La crisis sanitaria y económica ha hecho evidente que vivimos también una crisis de los cuidados. La atención médica hospitalaria y en las casas, la creación de redes de apoyo mutuo para salvaguardar la salud, el desafío en el que se ha convertido para muchas personas tener techo, comida y agua limpia; son sólo algunos ejemplos de lo central que son los cuidados en este momento. Pero, además, es evidente que muchos de estos son brindados principalmente por mujeres y el medio rural no es la excepción.
Existe la urgencia y la necesidad de hablar de la crisis de los cuidados, la disidencia sexual en el campo, el trabajo de las organizaciones de mujeres rurales, los feminismos fuera de la ciudad y el aporte científico de mujeres investigadoras para el avance de la agroecología, la soberanía alimentaria y la organización social en el escenario post pandemia.
Desde tiempo atrás es común escuchar entre los movimientos sociales y las comunidades el concepto de Economía Social Solidaria (ESS), esta es una forma organizativa que se basa en la autogestión, la participación y, claro, en la solidaridad. La ESS está ligada a las formas ancestrales de producción, gestión de los recursos y distribución de los beneficios; no es algo nuevo.
Según Yasy Morales Chacón, docente de la UCR, coordinadora del Programa de Economía Social Solidaria de la Vicerrectoría de Acción Social, “la ESS corresponde prácticas socioeconómicas y políticas que están orientadas por valores y principios que motivan la convivencia, la participación democrática, la autogestión, la corresponsabilidad, la copropiedad de los proyectos auto gestionados, la solidaridad, la cooperación, el respeto, entre otros valores y principios».
Las iniciativas de la ESS responden a la necesidad nata de los seres humanos de agruparse para sobrevivir y en este caso para el desarrollo de procesos productivos, y de la comercialización de bienes o servicios. Así se busca el bienestar común antes de la acumulación de recursos, evitando la explotación ni del ser humano ni de la naturaleza.
La ESS es una alternativa política “contraria a los valores del individualismo y la competencia que corresponden al sistema capitalista en el que estamos inmersos e inmersas y desde el que se nos ha educado” indicó Morales.
Los intercambios solidarios como el trueque, el comercio justo sin intermediación, la interacción directa entre productores y consumidores, son algunas de las prácticas que engloba la ESS que, en el país, se desarrolla en sectores como las artes, cultura, producción agropecuaria, artesanía, turismo rural, servicios alimentación, alimentación y las finanzas solidarias.
Alternativa ante la crisis
Desde abril anterior y en marco de la afectación por la pandemia de la COVID19, desde la Mesa de Intercambio Solidario, espacio de confluencia de diferentes proyectos e instituciones ligadas a la ESS como lo son las Asociaciones de Desarrollo, Cooperativas, Asociaciones, Centros Agrícolas Cantonales, Sociedades Civiles, Asociaciones Solidaristas, Sindicatos, Fundaciones y ASADAS, se han planteado una serie de propuestas para hacerle frente a la crisis.
Con esto se busca “favorecer la producción agropecuaria nacional con políticas de estímulo”, “sostener y aumentar la inversión pública como una fuente de trabajo y de dinamización de la economía”, e “identificar las unidades productivas de la economía social solidaria, tanto del sector formal como del informal, que están siendo afectadas por la crisis; categorizarlas según el grado de afectación y elaborar un plan de acción (…) para responder en tres momentos: corto, mediano y largo plazo”, según se planteo desde el Consejo Consultivo ampliado de Economía Social Solidaria.
Dos iniciativas ante la pandemia de COVID19
Los sectores de la economía social solidaria son diversos, van de la comercialización de bienes, productos agrícolas, culturales y artísticos, hasta los servicios. Este es el caso de la iniciativa de la conformación de una cooperativa de mujeres taxistas que se encuentra en trámites, que busca visibilizar y articular la participación de las mujeres en el sector de transporte modalidad taxi.
“Nuestro proyecto lleva intrínseco el tema de género y todas las desventajas que esto genera, hemos recibido mucho apoyo institucional y es por eso que tenemos proyectado que en un plazo no menor de 2 meses estaremos completando el trámite de inscripción ante el INFOCOOP, institución que nos ha estado acompañando técnica y legalmente”, mencionó Leda Mora Morales, abogada y notaria pública, integrante de la Junta Directiva del Consejo de Transporte Público, en representación del Sector Taxi
Grupo de mujeres taxistas en una de las mesas de trabajo para la formación de la cooperativa. Foto: Leda Mora Morales
Esta cooperativa busca enfocarse en la oportunidad de negocio de “brindar un servicio de transporte especializado para mujeres y grupos vulnerables como personas con discapacidad y personas mayores”, así como “apoyar en la transición hacia la renovación de la flotilla de taxis por una flotilla eléctrica, de acuerdo a lo establecido en el Plan Nacional de Descarbonización y en mitigación de los efectos negativos del Cambio Climático con el uso de energías limpias y combustibles no contaminantes”, según se lee en los objetivos de la iniciativa.
