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Etiqueta: embargo comercial

Peso del embargo estadounidense a la isla de Cuba

Alberto Salom Echeverría

Introducción

El embargo estadounidense a la isla de Cuba es de larga data, prácticamente nace con la Revolución Cubana.

Las primeras leyes del embargo se produjeron en 1958, es decir, antes del triunfo de la insurgencia revolucionaria, por parte del gobierno del presidente Dwight D, Eisenhower, el cual emitió una ley contra la venta de armas, en marzo del año mencionado, durante el régimen de Fulgencio Batista. Después de esta primera ley de embargo, la abundante mayoría de las leyes aprobadas contra Cuba, fueron contra la revolución. La primera de ellas ocurre en 1960 contra el gobierno de Fidel Castro, en castigo por las expropiaciones de las tierras en propiedad de las empresas estadounidenses y de otros grandes empresarios de este país.

No obstante, poco después en 1962 cuando se produjo la crisis de los misiles, consistente en un serio enfrentamiento que amenazó la paz mundial entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, derivado de la instalación de una base militar con armas de mediano alcance como consecuencia de un acuerdo entre los gobiernos de Cuba y la URSS, el gobierno estadounidense robusteció las medidas de castigo al gobierno y pueblo de Cuba, incluyendo la restricción a la venta de todo tipo de mercancías a la isla, tales como medicamentos y alimentos.

El endurecimiento de las medidas se produjo, a pesar del retiro de los misiles de Cuba por parte de la URSS; la condición que se le había solicitado a los Estados Unidos consistía en que desmantelara sus propias bases militares que amenazaban a la Unión Soviética, instaladas en países de la OTAN como Turquía e Italia y, además, que el gobierno de los EE. UU se comprometiera a no invadir Cuba, como ya lo había hecho, apoyando a la contrarrevolución cubana en la invasión de “Bahía de Cochinos” acaecida en 1961.

Pero… ¿han sido eficaces estos bloqueos? ¿Cuánto han afectado a la economía cubana?

La prolongación del embargo

Desde 1959, se han sucedido en la enorme y poderosa nación del Norte, una diversidad de gobiernos de signo republicano y demócrata, todos ellos excepto uno, el de Barak Obama, hicieron lo posible por perjudicar al máximo a Cuba, ya no solo mediante leyes de embargo, sino también, alimentando con dólares la operación de fuerzas contrarrevolucionarias, como la guerrilla que actuaba en las montañas del Escambray que, saboteaba y asesinaba a los productores cubanos. Por otro lado, con más saña todavía, por razones ideológicas se buscó destruir las propiedades de la economía social. En tercer lugar, estas organizaciones no escatimaron esfuerzos para intentar sembrar el pánico, colocando bombas mortales en edificios públicos como en el antiguo Hotel “Hilton” de la Habana, ya por entonces llamado “Habana Libre”; o en el vuelo 455 de “Cubana de Aviación”, el cual había despegado de la Isla de Barbados y se dirigía a Jamaica, con destino final a la capital de la Habana. Este atentado terrorista, se lee en Wikipedia, tuvo lugar el 6 de octubre de 1976, ocasionando la muerte de las 73 personas a bordo, convirtiéndose en el peor ataque de este tipo en el hemisferio occidental. Las bombas empleadas fueron descritas como dinamita o explosivo C-4. Hubo evidencia, continúa diciendo Wikipedia de que el atentado fue perpetrado por individuos vinculados al exilio cubano en Miami, con vínculos con la CIA estadounidense y con algunos miembros de la policía secreta de Venezuela de aquel entonces, denominada “Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención, DISIP. Aun cuando de momento el gobierno de los EE. UU no reconoció su complicidad en el ataque, documentos desclasificados en el 2005 indicaron que la agencia de de espionaje estadounidense, “tenía inteligencia concreta de avanzada, tan temprano como junio de 1976, sobre planes de grupos terroristas cubanos exiliados, de atacar con una bomba un avión de la línea cubana”. (Cfr. “CIA and FBI documents detail career in international terrorism; connection to U.S.” -Detalles de la CIA y el FBI detallan carrera en el terrorismo internacional; conexiones hacia los EE. UU- Contenido en “Caso del avión cubano en el sitio web www.latinoamericanstudies.org”).

