dejar ir sin un proceso reflexivo en varios aspectos relacionados con su vida, con la cultura desde la mirada creativa y los desafíos de las instituciones públicas ante un modelo neoliberal que pareciera privilegiar el libre mercado antes que el aspecto humanista y cultural. Este hecho se hizo visible en las últimas noticias cuando se comunicó un posible recorte presupuestario a la cultura.
De manera muy gentil, el Dr. Gutiérrez decidió contestar cada una de las siguientes preguntas desde una mirada muy crítica, profundizar algunos aspectos de su libro “Reflexiones desde la academia, universidad, ciencia y sociedad” y, como siempre ha sido su esencia, brindar propuestas para cada reto que vive la institucionalidad pública y el país.
El premio
—Don José María, más adelante vamos a profundizar en los aspectos más reflexivos relacionados con su libro “Reflexiones desde la academia, universidad, ciencia y sociedad”. En esta primera parte empezaremos despacio.
Primero, quiero que me cuente su experiencia con el premio. Usted recibió este 2023 el Premio Nacional de Cultura Magón 2022, que solo se le da a personalidades cuyo quehacer contribuye significativamente en la construcción del conocimiento. Para usted, ¿qué representa y refleja el premio después de invertir, prácticamente, toda su vida en la ciencia?
—José María Gutiérrez Gutiérrez (JMGG): “Para mí representa un gran honor recibir el Premio Nacional de Cultura Magón. Al otorgársele a una persona del ámbito de la ciencia se está reforzando la idea de que la ciencia, como actividad creativa que es, forma parte del amplio mundo de la cultura, lo cual es muy importante. Debemos tender puentes dialógicos y de mutuo aprendizaje entre la ciencia y otros espacios de la creación cultural.
Por otra parte, pienso que este premio reconoce un inmenso esfuerzo país que ha realizado Costa Rica para estudiar, comprender y buscar soluciones al problema de los envenenamientos por mordeduras de serpiente. El premio valora el trabajo de cientos de personas quienes, desde inicios del siglo XX, han dedicado su esfuerzo a este tema. Esto incluye al Instituto Clodomiro Picado, a la Universidad de Costa Rica como un todo, a las instituciones de salud pública (CCSS y Ministerio de Salud) y a muchas otras personas que han contribuido a que Costa Rica tenga una posición de liderazgo internacional en este tema. Así que, más allá del reconocimiento a mi persona, el cual valoro mucho, pienso que se está reconociendo un esfuerzo colectivo de larga data”.
—¿Esperaba recibir el premio o fue totalmente imprevisto?
—JMGG: “Sabía que un grupo de colegas, de forma muy generosa, habían postulado mi nombre para este premio. Pero también era consciente de que en Costa Rica hay muchas personas que han dado aportes muy valiosos en el plano de la cultura y que también merecen este reconocimiento. Entonces, aunque sabía que mi nombre había sido propuesto para el premio, sí fue una grata sorpresa recibir la noticia”.
—Al recibir este premio, ¿qué mensaje cree que transmite al mundo de la ciencia y de la cultura nacional? Principalmente, para todos esas mentes jóvenes que apenas están dando sus primeros pasos en áreas con muchos desafíos económicos, políticos y burocráticos.
—JMGG: “Este reconocimiento me ha permitido enviar varios mensajes a la comunidad nacional. Por un lado, reforzar la idea de que la ciencia es un componente de la cultura, porque la concepción científica de la realidad forma parte del patrimonio cultural de la sociedad. Pero, además, este premio debe hacernos reflexionar, como sociedad, sobre si le estamos dando a la ciencia en particular, y a la cultura en general, la importancia que deben tener en el contexto de una sociedad democrática; y creo que, lamentablemente, no es así.
Somos testigos de un cercenamiento importante de los presupuestos asignados a la cultura y a la investigación científica, al tiempo que vivimos un hostigamiento a las universidades públicas, que son el principal reservorio científico del país. Costa Rica dedica menos del 0,4 % del PIB a actividades de investigación y estos días se han anunciado fuertes recortes al presupuesto de cultura. En este entorno adverso es importante cobrar conciencia de que debemos, como sociedad, procurar que la ciencia y otros ámbitos de la cultura reciban un apoyo creciente y entender que, lejos de ser aspectos prescindibles en la vida del país, constituyen elementos esenciales para edificar entornos colectivos marcados por el bien común, el bienestar y la equidad.
