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Etiqueta: Claudia Dobles Camargo

La Primera Dama Claudia Dobles Camargo

Vladimir de la Cruz

Damos el nombre de Primera Dama a las esposas, o compañeras, del Presidente de la República. Por extensión se ha ampliado el concepto a las esposas de quienes ejercieron el cargo de Jefes de Estado, antes de 1848.

A las esposas de los Gobernadores coloniales, y de quienes ejercieron el principal cargo de Gobierno o Administración colonial, antes de1821, no les alcanza el título de Primera Dama, que no existía para esa época, ni para ninguna mujer de alguno de esos funcionarios. A lo sumo el de ser su reconocida esposa, para lo cual su referencia era “Doña” o “Señora” si a su esposo se le llamaba “Don” o “Señor”.

Al “Don” correspondía la “Doña”, término que se sigue usando con bastante frecuencia, hoy más por respeto al referirse a una persona o a su esposa, del mismo modo que se usa “Señor” o “Señora”, generalmente para personas mayores, o por simple buena educación.

El “Don” y la “Doña” servía para distinguir a quienes tenían, o se les atribuía, origen noble, que reflejaba una clase social alta, frente a los plebeyos, que calificaba una clase social baja. El “Señor” se usa igualmente por respeto o cortesía, y se puede utilizar antecediendo nombre o apellido. Deviene su uso de los señoríos, de las tierras donadas o heredas que tenían también vasallos, conceptos que se proyectaron con la dominación española. Los señoríos prácticamente se abolieron con la Constitución de Cádiz en 1812. Los señores tenían derechos señoriales propios, entre ellos el de pernada, o el de prima noctis, con sus trabajadoras, o mujeres dependientes o vasallas.

Un Señor era un Amo, un Dueño, un Propietario, de cosas, lo que se extendía a personas. Era un Patrón o un Jefe, lo que reflejaba también una posición de mando y de dominio de una cosa, lo mismo que sobre uno o más criados. De aquí quizá derivaba la idea de “Señora de….”, poniéndose de seguido el apellido del esposo.

“Don” y “Señor” son hoy simples conceptos de tratamiento protocolario de nuestras relaciones sociales, que vienen desde la época colonial para nosotros, y de la tradición hispana que nos impusieron.

Al iniciar mis cursos en la Universidad siempre empezaba explicando esto para que no me llamaran Señor o Don, indicando que ninguno de mis estudiantes en ese momento sería considerado en esa condición de vasallo. Además les decía que no tenía raíz nobiliaria, aunque el Libro de El Quijote está dedicado a un pariente lejano, al Conde De Lemos. Que la mejor forma de llamarme era directamente por mi nombre, Vladimir, o de una forma respetuosa diciéndome Profesor, porque tenía el oficio de enseñar Historia, el curso en que se matriculaban a mi cargo.

Igualmente, les decía que en un régimen republicano lo más correcto era dirigirse a una persona diciéndole “Ciudadano” o “Ciudadana”, siguiéndole de su nombre, como a veces recordamos al Prócer de nuestra Independencia, al Ciudadano Pablo, a Pablo Alvarado Bonilla.

En la correspondencia oficial de la República de Costa Rica, y en la Protocolaria, así se debería estilar, Ciudadano…, Ciudadana…, siguiéndole el nombre o el cargo que tenga la persona. La Revolución Francesa fue la que introdujo la práctica de llamar “Ciudadano” o “Ciudadana” a las personas, reconociéndole con ello Derechos y Libertades, que no tenían los vasallos.

De esta forma, ni en la colonia, bajo la dominación española, ni en el período republicano inmediato a la Independencia, durante el Siglo XIX, y adentrado el Siglo XX, se denominó de una manera particular, y distinguida, a la esposa de quien ejercía la Jefatura de Estado o la Presidencia de la República, más allá de reconocerle su condición de esposa.

En algunos países a la esposa del Presidente la llamaban “la Presidenta”, sin tener carácter oficial, como todavía no lo tiene bien establecido. Así se le dijo, por ejemplo, en una ocasión, a la esposa del Primer Presidente de Estado de Costa Rica, José María Alfaro, en 1847, que usó el título de Presidente.

