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Etiqueta: El Catatumbo

Atreverse a pensar atreverse a opinar

Por Carlos Meneses Reyes

Un pasaje inédito del conflicto armado interno colombiano se viene sucediendo en El Catatumbo, en el Departamento de Norte de Santander, limítrofe con la República Bolivariana de Venezuela. El Frente Nor Oriental de Guerra, que opera en el Norte de Santander, inicio el viernes 18 de enero del corriente año de 2.025, una ofensiva en 7 municipios (Convención, El Carmen, Teorama, Hacarí, San Calixto, El Tarra, Tibú), afectando las áreas metropolitanas de Cúcuta y Ocaña, incluido el sur del Cesar. En un inusitado despliegue de fuerza y pie militar se dieron a la tarea de atacar a las unidades armadas del Frente 33 de las Farc, que hace parte de la atomización de las antiguas Farc-ep desmovilizadas, correspondiendo como estructura del Estado Mayor de los Bloques (EMB); comandada por alias “Calarcá” y que tiene como vocero a Carlos Eduardo García Téllez, alias Andrey Avendaño, cuya delegación gubernamental preside Camilo González.

La ofensiva comenzó con enfrentamientos armados directos hablándose de bajas en las huestes de las farc y no de los atacantes elenos. Procedieron, las unidades del ELN, lista en mano, a ubicar y retener a dirigentes de los municipios citados y en cada uno de esos municipios impusieron ordenes de comparendo, allanamientos a viviendas de colaboradores, simpatizantes del Frente 33 de las Farc, sin distinción de grado de familiaridad de esos buscados. Esto generó caos y traumatismo, optando los pobladores de esa región a movilizarse a las cabeceras de los municipios y de allí gravitar hacia los municipios de Cúcuta, Ocaña y Tibú, adonde han llegado miles de desplazados, trayendo imágenes desgarradoras de cuerpos de combatientes muertos, en una horrorosa muestra dantesca de desolación y destrucción, que conlleva a este relator proponerse a evitar señalar cifras precisas de muertos, desmovilizados y retenidos… De igual manera, son innumerables las caravanas de canoas, con máximo de 20 pasajeros, acompañados de colchones, enseres, alimentos, cobijas, que raudos navegan, por el río Catatumbo y afluentes, a refugiarse en Venezuela.

Resultan incontables las fuentes documentales y testimonios recolectados que permiten, con detalle y precisión, el recuento de los hechos, debido al fluir de las redes sociales, chateos y material, sin fin, que se han logrado recolectar; entre ellos un seriado de entrevistas, videos y comunicados que las fuerzas agresoras del ELN han publicitado, coordinadamente, al respecto.

Bosquejo del rutinario papel desempeñado por Otty Patiño como alto consejero para el fin del conflicto armado

El señor Otty Patiño, desde el inicio de su gestión pareció desconocer las temáticas e instrucciones aplicables a la búsqueda alterna de solución de un conflicto. Acudió a la costumbre o hábito adquirido de hacer las cosas por mera práctica y de manera más o menos automática. Concibió la aplicación de una estrategia de dividir, prime faciae, al interlocutor. Un manejador de soluciones alternas jamás puede concebir que está frente a un contrincante. Ese ha sido su mayor desacierto. La estela de malas actuaciones se puede particularizar. No es el tema del presente artículo asumir el análisis del rotundo fracaso infligido al desarrollo de las conversaciones con las facciones de las Farc. Comenzó con el aglutinamiento del Estado Mayor Central de las Farc (EMC). Por una acción de control territorial de esa fuerza armada y el incidente que concluyó con la muerte de una gobernadora indígena, aconsejó al señor presidente, de romper las conversaciones con el bloque que lidera alias Iván Mordisco. Ello ha agudizado el conflicto en todo el sur occidente colombiano. Siendo que el Frente del Magdalena Medio de las Farc, que incluía el Frente 33 en El Catatumbo y hacían parte de la estructura del EMC y del citado dirigente traído a menos, la labor del representante Camilo González quedó circunscrita a menos de la mitad; sin que ello hubiera implicado manejo alguno de solución por parte del Alto Consejero, ni que se hayan mostrado resultados de solución del conflicto armado con esa facción. Por el contrario, la labor divisoria del Alto Consejero del Gobierno Nacional, ubica al citado Frente 33 Farc, no en el EMC, sino en un nuevo Estado Mayor de los Bloques (EMB), comandado por alias Calarcá. Esto es físico burocratismo. Y resulta de exigencia metodológica hacer énfasis en el ítem tratado para abordar lo critico de la situación, en tratándose con el manejo de las conversaciones con el ELN y que resulta con causal con la horrible situación que padece la población catatumbera.

