Concierto gratuito de estreno este 3 de abril a las 7 p.m. en el Centro Cultural de España en Costa Rica
Una iniciativa conjunta y en apoyo al Centro Comunitario de Buceo Embajadores y Embajadoras del Mar del Caribe Sur y Bloque Verde surge para visibilizar y brindar esperanza a los arrecifes de coral de Costa Rica, reconocidos músicos nacionales se han unido en la creación de una canción colaborativa. Fabián Pacheco, Luz María Romero, Rialengo, Oscar Jiménez y Pedro Víquez son los artistas que han unido sus talentos para componer «Tu Vida de Colores».
Con el fin de presentar esta iniciativa y generar conciencia sobre la importancia de proteger los arrecifes de coral, se llevará a cabo un concierto el miércoles 3 de abril a las 7 p.m. en el Centro Cultural de España en Costa Rica. Durante este evento, además de la presentación de la canción «Tu Vida de Colores», el Centro Comunitario de Buceo Embajadores del Mar expondrá sobre su trabajo en la conservación marina desde la comunidad del Caribe Sur. Además, la actividad es apoyada por el proyecto Geografía y Diálogo de Saberes del Programa Kioscos socioambientales de la Universidad de Costa Rica.
La canción surge como respuesta al preocupante fenómeno del blanqueamiento de corales que impactó las costas costarricenses en julio de 2023 en el Pacífico y en octubre de 2023 en el Caribe. Este fenómeno, que resulta de factores como el aumento de la temperatura del agua, ha afectado gravemente la salud de los corales.
El blanqueamiento de corales es un proceso en el cual las algas coloridas que residen en el tejido coralino son expulsadas, dejando al coral de un color blanco. Este fenómeno es una respuesta al estrés ambiental y pone a los corales en un estado vulnerable, haciéndolos propensos a enfermedades y afectando su supervivencia a largo plazo.
El Centro Comunitario de Buceo realizó un monitoreo comunitario en noviembre pasado que permitió confirmar el blanqueamiento de los corales en el Caribe Sur.
Según el Laboratorio Oceanográfico y Meteorológico del Atlántico de la NOAA, aunque los corales blanqueados pueden estar en peligro, algunas veces tienen la capacidad de recuperarse. Sin embargo, es crucial tomar medidas para proteger estos ecosistemas frágiles y fundamentales para la biodiversidad marina.
La canción «Tu Vida de Colores» busca sensibilizar a la población sobre la importancia de preservar los arrecifes de coral y promover acciones concretas para su conservación. A través del arte y la música, los músicos involucrados aspiran a generar conciencia y movilizar esfuerzos para proteger estos valiosos ecosistemas marinos que constituyen un pilar fundamental de la vida marina en Costa Rica.
La música, el arte y el compromiso comunitario se unen en este evento para sensibilizar a la población sobre la importancia de proteger nuestros océanos y preservar los ecosistemas marinos que son fundamentales para la biodiversidad y el bienestar de Costa Rica.
Elaborado con apoyo del proyecto Geografía y Diálogo de Saberes: Análisis de la conflictividad socioambiental en territorios rurales de Costa Rica (ED-3526) del Programa Kioscos socioambientales y la Escuela de Geografía de la Universidad de Costa Rica.
Este miércoles 29 de noviembre tendremos el programa: «Blanqueamiento de los arrecifes desde la ciencia ciudadana: informe del monitoreo del Caribe Sur».
Con la participación de:
Ana María Arenas, Embajadores del Mar.
Markus Brown, vecino de Punta Uva, participante del Monitoreo en Punta
Laura Vanopdenbosch, directora de Investigación de INNOCEANA.
Esperamos su participación en nuestras redes sociales o por medio de llamada telefónica al 2234-3233.
Puede escucharnos a través de Radio Universidad 96.7 FM o vernos mediante el Facebook de Radio Universidad de Costa Rica (https://www.facebook.com/radiouniversidad)
Desde el 2016 y hasta el 2020 fue realizado el monitoreo ecológico, donde los guardaparques cubrieron buceando lo equivalente a 10 canchas de fútbol
En las áreas analizadas fueron ubicados peces 42% más grandes con respecto a otros sitios no protegidos
Los datos del monitoreo de arrecifes coralinos que ha recopilado el personal del Área de Conservación Marina Coco (ACMC) desde el 2016 son de suma importancia, debido a que permiten dar seguimiento a la salud de los arrecifes coralinos o mejor conocidos como las «selvas del mar».