Dicho esto, necesitamos muchas más personas que se interesen por la ciencia, personas jóvenes en quienes recaerá la responsabilidad de desarrollar la ciencia en nuestro país. Estas personas deben ser estimuladas para que puedan desarrollar sus proyectos de vida y el país tiene la responsabilidad de ofrecerles espacios que les permitan desarrollar dichos proyectos. A las personas jóvenes interesadas en la ciencia yo les digo que no renuncien a sus pasiones y que luchen por desarrollar sus potencialidades en este campo. Pero, a la vez, esto debe acompañarse de apoyo por parte de las instituciones educativas y de ciencia y tecnología. Tenemos, como país, la tarea política de abrir espacios para estas nuevas generaciones”.
Sin cultura, no hay desarrollo
—Con la respuesta de esa última pregunta, usted introdujo mi próxima pregunta relacionada con su libro “Reflexiones desde la academia, universidad, ciencia y sociedad”. Usted aborda una visión muy crítica sobre diferentes aspectos relacionados con las instituciones públicas.
Uno de esos aspectos es la preocupación actual hacia los procesos que tienden a minar el estatus público de las instituciones y a cuestionar la misión que han tenido históricamente. Una misión que se vincula a la cultura de una u otra forma. ¿Por qué cree que se da ese intento por socavar el estatus público de las instituciones? ¿Se debe solo a una visión mercantilista producto de un modelo neoliberal que fomenta el libre mercado?
—JMGG: “Desde la década de 1980 se ha impuesto a nivel global un modelo político-económico hegemónico marcado por las políticas neoliberales, modelo que ha tenido una amplia influencia en Costa Rica y el resto de América Latina.
Ese modelo tiende a debilitar el papel de las instituciones públicas en la vida de los países y le otorga al mercado un papel preponderante en la regulación de las actividades económicas y sociales. Estas tendencias, impulsadas a nivel internacional por organismos como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, han llevado a una reducción enorme del papel de los estados y las instituciones públicas y a una creciente privatización de bienes y servicios públicos, así como a un acelerado proceso de degradación ambiental producto de políticas extractivistas.
Todo ello ha conducido a una creciente separación entre los sectores beneficiados por este modelo y la gran mayoría de sectores de la sociedad, que se han visto claramente perjudicados. Se ha generado mucha inequidad, con múltiples consecuencias sociales.
A nivel cultural, este modelo hegemónico ha privilegiado el individualismo, el mercantilismo y la banalidad, lo cual nos aleja como comunidad de prácticas de carácter solidario. Actualmente estamos viendo políticas de austeridad fiscal, lo que algunos han llamado ‘austericidio’, que afectan de manera drástica a las instituciones públicas. Estos procesos debilitan los pactos sociales que ha logrado construir Costa Rica a lo largo de décadas. Es necesario cuestionar fuertemente este modelo y mostrar, de diversas formas, sobre todo mediante movilización social, que hay otras formas de generar política pública, que otro mundo es posible”.
—Ese intento por minar el estatus público de las instituciones no es algo que solo pasa en Costa Rica, sino que está presente a lo largo de la región latinoamericana, como usted detalla en su libro. En el texto, usted explica que muchas universidades de la región han vivido intentos orientados a debilitar sus actividades académicas en disciplinas de ciencias básicas, sociales, humanidades, arte, por considerarlas de “baja rentabilidad y, además, por ser fuente de pensamiento crítico”.
¿Cómo deben responder las universidades e instituciones públicas ante esto?¿Deben responder al modelo económico y priorizar las carreras de más alta rentabilidad? ¿Qué consecuencias podría traer una decisión así?
—JMGG: “Sí, este modelo hegemónico invade todos los espacios de la sociedad, incluyendo los ámbitos institucionales. Al privilegiar una visión mercantilista-reduccionista de la vida colectiva, este modelo propone principalmente políticas que impactan en el ámbito económico y somete a los países a pautas fiscales que deterioran sensiblemente los espacios colectivos y las instituciones públicas.
