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Etiqueta: historia

Mario Devandas, en su cuarto aniversario

Adalberto Fonseca E.
Historiador

El día de hoy 25 de diciembre, Mario Devandas Brenes cumple cuatro años de fallecido.

En lectura de la memoria histórica de este ciudadano, repasamos que, en setiembre de 1974, denuncia los peligros y riesgos que atraviesa el Instituto Costarricense de Electricidad ICE, sobre todo la situación condicionante de los préstamos extranjeros que significaría en su lectura un creciente proceso de desaparición.

Expresa Devandas:

“… las condiciones impuestas por organismos financieros internacionales como el Banco Mundial al ICE, lo están sometiendo a un proceso de desnacionalización, por lo que puede convertirse el ICE en una pequeña empresa administrativa de energía y telecomunicaciones, con las manos atadas para poder tomar decisiones soberanas…”; en ese momento como Secretario de asuntos sociales del Partido Socialista Costarricense.

Continúa…

“… el ICE cuenta con los suficientes recursos humanos y de equipo para construir por el mismo las obras que realiza, pero las agencias financieras lo han obligado a entregar las construcciones a empresas extranjeras, lo que significa la pérdida de muchos millones para el país. Las imposiciones se extienden a todas las actividades técnicas del ICE, tales como diseños, planeamiento, inspección de obras, etc.…”

“… la presión del Banco Mundial (organismo que financia proyectos del ICE), sobre la Institución comenzó con el proyecto de la Garita, pero en esa ocasión el Estado Costarricense optó por realizar las obras con sus propios medios…”

“… posteriormente, se planeó el proyecto de Río Macho, el Estado no pudo financiarlo y el ICE se vio obligado a recurrir al Banco Mundial… así su dependencia con este organismo. Se dice que el Banco Mundial es un organismo independiente con relación a las decisiones que toman las naciones, pero la mayoría de las acciones de dicho Banco están concentrados en manos de unos pocos, así vemos que Costa Rica cuenta con un 0.25 % de las acciones, pero los Estados Unidos con más del 27%, además la elección de la directiva del Banco está de acuerdo al número de acciones de cada país, así Costa Rica tiene derecho a 357 votos, y Estados Unidos a 63.750 votos…”

Con esta breve referencia a un capítulo del Banco Mundial y sus relaciones con Costa Rica, recordamos al compañero y amigo Mario Devandas. Sin duda un pensamiento crítico de un costarricense emblemático.

Devandas dedicó 50 años de su vida a la lucha social, en procura de una sociedad más justa y equitativa para las y los costarricenses. Cómo lo hemos propuesto, Mario debe ser declarado «Benemérito de la Patria”.  Las y los diputados de este país, tienen la palabra.

La Cuarta Teoría Política: Un faro para reencontrar la vía costarricense

Mauricio Ramírez Núñez
Académico

Mauricio Ramírez Núñez.

Como docente e investigador en el área de Relaciones Internacionales, ha sido un honor tener la oportunidad de entrevistar hace un tiempo al profesor, geopolítico y filósofo ruso Alexandr Dugin, uno de los intelectuales más influyentes del mundo no occidental. Sus ideas no solo han moldeado el pensamiento político de la Rusia contemporánea, sino que también han impactado a numerosos pensadores a nivel global, incluido en Occidente. Paradójicamente, en estas tierras que se proclaman defensoras de la libertad de expresión y de conciencia, su obra ha sido objeto de censuras que contradicen estos principios.

Uno de los aportes más importantes del profesor Dugin, a quien además tuve el agrado de conocer personalmente en Moscú, es su célebre Cuarta Teoría Política, una propuesta disruptiva y audaz que desafía el pensamiento político moderno occidental y sus tres grandes ideologías: comunismo, fascismo y liberalismo. Dugin sostiene que, ante el evidente desgaste de estas corrientes y sus inclinaciones totalitarias, es imprescindible una nueva teoría política que supere las limitaciones de una modernidad atea, materialista y marcada por un nocivo complejo de superioridad. Este modelo ha sido la herramienta central para consolidar la hegemonía política, ideológica y económica de Occidente durante los últimos 500 años, un dominio que su teoría invita a cuestionar radicalmente.

La Cuarta Teoría Política se fundamenta en la premisa de que la modernidad atraviesa una profunda crisis. Esta crisis se refleja en la pérdida de valores tradicionales, reemplazados por un sistema centrado en el materialismo, el consumo desmedido y la ausencia de propósito existencial. El nihilismo actual así lo demuestra en todos los campos. Se traduce, además, en la desintegración de las comunidades, el incremento de la desigualdad social y un vacío antropológico que despoja al ser humano de su conexión con los principios fundamentales que rigen el universo y la existencia misma. En esencia, la crisis de la modernidad es una crisis de sentido, un colapso de las bases éticas y espirituales que históricamente han dado dirección y significado a la vida de la civilización Occidental.

Esta teoría plantea la identidad como fundamento central de la organización política. Esta identidad se entiende como la pertenencia a una comunidad, una cultura y una historia compartidas. El profesor Dugin incorpora el concepto del Dasein o «ser-ahí», desarrollado por el filósofo alemán Martin Heidegger, reinterpretándolo en clave geopolítica para vincularlo al «ser-ahí» de cada pueblo y su desarrollo dentro del espacio y contexto que le son propios. La identidad, según esta visión, no solo nos define como seres humanos, sino que también nos otorga un sentido de pertenencia auténtico, en oposición a ideas impuestas desde posiciones de enunciación que se autoproclaman superiores. Cada pueblo posee su propio logos (racionalidad) y ethos (esencia cultural), los cuales deben ser respetados como expresión única de su devenir histórico y espiritual.

Las tres grandes ideologías de la modernidad han tenido como base sujetos históricos que, en última instancia, niegan a la comunidad y al pueblo como tal. En el fascismo, el sujeto histórico es el Estado o la raza; en el comunismo, la clase proletaria; y en el liberalismo, el individuo. Sin embargo, Dugin sostiene que estos paradigmas son insuficientes para enfrentar los desafíos contemporáneos, ya que fragmentan la esencia colectiva de las sociedades.

Por eso, el planteamiento de este filósofo ruso propone una simbiosis en la que el Dasein de cada pueblo, como sujeto político, sea el eje alrededor del cual giren tanto el Estado como el mercado. Todo ello debe estar fundamentado en las tradiciones y creencias genuinas de cada sociedad, capaces de resistir la manipulación y las imposiciones ideológicas de actores externos. La meta es que cada pueblo encuentre su propio camino hacia el desarrollo, respetando su identidad propia y fomentando relaciones internacionales basadas en el respeto mutuo y la cooperación.

