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Etiqueta: Bicentenario

La disolución de los colores

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

“Los mexicanos nacemos donde nos de la gana”, habría dicho alguna vez una exhultante Chavela Vargas al preguntársele por su origen costarricense, tan atravesado y complejo como el que más en su hoja de vida.

Como una sanción premonitoria, a la vuelta de los años, otras figuras públicas habrían de mostrar que no necesariamente el acto de nacer es realmente el que te permite hacerte con una ciudadanía, una legitimidad, una identidad.

Lo hizo el futbolista de origen nicaragüense Óscar Duarte que, luego de su destacada participación en el Campeonato Mundial de Fútbol Brasil 2014, fue recibido con honores en su pueblo de origen.

También el surfista Carlos “Cali” Muñoz nacido en Granada, Nicaragua, que será recordado no solo por su desempeño de alto nivel en el deporte, sino por haber protagonizado uno de los viajes de última hora más intensos que se recuerden para un atleta invitado al filo de la hora a participar en las justas olímpicas. Al final no logró su objetivo de representar a Costa Rica en la competencia, pero en la retina y memoria colectiva quedará ese periplo contra el tiempo, contra la inclemencia de un temporal devastador en el Atlántico del país que bloqueó por horas su intención de llegar al aeropuerto, los vuelos y conexiones perdidas. No tuvo la posibilidad de competir en uno de los “heats” eliminatorios de su disciplina. Pero la gente le aplaudió su gesto.

Años antes, sin embargo, no eran aplausos lo que el deportista recibía. En una entrevista para el medio digital delfino.cr, Muñoz dijo haber experimentado discriminación por su nacionalidad en el ámbito escolar, un desafío que permanece hasta el día hoy en los centros del sistema educativo costarricense.

De madre hawaiana y padre estadounidense, la surfista Brisa Tomy Henessy Kobara representó al país con buen suceso, también en la disciplina del surf. Nacida en San José, casi toda su carrera profesional la ha desarrollado en el extranjero. Su tabla de surf fue prácticamente un lienzo que mostró una y otra vez al mundo los colores de la bandera costarricense, artísticamente diseñados. Su “pura vida” matizado con un claro acento extranjero revela la mezcla que presentamos como país, a pesar de las escencialidades impuestas, los marcajes identitarios puritanos y desfasados de la historia de un país compuesto por «arroz y frijoles», una mezcla finamente metaforizada en el documental «Si no es Dinga», producido en 2014 por La Traviesa Producciones en Costa Rica.

A finales de la década de los años ochenta y principios de los años noventa, el artista japonés Yukinori Yanagi exponía al mundo una acción performática consistente en colocar hormigas obreras en compartimentos de arena de colores representando varias banderas del mundo. El “acto” consistía en una lenta difuminación de las banderas como producto de la acción natural de las hormigas.

Era la época de anunciación de un sentido planetario: la globalización había llegado y se intuía, tal y como Yanagi proponía, que las fronteras desaparecerían y con ellas los rituales de piedra de las identidades monolíticas y nacionalistas. Estaba equivocado.

Ni las cajas de plástico, tubos, tuberías, arena coloreada y mucho menos las hormigas obreras utilizadas por Yanagi, fueron suficientes para advertir ese sentido pétreo con que hoy se defiende cierta identidad esencializada y los nacionalismos.

Es cierto, si, que las banderas han adquirido otro significado en medio de los procesos de globalización y planetarizacion constante. Tanto se han disuelto, que causan confusiones extremas como la que sucedió a un equipo periodístico costarricense que emitía en vivo la maratón olímpica masculina recién transcurrida. Al anunciarse al maratonista coreano OH J, los periodistas indicaron que claramente no era de ese país. “debe ser keniano” dijeron. Efectivamente, de origen africano, el deportista representó a Korea del Sur en la competencia.

Con algo de congoja e incertidumbre, celebramos las fechas de conmemoración del bicentenario “formal” de la independencia. Las narrativas hacia esa identidad tallada en piedra estarán a la orden del día. Pero también otras formas de nombrarla y cuestionarla. Seamos las hormigas de Yanagi. Disolvamos los colores y abrámonos hacia nuevas experiencias colectivas donde el reconocimiento de las diferencias colectivas sea la norma.

 

Imagen: http://xuku-va.blogspot.com/2011/08/yukinori-yanagi.html

¿Nos conmueven estas cifras?

Óscar Madrigal

Según el último Informe del Estado de la Educación:

En materno y guardaría en 2019 los alumnos en pobreza eran el 36.2% y en 2020 aumentaron a 41%.

En preescolar en 2019 eran 36.6% y en 2020 41,9%.

En primaria en 2019 fueron 37.3% y en 2020 43,6%.

En secundaria en 2019 eran 30,9% y en 2020 40%.

¿Qué país tenemos? Si antes de la pandemia mucho más de un tercio de los estudiantes o alumnos de todos los niveles vivían en pobreza y con la pandemia resulta que más del 40% de todos los niños, niñas y adolescentes del país viven en pobreza, resulta que tenemos un país que condena al segmento más importante de la población a vivir en la pobreza.

¿Qué país estamos construyendo? Con estas cifras no resulta difícil concluir que para ese enorme grupo social sus posibilidades de un futuro mejor están muy reducidas. Estamos perpetuando el círculo de la pobreza.

Y lo dramático es que no son cifras; son niñas, niños, adolescentes, con rostro humano, personas, que viven pobremente, muchos en la miseria. Un grupo, no mayoritario, viven de los “diarios” que reciben en los centros educativos, entre los alimentos 600 gramos de carne, que deben alcanzar para todo el mes y, en muchos casos, para toda la familia.

El año pasado 27.254 estudiantes pidieron paquetes de alimentos, pero el MEP se los negó por falta de recursos.

Mientras tanto, hoy mismo la prensa informa que Costa Rica alcanzó un superávit primario de más de ¢100 mil millones para gran conformidad con el FMI.

Es la Costa Rica del Bicentenario para desgracia de muchos.

Material didáctico para conmemorar el Bicentenario

La serie bajo el nombre: “Aprendemos felices», es un material didáctico dirigido a conmemorar la celebración del Bicentenario en Costa Rica.

Desde el Magisterio Nacional se crea este material para que, con consciencia y entusiasmo, reinventarse y transformarse desde el currículo real sobre la celebración. 

