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Etiqueta: dictadores

Acabar la cultura nacional es parte del desmantelamiento del Estado Social de Derecho

Vladimir de la Cruz

En la década de 1960, bajo la presión del desarrollo del Mercado Común Centroamericano, que se impulsaba al empuje de la Alianza para el Progreso de los Estados Unidos, y de la reunión de Presidentes y Dictadores de Centroamérica, que se realizó en Costa Rica, en paralelo se impulsaron otros programas. Uno de ellos, el del Consejo de Defensa Centroamericano (CONDECA), que reunió los Ejércitos de Centroamérica, para maniobras conjuntas, en un período que se impulsaba la doctrina de la contrainsurgencia y de la lucha anticomunista, por la recién triunfada Revolución Cubana.

Costa Rica se integró al CONDECA como país observador, y participó, poco tiempo después, de manera infame, en la intervención militar que hiciera y encabezara Estados Unidos en República Dominicana, en 1965.

Otro Programa fue el de la ROCAP, con el cual se planeó la divulgación de textos educativos para Centroamérica, especialmente en sus zonas rurales y marginadas, restos que carecían de contenidos nacionales, de tradiciones históricas precisas, de símbolos nacionales. El propósito era destruir la identidad nacional, la memoria nacional e insertar a los niños y jóvenes en un concepto regional sin valores ciudadanos de identificación particular con cada país en concreto. En el caso costarricense, dichosamente, la Escuela de Educación de la Universidad de Costa Rica combatió fuertemente estos textos y esta política educativa que se quería imponer.

Por aquellos días, y hasta 1978, se impulsaba el desarrollo del Estado Social de Derecho, el llamado Estado Asistencialista o Benefactor, que alcanzó su mayor apogeo en el gobierno de Daniel Oduber, con gran número de empresas estatales.

A partir del gobierno de Rodrigo Carazo el Estado Benefactor empezó a desarticularse, cuando el presidente impulsó la disolución y privatización de esas empresas estatales. Luego siguieron los Planes de Ajuste Estructural a partir del gobierno de Luis Alberto Monge, y las políticas de Tratados de Libre Comercio, a partir de los gobiernos de 1990, que modelaron, y siguen perfilando, la Costa Rica actual.

La situación internacional, provocada por la caída del Sistema Mundial Socialista, la disolución de la Unión Soviética y la caída de los sistemas socialistas en los países europeos que formaban parte de ese Sistema Mundial, favorecieron más fuertemente las políticas neoliberales a escala universal, hizo surgir en esos años a los Estados Unidos como la super potencia hegemónica mundial, papel que está perdiendo, con el desarrollo del multilateralismo y de varios países que reclaman este papel director mundial compartido.

La guerra estimulada en Ucrania es parte de esa disputa por presidir el control hegemónico mundial, bordando criminalmente la posibilidad de desatar una III Guerra Mundial, que de realizarse alcanzará inevitablemente al continente americano y a los territorios de Canadá y Estados Unidos, que son países integrantes de la OTAN, de continuar la OTAN con sus planes guerreristas y hegemónicos.

A la desintegración del Estado Social de Derecho, al debilitamiento de las instituciones nacionales que lo constituyen, se han sumado ahora las políticas de debilitamiento, y de ser posible de desaparición, de las instituciones culturales. Es una lógica perversa la que se está imponiendo desde el ejercicio político de la Casa Presidencial.

Acabar con la cultura, con sus diversas manifestaciones que tienen amparo institucional, es parte de este proceso neoliberal. Interesa impulsar una nación de borregos, de gente sometida dócilmente, o por temor, o intimidación, a la voluntad impuesta del gobernante y de quienes le acompañan en esta desintegración de la cultura nacional. Eso se acompaña de nuevos valores asociados a la cultura del neoliberalismo, la de la cultura como negocio, la de la cultura de los grandes espectáculos musicales, que apartan a los jóvenes especialmente, y a otros sectores nacionales y populares, de los valores históricos nacionales, de la tradición cultural costarricense. Desnacionalizar culturalmente al país pareciera ser el objetivo del proyecto neoliberal que cabalga desbocadamente en Zapote.

Puedo entender que una persona que ocupa el recinto presidencial, que no ha vivido 35 años en el país, que aparentemente ni venía a vacacionar cuando podía hacerlo, esté bastante desarraigado y desconozca mucho el desenvolvimiento histórico del país, y por ello carezca del conocimiento histórico cultural porque en tanto tiempo de lejanía poco tuvo que ver con esa tradición y el conocimiento básico de los lineamientos históricos y culturales de la nación costarricense. Pero, que quienes le acompañan, o quienes le aconsejan en la toma de decisiones lo han rodeado o le han hecho rodear de ignorantes como él.

Lo que se está haciendo con las instituciones culturales, en el Ministerio de Cultura es un acto criminal institucional. Es la expresión de la liquidación de la cultura como parte de la liquidación que se impulsa del Estado Social de Derecho, es lo que sigue, para tener hasta donde sea posible un pueblo mal educado, sin educación, sin cultura general y precisa, sin valores nacionales, sin cultivo de tradiciones históricas, y sin rescate, promoción y conservación de estas tradiciones y de este conocimiento de la Patria, y de la nación costarricense.