Dugin aboga por un verdadero mundo multipolar, donde las diferentes civilizaciones puedan coexistir sin la dominación de hegemonismos, y en el que la diversidad de creencias, culturas, saberes y filosofías se valore como una fortaleza que enriquezca a la humanidad en su conjunto. A continuación expongo un pequeño extracto de la entrevista que hice al profesor Dugin donde se refiere a la Cuarta Teoría Política:

“La Cuarta Teoría Política es precisamente la crítica radical del liberalismo y al mismo tiempo no tiene nada que ver ni con comunismo ni con fascismo, es la invitación para despertar la imaginación de los pueblos, de las sociedades, para imaginar, crear y proponer alguna cosa más allá del status quo. En las relaciones internacionales, este proyecto de la Cuarta Teoría Política, corresponde orgánicamente a la Teoría del Mundo Multipolar, donde América Latina debe fungir como un polo independiente y soberano, hay que pensar en la integración de los pueblos de toda América Latina basándose en su identidad profunda, tradicional y común para poder crear este polo de la multipolaridad para llevar a cabo esta tercer fase de la liberación latinoamericana que empezó con Bolívar y otros héroes de la región.

Esta es hoy la necesidad porque no es posible superar la unipolaridad actual con socialismo que no provoca ya el entusiasmo popular, o el sobre racionalismo por otro lado, que opone a unos pueblos contra otros y ayuda a los liberales a manipular a la gente. Hay que clarificar esa visión continentalista para desarrollar de manera más clara y transparente esta visión de un futuro común, que es más o menos, lo mismo que el euroasianismo en Rusia, porque en Rusia nosotros queremos juntar los pueblos euroasiáticos alrededor de un destino común. Lo mismo tiene que suceder en América Latina, donde pueda desarrollar su sentido de destino común diferente al de América del Norte, de Europa, de Rusia, del mundo Islámico, no es tampoco necesariamente pro ruso, la Teoría del Mundo Multipolar es objetiva, no sirve a los intereses de unos u otros, porque se trata de crear y defender esta identidad propia de cada civilización”.

Después de estas palabras del profesor Dugin, surgen muchas preguntas y un cúmulo de ideas que invitan a reflexionar sobre cada una de sus afirmaciones, especialmente en relación con el caso costarricense y la coyuntura histórica que enfrentamos. En un contexto de creciente polarización política y odio, la Cuarta Teoría Política se presenta como un llamado a redescubrir la vía costarricense, esa trayectoria histórica que ha hecho de nuestro país un lugar único, con una identidad y una historia propias.

Hechos como el Pacto de Ochomogo, el «comunismo a la tica”, las Garantías Sociales y la abolición del ejército son expresiones del ser-ahí profundo del pueblo costarricense, caracterizado por su solidaridad y su sentido de pertenencia a una matriz común. Estas lecciones del pasado nos recuerdan que nuestro desarrollo debe basarse en nuestra identidad, en nuestros valores, y no en modelos ni modas impuestas desde fuera. La reflexión de Dugin nos invita a pensar críticamente en nuestro propio camino, a fortalecer nuestra identidad y a retomar las raíces que han definido nuestro proyecto nacional. Es tiempo de construir un modelo que honre nuestra historia y proyecte a Costa Rica hacia un futuro auténtico y solidario, en armonía con nuestra propia historia, así como con nuestra esencia como pueblo.

Historia de todas las mujeres: primeras diputadas

Haydee Hernández Pérez del departamento de Gestión Documental y Archivo de la Asamblea Legislativa elaboró este material recordando a las primeras diputadas del país. Estela Quesada Hernández, María Teresa Obregón Zamora, y Ana Rosa Chacón González fueron las primeras diputadas, cada una con logros propios que marcaron la historia del país. 

Estela Quesada fue la primera mujer electa para ocupar un cargo propietario en el directorio legislativo, la segunda secretaría, en 1953. Maria Teresa Obregón fue la primera mujer en dar un discurso en el congreso, según el acta de la Asamblea Legislativa #088, también en 1953, y Ana Rosa Chacón realizó el segundo, en esa misma fecha.

Este 1 de noviembre se cumplieron 70 años desde ese día, cuando estas primeras diputadas ejercieron su derecho a la ciudadanía y a representar a su género en el plenario.

Compartido con SURCOS por Ana Leonor Ramírez.

Entrevista a Vladimir de la Cruz: la historia de la institucionalidad costarricense, segunda parte

El pasado 22 de octubre del 2024 se llevó a cabo la segunda parte de una entrevista, llevada a cabo por el programa Prisma Latinoamérica al historiador y analista político Vladimir de la Cruz, el cual habló sobre la institucionalidad costarricense. La conversación fue conducida por el sociólogo Miguel Sobrado.

En esta segunda parte, se habla sobre cómo se podría lograr que la riqueza del país se comparta entre todos, y que no sea el narco el que marque el camino del desarrollo. Enfatiza que hay un factor clave, y es la educación, y como esta debe ser modernizada, para acoplarse a un nuevo contexto, con nueva tecnología, y nuevos conocimientos. 

También, se recalca la gravedad de la situación del cambio climático, como las nuevas generaciones se enfrentan a problemas graves del ambiente, los suelos por su degradación, los mares por su contaminación, al igual que el aire contaminado. 

Vladimir de la Cruz habla sobre cómo los nuevos gobernantes buscan debilitar la institucionalidad pública, especialmente desde la educación, al negar el 8% constitucional a las universidades e instituciones educativas públicas, y reforzar la educación privada, con sistemas de becas.

Finalmente, se menciona como eso afecta a todos los niños y colegiales que les han quitado los subsidios de becas, los comedores, el transporte, y al trasladar estos fondos a la educación privada, se está abriendo una mayor brecha, haciendo que, junto con los programas de jornadas 4:3, y otros movimientos de este corte, se esté creando un marco para que personas que crecen sin oportunidades en educación, con cada vez más baja escolaridad, trabajen más, y sean más susceptibles a la manipulación social.

De nuevo extendemos una invitación a ver la entrevista completa, para aquellas personas que quieran saber más sobre la historia de Costa Rica y su institucionalidad a lo largo de los años.

De los cimientos a los desafíos: la historia de la institucionalidad costarricense

Prisma Latinoamericana presenta: Raíces de la institucionalidad costarricense y los peligros que enfrenta hoy: entrevista al señor Vladimir de la Cruz, Parte I.

En este video, el historiador Vladimir de la Cruz nos ofrece una mirada profunda sobre cómo se formó la institucionalidad costarricense y cómo los privilegios democráticos que disfrutamos hoy fueron producto de un largo proceso histórico. De la Cruz, en conversación con el sociólogo Miguel Sobrado, explica los momentos clave en la construcción de la República Social de Costa Rica, desde los movimientos políticos y sociales hasta las reformas que dieron forma a un sistema que hoy consideramos uno de los más estables en América Latina.

Además, se analiza cómo la herencia colonial y los movimientos ideológicos influyeron en la creación del sistema democrático y las reformas que dieron forma a Costa Rica tal como la conocemos hoy. Uno de los temas destacados es cómo los jóvenes de la década de 1940 se involucraron activamente en los asuntos políticos del país, con la creación del Centro de Estudios para los Problemas Nacionales, que dio origen a la influyente revista SURCO. 