Otro ejemplo productivo y de intercambio es la Red de Consumo y Producción Orgánica de San Isidro de Heredia, es una idea que se viene gestando por la necesidad manifiesta de consumir productos amigables con el ambiente. Según indica Abelardo Builes Restrepo “Hasta el momento podríamos hablar de unas 11 o 12 fincas y hogares alrededor de unos 45 en lo que tengo conocimiento, pero va en aumento; la economía solidaria y hasta de trueque es una necesidad que aumentó con la pandemia”.
Reunión del comité central de la Red de Consumo y Producción Orgánica de San Isidro de Heredia, sobre los alcances y las necesidades. Foto: Abelardo Builes Restrepo
Esta red se encuentra en conversaciones con el MAG la conformación de una asociación como economía de grupo, posiblemente bajo la figura de cooperativa según mencionó Builes, que en su caso aporta microorganismos para el control de insectos y enfermedades y también abonos orgánicos y a la vez el intercambio de conocimientos en producción orgánica.
Finca de producción orgánica Pinar del Río de la Red de Consumo y Producción Orgánica de San Isidro de Heredia
Sin duda, la ESS propone y plantea una alternativa solidaria, desde las personas y las comunidades para hacerle frente a la crisis; solo es posible imaginar un futuro promisorio en el trabajo cooperativo, colaborativo, democrático y auto gestionado.
Imagen ilustrativa: Yasy Morales Chacón, Programa de Economía Social Solidaria de la Vicerrectoría de Acción Social
Este 4 de septiembre a las 6 p.m., en el programa radial Alternativas se estará hablando del tema: “Vigencia y urgencia de la agroecología y las huertas caseras”.
Se contará con la participación de Felicia Rodríguez, Mark Oses, Yuliana Quesada y Marcela Dumani.
Podrá sintonizarlo en los 1590 AM o bien por Facebook Live.
El Banco Interamericano de Desarrollo y su División de Medio Ambiente y Desarrollo Rural organizó el 15 de este mes, el webinar: “El Futuro de los Sistemas Agroalimentarios y la Transformación del Sector Rural”, con la participación de Carolina Trivelli del Instituto de Estudios Peruanos, de Juan Lucas Restrepo de la Alianza de Biodiversidad internacional y el CIAT y Julio Berdegué, Representante de la FAO para América Latina.
La especialista Trivelli expuso sobre la transformación rural en América Latina y el Caribe, señalando el espacio y el rol de la agricultura, la alimentación y lo rural en el futuro de la región.
En esa dirección afirmó que la agricultura, los sistemas alimentarios y el mundo rural enriquecen a nuestra región en muchas dimensiones y que tienen funciones centrales e insustituibles en la construcción del desarrollo sostenible.
También dijo que el reposicionamiento cultural, social y político de lo rural en el desarrollo y el futuro latinoamericano, es condición necesaria para que existan estrategias de transformación rural, además de que la agricultura, los sistemas alimentarios y el mundo rural tienen que ser más resilientes y ambientalmente sostenibles.
Mencionó que hay una crisis innegable de malnutrición en el planeta y que América Latina y el Caribe tiene condiciones extraordinarias para ser un actor central de la solución de esta crisis alimentaria y que la región con su enorme diversidad agroecológica puede ser un proveedor privilegiado de alimentos saludables para el mundo, provenientes de nuestra agricultura, ganadería y pesca, y de nuestros procesadores de alimentos.
Asimismo estableció, que desde hace décadas la región viene diversificando sus economías rurales, sin embargo, las políticas públicas siguen casi exclusivamente orientadas a la producción silvoagropecuaria, pesquera y minera, por lo que debemos pensar en desarrollar nuevos motores de desarrollo basados en el mundo rural: como el turismo, las energías renovables, los servicios ambientales y ramas de la bioeconomía que requieren más innovación y valor agregado.
Trivelli apuntó que la transformación rural en la dirección del desarrollo sostenible, simple y sencillamente no es posible en ausencia de un formidable esfuerzo de innovación y esta no es posible sin un aumento en la inversión pública en ciencia y tecnología.
