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Etiqueta: Día del Niño

UNA: Un día del niño y la niña con grandes deudas

Pablo Chaverri (*)

El nueve de setiembre se celebra en Costa Rica el día del niño y la niña. Se trata de una celebración establecida por recomendación dada en 1954 por parte de la Asamblea General de Naciones Unidas, pidiendo que todos los países instituyeran un día consagrado a la fraternidad y comprensión entre niños del mundo entero, destinado a actividades para promover los ideales y objetivos de las Naciones Unidades, así como el bienestar infantil, e intensificar y extender los esfuerzos a favor de todos los niños y niñas del mundo. Según la Convención de Derechos del Niño, se entiende por niño a toda persona menor de 18 años, por lo que se incluye también a las personas adolescentes.

Como se puede ver, se trata de una fecha que va más allá de solamente un día de entretenimiento infantil, como se acostumbra en nuestro país, y que tiene que ver, entre otras cosas, con la intensificación de los esfuerzos para asegurar el bienestar de todos los niños y niñas. En este sentido, resulta muy importante aprovechar esta fecha simbólica para reflexionar sobre las deudas que Costa Rica mantiene con su población menor de edad, y en consecuencia, con toda la sociedad. A continuación se reseñan algunas consideradas particularmente críticas por sus implicaciones para todo el desarrollo nacional.

Salud

Pese a que Costa Rica tiene un perfil de salud adelantado para América Latina y que su esperanza de vida es elevada, subsisten retos importantes, tales como el de mejorar la calidad de los servicios en salud y ampliar la cobertura en los sistemas de atención a madres, niños, niñas y adolescentes, desarrollando un enfoque de prevención con mayor participación de las comunidades. El país todavía cuenta con coberturas bajas de captación y atención de mujeres en el posparto (69%) y la atención integral de adolescentes se estima que no supera el 40%.

Pobreza

En Costa Rica, se estima que cerca de una tercera parte de la niñez y la adolescencia se encuentra en situación de pobreza, lo cual sube aun más en zonas rurales y costas, donde se acerca a la mitad de la población menor de edad (43%), viéndose así lesionados múltiples derechos y limitándose seriamente las posibilidades de desarrollo integral a largo plazo para esta población. Esto se relaciona con que las familias más pobres suelen ser más numerosas, ya que los niños y niñas representan el 46% del total de miembros de los hogares que están en pobreza extrema, mientras son apenas el 22% en los hogares no pobres.

Educación

Aunque la amplia mayoría de la niñez en Costa Rica asiste a la educación primaria, todavía un 66% de niños y niñas de los dos quintiles de más bajos ingresos no asiste al nivel preescolar de preparatoria, y se estima que cerca de un 50% de quienes tienen entre 18 y 22 años no culmina la educación secundaria, mientras que solo un 28% de quienes están entre 25 y 34 años alcanza la educación superior, lo cual menoscaba las opciones de desarrollo futuro de quienes resultan excluidos del sistema educativo. Además, evaluaciones internacionales de desempeño educativo, tales como las pruebas PISA, muestran bajas calificaciones en las tres áreas evaluadas (matemáticas, ciencias y lenguaje), lo que evidencia que la calidad del sistema educativo costarricense es deficiente, dificultándose así el desarrollo pleno del potencial de sus habitantes.

Sexualidad

Aunque la comunidad internacional reconoce la importancia de una educación integral de la sexualidad, en Costa Rica, este sigue siendo un asunto polémico, pues algunos sectores se oponen a que se hable abiertamente de este tema en escuelas y colegios. Mientras esto ocurre, la situación de las personas menores de edad en esta materia es preocupante, puesto que, por ejemplo, un 17% del total de nacimientos ocurre en madres adolescentes, y algunos estudios recientes revelan considerable ignorancia en la población menor de edad sobre sexualidad, métodos anticonceptivos y prevención de enfermedades de transmisión sexual.

Violencia

Según el Hospital Nacional de Niños, se tiene que, cada día, se reciben en este centro un promedio cercano a los seis casos de violencia contra personas menores de edad, siendo el tipo principal la negligencia por parte de las personas encargadas del cuido de estas. Pese a que la investigación reciente, particularmente la neurocientífica, viene confirmando que las personas menores de edad que sufren agresión ven dañado su desarrollo cerebral, y a pesar de que en Costa Rica el castigo físico y el trato humillante están prohibidos por ley desde el 2008, diversos estudios realizados por el INEINA de la Universidad Nacional y otras entidades, reflejan que una mayoría de padres y madres (50% a 55%) siguen considerando el castigo físico como un método apropiado para criar a sus hijos.

