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Etiqueta: Aeropuerto Internacional Daniel Oduber

La lucha presidencial, en Zapote, ha agudizado y limpiado su terreno con la destitución del ministro

Vladimir de la Cruz

Mas allá de cualquier situación anómala, alrededor de la contratación para construir, o arreglar la pista del aeropuerto internacional Daniel Oduber, lo que tendrá que dilucidarse, ojalá con gran trasparencia y conocimiento público, lo que se ha desatado es un escándalo político, cosa que le gusta impulsar al presidente Chaves, como elemento distractor de la realidad política nacional.

Para mí, lo sucedido, con la forma realizada de la destitución del Ministro de Obras Públicas y Trasportes y del Director General de Aviación Civil, estando ellos en viaje oficial en Canadá, viaje con conocimiento y acuerdo del Presidente Chaves, y de las instancias administrativas correspondientes, fue una verdadera cochinada, una asquerosidad de actuación gubernamental, de deslealtad mínima hacia colaboradores, de la presidencia de la República, que mide, ubica y exhibe, una vez más, al Presidente; no a los destituidos.

La destitución del ministro de Obras Públicas y Trasportes y del Director General de Aviación Civil, no obstaculiza ni impide lo que tiene que resolverse en el Aeropuerto Daniel Oduber. La situación hay que atenderla, con la empresa calificada que pueda resolver los arreglos que tengan que hacerse. Esto está ligado a la responsabilidad de manejo de aeropuertos internacionales, que están también regulados y vigilados por la IATA, lo que debe preocuparnos como país, por el papel que hoy tiene el turismo extranjero en Costa Rica, y por la cantidad millonaria de turistas que llegan a Liberia anualmente.

La destitución realizada fue un acto qué, por su naturaleza, envía un mensaje directo a todos los miembros del Consejo de Gobierno, y a todos los funcionarios de nombramiento del Presidente, o del Gabinete ministerial. Ninguno está seguro, en sus actuaciones dirigidas por el presidente, aunque viajen con su autorización oficial. Todos están sujetos a las condiciones hepáticas, biliosas, atrabiliarias del presidente… hasta el país. Todos los ciudadanos, todos los sectores sociales, económicos, políticos y productivos penden y están sujetos a estos estados biológico-patológicos del presidente… ¡cosa muy grave!

Es claro que los ministros son de nombramiento del presidente, y que solo él los puede destituir. Eso no está en discusión. El que nombra destituye. Es la forma lo que ha trascendido como presunto escándalo político y de posible corrupción pública, situación que no era de desconocimiento del presidente, por la forma como se giró instrucciones para las instancias, que no eran las pertinentes, que resolvieron el trámite del arreglo del aeropuerto de Liberia. Por eso, en la destitución del ministro, y su sustitución, inmediatamente el presidente giró instrucciones, al nuevo jerarca de Obras Públicas, para que destituyera al director de Aviación Civil, puesto que sí dependía jerárquicamente del ministro y no del presidente.

La otra parte del mensaje cifrado, que le debe llegar a los miembros del Consejo de Gobierno, y a los funcionarios que el presidente nombra, es que deben tomar precauciones de sus actuaciones institucionales, sobre todo cuando esas actuaciones son directamente diseñadas, vigiladas, en cierta forma interesadas del propio presidente, y por ello ejecutadas indirectamente, o en paralelo, con el funcionario, de manera que ante una situación que luego se presenta en la forma como irregular, a cargo del funcionario, y no del presidente, deben tener a resguardo su espalda y asegurados los pasos de sus actuaciones, donde quede precisa la huella indeleble también del mandatario, sabiendo, sobre todo que el presidente los deja solo, a la intemperie del aguacero, a cielo descubierto, sin resguardo alguno.

