Ir al contenido principal

Etiqueta: asociatividad

Perspectivas sobre la Economía Social Solidaria y los Circuitos Económicos Solidarios en Costa Rica – Resumen

I. Contexto y surgimiento de la Economía Social Solidaria (ESS)

En Costa Rica, tras más de 30 años de políticas neoliberales, se ha profundizado la desigualdad social, debilitado la institucionalidad pública y marginado a los pequeños productores. Este entorno impulsó el surgimiento de formas alternativas de organización económica y social basadas en prácticas culturales solidarias, la autogestión y el respeto al entorno, como respuesta a la exclusión del modelo dominante.

La Economía Social Solidaria (ESS) se presenta como una alternativa construida desde los territorios y las comunidades, rescatando saberes tradicionales y promoviendo la participación activa y colectiva de los sectores históricamente excluidos, la asociatividad, la producción local, la equidad de género y el respeto por el medio ambiente.

II. Circuitos Económicos Solidarios: concepto y potencial transformador

Dentro de la ESS, se plantea la necesidad de impulsar Circuitos Económicos Solidarios (CES), entendidos como redes locales de producción, comercialización y consumo, orientadas a satisfacer necesidades desde la lógica del bien común y no del lucro.

Estos circuitos:

– Promueven la autogestión comunitaria de los procesos económicos.

– Fortalecen la soberanía alimentaria, mediante alianzas directas entre productores y consumidores.

– Fomentan la producción limpia, agroecológica y sostenible, alineada con el respeto a la naturaleza.

– Revalorizan el conocimiento ancestral, la identidad cultural y la economía feminista.

– Generan mercados solidarios locales, como espacios para el intercambio justo y la promoción de valores colectivos.

Se enfatiza la necesidad de vincular estos circuitos a políticas públicas y a gobiernos locales para garantizar su sostenibilidad.

III. Propuestas para fortalecer los Circuitos Económicos Solidarios

La RedESS propone medidas concretas para consolidar estos circuitos en los territorios:

– Diagnóstico participativo de mercados solidarios ya existentes, para identificar sus necesidades y dinámicas.

– Fortalecimiento institucional y normativo, que contemple las características de la ESS y permita su reconocimiento legal diferenciado.

– Educación y campañas de sensibilización sobre el consumo responsable, la producción agroecológica y la certificación participativa.

– Compromiso de los gobiernos locales, que deben destinar presupuesto al desarrollo local solidario y promover espacios de participación comunitaria.

– Alianzas entre actores sociales, ONGs, universidades, municipalidades y colectivos para incidir en políticas públicas que respalden estos circuitos.

Experiencias como los mercados solidarios de Cartago, Pérez Zeledón y Guanacaste, junto con la red de canastas solidarias en Nicoya, son ejemplos vivos de estos esfuerzos.

Importancia de la articulación organizativa y el fortalecimiento territorial

Para que los Circuitos Económicos Solidarios logren arraigo y sostenibilidad, es fundamental promover una articulación organizativa sólida entre actores comunitarios. Esta articulación permite una gobernanza más participativa, facilita el intercambio de recursos y saberes, y potencia la capacidad de incidencia territorial.

Asimismo, el apoyo a la gestión asociativa, mediante acompañamiento técnico, formación en liderazgo colaborativo y acceso a herramientas administrativas, fortalece la autonomía de las organizaciones locales. En paralelo, el fortalecimiento del tejido social en los territorios —a través de redes de confianza, espacios de diálogo y una cultura de cooperación— constituye la base sobre la cual la ESS puede prosperar como una alternativa estructural al modelo económico dominante.

IV. Conclusiones

La promoción de Circuitos Económicos Solidarios es fundamental para avanzar hacia una economía más justa, inclusiva y sostenible. Su desarrollo requiere el reconocimiento del derecho humano a la alimentación, el fortalecimiento de redes comunitarias y una incidencia política articulada.

La ESS no solo plantea una forma distinta de producir y consumir, sino que propone una opción de vida, de transformación profunda del modelo económico, desde el territorio, con participación democrática, equidad de género y justicia social.

