Elementos básicos sobre la construcción de objetivos, metas e indicadores (OMI) en proyectos comunitarios e institucionales

Edgar Chacón Morales

Edgar Chacón Morales

La Lógica metodológica objetivos, metas e indicadores OMI y el enfoque de trabajo: construcción de conocimientos, capacidades, habilidades y sensibilidades (CCHS), ambos por sus iniciales.

La construcción de objetivos, metas e indicadores, es una lógica básica en la formulación de proyectos comunitarios e institucionales. Esta lógica básica, nos indica que con base en un objetivo bien construido, se puede construir una meta muy clara, la que permite construir indicadores que den cuenta del logro, cambio o efecto que se propone alcanzar el proyecto.

Cada elemento está en consecuencia con el otro y se dan fundamento entre sí: no se puede plantear las metas fuera de lo que plantean los objetivos, ni los indicadores pueden ser ocurrencias fuera de esta lógica y construcción.

Los objetivos

Los objetivos son el vehículo del proyecto, lo que determina y le da razón al proyecto. Son una unidad metodológica, que por su peso relativo en la formulación, deben estar construidos, de manera que dejen una idea clara de lo que se va a alcanzar con la realización del proyecto.

Los objetivos, deben estar construidos y planteados con base en: los logros, los efectos, los cambios que va a generar el proyecto. No deben estar planteados con base en las actividades que se van a realizar; éstas pertenecen al momento de la metodología del proyecto y ahí deben plantearse, con claridad y en estricta correspondencia con los objetivos, metas e indicadores planteados.

Los objetivos, deben contar con la calidad de que sean medibles, evaluables, pues así se puede dar cuenta de que los fondos asignados al proyecto, fueron bien utilizados y que la población con la que fue acordado y construido el proyecto, quedó con una demanda, requerimiento satisfecho o problema solucionado, por ejemplo.

En consecuencia con esto, el origen del proyecto debe ser una situación real de una comunidad, consensuada y acordada con la Institución (véase: “Criterios para la selección, aprobación y evaluación de proyectos”, de este autor).

Los objetivos deben contener bien claros, al menos, cuatro elementos: Qué, Quién, Cómo y Para qué.

En breve: el qué, se refiere a lo que se va a hacer en el proyecto, lo que se va a alcanzar; el quién, se refiere a la población participante, la comunidad con la que fue consensuada la demanda, requerimiento o problema que se va a abordar. Ésta debe quedar clara y precisa en los objetivos; el cómo, se refiere al enfoque metodológico y las actividades, acciones con la que se va a abordar; el para qué, como el término lo indica, se refiere a la situación de mejora para la población, de superación de la situación abordada, la que se va a alcanzar con la ejecución del proyecto. Tiene que ver con la justificación del proyecto, con el propósito, con el antes y el después del proyecto, a esto último, se puede referir como línea de base o línea de salida. Por ejemplo, si se va a atender una demanda de generación de determinados conocimientos, capacidades dirigidas a aspectos productivos y comerciales, es para que la comunidad, al contar y poner en práctica esos conocimientos y capacidades, aumente sus ingresos y esto incida en la mejora de su calidad de vida.

Como se dijo, en los objetivos debe quedar clara la población con la que se ha construido y acordado el proyecto, la población participante que, en un trabajo conjunto con el equipo institucional, satisfará uno de los requerimientos, o resolverá uno de los problemas consensuados. Dejo claro y patente mi desacuerdo con el enfoque asistencialista, centralista, mesiánico y reduccionista que se refiere a ella como “población meta”, que la ve como recipiendaria, pasiva e incapaz y no como actor y decisor en su calidad de vida.

Retomando, la metodología es el enfoque, el camino que se va a seguir y según el cual se va a satisfacer un requerimiento o solucionar un problema de la comunidad, son las actividades, acciones, a desarrollar en el proyecto.

Por esa razón la metodología del proyecto, tiene que estar en completa correspondencia con los objetivos planteados. Lo conveniente es que cada objetivo tenga clara la metodología con la que se va a alcanzar y no haya un planteamiento general de actividades poco claras y poco precisas de su ejecución.

En este sentido, en la metodología debe quedar claro por lo menos 6 elementos: qué se va a hacer; quién lo va a hacer; cómo lo va a hacer; con qué lo va a hacer (recursos); dónde lo va a hacer y otros actores involucrados.

Como se dijo antes, los objetivos no deben estar construidos y planteados, con base en las actividades que se van a realizar para alcanzar los logros, efectos o cambios (por ejemplo hacer tal número de talleres o charlas), pues éstas son el medio para alcanzarlos y nos conducen a plantear sólo indicadores de actividades, como listas de participantes, o número de talleres, por ejemplo.

Si se permite que un objetivo quede construido en una formulación, con base en las actividades que se van a realizar, estamos fundamentalmente ante dos riesgos: uno, práctico, metodológico, es que, aunque se hagan las actividades no se obtengan los logros, efectos o cambios, dicho de otro modo: que se hagan las actividades, no garantiza que se obtengan logros, efectos o cambios; el otro riesgo, tiene que ver con la evaluación y es que la persona o equipo que formuló, cuando se evalúe el proyecto y se le comunique que los objetivos no se alcanzaron, argumente, que sus objetivos decían que el proyecto iba a hacer actividades, y que en efecto, se hicieron y que la persona o equipo que revisó la formulación, así se la aceptó, evadiendo de esta manera, la responsabilidad en la utilización inadecuada de los fondos asignados.

De manera muy breve, como es sabido, un proyecto debe contener objetivo general y objetivos específicos. El objetivo general, enmarca a los objetivos específicos y está referido al contexto del proyecto; está directamente relacionado con el propósito del proyecto. Los objetivos específicos se refieren a las actividades y acciones concretas dirigidas a abordar la satisfacción, solución de situaciones concretas, en el marco del objetivo general.

Las metas

Cuando nos enfocamos en la construcción de los objetivos, nos posicionamos al inicio del proyecto y planteamos los objetivos, como aquello que el proyecto debe alcanzar, lo que está por lograr; cuando nos enfocamos en la construcción de las metas, nos posicionamos al final del proyecto, con el objetivo alcanzado y se construye con base en el quién, con el cual se ha alcanzado el qué, ambos elementos fueron enunciados en los objetivos.

Cuestión importante: para un objetivo planteado hay una meta planteada, no varias metas, como dijimos, la meta es el objetivo alcanzado. Me he encontrado con casos en los que en las metas también se plantean actividades. Claro: esto viene de un objetivo mal planteado.

Los Indicadores

La experiencia de trabajo en proyectos comunitarios e institucionales, dice que los indicadores deben plantearse como las evidencias de los objetivos alcanzados, de las metas cumplidas, deben dar cuenta de ese logro, cambio, efecto que alcanzó el proyecto.

Hay quienes plantean otro tipo de enunciados, que por su falta de rigurosidad, no deben considerarse como indicadores.

El enfoque CCHS

De manera muy breve también, el enfoque CCHS, hace alusión a que, siendo las universidades públicas, instituciones de educación superior, en los proyectos se trabaja, como se dijo arriba, en la construcción conjunta de conocimientos, capacidades, habilidades y sensibilidades.

En muchos casos, se trabaja con poblaciones que aunque no ingresarán a la Universidad en el marco de sus actividades docentes, sí se trabaja en la consecución de estas calidades individuales y comunitarias.

Los invito: Vamos a construir objetivos y metas concretas e indicadores reales, concretos, para los proyectos que se van a poner en práctica.