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Etiqueta: desconfianza popular

Elecciones municipales 2024 sin pena ni gloria

Víctor Rojas Morales

Sin pena ni gloria transcurrieron las elecciones municipales, embrión histórico de la democracia, con un abstencionismo de casi el 70% a nivel nacional. Goicoechea tuvo uno de los más altos índices: el 76.7%.

Este abstencionismo se ve agravado por la gran cantidad de votos nulos y en blanco que depositaron en las urnas los electores. Ahora todos se preguntan sobre las razones “misteriosas” de este fenómeno, que no estuvo tan lejos de lo ocurrido en las elecciones para presidente y diputados del 2022.

La razón de esta respuesta popular a los procesos eleccionarios se encuentra, muy fácilmente, en la desconfianza hacia los partidos políticos y sus candidatos, los que han demostrado ser instrumentos de dominación, condicionamiento y factor de enriquecimiento para unos pocos, quienes delinquen descaradamente sin que haya castigo alguno para ellos.

Lo ocurrido en la Municipalidad de San José y en la de Limón, son dos casos que enturbian el quehacer municipal y cambian los resultados finales. Estar en los grupos de poder político se empareja a estar con las clases más adineradas y se llega al poder no para servir, sino para servirse.

Nos han metido en la cabeza que el sistema electoral costarricense es un ejemplo en toda América y que esto es sinónimo de una democracia ejemplar, restringiendo el concepto de “democracia” a la posibilidad que tienen los partidos políticos para llamarnos a votar y olvidarse muy pronto de sus promesas electoreras.

Ya la gente no acata este llamado como “ganado al matadero” y se adquiere conciencia del engaño y, entonces, la respuesta es no votar, porque no ven en los partidos una opción real de cambio y solución a sus necesidades más sentidas.

Se ha puesto de moda que ya no se vota por un partido político, sino por determinadas figuras políticas que llegan a cautivar al elector, tal el caso de la forma en que se eligió al presidente Chaves. Hasta ahora las clases dominantes han tenido el control total y absoluto de los procesos electorales y sus resultados.

Hoy las figuras más descollantes en la esfera económica, no se valen de los políticos de oficio para que los representen, sino que lo hacen de manera directa, invirtiendo enormes sumas de dinero que, para ellos no es un gasto, sino una inversión, sean del partido político que sean, al final todos se ponen de acuerdo para repartirse el botín y sus intereses siguen cuidadosamente asegurados.

En las comunidades, los más importantes problemas y necesidades se mantienen intactos. Los presupuestos municipales siguen empleándose, mayoritariamente, en el pago de planillas y muy poco se destina al desarrollo social de las comunidades. Como vecino del cantón de Goicoechea, percibo y vivo las malas prácticas de la mayoría de los municipios del país.

A los vecinos sólo se les convoca para ejercer el voto, luego de esto, se les mantiene lo más alejados posible, no se les incorpora en el trabajo de comisiones, celebran sesiones ocasionalmente en algunos distrititos y a los vecinos se les permite hablar por escasos tres minutos, aplicando un reglamento interno de debates que es la mayor muestra de la antidemocracia; lo que importa es dar esa falsa imagen de participativos, pero aplicando la “ley mordaza”, porque el presidente del Concejo quiere dar muestras de un “buen manejo de los debates” y, como lo que les preocupa es el pago de sus jugosas dietas, todos se apresuran para irse pronto a casa y, los asuntos, mal atendidos, se dejan para dar respuestas después.

Las posibilidades de participación ciudadana que da la legislación son ignoradas sistemáticamente y se rehúsan a convocar a cabildos, plebiscitos o referéndums. Siendo las municipalidades el bastión de la democracia, son convertidas en entes formales y burocráticos, que muy poco hacen por ser un factor de cambio positivo en el país.

Por sólo mencionar uno, la recolección de basuras se ha convertido en un gran problema que atenta contra la salud de la población, cada vez son más los basureros que afloran por todas partes y la municipalidad, lo que hace, es mandar camiones a recogerlos, incentivando de esta manera esta práctica, lejos de entrar en un análisis serio de la problemática y a encontrar las soluciones adecuadas y oportunas.

El caso del cobro de multas ante estas infracciones no se ha aplicado nunca y el director de saneamiento ambiental dice que es muy complicado señalar a los infractores y que estos casos se deben llevar a la Corte, cuando su trámite es administrativo en la institución; eso dice y eso hace y nadie corrige esta negligencia.

A nivel administrativo, las municipalidades tienen mucho que superar, por ejemplo, para hacer un pago, no se tienen los bancos suficientes para ello, hay trámites que se podrían hacer digitalmente y al usuario lo obligan a apersonarse a hacer filas que son un atraso. Llamar telefónicamente es una odisea y las otras alternativas de comunicación son insuficientes y deficientes.