También narra Wikipedia que el antiguo agente de la CIA, Luis Posada Carriles, aunque negó haber estado personalmente involucrado en el atentado, proporcionó después varios detalles acerca del acto terrorista en su libro publicado en 1944, “Los caminos del guerrero.” Además, continúa la narración, cuatro hombres fueron arrestados después de un juicio celebrado en Venezuela en aquella época, y fueron: Freddy Lugo y Hernán Ricardo Lozano con una sentencia que dictaminó 20 años de prisión. En el caso de los más conocidos terroristas contrarrevolucionarios, Orlando Bosch Ávila fue absuelto por defectos técnicos en la consecución de las pruebas. Mientras tanto, Luis Posada Carriles, permaneció detenido durante ocho años mientras aguardaba una sentencia definitiva, aunque logró huir; posteriormente ingresó ilegalmente a los Estados Unidos, por lo que se le detuvo, viéndose liberado en abril del 2007. En ese país dice la crónica, vivió protegido hasta su muerte en el 2018. (Cfr. Wikipedia. “Vuelo 455 de Cubana”. es.m.wikipedia.org). He acudido a esta fuente que no es fiable para realizar trabajos académicos más serios, pero sí lo es para brindar información como esta.

Se ha puesto el subtítulo “La prolongación del embargo”, porque una copiosa información de diversas fuentes -como lo veremos- revela que los gobiernos de los EE. UU continuaron promoviendo leyes para reforzar el embargo de la economía cubana, con el propósito fundamental de derrumbar al gobierno de Cuba. También es cierto que, el propósito de convertir a “la mayor de las Antillas”, como también se denomina a Cuba, en un enclave neocolonial de Los Estados Unidos, viene desde la “Enmienda Platt” y quizás desde antes. La “enmienda Platt” fue una ley aprobada como es obvio en el Congreso de Los Estados Unidos, impuesta a Cuba como una adición a la Constitución cubana desde los inicios del siglo XX, una vez que Cuba, había alcanzado la liberación del colonialismo español, en el año de 1898. En dicha “Enmienda” se estableció que, si algún gobierno de la Isla no aceptaba el mencionado apéndice a la Constitución, daría lugar a una ocupación militar de su territorio. Uno de los artículos de la “Enmienda” estableció que: “el gobierno de Cuba consiente que los Estados Unidos pueden ejercer el derecho de intervenir para la preservación de la independencia y el sostenimiento de un gobierno adecuado a la protección de la vida, la propiedad y la libertad individual”. En otro artículo de la enmienda se le quitaba al naciente estado cubano la soberanía sobre la Isla de Pinos, por lo que la soberanía de Cuba sobre este territorio quedó sujeta a ser discutida en el futuro. También se estipuló el “derecho” de los EE. UU a establecer bases “carboneras y militares” en las costas cubanas, -de aquí proviene la “base naval de Guantánamo”, todavía en poder del gobierno estadounidense-. (Cfr. “Enmienda Platt de 1901”. Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/6/2525/15.pdf)

Además, con mucho cinismo el general Leonardo Woods, quien estuvo al enfrente de la ocupación militar de Cuba por los estadounidenses, desde el desalojo de los españoles en 1898, había adelantado en una carta al Departamento de Estado lo siguiente: “A Cuba se le ha dejado poca o ninguna independencia con la Enmienda Platt (…) y lo único indicado ahora es buscar su anexión (…) Con el control que tenemos sobre Cuba, un control que sin duda pronto se convertirá en posesión, en breve controlaremos el comercio de azúcar en el mundo. Creo -agregó- que es una adquisición muy deseable para los EE. UU. La isla se norteamericanizará gradualmente y al poco tiempo contaremos con una de las más ricas y deseables posesiones que haya en el mundo.” (Cfr. Santos, Rafael. “La Enmienda Platt fue derrocada por la revolución”. PrensaObrera, 28-6-2021).