Señalo esto porque el concepto de Primera Dama se asocia a la tradición estadounidense, cuando se usó por primera vez, para referirse a la esposa del Presidente Rutherfod Hayes, quien asumió su Presidencia en 1877, y así se refirieron a ella en un artículo periodístico.

En 1911, con motivo de una comedia, “The First Lady in the Land”, que refería a Dolly Madison, esposa del Presidente James Madison, 1809-1817, empezó a popularizarse. Y luego por la Primera Dama Eleanor Roosevelt, que le dio más fuerza a este término por su labor públicamente reconocida.

En Costa Rica se empezó a usar el término Primera Dama hasta la década de 1930. Desde entonces es común referirse de esa manera a la esposa de quien ejerce la Presidencia de la República.

Desde hace algunos gobiernos se usa papelería “oficial” con la distinción de “Primera Dama” para la correspondencia respectiva, y las gestiones que se originan en el Despacho de la Primera Dama.

Especialmente desde el período de la Segunda República, (1948 hasta nuestros días), es frecuente darle este trato a la esposa del Primer Mandatario de la Nación.

Se conoce bastante bien la vida de los Jefes de Estado y de los presidentes, pero no se conoce tanto la de sus esposas. De las recientes popularmente se conocen sus nombres, que es lo más frecuente, pero poco se sabe sobre su vida, su carácter, sus gustos, incluso en las campañas electorales no se divulga su hoja de vida, su currículum, aun cuando es usual que algunas tengan vida profesional propia, y es más común que tengan un papel más protagónico en la Casa Presidencial y en las acciones públicas, que se le encargan, y que por cuenta propia impulsan desde su Oficina, desde el Despacho de la Primera Dama, que se les asigna, para atender aspectos relacionados con el área social o cultural del Gobierno.

Lo más usual que ha sido es que se desdibujen las Primeras Damas, en la hoja de vida de sus esposos, perdiendo de esa manera su propia humanidad. Sin embargo, desde sus puestos de “combate”, al lado de sus esposos, han contribuido de muchas maneras a la gestión de gobierno, a mejorar desde sus prácticas laborales, desde su Despacho, lo que les corresponda para lo que consideran el mejor desarrollo nacional y la atención de importantes problemas sociales.

Como los presidentes son variados en todo sentido, igualmente variadas o distintas son las Primeras Damas que han habido, desde orígenes campesinos hasta oligarcas, desde mujeres que ni siquiera sabían firmar hasta graduadas universitarias, desde exclusivamente “amas de casa” hasta profesionales distinguidas.

El concepto aquí usado de “amas de casa” no es peyorativo, es simplemente el que se hacía de las mujeres que estaban dedicadas exclusivamente a sus labores de hogar, de esposa, madre y muchas veces abuela, de trabajadora doméstica en toda la extensión del término. Una vez que me atendió, para una escritura, mi admirado profesor de Derecho, Rogelio Sotela, al referirse en la escritura a mi esposa, en ese momento estudiante, todavía de Medicina, la consignó, con gran elegancia, y por su refinada educación y cultura, como “Dama de su Hogar”, un concepto que me encantó para referirse a las mujeres, a todas, a las tradicionales “amas de casa”.

Hay que reconocer que las Primeras Damas son seres humanos, comunes, corrientes, con virtudes y defectos, pero a la vez distinguidas, que derivan ese reconocimiento por las circunstancias de la vida política que las coloca en esos puestos, que son los que les dan esa distinción. Si no fueran la esposa del Presidente serían una mujer más del conjunto de las mujeres nacionales, como sucede con el conjunto de las esposas de candidatos electorales que al pasar las campañas desaparecen de todos los escenarios, públicos y políticos, hasta del que siguen teniendo algunos de esos candidatos, excepto las que brillan por cuenta propia.

Todos los candidatos a Presidente, los que han habido en campañas electorales anteriores, y de la que viene en el 2022, tienen, con sus respectivas esposas, esa posibilidad de que se les llegue a llamar y reconocer como Primera Dama de la República.