Estas visiones cuestionan que las universidades sean integrales y privilegien el respeto y el desarrollo de todos los campos del conocimiento, más allá del impacto económico y de mercado que puedan tener. Ese es un aspecto esencial de la universidad pública, el cual está siendo cuestionado fuertemente por estos sectores políticos y económicos hegemónicos.
Si se asumen esos puntos de vista, la universidad pública perdería su esencia integral y humanista, que forma personas con visión amplia y compromiso social, y genera pensamiento para una ciudadanía responsable y democrática y no solo profesionales para llenar las necesidades de determinados sectores del mercado. Afortunadamente, nuestra constitución política respalda la autonomía universitaria, lo cual nos permite defender y sostener nuestro modelo de universidad pública.
Pero debemos estar muy atentos porque hay fuerzas que pretenden minar dicha autonomía, lo cual sería desastroso para nuestras universidades y para el país en general. Las universidades públicas y la sociedad debemos defender a ultranza los valores en los que se cimenta el concepto de universidad pública integral y humanista. Debe quedar claro que las universidades somos conscientes de nuestro papel en el desarrollo económico del país, pero esto debe concebirse en el contexto más amplio de una institución integral y, además, debe basarse en una concepción de desarrollo económico que sea inclusivo y beneficie a muchos sectores de la sociedad y no solo a unos pocos”.
—Eso sí, Don José María, no se puede ocultar el hecho de que Costa Rica ha experimentado una profunda transformación social. Por ejemplo, la Universidad de Costa Rica que se fundó en 1940 se basó en principios que respondían a un entorno sociocultural, político y económico específico. En ese momento histórico se generaron grandes avances en dos pilares que hoy sostienen el país: educación y salud.
Pero, ¿qué pasa hoy? Si bien no hay que priorizar las carreras de más alta rentabilidad y abandonar las otras, ¿cree que las universidades públicas han logrado adaptarse a los cambios en el tiempo y responder adecuadamente a las nuevas necesidades sociales que demanda el país?
—JMGG: “Todas las instituciones públicas debemos tener una actitud autocrítica permanente, la cual nos lleve a procesos continuos de evaluación de lo que hacemos y dejamos de hacer. Esto vale también para las universidades públicas.
En ocasiones esta actitud crítica y de renovación continua no se da producto de la existencia de zonas de confort y de resistencia a cambios que es necesario efectuar. Las universidades públicas deben ser instituciones que ejerciten permanentemente la autocrítica y la reflexión, deben estar en contacto continuo con la sociedad que las financia y a la cual se deben.
Por un lado, debemos tener una actitud de escucha y diálogo con amplios sectores de la sociedad, para conocer sus necesidades y responder a ellas, y también seguir muy de cerca el desarrollo vertiginoso de los campos del conocimiento, para actualizar nuestros planes de estudio y nuestra oferta académica. Pero todo esto debe hacerse manteniendo el ethos de excelencia académica y procura del bien común que establece nuestro estatuto orgánico. O sea, debemos transformarnos permanentemente en tanto mantenemos nuestra esencia”.
—¿Y cómo mantenemos esa esencia que plantea en una dinámica de mercado tan desafiante? Incluso, homólogo a la teoría de Darwin “el más fuerte sobrevive”.
—JMGG: “Lo principal es tener claro cuáles son los valores y la filosofía que debe guiar una institución de educación superior integral y humanista. Esto incluye el respeto epistémico, el respeto al desarrollo integral de todos los campos del conocimiento. Incluye también la noción de que la formación de profesionales debe garantizar una excelente formación especializada en las disciplinas de cada carrera, pero también debe proveer una formación amplia, humanista y de compromiso social, para que las personas graduadas no solo desarrollen sus proyectos de vida individuales, sino que también estén comprometidas con una visión de sociedad en la que prive el bien común, la equidad y el respeto a la diversidad.
Las universidades deben fortalecer su papel como entes de reflexión crítica permanente, hacia adentro y hacia afuera, de manera que le ofrezcan a la sociedad insumos de análisis que permitan avanzar en la construcción de entornos marcados por el bienestar, la solidaridad y la equidad.
En otras palabras, y pese a los embates de diverso tipo, las universidades públicas tenemos la responsabilidad de mantener el ethos esencial que ha marcado nuestro desarrollo, lo cual incluye también una permanente actitud autocrítica con lo que hacemos y dejamos de hacer. Todo esto invita a promover y fortalecer procesos internos de reflexión y discusión en nuestras instituciones sobre cómo podemos mantener ese ethos y, a la vez, mejorar nuestro aporte a la sociedad”.