Todos estos anhelos de la potencia del Norte se incrementaron con el advenimiento de una revolución que para distribuir la riqueza expropió los terrenos de las compañías norteamericanas en Cuba. Hubo dos leyes que, una detrás de la otra, extendieron el afán de los gobiernos estadounidenses por acotar y destruir la revolución; una de ellas fue la ley “Torricelli”, y la otra la “Helms-Burton”. La ley Torricelli se presentó en el 102 Congreso de los EE. UU por el representante demócrata de New Jersey, Roberto Torricelli y secundado por quien llegaría a ser senador por el estado de Florida, Bob Graham. Dice la crónica que la ley sancionada en el Congreso fue promulgada por el expresidente George Bush (el padre), el 23 de octubre de 1992, cuando se encontraban en plena campaña electoral y tuvo como propósito influir sobre el electorado conservador de Florida. Ya la ley Torricelli incurrió en la osada pretensión de la “extraterritorialidad”, consistente en el establecimiento de penas contra países cuyos gobiernos no impidiesen el comercio de empresas de esa nacionalidad con Cuba, lo mismo que contra empresas navieras que acarrearan la mercancía. La ley resultó particularmente onerosa, habida cuenta de que se produjo en el contexto del derrumbamiento de los países socialistas, que se habían convertido en importantes socios comerciales de Cuba. Como si lo anterior no hubiese sido suficiente, el 3 de marzo de 1996, bajo la presidencia de Bill Clinton, en el 104 Congreso de los Estados Unidos, se aprueba otra ley, encaminada a reforzar el bloqueo contra Cuba. La ley fue promovida con el pomposo nombre de: “Ley de la Libertad Cubana y Solidaridad Democrática”, más conocida como “Ley Helms-Burton”, que son los apellidos de un senador republicano y un representante en la Cámara de los diputados que la promovieron. En aquel momento, los republicanos habían ganado el control de ambas cámaras, pero el presidente Clinton (demócrata), desde la campaña electoral, había comprometido su apoyo al proyecto en cuestión, igual que lo había hecho antes Bush, con tal de ganarse al electorado de origen cubano de la Florida.

Conclusión

La ley “Helms-Burton”, vino a endurecer el embargo económico y político contra Cuba, puesto que implicó la decisión de EE. UU de hacer entrar en vigor el título III de la ley que había quedado pendiente, ante ciertas objeciones de los países de la Unión Europea y Canadá, porque sus inversionistas se veían implicados en las sanciones en caso de invertir en la isla antillana. Las repercusiones de esta ley se han extendido hasta hoy, ya que, durante el gobierno de Donald Trump, el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, anunció que la administración Trump implementará integralmente el Título III de la “Ley Helms Burton” que había quedado en suspenso, a partir del 2 de mayo de 2019. Hoy han quedado a salvo de las sanciones aquellas empresas de propiedad de inversionistas europeos o de otras nacionalidades ajenas a los EE. UU, que no hayan hecho inversiones en bienes que hubiesen sido confiscados por la Revolución cubana hace seis décadas, merced a la intervención de los países de la Unión Europea y Canadá y sus recursos interpuestos en varias instancias internacionales, principalmente en la Organización Internacional del Comercio.