Así mismo, cuestionó en relación a la transformación rural, si continuamos en una senda que se basa principalmente en la asistencia social o si se llega a un acuerdo de inclusión social para dar una real oportunidad a esos sectores sociales de la agricultura familiar y el medio rural de construir medios de vida que les permitan crear o acceder a empleos que generen un incremento en sus ingresos y ampliar sus oportunidades de desarrollo.
Además, recordó que el mundo rural carga con desigualdades estructurales profundamente enraizadas en nuestra historia: la concentración de la tierra y las desigualdades étnica, de género, y territorial, son innegables y condicionan el acceso a todo tipo de activos, bienes y servicios públicos, adicionalmente a los efectos de la pobreza, por lo que es fundamental establecer qué lugar tiene en la estrategia de transformación rural, la superación de las desigualdades estructurales.
El Especialista Restrepo desarrolló el tema El Rol de la Tecnología en el futuro de los Sistemas agroalimentarios y definió como aspectos centrales, que es necesario transformar y rebalancear los sistemas agroalimentarios.
Afirmó que hay en todos los países, una acción frente al clima que determina las tecnologías y prácticas agrícolas sostenibles y que el esfuerzo hacia el mejoramiento de los sistemas agroalimentarios debe tener un enfoque territorial y hacia cadenas de valor específicas.
También dijo que es necesario entender el entorno alimentario en los países, así como la participación y las necesidades del consumidor para obtener una alimentación sana.
Además indicó que con el desarrollo de las nuevas tecnologías, la inclusión digital es fundamental, dirigida a validar y ajustar las opciones tecnológicas con los agricultores y que es necesario valorar los paisajes multifuncionales y recomponer aquellos los paisajes agrícolas que han sido intervenidos y modificados.
Finalmente señaló que es clave apoyar a los tomadores de decisiones con información sobre la biodiversidad de los sistemas y la posibilidad de disponer de un índice de agrodiversidad.
El Especialista Berdegué, expuso sobre una Institucionalidad para la Transformación rural, donde mencionó que con frecuencia observamos fallas y carencias de las políticas agrícolas en los países y nos preguntamos por qué se mantienen esas políticas y concluimos que es por una cierta aceptación de la institucionalidad y de los mismos actores, a la vez que cuestionó que ningún sector en ningún país de la región, puede reconocer que la institucionalidad que tenemos, es la que necesitamos hoy, y, menos aún, mañana.
Argumentó que la institucionalidad pública en la agricultura, los sistemas alimentarios y el mundo rurales emergió en las décadas anteriores y es un entramado institucional muy incompleto, ineficiente y crecientemente incompetente para conducir las decisiones públicas, privadas y sociales requeridas para la transformación rural.
Berdegué estableció que la disyuntiva de construir nuevos arreglos institucionales para la transformación rural, o de seguir parchando lo que tenemos como básicamente hacemos ahora, se expresa en muchas y muy diversas preguntas sobre el desarrollo agrícola y rural para las que no tenemos respuestas y que las decisiones que se tomen sobre las reformas institucionales, determinarán en buena medida la posibilidad, el sentido y los resultados de la transformación rural.
Por su parte, esbozó que el cambio institucional está expresado en varias dimensiones: en la revaloración de lo social y de lo rural, en la reforma de los Ministerios que dirigen el sector agropecuario y rural, en la existencia de estrategias y políticas territoriales efectivas y en promover la gobernanza y gobernabilidad de las instituciones.
Finalmente, confirmó que es en la situación actual frente al Covid y los problemas sanitarios, de desempleo, pobreza y búsqueda de soluciones para la reactivación productiva y económica de las áreas rurales, donde es más necesario el cambio institucional.
La producción agroecológica, se centra en la producción alimentaria y se destina al consumo de los mercados locales. También hay producciones procesadas (jaleas, plantas medicinales, conservas, café) que son para mercados más allá de lo local. Sin embargo, la agroecología se propone tener una comercialización local por una cuestión de proximidad, conservación ecológica, relaciones solidarias, para fortalecer la producción, las dinámicas económicas locales y atender las necesidades de la gente de la comunidad.
La agroecología está compuesta por prácticas, saberes, basados en los ciclos ecológicos y producción en función de ellos; es la construcción de una alternativa de producción de alimentos sanos y saludables teniendo en cuenta a los consumidores y productores. Por todo esto, lo que está en transición es la forma de producción y comercialización de las familias productoras.