—Lo anterior también se acompaña de un enorme desafío sobre la visión del sector público, que suele verse como “uno naturalmente ineficiente”. ¿Ha influido esa creencia de ineficiencia del sector público en cómo hoy se percibe la educación superior pública nacional?
—JMGG: “Desde hace tiempo vivimos una campaña concertada de desprestigio del sector público, campaña en la que participan sectores mediáticos, dirigencias políticas y sectores económicos que apuestan por el debilitamiento de lo público. Estas campañas procuran hacer ver lo público como naturalmente corrupto e ineficiente y lo privado como eficiente.
Este tipo de falacias deben ser cuestionadas y desmentidas en lo que tienen de falsas. Costa Rica ha construido a lo largo de décadas una institucionalidad pública que, en medio de defectos, ha logrado generar un estado social de derecho y ha gestado una serie de consensos sociales que han permitido fortalecer el tejido social y el bienestar colectivo. Me refiero a las instituciones de educación pública, de salud pública, de energía y telecomunicaciones, etc.
Esta institucionalidad debe ser defendida y fortalecida a toda costa, pero lamentablemente lo que estamos viendo es un debilitamiento de dicha institucionalidad. Por supuesto que estas instituciones tienen defectos y estos deben ser corregidos con visión autocrítica y propuestas de mejoramiento. Pero esto no significa que no funcionen o que deban ser reducidas para abrir paso a la oferta privada de estos servicios.
La historia reciente nos muestra el impacto terrible que han tenido el debilitamiento del sector público en muchos países de nuestra región, lo cual debemos evitar en Costa Rica. Es curioso que, a nivel global, y luego del fracaso de las políticas neoliberales de desmembramiento del sector público, muchos países se estén ahora planteando un fortalecimiento de ese sector, en tanto en Costa Rica seguimos recitando recetas privatizantes que han mostrado ser muy lesivas en muchos contextos. La defensa de las instituciones públicas demanda procesos de concientización y movilización social e institucional. Que sean los amplios sectores sociales que se benefician de estas instituciones los que alcen la voz en su defensa y fortalecimiento”.
¿Nuevos tiempos?
—Ese último punto que acaba de mencionar es especialmente importante. En su libro usted puntualiza que es vital fortalecer y renovar la relación entre la universidad y diversos sectores de la sociedad no solo en formación, sino en acción social e investigación. Cuando usted habla de fortalecer, se puede inferir que en la actualidad esa relación está debilitada. ¿Estoy en lo correcto?
—JMGG: “Yo no creo que la relación de la UCR con la sociedad se haya debilitado. Por el contrario, pienso que la UCR tiene un fuerte vínculo con múltiples sectores de la sociedad y aporta al bienestar colectivo de múltiples maneras.
No es casual que la UCR obtenga altas puntuaciones en las encuestas de opinión que evalúan la percepción que tiene la sociedad sobre las instituciones. Eso es importante hacerlo ver y darlo a conocer. Sin embargo, eso no significa que nos debamos sentir satisfechos, todo lo contrario. Es necesario desarrollar espacios de reflexión permanente para preguntarnos cómo podemos hacer mejor nuestro trabajo en docencia, en investigación y en acción social, cómo podemos elevar nuestros niveles de exigencia, cómo podemos responder a necesidades urgentes de los conglomerados sociales a los que nos debemos. Y ello exige acciones renovadas en este plano de relación con la sociedad.
Se ha comentado que la UCR participa mucho menos en los grandes debates nacionales. Por un lado, ello debe motivar reflexión sobre cómo podría nuestra institución tener una mayor incidencia en estos espacios. Pero debe también tenerse presente que los mismos sectores hegemónicos que han conducido y conducen las agendas políticas y económicas del país se encargan de desvalorizar las opiniones y los planteamientos que se generan desde la universidad. Debemos ser más proactivos en la búsqueda de interlocutores en la sociedad, no solo entre los sectores políticos, sino también entre amplios sectores sociales, comunitarios e institucionales. Pero el hecho de que haya mucho por mejorar en este aspecto no debe desmerecer lo que esta institución hace por el bien del país.