En este sentido me parece absolutamente demagógico que políticos, en puestos legislativos, y fuera de ese escenario, algunos con aspiraciones de candidaturas presidenciales, desde los propios partidos políticos, y otros atrincherados desde medios de comunicación, algunos aspirantes reales y otros subterráneamente, junto a los que utópicamente se lo sueñan, se pasen criticando a la actual Primera Dama por su importante papel público en algunas obras y acciones del Gobierno. Efectivamente no estamos acostumbrados a estos papeles protagónicos, lo que choca con la cultura machista y misógina política.

Lo mismo vale para los hombres fuera del teatro de la política, de la vida ciudadana normal, cuando critican acremente, desabridamente, sin contenido alguno, el papel descollante o relevante que tiene la Primera Dama…al estilo tico vulgar de bajarle el piso hasta donde puedan. Más misoginia no pueden expresar. Quizá también es envidia al compararse con la Primera Dama.

Lo único que demuestran, quienes así actúan, es su misoginia política, su odio y su aversión ancestral a las mujeres, especialmente a las que como ellos están en el ámbito público, haciendo cosas, desarrollando proyectos, impulsando obras, en el campo político e institucional, y se sienten retados, aunque la Primera Dama no signifique ningún obstáculo para sus aspiraciones y posibles candidaturas, o precandidaturas, porque ella por sí no puede, mientras sea esposa del Presidente, ser candidata a Presidenta en las próximas elecciones, por impedimentos constitucionales y legales que se lo impiden.

Les choca ver una mujer alfa, en el buen sentido de la palabra y significado, porque seguramente son opresores, dominadores, en todos los aspectos, de sus propias esposas e hijas, en sus hogares, a quienes las marginan, les restan y niegan participación activa, como la tienen ellos, ni tampoco las consideran siquiera como Damas de Compañía de ellos mismos, para estar apareciendo, con ellos, aunque sea protocolariamente, o para la foto, como se diría popularmente, en sus actos y vida política, porque algunas quizá hasta los puedan superar y opacar.

Para ellos no son ni siquiera “Damas de su Hogar”, simples amas de casa, trabajadoras domésticas sin salarios, y quizá, en el mejor de los casos, apenas gozando de buen trato.

En las Campañas políticas electorales, desde hace varios procesos electorales, a la hora de postular Presidente, se hace par con su esposa. A la hora en que se termina eligiendo al Presidente también se elige con él a la Primera Dama. Así es. Nadie debe engañarse que con el Presidente no se eligió una Primera Dama, de la que se espera también un resultado positivo.

La gente, los ciudadanos, los electores que votan por un candidato, votan también por su esposa. No es válido decir, como algunos señalan ahora, que no votaron por la Primera Dama, criticando sus trabajos y acciones públicas. Se ganaron con el Presidente Carlos Alvarado a la Primera Dama Claudia Dobles Camargo, como se ganaron igualmente a todas las Primeras Damas que les precedieron, con esa distinción y reconocimiento, cuando votaron en procesos electorales anteriores por otros Presidentes.

Entre las Primeras Damas de Costa Rica las ha habido de distintas nacionalidades, obviamente dominando las costarricenses, y junto a ellas cuatro nicaragüenses, dos estadounidenses, una belga, una británica, una canadiense, una hondureña, una mexicana, una salvadoreña, una española, y algunas pocas de doble nacionalidad. Igualmente las ha habido de distintas provincias, excepto de Puntarenas y Limón.

En estos niveles se cruzan familiarmente muchas, como parientes cercanas, de ellas mismas o de sus esposos.

Fue con Juan Rafael Mora Porras que la Primera Dama llegó a tener una discreta presencia y participación en actos protocolarios.

En una época había una Casa Presidencial para el Presidente y su familia, a modo de vivienda oficial, con gastos a cargo del Estado. Desde que llegó a la Presidencia Rodrigo Carazo Odio, 1978-1982, el Presidente y su familia viven en su propia casa o apartamento.

En la inmensa mayoría de países del mundo hay una Casa Presidencial, para quien ocupa ese puesto, con toda la atención a cargo del Estado, bajo estrictas reglas de gastos. Incluso hay Casas de Huéspedes de Estado, para atender funcionarios extranjeros distinguidos que vienen en misión especial ante el Poder Ejecutivo o en Misión de Estado, principalmente. ¿Por qué no restablecer la Casa Presidencial, para quien ejerce la Presidencia de la República, y su familia?