Derechos

Si bien es cierto que Costa Rica ratificó la Convención sobre Derechos del Niño en 1990 y aprobó su Código de Niñez y Adolescencia en 1998, estudios recientes realizados por el INEINA reflejan que el Sistema Nacional de Protección Integral se encuentra desarticulado y con una capacidad débil para promover el cumplimiento efectivo de todos los derechos para todos los niños y niñas en el territorio nacional.

¿Qué hacer frente a estos grandes retos?

Algunas de las acciones que debería emprender el Estado costarricense para dar un salto cualitativo frente a los anteriores desafíos, son las siguientes:

  1. Pasar de un enfoque centrado en instituciones individuales, a uno centrado en los sistemas interinstitucionales, ya que los retos que tenemos son de una envergadura y complejidad tal que ninguna institución por sí sola puede enfrentarlos integral y eficazmente.
  2. Pasar de un enfoque centrado en el activismo asistencialista, a uno centrado en resultados en términos de incidencia en desarrollo humano, priorizando la evaluación científica de las intervenciones y la toma de decisiones basada en evidencia.
  3. Pasar de una protección especial basada en la institucionalización (albergues, hospicios u orfanatos) a una centrada en las familias.
  4. Descentralizar la protección, dando mayor protagonismo a los espacios locales, particularmente a las municipalidades, de manera que desde estos niveles se puedan identificar prioridades y ejes articuladores de la acción que faciliten el encuentro y desarrollo de sinergias interinstitucionales más cerca que quienes más lo requieren. La creación de políticas cantonales de niñez y adolescencia puede ser un instrumento valioso para impulsar esto.
  5. Fortalecer decididamente la prevención, atendiendo integralmente los factores generadores de riesgo y vulnerabilidad, y no esperando pasivamente a que revienten las emergencias y los casos más agudos.
  6. Consolidar y blindar la inversión en niñez y adolescencia, reconociendo sus altos niveles de retorno social, gracias a los grandes beneficios que la misma ofrece al desarrollo social del país, así como a la disminución de la incidencia de graves problemáticas tales como la delincuencia, la inseguridad, la pobreza, la desigualdad, así como el abuso y tráfico de drogas.

Es central que el país deje de ver el tema de niñez y adolescencia como un asunto meramente sectorial y comprenda su importancia neurálgica, sistémica y, en consecuencia, estratégica para el país como un todo. De otra manera, corremos el riesgo de mantener estas grandes deudas sin ser saldadas.

 

(*)Académico del Instituto de Estudios Interdisciplinarios de la Niñez y la Adolescencia de la Universidad Nacional (Ineina-UNA).

***Mayores detalles con Pablo Chaverri, Ineina, 8842-4749 o en la Oficina de Comunicación 2277-3067.

 

*Imagen de portada con fines ilustrativos tomad de vox.lacea.org

Enviado por UNA Comunicación.

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Maltrato infantil deja cicatrices

  • La celebración del Día del Niño, el 9 de setiembre, se ve opacada por la realidad: familias costarricenses continúan utilizando el maltrato como forma de crianza, ignorando las serias consecuencias de éste en el desarrollo de la personalidad, según el especialista Pablo Chaverri, del Ineina

 

La realidad demuestra que familias costarricenses continúan utilizando el maltrato como forma de crianza, según lo confirman datos de una encuesta realizada, en mayo pasado, a 488 padres y madres del Gran Área Metropolitana, por el Instituto de Estudios Interdisciplinarios de la Niñez y la Adolescencia (Ineina) del Centro de Investigación y Docencia en Educación de la Universidad Nacional (Cide-UNA).

En el estudio, investigadores del Ineina se consultó sobre prácticas de crianza, según informó Pablo Chaverri, especialista en ciencia cognitiva e investigador del Ineina, durante la charla “Factores que inciden en la violencia parental hacia la niñez”, impartida la mañana del 14 de junio pasado, en el auditorio Marco Tulio Salazar del Cide.

Por ejemplo, se les preguntó si les gritan a sus hijos e hijas cuando no hacen caso, ante lo cual se obtuvieron las siguientes respuestas: un 55.7% dice que “a veces”, un 13.3%, “casi siempre”, y un 4,6%, “siempre”. “Si sumamos estas tres respuestas, nos damos cuenta que tenemos una amplia mayoría de padres y madres que reconoce que a veces, casi siempre o siempre, les gritan a sus hijos cuando no hacen caso”, afirmó el académico del Ineina.