A estas propuestas, desde la economía social solidaria, se aborda también la comercialización mediante el concepto de mercados locales solidarios, brindando la posibilidad de comer sano y saludable. Apoyando estas iniciativas se contribuye a cambiar el modelo agroalimentario hacia uno que sea más justo, soberano, responsable con el ambiente, con les productores y con les consumidores.
RIPESS LAC invita al Diálogo Latinoamericano y del Caribe «Sobre Economías Transformadoras – Economía Solidaria – Economía Feminista – Agroecología – Pueblos Originarios – Soberanía Alimentaria, este viernes 19 junio a las 3 p.m. hora Centro América.
La situación de la pandemia ha creado condiciones que favorecen la búsqueda de alimentos sanos, libres de agrotóxicos, y además, con el fomento de una estructura de mercado solidario, es decir, que promueve la unidad entre empresas productoras para la comercialización, y además, en colaboración con las personas consumidoras. Un ejemplo de ello lo compartimos aquí:
Puede buscar detalles en Facebook como Mercadito Azul.
A las personas inscritas en el Curso Agroecología se les informa que el curso que fue diseñado para ser presencial con una asistencia de unas 50 personas, al pasarlo al formato online tenemos a día de hoy casi 1300 personas inscritas de todas las partes del mundo (principalmente Latinoamérica y España). Creemos que es una excelente noticia para la agroecología pero hemos tenido que resolver el problema técnico que suponía un incremento tan importante de la participación.
Todas las personas que estén conectadas durante las sesiones en directo podrán preguntar y comentar lo que consideren oportuno, y el equipo de coordinación del curso hará llegar dichas cuestiones a las personas que van a intervenir. En ese mismo canal quedará grabada dicha sesión para quienes quieran verla más tarde.
Ante algunas de las dudas planteadas, señalamos que si requiere certificado de la Escuela Internacional de Posgrado (para alumnado matriculado en Doctorado UGR) o en otros casos del Grupo de Investigación STAND UGR, tendrán que rellenar el siguiente formulario antes del 20 de junio de 2020
El único requisito formal es el envío de un resumen de 300 palabras de 4 de las sesiones del curso. Para mejorar la difusión de las sesiones y de los planteamientos agroecológicos se sugiere que cada uno de esos resúmenes sea posteado en alguna red social o blog junto con el enlace de la sesión correspondiente. De este modo pueden añadir en el formulario sólo el enlace de dicho post.
Con atención hemos seguido el tema de la condición agrícola actual en el país. Desde siempre y especialmente desde el último censo agrícola en 2014 nos preocupa el balance que expresaban los datos sobre la producción de granos básicos en nuestro país. Fue una medición concreta del impacto del proceso de ajuste neoliberal y el libre comercio en la estructura productiva primaria del país.
La Federación Costarricense para la Conservación de la Naturaleza (FECON) tiene cercanía y está integrada por grupos de base comunitaria en los que defendemos valores ecologistas, muy importantes en la sostenibilidad de los modelos de agricultura. Defendemos la idea de soberanía alimentaria, en la que consideramos, deben participar desde la base amplia y articuladamente las pequeñas producciones comunitarias.
Con este preámbulo, procederemos en este momento histórico de crisis laboral y económica, a realizar una propuesta para la recuperación económica del campo costarricense desde la economía agroecológica y de unidades productivas de pequeña escala, usando como modelo el cultivo de arroz.
Una revolución agraria en el arroz
La producción de arroz ha sido una de las más complejas de sostener en el país, especialmente por el desmantelamiento campesino que significaron las políticas de ajuste estructural y la entrada del Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos, que con su superestructura productiva acaparó rápidamente el mercado arrocero con sus precios de importación subsidiados.
Sin embargo, hay posibilidades de imaginar, plantear y justificar una recuperación agrícola con fundamento agroecológico en nuestro país. Para ello, las fuentes demuestran la viabilidad de producir altos rendimientos con solamente insumos orgánicos. El Sistema Intensivo de Cultivo Arrocero (SICA) ya ha demostrado altos rendimientos en modalidad de cultivo agroecológico. Con base en estos resultados, proponemos un cambio en el sistema de producción actual como política de Estado, bajo la siguiente argumentación:
Cuota de producción y alcance de la participación social
Si en Costa Rica se necesitaran 75 mil hectáreas[1] más de siembra de arroz para cumplir la cuota de más de 350 mil toneladas anuales que se consumen en el país[2], con pequeñas unidades productivas articuladas se podría alcanzar progresivamente esa meta y generar así ingresos para decenas de miles de familias campesinas con rentabilidad en pocas hectáreas de cultivo.