En el archivo adjunto podrá encontrar Rompecabezas, Banderas y mapa de Centroamérica. El juego contiene 7 rompecabezas con las 6 banderas nacionales de la región centroamericana.

 

Información compartida con SURCOS por María Trejos Montero.

Foro: Bicentenario C.A. «No son 200 sino 500 de Resistencia»

El próximo 14 de septiembre a las 9:00 p.m. (New York), 8:00 p.m. (Panamá) 7:00 p.m. (C.A.) se llevará a cabo el foro Bicentenario C.A. «No son 200 sino 500 de Resistencia». Se contará con la participación de expertos/as de Sur América, Centro América y EE. UU: 

  • Moisés Carrasquilia (Panamá). Tema: Independencia de las colonias, de la monarquía de España
  • Alfonso Pardo (Costa Rica) Tema: Mujeres: Resistencia y Bicentenario 
  • Trino Barrantes Araya. (Costa Rica) Tema: La crisis de la independencia Contexto histórico y las perspectivas de la Izquierda 
  • Roberto Quesada Tema: Francisco Morazán: La Lucha Continúa 
  • Sonia Ominar Tema: El Salvador, el pulgarcito de América en eterna rebeldía.
  •  Sandra Morán. Tema: Luchas resistencias hacia un Estado Plurinacional para una verdadera independencia 
  • Jaime Caycedo, desarrollara las conclusiones 

La transmisión se llevará a cabo vía Facebook Live: Partido Libre D19 USA-Canadá o por medio de la plataforma ZOOM. Para asistir por Zoom favor escribir al WhatsApp: 917-770-5142. 

 

Compartido con SURCOS por Trino Barrantes Araya.

La Revolución Francesa: repercusiones políticas y sociales

Las luchas revolucionarias independentistas en la América española y los derechos del hombre

Vladimir de la Cruz de Lemos

(Primera parte de la conferencia dada, el jueves 29 de julio del 2021, en el ciclo de Actividades y Conferencias “Camino a la Celebración de la Independencia de Centroamérica”, organizadas por la Biblioteca Nacional, la Cátedra Enrique Macaya, de la Escuela de Estudios Generales de la Universidad de Costa Rica, y el Instituto de Estudios en Democracia del Tribunal Supremo de Elecciones, publicada en Wall Street International Magazine,

https://wsimag.com/es/cultura/66738-la-revolucion-francesa-repercusiones-politicas-y-sociales, el 23 de agosto del 2021)

Podemos considerar a la Revolución Francesa como la Revolución Madre de los procesos históricos, que le siguen en todas partes del mundo, y en cierta forma, también, de todos los grandes procesos revolucionarios que se dieron hasta el siglo XX, que marcan la llamada Época Contemporánea, que llega hasta nuestros días, Revolución que justamente da inicio con este período histórico, que es el proceso político social que derrumba la monarquía francesa, y simbólicamente acaba con los sistemas monárquicos, con el llamado viejo régimen, con el absolutismo, con el teocratismo político, dando paso a los sistemas republicanos, contractualistas, constitucionalistas y exaltadores de las Libertades y Derechos de los Hombres y los Ciudadanos, superando los sistemas que descansaban en la servidumbre y el vasallaje, colocando al Ciudadano como el personaje y actor social y político de nuestro tiempo.

Con la Revolución Francesa se inicia la lucha por la construcción del sistema republicano en Europa, que proyecta sus ideas y valores liberales y republicanos en las batallas y guerras de liberación anticolonial del siglo XIX, en regiones como la América Latina, prácticamente desde su origen, en cuanto muchos de los próceres de la lucha por la Independencia de América, especialmente de la América del Sur estuvieron ligados al proceso revolucionario francés, uno de ellos, quizá el más destacado, Francisco Miranda, quien también participó en la lucha de la Independencia de los Estados Unidos, de las 13 Colonias inglesas, y en la propia Revolución Francesa ganándose el sitio de honor de que su nombre, del único americano en ese sitio, esté en el Arco del Triunfo en París. De esta manera, Francisco Miranda participó activamente en las tres grandes gestas libertadoras, revolucionarias, en los movimientos políticos más importantes que sacuden el mundo a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, la Guerra de Independencia de las 13 colonias americanas que producen a los Estados Unidos, la Revolución Francesa y los movimientos de independencia y revolucionarios de la América española. En la Revolución Francesa llegó a obtener el grado de Mariscal de Francia.

Su estancia y vida en Europa, en Francia e Inglaterra, principalmente, sus viajes y amistades prácticamente en toda Europa, le van a permitir buscar los apoyos necesarios con algunas casas monárquicas europeas, aprovechando sus contradicciones con la española, para buscar esos auxilios para la causa de la independencia de las colonias españolas.

El período de las luchas revolucionarias independentistas en la América española se proyecta desde 1790 hasta 1826. Por ello en lo que nos interesa, de la celebración del Bicentenario de la Independencia de Centroamérica y de Costa Rica debemos destacar la importancia de la Revolución Francesa, y su impacto y proyección política y social.

El recordar la Revolución Francesa nos permite afirmar que la Historia la hacen los hombres y las mujeres, las hacen los pueblos.

La Revolución Francesa, sin lugar a dudas, tiene una múltiple repercusión política y social, en su época, que llega hasta nuestros días, de lo cual destacaré algunas de esas manifestaciones.

Con la Revolución Francesa surge la clase burguesa y la clase obrera

La Revolución Francesa fue por su contenido una Revolución burguesa, por cuanto le quitó de las manos el poder a la nobleza y lo puso en manos de la burguesía, naciente como clase en ese momento. Pero, al mismo tiempo fue una Revolución Democrática Popular, en tanto las capas populares le imprimieron sus demandas. De igual manera, nacía la clase obrera.

Las actividades principales de concentración obrera estaban en las jabonerías, las industrias licoreras, el algodón, el azúcar, las textileras, las refinadoras y los astilleros y, en París, las artesanías.

En 1789 la clase obrera francesa estaba dispersa. Las formas de explotación eran variadas, predominando los obreros fabriles y los artesanos. Estos estaban más sometidos a la explotación de los comerciantes. Ambos sectores, proletarios y artesanos, tenían salarios muy bajos, poco poder adquisitivo del dinero y un elevado costo de la vida.