La discusión de esta cuestión no puede ser un asunto ideológico, como los Estados Unidos han querido hacerlo ver. Si así fuera, cómo es que la mayoría de los políticos estadounidenses que han promovido el bloqueo contra Cuba, no repudian los actos del gobierno israelí de Netanyahu, que están basados en el uso de la fuerza y que son a todas luces violatorios de los más elementales derechos humanos de la población civil de Palestina; ¿por qué callan frente al propio gobierno de Biden, que ha mantenido una actitud de apoyo solapado o encubierto a las acciones atroces del gobierno israelí? Es más recientemente, el gobierno de los Estados Unidos vetó la resolución de la ONU que pedía “pausas humanitarias” a la desbordada acción del gobierno de Israel, para poder entregar ayuda a Gaza. Bajo el gobierno del presidente George Bush, los EE. UU, se tomaron la atribución de invadir Iraq, alegando la existencia de armas de destrucción masiva que nunca aparecieron por ninguna parte, dejando a su paso destrucción y muerte de miles de ciudadanos de aquella nacionalidad, que no estaban implicados en asuntos de naturaleza política. Hay muchas otras arbitrariedades y violaciones a los derechos humanos que se cometen a diario en el mundo y que cuentan con la complicidad del gobierno de los Estados Unidos, como para creer que dicho gobierno actúa en el caso cubano por razones humanitarias atinentes a la violación de los derechos humanos.

Si el embargo no tuviera repercusión en el desarrollo de Cuba, ¿por qué insistir en ello, cuando es obvia la intención de diferentes gobiernos estadounidenses de derribar al gobierno de Cuba?

Enviado a SURCOS por el autor.

Despliegue insolente del colonialismo francés y gringo en el Caribe

Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense

Los EEUU, al igual que lo hizo Francia durante dos siglos con el pueblo y la nación haitiana, manipulan el destino de los cubanos, tanto el de los que habitan en la isla como el de los que tomaron los múltiples caminos de la emigración, por muy diversos motivos, pues a semejanza de lo que decía la letra de aquel viejo tango, ellos actúan “como juega el gato maula con el mísero ratón”, pues les importa un carajo la suerte de ese pueblo hermano.

De esta manera, seguimos presenciando sin entenderlo, y sin reaccionar en medio de nuestra estúpida perplejidad, cuando no indiferencia, ante el reiterado e insolente del colonialismo en la región del Caribe y las Antillas. Si en 1804 el pecado de los haitianos fue haberse liberado de la esclavitud y la explotación a que los tenían sometidos los franceses, a partir de 1959 los insulares de Cuba vienen siendo castigados por haberse salido del guion que tenían los EEUU, a partir de 1898, de convertir a Cuba en otro Haití, un país que hasta el presente no tiene ningún tipo de soberanía, y donde la miseria unida a la desesperanza hace su agosto.

Ya pasaron más de 16 años desde que los Estados Unidos y Francia, diz que con el apoyo de la ONU, sacaron del poder al presidente Jean Bertrand Aristide por haberle exigido a Francia la devolución de los 21 mil millones de dólares (a valores actuales), esa desmesurada suma que los haitianos debieron de pagar por haber sacudido las cadenas del colonialismo. Más allá de las vicisitudes del régimen revolucionario surgido en 1959 en Cuba, con el que podemos estar o no en desacuerdo, tener una visión, más o menos crítica o no, de la trayectoria histórica seguida por éste, lo cierto es que estamos seguros de que los piratas de la Casa Blanca jamás indemnizarán al pueblo y a la nación cubana por los graves daños causados a su economía, tanto como a sus ciudadanos, los que han sufrido incontables pérdidas en todos los órdenes. Esos miles de millones de dólares escamoteados por los sucesivos gobiernos estadounidenses, a través del embargo, las sanciones y las leyes Helms Burton y Torricelli jamás serán devueltos al pueblo cubano. El colmo es que mucha gente piensa que debemos aplaudir semejante felonía.