Si te interesa saber más y entender cómo se forjó el país que conocemos hoy y los desafíos que enfrenta en este siglo, esta entrevista es imperdible. ¿Cómo se construyó nuestra democracia? ¿Qué papel jugaron los partidos políticos, las reformas sociales y los movimientos ideológicos en este proceso? Le invitamos a ver el video:

Las autoridades políticas de Costa Rica. Con algunas tenemos una deuda de reconocimiento

Vladimir de la Cruz

Generalmente, acudimos a señalar como autoridades políticas, refiriéndonos a los gobernantes que ha tenido Costa Rica, a los Jefes de Estado y a los Presidentes de la República. Existe la Galería de ellos en la Asamblea Legislativa como el máximo tributo de reconocimiento a ellos. Sus cuadros han sido pintados por grandes artistas, nacionales y extranjeros, entre ellos Toribio Jerez, Aleardo Villa, Tomás Povedano, Enrique Echandi, Lucio Ranucci, Fernando Calvo, Lorenzo Fortino, Aquiles Bigot Marie, Nicolás Jaury, José Claro Azcarreta, Juan Andrés Bonilla Mata, Gonzalo Morales Alvarado, Fabio Fournier, Dinorah Bolandi Fernández.

¿Pero realmente fueron solo ellos? ¿La Historia de Costa Rica se remontan solo a este período histórico, a partir del surgimiento del Estado de Costa Rica, como parte integrante de las Provincias Unidas de Centroamérica y de la República Federal de Centroamérica, como finalmente se constituyó?

Mi Maestro, el gran historiador Rafael Obregón Loría, nos enseñó que también había que considerar a las “Autoridades coloniales Superiores de Costa Rica”, quien publicó un libro mimeografiado, como se estilaba en esos días, sobre esas autoridades, en el cual hizo breves semblanzas de las autoridades y gobernadores coloniales, sobre la base de lo que había publicado el historiador Ricardo Fernández Peralta, que incluyó autoridades que ejercieron el cargo interinamente. Su publicación fue de modo cronológico de esas autoridades, como correspondía hacerlo. De ellas están incluso sus firmas que también se han publicado. También el historiador León Fernández Bonilla amplió la lista, con minuciosa investigación en los Archivos Históricos de Guatemala y de España.

Así, conocemos la lista de quienes estuvieron a cargo de la dirección político-administrativa de Costa Rida, cuando éramos dependencia española, dentro del Virreinato de Nueva España, el de México, y como parte de la Capitanía General de Guatemala, el Reino de Guatemala, un reino que no tuvo reyes gobernantes, y las Diputaciones provinciales surgidas al amparo de la Constitución de Cádiz, de 1812, que funcionaron hasta 1814 por la suspensión de la Constitución hasta 1820. Unos meses después sobrevino la Independencia, de todas las provincias centroamericanas y pertenecientes a la Capitanía, desde finales de agosto de 1821, con la Independencia de las regiones de Chiapas, que pertenecían a la Capitanía General de Guatemala, hasta la de Costa Rica el 29 de octubre de 1821, pronunciándose la Independencia de México el 27 de setiembre de 1821, fecha en que finalmente se acabó el Virreinato de Nueva España o de México.

Como parte de esa estructura de autoridades coloniales se pueden señalar las siguientes, que empezaban con la de los Reyes de España, como autoridad suprema de España y sus colonias en ultramar. El ejercicio de su poder el Rey lo hizo por medio de autoridades que se concentraban en la Casa de Contratación de Sevilla y el Consejo de Indias, la Junta de Indias, Superintendencia de Indias, el Consejo Real y Supremo de las Indias, los Adelantados, los Virreyes, los Capitanes Generales, los Intendentes, los gobernadores, los Alcaldes Mayores o Corregidores, las Reales Audiencia, los Cabildos y otras formas institucionales de manifestarse. La Capitanía General de Guatemala, en un momento llego a tener cuatro Intendencias, una Gobernación, la de Costa Rida, ocho Alcaldías Mayores y dos Corregimientos.

Los virreyes fueron las autoridades superiores en los territorios de la américa hispana, o del Nuevo Mundo, como empezó a conocerse el continente.

El Historiador Rafael Obregón Loría estableció que la Primera autoridad española en Costa Rica fue Cristóbal Colón, señalando de seguido a él a los Reyes españoles.

Luego siguieron las Audiencias, a las que perteneció Costa Rica, como la de Santo Domingo, la de Panamá, la de Los Confines, la de Guatemala. A partir de allí la lista de Gobernadores e Capitanes Generales de Guatemala, las autoridades de Veragua y de Nicaragua que ejercieron autoridad sobre Cota Rica, y la lista de Gobernadores, Capitanes Generales, Alcaldes Mayores y otras autoridades de la Provincia de Costa Rica.

Con la Declaración de Independencia, el 29 de octubre de 1821, iniciamos el período de reconstrucción democrática republicana, estableciendo hasta el 8 de setiembre de 1823, un período de breves gobiernos, de carácter colegiado mediante órganos de gobierno que se llamaron o reconocieron como Junta de Legados de los Pueblos, Junta Interina, Junta Electoral, Primera, Segunda y Tercera Junta Superior Gubernativa, y, entre ellas, la Diputación Provincial o Triunvirato, Comandantes Generales y Congreso Constituyente, para llegar al establecimiento del Estado de Costa Rica, a partir del cual se reconocen los Jefes de Estado y luego los Presidentes de la República.

Como Estado de Costa Rica fuimos parte integrante de la República Federal de Centroamérica. La República se constituyó siguiendo el modelo moderno de las Repúblicas que estaban surgiendo después de la Independencia de los Estados Unidos y de la Revolución Francesa. Mucho se ha insistido que la República Federal siguió el modelo norteamericano. A la par estaba el modelo que iniciaba México a partir de su Independencia, también de características republicanas, aun contemplando la idea de Imperio que trató Agustín de Iturbide, que motivó las adherencias al mismo por las declaraciones de Independencia de las Provincias Centroamericanas.

La Galería oficial de Jefes de Estado y Presidentes de la República, a partir de la Independencia, que existe en la Asamblea Legislativa, no contempla, ni siquiera una placa, que destaque con su nombre a las primeras autoridades de las Juntas de Gobierno del período 1821-1823. Si no se quisiera poner la lista de todos sus integrantes, al menos las de quienes presidieron esas Juntas, que fueron el Pbro. Nicolás Carrillo Aguirre, 12 nov. 1 diciembre 1821, el Pbro. Pedro José Alvarado, 1 diciembre 1821-5 enero 1822; Rafael Barroeta Castilla, 5-12 enero 1822; Santiago Bonilla Laya-13 enero- 31 diciembre 1822; José́ María Peralta-13 enero- 31 diciembre 1822; José́ Rafael Gallegos-(4)-13 enero- 31 diciembre 1822; José́ Santos Lombardo-1 enero-14 marzo 1823, Rafael Francisco Osejo-14-29 marzo 1823; Joaquín de Oreamuno y -29 marzo-5 abril 1823; Gregorio José́ Ramírez-2-16 abril 1823; José́ María Peralta-16 abril-6 mayo 1823; Manuel Alvarado H. Pbro.-16 mayo-8 setiembre 1823.