No faltan elementos de fondo para que un analista popular de opinión, pueda concluir y tener claridad, sobre el giro de la agudización de las contradicciones en el seno del pueblo armado, en el vasto territorio de El Catatumbo. Objetivamente, todo apunta al desastre de manejo que tiene Otty Patiño, como alto consejero del presidente G. Petro, en el fin del conflicto armado, que durante su gestión lo ha es agudizado. La respuesta de los Comisionados Oficiales del gobierno progresista – liberal, ante la denuncia de Otty Patiño que el ELN decidiera atentar contra Álvaro Jiménez, el asesor gubernamental del gobierno ante los del grupo paramilitar del Clan de Golfo; en el sentido que es falso y sin fuente real tal afirmación, constituye un revés político para el conflictivo asesor Otty Patiño, que ha debido renunciar o ser removido, por lo ineficaz de su gestión. Es el Alto Consejero Otty Patiño quien ha vertido en un mismo recipiente el conflicto armado interno y el conflicto social. Con esa Carta Pública buscaba implicar al ELN en los derroteros de la política de «paz total» con la delincuencia común, borrando diferencias en el carácter de trato y manejo político con los rebeldes e insurgentes. Téngase todo lo aquí escrito como una opinión de carácter político, esencialmente. En la controvertida carta pública de Otty Patiño, afirma que es el ELN el que busca su destitución. Falso. Durante la Asamblea Nacional de Delegados de Organizaciones Sociales y Movimientos Políticos, llevada a cabo en la UN de Colombia, el año pasado, se ventilo esa necesidad. Se impone el análisis con causales de fondo. Y esa temeraria acusación aplica la inteligencia que quien critique su mala gestión, sea aupado por el grupo insurgente. Mala calaña.

Aunque si es tema del presente artículo abordar la falta de cautela, recato y pudor del Alto Consejero, al señor presidente, para la solución del conflicto; dable es precisar aspectos temáticos.

En el itinerario del desarrollo de las Conversaciones del Gobierno Progresista con el ELN, se han dado seis fases o sesiones. También logrado 28 acuerdos, ninguno aplicado; pese a que se estableció la dinámica de “acuerdo firmado, acuerdo implementado”. Existe el llamado “Pacto Territorial Para El Catatumbo”, cual Acuerdo de compromiso por el Estado. El Alto Consejero lo aplaza. A eso se le llama lo impúdico de una gestión de un funcionario tal.

Para Gerson Arias, investigador asociado de la Fundación Ideas para la Paz, hay varios pecados cometidos por la oficina del comisionado de Paz, Otty Patiño. La situación deja en evidencia «la incapacidad de este gobierno y su oficina de paz para haber ajustado el enfoque y método con el proceso con el ELN a medida que este se le salía de las manos o cogía otros rumbos. Un proceso de paz no se logra con solo retórica, voluntarismo y sin método».

La labor divisoria del Alto Consejero se materializa ante lo del Departamento de Nariño…Fue palpable que resultó ser un error priorizar y darle juego al frente Comuneros existiendo una mesa de conversaciones instalada de carácter nacional con el ELN. Es procedente que de existir un grupo que quiera avanzar en conversaciones hacia el fin del conflicto, sea acogido y vale atraerlo. Pero hacerle ese ejercicio al ELN, demuestra lo equivoco de esa estrategia y desde entonces se malograron las conversaciones con el ELN, que de por sí siempre venían tensas. No iban a quedarse callados y el primer batazo consistía en alertar al gobierno nacional que ese grupo de Nariño eran infiltrados y traidores a su causa. Es más, el Gobierno mismo se dividió alrededor de eso. Vera Grabe e Iván Cepeda, que estaban tratando de llevar a la mesa nacional, estuvieron en desacuerdo con lo de Nariño, que fue más una idea de Otty Patiño. Pero más aún: ¿qué logro ha materializado esa estrategia?, como no sea la aspiración a que hasta el año 2,026 se logrará una “acuerdo de desmovilización” con ese grupo denominado hoy de los bolivarianos. Asalta la inquietud que una vez desmovilizados sea el mismo ELN nacional el que entre a copar esos territorios “dejados” con la seguridad que no van a permitir que sea el narcoparamiltarismo el que los cope, tal como les enseña la experiencia con lo sucedido al desmovilizarse las antiguas Farc-ep.