En 1789 la clase obrera francesa estaba dispersa. En estas condiciones dio su apoyo a la lucha desarrollada por las capas medias y la burguesía revolucionaria y progresista. A pesar de ello desempeñó un papel activo en distintos momentos de la Revolución, así por ejemplo, el 14 de julio en la toma de La Bastilla, obra del pueblo parisino, los carpinteros desempeñaron un papel activo y hubo varios obreros muertos; lucharon los obreros y las masas populares en la Constituyente por el voto que les fue negado como derecho; en 1791 los trabajadores de la construcción en París lucharon por mejorar sus condiciones de vida.

Resultado de esta lucha fue la Ley Chapelier, el 14 de junio, por la cual se impidió la organización obrera. Inicialmente esta ley estuvo orientada a la destrucción y liquidación de los gremios. Entre sus alcances afectó a los propios abogados a quienes se les prohibió el ejercicio de la abogacía. Dispuso también la prohibición de asociaciones de personas de un mismo oficio u ocupación, norma que se proyectó a los países occidentales hasta mediados del siglo XIX, prohibiendo con ello la propia acción sindical. En Francia la Ley Chapelier llegó hasta los tiempos de Napoleón.

El 17 de julio una manifestación obrera que pedía el destronamiento de Luis XVI fue reprimida por La Fayette, en el Campo Marte, momento de viraje de la Revolución en el cual la burguesía francesa empezó a enfrentarse a los sectores obreros, los artesanos y al pueblo en general que levantaron la bandera de la República y la Democracia.

La Constituyente de 1791 excluyó de la participación política y de la Guardia Nacional a quienes no podían pagar impuestos mínimos, a los que se les llamaba ciudadanos «pasivos».

El 10 de agosto de 1792 las masas populares parisinas y marsellesas asaltaron las Tullerías, lo cual obligó a la convocatoria de la Convención Nacional, elegida por voto universal. En setiembre esta participación hizo posible la proclamación de la República y la llamada Victoria de Valmy. Los jacobinos lograron imponerse, con apoyo en estos sectores populares y pudieron, entre otras cosas, detener y aplastar la reacción extranjera contrarrevolucionaria.

El 31 de mayo de 1793 la invasión ejecutada por los obreros de la Convención facilitó la caída de los girondinos el 2 de junio y la victoria de los sans-coulottes. Así, la clase obrera participó activamente en la defensa de la Revolución, de su independencia y de las libertades conquistadas, como en la elaboración de armas, lo cual impulsó el Comité de Salvación Pública, el 23 de agosto de 1793. La Convención, finalmente, estableció la igualdad ante la ley, fortaleció el derecho a la educación y abolió los derechos feudales.

Los movimientos populares y de la clase obrera francesa, de mayo, originaron a principios del siglo XX, muchas evocaciones a las movilizaciones dadas en esos meses del calendario revolucionario, de los meses la primavera, de Pradial y Germinal, provocando el surgimiento de asociaciones, grupos culturales, nombres de publicaciones que se titulaban o nombraban con “Germinal”, como sucedió en Costa Rica con el Grupo que así surgió en 1909, con la participación, entre otros, de Joaquín García Monge, Omar Dengo, José María Zeledón Brenes, Carmen Lyra, y con las publicaciones que también así se llamaron.

En esos años, de la Revolución, el campesinado francés desempeñó un papel muy importante como aliado de los sectores urbanos y estableció la premisa histórica de la alianza con la clase obrera, en la lucha por la emancipación total, que después, durante el proceso y la gestación de la Revolución Rusa, dio pie para que Lenin elaborara, de mejor forma, la teoría y la acción política de la alianza obrero campesina, concepto clave en ese proceso revolucionario.

La clase obrera francesa en los días de la Revolución se estimaba en unos 600.000 proletarios en una población de 25 millones; Marsella tenía 80.000 asalariados, Lyon, 58.000, Reims y San Quintín, 60.000. Las actividades principales de concentración obrera estaban en el azúcar, las jabonerías, las industrias licoreras, el algodón, las textilerías, las refinadoras y los astilleros y, en París, las artesanías.

En 1789 la clase obrera francesa estaba dispersa, mientras las clases campesinas representaban el 92% de la población francesa, unos 22 millones de personas en 1789, que era campesina.

La democracia lograda en 1789 fue el resultado de la incorporación de estos campesinos y de esta alianza, a pesar de que a un gran número de campesinos les fue imposible adquirir tierras como resultado de la venta de la propiedad nacional, la redistribución de la tierra, la abolición sin indemnización de los derechos feudales, los diezmos y la imposibilidad de ejecución de las leyes agrarias impulsadas por los jacobinos en la Convención. Sucedió algo parecido durante la Revolución Rusa cuando el Zar dispuso, en la segunda mitad del siglo XIX, liberar de la servidumbre a los campesinos, darles tierras y al mismo tiempo gravarles sus actividades, al punto que preferían seguir siendo siervos y vasallos, motivo por el cual Lenin encontró elementos claves para llamarlos a su Revolución, y establecer como uno de sus primeros tres decretos el de La Tierra, con lo que se ganó políticamente al campesinado.

Así, la Democracia lograda en 1789 fue el resultado de la incorporación de estos campesinos y de esta alianza, a pesar de que a un gran número de campesinos les fue imposible adquirir tierras como resultado de la venta de la propiedad nacional, la redistribución de la tierra, la abolición sin indemnización de los derechos feudales, los diezmos y la imposibilidad de ejecución de las leyes agrarias impulsadas por los jacobinos en la Convención.

Los socialistas utópicos en la Revolución Francesa

Las primeras manifestaciones importantes de las corrientes socialistas, que van a desarrollarse con más fuerza en el siglo XIX y XX, surgen durante los tiempos de la Revolución, entre ellas las corrientes del socialismo utópico, anteriores y contemporáneas luego a los fundadores del socialismo científico, Carlos Marx y Federico Engels.

En el seno del movimiento revolucionario francés destacó Graco Babeuf, el precursor más importante del socialismo científico, quien comprendió que no podía existir igualdad social mientras la sociedad estuviera dividida en clases y se tolerare y permitiera la explotación del hombre por el hombre. Por ello Babeuf vio en la Revolución Francesa la antesala de una Revolución mayor.