Con el análisis además de obtener detalles sobre la cobertura coralina, se estudiaron las especies que viven y se desplazan por las corrientes cercanas al Parque Nacional Isla del Coco.
El trabajo de campo estuvo liderado por guardaparques del ACMC y con apoyo de otras Áreas de Conservación; que además de sus labores de protección del Parque Nacional Isla del Coco, aplican el protocolo de monitoreo de formaciones coralinas, dos veces al año en seis sitios alrededor de la Isla del Coco. Durante los primeros cinco años de la aplicación de este monitoreo se calculó la cobertura de los corales ubicados en la parte norte de la Isla, se identificaron entre tiburones y peces más de 100 especies, y se contabilizaron más de 55 000 individuos, también se identificaron 25 especies de invertebrados marinos entre caracoles, estrellas de mar, entre otros contabilizando 3832 macroinvertebrados.
Karol Ulate, bióloga marina e investigadora de la Universidad Nacional (UNA), señala que la cobertura coralina durante los cinco años fue estable, presentando aproximadamente un 60% en promedio de cobertura coralina en cada sitio monitoreado. Sólo hubo un año que la cobertura coralina presentó un blanqueamiento en 17% de las colonias. Esto pudo deberse a un calentamiento atípico de las aguas del Pacífico por el fenómeno de El Niño en el 2016 y el blanqueamiento se reportó unos meses después, pero se puede hipotetizar que, gracias a los buenos niveles de salud y la resiliencia de estos arrecifes, en el 2018 se reflejó una recuperación.
Monitoreo a cargo de guardaparques
Los guardaparques Isaac Chinchilla, Moisés Goméz, Diego Madrigal, Keylor Morales, Guillermo Pérez y Geiner Golfín con apoyo de algunos buzos voluntarios y de instituciones académicas, fueron los encargados del muestreo que se realiza en los meses de la estación seca y lluviosa de todos los años desde el 2016 hasta la actualidad y cada expedición dura al menos 7 días.
Este equipo de guardaparques buzos han recopilado información en diferentes sitios de monitoreo del Parque Nacional Isla del Coco de la cobertura de los corales, peces, invertebrados, rigurosidad de superficies, entre otros factores, durante estos años, y han logrado monitorear un área de 71 070 m2, lo que equivale a 10 canchas de fútbol.
Geiner Golfin, uno del guardaparques encargado de este monitoreo aseguró “nos llena de satisfacción contar con estos datos que vienen a darnos mayor conocimiento sobre la salud de las aguas que rodean al Parque Nacional Isla del Coco. Ahora contamos con insumos científicos sobre la dinámica que ocurre en los arrecifes coralinos, además de la importancia de poder integrar a más guardaparques al equipo de monitoreo del Parque Nacional Isla del Coco”.
Este primer análisis de los datos contó con el apoyo de organizaciones como la Asociación Costa Rica por Siempre (ACRXS), Amigos Isla del Coco (FAICO) y la Universidad Nacional (UNA).
Alejandra Villalobos, Directora Ejecutiva de FAICO se mostró satisfecha por el apoyo brindado por ambas organizaciones; ya que fue un insumo importante para este primer análisis de datos y que permite dar seguimiento a los cambios que experimentan estos ecosistemas. Cuando estos sitios están protegidos, se cuenta con factores más saludable y las especies tienen mayor tamaño, lo que nos obliga a seguir cuidando el área para desarrollar de forma sostenible actividades como el turismo, y la pesca en sitios circundantes”.
Actualmente, la Universidad Nacional también realiza otro estudio sobre arrecifes rocosos en 4 áreas conocidas como Juan Bautista, Roca Sucia y el Risco para poder contar con detalles sobre las áreas que a diferencia de los arrecifes coralinos se caracterizan por la alta energía liberada por el oleaje y los cambios de la marea que afectan la distribución de los organismos que habitan allí, pero aun así son ecosistemas altamente diversos y refugio para muchos otros organismos, como peces y tiburones.
Henry Picado, Luis Monge, Vicente Vargas, Fabiola Pomareda
Uvita, Zona Sur.- Pasadas las siete de la mañana recorremos el sendero del Parque Nacional Marino Ballena para encontrar las olas lamiendo la playa llena de troncos, pequeños cangrejos y semillas de almendros. El parque Marino Ballena, ubicado en el Pacífico Sur, y las comunidades costeras de esta zona, ya están siendo impactadas por varios fenómenos derivados del cambio climático.