A partir de aquí se inició la Jefatura de Estado con Juan Mora Fernández, hasta el 8 de marzo de 1833, en tres gobiernos que la ejerció.

Formamos parte de la República Federal de Centroamérica, y tuvimos como autoridades superiores, a los Presidentes de la República Federal, a Manuel José Arce, Francisco Morazán Quesada, quien también fue jefe de Estado de Costa Rica, en 1842, José F. Barrundia y José Cecilio del Valle, siendo Morazán el que más tiempo ejercicio la Presidencia de Centroamérica.

Estamos en deuda con estos gobernantes superiores de Costa Rica en el Salón o Galería de Jefes de Estado y Presidentes de la República. Se debe establecer, al menos, una placa que reconozca a estas Autoridades Superiores gubernativas de Costa Rica, en lo que corresponda, formal o informalmente. Contribuiría su reconocimiento a fortalecer los estudios históricos desde los textos escolares y colegiales fundamentalmente, donde casi no se dice nada de gobernantes y períodos históricos de Costa Rica, los períodos de las Juntas y de la República Federal.

En las tendencias globalistas, y centroamericanistas que existen, es necesario fortalecer el conocimiento histórico que nos permita entender mejor ese proceso, desde sus raíces hasta la actualidad.

Las autoridades del periodo colonial quedan para la historia.

Antes de la presencia europea y española en el continente tuvimos también los reinos indígenas. Los caciques de Costa Rica, en sus diversas comunidades y regiones, también podrían ser reconocidos con otra placa. Son parte de nuestra Historia, son nuestras raíces remotas. También a ellos les debemos ese reconocimiento.

Obra artística de Manuel Carranza Vargas destaca sobre todo el escenario artístico nacional y marca un parteaguas en el tratamiento de los eventos históricos

La obra artística, de Manuel Carranza Vargas, destaca sobre todo el escenario artístico nacional como gran pintor, impulsor de la Pintura Histórica, y marca un parteaguas en el tratamiento de los eventos históricos.

Vladimir de la Cruz

(Intervención en el acto de la Academia Morista Costarricense, el 2 de octubre del 2024, en el Museo Rafael Ángel Calderón Guardia, con motivo de la entrega del libro, “Manuel Carranza y la pintura histórica”, por Suscripción de Honor, publicado por la Academia Morista Costarricense)

El pasado 30 de setiembre del 2023 en el Museo Histórico Cultural Juan Santamaría, en Alajuela, se inauguró la exposición “Manuel Carranza Vargas. Legado a la pintura histórica”, con una muestra pictórica del trabajo artístico de quien fuera el Presidente de la Academia Morista Costarricense, nuestro querido amigo, compañero, Manuel Carranza Vargas, quizá el mejor pintor nacional motivado en los escenarios de la epopeya y de la Historia de la Campaña Nacional contra los filibusteros norteamericanos, durante los años de 1856 y 1857.

Resultado de esa exposición, por el aprecio y cariño, hacia Manuel Carranza, la Academia tomó el acuerdo de hacer y de publicar, un libro, que no es para la venta, es para un grupo de ciudadanos, a modo de Suscriptores de Honor, que contribuyeron con su aporte económico, para su publicación y distribución en Bibliotecas públicas, que hoy entregamos, que contiene una muestra pictórica de la obra de Manuel, incluida parte de la obra exhibida en el Museo Juan Santamaría, como un testimonio de su trabajo artístico, pero también para exaltar, con su obra, el vivo recuerdo de aquella patriótica lucha y de sus principales dirigentes y conductores, el Presidente Juan Rafael Mora Porras, el General José Joaquín Mora Porras y el General José María Cañas Escamilla, así como de otros personajes destacados o relevantes de aquellos aciagos días de combate, presentes en estos óleos, y también pare recordar, esta noche, al gran pintor histórico que fue Manuel Carranza Vargas.

Manuel Carranza, en su condición de pintor de estos acontecimientos, fue un estudioso meticuloso de toda la Guerra Nacional contra los filibusteros, de sus personajes, de los eventos destacados de los enfrentamientos contra los filibusteros. Como pintor no solo detalló situaciones, recogió, en su creación artística, momentos estelares o significativos de ese bienio, de 1856-1857, así con una pulcritud artística pintó los personajes, destacándose como un gran retratista en la pintura, una modalidad muy particular, y quizá difícil de plasmar.

Cuando abordó otros temas de la Historia Nacional, también los estudió como si fuera un cirujano en su trabajo, con cuidado, con esmero, con detenimiento en los datos que le permitirían plasmar su obra, con precisión, lo más ajustada a los datos históricos que él estudiaba, pero, al mismo tiempo, con la mayor imaginación del evento, como si él lo estuviera viviendo, lo estuviera viendo, como testigo de honor de su obra artística.

Cuando estudió la Guerra Nacional, para comprenderla, como si fuera un actor testimonial de la misma en vivo, hizo estudios detallados de la época, sus costumbres, sus vestimentas, de la arquitectura de los edificios de aquellos años y de los escenarios geográficos en que se dieron los acontecimientos. Así fue con todo lo que abordó artísticamente.

Sus pinturas, en este sentido son un relato histórico, completo, de ambientes, de personajes y del momento histórico en que sucedieron.

En sus lienzos, en su pintura, hace de los personajes arte, generalmente expresado en los rostros, caras, en los cuerpos y sus trajes o vestidos, ambientados a la época, y a los cargos sobresalientes que tenían en el Ejército Nacional Libertador.

Los retratos en la pintura generalmente muestran personas en pose, quietas, con su estado de ánimo sereno para el momento del retrato. En los personajes de la Campaña Nacional, Manuel nos da al personaje vivo, actuando, relacionándose, se puede apreciar al personaje casi conversando cuando está con otros personajes, trazando y tomando decisiones.

Nos da ambientes vividos en las situaciones de guerra, en los hospitales que se tuvieron que hacer para atender los heridos, con sus médicos y asistentes, así como la descripción de los establecimientos en que operaban.

Del mismo modo, nos da una visión de grupos sociales, de cómo fueron recibidos los soldados y el Ejército victorioso en San José, lo que pudo ser parecido en los distintos pueblos cuando nuestras tropas regresaban del frente de guerra, donde se aprecia a la gente alegre, feliz, más que en la pose quieta o fría de un retrato.

