Aportes al pensamiento jurídico costarricense II
José Manuel Arroyo
ESTA SEMANA COMPARTO CON USTEDES EL PRÓLOGO AL LIBRO DEL JOVEN JURISTA ANDREI CAMBRONERO TORRES. TODA UNA PROMESA EN EL CAMPO DE LA FILISOFÍA DEL DERECHO EN NUESTRO MEDIO.
PRÓLOGO A “SIÉNTESE Y PÓNGASE INCÓMODO-(Im-) Posturas, si acaso filosóficas, de lo cotidiano” de Andrei Cambronero Torres.
Desde una perspectiva formal estamos frente a una obra estilísticamente impecable. El joven autor Cambronero Torres nos lanza un reto desde el título y subtítulo mismos, capturando nuestra atención y provocando una reacción entre hilarante y sorprendente. De inmediato, en la breve introducción, nos advierte dos cuestiones que van a delimitar el campo en el que se desarrollara el compendio de sus reflexiones. Primero, se trata, técnicamente hablando, de un grupo de doce ensayos o reflexiones “si acaso filosóficas”, herederas de la más rancia tradición de este género literario, el ensayo, desde su génesis con Montaigne y Bacon, hasta nuestros días; asimismo, le agrega un corolario o reflexión final y una extensa y riquísima bibliografía, sobre la que luego volveremos. La segunda cuestión que plantea el autor tiene que ver con sus intenciones. Expresamente nos confiesa que busca dialogar o interactuar con el lector, pero no pacíficamente, sino desde la posición de incomodarlo o inquietarlo. He de decir, por mi parte, que esto segundo lo logró con creces.
Es bien cierto que también estamos, desde el punto de visto estilístico ante una compilación de reflexiones que revelan oficio. El hecho de que en prácticamente todos estos ensayos se nos enrostre de entrada la idea central de cada texto, desde la primera o segunda línea; así como que en cada párrafo final se nos sintetice hábilmente la conclusión fundamental a que puede llegarse, hablan de una técnica capaz de convencer al lector de que vale la pena leer íntegramente el iter ideológico al que se nos invita. De igual manera, la alternancia exquisitamente pedagógica, entre las ideas que se proponen y los ejemplos anclados en “lo cotidiano”, terminan por convencernos de que no estamos ante ningún improvisado, sino frente a alguien que no sólo ha leído, sino bien digerido un pensamiento que ya refleja una importante madurez.
La cantera de la que echa mano don Andrei para esculpir sus figuras es igualmente sorprendente, tanto por su amplitud como por la idoneidad con que se maneja. Hay serias inmersiones en Filosofía Clásica (Platón, Aristóteles), Moderna (Descartes, Pascal, Kant), Contemporánea (Shopenhauer, Freud, Escuela de Frankfurt, Foucault). Pero también encontramos claras anotaciones en temas de la mano de especialidades filosóficas, como la ética, la axiología, la argumentación, la metodología, la epistemología, o bien la pedagogía. Por supuesto que se advierte también, por estas referencias bibliográficas, un manejo serio de la Psicología, particularmente el psicoanálisis freudiano, así como de la Sociología, desde sus orígenes (Weber, Durkhaeim) hasta los más recientes pensadores de nuestros días (Khun, Bauman, Mead) para citar sólo algunos autores que me son familiares.
Imposible terminar este recorrido por las fuentes de esta compilación ensayística, sin referirnos al contrapunto que se hace a lo largo de esta obra entre la asimilación de grandes pensadores de todos los tiempos, con apuntes de otras disciplinas que podríamos llamar más “prácticas” o predominantemente empíricas. Se trata de claros apoyos en la Estadística o en informes sociopolíticos de actualidad, como los que se muestran en diversas investigaciones de organismos internacionales o de nuestro Estado de la Nación.
Por supuesto que no me he referido más que a algunas pinceladas de lo que personalmente considero recursos de los que se ha nutrido el autor, pero sin duda, hace falta mencionar que Cambronero Torres no deja por fuera al Derecho, a la Constitución y a las leyes –¡cómo podría ser de otra manera! – si después de todo, estamos ante un profesional de las ciencias jurídicas. Este acervo sirve sobre todo en aquellos momentos de sus disertaciones, donde se acerca al tema central de la dignidad humana y la tutela de los derechos fundamentales. En fín, la Lingüística, las Ciencias Políticas y la Historia, no dejan de ser basamento importante para algunos de los ensayos que comentamos.
Pero es lo cierto que, referencia aparte, merece el tratamiento en estas reflexiones filosóficas de la Literatura. En diez de los doce ensayos, un epígrafe muestra la analogía inspiradora de la que ha partido el autor. No se trata sólo de novela, también hay teatro, poesía y hasta cine, con las distancias del caso respecto de este último y lo que se pueda considerar literario. Tampoco se trata únicamente solo de granes clásicos, sino de obras artísticas de una serie de autores diversos, tanto por la lengua original en la que escribieron, como en la época que lo hicieron, o por el género de que se valieron, razón de más para apreciar la amplia y profunda formación en literatura que tiene el ensayista.