En el Manifiesto de los Iguales, Babeuf, así lo señala: «La Revolución Francesa no es más que el postillón de otra revolución mucho más grande, mucho más solemne, que será la última».

Babeuf criticó severamente la propia Declaración de Derechos y procuró su radicalización al reclamar «la igualdad de derechos, la igualdad real o la muerte». Babeuf se propuso la insurrección de los pobres contra los ricos.

A Babeuf le siguió Saint Simón, otro precursor, quien abogó por el impulso de reformas a la sociedad. De él es la máxima «A cada uno según su capacidad; a cada capacidad, según su trabajo».

Saint Simón estimó que el reino del terror en Francia fue el reino de las clases desposeídas.

También destacaron Charles Fourier, un crítico de la situación social francesa y Etienne Cabet, quien propuso la instauración pacífica de la sociedad comunista, ya que veía con temor las derrotas sufridas por la clase obrera durante el proceso revolucionario surgido en 1789. Fourier propició la creación de ciudades modelo, bajo el principio de asociación, donde descansaba la felicidad del pueblo. La violencia de la Revolución Francesa le asustaba.

Cabet, de modo particular se proyectó en Estados Unidos, junto con Considérant, el inglés Roberto Owen y el alemán Guillermo Weitling. Sus ideas prendieron en los Estados Unidos en un destacado grupo de escritores entre los que estaban Ralph W. Emerson, Henry David Thoreau, Nataniel Hawthorne, quienes entre 1840-1846 trataron de crear una granja colectivista cerca de Boston. Charles Fourier también hizo su propio intento en Red Bank. Experiencias utópicas también se procuraron realizar en Chile, Río de la Plata, Buenos Aires y México.

Las ideas de Graco Babeuf nuevamente se levantaron en Francia con la Revolución de 1830, impulsadas por Filippo Bounarotti. Este, desde 1821, y durante el período de la restauración borbónica, participaba de las sociedades secretas inspiradas en las de los carbonarios italianos. Una de ellas, la de «Los Amigos de la Verdad» estaba dirigida por Saint Amand Bazard y Bucher, estudiantes de medicina influidos por Filippo Bounarotti y Louis Auguste Blanqui.

En 1831 y 1834 se realizaron dos grandes movimientos huelguísticos de los trabajadores de Lyon. En 1839 existían cuatro sociedades secretas más: «Los Amigos del Pueblo», «La Sociedad de los del Derecho del Hombre», «La Sociedad de las Familias» y «La Sociedad de las Estaciones», las dos últimas con tendencias socialistas.

La insurrección de mayo de 1839, organizada por «La Sociedad de las Estaciones» provocó la condena a muerte de Blanqui y de Armand Barbes, sus jefes.

Así, la Revolución de 1789 impulsó universalmente los principios de la democracia e hizo surgir diversas expresiones de ideas socialistas, semisocialistas; algunas de esas cubiertas de cierto religiosismo.

Los conceptos de izquierda y derecha

Se asocia a la Revolución Francesa los conceptos políticos de izquierda y de derecha que llegan hasta nuestros días. Esto tiene que ver con los grupos políticos principales dentro de la Revolución, que se agrupaban alrededor de los movimientos políticos, o partidos que identificación de intereses existían, bajo la denominación de la Gironda y los Jacobinos, siendo los girondinos los conservadores, representantes del Departamento de la Gironda, creado durante la Revolución, que fueron reprimidos durante el período del llamado Terror, de la Revolución Francesa, y los jacobinos los revolucionarios o radicales dentro del proceso revolucionario francés, por la ubicación que tuvieron ellos en el seno de la Asamblea Francesa, de la Convención Nacional, donde los miembros de la Gironda se sentaban o ubicaban a la derecha y los Jacobinos a la izquierda.

La Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano

Una de la repercusiones más importantes a nivel mundial, hasta hoy día, fue la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, del 26 de agosto de 1789. En esta Declaración se dijo que “la ignorancia, el olvido o el menosprecio de los derechos del hombre son las únicas causas de las calamidades públicas y de la corrupción de los gobiernos”, a propósito de los escándalos recientes de corrupción en el país.

De seguido se planteaba, la Declaración, exponer “los derechos naturales, inalienables y sagrados del hombre, a fin de que esta declaración, constantemente presente para todos los miembros del cuerpo social, les recuerde sin cesar sus derechos y sus deberes; a fin de que los actos del poder legislativo y del poder ejecutivo, al poder cotejarse a cada instante con la finalidad de toda institución política, sean más respetados y para que las reclamaciones de los ciudadanos, en adelante fundadas en principios simples e indiscutibles, redunden siempre en beneficio del mantenimiento de la Constitución y de la felicidad de todos.”

Distinción importante es la de Hombres y Ciudadanos, en el sentido de que los Derechos del Hombre son aquellos generales, universales, para todos los Hombres, considerados “derechos naturales”, que por su condición de seres humanos los tienen, independientemente de su condición nacional, mientras los referidos a los Ciudadanos son aquellos que son propios de los que dicte cada sociedad política. Por ello los Derechos del Hombre son universales, mientras los del Ciudadano son particulares.

Así tenemos, entre los Derechos proclamados el de que “los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos”, y que “las distinciones sociales sólo pueden fundarse en la utilidad común.”

De los Derechos más importantes están, declarados de modo imprescriptible del Hombre, “la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión”, valores que hoy exaltamos en todas las sociedades modernas.

El Derecho “a la resistencia a la opresión” es quizá el más trascendente porque es el que asegura el conjunto de todos los derechos, y garantiza el funcionamiento del Pacto Social, de manera que si el gobernante que resulta de ese Pacto traiciona su mandato, se vuelve un déspota, un tirano, un dictador, un sátrapa, gobierna contra el pueblo, o viola la esencia de la voluntad general que le fue delegada, el Pueblo, el Hombre, tiene un derecho natural a la rebelión, a resistir a ese gobernante, a cambiarlo, para que de esa manera se vuelva a establecer el Pacto y la relación armónica que debe haber entre Gobernante y gobernados, entre Mandatario Político y mandantes, el Pueblo. Este principio de la “resistencia”, de “rebelión”, fue establecido en la Constitución Política de Costa Rica de 1844. Lo eliminaron en las siguientes constituciones del país, pero sigue siendo un Derecho imprescriptible proclamado por la Declaración de los Derechos, hija de la Revolución Francesa.

