La dinastía de los encomenderos
Rafael A. Ugalde Q.*
A la memoria de Federico Picado Sáenz, Tobías Vaglio Sardi, Lucio Ibarra, Octavio Sáenz Soto, Narciso Sotomayor y Álvaro Aguilar, todos víctimas de la “dictadura democrática”, 77 años atrás.
Mientras sigamos definiendo la “izquierda” en abstracto, donde todos caben, desde traidores, pasando por mercachifles, hasta llegar a personas que sinceramente reflexionan y hacen un alto y se dicen: caramba sí seguimos haciendo lo mismo obtendremos idénticos resultados. Nuestro pasado de más de 400 años como víctimas de los encomenderos s seguirá haciéndonos creer, por parte de unos pocos y con poderes de reyes sin corona, que todo va bien y es progresivamente perfeccionable. Es cuestión, dicen, de ser pacientes.
Pero quienes resaltaban las maravillas de la “democracia liberal representativa”, entiéndase de pequeñas castas, ni siquiera ellos creen ya en ese axioma. En Rumania desconocieron al ganador de unas elecciones este 2025, metieron el líder a la cárcel hasta que impusieron a un ilustre desconocido, que era el que la Unión Europea necesitaba.
Al expresidente Andrés Manuel López Obrador estuvieron a punto de destituirlo en dos ocasiones; una por supuesta “violencia de género” y otra por “ofender gravemente” a los mexicanos no pertenecientes a su movimiento político, a quienes AMLO llamó neoliberales corruptos y sinvergüenzas ¡Vaya sensibilidad de desgraciados!
La realidad es que esta “izquierda” desconoce que Europa y su referente civilizatorio – Estados Unidos – no busca ya ni siquiera la democracia liberal burguesa, exige plena sumisión al imperio ya destronado. Y punto.
Surgen entonces “revoluciones” en Ecuador, en Chile, Bolivia, etc., desde las alturas, desde las jefaturas, que entrenan un día sí, y el otro también, para que la experiencia en ciernes de democracia popular participativa, salida desde las bases, sea entregada en bandeja de plata a los nazifascistas -sionistas europeos como Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea; Manfred Weber, jefe de los partidos populares europeos; Friedrich Merz, flamante nieto de un aplaudidor de Hitler; y a las sectas encabezadas por los Milei, los Boric, los Kast, los Paz; con posibilidad de que estos traidores retornen en la vuelta siguiente con otro color de camaleón y el respectivo peinado de moda.
Ahora bien, en cuanto a nuestro país, causa escozor que, si bien tenemos claro que en ninguna parte del mundo existe la receta única acerca de cómo se construye el socialismo, máxime después del fardo de 500 años de expoliación, sí es claro que, con esta gente, defensora de un supuesto “capitalismo bueno”, su “buena democracia” hay que imponerla, aunque para los pueblos estos procesos reformistas, subalternos al imperio, resulten moral, política y económicamente empobrecedores y degradantes.
No porque los pueblos sean masoquistas, sino por la sencilla razón de que tienes en tu casa al enemigo, y una vez identificado como traidor, éste sale y lo verás luego, desde afuera, pidiendo al “imperialismo bueno”, junto a las oligarquías locales, intervenciones militares, bombas para volar puentes, minas para puertos claves, bloqueos comerciales y financieros, declaraciones de naciones promotoras del terrorismo, extradiciones a la carta, etc., a fin de “restaurar la democracia”.
En nuestro caso, el punto de inflexión de esta gente llegó, a inicios de los años 80 del siglo pasado, con el Primer Programa de Ajuste Estructural de la economía, ese que jamás hubiera afectado a nuestros campesinos forjadores de soberanía alimentaria, nuestros empleados de servicios públicos para ciudadanos usuarios (y no solo para clientes con capacidad de compra), nuestra CCSS autónoma y nuestro participativo Hospital Sin Paredes, el derecho a una vivienda digna, el derecho a la educación de calidad, etc., ese PAE I y subsiguientes no los habrían hecho realidad sin el apoyo absoluto e incondicional de todos los partidos políticos. Serán 4 décadas del “buen capitalismo” que incluso continuarán más allá del 2026, cuando sin duda será acelerado el proceso de desclasamiento del pueblo trabajador costarricense.! Las pruebas están a la orden del día; ¡otra cosa es que los interesados quieran nos tapemos los ojos!
Por eso ustedes ven que los piratas imperiales roban, matan y asaltan en nuestro mar Caribe, amenazando lo más preciado que tenemos como pueblos: la paz. Mientras tanto esas “izquierdas”, junto a todas las derechas, seguirán calladitas.
Para construir otra izquierda, la necesaria para enlazarnos al Sur Global y al nuevo mundo multipolar y pluricéntrico, capaz de condenar esta barbarie y acabar de una vez por todas con la secular encomienda, hay que cumplir dos condiciones sine qua non, indispensables e innegociables: ser antimperialista y tener patria.
Lo primero ellos no pueden serlo, pues en Costa Rica el 48% de la inversión extranjera directa que les surte es de origen gringo, lo cual resulta en una dependencia económica y política, brutal y escandalosa.
En cuanto a lo segundo, su patria reside donde tienen los fondos de pensiones, los impuestos escamoteados, el dinerito enjuagado, etc. Es decir, para ellos la soberanía de una nación pasa por la suma y la resta, para así saber qué precio tiene.
Reconstruir nuestro país, así como Nuestra América, pasa porque esta izquierda honesta, preocupada sinceramente por el despeñadero a que nos están empujando, nos nutramos de las experiencias patrióticas, soberanas y antimperialistas a que tienen derecho nuestros pueblos sin contar con el permiso de nadie. Superaremos así las desviaciones encomenderas en que quieren mantenernos a sangre, fuego, miedo y sumisión. 23 de diciembre 2025.
*Circulo Bolivariano de Solidaridad con los Pueblos Yamileth López.