El método materialista dialéctico nos permite el análisis objetivo del caso concreto y de la situación concreta. Se alimenta de la información objetiva, cierta, veraz. De manera que si se inocula elementos subjetivos y prejuicios pre concebidos a ese material de definición pues se llega a una conclusión errada. Eso es lo que sucede con la caracterización del conflicto armado interno y con el actor rebelde de estirpe esencialmente política. Al reducirlo todo al narcotráfico y al predominio de rutas para su comercialización, embalan el agudo conflicto de la lucha de clases en Colombia, cuya expresión directa es la lucha armada, en un galimatías de acomodos y conveniencias para la perpetuación de la salida militar; resultado de un lenguaje oficial impropio, de frases, generadores de confusión. Le endilgan a la insurgencia armada todos los males habidos y por haber. Conocedores que el insurgente armado es un delincuente político, lo elevan a la categoría de “narcotraficante” a sabiendas que el narcotráfico existe en Colombia con posterioridad al surgimiento de la lucha armada. Que el narcotráfico es un fenómeno del capitalismo y que la lucha armada tiene como egida la destrucción del Estado capitalista y, en consecuencia, por principio no son “narcotraficantes”. Reconocen la conexidad del delito político. Por ende; siendo que el insurgente armado viola todo el código penal, pues también lo viola en relación con el narcotráfico y su economía subterránea que infecta a todos los estadios y niveles de la sociedad colombiana. Entonces es cuando desvirtuando la técnica de búsqueda de la solución del conflicto, le imponen a la insurgencia la exigibilidad de otra conducta y un Alto Consejero para el fin del conflicto armado interno, logra es intensificarlo.

Los efectos políticos adversos

Circulan opiniones que señalan a Otty Patiño como el gestor de la agudización del conflicto armado y el propulsor de dos escenarios de guerra durante este gobierno: El Cauca y ahora El Catatumbo. La desautorización a la Carta Pública de los delegados del Gobierno en la Mesa con el ELN, debía producir el efecto político de su destitución o renuncia; pero no, es premiado con el rompimiento de Conversaciones y fin de la mesa con el ELN.

La prensa intoxicante opositora, aplaude al unísono, la decisión del presidente G. Petro U, de cancelar las conversaciones con el Ejército de Liberación Nacional de Colombia. La derecha militarista osa pedir al señor presidente, en boca del gobernador de Antioquia, que también cese las conversaciones con las facciones de las farc. En tanto los líderes y voceros comunales del Catatumbo, clamando porque sea en las Mesas de Conversación y Diálogo, con el gobierno, que se busque solución a la contradicción existente entre el ELN y las Farc. En este escenario de fracaso en la búsqueda del fin del conflicto armado interno en Colombia, el creador de toda esta situación, Otty Patiño, permanece impoluto: sin pecado ni mancha. ¡Cese al fuego con todas las insurgencias Ya! Es el clamor nacional al orden del día.

Existe el 1er Acuerdo firmado entre el Gobierno Nacional y el ELN de participación de la Sociedad Civil en el fin del conflicto armado. Es fundamental la instalación de Mesas de Participación de las dos guerrillas enfrentadas, la sociedad civil y el Alto Gobierno. Se impone el Alto Al fuego bilateral con todas las insurgencias o rebeldes.

ANALISIS DEL CONTEXTO ACTUAL.

  1. El control de la extensa frontera colombo-venezolana, por parte del ELN, incide en el factor geopolítico,
  2. No va a permitir el ELN que al desmovilizarse el Frente 33 Farc, el territorio sea copado por elementos ligados al narcotráfico; al paramilitarismo y la corrupción en las Administraciones locales del Catatumbo.
  3. La ofensiva guerrillera en El Catatumbo, no está desligado de la espada de Demóstenes que amenaza la integridad soberana de intervención norteamericana al vecino país. Tampoco del próximo debate electoral 2.026, buscando evitar la acción del narcoparamiltarismo en el poder y el control electoral, bajo la egida de un sistema electoral corrupto, clientelista, de casino imperante y tomado esto, como efecto político subsiguiente, de la organización político- militar que, al parecer, está en capacidad de cumplir sus objetivos de única organización rebelde en esos territorios.
  4. Ya existe Acuerdo Nacional del ELN y el Estado colombiano de participación de la Sociedad Civil en la búsqueda del fin del conflicto armado interno. Lo procedente y consecuente es implementar ese Acuerdo.