Autoría y origen del resumen:

Este resumen fue elaborado por Carlos Hernández, con base en su documento original titulado Perspectivas de la Economía Solidaria en Costa Rica.

San José, Costa Rica – Junio 2025

Viviendo la realidad de ser adulto mayor en Costa Rica

Carlos Hernández
COKOMAL / RedESS

En nuestro país, la población está envejeciendo rápidamente. Se estima que para el año 2050, el 20% de los costarricenses serán mayores de 65 años, lo que representa alrededor de 1.02 millones de personas en este grupo etario. Nos enfrentamos a desafíos serios y urgentes para garantizar una vejez digna, inclusiva y sustentada en principios de equidad.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) y la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO), la población adulta mayor en Costa Rica, definida como personas de 65 años o más, ha experimentado un crecimiento significativo en las últimas décadas. En los cantones como San José, Cartago y Heredia, esta población representa un porcentaje considerable del total de habitantes.

La ENAHO de julio de 2023 revela que un 51.7% de los adultos mayores necesita apoyo para el mantenimiento y adecuación de sus hogares, y que más de 215,000 personas adultas mayores viven sin ningún tipo de pensión, colocándolos en una situación de alta vulnerabilidad económica.

El papel de la economía solidaria en el apoyo a los adultos mayores

La economía solidaria puede ser una herramienta transformadora para enfrentar los retos asociados con el envejecimiento poblacional. A través de la promoción de cooperativas, asociaciones y redes de colaboración, se pueden crear espacios donde los adultos mayores participen activamente en la producción, intercambio y consumo de bienes y servicios de manera inclusiva.

Estas iniciativas no solo fomentan la sostenibilidad económica, sino también la integración social, al reconocer y valorar los saberes y la experiencia de los adultos mayores. Por ejemplo:

• Promoción de redes de apoyo comunitario: Estas redes pueden facilitar el acceso a alimentos producidos localmente y promover el consumo responsable, garantizando la seguridad alimentaria de los adultos mayores.

• Creación de programas de formación y mentoría: Aprovechando la experiencia de los adultos mayores, estos programas pueden contribuir a la transmisión de conocimientos a generaciones más jóvenes y ofrecerles oportunidades de aprendizaje y empleo.

• Fomento de proyectos intergeneracionales: Iniciativas que conecten a adultos mayores con jóvenes en actividades cooperativas pueden fortalecer el tejido social, promoviendo una cultura de respeto mutuo y aprendizaje compartido.

Reflexionamos

Es fundamental reconocer la invaluable contribución de los adultos mayores en Costa Rica. Las organizaciones sociales y la economía solidaria tienen un rol crucial en la promoción de una vejez digna e inclusiva. Esto no solo implica garantizar el acceso a servicios de salud y apoyo social adecuados, sino también permitir que los adultos mayores participen activamente en la sociedad mediante proyectos comunitarios basados en la solidaridad y la asociatividad.

Al integrar los principios de la economía solidaria en las políticas públicas y las iniciativas comunitarias, no solo se mejora la calidad de vida de esta población, sino que se construye un modelo más equitativo y humano de desarrollo, en beneficio de todas las generaciones.

Imagen: Laura Rodríguez Rodríguez / UCR.

Contexto actual de la asociatividad en Costa Rica 2024

Carlos Hernández Cokomal / Redess
carloscokomal.p@gmail.com

En Costa Rica, la asociatividad emerge como mecanismo organizativo clave para las comunidades, permitiendo a sus miembros generar ingresos, proteger sus territorios y enfrentar adversidades, además de influir en la gestión municipal para asegurar el acceso a recursos y servicios esenciales. La existencia de 31 asociaciones municipales, que abarcan el 90% del territorio nacional y acogen al 85% de la población, evidencia su rol crucial en el impulso del desarrollo local, la participación ciudadana y la innovación. Nuestra organización Cokomal / Redess apoya decididamente estas asociaciones, promoviendo su consolidación y crecimiento, ya que consideramos que la asociatividad es un pilar esencial para avanzar hacia una gobernanza democrática, inclusiva y sostenible.

