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Etiqueta: heterogeneidad social

El fascismo y los medios en el Perú

Juan Huaylupo

Juan Huaylupo

Las palabras son la manifestación del pensamiento, cultura, historia e identidad de las personas. Ellas son posesionarias de significaciones complejas en la interacción comunicativa de sus protagonistas, las cuales trascienden la relación personal para ser referentes particulares de cada tiempo espacio social.

La pluralidad social en el presente globalizado requiere de la comunicación por ser un requisito para la convivencia, para la vida en comunidad y para nuestra socialización como seres humanos. La heterogeneidad social, que es inherente de las personas, no es un obstáculo para la comunicación, pues no existe nadie que piense o actúe igual que otros, ni existen patrones culturales idénticos. No, obstante, las diferencias no son limitaciones para la comunicación social, por el contrario, son escenarios para el dialogo peculiar e inédito para aproximarse a conocer otras costumbres y culturas.

El odio racial, cultural o ideológico, no ocurre por ser diferentes, porque todos los somos. Los enfrentamientos sociales, en muchos casos son cicatrices del pasado, alimentadas e incentivadas por quienes les interesa mantener separadas las poblaciones para impedir la unidad de pensamiento y acción conjunta por el bien común entre pueblos y naciones.

La fragmentación social, racial o ideológica, constituyen un pretexto para el fomento del odio y la destrucción genocida en una sociedad y sistema, caracterizado por la desigualdad y la explotación generalizada de los pobres y el desprecio hacia los trabajadores gestores de la historia nacional y de la riqueza privada. En el universo de las relaciones sociales, donde pocos propietarios millonarios, desprecian, explotan y sacrifican cotidianamente a miles de trabajadores, sin derechos ni reivindicaciones, sin duda es la simiente del enfrentamiento, pero en el contexto peruano y otras sociedades, proviene de los pocos que poseen todos privilegios y leyes que los amparan, y que gozan de la protección del monopolio de la violencia del Estado.

El fascismo, de ayer y de hoy, en el Perú se estigmatiza y polariza social, política y económicamente a las mayorías nacionales, basándose en el odio, la discriminación y la represión asesina, como un artilugio para manipular y crear el odio entre trabajadores del campo y la ciudad y de este modo, distraer, distorsionar y diferir el antagonismo entre explotados y explotadores, entre demócratas y tiranos, entre víctimas y victimarios, por ello, el fascismo peruano corrompe y controla de los medios para privatizar la información e intentar el control del pensamiento colectivo, así como para ocultar y falsificar la información, a la vez que justifica las acciones de espurios tiranos, parlamentarios corruptos y las decisiones violentas de los militares, que sin conciencia, sin pensamiento propio ni nacional, reprimen a quienes deben servir. Ese periodismo y otros protagonistas son culpables del odio, enfrentamiento y asesinato contra nuestros hermanos y sus pueblos.

El fascismo en el poder, no es por la caduca consideración racial, de creerse unos superiores a otros, ello es una mascarada que oculta la imposición de la colonialidad del poder y del saber en la sociedad peruana. El miedo, la impotencia y la ignorancia del poder, ha reproducido viejos prejuicios contra los gestores históricos de nuestra peruanidad, con los cuales no se identifican, ni se estiman nativos. La privatización de la nacionalidad por los que se creen mistis o dueños de la nación, es la inimaginable regresión histórica, ideológica, cognoscitiva y cultural ocurrida en el Perú contemporáneo. Pero, no ha sido espontánea, ha sido creada intencionalmente por el poder colonialista existente, los medios y la educación del poder.

El totalitarismo fascista, con los dineros de las empresas globales, ha convertido a muchos periodistas en auténticos sicarios, tan culpables como los asesinos de nuestros hermanos y de los anhelos ciudadanos. Asimismo, los han despojado de la honorabilidad del periodismo continuador de sus predecesores, luchadores por la verdad y la libertad del pensamiento.  

La espuria presidenta protegida y amparada solamente por los militares, no gobierna, tampoco lo hacen los corruptos parlamentarios, pues no se gobierna con represión policial y militar y sin legitimidad social. Esos personajes son ridículos fantoches del poder de los millonarios de las empresas globales que imponen las decisiones económicas y se apropian de las riquezas nacionales y del funesto Fondo Monetario Internacional que controla, fiscaliza y decide la finanza estatal que ha liquidado las políticas públicas y los derechos ciudadanos.

Las tiranías requieren de las palabras y discursos, no para dialogar ni concertar, sino para imponer las decisiones y acciones contra quienes les han negado la palabra y el de ser escuchados.  Los medios simplifican y falsifican la complejidad de los acontecimientos y realidades, ofenden a la inteligencia e impiden el pensamiento complejo. La veracidad y la pluralidad del pensamiento, así como el debate serio, plural, comprometido, sobre los derechos ciudadanos, la democracia o el desarrollo nacional, están ausentes en dichos medios, porque están protegidos, mantenidos y ser esclavos del poder fascista.

La incomunicación social es la condición privativa del poder, pero ninguna tiranía mediática o estatal es eterna, como tampoco lo es la incomunicación. Las protestas populares son las expresiones del fracaso del discurso del poder, de la imposibilidad seguir dominando y explotando, así como son evidencias concretas y trascendentes de la absurda pretensión de eternizar un poder irracional y sin horizonte histórico. El pensamiento y conciencia crítica y disidente, son la esperanza para reconstruir una sociedad plural y un mundo mejor, en aras de una cuestionable y endeble hegemonía global norteamericana. Las políticas y las instituciones públicas han sido liquidadas.