El beneficio social por participación económica podría alcanzar a futuro hasta las 40 mil familias campesinas (suponiendo una distribución homogénea de dos hectáreas por cada una en sistema de cultivo intensivo de arroz), con ganancias netas de hasta 1.5 millones por hectárea según el rendimiento anual.[3]
Si se produce con abonos orgánicos que utilizan desechos de animales y biomasa vegetal, tenemos la gran ventaja de reducir el impacto ambiental, la dependencia de insumos químicos, e incentivar un encadenamiento productivo generando el establecimiento de centros especializados en producción y distribución de abonos a gran escala para mayor acceso de los productores. Estos centros beneficiarían a otro grupo más de trabajadores por localidad, que obtendrán más ingresos por cada hectárea de cultivo orgánico local.
Rendimiento del cultivo agroecológico
Según expone el agrónomo Jorge Orlando Acosta (2011), en Colombia se documentaron rendimientos de hasta 8 toneladas por hectárea con el Sistema Intensivo de Cultivo Arrocero (SICA)[4], superior a los demás tipos de cultivos convencionales, superando así por mucho las 3,5 toneladas que son el promedio de rendimiento por hectárea en el sistema arrocero de Costa Rica[5]. El citado sistema no depende de que haya inundación permanente y utiliza solo insumos orgánicos. Es hacia estos sistemas debemos apuntar como país.
También es importante señalar que muchas fuentes agronómicas reconocen que los agrosistemas arroceros orgánicos probados en China han sido exitosos, por ejemplo, en Ecuador, donde se han logrado rendimientos de 3.68 toneladas por hectárea con inundación, con abonos orgánicos y control biológico de plaga con patos. También se han estimado que se pueden producir 5.5 T/ha con un costo de $1000/ha (2013)[6], por lo que se pueden desarrollar entonces sistemas de producción con renta neta de hasta 750 mil por cada millón comercializado.
Si en otros países se ha demostrado el potencial de este tipo de agrosistemas, acá es cuestión de apuntar con una política de Estado contundente a un sistema productivo eficiente con el uso de recursos. Ningún otro mejor que el orgánico, que puede hacer aprovechamiento circular de insumos del mismo arroz y utilizar los desechos de producción animal. Al fin de cuentas, el mundo requiere una transición tecnológica.
Necesidad y oportunidades
La gran ventaja de nuestra desventaja productiva actual, es que para llenar el vacío se puede innovar y propiciar esa transición a modelos productivos que no dependen de insumos de importación, mientras los sistemas ya existentes también apuntan a adaptarse.
Es un hecho que el país cuenta con riquezas de tierra y agua suficientes para generar autosuficiencia alimentaria. Solamente debemos ser capaces de generar sistemas de aprovechamiento distribuido del recurso hídrico en unidades de producción de pequeña y mediana escala en los territorios en lugar de grandes e impactantes embalses para exportadores de azúcar o desastrosos proyectos de riego para pastos ganaderos en los que el SENARA invierte cuestionablemente millones de dólares desde hace años. [7]
La cosecha de lluvias es posible con sistemas de aprovechamiento de escorrentías en pequeños reservorios, para propiciar el riego permanente y la inundación temporal requerida por el Sistema Intensivo de Cultivo Arrocero (SICA) que permite alto rendimiento. Por ejemplo, en un clima tropical seco como el de Liberia, por kilómetro cuadrado se pueden cosechar 100 millones de litros de agua con los datos de precipitación promedio registrados para el mes de mayo.
También sería posible autorizar sistemas de almacenamiento de los volúmenes de escorrentía de los caudales máximos en afluentes, incentivando la inscripción de aprovechamientos con tarifa diferenciada en los meses de mayor precipitación, de forma que se permita disponer artificialmente de humedad en el suelo tempranamente, para mitigar el efecto de meses muy secos.
Incluso en zonas alejadas de cuerpos de agua, se pueden alimentar estos sistemas de almacenamiento de agua cosechada en época de lluvias desde cauces para fines de producción alimentaria, mediante uso de cisternas como mecanismo de subvención del Estado.
Es importante garantizar que los sistemas productivos respeten los límites ecológicos de los regímenes de humedal y no haya un crecimiento insostenible de la demanda en los meses más secos para proteger también la biodiversidad y el uso múltiple del agua en los territorios. También la política pública debe apuntar a priorizar el acceso a fuentes de agua para seguridad alimentaria y en lugar de la agroexportación, incentivando el cambio productivo.