La guerra jamás contada

Carlos Meneses Reyes

“Peor es ná” dice el campesino de El Catatumbo con relación a la Carta que diez senadores y tres representantes a la cámara, enviaron al alto gobierno, denunciando la presencia de 150 paramilitares que arribaron a la zona fronteriza de Cúcuta; que fueron avistados desde el próximo pasado 15 de diciembre, en el sector de Palmarito, corregimiento fronterizo del municipio de Cúcuta. Esos parlamentarios del sector alternativo de la política colombiana, en tímida denuncia, que pareciera elaborada como si fueran una Ong ‘s y no miembros revestidos de autoridad constitucional, como exponentes de la Rama Legislativa del Poder Público, alertan sobre esa incursión de efectivos paramilitares. Al hacerlo, conforme al texto y términos de la Carta Pública divulgada, no aluden al fondo, al meollo del asunto: la aplicación de la contrainsurgencia militar, por parte del ejército nacional, haciendo uso de bandas armadas, para enfrentar al Ejército de Liberación Nacional de Colombia- ELN. Lo hace, luego del triunfo de este, contra los paramilitares denominados Los Rastrojos, cual instrumento contra-insurgente del ejército nacional; tras un experimento de más de dos años, en ese escenario de guerra fronterizo, en que el ejército nacional se lava la cara y el generalato mantiene sus barbas en remojo.

El escenario del infiernillo

La División Política Administrativa de Cúcuta cuenta con los corregimientos y veredas de San Faustino, Puerto Villamizar, Banco de Arena, Vigilancia, Palmarito, La Punta, La Buena Esperanza, Aguaclara, San Faustino, Ricaurte, Guarumito, Agua Clara, El Carmen de Tonchalá y San Pedro, Totumito, Carboneras Banco de Arena. Involucra el centenar de veredas. Cuenta con un municipio, desmembrado del corregimiento de Puerto Villamizar y es Puerto Santander, que es fronterizo con Venezuela, país con el cual se comunica a través del Puente Internacional La Unión (uniéndose así con Bocas de Grita); que hace parte, junto con Villa de Rosario, Los Patios, del área Metropolitana de Cúcuta y comunica con zona rural del municipio de Tibú.

En mi artículo: “La malahora del conflicto armado en cúcuta” , publicado en el portal www.rewbelion.org, el 18 de agosto de 2020, reseñé: “La situación de conflicto armado en la zona rural fronteriza de Cúcuta es aberrante. El Comunicado firmado por doscientos cincuentas organizaciones sociales, populares y políticas del país; así como por seis senadores, intitulado: “Se Agrava Crisis Humanitaria en El Catatumbo y Área Metropolitana de Cúcuta”, de fecha 24 de julio de 2.020, centra la atención de denuncia pública nacional e internacional sobre el enseñoramiento del narco paramilitarismo y su uso como instrumento contra insurgente de la Fuerza Armada del Estado colombiano. El tribunal de Paz de Colombia, ordena la protección de las víctimas de una de las peores masacres de la guerra”. Más adelante, exponía: “La Confrontación en la Frontera”. “Además del escenario de guerra relatado hasta el momento en la zona fronteriza metropolitana de Cúcuta y límites con el municipio de Tibú; otro frente “de operaciones” armadas sucede en el área fronteriza con el municipio de Villa de Rosario, La Parada Juan Frío”. Para el 29 de octubre de 2.020, publicitan que en los corregimientos de este histórico municipio, y parte integrante del área metropolitana de Cúcuta, la guerra a bala y sangre en las trochas fronterizas, librada entre una banda conocida como Autodefensas Unidas de Colombia y Venezuela (AUVC), un engendro del narcoparamilitarismo colombiano y contra el Ejército de Liberación Nacional- ELN, concluía en la desarticulación y el desmantelamiento de esa banda, con el consiguiente posicionamiento efectivo, en toda esa área, por parte del ELN.