(*) Juan Huaylupo Alcázar, Catedrático de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Costa Rica.

“Eso arde”: Observación comunicante sobre las actuales movilidades humanas centroamericanas

Memo Acuña, (sociólogo y escritor costarricense)

En los últimos días las respuestas estatales regionales ante las movilidades humanas se han caracterizado por una agresiva militarización y blindaje de sus zonas fronterizas, como primer medida de un conjunto de acciones afincadas en el enfoque securitario utilizado para administrar las migraciones internacionales.

Durante el mes de enero de 2021 esa militarización fue observada tanto en fronteras centroamericanas, con lo actuado por las fuerzas de seguridad guatemaltecas para impedir y disolver los colectivos provenientes fundamentalmente de Honduras, como en el sur de América Latina al “sellar” la frontera con Ecuador el gobierno peruano, como

medida para impedir el paso de grupos de venezolanos en contextos de movilidad.

Sobre este escenario que enfrenta al mismo tiempo militarización y sobrevivencia, la circulación de noticias se ha decantado por la homogeneización para referirse a los grupos que caminan y tratan de cruzar fronteras internacionales. No en pocos casos en los medios de comunicación empresariales se han vertido conceptos criminalizantes y discriminatorios, desconociendo las causas y la heterogeneidad social y cultural de las personas que conforman estos colectivos humanos contemporáneos en America Latina.

En el caso centroamericano, es preciso visibilizar otras propuestas informativas que con cercanía, implicación y sensibilidad regional desmontan el aparataje de la comunicación que solo fluye en un solo sentido. Es necesario atender un lenguaje regional que explique con sentido lo que ocurre.

En esta dirección el jueves 28 de enero se desarrolló el conversatorio “Caravanas y otras luchas migrantes en Mesoamérica”, organizado por el proyecto regional “(in)movilidad en las Américas” con la participación de diferentes actores vinculados a los colectivos centroamericanos que se movilizan, así como representantes de medios regionales que han construido una interesante agenda noticiosa propia sobre el tema.

Gerardo Chévez, reportero de Radio Progreso (Honduras), ha cubierto las últimas movilidades originadas en aquel país. Su intervención en el conversatorio fue propicia para repasar el rol del periodismo en contextos de vulnerabilidad y su Importancia para conocer con certeza las causas de los procesos regionales.

Coincidimos de entrada cuando hace una distinción que no solo es semántica sino ética y política: no son caravanas las que salen de Centroamérica: son éxodos humanos forzados por las condiciones presentes en sus países de origen. Su observación en campo y su implicación con el contexto lo legitima para trazar esta consideración sobre los grupos centroamericanos que se movilizan.

Lo segundo que señala es considerar estas movilidades como expresiones de rebeldía. Se distancia así de aquellos intentos por descalificar las razones de la salida en colectivo aduciendo variables políticas y utilitarias por parte de terceros actores. También concordamos con su apreciación.

Sobre este aspecto, es importante entender que las salidas en colectivo desde la región obedecen a estrategias pensadas desde abajo para responder las lógicas del poder, la exclusión y la discriminación. En conjunto, estas tres nociones nunca serán nombradas de esa manera en los medios de comunicación empresariales.

En tercer lugar habla de un desprecio absoluto por parte de las autoridades hacia las personas en movilidad. No solo la forma violenta como disuadieron su paso en el caso de la coyuntura en frontera guatemalteca sino la actitud inhumana con la que se deshicieron de las pertenencias que quedaron desperdigadas luego de los enfrentamientos: “por la noche los militares quemaron coches de bebé, mochilas, ropa”, comentó.

En su relato, lo subjetivo es necesario para contar la verdad. Ante la violencia observada con la que fueron tratados niños, niñas, personas jóvenes, hombres y mujeres y ser testigo en primera línea, su reacción es epidérmica: “eso arde”, dice al recordar esas imágenes. Luego señala contundentemente: “somos periodistas, pero también somos humanos”.

Dados estos acontecimientos, son imprescindibles seguir dos acciones desde la región: incorporar en el entendimiento general la movilidad colectiva como estrategia desde los sectores vulnerables y precarizados y priorizar otras formas de comunicar esos procesos, lejos del estigma y la criminalización.

Es necesario por ello visibilizar esas otras formas de narrar la estrategia de respuesta de quienes se movilizan. Iniciativas que acompañan, informan y dialogan con la verdad como la misma Radio Progreso y el medio digital Contracorriente (ambas de Honduras) y Plaza Pública ( Guatemala) son algunos ejemplos de esa otra perspectiva comunicativa que debe priorizarse.

En tiempos en que la simbólica sustituye el contenido en las propuestas mediáticas globales, es preciso facultar y validar esas otras formas comunicativas que se generan desde la propia región. Es decir: pasar de la “sanderización” del relato a la profundización de las narrativas. Invito a reproducir sus contenidos, superponerlos a las maquinarias hegemónicas y empresariales que niegan la diversidad, la resistencia, la política que se crea y se construye desde lo cotidiano, desde abajo.

Imagen tomada de Página Siete.

Foto de cabecera: www.avispa.org