Nos describe ambientes y personajes, en grupo, como los que hay en combates, en el asesinato de Pabru Presbere, en la exportación de café y la caravana que acompaña a esos exportadores, en la primera imprenta que tuvo el país, en que estaba comprometido su tatarabuelo Miguel de Jesús Carranza, quien trajo la primera imprenta a Costa Rica, sugerida petición que le hiciera su primo, el primer Jefe de Estado, Juan Mora Fernández,

La pintura de Manuel en este sentido nos da la idea, yo diría, casi perfecta del momento que quiso inmortalizar con su destreza, sensibilidad y habilidad artística, lo que se plasma en la figura de los personajes pintados, en los objetos que les rodean, en sus ropas. Si los retratistas, como artistas, concentran su arte en el rostro, en la cabeza hasta la altura de los hombros, en Manuel su capacidad retratista nos lleva a todo el cuerpo, a su volumen, absolutamente equilibrado.

También, nos da los retratos en la tradicional técnica pictórica de los mismos, con las expresiones faciales, con el lenguaje corporal de los personajes, que se enriquecen con las vestimentas y la ambientación en que los coloca, como es el caso de la pintura de Marcus Garvey, que presentamos hoy.

Sus pinturas así nos trasmiten, nos dan Historia, nos dan rasgos de las personalidades de los personajes, detallan aspectos de sus identidades especialmente sus rasgos distintivos.

La intención artística de Manuel fue dejarnos su vivo testimonio de aquellos hechos y personajes, así como dejar en sus lienzos una descripción pictórica que pudiera servir para evocar y recordar ese fragmento de la Historia Nacional, con sus actores, como uno de los más relevantes en la afirmación de la nacionalidad, de la Independencia, de la Soberanía afirmada, en esa lucha, para exaltar la Libertad del pueblo costarricense y de los centroamericanos, que estaban amenazados de ser sometidos al esclavismo por William Walker.

Así, con su obra pictórica, artística, Manuel nos deja para hoy, pero para el futuro, a los héroes de aquella Guerra como los personajes que se impusieron a su propia muerte. Con su pintura siguen latiendo en el corazón de la Patria y de los costarricenses.

La pintura de Manuel, asociada a la gran Gesta Nacional, destaca el lugar importante que tiene la lucha contra filibusteros norteamericanos en 1856 y 1857, un parteaguas en la Historia Nacional y centroamericana.

En nuestro mundo artístico no es muy usual este tipo de arte histórico, en parte porque los conflictos internos, que hemos tenido, incluso de carácter militar no adquieren, en esta conciencia cultural artística, la relevancia nacional para plasmarlos como hitos del acontecer histórico costarricense, que se deban recordar de esta manera.

Quizá un momento similar, desde el punto de vista bélico, que conmovió los cimientos de las bases del Estado y la sociedad costarricense, fueron los sucesos relacionados con la Guerra Civil de marzo y abril de 1948, del cual solo una obra importante se ha realizado en este campo artístico con aquel acontecimiento, fundador de la Segunda República, etapa histórica que lleva 74 años de forjar la Costa Rica moderna que hoy disfrutamos. Ni siquiera el período de la Segunda República se destaca, como se hace con la Guerra Nacional y Centroamericana contra los filibusteros, en los textos de historia tradicional de nuestros ciclos escolares y colegiales. Por supuesto que también se ha escrito sobre este conflicto armado de 1948, pero no ha tenido la trascendencia, en el arte, en la pintura, aun con limitaciones, que tiene la Guerra contra los filibusteros.

Por ello, la obra artística de Manuel Carranza Vargas destaca sobre todo el escenario artístico, sumándose a los esfuerzos, también muy ricos de otros artísticas nacionales que nos dejaron su impronta artística sobre algunos de los personajes destacados de la Guerra Nacional, como se tienen, especialmente, en el Museo Histórico Cultural Juan Santamaría. Pero, a diferencia de ellos, más retratistas de algunos personajes, Manuel nos deja una obra más completa, más de visión de la Guerra Nacional, de distintos escenarios y momentos, de esa epopeya, como de los escenarios que también rescatamos para esta publicación. Esta es su riqueza.

La Academia Morista Costarricense hoy hace un homenaje a Manuel Carranza Vargas, nuestro gran artista, nuestro gran pintor, impulsor de la Pintura Histórica.

El librito que entregamos es el resultado de muchos años de labor y de investigación de Manuel, que se refleja en esta edición. Son dieciséis obras las que presentamos con diferentes escenarios y personajes históricos.

Como pintura histórica, por temas y personajes, que se tratan, es realista. Por ello a la par de los grandes personajes, también se recogen otras personas, como participantes del acto que se plasma en la pintura, así como personajes presentes en el ambiente y en el contexto histórico que se recogen. Por esto, sus pinturas nos cuentan historias, son narrativas.

Los retratistas históricos más notables en nuestro medio, generalmente, son los que se han escogido, o contratado, para hacer los óleos de los Jefes de Estado y Presidentes de la República, así como para pintar a los Presidentes de los otros Poderes Públicos, Ministros o Directores de algunas instituciones, Obispos de la Iglesia Católica, cuando así se contratan y se conservan. Pocos han recogido escenas o acontecimientos de la vida nacional.

Así, la pintura histórica se ha concentrado en los grandes personajes, lo que ha sido muy propio de los enfoques que han abordado el desarrollo o el análisis histórico.

Algunos de los pintores que en nuestro medio han dejado su huella, en el campo de la pintura histórica, de carácter retratista, nacionales y extranjeros, son Toribio Jerez, Aleardo Villa, Tomás Povedano, Enrique Echandi, Lucio Ranucci, que hizo una obra relacionada con la “Segunda República”, el escultor Fernando Calvo quien ha producido obras de gran formato en óleo y xilografías.

Otros pintores, a modo de grandes retratistas, que recogieron imágenes de los Jefes de Estado y Presidentes de la República, fueron Lorenzo Fortino, Aquiles Bigot Marie, Nicolás Jaury, José Claro Azcarreta, Juan Andrés Bonilla Mata, Gonzalo Morales Alvarado, Fabio Fournier, Dinorah Bolandi Fernández.

A mi manera de ver, es Manuel Carranza el que destaca con la pintura histórica, en sus obras de pequeño y gran formato, por su belleza artística, por el uso de los colores, por la claridad de su obras cuando se trata de estas escenas, del buen uso de los colores oscuros, por la fineza de la descripción de rasgos físicos de sus personajes, siempre basados y justificados en sus propias investigaciones.

Manuel es también un gran retratista, paisajista, costumbrista, lo que le contribuyó a desarrollar su especialidad en la pintura histórica.

Hace tres años nos dejó, ese día, 11 de octubre del 2021, estábamos en sesión de la Academia Morista, cuando unos minutos después de finalizada nos avisaron de tan sorpresiva y dolorosa noticia, sucedida en su casa. Para nosotros sigue presente, vivo en sus obras, en el trato que de él recibimos, en su bondad, buen ánimo, espíritu siempre positivo, en sus preocupaciones por la educación cívica, ciudadana, por los valores que se estaban perdiendo. Su preocupación, también, por mejorar la calidad educativa en estos temas históricos y en el conocimiento de la Historia Nacional. En su obra artística nos pasó de la memoria escrita a la memoria visual.