La pérdida de costa y el aumento en el nivel del mar afectarán las actividades turísticas, la pesca y también a la flora y fauna del parque, como los arrecifes y humedales, aseguran expertos. Pero las personas que viven y trabajan en esta zona desde hace años, ya son testigos de los cambios y su impacto.
Don Vicente Vargas usa un sombrero negro y varios anillos colgados de su cuello en cadenas. Vende pipas a la entrada del Parque, en Uvita, y nació en este pueblo en 1964.
“El mar obvio que tiene que venir caminando porque, diay, para nadie es un secreto que con el calentamiento global, el hielo que se está deshaciendo en otros países fríos está llenando el mar y eso conlleva a que el mar venga hacia acá”, dijo don Vicente.
“De hecho aquí había una pescadería que por ahí todavía están en Estero Negro los muros donde fue construida y esa pescadería se hizo respetando los 50 metros públicos. Si usted pasa por ahí ahora usted ve que el mar, la playa, está por encima de lo que fue la pescadería”, contó.
“En la punta, por eso le decíamos la punta, la playa se llama Punta Uvita, porque ahí se hacía una islita entre Estero Negro y el tómbolo, se metía una punta que hoy ya no existe. Diay, [el mar] ha caminado demasiado. De lo que yo tengo noción de que venía muy pequeño, creo que se ha venido entre unos 75 y 100 metros hacia acá”, calculó el hombre.
Varios fenómenos derivados del cambio climático como la pérdida de costa, el incremento en la temperatura del agua y el aumento en el nivel del mar, están cortando metros a las playas del país y poniendo en riesgo a las comunidades costeras. Se espera que en los próximos años estos efectos tendrán cada vez más impacto en la disponibilidad de agua potable, caminos, actividades agrícolas, turismo y pesca.
Doña Grethy Vazquez Zamora tiene 11 años de trabajar como guardaparque en Marino Ballena. Pero ella y su esposo llegaron a la zona en 1984. En esa época tenían recibidores de pescado. A los pescadores de la zona les recibían langosta, cambute, moluscos y variedades de pescado, que luego vendían a una planta procesadora. Después de eso trabajó en el Consejo Nacional de Producción, en el Ministerio de Ambiente y ahora en el parque.
Encontramos a doña Grethy en playa Piñuelas, una de las playas del Parque Nacional Marino Ballena.
“La erosión en el mar ha sido muy grande. Un ejemplo es Colonia, y otro es Uvita. La extensión de los 50 metros era más grande y había más vegetación, habían más palmeras, más arboles. Usted lo que encuentra ahora son las raíces volcadas de alguna pipa ahí entre la playa y la pleamar. Eso significa que toda esa pleamar llegaba hasta allá. Ahora no. Todo esto se ha ido comiendo”, narró la guardaparque.
“Si usted le toma una foto a esta playa ahorita, vea donde están esas piedras allá”, dijo señalando. “Todas las mareas altas que han habido estos días han arrastrado la piedra. Todo el tajamar está bajo. Los árboles, seguro de tanta humedad se pudren y se caen”, añadió.
Posible impacto económico, en el turismo
El Parque Marino Ballena se ubica entre el tómbolo de Punta Uvita y Punta Piñuela. Abarca 110 hectáreas terrestres y 5 mil 375 hectáreas marinas. Protege variados ambientes como son playas arenosas, playas pedregosas, acantilados, islas y arrecifes. En sus aguas suelen encontrarse delfines y ballenas.
Varios habitantes de Uvita trabajar como tour operadores de los avistamientos de delfines, ballenas y tortugas. Uno de ellos es Fernando Monge Godínez. La primera vez que visitó Uvita corría el año de 1981. Llegó a pie desde Dominical. Luego compró una parcelita y empezó a trabajar en una finca. Posteriormente empezó a pescar y estuvo 15 años como pescador artesanal. Hoy vive de llevar turistas nacionales y extranjeros en recorridos en bote, para que puedan ver los delfines y las ballenas.
Para don Fernando, el cambio climático definitivamente está teniendo un impacto en sus labores. “Para nadie es un un secreto, la cantidad de agua que ha llegado de los glaciares, la cantidad de hielo que se derrite. La parte marina costera esta super erosionada, los oleajes han salido mas seguidamente, tenemos que luchar contra olas y contra el clima con mucha gente”, señaló.