Con el reconocimiento de derechos políticos para la mujer en 1949, y con su mayor participación en el proceso productivo nacional, se empezó a modificar más fuertemente el papel de las Primeras Damas.

Hoy las Primeras Damas no escapan del escrutinio de las Encuestas de popularidad que se le hacen a funcionarios públicos o destacadas personalidades políticas, donde las incluyen.

Hay diputados que se pasan cuestionando la existencia de la actual Primera Dama ante la Procuraduría General de la República, pidiendo, uno de esos diputados, por su ignorancia, que le definan la naturaleza del cargo de Primera Dama, que le precisen los alcances de sus Derechos y Deberes, y hasta los alcances de ese nombramiento, como si el Presidente la hubiera nombrado Primera Dama. Fue el pueblo de Costa Rica el que la designó Primera Dama, al escoger de Presidente a Carlos Alvarado.

¿Podía esperar el diputado, Erick Rodríguez Steller, que la Procuraduría General de la República destituyera a la Primera Dama o recomendara su destitución, o que la saquen del edificio del Poder Ejecutivo, que llamamos Casa Presidencial? Se necesita estar chiflado para esperar algo así, o no entender que él forma parte del Poder Legislativo, y que esa pregunta a la Procuraduría no tiene nada que ver con “control político”, ni con mesura ni razonabilidad alguna.

Le preguntó el diputado Erick Rodríguez Steller a la Procuraduría si la Primera Dama debe tener espacio físico en la Casa Presidencial. ¿Dónde piensa él que va a trabajar la Primera Dama? ¿Fuera de la Casa Presidencial? ¿En su casa particular? Si, así como piensa de la Primera Dama actúa sobre su señora esposa y las mujeres de su familia, ¡Pobrecitas su señora esposa y las mujeres de su familia! Las debe tener enjauladas…

El diputado Erick Rodríguez Steller pregunta a la Procuraduría si la Primera Dama debe tener equipo de oficina y personal a su cargo. En su casa seguramente su señora, su Primera Dama hogareña, supongo que es así, si es que ella, su esposa, lo hace, limpia los pisos con trapos a mano, como hacían antes algunas empleadas domésticas.

Pregunta si la Primera Dama debe tener escolta, chofer, asistentes. El colmo en este país, lo ridículo y lo hipócrita en control de gasto, es cuestionar las escoltas del Presidente, como las de la Primera Dama, y si fuera necesario las de su hijo. Eso deben tenerlo. Es obvio, natural y obligado, aun cuando la familia presidencial se desplace a sitios de descanso o vacacional. Hay que cuidar de su seguridad. Eso no debe tener discusión alguna.

Hay gente de izquierda que los he oído criticar este asunto. A todos los gobernantes de izquierda y progresistas se les da un cuido, con escoltas y cuerpos de seguridad extremos. Las mismas razones que hay para ellos las hay para otros gobernantes. La gente de izquierda a veces pierde el sentido de la vista de lo que critican y luchan en contra, aquí, y defienden en el extranjero, eso mismo, al defender esos gobiernos de izquierda o progresistas. La gente de derecha, y otros, lo hacen más por criticar los llamados gastos de Estado, donde se van también los salarios, las pensiones, los pluses obtenidos por convenciones colectivas.

En la realidad, todavía hasta hoy, la Primera Dama no tiene un papel oficial, un nombramiento oficial, un reconocimiento o sitio debidamente reconocido y bien definido dentro de la Administración Pública, ni funciones precisas. Tampoco salario o reconocimiento económico a la labor que se le encarga, en el llamado Despacho de la Primera Dama, aunque el Presidente, porque es así, le asigne tareas, programas a su cargo, para lo cual le “prestan” personal de apoyo, a veces traído de otros ministerios, o le nombran asesores para su mejor desempeño. Al no tener ese reconocimiento el que se le da en la práctica es el de igualarla a cualquier esposa, que no trabaja fuera de su hogar, y que tampoco genera ingresos propios de tipo salarial.

La condición de Primera Dama se ha venido regulando por reglamentación propia del Poder Ejecutivo, que está facultado para ello. Es una reglamentación floja, débil, nada rigurosa, como quizá debería ser para darle el sitio de distinción que públicamente se le reconoce. Mucho puede depender, esta reglamentación, de cada gobierno que entra, y de cada Presidente según estime el papel que debe jugar la Primera Dama, su esposa, a la par suya.