Bueno, hasta aquí las consideraciones que me atrevo hacer desde la perspectiva formal del libro que comentamos.
Y ya desde los contenidos, confieso que he tenido un debate interno importante. La primera cuestión que me surgió en conciencia fue la interrogante existencial de qué le puede decir un “joven” de sesenta y cinco años a un “viejo” de veinticinco. Me explico. Mi juventud consiste en una actitud vital que hace un importante esfuerzo por estar al día, por reconocer la importancia del diálogo –a la que explícita e insistentemente hace un llamado Cambronero- y por hacer realidad el principio constitucional de edificar una sociedad-nación multiétnica y pluricultural. Desde ese lugar, diría un lacaniano, me enfrento a reflexiones de una consolidada madurez sobre temas universales e inmortales como los fenómenos de época (moda); el uso y abuso de la palabra; la importancia de diferenciar la cantidad de la calidad (o meditación sobre lo mesurable y el número); los límites del pensamiento crítico (al que tanto se adhiere el autor); o bien los límites entre la esfera de libertad individual y los imprescindibles procesos de socialización o normalización social; así como la conceptualización de la racionalidad frente a la razonabilidad. Me enfrento también a meditaciones más domésticas, aunque igualmente complejas y riesgosas, como todas las relacionadas con la identidad de la nacionalidad o el ser costarricense; los factores consustanciales a la definición de una identidad a partir del concepto de propiedad (no sólo territorial cuanto mental); o bien la cuestión de si nuestra identidad depende del cargo (rol social) que desempeñamos. Finalmente, hay textos que, sin dejar su universalidad, nos tocan en lo personal directa y hondamente. Me refiero a las reflexiones finales sobre la mezcla de lo religioso con lo laico y de la relativización contemporánea de la verdad, de la mano de los avances tecnológicos que nos inundan, la así llamada posverdad.
Debo decir que este libro es una reflexión filosófica sobre diversos tópicos cotidianos que, no obstante, conserva un hilo conductor que los enlaza. En mi criterio, esta unidad está dada por la enseñanza ética que, a veces explícita, a veces implícita, puede extraerse de todos los textos que la integran. Es, en un cierto sentido, una compilación de reflexiones con un valor ético-pedagógico indiscutibles y en ello reside su más destacado aporte.
Imposible no sentirse retado, incomodado o inquietado. Pero como no se trata, aquí, de establecer un debate sobre los contenidos de las bien fundamentadas tesis de contenido de los ensayos compilados, me conformaré con decir que, si bien tiendo a compartir en un altísimo porcentaje las reflexiones filosóficas del, a partir de este momento, jurista y filósofo Andrei Cambronero, señalaría sólo algunos aspectos que me hubiera gustado encontrar con mayor nitidez. El primero se refiere a la cuestión de género. Estoy convencido que el conocimiento y la Filosofía del futuro tendrá que incorporar no sólo el lenguaje, sino también el contenido de un sentido de la igualdad que refleje, por ejemplo, en los conceptos básicos, tanto como en los ejemplos que sirvan de ilustración, una incuestionable incorporación de hombres y mujeres. Creo que se perdió una oportunidad de oro en “El hombre Multipliando” de exponer cómo las mujeres históricamente han sido parte de las personas excluidas, por mero prejuicio, del mundo de los números. De igual manera hubiera querido una mayor beligerancia por parte del autor, cuando se aborda el tema de la mezcla entre lo religioso y lo laico en el manejo de la cosa pública. Estoy convencido de que esta confusión está siendo aprovechada por los peores intereses que terminan minando la auténtica convivencia democrática en una república. Precisamente en estrecha vinculación con ese tema, considero que el autor deja por fuera, cuando habla de los factores que continúan dando identidad a lo costarricense, la mitología religiosa, con adhesión masiva, del culto a la Virgen de los Ángeles, adhesión que sirve a políticos y demagogos de toda laya para sus estrategias de manipulación.
Reconforta y llena de sana esperanza, en un mundo tomado por la irracionalidad y la irrazonabilidad, encontrarnos con nuevas generaciones que sigan apostando a la reflexión fundamentada para dar aliento a una humanidad urgida de realizar sueños y valores que aseguren un mejor mundo para todos. Ha sido por supuesto un inmerecido honor que Cambronero Torres me haya solicitado prologar esta obra, que sin duda es Acta de Nacimiento para un pensador costarricense con gran futuro.
Mercedes de Montes de Oca, 5 de abril de 2017.