Manuel Carranza Vargas en la sociedad pictórica nacional sin lugar a dudas marcará un parteaguas, en el tratamiento de los eventos históricos. Veremos algunas de sus Obras, en el orden que ha sido recogidas en el Libro. Haré algunos comentarios de cada una.

1.- Un auto retrato de Manuel Carranza Vargas.

Podemos ver el buen uso de la luz y los rasgos muy distinguidos, finos y precisos de su rosto, que plasma en su obra.

2.- Juan Rafael Mora Porras, el Benemérito de la Patria, el Héroe y Libertador Nacional, gran conductor, estratega y táctico, de la Guerra Nacional contra los filibusteros norteamericanos, en 1856 -1857, tres veces Presidente de la República, el Capitán General Juan Rafael Mora Porras.

En esta pintura, Juan Rafael Mora Porras, está con su traje de gala, en pose de pie, formal, expresando seriedad. Por su traje podemos concluir que es durante el período de la Campaña Nacional contra los filibusteros. Al fondo, en la pared, destaca el Escudo Nacional, que se acababa de aprobar, el 29 de setiembre de 1848, también, en el gobierno anterior al suyo, del Dr. José Castro Madriz.

El Presidente, descrito por Armando Vargas era de una “estatura de escaso metro con sesenta. Grueso de contextura, relleno el rostro y el cuello corto. Cabello negro peinado hacia atrás y espesa sotabarba. Piel aceituna, ligeramente morena. Frente despejada, de clara inteligencia. Cejas largas, mirada penetrante. Labio superior delgado, nariz romana. Camina firme, lleva bastón con empuñadura de marfil…”

El antiguo Reglamento de las Milicias de la República, decretado en diciembre de 1850, le permitió a Manuel la reconstrucción del uniforme: “pantalón encarnado con franja de oro, casaca azul turquí con cuello, solapas, botamangas y barras encarnadas, bordadas de oro, charreteras de canelón grueso con dos estrellas de plata en cada pala, sombrero apuntado con garzota blanca…en el bordado figurarán ramas de laurel y oliva entretejidas…el general en Jefe llevará además el bastón de mando…Los jefes y Oficiales del estado Mayor …usarán faja de los colores del pabellón nacional y espada corta…”

Todavía le debemos el Funeral de Estado, que no se le ha querido realizar.

3.- José Joaquín Mora Porras, el Gran General del Ejército Nacional y conductor del Estado Mayor militar centroamericano, especialmente en el período final de la lucha, en 1857, contra los filibusteros.

4.- El General José María Cañas Escamilla, uno de los más brillantes conductores de la guerra contra los filibusteros. José Ma. Cañas fue empresario, exportador e importador, agricultor, funcionario público ejemplar, Ministro de Hacienda y Guerra, General en Jefe del Ejército de Costa Rica en 1856-57. Nació en Suchitoto, pueblo de El Salvador.

Cuando se produjo el Golpe de Estado, el 14 de agosto de 1859, contra el Presidente, fue obligado a salir del país, acompañándolo a su forzado exilio en El Salvador. Al llegar a El Salvador, el General Cañas fue recibido con todos los honores militares y se le reconocieron sus cargos militares.

Un día como hoy, 2 de octubre de 1860, fue fusilado en el mismo sitio que habían asesinado a Juan Rafael Mora Porras y al General chileno Ignacio Arancibia, que lo fusilaron junto a Mora, el 30 de setiembre de 1860. Con las muertes de ellos, en opinión del historiador Rafael Obregón Loría, se escribió “la página más triste y sangrienta de la historia de Costa Rica”.

El fusilamiento del General Cañas, particularmente, fue determinante para que el Presidente, y General Tomás Guardia Gutiérrez, en 1882, aboliera la pena de muerte. El Presidente Guardia Gutiérrez había combatido contra los filibusteros bajo las órdenes del General Cañas a quien admiraba y quería mucho. Su asesinato lo impulsó a tomar esa medida.

El Consejo Militar, que actuó como Consejo de Guerra, y Consejo de Asesinos uniformados, que fusilaron al Presidente Juan Rafael Mora y al General Ignacio Arancibia, tres horas después de su entrega, estuvo integrado por el General Máximo Blanco, el General Florentino Alfaro, el Coronel Pedro García, Francisco Montealegre Fernández, que era el Primer Designado a la Presidencia de la República y el Ministro de Relaciones Exteriores, Francisco María Iglesias. Su fusilamiento, se comunicó al Presidente Montealegre, señalando que lo había asumido “con gran valor y dignidad”.

El fusilamiento de Juan Rafael Mora se había pactado con el compromiso de que solo a él se le fusilaría, eximiendo de ese acto a quienes le acompañaron en su intento de recuperar el poder, el Gobierno, del golpe de Estado que le habían dado el 14 de agosto de 1859.

El fusilamiento del General Cañas fue acordado por el Consejo de Gobierno, encabezado por el presidente José María Montealegre. No se le sometió a Consejo Militar porque se pensó que los militares no lo fusilarían, por el respeto y admiración que se le tenía.

5.- Una escena de un hospital de campaña, considerado un hospital de “sangre”, un centro médico provisional, a la par del escenario de la guerra, en 1856, instalado en el mesón de Indalecio Maliaño, ubicado cuadra y media al noroeste de la Plaza Principal de Rivas de Nicaragua, tras la derrota de Walker el 11 de abril de 1856.

Allí destaca en la pintura el Dr. Karl Hoffman, Cirujano Mayor del Ejército, así como una mujer, asistiendo con los colores patrios, que representa a la heroína nacional Pancha Carrasco, que se mantuvo en todos los escenarios de guerra, acompañando como vivandera al Estado mayor, asistiendo heridos cuando podía y tomando las armas cuando fue necesario. La sobresaliente figura de la mujer, no es solo para destacar a la Pancha Carrasco. Con los colores patrios en ella Manuel nos simboliza a todas las mujeres de Costa Rica que participaron en la guerra, desde la retaguardia, sustituyendo en sus trabajos agrícolas a los hombres que se vieron forzados a dejar el campo, porque había que seguir trabajando para mantener la economía de guerra que obligaba el conflicto, y porque había que producir alimentos para los soldados y combatientes. Hay que reconocer que la Administración de Presidente Mora en estas circunstancias, en materia hacendaria fue bastante buena para ese momento.

Los colores y la luz dentro del establecimiento hospitalario, de nuevo destacan en la obra. Por la ventana podemos apreciar un carretón esperando, probablemente, fallecidos para trasladarlos a sus sitios de enterramiento, o para traer heridos del combate. En carretón se recogían los fallecidos de la muerte del cólera en San José.