Otro Derecho, que se recoge como principio constitucional en Costa Rica es que la “soberanía reside esencialmente en la Nación”, y que “ningún cuerpo, ningún individuo, pueden ejercer una autoridad que no emane expresamente de ella.”

Otros Derechos proclamados, inscritos en Costa Rica, son que “La libertad consiste en poder hacer todo aquello que no perjudique a otro: por eso, el ejercicio de los derechos naturales de cada hombre no tiene otros límites que los que garantizan a los demás miembros de la sociedad el goce de estos mismos derechos. Tales límites sólo pueden ser determinados por la ley” y, que “la ley sólo tiene derecho a prohibir los actos perjudiciales para la sociedad. Nada que no esté prohibido por la ley puede ser impedido, y nadie puede ser constreñido a hacer algo que ésta no ordene.”, elemento clave del Estado de Derecho que tenemos.

Igual en el concepto de que “la ley es la expresión de la voluntad general. Todos los ciudadanos tienen derecho a contribuir a su elaboración, personalmente o por medio de sus representantes. Debe ser la misma para todos, ya sea que proteja o que sancione.”

Igual, el que “ningún hombre puede ser acusado, arrestado o detenido, como no sea en los casos determinados por la ley y con arreglo a las formas que ésta ha prescrito. Quienes soliciten, cursen, ejecuten o hagan ejecutar órdenes arbitrarias deberán ser castigados; pero todo ciudadano convocado o aprehendido en virtud de la ley debe obedecer de inmediato; es culpable si opone resistencia.” Del mismo modo que “la ley sólo debe establecer penas estricta y evidentemente necesarias, y nadie puede ser castigado sino en virtud de una ley establecida y promulgada con anterioridad al delito, y aplicada legalmente.”.

Los Derechos proclamados en los artículos 9, 10 y 11 de la Declaración están en nuestro orden constitucional, como son la presunción de inocencia, el que “nadie debe ser incomodado por sus opiniones, inclusive religiosas, a condición de que su manifestación no perturbe el orden público establecido por la ley” y, el de “la libre comunicación de pensamientos y de opiniones es uno de los derechos más preciosos del hombre; en consecuencia, todo ciudadano puede hablar, escribir e imprimir
libremente, a trueque de responder del abuso de esta libertad en los casos determinados por la ley.”

Un Derecho importante es el de que “Los ciudadanos tienen el derecho de comprobar, por sí mismos o a través de sus representantes, la necesidad de la contribución pública, de aceptarla libremente, de vigilar su empleo y de determinar su prorrata, su base, su recaudación y su duración”. Este Derecho dio la base, en cierta forma, para los movimientos de Desobediencia Civil que se dieron en los Estados Unidos contra el pago de impuestos destinados a sufragar gastos de guerra, o militares, en el siglo XIX.

El Derecho de petición, de “pedir cuentas de su gestión a todo agente público”, fue establecido por la Declaración, y su último Derecho, también está establecido en nuestra Constitución, de que “Siendo la propiedad un derecho inviolable y sagrado, nadie puede ser privado de ella, salvo cuando la necesidad pública, legalmente comprobada, lo exija de modo evidente, y a condición de una justa y previa indemnización.”

El impacto de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano provocó que, en 1791, Olympe de Gouges, lanzara su Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, proclamada en nombre de “las madres, hijas, hermanas, representantes de la nación”, que “piden que se las constituya en asamblea nacional”, que se les reconozca políticamente, Declaración que es literalmente una copia de los Derechos proclamados en 1789, en casi todos sus puntos. Con esta Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, en cierta forma, se hacen surgir las luchas de las mujeres y de los movimientos llamados feministas. Al final de su Declaración expresaban que la Revolución Francesa las había prácticamente marginado.

Termina su Declaración diciendo: “Mujer, despierta; el rebato de la razón se hace oír en todo el universo; reconoce tus derechos… El hombre esclavo ha redoblado sus fuerzas y ha necesitado apelar a las tuyas para romper sus cadenas. Pero una vez en libertad, ha sido injusto con su compañera. ¡Oh, mujeres! ¡Mujeres! ¿Cuándo dejaréis de estar ciegas? ¿Qué ventajas habéis obtenido de la revolución? Un desprecio más marcado, un desdén más visible. […] Cualesquiera sean los obstáculos que os opongan, podéis superarlos; os basta con desearlo.”

Repercusiones de la Revolución Francesa en los movimientos independentistas latinoamericanos

Al enfatizar en el influjo de la Revolución Francesa, en Latinoamérica, en la lucha por su primera independencia, la de la administración colonial española, hay que destacar que las autoridades coloniales y los sectores que se oponían a las ansias de liberación americana acudían a la Revolución Francesa con el ánimo de asustar a las masas campesinas, esclavas o en estado de servidumbre y populares urbanas, para denigrar a los revolucionarios americanos. No casualmente llamaron a Bogotá el «segundo París», o dijeron que en Lima había jacobinos y amedrentaron con el terror revolucionario robesperiano.

También afirmaron que los curas de la independencia eran una especie de jacobinos con sotanas. Tampoco fue casual que a Mariano Moreno, de la Junta Revolucionaria de Buenos Aires se le acusara de intentar copiar a Robespierre y que el propio José Ingenieros haya destacado, en la importancia de su movimiento, la existencia de un partido jacobino; como no fue casual tampoco que al padre de la independencia de México, al cura Miguel Hidalgo, en el informe de su detención se dijera expresamente lo siguiente: «prisión del padre Hidalgo con toda la plana mayor de sus sanscoulots en Acatita de Baxan del Reyno de Nueva España». Hidalgo agitó las ideas de independencia nacional especialmente a través del periódico El Despertar Americano.

En la primera independencia de una colonia americana, la de Haití, hay quienes han visto allí un movimiento jacobinista negro. Al respecto, en París se formó una sociedad que pidió la abolición de la esclavitud y puso de ejemplo la situación de los esclavos en la colonias antillanas.

La Revolución Francesa en 1794 abolió la esclavitud, que había sido autorizada por el rey Luis XIII, en 1648, pero fue restablecida por Napoleón en 1802, hasta que en 1848 se abolió de manera definitiva.