—¿Esa menor participación se podría relacionar con lo que usted luego menciona sobre el predominio de las agendas individuales sobre las colectivas? ¿Cómo influye esa “mezquindad” que usted menciona varias veces en su libro en ese debilitamiento institucional?
—JMGG: “La UCR es una institución heterogénea, en la que coexisten una amplia diversidad de visiones y perspectivas. Pienso que en nuestra institución se vive permanentemente una tensión entre lo que podríamos llamar, por un lado, agendas individuales y sectoriales y, por otro, agendas colectivas.
No cabe duda de que algunos valores entronizados por el pensamiento hegemónico, centrados en visiones de corte individualista, sectorial y mercantil, tienen asidero en determinados espacios de la universidad. Y se refleja, entre otras manifestaciones, en un desinterés por los temas generales de la institución y del país.
Al mismo tiempo, se gestan permanentemente espacios de exigencia académica y de compromiso social renovados, que procuran responder de manera solidaria a las necesidades de los sectores más vulnerables de la población. Debemos estar claros de que estos planos de tensión existen, para debatir sobre ellos e impulsar aquellas agendas de corte colectivo que buscan el mejoramiento continuo de nuestra contribución al país”.
—¿Y cómo lograrlo, Dr. Gutiérrez? Un aspecto que me llamó poderosamente la atención fue leer que la forma tradicional sobre cómo la academia se acerca a los sectores sociales “ha estado predominantemente marcada por el prurito de la superioridad y la verticalidad”. ¿Sería, entonces, empezar a ser más humildes?
—JMGG: “El fortalecimiento de los vínculos que las universidades tenemos con la sociedad representa un reto permanente, para buscar formas renovadas de interlocución con amplios sectores sociales, comunitarios, institucionales, empresariales, ambientalistas, cooperativos y de otro tipo.
En el meollo de esta interlocución con la sociedad debe estar la visión de que dicha interlocución debe ser dialógica, horizontal, mediante la cual los saberes generados en la universidad dialoguen con la multiplicidad de saberes y necesidades que surgen cotidianamente en la sociedad.
Tenemos mucho que aprender de nuestros contactos con el conglomerado social costarricense. Esta perspectiva dialógica busca superar las visiones de corte jerarquizante y asimétrico que impiden estos ricos intercambios. Por otra parte, esta interlocución debe estar centrada en una perspectiva solidaria, la cual se refleje en el compromiso de la institución con los sectores más desfavorecidos y vulnerables, aquellos que han sufrido las consecuencias de un modelo de desarrollo cargado de inequidad”.
—Hasta aquí queda claro que el intento por minar el estatus público de las instituciones ya sorprende por sí mismo. No obstante, hay un elemento todavía más impresionante que se destaca en su libro y es la actitud de indiferencia que se muestra en las comunidades universitarias. Para usted, ¿cómo se hace visible esa indiferencia y por qué se genera, don José María? ¿Qué se podría hacer para cambiarla? ¿Nos falta identidad hacia lo público?
—JMGG: “Esto es algo que nos debe preocupar y mucho. Al interior de nuestras universidades hay diversas reacciones ante estos embates contra la educación superior pública y la institucionalidad pública en general. Hay sectores en la universidad que no reaccionan ante este escenario adverso y actúan como si no fuera con ellos; pero también hay sectores que se preocupan y movilizan de diversas maneras.
Sin embargo, pienso que hay mucho menos debate y movilización de lo que se necesita en una coyuntura tan complicada como la actual; y me refiero no solo a las personas docentes, sino también a las y los estudiantes y a las personas del sector administrativo.
Creo que tanto las autoridades universitarias, las superiores y las de unidades académicas, así como la base misma universitaria, deberíamos estar gestando espacios de reflexión, análisis y movilización. Las asambleas de facultad y de escuela deberían ser foros de análisis permanente de la coyuntura actual, algo que no veo que ocurra. Esto debe cambiar. Y, como comunidad universitaria, deberíamos también estar muy atentos a los ataques que están sufriendo otros ámbitos de la institucionalidad pública, como la Caja Costarricense de Seguro Social, el Instituto Costarricense de Electricidad y otros. Las universidades debemos gestar frentes comunes con estas instituciones en la defensa de lo público”.
