El llamado de Rafael Alban
Por Carlos Meneses Reyes
Con ese nombre se registra el envió de un escrito, en contribución a demarcar el estadio actual de la izquierda legal colombiana y la posición ante la aspiración presidencial de Gustavo Petro, en el escenario de un sistema electoral corrupto, clientelista, electorero, signado por el control del narco para-militarismo y la danza del dinero. Para algunos es: “Un análisis crítico sobre la izquierda marxista colombiana y su posición frente a la candidatura de Petro”. Razón suficiente para abordar el momento crucial que desborda expectativas en torno al debate electoral por la presidencia de la república, en Colombia.
El contenido del enfoque de Rafael Alban, seguramente un seudónimo y por ende no ajustado a reproducirlo o citarlo como fuente de consulta, permite adaptarlo a la realidad del momento político de la izquierda marxista-leninista.
No se trata de resaltar el baldón- a la usanza de la derecha militarista- de descalificar a Gustavo Petro, por su modo de ser, para una contradictoria presentación de su aceptación, al final. Al respecto, la ausencia de un caudillismo aplica en la aceptación que el candidato no sea “monedita de oro” que le caiga bien a “todo mundo”. Ello garantiza el no impulso de un “culto a la personalidad”, como dosis a aportar de los activistas de izquierda. Hay mucho más por enfocar en torno a los contenidos del Programa Político del Progresismo, Humanismo, Socialdemócratas (liberales y conservadores) por superar la etapa neoliberal. Sirva para desenmascarar a la secta militarista en el poder y su estrategia de sumir a la opinión del pueblo colombiano en la confusión y el atraso político, con el tal “castro-chavismo”, que no existe como modelo económico, ni político.
Se da una presentación de significado claro en la distinción que se es de izquierda o se es de derecha, ante la no existencia de un “centro” político en Colombia, como resultando de no repetirse la coyuntura pasada, que permitió la exploración de la búsqueda de la solución política al conflicto armado interno, o de existencia de esa tendencia en el grupo de poder de hegemonía oligárquico; fracasada la implementación de los Acuerdos de La Habana y el Teatro Colon y la traición estatal a lo pactado con peso en el Derecho Internacional. El montaje de un Plebiscito sin garantías electorales, dado el sistema corrupto que lo sustenta, y la aplicación de “hacer trizas” los Acuerdos; redundan en la no terminación del conflicto armado con las antiguas Farc-ep, sino en el resultado de la triplicación de sus frentes, en un caótico escenario de conflictivas incoherencias.
Por supuesto, que el debate electoral en ciernes, se da en medio de una agudización del conflicto 1. armado interno (militar) 2. económico 3. político 4. social 5. ecológico. Resulta simplista denominarlo “polarización”; siendo que obedece al análisis concreto de la situación concreta, de un estadio de la lucha de clases en Colombia, que no permite variantes en su abordaje y trato.
La existencia y vigencia de la lucha armada en Colombia, está indiscutiblemente ligada a la situación de causas y factores históricos internos, que dieron lugar a su surgimiento. Ello explica su permanencia. Pero el escenario de la izquierda legal no es de la confrontación armada.
A mediados del Siglo XX, asistimos en Colombia a un estado de guerra civil no declarada, producto de la violencia bipartidista liberal-conservadora. La izquierda en Colombia se vio sitiada en dos fuegos: en el del Estado formal y en del informal de la actividad política bipartidista.
UNA INTERPRETACION HISTORICA. Ello explica que en la interpretación de la historia de las ideas políticas en Colombia, se resuma en la Historia del Partido Comunista Colombiano (PCC), situado a la cola del liberalismo en Colombia. Luego de la capitulación de las guerrillas liberales en el campo, surgió la guerrilla de inspiración comunista. La escisión del campo socialista internacional en 1963, dio lugar al surgimiento de movimientos rebeldes e insurgentes guerrilleros, bajo las égidas de las doctrinas del campo socialista soviético, el chino (marxista-leninismo-maoísmo) y el guevarista cubano. La aplicación del sistema compartido del Frente Nacional, entre lo dos partidos de inspiración oligárquica en confrontación, con la exclusión de las corrientes opositoras socialista y comunista; con la ejecución de un reparto milimétrico de la función estatal, en forma excluyente; trajeron consigo la práctica del abstencionismo radical, el desconocimiento e ilegalidad de la izquierda colombiana y el surgimiento escalonado de las insurgencias rebeldes guerrilleras en el campo y su incidencia en las crecientes ciudades colombianas, debido al desplazamiento, precisamente ocasionado por la llamada Violencia.