Estas son algunas de las razones que provocan en la ciudadanía un gran desencanto y prefieren quedarse un domingo, viendo tele y compartiendo con la familia.

Imagen ilustrativa.

Protestas sociales: descontento acumulado

Silvia Monturiol Fernández

“Estas protestas sociales están manifestando la heterogeneidad y pluralidad de un descontento que no ha nacido en estas semanas, es un descontento acumulado, donde se combinan muchas cosas”, afirma el sociólogo Abelardo Morales, de la Escuela de Sociología de la Universidad Nacional (UNA).

El desempleo, el estrechamiento de las oportunidades de mejoramiento de la calidad de vida y la desesperación en algunos grupos sociales son –según Morales- parte de los elementos que han generado este descontento acumulado.

Pero también, -dice- hay un enorme desencanto social, no solo con el gobierno, sino con los poderes políticos, las instituciones y la sociedad misma. “Estamos en medio de la sociedad del desorden. La legitimidad y la representatividad de dirigentes, fuerzas políticas, instituciones y organizaciones están profundamente cuestionadas por altos niveles de desconfianza popular en el sistema social y político, y con fundamento”, destaca.

En su criterio, el país se ha fragmentado en numerosos grupos de interés, cada uno sin capacidad de influencia sobre la totalidad social, lo cual -agravado por la desigualdad social-, mantiene al país dividido en diversos frentes, que hasta el momento de instalación de los bloqueos, no dialogaban. “Se había perdido la capacidad de negociación. Estas protestas sociales se han enfrentado a un gobierno débil y errático en sus decisiones”.

Periferia olvidada

A diferencia de protestas anteriores en la Gran Área Metropolitana, protagonizada por empleados públicos y otros sectores con presencia urbana y centralista, las actuales protestas manifiestas en los bloqueos evidencian que hay una periferia olvidada.

“En esa periferia olvidada están los pescadores de las costas, cientos o miles de agricultores, pequeños comerciantes, mujeres, jóvenes, muchos de ellos en francos procesos de empobrecimiento”, recalca el sociólogo.

Reconoce que en los bloqueos de carreteras en la periferia hay muchos actores involucrados legítimamente, pero también hay otros agentes irregulares, lo cual no es extraño. “Cuando hay vacíos de liderazgo y de poder, emergen un conjunto de actores informales o irregulares, incluyendo a las mafias, que ocupan esos vacíos”, subraya el analista de la UNA.

“Eso ocurre en Centroamérica y, si los poderes y actores formales no toman conciencia de ello, podemos tomar el mismo camino. Puede ser un grave error criminalizar la protesta social con el argumento de la presencia de agentes criminales. Estos actores están en muchos espacios no solo de la periferia del país, sino también en la GAM, precisamente como consecuencia de la deslegitimación de la política tradicional”, advirtió.

Por otra parte, considera que mirar las protestas sociales como una reacción a la propuesta ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) y pensar que el descontento se va a resolver con el retiro de ese proyecto, es una simplificación o simple ceguedad ante la realidad del país. “El descontento es estructural y está originado por la situación económica, por los efectos de la pandemia, el descontento es político y moral porque está alimentado por la desconfianza”, insistió.

Se requiere más que un simple conversatorio

Al referirse al hecho de que se mantengan los bloqueos, pese al llamado a deponerlos de parte de José Miguel Corrales, de Rescate Nacional, el sociólogo de la UNA insistió en que esta protesta no es un movimiento social, sino que se trata de múltiples fuegos de un descontento que brota por aquí y por allá sin una articulación manifiesta, aunque con muchas articulaciones latentes.

Por esta razón, -dijo- no hay tampoco una relación aparente entre la persistencia de los bloqueos y la mecánica del diálogo, “menos si el diálogo continúa bajo los mismos parámetros en que dialogan las élites, es decir, diálogos pautados desde arriba, desde quien dice o cree tener la palabra, la ley, el monopolio del orden”.

En cuanto al papel que le correspondería asumir al gobierno, Morales considera que debe ser el de facilitador de un diálogo multisectorial, para el cual el gobierno debe ofrecer, lo más pronto posible, un esquema con objetivos y una metodología.

En su opinión, es muy claro que el gobierno no debe pretender ponerse él como el interlocutor de todos los sectores convocados. “Si el gobierno quiere hacer algo bien, deben preparar una plataforma de diálogo con una perspectiva de mediano plazo. No puede organizar un simple conversatorio para que se apacigüe la crisis actual, debe proponer un diálogo para ver problemas y salidas a mediano plazo. Debe ser un diálogo que nos sirva para aprender a dialogar y el primero que tiene que poner en práctica ese aprendizaje es el gobierno”, subrayó el sociólogo.

***Mayores detalles con periodista Oficina de Comunicación 8334-4150.

 

Imagen: UNA.

Enviado por UNA Comunicación.