Si esas precauciones incluyen grabaciones, como las que realizó, en su momento, la entonces ministra de Comunicación, son válidas; no solo para proteger al funcionario, que puede ser embarcado en una acción, que luego puede presentarse públicamente como dolosa, sino también para proteger la legalidad del acto, de la actuación, de lo realizado por el funcionario cuestionado. Así, se desprende, de lo actuado por el presidente… que todos los funcionarios de su nombramiento deben andar con su grabadorcita o tener su teléfono celular prendido en grabación… Ese puede ser su mejor seguro de vida, tal vez su garantía para no ser pasados a la Fiscalía, ni ser indagados judicialmente, aunque dicen que a todos los funcionarios que se reúnen con el presidente les revisan electrónicamente, no solo para ver si están armados, sino para detectarles cualquier dispositivo electrónico que porten. Si esto que se dice es real, lo que pone en evidencia es la desconfianza que se produce de cualquier conversación presidencial donde se traten asuntos de negocios del Estado o del Gobierno, discútanse o no montos de dineros, donde se trata de evitar que lo que no esté escrito no quede grabado. Esto es lo que públicamente se percibe de lo que sucede en Zapote.

Digo esto porque, para mí está claro que las actuaciones del ministro de Obras Públicas, y Trasportes y del director general de Aviación Civil, estaban con el aval y apoyo del presidente. Lo demás son discusiones de montos de dinero más, o montos de dinero menos, y de cuál empresa salió favorecida y cuáles perjudicadas, que es como se está presentando el caso del Aeropuerto de Liberia.

La destitución del Ministro de Obras Públicas y Trasportes y del Director General de Aviación, calza con lo que he afirmado en otros artículos, de la estrategia del caos, que el presidente trata de provocar, de desastre nacional, de crisis gubernativa o de gobernanza, que le permita preparar las condiciones para el ejercicio de un gobierno de fuerza, de excepción, o para preparar el intento de una posible convocatoria de un plebiscito o referéndum nacional, lo que se analiza en Zapote, para valorar las posibilidades de extender el mandato presidencial por una vía de excepción política, que no es fácil realizarla en Costa Rica.

La imagen de Bukele, solo falta que se coloque en el despacho del presidente, en apoyo a la idea centroamericanista que comparten, el presidente Chaves y el presidente Bukele, de El Salvador, con la posibilidad, de qué si el presidente Chaves no puede resolver los problemas nacionales, lo haga Bukele, como ya han empezado a proclamar algunos seguidores del actual gobierno. No sé si Bukele interviniendo directamente en la política nacional, cosa que no se podría, o como presidente centroamericano, formando nosotros parte de una nueva República Centroamericana, como la ha anunciado y proyectado Bukele, y como la acaricia Rodrigo Chaves. Sus flirteos con Bukele y el mismo Daniel Ortega tan solo son indicios, según se puede percibir.

La destitución realizada fue una carambola bien tirada del presidente. El presidente constantemente se luce como un buen billarista político. Sabe hacer, y está bien asesorado, en estas jugadas de distracción política en el escenario nacional. Por ahora yo lo veo así. Se presenta ante su audiencia fiel como el combatiente de la corrupción, de los supuestos chorizos y malos manejos de la cosa pública. Sus seguidores le aplauden en el circo que nos presenta.

Cuando en su gobierno, apenas de 22 meses, se han producido 42 cambios, a razón de uno cada quince días, lo que se evidencia es una crisis de gobierno, de conducción, de visión nacional, de no tener equipo de gobierno, de ausencia de un Gran Timonel, cuando el capitán del barco quiere realizar todas las funciones, que no puede dirigir.

La idea central de la crisis no está en las debilidades o falencias del presidente, sino en su mensaje de que no se le deja gobernar, como él quisiera, verticalmente, sin intromisión de organismos o instancias administrativas intermedias de control. Gira en lo que el presidente constantemente señala, que necesita que lo dejen gobernar, cómo él quiere dirigir el país, para lo que hay que eliminar a todos los funcionarios e instancias de control administrativo y político, que le estorban u obstaculizan su gestión autoritaria, como lo ha dicho claramente.