Y aunque está consciente de que existen medidas que se podrían poner en práctica para revertir sus efectos, como combatir la contaminación del aire, sabe que es complejo.
“Eso ya es irreversible, ya es muy difícil que la capa de ozono que esta muy dañada se vuelva a componer”.
La dificultad para entrar y salir del mar en sus botes es una de las dificultades que ya empiezan a experimentar los tour operadores de la zona. Fernando Guerrero Chavarría es otro tour operador, que explicó su experiencia.
“Sí bueno, en los últimos 18 años, que es lo que tengo yo de estar por acá, el cambio se ha notado muy muy fuerte. Sobretodo hemos perdido alrededor de 60 metros o más de playa. El mar ha venido comiendo y ha ido erosionando la playa un montón. Uno cada año uno ve que se comió tal cosa, que se comió tal otra y uno va corriéndose conforme el mar se va metiendo. Pero, diay, la playa ya no era lo que era antes, un lugar bonito para venir a disfrutar. Ahora es medio complicado en marea alta. Antes había playa y se sentaba uno por ahí a asolearse, ahora no se puede”, destacó Guerrero.
“Parte del pedido que se ha hecho a varios ministros de Estado, y al SINAC [Sistema Nacional de Áreas de Conservación] es tener un lugar donde tener más seguridad para que salgan las embarcaciones, porque acá ya se está complicando demasiado”, indicó.
Impacto en las playas, corales y otras especies marinas y terrestres
¿Qué es el cambio climático y cómo está impactando al Parque Marino Ballena? El fenómeno del cambio climático genera un aumento anormal de las temperaturas del planeta, provocado por una concentración desmedida de ciertos gases en la atmósfera. Estos son dióxido de carbono,metano, óxido nitroso y otros, producidos exclusivamente por actividades humanas.
Cristina Sánchez, bióloga marina de la Fundación Keto y profesora de la Universidad de Costa Rica, confirmó que el cambio climático tendrá un gran impacto en las zonas costeras debido al aumento en las temperaturas. También explicó en detalle algunas de las consecuencias que ya se están dando.
“Ahí en el parque, el aumento en la temperatura en el agua ha causado que los corales se mueran o lleguen los periodos de blanqueamiento en que se ponen muy vulnerables a enfermedades, sedimentación y a competir con otras especies. Los pone en una situación muy complicada en cuanto a la sobrevivencia. Los corales actualmente se están muriendo, no sabemos si se van a adaptar o a hacerse más fuertes Con el tema de los corales hay otra consecuencia: el aumento del CO2 o del dióxido de carbono en la atmósfera, está provocando que el agua de mar se acidifique; entonces eso también causa que los corales puedan morir”, señaló Sánchez.
“Existen otras consecuencias con respecto al aumento de la temperatura que es por ejemplo, que las especies marinas y terrestres empiecen a desplazarse a zonas más altas, donde la temperatura va a ser menor, o en el caso de las marinas, que se desplacen mar adentro para lograr temperaturas más óptimas o de mejor condición para ellos. En la parte terrestre lo que se espera es que muchos árboles, lo que son semillas y eso, también se empiecen a desplazar según va cambiando la temperatura. En este momento se están estudiando cómo se van a dar esos desplazamientos. Se tiene información de que se van a dar pero no se sabe exactamente cuánto va a tardar en darse ni tampoco cuáles especies van a ser las primeras en desplazarse”, aclaró la bióloga.
“En el caso de peces, al moverse el plancton, que es de lo que se alimentan, también se moverían todo lo que son los peces y otras especies. A nivel de pesca puede pasar que las especies se desplacen, entonces cada vez estén mas lejos de la costa y los pescadores van a tener que salir más y también ahora justo está pasando en el Pacífico que algunos fenómenos como la marea roja están afectando varias zonas del Pacífico, tanto el Pacífico norte como el Pacífico sur y todo eso es por el cambio climático y el mal manejo de desechos, aguas negras y aguas jabonosas, y fertilizantes usados en la agricultura. Todo esto provoca que haya este tipo de fenómenos cada vez más frecuente y eso puede hacer que los peces mueran por falta de oxígeno o que haya cierta intoxicación por haber estado expuestos”, finalizó.