La crisis sanitaria provocada por la pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto adverso en la economía de las asociaciones de pequeños productores en Costa Rica, incluso después de tres años, agudizando la desigualdad global, la recesión económica, la vulnerabilidad social, el autoritarismo, la exclusión, el feminicidio, así como el conflicto y el descontento social. El informe del Estado de la Nación resalta las dificultades que estos grupos enfrentan para obtener financiamiento, acceder a mercados y servicios públicos, sumado a la reducción de ingresos y el aumento de los costos operativos. Se recomienda intensificar las políticas de apoyo público a estas asociaciones y promover la innovación, diversificación y sostenibilidad ambiental en sus actividades.

A pesar de que la información disponible sobre la cantidad de asociaciones de pequeños productores en Costa Rica es escasa, los datos aportados por el informe del Estado de la Nación reflejan su importancia y vitalidad. Es imperativo realizar esfuerzos para obtener datos más precisos y detallados de la situación socio económica que faciliten una mejor comprensión y un apoyo más efectivo a estas asociaciones, fundamentales para la economía solidaria y el entramado social del país.

La asociatividad frente a la crisis económica, social y política como resultado de la pandemia

Carlos Hernández / Equipo dinamizador Red Economía Social Solidaria / RedESS

“La pandemia es el shock productivo, fiscal y social potencialmente más grave en la historia moderna del país”. Estado de la Nación

Frente a la crisis y el impacto de la pandemia en las comunidades rurales de nuestro país, encontramos a las organizaciones afectadas reagrupándose tratando de generar soluciones ante la ausencia y abandono de la institucionalidad, varios meses en los que nos hemos encontrado con dificultades y barreras, la incontrolable transmisibilidad del virus, la paralización de las actividades económicas en los territorios. Ha sido explícita la solicitud permanente de diversos sectores de solicitar medidas concretas orientadas a reactivar la economía. Incluso en países con economías más fuertes que cuentan con más recursos para articular una respuesta urgente y adecuada para afrontar este desafío, la recuperación está muy lejos de haberse conseguido.

La pandemia ha evidenciado con mayor fuerza un modelo de pobreza y exclusión, solo algunos cuantos en estos tiempos han incrementado su ganancias, todas las medidas en términos de política han sido para favorecer las grandes empresas, han sido incapaces de articular una respuesta coordinada y funcional, capaz de amortiguar los efectos en los sectores más vulnerables, ya lo estamos viendo frente a la crisis, las recetas han sido recortes a programas sociales y debilitamiento de la atención institucional en los territorios.

Ante esta situación a las organizaciones no les ha sido fácil gestionar la crisis económica que les impacta. La mayor dificultad se expresa en restricciones de movilidad, el cierre de los mercados locales con un impacto adverso sobre su capacidad de comercializar los alimentos, lo que afecta por tanto su ingreso y su derecho a un nivel de vida adecuado; además, la vida organizativa trastocada y con dificultades de comunicación y acceso virtual.

Por lo que es de urgencia para nosotros, como RedESS, la defensa de los sistemas alimentarios locales, la seguridad y soberanía alimentaria. Iniciativas de las organizaciones territoriales campesinas familiares impulsan con creatividad, diversas estrategias. Sus iniciativas incluyen la elaboración de protocolos de bioseguridad, fomentar las prácticas agroecológicas, ventas a domicilio, trueque, y otras para sostener los espacios de comercialización propios, acciones de incidencia en los territorios para lograr que se mantengan las formas de producción y comercialización propias, mercados solidarios territoriales y locales.

Un gran esfuerzo de reorganizarse, generar alianzas, crear las condiciones que motiven y den esperanza por parte de todas las personas que creemos en otra economía posible y que entendemos que solo fortaleciendo el tejido organizativo y las iniciativas en estas circunstancias de sobrevivencia y resistencia.