Cuando fui embajador en Venezuela conocí una situación similar de renuncias y cambios gubernamentales. Desde el 2000 hasta el 2009 el Presidente Hugo Chávez, de Venezuela, también tenía una rotación, por destitución o cambios en Gabinete, muy similar al gobierno de Chaves, el costarricense. En Venezuela, 209 cambios en esos diez años. En una conversación que tuve con un alto funcionario de la Cancillería venezolana, le hice ver esa situación y cómo nos afectaba, en las gestiones diplomáticas que teníamos que realizar por medio de la cancillería, de atrasos burocráticos, en los trámites solicitados, y cómo creía yo que también afectaba a la propia obra gubernativa del Presidente Hugo Chávez. El funcionario tan solo me dijo: “Mire Embajador… Ese es el tiempo que da el Presidente Chávez”, frase que me quedó sonando… “tiempo Chávez qué da” … para robar…esa era la esencia. No es la situación de cambios ministeriales e institucionales que hay en el país, pero, ojalá no lleguemos a situaciones como ésa. No hay en Costa Rica los montos presupuestarios que puede generar una economía basada en la producción de petróleo y de gastos públicos, que autorizadamente el presidente puede gestionar casi discrecional y confidencialmente, como sucede en Venezuela. Pero, en grandes contrataciones para ciertos proyectos, pueden suceder “gastos”, “pagos” o “reconocimientos”, “favores”, como se señaló de una importante empresa constructora, en otros negocios de Estado, aún sin concluir sus indagaciones judiciales, en otros gobiernos, como se han conocido que ocurrieron en el país.

En torno a la bulla de la destitución del Ministro de Obras Públicas se ha cuestionado lo sucedido por su cercanía con el presidente Chaves, la consideración pública que se hacía de que era su delfín para la próxima campaña presidencial, de que hubiera manifestado públicamente que podría aspirar a una candidatura en esa dirección, que era el funcionario del Gabinete mejor calificado, que tenía mejor percepción pública que el mismo presidente, lo que sí afectaba el estado de ánimo presidencial, porque de las personas que le rodean y trabajan con él, nadie puede estar más arriba de la línea de flotación del presidente. Todo se hacía con conocimiento del presidente Chaves, y la buena imagen solo podía favorecer la imagen del gobierno y del presidente, aunque el presidente no lo entendiera o aceptara. Pero, volvemos a empezar de cero.

Dice mi buen amigo, el biólogo Freddy Pacheco, que el Ministro Amador “estaba en «alitas de cucaracha» por haber engavetado o destruido, proyectos como la autopista Barranca-Limonal, el urgentísimo tren metropolitano, una justa revisión vehicular, el regular ordenamiento vial, las carreteras a Cartago y Limón, el nuevo aeropuerto internacional en Orotina, con nueva carretera hacia el Pacífico (en lugar de la ocurrente ampliación de la ruta 27), el insostenible por ineficiente muelle de Caldera, el costoso espejismo de APM Terminals, el caos vial provocado por el puentecito del bajillo de Los Ledezma, el sueño irreal de la carretera a San Carlos, las decenas de puentes sin intervenir, los abandonados puentes peatonales, el incompetente proceso hacia la frustrada ciudad gobierno”.

Todo esto ocurría y se hacía al amparo y supervisión también del presidente de la República. Si todo esto es cierto, ¿cómo se había ganado tan buena imagen el ministro? Y, si todo eso es cierto, ¿había o no razón para destituirlo?, a pesar de que todo eso se hacía con el aval del presidente, y que “esa buena fama” le ayudaba a la imagen del gobierno. ¿Si todo eso es cierto, la responsabilidad compartida, del Ministro con el Presidente, vale o no para que el Presidente también renuncie, y deje su cargo?