La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano sirvió para alimentar esta ola de agitación, en la cual Vicente Ogé proclamó la rebelión en nombre de la igualdad. No casualmente el 28 de febrero de 1792, como resultado de esta violenta lucha en Haiti y Santo Domingo, la Asamblea Nacional francesa dispuso el ejercicio igualitario de derechos políticos para mulatos y negros. De hecho, Haiti se constituyó, con su Revolución e Independencia, en el primer país en abolir la esclavitud. En México con el Padre Miguel Hidalgo, en 1810, se proclamó la abolición de la esclavitud, con su Decreto del 6 de diciembre de ese año, siendo hasta 1829, el 15 de setiembre, ya México independiente que se abolió oficialmente la esclavitud en México, cuando en Centroamérica, bajo la República Federal, se hizo en 1824.

La ilustración o el clasisismo revolucionario francés, lo que en cierto modo correspondería al jacobinismo americano, podría ubicarse en los siguientes tres movimientos: el levantamiento de Vicente Ogé y Chavannes, en 1790, proceso que condujo a la Revolución haitiana, de 1804; la llamada Conspiración de los Franceses, de José Díaz, en Buenos Aires, en 1795, la cual evocó constantemente la Revolución y, en su nombre, y en el de la Convención, se asustó a quienes se oponían a la liberación de esclavos y, la Conspiración de Manuel Gual y José María de España, de 1797-1799, en Venezuela, que tanto influyó en Bolívar, con la marcha forzada de su maestro, y Maestro de América, Simón Carreño, conocido en la historia por su apellido materno Simón Rodríguez. En 1795 el levantamiento en Coro, Venezuela, procuró implantar «la ley francesa de la igualdad».

Radicales fueron los procesos de independencia americanos, porque iban a la raíz del problema de la dependencia, mas no necesariamente jacobinos, extremistas, en sus métodos robesperianos. El propio Francisco Miranda, impedía la jacobinización de la revolución americana.

El jacobinismo americano, si se pudiese utilizar el término, consistió en la participación de las masas campesinas y plebeyas urbanas en el curso de las luchas revolucionarias americanas. Aquí se gestaba embrionariamente la revolución burguesa americana, guiada por los criollos y la pequeña “burguesía” democrática, de muy semejante manera como sucedió en la Revolución Francesa.

Justo esta situación, fue la que facilitó globalmente la unidad “burguesía” agraria-pueblo para hacer triunfar definitivamente la guerra de liberación, en forma de Revolución y de movimientos de independencia, contra el antiguo régimen colonial español.

Simón Bolívar, José de San Martín, Bernardo O’Higgins y el propio Agustín de Iturbide, en México, con sus repercusiones hacia Centroamérica, representaron de diverso modo este fenómeno. De manera concreta Iturbide, con su plan de las tres garantías y la unidad de americanos y españoles sin distinción de castas ni privilegios, así lo afirmaba.

La circunstancia de que la tierra estuviera en manos de los criollos, actores importantes de este proceso, produjo que en el curso de las luchas por la independencia se llevaran a cabo acciones contra los criollos aristocráticos y contra las autoridades españolas simultáneamente, y no en pocas ocasiones, como sucedió con las movilizaciones de Boves, en Venezuela, o como se dio en los movimientos inconformistas en Centroamérica y en Costa Rica, contra los estancos y los estanquillos.

Esta situación produjo, también, que con el advenimiento de la Independencia la gran masa de campesinos y sectores populares urbanos no cambiara su situación social o de clase, ni tuviera un acceso directo al nuevo poder, ni a la tierra, situación, que por el contrario produjo las condiciones para el desarrollo de ciertas guerras civiles, al margen de la emancipación, de la liberación nacional o política y, que condujeron finalmente a consolidar el poder de los nuevos gobernantes o el papel hegemónico de ciertos sectores en el seno de las naciones y repúblicas emergentes latinoamericanas, manteniendo de hecho una situación similar, en la relación del poder, a la representada en el régimen colonial, con exclusiones y marginaciones sociales de nuevo tipo, respondiendo al nuevo modelo de construcción estatal que empezaron a darse y, respondiendo al nuevo modelo de violencia institucional que empezó a surgir, definiendo desde ese momento una sociedad dividida y dominada políticamente por ciertos grupos sociales, con raíces de la sociedad colonial.

Ello produjo, igualmente, que buena parte de los movimientos emancipadores no plantearan inicialmente la ruptura total con la metrópoli colonial y tan solo cuestionaran aspectos relacionados al orden económico-comercial en procura de una redefinición del pacto colonial, una especie de Revolución sin Revolución. Así, en Centroamérica, a finales del régimen colonial, se produjo un debate, particularmente en Guatemala, en el que se planteaba, por parte de un sector social, la libertad de comercio, sin ruptura del orden colonial.

La lección de la Revolución americana fue la lucha unitaria contra el enemigo común: el régimen colonial español, y no las contradicciones entre los diversos sectores que actuaban en el proceso, del mismo modo como la Revolución Francesa enseñó la unificación de todos los sectores sociales alrededor de la burguesía, impulsados por aquellos, que como los jacobinos, procuraban objetivos y luchas democráticas que ésta no levantaba. Por ello, y por los jacobinos, sobrevivieron las conquistas de la Revolución Francesa.

Un elemento trascendente de la Revolución Francesa al continente fue la traducción, por Antonio Nariño, en 1794, de la Declaración de los Derechos del Hombre y de los Ciudadanos, del 26 de agosto de 1789, plasmados en la primera Constitución revolucionaria francesa, de 1791. A partir de aquí en todas las primeras Constituciones de los países americanos se plasmarán los ideales, como derecho o libertades, de dicha Declaración.

Por estos años, durante el período 1810-1824, como expresión de la Revolución Francesa pueden apreciarse también los movimientos populares de México, los de Hidalgo y de Morelos, el de la República Oriental del Uruguay, con José Artigas, el de Buenos Aires con Mariano Moreno, con el impulso de Mayo y, en el Paraguay, con José Gaspar Rodríguez de Francia.

La ocupación napoleónica de España, que se proyectó hasta 1815, de modo indirecto impidió que España ejerciera una acción más firme contra los movimientos independentistas en el continente.

No casualmente fue hasta 1815, ya libre de Napoleón, que España trató de fortalecer sus ejércitos, acantonados principalmente en Perú.