Proyecto para atender efectos vinculados al cambio climático
Desde la Fundación Keto se está desarrollando un proyecto con el Fondo de Adaptación de la Dirección de Cambio Climático para atender aquellos efectos vinculados al cambio climático, en la zona costera del Parque Marino Ballena. Catalina Molina, directora de la Fundación Keto, explicó en qué consiste.
“Este proyecto tiene un componente muy fuerte de sensibilización. Primero, entendemos que mucha de la vulnerabilidad al cambio climático está dada por las condiciones con que cuenta la comunidad para hacer frente a los efectos que hemos estado viendo”, manifestó.
“El primer paso es sembrar en la comunidad la preocupación, el análisis de que están ocurriendo eventos, hechos, efectos, que están asociados al cambio climático, y entender que hay otras situaciones a nivel del área geográfica, de la comunidad, que hacen que esos efectos sean aún más críticos y más drásticos. Por ejemplo, hablemos de contaminación, basura, sedimentación por áreas que se deforestan y mal manejo de las cuencas. Todas estas cosas también se agregan a lo que globalmente ya está ocurriendo en el planeta. Entonces, es primera línea y quizás la más fuerte es crear capacidades a nivel de la gente que vive ahí, para que sean capaces de identificar qué es lo que está pasando y cómo podemos abordarlo”, enfatizó.
Segundo, están trabajando problemáticas específicas como. “Por ejemplo, en el tema de erosión de la playa, que es uno de los efectos más evidentes y drásticos de la zona, estamos trabajando el tema de reforestación de costa con socios locales, apoyando iniciativas que ya están en curso para hacer esos programas más sólidos y que puedan tener mejor sostenibilidad en el tiempo”.
Otro ejemplo es que están promoviendo el uso de dispositivos de colecta de agua de lluvia. “Ya hemos instalado dos pilotos. Diseñamos unos modelos que puedan ser replicables. Ya hemos instalado uno en una vivienda popular local y otro en un pequeño hotel. Ya están en funcionamiento. A partir de eso generamos resultados de cómo están funcionando, ajustes, y pueden estar disponibles para que cualquier otra persona pueda instalarlos en sus viviendas o negocios”, detalló Molina.
En la segunda parte de este reportaje abordaremos las iniciativas de mitigación, desde la comunidad de Uvita y Ballena.
Esta fue una producción de la Asociación Voces Nuestras, con apoyo de la Fundación Keto.
Enviado por Fabiola Pomareda, Periodista, Voces Nuestras.
Especialistas en el tema intercambian conocimientos y resultados de investigaciones en el marco del I Simposio de Cambio Climático y Biodiversidad
Paula Umaña González,
Periodista Oficina de Divulgación e Información, UCR
Este 9 de agosto dio inicio el I Simposio de Cambio Climático y Biodiversidad que se celebra en la Universidad de Costa Rica (UCR) y que cuenta con la participación de expertos de América Latina, Estado Unidos y Europa en el tema de cambio climático, gobernanza y biodiversidad.
“Este simposio será un espacio propicio para valorar la realidad del cambio climático a la luz de la geopolítica y las relaciones internacionales, permitiendo acercar a la comunidad universitaria a una perspectiva sustancial en esta materia”, aseguró Edgar Gutiérrez Espeleta, Ministro del Ambiente, durante la apertura del encuentro, que se realiza en la Ciudad de la Investigación, en San Pedro de Montes de Oca.
El mexicano y ganador del premio Tyler por Logro Ambiental 2017, José Sarukhán Kermez, fue el encargado de inaugurar el programa de conferencias con la propuesta de utilizar la biodiversidad para encarar los retos del cambio climático.
Sarukhán, quien es un referente latinoamericano en el tema de biodiversidad y ecología, parte de la idea de que “la agricultura altamente tecnificada, como se aplica hoy, es ecológica y económicamente insustentable”, ya que la agricultura industrial ha dependido de la maximización de ganancias, basándose en incrementos en el rendimiento a cualquier costo.
Además, explicó que esta agroindustria, aliada a la industria química y de petróleo, ofrece alimentos a bajo precio pero con externalidades ecológicas, económicas y sociales “enormes”.