Esta obra Manuel la llamó la “La soldadera”, inspirándose en Pancha Carrasco, quien destacó por su valentía y espíritu de servicio, desempeñándose como enfermera, lo que destaca Manuel, al lado del D. Hoffmann en el improvisado hospital instalado en la casa del D. Indalecio Maliaño en Rivas, como, repito, homenaje a las heroicas mujeres que en Santa Rosa, Rivas y a lo largo del río San Juan se entregaron a la lucha por los ideales de nuestro heroico pueblo costarricense.

6.- Escena de la entrada triunfal de la tropa a San José. El Edificio es el Palacio Nacional, que había sido construido entre 1853 y 1855, por encargo del Presidente Mora, al arquitecto alemán Franz Kurtze, edificio originalmente ubicado en la plaza de la Villa Nueva de San José de la Boca del Monte, en lo que hoy es la intersección entre la Avenida Central y la Calle Segunda, el cual fue demolido en 1958, al finalizar el primer gobierno constitucional de José Figueres, para construir el actual edificio de Banco Central.

Se puede apreciar en la pintura la actual bandera de Costa Rica, también aprobada por José María Castro Madriz el 29 de setiembre de 1848. Los colores de la Bandera son los de la Bandera de los revolucionarios de 1789, de la Revolución Francesa, que se llevaron a la Bandera de Francia. En el ambiente centroamericano la Bandera dominante, en la hechura de las Banderas de cada uno de los países de Centroamérica, en aquellos primeros días y primeros pasos de la Independencia, fue la de los revolucionarios independentistas de la Revolución de Mayo de 1810 en Argentina, de allí los colores azul, blanco azul o celeste blanco celeste, que siguen usando.

En la pintura se puede apreciar la presencia de mujeres y niños en el recibimiento de la tropa, encabezada por el General José Joaquín Mora Porras, montado a caballo. Al fondo se pueden notar los cafetales que rodeaban la ciudad, cuya extensión se comprendía entre el Hospital San Juan de Dios y la actual calle 21; y entre la Iglesia de La Dolorosa y la Iglesia de El Carmen.

En la pintura también se puede distinguir “la construcción de arcos en las calles, las guirnaldas de flores lanzadas desde los balcones”, así como una guirnalda que un ciudadano trata de darle al General José Joaquín Mora Porras.

7.- Una escena del Estado Mayor Militar centroamericano de los Ejércitos Aliados, que se constituyó en la segunda mitad de 1856, que estuvo presidido en 1857 por el General José Joaquín Mora Porras. Al fondo destacan las banderas de los cuatro países centroamericanos, representados por el Estado Mayor, Costa Rica, Guatemala, Honduras y el Salvador, con un buen uso protocolario, la Bandera de Costa Rica al frente, de primera y la que más grande. En el Monumento Nacional, podemos apreciar, un uso similar con las mujeres que representan los países centroamericanos, encabezándolas Costa Rica, haciendo huir al filibusteros, seguida con escudos y armas las mujeres que representan a los otros países, excepto la de Nicaragua, que en el Monumento se representa con los ojos vendados, por la humillación de su Patria ocupada por los filibusteros.

Entre los jefes militares centroamericanos estaban Florencio Xatruch Villagra, hondureño y José Víctor Zavala, guatemalteco.

8.- Una escena de la Batalla de la Trinidad, donde destacó el Capitán Nicolás Aguilar y Murillo, de quien por una Información ad Perpetuam se le reconoce como Héroe de esta Batalla.

9.- Una escena de las caravanas que se hacían llevando café a Puntarenas, para su exportación a Europa. Al fondo de la pintura se ve el buque y las carretas en fila, con su sacos de café, unos en las carretas, otros ya en el suelo; se ven peones cargando sacos y mujeres con sus vestidos tradicionales, algunas de ellas con productos para la venta y con canastas. Allí están Juan Rafael Mora Porras, el General José María Cañas y Willliam Le Lacheur.

Esta pintura Manuel la recreó en la década de 1840, del siglo XIX. Su adelanto comercial coincidió con el auge de la exportación de café a través de Puntarenas.

Así nos describe Manuel esa época: “Mora y Cañas marcarían el derrotero del puerto (…) En abril de 1840 arribó al fondeadero de Puntarenas la goleta Izalco de Francisco Morazán, último presidente de la República Federal de Centroamérica. Lo acompañaban treinta seguidores suyos, de los cuales solamente tres se afincaron aquí. El capitán Cañas –joyero de oficio–fue el más importante y exitoso. Tenía 31 años de edad, cinco más que Mora. La Administración Carrillo pronto lo nombró comandante de Moín, cuya aduana del Norte fue trasladada luego a Cartago, adonde llegó a residir Cañas. Cortejó a Guadalupe Mora Porras, con quien contrajo matrimonio en diciembre de 1843 y entró a formar parte del clan Mora. El nexo familiar se fortaleció a los seis años cuando su hermano Manuel Cañas Escamilla casó con Eleodora Mora Porras.

Dos hermanos Cañas unidos con dos hermanas Mora. (…) El comercio exterior se multiplicó en los tiempos de Mora y Cañas, así como creció la importancia económica de Puntarenas. Hubo relaciones comerciales desde aquí con Chile, Ecuador, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Nueva Granada, el Perú y Prusia (ahora Alemania). En el puerto de Puntarenas tuvieron consulado Chile, Francia, Inglaterra y la Nueva Granada (hoy Colombia). Durante el cuatrienio inicial de la Administración”.

En la Administración Mora, el General Cañas también había sido destacado a Guanacaste, ya constituida Provincia desde 1848. Su estancia en Guanacaste se hizo evidente cuando en la concentración de tropas en Liberia, antes de la Batalla de Santa Rosa, el 20 de marzo de 1856, llaneros y sabaneros se hicieron presentes a caballo, sumándose de esa forma a la Guerra Nacional.

10.- Juan Rafael Mora, sin traje militar, posiblemente en su Despacho. Destaca en la pintura el bastón de mando con puño de marfil tallado.

11.- Fiesta o Baile conmemorativa, en el edificio del Palacio Nacional, después del triunfo de la Guerra contra los filibusteros, en 1857. Destaca en el centro la figura del Presidente Juan Rafael Mora. Al lado derecho de la pintura altas personalidades del gobierno y de costado el Obispo Anselmo Llorente y la Fuente, primer Obispo de Costa Rica, que se había sumado al llamamiento de Mora, a finales d 1855, a convocar a los costarricense para prepararse en ir a combatir a Nicaragua a los filibusteros. El baile o fiesta de esta pintura había sido ofrecida por el Presidente Mora. Manuel Carranza nos dice: “Entre otros interesantes hechos, Meagher narra un baile ofrecido por el Presidente Mora a Monsieur Félix Belly, enviado de Napoleón III para conversar asuntos referentes a un posible canal interoceánico a través del río San Juan.”

Artísticamente, Manuel le puso una lámpara y faroles aparentemente, eléctricos, para darle luz a la pintura, pero en esa época no se había desarrollado la electricidad en Costa Rica. El irlandés Thomas Meguer, cronista de esa época, quien estuvo allí, narra este baile.