Con fecha 20 de diciembre de 2.020. El diario La Opinión, pública artículo alusivo a la Mala Hora de los Rastrojos. Y el 22 de diciembre, Hechos 2020: Los Rastrojos acorralados en su propio imperio. Derrotados por el E.L.N.

La zona rural fronteriza de Cúcuta, ha sido y es concretamente el principal escenario de guerra o enfrentamientos, en territorio colombiano durante más de dos años.

Lo característico primordial consiste en que la fuerza pública y en especial el ejército, no intervino en operaciones de envergadura en ese plano; como quien dice dejaron que “se maten entre ellos”. Los paramilitares con un registro de 800 hombres, por más de diez años, fortalecidos durante el segundo periodo del Innombrable, operaron esa zona que les representaba captaciones por más de diez mil millones de pesos mensuales por negocios ilícitos en esas zonas de frontera. Esto demuestra el volumen del potencial utilizado por el ejército oficial en manejo de contrainsurgencia. Los constantes golpes armados conllevaron a que según el registro del investigador de ese artículo “hoy quienes quedan en armas, no serían más de 60 hombres”. Para el mes de marzo del corriente año, un sujeto de nombre “Mario”, reconoció ante las cámaras que estaban “en un sándwich” y José Gregorio López Carvajal, alias “Becerro” que lideraba ese grupo, al retener a unos periodistas, expresó ínfulas de estar unidos y fortalecidos; pero no era tal y conforme a la citada investigación periodística publicada, ha permanecido escondido, hasta el momento… En el entramado de ese pasaje de confrontación, la inteligencia militar alimentó la versión que el EPL apoyaba a ese grupo paramilitar. El desenlace demostró, que con el ajusticiamiento por parte de la Comandancia del EPL, del sujeto conocido como “Grillo” ese pasaje concluyó y curiosamente comenzaron a aparecer algunos golpes, por parte de la fuerza pública, a tales facinerosos, como los ocurridos a alias “Brayan”, detenido, como también las capturas de “El Menor”, “Brother”, “Guacamayo”, “Páez”, “Camaleón”. Cuando “El Menor” y “Brother” fueron capturados, ya se sabía, que habían ayudado a pasar la frontera, el 22 de febrero de 2.019, al auto proclamado presidente Juan Guaidó- como lo revelaron fotografías del momento-y a miles de asistentes al concierto Venezuela Aid Live. Así fue como el E.L.N, dio la estocada final a Los Rastrojos.

Vientos de guerra

No es nuevo. Continúa siendo la persistencia del conflicto armado interno. Desde la incursión del paramilitarismo en La Gabarra, del municipio de Tibú, en el año de 1999, quedó demostrado el dispositivo de uso en el diseño y práctica contrainsurgente, por parte de las fuerzas armadas del Estado. En tanto exista conflicto armado y “enemigo interno” las fuerzas armadas acudirán a la División conformada por los paramilitares. Esa estructura de manejo interno, secreto, cuál agencia de inteligencia, en el caso de El Catatumbo y Departamento de Norte de Santander, ha sido notoriamente un fin para un determinado efecto. Los hechos, cifras y resultados lo registran. La aplicación de una metodología de análisis de deducción lógica, lo reafirma. De tal manera que la incursión de fuerzas narco paramilitares en la zona rural de Cúcuta, está demostrada. En nada ha cambiado el panorama político.

Desde el mes de agosto de este año, la iniciativa de conformación de la mesa humanitaria y de construcción de paz del catatumbo, ha tenido respuestas de acatar por parte de sectores de las Nuevas Farc-ep, el EPL y se está a la espera de un pronunciamiento del ELN al respecto. El gobierno nacional se coloca de espaldas a tales iniciativas y empeña esfuerzos en aplicar una supuesta implementación de los Acuerdos de La Habana, a mínimo quince años vista. El reinicio de fumigación por aspersión aérea es un acto provocativo y la sociedad civil está a la espera de una concertación que evite la intensificación de la guerra sucia.