Beneficios al consumo
Los beneficios obtenidos mediante estos sistemas de producción para el consumidor también son un hecho. Primero que todo, en la salud, pues se asegura una calidad e inocuidad del producto básico con su producción orgánica, bajando el riesgo de desarrollar cáncer por consumo sostenido de agrotóxicos usados actualmente.
En término de precios, si existen centros de procesamiento semi-industrial distribuido en las unidades de producción, además de disponer fuentes de trabajo, se logra bajar los costos de transporte, tanto para el pilado como para la distribución comercial final. Se pueden ofrecer así precios competitivos que incentiven el consumo local y lo consoliden, hasta superar la dependencia de importaciones y desarrollar la capacidad de sostener un nuevo sistema de precios autónomo y soberano.
Producciones colectivas de arroz agroecológico en Brasil. Fuente: mst.org.br
Al incentivar la participación de la pequeña propiedad rural en este modelo económico de autosuficiencia, se erradicará el control centralizado de las decisiones económicas en una sola corporación privada, donde concertan sólo grandes productores y accionistas. Además se genera resiliencia adaptativa por el uso de semillas locales y se puede a mediano plazo desarrollar una capacidad de aprovechamiento de las bonanzas para compensar los años de menor producción.
Extrapolar la propuesta arrocera a otros cultivos básicos
Es urgente la recuperación pública de la producción de granos básicos y la pluralización productiva mediante la ampliación de la base productiva en pequeñas producciones locales con mercado garantizado. Los frijoles y el maíz son granos de producción precolombina con inmejorable adaptación a nuestros suelos orgánicos y altos rendimientos históricos para sustentar los pueblos de nuestra región. Además, estos mercados también están acaparados por importaciones.
En estas circunstancias en que se vislumbra una recesión económica, las posibilidades de ingreso por cultivo a pequeña escala toman más importancia. Es tiempo de apostar por la recuperación de la economía basada en la producción alimentaria soberana de granos básicos, para garantizar la seguridad alimentaria del pueblo costarricense y erradicar de una vez por todas, el hambre, que es una de las más intolerables formas de violación a los derechos humanos más básicos en el mundo.
Desde FECON, hacemos un llamado al ministro de agricultura para atender nuestras propuestas para la implementación de agricultura ecológica en el país como política de Estado.
[1] Un cálculo desde 2008 aseguró que necesitaríamos unas 283 mil hectáreas adicionales para granos básicos. De maíz blanco (16.000) y amarillo (150.000), fríjol (41.000) y arroz (76.000) si se quiere abastecer la demanda nacional. https://bit.ly/3c8rDAS
[3] Al precio actual del arroz en recibidor estimado con un dato modelar de costo/rendimiento registrado en un cultivo orgánico en Ecuador. Fuente: https://bit.ly/3b4Jjfd
[4] Evaluación del Sistema Intensivo de Cultivo Arrocero SICA en en Municipio de Purificación de Tolima. Fuente: https://bit.ly/2z7QF4s
[5] Estimación con base en datos. Solo el 35% de lo que se consume se produce en el país (Indarroz), Son 36.000 hectáreas sembradas entre 2017 y 2019 (Conarroz). Fuente: https://bit.ly/3flGqdq
[7] Véanse los conflictos PAACUME con la Reserva Lomas Barbudal y los conflictos comunales con proyectos de riego del SENARA para sociedades de usuarios privadas en Puntarenas
Imagen de cabecera: Cultivo agroecológico de arroz en Brasil. Fuente: mst.org.br
El sábado 2 de mayo se realizó el conversatorio movimientos sociales y vida después de la crisis, organizado por la Alianza por una Vida Digna.
La interrogante que animó el encuentro fue ¿Qué sienten, hacen y proponen las personas de movimientos sociales ante la crisis acentuada por el COVID-19?
La actividad se realizó en una plataforma virtual y se compartió por el Facebook Live de SURCOS.
Participaron Mario Devandas Brenes, de la lucha en defensa de la CCSS; Eva Carazo Vargas, de los movimientos de la ecología social, la agroecología y la economía social solidaria; Dayana Ureña Solís, de los movimientos comunitarios y las Asambleas Patrióticas Populares; y Héctor Ferlini-Salazar, de la Alianza por una Vida Digna.
Le invitamos a ver, compartir y comentar:
Imagen de cabecera con fines ilustrativos. Reunión en Cañas, Guanacaste, tema: derecho a la educación de calidad.