Ante la pregunta “¿Me enojo fácilmente cuando (mis hijos) hacen algo que no me parece?, casi la mitad dice que “a veces” (48.8%), “casi siempre” (18%) y “siempre” (11.3%). Es decir, más de un 70% reconoce que se enoja con relativa facilidad cuando sus hijos hacen algo que no les parece, lo cual es un predictor de violencia física y psicológica hacia las personas menores de edad. “Sin enojo, difícilmente va a haber agresión física; parece muy obvio, pero investigaciones demuestran que si logramos controlar el enojo, también podemos controlar la reacción violenta”, advirtió.

“Validación” del castigo como forma de crianza

También se preguntó si consideraban que los niños “necesitan un par de nalgadas para aprender a comportarse”, expresión que, por cierto, todavía sigue siendo relativamente común.

Un 41.5% de la muestra respondió que “a veces”, un 5.1% dice que “casi siempre”, y 3.3% admite que “siempre”. Esto significa que casi un 50%, o sea, la mitad de las personas encuestadas, considera que por lo menos a veces, casi siempre o siempre, hay que darle un par de nalgadas a sus hijos para que aprendan a comportarse.

“Entonces, sí, asocian el castigo físico como un método válido de educación, de enseñar a nuestros hijos e hijas a tener un comportamiento adecuado”, lamenta Chaverri. Al respecto, citó un estudio realizado, en 2014, por Holden y otros investigadores, donde se utilizó grabación de audio en el ambiente familiar, el cual sugiere que cuando legitimamos un comportamiento o una práctica, es probable que se lo utilice con mucho mayor frecuencia de lo que se declararía en una encuesta.

Esta “naturalización” de la violencia no es casual. Entre los factores asociados a la ocurrencia del maltrato parental hacia la niñez, el investigador del Ineina resalta las tradiciones culturales legitimadoras de la violencia.

En un país de tradición religiosa, como Costa Rica, incluso algunos pasajes bíblicos podrían tener incidencia. Por ejemplo, Chaverri destaca algunos versículos del libro de Proverbios, del Antiguo Testamento, donde se puede leer: “Quien escasea el castigo, quiere mal a su hijo, mas quien lo ama lo corrige continuamente”, o, “No escasees la corrección al muchacho, pues aunque le des castigo, no morirá. Aplícale la vara del castigo y librarás su alma del infierno…”

Esta visión de la relación padre-hijo coincide con otro factor que influye en la violencia hacia la niñez, como es la percepción del menor de edad como “pseudo-persona”; es decir, como alguien incapaz de analizar, comprender, reflexionar y cambiar.

El abogado Rodolfo Vicente, investigador del Ineina, ha venido señalando que a pesar de que el país cuenta con una buena legislación que protege los derechos de la población infantil, los adultos aún siguen considerando a los niños como objeto. “Los adultos se niegan a entender que los niños son personas, iguales a ellos”, ha denunciado Vicente.

Las huellas de la violencia

Especialista en ciencia cognitiva, Pablo Chaverri destacó que estudios neurocientíficos sugieren que quienes son agredidos o abandonados durante la infancia muestran un déficit en su desarrollo cerebral, con consecuencias en el sistema inmune y en la salud física y emocional.

Algunas manifestaciones hacia dentro de la persona –internalización- pueden ser ansiedad, insomnio, pesadillas, déficit atencional, desconcentración, deterioro de la salud física, depresión y baja autoestima.

Entre las expresiones hacia fuera o más visibles en el comportamiento concreto –externalización- estudios refieren la agresividad, la desobediencia, el abandono de responsabilidades y la hiperactividad.

Los niños criados en familias violentas pueden aprender que el maltrato es una vía efectiva para resolver conflictos y replicarla con otras personas, así como en sus relaciones adultas y de paternidad futuras. Asimismo, se ha encontrado que tienen mayor riesgo de sufrir estrés postraumático, abusar de drogas y cometer violencia juvenil, así como huir del hogar.

En cuanto al rol de los docentes, Chaverri resaltó la importancia de tratar de leer estos síntomas en el contexto de lo que subyace a ellos, que muchas veces son situaciones de violencia.

Para el experto esto significa que la educación no se puede entender como un trabajo exclusivo del centro educativo o del maestro, ya que cuando trabajan en conjunto la familia, el centro educativo y la comunidad, es posible empezar a crear nuevas formas de entender las naturaleza sistémica de las consecuencias del maltrato y la necesaria participación de diversos sectores para incidir de forma positiva y evitar el maltrato infantil y las cicatrices que este imprime en las personas menores de edad.

***Mayores detalles con el académico del Ineina Pablo Chaverri 8842-4749 o en la Oficina de Comunicación 2277-3067.

 

*Imagen con fines ilustrativos.

Enviado por UNA Comunicación.

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