Dentro de lo que debería  ser visto como el colmo de la estulticia y de la maldad, tenemos que el grado de crueldad e insensibilidad de buena parte de la migración cubana (en especial el liderazgo de la ultraderecha que vive en La Florida) hacia los sufrimientos de sus compatriotas que habitan en la isla y fuera de ella (al no poder ayudar a sus familiares), en medio de la pandemia, y de innumerables carencias que se han visto agravadas por innumerables medidas que imposibilitan a Cuba hasta para adquirir respiradores, jeringas y medicamentos,  un país al que luego atacan en términos de lo que llaman, con cinismo, en las redes sociales las “deficiencias” de la medicina cubana, lo que resulta ser una profecía autocumplida, al ser ellos los victimarios que actúan para que las cosas desmejoren, dentro de un continuo accionar despiadado del lobby cubano de La Florida, que raya en la maldad y la locura homicida, además de que asume, de manera ilegítima, la voz de todos los cubanos del exterior.

Con tal de alcanzar sus objetivos político-militares no importa “negar a la dictadura todo tipo de apoyo significativo” dice el delirante plumífero ultraderechista Carlos Alberto Montaner (Diario La Nación, San José de Costa Rica 25/7/21), cuando en realidad se lo niegan a todo un pueblo. Se trata de gente que nunca estará por una democracia verdadera en Cuba, no la caricatura que había antes de la revolución sino una que supere los vacíos que dejaron estos sesenta y dos años, con las inmensas limitaciones y amenazas entre las que debió moverse, además de que estamos seguros que siempre de la ultraderecha mayamera estarán al servicio del colonialismo en esta parte del mundo. Se necesita un diálogo entre toda la familia cubana y que sean ellos, sin interferencias, quienes decidan su destino durante las próximas décadas.

Final del Bloqueo: el reto de traducir la utopía en realidad

Germán Gorraiz López – Analista político

El cese del bloqueo de Estados Unidos contra Cuba, exigido por vigésimo octavo año consecutivo en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas y aprobado de forma abrumadora por 187 votos a favor, 3 en contra (EE.UU., Israel y Brasil) y 2 abstenciones, reafirma la libertad de comercio y navegación ante un bloqueo anacrónico instaurado por Kennedy en 1.962 y que habría supuesto para la Isla unas pérdidas directas e indirectas estimadas en 110.000 millones $ según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)y cerca del Billón $ según el Gobierno cubano. Además, la renovación automática por parte de EEUU por un año más del embargo comercial a la isla atentarían contra el vigente sistema financiero y político internacional y podrían suponer para Cuba pérdidas estimadas en cerca de 70.000 millones de $, abocando al régimen cubano a la asfixia económica y que puede tornarse letal tras la irrupción de la pandemia del coronavirus.

Cuba, la obsesión de Trump

Donald Trump adoptó como leit motiv de su Presidencia eliminar todo vestigio del legado obamaniano. Así, tras el intento de finiquitar el Obamacare, el anuncio de revisión del Tratado NAFTA y la retirada de EE.UU. del Acuerdo de París contra el Cambio Climático, el siguiente paso fue deshacer los avances diplomáticos y comerciales alcanzados con Cuba bajo el mandato de Barack Obama. Así, los cambios propuestos por la administración Trump tenían como intención aumentar las regulaciones y la supervisión para dificultar a las empresas estadounidenses rubricar acuerdos con Cuba así como para que los estadounidenses continúen viajando al país y serían fruto de la extenuante presión de los destacados representantes cubano-americanos Marco Rubio y Mario Díaz-Balart, ambos republicanos.

Por su parte, Mike Pence, anunció la implementación de nuevas medidas contra dos compañías que transportan el crudo venezolano hasta Cuba así como contra los 34 buques que utiliza PDVSA para tal cometido con el objetivo confeso de provocar la “asfixia energética de Cuba” mediante la amputación del cordón umbilical que unen Venezuela y Cuba siguiendo la teoría kentiana del “palo y la zanahoria “ expuesta por Sherman Kent en su libro “Inteligencia Estratégica para la Política Mundial Norteamericana” (1949). En dicho libro, Kent afirma que “ la guerra no siempre es convencional: en efecto, una gran parte de la guerra, de las remotas y las más próximas, ha sido siempre realizada con armas no convencionales: […] armas […] políticas y económicas. La clase de guerra en que se emplean […] (son la) guerra política y la guerra económica.”