Nuestro régimen político institucional está caracterizado por un sistema presidencialista, donde cada gobierno marca sus necesidades fundamentales, como las de regular el campo de acción de la Primera Dama.

En general la Primera Dama es un cargo reservado para la esposa del Presidente. Pero, en su ausencia, por no estar casado o por estar viudo, bien podría desempeñar ese cargo la Madre del Presidente o una hija, como ha sucedido, y se acepta hasta una hermana. Ya ni se necesita estar casado formalmente. La que viva en unión libre con el Presidente puede ser Primera Dama, con todos los reconocimientos que no nacen de un acta matrimonial, sino de una vida en pareja públicamente reconocida. Ya ha sucedido…es la nueva época que vivimos. Hasta hemos tenido un Primer Caballero de la República, así se reconocía al esposo de la Presidenta Laura Chinchilla Miranda.

La Primera Dama forma parte del círculo más cercano, más íntimo, estratégico y quizá táctico también, que rodea al Presidente y trabajan o colaboran bajo su autoridad y dirección, que participan de la definición y toma de decisiones, al margen del Gabinete o Consejo de Ministros, sin que la Primera Dama tenga asiento oficial en esa instancia.

La Primera Dama tiene bien ganado, desde hace muchos gobiernos, su propia Oficina o Despacho en la Casa Presidencial, no necesariamente, desde el punto de vista físico, a la par de la Oficina Presidencial. Es parte también en ese trabajo de su apoyo moral y emocional en las tareas diarias.

Ciertamente el cargo de Primera Dama no es de elección directa. Lo es de elección indirecta, con el Presidente va la Primera Dama, la esposa que tenga. El no la eligió como candidata a Primera Dama, él la eligió como Compañera para la Vida, para toda la vida, como juran vivir los cónyuges, en el acto que deciden impulsar esa tarea, esa sociedad conyugal o matrimonial, ese contrato matrimonial, cuando deciden tirarse al río de la vida y rodar, como dos piedras puliéndose juntas, en los vaivenes de esas aguas, como decía mi abuelita materna, que así eran los matrimonios.

¿A quién le debe rendir cuentas la Primera Dama? Al Presidente. No tiene obligaciones con nadie más. ¿Debería tenerlas? Si decimos que sí, entonces reconozcamos su existencia institucional con toda la formalidad, asignémosle oficialmente un salario, un equipo mínimo de funcionarios a su cargo, tareas de Estado específicas a su cargo, más las que el Presidente le asigne o recargue.

Mezquinamente a la Primera Dama no se le asigna salario, porque se reproduce en ella exactamente el papel que tienen la inmensa mayoría de las mujeres en Costa Rica, el de trabajar en sus hogares sin salarios, realizando los dobles y triples trabajos. La Primera Dama reproduce en este aspecto esa situación y condición de desventaja que tienen muchas mujeres costarricenses, dedicadas exclusivamente a las tareas clásicas hogareñas. En este sentido la Primera Dama Dobles representa a todas las mujeres costarricenses, trabajadoras, esposas, compañeras, madres e hijas.

El trabajo de la Primera Dama cada vez es más profesional y técnico en sus funciones. Es más demandante su presencia, no solo para salir en la foto o en actos protocolarios.

En su terrenal existencia y en su celestial posición son apoyadas y criticadas públicamente. Su vida no es fácil. Muchas veces es complicada por las simpatías o enemistades que gratuitamente se ganan con su sola presencia y existencia en la vida política nacional.

En lo que yo sé la Primera Dama no es responsable ante el Poder Legislativo, por lo que podría no ser citada por este Poder, como parte del control político, en su condición de Primera Dama.

En general todas las Primeras Damas que ha habido han cumplido con acompañar a sus esposos donde se les pide que asistan, en los actos protocolarios que les pueden ser propios, en la participación de eventos sociales, ceremoniales y diplomáticos, en actos benéficos que asumen o tienen a cargo, y de manera especial en aquellos actos que asumen de políticas públicas, con encargo o por la confianza depositada por el Presidente, su esposo.