Artigas, en Uruguay, recogió y desarrolló las luchas contra la dominación colonial española, los propios revolucionarios argentinos y el colonialismo portugués, afincado aún en el Brasil, y afirmó la independencia del Uruguay el cual era parte del Virreinato de la Plata.

A Artigas se le llamó «el Protector de los Pueblos Libres» en el Uruguay, Santa Fe, Misiones, Corrientes, Entre Ríos y gran parte de Córdoba. Quiso repartir la tierra, de modo que los más infelices fueran los más privilegiados; propuso expropiar los latifundios de los «malos europeos» como de los «peores americanos».

Por su parte la Revolución paraguaya se hizo en nombre del movimiento del 10 de mayo argentino. El Dr. Francia representaba el partido de los «nativos» frente a los «realistas», seguidores de la Junta de España y los «porteños», partidarios de Buenos Aires.

En el caso de México el enfrentamiento fue americanos contra españoles, movimiento en el cual se agruparon todos los sectores como resultado del llamado Grito de Dolores. Mientras tanto, en Centroamérica, se produjeron, al decir de nuestro gran historiador, Rafael Obregón Loría, movimientos inconformistas con la administración colonial española.

Napoleón no pudo imponer su dominio sobre España en las colonias del régimen monárquico. Los años de ocupación francesa de España no hicieron que las colonias hispanoamericanas perdieran su condición de colonias españolas. Tampoco proclamó la libertad de la colonias, ni por el impacto que pudo tener en ese sentido y en el mismo Napoleón la Independencia de Haití, en 1804. Francia siguió manteniéndose como un régimen colonial, aún bajo el sistema republicano, hasta adentrado el siglo XX.

Napoleón en España

La ocupación napoleónica de España estimuló los procesos independentistas en la América española. Contra la ocupación francesa se organizó el pueblo español, luchando por su Independencia, por su Libertad, por su Autonomía, por sacar a los franceses de España.

La Iglesia y los distintos sectores de la sociedad española actuaron contra los franceses.

De la misma manera los movimientos a favor de esa lucha también actuaron en el continente con el surgimiento de las Juntas, al igual que en España, por su Monarca.

Pero, al mismo tiempo provocaron levantar las mismas banderas, desde 1808, por la Independencia, la Libertad y la Autonomía de España, y por la expulsión de los españoles del continente, estimulando más los sentimientos independentistas y antimonárquicos. En América decenas de sacerdotes se identificaron con la causa independentista y dieron su vida por ella.

La Constitución de Bayona fue contrastada con la Constitución de Cádiz, con representantes llegados del continente, de América, impulsando las elecciones de sus diputados, haciendo una realidad la representación política en ese nivel parlamentario, donde Costa Rica eligió al Dr. Florencio del Castillo, quien se distinguió como uno de los mejores diputados de esas Cortes.

Peligran logros históricos de Costa Rica

A 200 años de la Independencia peligran logros históricos de Costa Rica

“El bicentenario nos sorprende en una coyuntura especialmente complicada por la pandemia del Covid-19, crisis que puede ser aprovechada para salir fortalecidos o debilitados como país y como región. A partir de lo visto hasta ahora, seguramente no saldremos mejor, con países que retroceden hacia estadios que, como en el caso de los países del Triángulo Norte, creíamos superados, y otros, como Costa Rica, donde logros históricos se están dilapidando rápidamente”, afirma Rafael Cuevas, historiador, escritor y académico del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional (IdelaUNA), al hacer un balance de la situación de Centroamérica, y en particular de Costa Rica, a 200 años de la Independencia.

Cuevas explica que –a diferencia del resto de países Centroamericanos, Costa Rica tempranamente en su vida republicana logró iniciar la construcción de un estado de derecho, que no giró en torno a la represión sino al consenso cimentado en políticas económicas y sociales más inclusivas.

Este proceso –añadese fortaleció a partir de la segunda mitad del siglo XX, lo cual le dio un perfil especial al país en el contexto regional y lo erigió en modelo de desarrollo de una nación sin mayores recursos naturales.

No obstante, en su criteriola implementación del modelo de desarrollo neoliberal a partir de la década de 1980 ha venido revirtiendo paulatinamente este proceso, y hoy pone a Costa Rica en serio peligro, amenazando con cambiar radicalmente su perfil económicosocial y aproximarla cada vez más a la situación que vive el resto de Centroamérica.

Y es que en medio de la coyuntura de la pandemia se han acelerado las reformas neoliberales, con una avalancha de proyectos de ley que golpean a la clase media.

“La clase media, cuya existencia es uno de los mayores logros de Costa Rica, está siendo diezmada, mientras los grandes capitales son protegidos; de ahí que el país se haya convertido en uno de los más desiguales del mundo, algo impensable hace unas décadas atrás”, subraya el académico, quien lamenta que en vez de aprovechar la conmemoración del bicentenario para reflexionar sobre lo positivo del modelo costarricense con miras a perfeccionarlo, se le esté echando por la borda sin mayores miramientos.

Ante este panorama, Cuevas no duda en afirmar que el mayor reto que se le presenta a Costa Rica en el bicentenario es precisamente revertir estas tendencias negativas que están cambiando su perfil como país.

¿Y Centroamérica…?

Si Costa Rica enfrenta el desafío de retener sus logros históricos, a Centroamérica como región el 200 aniversario la encuentra con retrocesos en los aún endebles estados de derecho, con brotes de autoritarismo y el incremento de problemas sociales endémicos, como la violencia y las migraciones forzadas.  

No sorprende, ya que la región históricamente ha tenido enormes dificultades para construir sociedades inclusivas en todos los órdenes, desde lo económico hasta lo cultural, como lo destaca el especialista de la UNA.

La oportunidad de revertir esta situación, luego de los años de la guerra en el siglo XX,  tuvo resultados decepcionantes, pues se mantienen y en algunos casos se profundizaron las causas que la provocan, lo que hace que Centroamérica esté en la actualidad entre las regiones con los peores índices de desarrollo.

Así las cosas, los retos que enfrentan los países centroamericanos son mayúsculos. Sin embargo, la situación precaria que sigue enfrentando la región no debe impedir reconocer que la independencia de Centroamérica –entendida en el contexto del proceso de descolonización entre finales del siglo XVIII y mediados del XIX “forma parte de un formidable avance de la humanidad hacia la autodeterminación de los pueblos”, como destaca el académico del Idela.