Al darse el fin del Frente Nacional, que se prolongó por más de los 16 años inicialmente concebidos; permitir que la llame la izquierda abstencionista y no “el abstencionismo”, se replantearon lo de la participación electoral. Se superaba el contrasentido de partidos políticos “de masas”, siendo clandestinos. No operaba la disyuntiva que se era “clandestino” ante el Establecimiento y no ante las masas. El instrumento de la amplitud del trabajo político ante las masas implicaba la multiplicación del esfuerzo de dirigentes y de trabajo de organización popular y fue precisamente ese factor, el que ha venido acrecentando la cualificación del movimiento reivindicativo y el paso al contenido político de las luchas.
De manera que la ruptura de la izquierda con la practica abstencionista, se dio al surgir los Movimientos políticos Alternativos y de Masas, expresados en postulados de organización política; tales como la Unión Patriótica (UP), el Frente Popular (FP) el movimiento A Luchar, en los años de 1980. Ello evidenció el escenario de distinción de la izquierda legal. Cabe resaltar que como efecto de esas relaciones, las organizaciones rebeldes atinaron en su búsqueda de reconocimiento de status beligerante, en identificarse como organizaciones político-militares, diferentes a los colectivos políticos de la izquierda (legal). Esto es fundamental para diferenciar en la existencia de las diferentes formas de lucha, adoptadas en el movimiento popular colombiano y no en el avieso, torcido, y malintencionado estigma de la tal “combinación” de las formas de lucha, sacrificando el principio universal de la división del trabajo. No obstante, la respuesta contrainsurgente del Estado colombiano conllevó al desconocimiento, el destierro y la practica genocida de esa expresión política de la izquierda colombiana, hasta nuestros días.
LA IZQUIERDA HOY. En el escenario político y de confrontación social, asistimos al desempeño de la izquierda ilegal o insurgente armada y otra, la izquierda legal, como resultado del desempeño y ejercicio político en las organizaciones sociales, movimientos populares, cívicos, reivindicativos de las comunidades. La izquierda legal mantiene los postulados de vocación de poder popular y hace suyos los programas máximos y mínimos del movimiento popular, impregnándoles una filosofía de alcances revolucionarios. Se expresa en toda movilización popular, de protesta, mitines, plantones, paros, huelgas, mingas, etc. No obedece a un órgano representativo materializado, como en el derrotero de la actualización y dinamismo del cauce de protesta y de luchas vigentes expresadas en la llamada “democracia de la calle”. Se enmarca en lo legal de los instrumentos constitucionales de ejercicio y respeto de los Derechos Fundamentales, en esfuerzos de ocupación, dedicación y sacrificios de trabajo practico y aprendizaje de tareas y luchas adelantadas, de las distintas formas de participación democrática; adiestrando en el trabajo practico de esas disciplinas, en cuanto vehículos de protesta y de expresión de anhelos de cambios radicales a situaciones pétreas e injustificables, alentadas por el Establecimiento.
Para la izquierda legal, la determinante no es la participación en el debate electoral, aunque no la boicotea, ni impulsa el abstencionismo activo. Replantea la participación del voto universal ante un sistema electoral corrupto, clientelista y de casino y por ende propugna por una reforma radical y de fondo a ese sistema electorero, paralelo a implementar una vigencia de democracia directa en sustitución a la vigente de democracia indirecta o representativa delegada, causante de múltiples males, en contravía a un espíritu sano de la democracia en Colombia.
Al rompimiento del voto cautivo y comprado, se superpone el voto consciente. De manera que al identificarse la izquierda legal, con la presencia, llámese caudillo o no, de un candidato surgido de la vocación popular de poder, en la comprensión de las tareas de construcción histórica; ubica los caminos que conducen a participar en la definición de una competencia electoral, bajo el derrotero de Gustavo Petro a la presidencia. En modo alguno es un candidato de la izquierda legal ni el impulsor de un programa socialista de poder popular; pero ello no implica el avalar el gran timonazo de directriz de la conducción nacional, en la obtención de los anhelos frustrados del pueblo colombiano. Múltiples elementos condicionantes surgen en torno a la personalidad del candidato; pero ninguna opaca el talante de político honesto que permite por su don de dicción, comunicación y bagaje académico; sumado al conocimiento real que tiene del país, por su perfil de estadista. Si es dado afirmar que eso es lo producido por Nuestra Historia.
PD.19 de abril de 1970 a 2.021: otro aniversario del robo electoral, de practica repetida en Colombia.