La fresita del postre fue, como se ha dicho y publicado, una licitación para la urgente rehabilitación de la pista del aeropuerto internacional Daniel Oduber, «a la medida» de la empresa MECO, que estaba cobrando cerca de mil millones de colones más, denunciado ante el presidente por sus amigos de las otras dos empresas, Pedregal y Hernán Solís, “como presunto acto de corrupción”, negociación que en alguna parte no se le consultó, participó o no fue atendido por el presidente Chaves, hasta que le advirtieron que estallaría el escándalo.

Alrededor de la destitución del ministro se movieron otras fuerzas, y personajes políticos y empresarios importantes, que sí tenían interés de sacar al ministro del escenario presidencial, por tener ellos ese interés presidencial, y por tener algunos de ellos gran influencia en el aparato de asesoría que gira alrededor del presidente, de quienes manejan hoy su estrategia electoral hacia las elecciones del 2026, y de la postulación del eventual relevo de Chaves. Esos asesores ya se mueven en la dirección de impulsar a un empresario, y financista, con lazos importantes internacionales, por ahora en la discreción pública de su conocimiento, como el natural relevo del presidente Rodrigo Chaves, con la certeza de que él no puede continuar continua o sucesivamente la presidencia como él quisiera.

Por ahora la candidatura de la ministra libertaria Natalia Díaz, no es la del presidente Chaves. La eventual candidatura de Natalia es, por ahora, la de la propia Natalia. Si la ministra llega a enero próximo, veremos si sigue o no en el gobierno por su propia voluntad, o se sale para lanzar su candidatura.

El ministro Amador promocionó su propia candidatura entre la afición chavista, poniéndole así, travesaños y zancadillas, a los deseos de los asesores de Zapote, a la misma ministra de la Presidencia, y a quien por debajo impulsan los asesores y financistas que llevaron a Rodrigo Chaves a la presidencia.

La candidatura que Rodrigo Chaves apoye o impulse la definirán quienes le asesoran fuera de la Casa Presidencial, y quienes le financiaron su campaña.

En este molote político, del escándalo de la destitución de estos funcionarios públicos, no perdamos la perspectiva… El aeropuerto tiene que repararse en lo que corresponda…separemos la paja del grano de la destitución… entendamos que la lucha presidencial en Zapote se ha agudizado y, por ahora, se ha limpiado su terreno con la destitución del ministro… Nuevos nubarrones vendrán que contribuirán a continuar la distracción política que se impulsa desde el despacho y oficinas en Zapote.

Aeropuerto Internacional Daniel Oduber o Guanacaste Aeropuerto, ¿quién le cambió nombre?

Vladimir de la Cruz

En Liberia, Guanacaste, se encuentra el “antiguo” Aeropuerto Internacional Daniel Oduber. Es el segundo aeropuerto más importante del país y es el sexto por su importancia en Centroamérica.

El movimiento de pasajeros ha llegado al millón y medio de personas por año, haciéndolo uno de los factores más importantes del desarrollo turístico del país, especialmente del turismo que disfruta las bellezas de los paisajes y costas de la Provincia de Guanacaste, así como de sus elementos orográficos de la región incluyendo sus volcanes, y los elementos culturalmente desarrollados, como son los parques nacionales, terrestres y marinos, áreas de conservación, refugios de animales, el tipo de bosques, como el Tropical seco, etc.

El aeropuerto, inaugurado en 1975, fue denominado primero Tomás Guardia, en honor del gran presidente liberal del siglo XIX, guanacasteco, y tiempo después, en 1994, fue rebautizado como Daniel Oduber Quirós en honor al Presidente que gobernó el país desde 1974 hasta 1978, que ha sido declarado recientemente Benemérito de la Patria, que tuvo a la región de Guanacaste como uno de sus sitios de habitación.

Daniel Oduber fue quien impulsó el desarrollo de este aeropuerto y de su expansión.