Siguiendo con la escalada represiva, el Departamento del Tesoro de EEUU impuso sanciones a la empresa estatal cubana Cubametales por “su continuada importación de crudo venezolano y apoyo al Gobierno del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro”. Como consecuencia de esta medida, quedan congelados los activos que la empresa pueda tener bajo jurisdicción estadounidense y quedan prohibidas transacciones financieras con entidades estadounidenses pues Cubametales sería según el Gobierno de EE.UU. “responsable de garantizar el total de las importaciones y exportaciones de combustibles desde y hacia Cuba”. El objetivo confeso era que la Isla se viera abocada a una asfixia de resultados imprevisibles tras el hundimiento del turismo provocado por la irrupción en la Isla de la pandemia del coronavirus y en el paroxismo de la insolidaridad, la Administración Trump bloqueó las compras y entregas de mascarillas, ventiladores pulmonares y demás insumos sanitarios básicos para el tratamiento de pacientes con Covid-19 pues el objetivo último de la Administración Trump sería conseguir el desabastecimiento total de petróleo, alimentos e insumos sanitarios vitales para hacer tambalear el actual status quo de la Isla y como traca de despedida, Trump volvió a incluir a Cuba en la lista de “Estados Patrocinadores del Terrorismo” hasta completar la cifra récord de 240 sanciones contra la Isla.

¿Es factible la normalización de las relaciones CubaEEUU?

La utopía sería el camino para alcanzar un sueño que llevaría implícito en su potencia la facultad de devenir en acto concreto siendo preciso transitar por la senda marcada por il poverello d´Assisi: “Comienza haciendo lo que es necesario, después lo que es posible y de repente estarás haciendo lo imposible”. Así, la utopía sería la normalización de las relaciones entre Cuba y EEUU, destino final de un recorrido jalonado por lo necesario (finiquito del Bloqueo energético) y lo posible (suspensión del anacrónico Bloqueo) hasta llegar a lo que parecía imposible (normalización de las relaciones entre Cuba y EEUU).

Joe Biden en una entrevista concedida a la cadena CBS aseguró que “en el supuesto de ganar las elecciones retomaría la política llevada a cabo por Barack Obama hacia Cuba”,lo que podría traducirse en un futuro mediato en un cambio sensible en las relaciones cubano-estadounidensesy en este contexto, se enmarcaría la petición del think tank Cuba Study Group (CSG)a la Administración Biden de “un compromiso diplomático renovado con Cuba”. Dicho grupo de análisis presidido por el empresario Carlos Saldrigas representaría a la tendencia moderada de la comunidad cubanoestadounidense y estaría compuesta por destacados empresarios y activista políticos que participaron activamente en mejorar las relaciones con Cuba durante la Presidencia de Obama.

En su petición a la Administración Biden destaca que “una política de acercamiento hacia Cuba resulta vital para promover los intereses nacionales de Estados Unidos y un futuro más libre y próspero para el pueblo cubano” al tiempo que adjunta una agenda exhaustiva de los pasos necesarios para conseguirlo, lo que podría ser en suma, un primer borrador para traducir la utopía en realidad. Así, el camino a recorrer estará jalonado por los retos del finiquito del bloqueo energético a la Isla, la retirada de Cuba de la lista de “Estados Patrocinadores del Terrorismo”, la derogación de la Ley Hemls-Burton y finalmente, la suspensión del anacrónico Bloqueo vigente desde 1.962. que daría paso al intercambio de embajadores y a la anhelada normalización de las relaciones entre Cuba y EEUU.

Imagen ilustrativa.