Neo-liberalismo futbolístico en Europa

Luis Fernando Astorga Gatjens

El mundo futbolístico europeo enfrenta en el presente un enorme conflicto entre un grupo de equipos de Inglaterra, España e Italia, por un lado y por otro, la UEFA, la FIFA, algunos gobiernos y quienes deben ser los principales actores en este drama, futbolistas activos y exfutbolistas de diversos equipos y países, que adversan la propuesta de crear una liga alterna.

La causa principal de esta guerra es la decisión de 15 equipos de organizar y desarrollar una liga propia y privada, ajena a las decisiones y designios tanto de la UEFA como la FIFA. Esto 15 equipos rebeldes (junto a otros cinco que es probable que se sumen), quieren tener su propia liga, a la que denominarían Super Liga Europea.

Los impulsores de esta iniciativa buscan que el rentable negocio del fútbol sea todavía más rentable para sus arcas. Esto no es otra cosa que la entrada brutal del neoliberalismo en el deporte más popular y querido del planeta.

Como es sabido el neoliberalismo es una corriente económica y política que sostiene que la economía se debe regir por el libre comercio, estar desregulada y privatizada; es decir, con la menor intervención posible del Estado. Los impulsores de este sistema buscan, asimismo, la menor carga impositiva y un control público marginal sobre el mercado para que, de esa forma, las grandes empresas (que están en manos de una minoría muy rica y concentradora de la riqueza), puedan ejercer control de los negocios, las industrias, la producción y el comercio interno y externo.

Para quien como yo, quien soy un entusiasta aficionado del fútbol, ésta es una muy mala noticia. Aunque no siempre puedo coincidir con los máximos jerarcas de este deporte sea en el ámbito nacional, europeo (UEFA) o internacional (FIFA), creo que tiene razón el máximo dirigente europeo, Aleksander Ceferin cuando afirma que la creación de la elitesca Súper Liga, es una afrenta para todos los que aman el fútbol y que su impulso está guiado por la codicia.

El conflicto, que tiene diversas aristas (económicas, políticas, jurídicas y culturales), apenas ha empezado. Ya se ha amenazado con descalificar a los equipos “rebeldes” de los torneos europeos y a los futbolistas de esos equipos, de excluirlos de las selecciones nacionales.

En este contexto tiene mucho sentido lo expresado por el jugador del Paris Saint-Germain, Ander Herrera: “Me enamoré del fútbol popular, del fútbol de los aficionados, del sueño de ver al equipo de mi corazón competir contra los más grandes. Si esta Superliga avanza, se acabaron esos sueños (…) Los ricos han robado lo que el pueblo creó, que no es otra cosa que el deporte más bonito del planeta”.

Por su parte, también Mesut Ozil, quien fue campeón del mundo con Alemania en el 2014, expresó su rotunda oposición a esta iniciativa: “Los niños sueñan con ganar el Mundial o la Liga de Campeones, no cualquier Superliga”. “El placer de los grandes partidos es que los jugamos una o dos veces al año, no todas las semanas”, sentenció sabiamente.

El mundo se ha estremecido y se sigue estremeciendo por esta pandemia devastadora, frente a la cual el neo-liberalismo se ha mostrado incapaz de enfrentarla con éxito. La lección está más que clara (aunque los intereses de las minorías económicas, políticas y mediáticas, se resistan): sólo la medicina pública, el esfuerzo solidario y la cooperación internacional, pueden asegurar la derrota de esta pandemia y de otras que con certeza aparecerán en el futuro.

Sin embargo, es bien sabido que la terquedad de la codicia neoliberal no va a cejar en su empeño e intereses, y eso es lo que se refleja en esta “guerra” futbolística que se inició desde el anuncio de la Superliga, el 18 de abril anterior.

Mi esperanza en que el pueblo futbolero y los futbolistas, se pronuncien y que su incidencia se exprese como un tsunami, para frenar a esta Superliga neo-liberal y dañina para el fútbol del pueblo.

 

Imagen: Ander Herrera en https://www.mediotiempo.com/futbol/ander-herrera-superliga-ricos-roben-pueblo