Como aeropuerto internacional empezó a operar en 1995. En julio de este año, 2021, cambió su denominación internacional de “Aeropuerto Internacional Daniel Oduber” a “Guanacaste Aeropuerto”, que es su marca comercial. En el plan de desarrollo del aeropuerto se proyecta que llegue a ser más grande que el Aeropuerto Juan Santamaría, mientras no se construyan el de Orotina, que es una necesidad nacional, así como el de la zona sur.

El incremento de pasajeros ha sido constante en sus instalaciones. Con la Pandemia cayó en el 2020, pero, en junio, de este año, se había recuperado el 98% de pasajeros que se había movilizado en el 2019, especialmente porque las líneas aéreas de Estados Unidos volvieron a impulsar sus viajes, con un alto movimiento turístico, que ha favorecido a todo el sector habida cuenta de la capacidad de pago de esos turistas, y de las instalaciones existentes en la Provincia, ocupando plenamente sus capacidades con los controles sanitarios impuestos en el país, y por las acciones del Ministro de Turismo que ha puesto énfasis en la apertura del sector turístico. En este momento, incluso, se han abierto nuevas rutas de la ya existentes en atención de este aeropuerto.

El alcance de proyección del aeropuerto va desde el Golfo de Papagayo, en el extremo norte del país, sobre la costa del Pacífico, bajando desde allí por las principales playas de la región y de la Península de Nicoya, como son las playas de Tamarindo, Playa Negra, Golfo de Papagayo, Mal País, Playa Flamingo, Playa Samara, Playa Grande, Playa Nosara, Playa del Coco, Playa Conchal, Playa Blanca, Playa Ostional, Playa Guiones, Playa Hermosa, Playa Naranjo, entre otras.

El edificio del Aeropuerto es sencillo, grande, espacioso y cómodo para el movimiento de los pasajeros internacionales como nacionales.

Operan en el aeropuerto 20 líneas internacionales con 23 destinos y con 5 destinos nacionales, Nosara, Quepos, San José – Alajuela, Tamarindo, Tambor.

En sus destinos internacionales abarca el continente americano, Europa y abre posibilidades hacia Asia. Su potencial proyectado es de poder atender 1500 pasajeros por hora.

Desde el año 2008 el aeropuerto lo tiene bajo concesión la empresa del consorcio Coriport S.A.

En un extremo del edificio del aeropuerto, en el punto donde se produce el viraje de los autos para llegar a la parte de ingreso de los pasajeros, se encuentra un monumento pequeño en tamaño del Presidente Daniel Oduber, que le da nombre al Aeropuerto. El monumento, una estatua de la figura del Presidente, de pequeño tamaño, está expuesto en la parte externa del edificio pero casi no se aprecia el personaje ni se destaca como el que da nombre al Aeropuerto.

La estatua fue donada por el Lic, Enrique Montiel G. y su esposa. El pedestal de la estatua lo dio la Municipalidad de Liberia. La placa destaca en su leyenda un error. Se dice “Guanacaste agradecida rinde homenaje al Lic. Daniel Oduber Quirós, Expresidente de la República, promotor de este Aeropuerto”. No se debe decir Expresidente. Se debió poner “Presidente de la República, 1974-1978”. Los Presidentes no fueron ex presidentes, fueron Presidentes de un período determinado. En ninguna parte del mundo en la estatua de un Presidente se dice ex presidente. Protocolariamente se les debe llamar Presidente, aun cuando ya no lo sean.

De seguido, en ese conjunto, se pone en la placa a quien lo donó y a quien hizo el pedestal, lo que no debe decirse en la placa.

Hay una perversa costumbre de destacar en placas como esas los nombres de personas, de juntas directivas completas, de diputados etc. dando la sensación de que son los homenajeados y destacados personajes, o de que por ellos existen esas obras.