En América Latina vemos constantemente cómo las esposas de presidentes participan cada vez más, y de manera muy activa en la vida política. En países latinoamericanos incluso han continuado la labor presidencial, como presidentas electas, como en Argentina, seguida de la de su esposo. En Guatemala lo intentó. En Nicaragua incluso participa como vicepresidenta. En Estados Unidos algunas han sido sobresalientes, Eleanor Roosevelt, Jackie Kennedy, Hillary Clinton, Michell Obama…En Europa hay muchas mujeres al frente de Gobiernos, otra dimensión de su presencia.

Aquí, en Costa Rica, es que somos muy hipócritas en este campo. Se obstaculiza la participación de la Primera Dama porque estorba a los intereses de quienes quieren ocupar esos escenarios públicos.

En el caso de la actual Primera Dama, Claudia Dobles Camargo el Decreto Ejecutivo No. 41187-MP-MIDEPLAN del 20 de junio del 2018, ubica el Despacho de la Primera Dama en el área de Infraestructura, Movilidad y Ordenamiento Territorial, en el Consejo de Articulación Presidencial, que tiene que ver con Infraestructura, Movilidad y Ordenamiento Territorial, área que comprende las siguientes instituciones, Despacho de la Primera Dama, Ministerio de Obras Públicas y Transportes, el Instituto Costarricense de Ferrocarriles, Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica, Instituto de Fomento y Asesoría Municipal, Instituto Nacional de Vivienda y Urbanismo, Ministerio de Vivienda y Asentamientos Humanos, Instituto de Desarrollo Rural, Ministerio de Ambiente y Energía, Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados, Instituto Costarricense de Electricidad, Refinadora Costarricense de Petróleo, Dirección Nacional de Desarrollo Comunal, Instituto Costarricense de Puertos del Pacífico, Junta de Administración Portuaria y de Desarrollo Económico de la Vertiente Atlántica, Instituto Costarricense de Turismo y Comisión Nacional de Prevención de Riesgos y Atención de Emergencias.

También la Primera Dama está regulada por el Decreto Ejecutivo No. 40993-MP, del 23 de febrero del 2018, antes de que Carlos Alvarado Quesada asumiera la Presidencia, que en su artículo 150, letra d), detalla las tareas que se le atribuyen a la Primera Dama, como sigue: 1.- apoyar las gestiones constitucionales del Presidente de la República, coordinar procesos y actividades específicas encomendadas por el Presidente de la República, y acompañar al Presidente de la República en sus giras y actos oficiales en estricto acatamiento a las disposiciones protocolarias. 2.- Crear alianzas estratégicas, públicas y privadas para la gestión de proyectos tendientes a lograr cambios significativos en las poblaciones vulnerables, mediante la promoción de una participación activa y solidaria en los procesos de desarrollo comunitario. 3.- Gestionar el acceso a los programas sociales de las instituciones u organizaciones no gubernamentales para poder cubrir las necesidades específicas de las poblaciones vulnerables. 4.- Impulsar acciones que favorezcan a las poblaciones vulnerables a través del diseño y ejecución de actividades y programas de mejoramiento social coordinados con otras instituciones públicas y privadas, así como organizaciones nacionales e internacionales. 5.- Articular instituciones para responder a las necesidades definidas por las y los actores territoriales. 6.- Fortalecer los procesos de diálogo y participación ciudadana para la construcción de consensos locales, y 7.- aquellas otras asignadas por el Presidente…

Un Decreto Ejecutivo, el No. 32300-MP, del 25 de marzo del 2005, del Gobierno de Abel Pacheco de la Espriella, coloca a la Primera Dama como asesora, correspondiéndole “apoyar las gestiones constitucionales del Presidente de la República, coordinar procesos y actividades específicas encomendadas por el Presidente de la República, y acompañar al Presidente de la República en sus giras y actos oficiales en estricto acatamiento a las disposiciones protocolarias”. Con todas esas funciones, ¿cómo se puede dudar de su importante papel?

Por otros Decretos, de otros gobiernos, se asignan otras responsabilidades similares.