Decía Nicolás Maquiavelo que el Príncipe, el Gobernante, no debe ser religioso, pero que debía aparentarlo. Lo aconsejaba como acto importante para la toma de decisiones del Gobernante.

El Presidente Chaves pareciera no tener nada de cultura y conocimiento histórico costarricense, pero como Presidente por lo menos debe aparentarlo, para sus decisiones importantes, en un campo sensible como la cultura y la educación, como para sus práctica política cotidiana.

El Presidente debe aparentar ser un hombre culto, lúcido, con brillo mental. Si de ello carece, por lo menos debe rodearse por quienes le puedan dar ese brillo, esa luz, le cubran sus vacíos culturales e históricos, y con le hagan brillar su gobierno, que por ahora es bastante opaco.

Lo peor que nos puede pasar a los costarricenses es que el Presidente se luzca como el ignorante más grande del país, como un deficiente mental que actúa o se comporta con poca o casi ninguna inteligencia, como un tonto, pensando más en sus intereses y en su figura personal presidencial que en los asuntos públicos que debe atender.

Las megalomanías modernas

Marlin Oscar Avila

 

En un país empobrecido esto es posible, tal como Ide Amin, de Uganda lo hizo en África. Se ganó la reputación de ser humano peligroso, imprevisible, megalómano, vengativo y violento. Soportado por el imperio británico en un inicio. El otro dictador africano fue Jean Bedel Bokassa de República Centro africana. Fue apoyado por Francia. Al igual que el anterior, llegó a alimentarse con la carne de sus oponentes. Teodoro Obiang Nguema, ex gobernante de Guinea Ecuatorial. Este se adjudicó $700 millones del fondo petrolero de su país a su cuenta personal. Es actualmente considerado uno de los peores dictadores del mundo.

Desde luego, nuestro continente también ha tenido sus famosos dictadores. En Centro América se distingue Anastasio Somoza padre e hijo. Maximiliano Hernández Martínez, ambos vecinos de Honduras. Leonidas Trujillo, en República Dominicana, se le atribuyeron 50 mil asesinatos. Porfirio Díaz, en México. el General Jorge Rafael Videla, en Argentina; el otro General Alfredo Stroessner en Paraguay. También está el General Efraín Ríos Mont en Guatemala, que despachó de este mundo a más de 100 mil paisanos, como cifra conservadora. En Panamá, estufo el «hdp de los gringos» hasta que dejaron de amarlo, el General Manuel Noriega. Y, desde luego, está el otro General Augusto Pinochett, de Chile. Tiburcio Carías dictó por 16 años a los hondureños.

Esos son los más conocidos dictadores, pero hay otros que forman parte de la lista de déspotas y soberbios que son recordados por sus crímenes.

Hay otros que son recordados por sus crímenes pero que no fueron declarados dictadores, porque pasaron por el proceso de democracia formal, sobresaliendo el peruano de ascendencia japonesa, Alberto Kenya Fujimori Fujimori, quien fuera elegido el 62nd Presidente de Perú desde el 28 de julio de 1990 al 22 de noviembre del 2000. Logrando una re elección, pero antes de su tercera fue demandado por corrupción y crímenes de lesa humanidad, hasta ser condenado con 25 años de prisión. Él también se mofaba de haber logrado la estabilidad de la macro-economía peruana.

Cada dictador, déspota y criminal que mencionamos arriba obtuvieron en beneplácito de los gobiernos imperiales del momento y cuya historia de dominación les liga al país de la periferia mundial. Francia, Inglaterra y Estados Unidos, e incluso Japón, no dejaron de apoyar el despotismo de esos gobiernos hasta que les fuera de su utilidad.

Un déspota que gobierna de modo absoluto, sin obedecer leyes, tratados internacionales, es una persona sin principios éticos. Es un enfermo patológico que con poder puede destruir las instituciones públicas y privadas y hacer de ellas nichos de servilismo imperial. En las sociedades actuales, modernas, con un avance significativo en las comunicaciones ciber, un prospecto de dictador debe obtener la asesoría audaz de técnicos de alto nivel, pero igualmente deshonestos.

Después de ejecutar acciones internas dentro del Estado para asegurar su absoluto dominio, incluyendo a las Fuerzas Armadas, el sistema de Justicia y las contralorías; pasa a sobornar a los dueños de medios, quienes deben cumplir con ciertos parámetros que ronda el culto a la personalidad. Exige que el personal de la empresa de TV y Radio, sea a prueba de fidelidad a él. El personal que no cumple tal requisito debe ser despedido/a, para lo cual puede hasta ofrecerle subsidio del fondo público, para que no quede empleados «opositor». Puede chantajear a empresarios comerciales e industriales para que hagan lo mismo. Puede hacer lo que tenga que hacer para vengarse y limpiar el país de opositores importantes, puesto que piensa que es dueño del país.

Las dictaduras y los déspotas que han gobernado en A. L. nos muestran que son capaces de asesinar o contratar para militares para que eliminen a líderes sociales y políticos que se oponen a sus ambiciones. Utilizan el principio de soberanía para evitar que la comunidad internacional en sus diferentes expresiones llegue a observar y a valorar sus actos.

Así que lo que tanto decimos los latinoamericanos de que «solo el pueblo salva al pueblo» se torna una verdad muy dura pero se vuelve la verdad que pone a prueba a las distintas clases sociales de nuestros pueblos.

 

Enviado por el autor.

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