Lo peor de esta Estatua del Presidente Oduber es que le pusieron tres basureros, del propio aeropuerto, para los distintos tipos de basuras, en una área donde casi nadie se moviliza, a menos de 2 metros de la figura del Presidente, o que tiene una puerta que parece de servicio interno y no público. Lo que producen esos basureros es un mal trato a la figura del Presidente. Es como si simbólicamente lo trataran de “basura”.

Perfectamente el punto de referencia del Mandatario, en esa parte del edificio del Aeropuerto, podría ser “donde está el basurero de Daniel Oduber”, y alguien que no quiera al Presidente podría referir a “allí donde está la basura de Daniel Oduber”

En realidad el mejor punto para la colocación de esta imagen es al puro frente del edificio, de la parte de entrada de pasajeros. Allí hay una zona verde, entre dos calles, la que entra y la que sale, de autos, al Aeropuerto.

Al efecto debe hacerse un pedestal más grande y alto que le dé más presencia al Presidente y haga sentir su figura con el nombre del Aeropuerto, así como está la figura de Juan Santamaría a la pura “llegada” o “entrada” al área del aeropuerto de Alajuela.

El consorcio que tiene en concesión la administración del Aeropuerto tiene la suficiente capacidad económica para corregir esto, cambiar de sitio la Estatua del Presidente, quitarle el basurero que tiene a la par, y dejar de tratarlo, por esa colocación, como una “basura” más del conjunto de ese paisaje.

Si el Consorcio no entiende esto, podrá explicarse si es de extranjeros que no tienen conocimiento histórico de la figura del Presidente y del Benemérito de la Patria, pero que deberían haber valorado su nombre, por eso mismo seguramente han cambiado también el nombre comercial del aeropuerto por “Guanacaste Aeropuerto”, en lugar de “Aeropuerto Internacional Daniel Oduber”. Es el país, el Gobierno, el que debe intervenir para que el Aeropuerto se siga llamando, por lo menos “Aeropuerto Oduber”, así como se conoce el Aeropuerto Kennedy, que es Aeropuerto Internacional John F. Kennedy”, el Aeropuerto de París Charles de Gaulle, y el Aeropuerto Intercontinental George Bush, el Adolfo Suárez Madrid Barajas, en España, el Aeropuerto Internacional Atatürk, en Estambul, el José Martí, de La Habana, Aeropuerto Nacional Ronald Reagan de Washington, por citar algunos casos de nombres de Presidentes en países, Estados Unidos, Francia, España, Cuba, que tienen sus nombres en aeropuertos. ¿Por qué si se aceptan nombres de Presidentes en algunos países, en sus aeropuertos y no en Costa Rica? ¿Quién impone esto? ¿Es una práctica neocolonial? En la celebración del Bicentenario se debe revisar esto. El país tiene que rescatar ante quien sea el nombre de nuestros aeropuertos como aquí se disponga, y no como consorcios lo dictaminen, o entidades extranjeras lo impongan, que no hacen lo mismo con esos otros aeropuertos que he mencionado, porque es un problema también de Soberanía Nacional.

Si esto fue obra del Instituto Costarricense de Turismo y del Ministro de Turismo deberían renunciar o ser destituidos. Algunos pueden considerarnos “la basura”, y hasta exigir el cambio de nombre del aeropuerto, como tienen a Daniel Oduber en ese aeropuerto, por un asunto meramente “comercial”, de “marca” de “essential Costa Rica.”

Pero los miembros de la Municipalidad de Liberia sí tienen conocimiento de quien es Daniel Oduber Quirós, y tienen la obligación de actuar inmediatamente en corregir esto que afea y empaña al Presidente Oduber, en su propio Cantón y en la jurisdicción donde opera el aeropuerto.

Se debe restablecer el nombre de “Aeropuerto Internacional Daniel Oduber”, y cambiar de sitio la estatua del Presidente Daniel Oduber Quirós en ese Aeropuerto quitándole la basura que le pusieron de adorno y de respaldo.

Que el Bicentenario sirva para restituir y rescatar dignidad Patria.