La Primera Dama de la República, a todos los efectos, es una funcionaria pública de facto, sin estar regulada por los artículos 115 a 119 de la Ley General de la Administración Pública, Ley No.6227, del 2 de mayo de 1978, sin salario, y sin ese reconocimiento de funcionaria publica, pero sujeta al artículo 2 de la Ley contra la Corrupción y el Enriquecimiento Ilícito en la Función Pública, Ley No. 8422 del 6 de octubre del 2004.

El Presidente de la República no tiene ningún impedimento para nombrarla oficialmente en cargo de ministra, si así quisiera, incluso para una obra determinada, como es el ferrocarril, como hizo en su momento el Presidente José María Figueres Olsen, cuando nombró, por cuatro años, al Dr. Longino Soto Pacheco, como Ministro a cargo solo de la obra del Hospital de Alajuela.

La Primera Dama tiene el orden jerárquico de la investidura de su situación, de ser la esposa del Presidente, y en línea de mando la que le autorice o asigne el Presidente, para lo que considere sea bueno para su mejor gestión, sin delegarle funciones que son propias del Presidente, o de funcionarios públicos, con los que se relacione, que tengan funciones propias por ley.

A dicha de todos los costarricenses la Primera Dama Claudia Dobles Camargo es una mujer preparada, trabajadora, profesionalmente competente en el campo de la Arquitectura, con dominio de tres idiomas, con experiencia laboral nacional e internacional en proyectos de construcciones de gran escala.

En sus proyectos del Despacho de la Primera Dama tiene centradas sus preocupaciones en el tren, desde Paraíso hasta Alajuela, tratando de resolver el problema de más de 600.000 personas que necesitan desplazarse diariamente, en el problema de vivienda y asentamientos humanos, y en el ordenamiento territorial, campos que conoce.

¿Por qué no la quieren dejar trabajar? ¿Qué intereses se mueven detrás de quienes no quieren que el tren funcione o se resuelvan problemas de vivienda y asentamientos humanos? ¿Quiénes son los que más se oponen a sus trabajos? Probablemente los lagartos de los autobuseros, los sinvergüenzas que meten en las instituciones de vivienda proyectos en malas tierras, y con malas calidades de materiales, porque las instituciones de Estado, en vivienda, no son las que tienen la iniciativa de los proyectos de vivienda social, y sus representantes o voceros en la Asamblea Legislativa, cuando los tienen, o desde otras tribunas gestoras de opinión pública.

En los ataques que se le vienen haciendo a la Primera Dama, por su condición de Primera Dama trabajadora, de mujer trabajadora, se ataca a todas las mujeres trabajadoras y no trabajadoras.

El ataque es de características de misoginia política. ¿Dónde está el INAMU defendiendo el trabajo de las mujeres, la libertad laboral de las mujeres? ¿Dónde están las decenas de organizaciones de mujeres que no ven que en los cuestionamientos y el reduccionismo que se hace de la Mujer Primera Dama, se está atacando y reduciendo a la mujer costarricense a papeles sociales que parecían superados en este país? ¿Dónde están los organismos que en las universidades estudian la situación de la mujer, que sin prejuicios de ningún tipo, puedan ver esta situación? O, lo peor, es que en su ataque se quiera consolidar y fortalecer el papel de las mujeres en sus dobles y triples trabajos, y en la explotación doméstica que muchas de ellas sufren. No es un problema político de simpatía con el partido de gobierno defender a la Primera Dama. Eso es tarea del Partido Acción Ciudadana que en este asunto está perdido. No se le ve defendiendo a las mujeres en el trabajo que impulsa la Primera Dama.

A las mujeres de Costa Rica se les defiende con la Bandera Nacional, que está siendo afectada y ensuciada por este diputado y sus seguidores, que parecieran abanderados de que las mujeres no trabajen en puestos de gobierno, defensores del doble y triple trabajo doméstico de las mujeres, sin remuneración ni reconocimiento alguno, invisibilizadas, aplastadas por sus alfas machistas maridos.

El Gobierno tiene hasta ahora dos funcionarios excepcionales, el Ministro de Obras Públicas, Rodolfo Méndez Mata y la Primera Dama de la República, Claudia Dobles Camargo. ¡Dejémoslos trabajar!

Viendo el payazo se suelta la risa, dice el refrán. Esperemos a ver sus resultados…entonces aplaudiremos o criticaremos…