Eso sí, se trata –enfatiza de un proceso incompleto o limitado, en primer lugar porque fue dirigido por grupos sociales con intereses distantes de las necesidades de las mayorías y, en segundo lugar, porque la región casi inmediatamente cayó en la órbita de las grandes potencias, especialmente de los Estados Unidos, sobre todo por su posición geoestratégica derivada de su condición ístmica.

En este contexto, el académico admite que para extensos grupos sociales en la región hay poco que celebrar, dadas sus condiciones de existencia, en muchos casos paupérrimas. Por eso, más bien habla de conmemorar el bicentenario, lo que en este caso, significa recordar críticamente nuestro pasado para establecer las formas de perfeccionarlo.

Aunque considera que debe celebrarse la posibilidad a la que accedimos con la independencia de poder forjar el futuro desde nuestros propios intereses y necesidades, reconoce que precisamente una visión crítica nos muestra cómo, en buena medida, nuestros países no han sabido aprovecharla.

Costa Rica –insiste fue la excepción; por eso mismo, Cuevas hace un llamado de alerta ante la preocupante evidencia de que el país “precisamente en este momento, parece haber perdido el rumbo que siempre lo caracterizó”.

Visiones del bicentenario

El Instituto de Estudios Latinoamericanos (Idela) de la Facultad de Filosofía y Letras realizó un proyecto de investigación entre 2018 y 2020 que dio como resultado la próxima publicación por la Editorial Universidad Nacional (Euna) de tres tomos titulados Visiones sobre Centroamérica. En el 200 aniversario de su independencia, en el que participaron investigadores e investigadoras de Costa Rica, El Salvador, México, Cuba, Panamá, Venezuela, Perú, Ecuador, Brasil, Argentina, España y Rusia.

Se trata de un abordaje interdisciplinario, propio de la naturaleza académica del Idela, que abarca temas y problemas de muy variada índole en un lapso temporal que va, incluso, más allá de la independencia, tratando de mostrar las diversas formas como ha sido vista nuestra región, desde fuera y desde dentro, en estos doscientos años.

Con esta iniciativa –coordinada por el académico Rafael Cuevas la UNA hace su aporte a lo que debería haber sido un ejercicio nacional de reflexión sobre nuestro pasado republicano, para poder tirar las líneas maestras de nuestro desarrollo futuro, en concordancia con su carácter de universidad pública en la que se cultiva el pensamiento crítico.

***Mayores detalles con periodistas Oficina de Comunicación 8334-4150.

 

Compartido con SURCOS por UNA Comunicación.

Llamado en apoyo a la autonomía de los pueblos y territorios indígenas

LES INVITAMOS A ADHERIRSE A NIVEL PERSONAL Y/O COMO ORGANIZACION (enlace abajo)

En el mes del Bicentenario de la Independencia de España, se hace un llamado vehemente para que el Estado costarricense reconozca la autonomía de los pueblos indígenas. Hoy, en nuestro país, persiste la indolencia para brindarles protección ante las vejaciones y amenazas de muerte de las que son víctimas. Incluso, se ha pretendido dejar impunes los asesinatos de los líderes Sergio Rojas Ortiz y Jehry Rivera Rivera. Tampoco se les reconoce el derecho a sus tierras y, más bien, se protege a quienes las han usurpado. Para que, en el futuro, Costa Rica no tenga que avergonzarse por la violación de los derechos humanos de los pueblos originarios ni de ningún otro grupo humano, demostremos nuestra solidaridad al adherirnos a este llamado, antes del 30 de setiembre, a nivel personal y/o como organización.

En el siguiente enlace puede adherirse anotando sus datos https://forms.gle/TGfEAP7pDxE2LWqN6

Firmas responsables:
Isabel Ducca Durán
Confluencia Solidaria
Oscar Jara Holliday
CEAAL- Costa Rica

Compartido con SURCOS por María Trejos Montero e Isabel Ducca.

El Bicentenario de la Independencia de Centroamérica

El pasado 16 de agosto se abrieron las plicas de los Juegos Florales Hispanoamericanos de Quetzaltenango 2021 con el tema: El Bicentenario de la Independencia de Centroamérica.

Los premios fueron otorgados a: 

  • Novela: “La independencia”, de Mirta González Suárez (Costarricense)
  • Ensayo: “Memorial de la independencia centroamericana”, de Diego David Greene Martínez (Mexicano)
  • Poesía: “Bicentenario. Fulgor del maíz”, de Cesar Márquez de León Galindo (Guatemalteco)

En el siguiente enlace se encuentra el video apertura de plicas: https://www.facebook.com/MunicipalidadXela/videos/530610428018383

Publicación original en: https://www.facebook.com/100001106447146/posts/4351100168270155/?sfnsn=mo

Aspiraciones democráticas y descontento popular

Se invita al Coloquio Virtual “Aspiraciones democráticas y descontento popular: fuerza de la protesta social” el día 19 de agosto del 2021 de 6:00 pm a 8:00 pm, se contará con la participación de:

  • Juan Antonio Gutiérrez Slon.
  • Nora Garita Bonilla.
  • Sindy Mora Solano.

Modera: Norman José Solórzano Alfaro

La transmisión será por medio de la plataforma Zoom por medio del siguiente enlace: https://una-cr.-zoom.us/-j/898164644886, y por Facebook Live de la Vicerrectoría de extensión, UNA.

El carácter político de la religión en Centroamérica: pasado, presente y futuro. Reflexiones desde el Bicentenario

SURCOS comparte la siguiente información: 

El Centro de Investigación en Cultura y Desarrollo realizó la segunda actividad del ciclo de tertulia: “Bicentenario de la independencia de Centroamérica, titulada “El carácter político de la religión en Centroamérica: pasado, presente y futuro. Reflexiones desde el Bicentenario”, esta tuvo lugar el pasado viernes 6 de agosto a las 10 a.m y se transmitió por Facebook Live

Los panelistas invitados fueron:

  • Dra. María Victoria García Vettorazzi
  • Dr. Andrés Pérez Baltodano
  • Lic. Andrey Pineda Sancho

En la moderación estuvo:

  • Licda. Natalia Dobles Trejos

Le invitamos a ver la repetición del programa del CICDE en el siguiente link: https://fb.watch/7hREn17NRy/