Un entorno creativo
—Para ir cerrando, voy a pasar de página para preguntarle sobre los espacios de creatividad que usted menciona en su libro. ¿Por qué es importante que se empiecen a generar esos espacios de creatividad? ¿Cómo la UCR podría potenciar estos entornos y qué debe hacer?
—JMGG: “La universidad, como centro permanente de creación y de investigación, debe ser un espacio en el cual la creatividad sea un ingrediente fundamental, algo que permee todos los ámbitos de trabajo en docencia, investigación y acción social, así como en administración y vida estudiantil. Pero se percibe, en el devenir universitario, que los espacios de creación tienden a ser estrujados por dinámicas más de corte procedimental y administrativista.
La creatividad en el trabajo académico con frecuencia se ve frenada por una enorme cantidad de procedimientos y procesos de carácter administrativo que, lejos de favorecer lo académico, más bien lo inhiben. Lo procedimental tiende a ocupar espacios y tiempos que deberían ser llenados con trabajo creativo académico.
Esta tendencia hacia la burocratización debe ser combatida a todo nivel. Lo administrativo debe coadyuvar para que crezca la creatividad y los aspectos esenciales de una institución académica. Este problema debe ser discutido y enfrentado con políticas claras”.
—Con esto que plantea me recuerda lo que usted desde hace muchos años ha estado pensando. Específicamente, sobre cómo amalgamar el trabajo académico en la ciencia natural y biomédica con la participación en procesos de carácter social, político y creativo de manera que estas no sean dos esferas independientes. ¿Ya tiene una respuesta a esa inquietud? ¿Son esos espacios de creatividad una de las propuestas?
—JMGG: “La creatividad es un componente que debe abarcar todos los ámbitos del trabajo universitario, en la docencia, la investigación y la acción social. En todos estos espacios se requiere creatividad.
Ahora bien, esta creatividad debe también incluir esfuerzos por integrar de mejor manera estos tres ámbitos de acción académica universitaria. La docencia, la investigación y la acción social no deben transitar por caminos separados. Esto, lamentablemente, es muy frecuente, tanto en la administración superior como en las unidades académicas. Esta tendencia debe ser revertida mediante procesos que lleven a una integración genuina de estos tres pilares de acción.
La investigación debe alimentar tanto la docencia como la acción social. Esta, a su vez, debe proveer insumos que enriquezcan la investigación y la docencia. Y la docencia, especialmente a nivel de tesis de grado y posgrado, debe estar íntimamente vinculada con la generación de conocimiento mediante la investigación.
Por otra parte, ya en el ámbito de la investigación, debemos romper los compartimentos estancos en que muchas veces nos desenvolvemos para abrir espacios de acción inter- y trans-disciplinar, que permitan abordar temas de gran complejidad desde la perspectiva de un genuino respeto epistémico. Esto involucra un mayor acercamiento entre las ciencias naturales, las sociales, las tecnologías, las humanidades y el arte”.
—Finalmente, don José María, ¿cómo ve el futuro de las universidades públicas? ¿Serán universidades cooptadas por la lógica mercantil o, por el contrario, logrará preservar y enriquecer su misión y acción? ¿Qué elemento definirá su futuro?
—JMGG: “El futuro de las universidades públicas, tanto en Costa Rica como en el resto de América Latina, dependerá de las decisiones que tomemos como sociedades y como instituciones de educación superior. El futuro no está escrito, lo debemos escribir con nuestras acciones conscientes y concertadas.
De lo que se trata es de enriquecer el ethos que ha marcado a estas instituciones, centrado en la excelencia académica y la procura del bien común, en la formación de profesionales que sean, a la vez, competentes en sus disciplinas y personas con formación amplia, sentido crítico y compromiso social.
Debemos defender la autonomía universitaria y lo que esto representa, así como fortalecer entornos institucionales caracterizados por la creatividad, el compromiso, la exigencia permanente y la reflexión. Y debemos sumarnos a la multiplicidad de sectores que procuran construir entornos colectivos marcados por la equidad, la solidaridad y la dignidad para todas y todos. Lo que ocurra en nuestras sociedades y en nuestras universidades va a depender de los esfuerzos colectivos que podamos hacer en las décadas por venir”.
Jenniffer Jiménez Córdoba
Periodista Oficina de Comunicación Institucional, UCR