Para el experimentado ecólogo, la diversidad genética de los cultivos nativos (en su caso de exposición el maíz, en México), que es el resultado de milenios de selección bajo domesticación y la diversidad de sus parientes silvestres, son “la más valiosa e irremplazable fuente de respuestas para la producción de alimentos frente al cambio climático”, comentó. “La idea es aprovechar la enorme biodiversidad a nivel genético que tenemos en un país como México, en Mesoamérica y en América Latina, y el otro elemento que es la diversidad cultural, que es la que ha producido todas esas especies cultivadas, que todavía la tenemos y que todavía está ahí, que sigue funcionando todos los días y que ocurre que es también una porción de la sociedad desdeñada, ignorada y muy marginada”, explicó Sarukhán.
Por su parte, el profesor de la Escuela de Biología de la UCR y biólogo genetista, Gustavo Gutiérrez Espeleta, uno de los organizadores del Simposio, recalcó la importancia del conocimiento de nuestros antepasados y las poblaciones indígenas actuales acerca de la variabilidad genética en los cultivos.
“Por eso nuestra oposición a los monocultivos, porque hablamos de clones, entonces si viene un patógeno todas esas plantas van a morir; pero al haber variabilidad puede que este patógeno afecte a algunas plantas, pero resulta que como hay variabilidad genética otras plantas van a sobrellevar el efecto del determinado patógeno”, argumentó.
Ecosistemas amenazados
Por su parte, la científica estadounidense Jennifer Powers planteó a los participantes del evento la pregunta: ¿serán los bosques secos tropicales vulnerables o resistentes a los cambios en las precipitaciones?, a la cual concluyó que, a raíz de estudios hechos en Guanacaste, el bosque seco de Costa Rica es vulnerable a la disminución de las lluvias.
Powers participa, junto a un grupo de científicos, en una investigación en Guanacaste que busca determinar la resistencia de los árboles a períodos de sequía.
Hay algunas especies de árboles más susceptibles a desaparecer en época de sequías y otras que se han adaptado a estas condiciones, por lo que en un futuro la composición del bosque seco será diferente en el país, afirmó.
Además, la tasa de mortalidad de los árboles, en las parcelas en las que se está realizando el monitoreo, aumenta con la sequía, y en épocas de lluvia no se están recuperando a la misma velocidad.
Los páramos también formaron parte de los ecosistemas expuestos en el simposio, por parte de la ecóloga Eloisa Lasso DePaulis, profesora en el Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad de los Andes, en Colombia. Estos ecosistemas, generalmente fríos, brindan servicios como la provisión de agua, funcionan como reservorios de carbono, son sitios de alta diversidad y además colaboran en el control de erosión y desastres naturales.
Las consecuencias que estos ecosistemas pueden experimentar frente a un escenario de aumento de temperatura fue el tema central de Lasso, quien explicó que algunos estudios que lleva a cabo junto a otros investigadores en zonas altas de los Andes han mostrado que los páramos serían resistentes, en cuanto a características fisiológicas, ante un aumento de temperatura de al menos 5 grados.
Sin embargo, el estudio se encuentra en sus primeras fases, por lo que sería prematuro realizar conclusiones en cuanto a la afectación de las funciones y otras características de la vegetación que impera en los páramos.
Esperanza para el planeta azul
La científica estadounidense Joanie Kleypas, en su ponencia Planeta azul, ¿a dónde te llevamos?, recalcó que la mayor parte del planeta (alrededor de un 70 %) son océanos, ríos y lagos, pero son de las superficies más afectadas por el cambio climático.
“El cambio climático no sólo afecta la tierra y el clima, también afecta a los océanos de tres maneras profundas”, recalcó Kleypas al referirse al calentamiento, la acidificación y la desoxigenación, efectos que perjudican a millones de especies marinas.
Según Keyplas, de las primeras científicas en alertar acerca de los impactos de la acidificación oceánica en los organismos calcificadores marinos, algunas especies se están desplazando hacia al norte o a zonas más profundas, en busca de adaptarse a las condiciones de los océanos. Además, los arrecifes coralinos son de los ecosistemas marinos más amenazados, ya que por el aumento de la temperatura del agua la simbiosis con microorganismos se rompe y el coral se blanquea poco a poco hasta morir.
La científica se planteó la pregunta ¿hay esperanza?, a la que respondió que el panorama de los océanos podría mejorar con esfuerzo, mayores estudios y la creación de zonas de protección, entre otras acciones.
“Imposible no es un hecho, es una actitud”, frase de la ex secretaria ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la costarricense Christiana Figueres, con la que Kleypas dio por finalizada su ponencia.