La improvisada Rueda de Prensa, este martes 22 de diciembre en la ciudad de Cúcuta, presidida por el Alcalde, transcurrió sin pena ni gloria. De antemano, el Alcalde con rareza extravagante, reafirmó que la presencia de hombres armados paramilitares en el área de zona rural y fronteriza de Cúcuta era falso. En forma de reparón aludió a que eran noticias tendientes a desinformar. Ahora resulta que la información de los pobladores, es desinformación. Ante tan escasa y poca estimación, poco le faltó para sindicar a las organizaciones sociales, que impulsaron la denuncia y que retroalimento al crecido número de senadores y representantes parlamentarios que elevaron la Carta de reclamación al ejecutivo nacional. Ante tanta incoherencia durante el desarrollo de la citada rueda de prensa, el burgomaestre hizo el ridículo al responder el coronel López, de la brigada militar, que efectivamente si existían denuncias concretas de la población al respecto y estaban atentos a actuar(…) Curiosamente cuando un periodista le pregunta directamente que responda si el ejército está vinculado con los grupos armados, el audio se altera y el inicio de su respuesta no se escucha, para sustentar que están en actividad permanente, que para ellos no existe ni 24 ni 31 de diciembre. Cita tres campañas a la vez, Prometeo, Muralla, Sansón, como exitosas. Que ante el mal llamado paramilitarismo realizan operaciones de control y que no tienen vínculos con ningún grupo; que son nobles y ofrendan su vida por la población civil. Que cuidan 424 kilómetros de frontera con 500 hombres, lo cual resulta un desafuero, ante las fuentes de información sobre el crecido número de miles de efectivos militares y militarización de toda la frontera, debido a la desviada política de fronteras acatada e impuesta por el imperio, contra la vecina República bolivariana

Avivar las denuncias

Así que el llamado angustioso ante la situación de violencia en la zona fronteriza rural del municipio de Cúcuta, es real. Los nuevos efectivos paramilitares allí instalados, comienzan por el registro de tiroteos en la zona fronteriza de Cúcuta del barrio Viejo Escobal, el pasado 12 de diciembre. La misma zozobra se vive en los corregimientos de Palmarito y Banco de Arena y también en la vereda Vigilancia. La denuncia de la Fundación Progresar, es seria, veraz. Son cientos de hombres armados chocando la actitud negacionista del ejército y de la policía, mancomunada con la del Alcalde… Ya rearmados e instalados los paramilitares comenzará el calvario y la estela de sangre y sacrificios de la población: el recrudecimiento de los asesinatos y masacres y el imperio del terror para continuar adecuando las condiciones de acrecentar la “guerra contra las drogas”, en consonancia con los Manuales de los comilones efectivos de los estados unidos, que tienen bajo control y sumisión a la oficialidad de las fuerzas armadas colombianas

Como corolario a todo lo anterior tenemos: 1. El paramilitarismo que actúa en la región nororiental de la frontera rural del municipio de Cúcuta, comprende red de alistamiento, con suficientes recursos logísticos y licencia de movilidad de personas a ojos vistas de las autoridades colombianas. 2. La facilidad de utilización de lenguaje articulado de facinerosos paramilitares, por los medios de comunicación locales, entrever una finalidad de intereses de conveniencia en la función contrainsurgente de las fuerzas armadas estatales colombianas. 3. El fenómeno de los Falsos Positivos fue de aplicación consecuente y aunque continúa vigente y en algunos casos han sido neutralizados debido a la denuncia política. 4. Manifiesta omisión, por complacencia del régimen, las clases dominantes, las fuerzas armadas y la propia institucionalidad, en el actual estado de cosas, expresada en una continuidad sistemática de asesinatos selectivos y masacres. 5. La reiterada aplicación de negar la sustitución voluntaria de cultivos ilícitos y la amenaza de reiniciar con la aspersión del glifosato, genera malestar en la población. Se sobre entiende que esa práctica redunda en la intensificación de la guerra “contra las drogas”, que no es tal, sino que tiene como objetivo el pueblo. 6. La ruptura de Conversaciones con el ELN que se traía desde el año de 2017, que pone en entredicho el futuro de Colombia, no en lo especulativo de la Paz, como para su construcción, con el logro del fin del conflicto armado interno. 6. La persistencia de un obstáculo a lo gobernable, por la permanencia de un sistema electoral corrupto, como ingrediente adicional a tantos males padecidos. Los carteles politiqueros, como el de Atalaya, son el resultado de usufructuar los efectos de la matanza de líderes populares y el amarre a perpetuidad, de los votos cautivos de la derecha militarista.