Allí estuvo también Máximo Jérez, con capa española. Del centro a la derecha de la pintura se aprecia al coronel Barrillier, a don Félix Belly, al coronel Cauty, y el Dr. José María Castro (de perfil), entre otros personajes de la época.

12.- Esta pintura nos recuerda el asesinato, la “ejecución de Pabru Presbere” en 1710. La ficha de esta pintura hecha por Manuel dice: “Su cabeza fue cortada y expuesta en una pica para escarmiento de los indómitos pueblos indígenas que se refugiaban de los desarraigos forzosos en las montañas de Talamanca. Un año antes, los guerreros talamanqueños habían asaltado y ajusticiado a los Frailes Recoletos Pablo de Rebullida y Antonio de Andrade, junto a una decena de soldados y quemado 14 templos católicos. La Corona había recurrido a los frailes ante la imposibilidad de reducirlos militarmente.

Pabru Presbere, cuyo nombre significa «el rey de las lapas» lideró la resistencia de los indígenas y así lo reconoció la Asamblea Legislativa al declararle «Defensor de los Pueblos Originarios» en 1996. En la enorme ofensiva, Presbere fue capturado junto a sus Usékares y unos 700 indígenas. Cerca de 200 indígenas perecieron en el camino a Cartago.” En el juicio que se le siguió a Presbere, él asumió toda la responsabilidad del levantamiento, eximiendo de culpa y evitando el fusilamiento y muerte de los jefes indígenas que le acompañaron en su lucha.

Para los indígenas, probablemente, los frailes y religiosos que acompañaban a los soldados conquistadores y colonizadores eran lo mismo; representaban la misma dominación y violencia que se ejercía contra ellos. Por eso, también los enfrentaban, y mataban, cuando tuvieron que enfrentarlos.

13.- Nos presenta Manuel una escena de la vida cotidiana. Una batea para recoger agua, ambientada en 1751, con las mujeres encargadas de esa tarea, con una Iglesia de techo de paja, un sacerdote y una autoridad colonial, acompañada de tres milicianos. Las mujeres con trenzas en sus cabellos. Aquí presenta, “en 1751, el Alcalde D. Tomás López del Corral quien conversa con el Padre Juan Pomar y Burgos en las afueras de la Ermita de techo pajizo que se había erigido desde 1736 en La Villita en honor del Señor San José”, nos dice Manuel Carranza en su ficha de la pintura.

Destaca también Manuel, tras el Alcalde, a soldados de la Corona que debieron recorrer los campos conminando a sus habitantes a formar casa en La Villita de San José. La carreta a lo lejos transporta algún vecino que se afincará en la naciente población. El Padre Pomar y Burgos, quien también ejercía como médico, asumió el encargo de conducir el agua a La Villita a través de acequias. Completan la escena, españoles, criollos e indígenas, usando ya impuestas sus costumbres de vestido. Al fondo se ven Las Tres Marías. La escena pretende situarse en la manzana del actual Banco Central, viendo hacia el norte del Valle Central.

Según Manuel “La ciudad de San José nunca fue formalmente fundada. Su nacimiento estuvo determinado por un hecho puntual: la traída del agua a través de acequias hasta el sitio de La Villita en la Boca del Monte. La tarea fue emprendida por el Padre Juan Pomar y Burgos, en el año 1751, siendo entonces Alcalde Ordinario de Cartago D. Tomás López del Corral. La ermita de culto del señor San José, había sido construida 14 años antes. Se ubicaba al costado Este del Banco Central, en el sitio que ocupa hoy la Tienda Scaglietti. Soldados de la Corona fueron encargados de anunciar, a golpe de tambor, el bando oficial que compelía a los vecinos dispersos en valles cercanos a edificar casa «bajo la campana de la Ayuda de Parroquia».”

14.- Este es una pintura muy especial para Manuel, porque involucra a su tatarabuelo, Miguel de Jesús Carranza, quien había tenido el encargo de su otro familiar, Juan Mora Fernández, para importar la primer imprenta, en 1830. “Dos empleados de su casa, los señores Abarca, conocidos como Pantaleón grande y Pantaleón chiquito aprendieron el oficio de tipógrafos. Ese mismo año su hija Froilana contrajo matrimonio con Braulio Carrillo y su hijo Bruno, que también ocuparía la Presidencia de la República, era un niño de 8 años.” La imprenta de la pintura es la que está hoy en resguardo en el Museo Nacional.

15.- Una típica casa de Escazú, de la Familia Chaves. Una pintura nocturna, con los cerros de La Cruz y de Pico Blanco al fondo. Corredor externo de la casa, con buena iluminación de lámpara. Nótese que no hay iluminación pública y el camino es de piedra, con desagües de calle y de aceras, aspectos que se empezaron a introducir en la construcción a partir de la década de 1830 como parte de la higiene pública que se trataba de impulsar.

16.- Esta pintura es especial. Manuel la llamó “La limpiada del pargo”. “Limpiada” era el término que usaban los pescadores para justamente quitarle las entrañas a los peces pescados. En la pesca artesanal y profesional se sigue haciendo esto: quitarle las entrañas a los peces para comercializarlos y transportarlos de mejor manera. Nótese la luz del cuadro en el mar y en el horizonte, así como en la figura del pescador, en su piel y rostro, que destacan fuertemente. Botes o pangas, embarcaciones pequeñas, de remo para la pesca es lo que se aprecia. En esa época no había aquí motores de ninguna clase.

17.- Una pintura del gran líder de los afrodescendientes de todo el Caribe, Marcus Garvey, a quien Manuel consideraba “un hombre excepcional”, emigrante de Jamaica, quien trabajó un tiempo en Puerto Limón.

En la ficha de la pintura Manuel escribió: Garvey “fundó la Asociación Universal para la Mejora del Hombre Negro. Su influencia se hizo sentir en todo el Caribe y los Estados Unidos. Con el sueño de que todos los que lo desearen pudieran volver a África, fundó la naviera BLACK STAR LINE. Su edificio en Limón, con su célebre «Liberty Hall» se edificó un año después de su última visita en 1920. En Estados Unidos fue encarcelado y perseguido por el Ku Klux Klan. Fue proclamado el primer héroe nacional de Jamaica.”

De nuevo, en la pintura destaca la luz sobre el fondo y el rostro para engrandecerlo, donde demuestra Manuel su gran capacidad creadora como retratista.

18.- “Un día cuando ya no esté, seré lo que he pintado”, nos dejó escrito como su legado Manuel Carranza Vargas. Sabias sus palabras.

Esperamos con lo anterior, y con el librito que entregamos, rendir, una vez más, un justo y merecido homenaje, un reconocimiento público a quien fuera nuestro Presidente de la Academia Morista Costarricense, pero sobre todo al gran amigo, compañero y a la buena persona que fue Manuel Carranza Vargas.

“Que no nos engañen, que no nos quiten la historia”

Dra. Yamileth González García
Ex Rectora de la UCR, integrante del Colectivo Mujeres por Costa Rica

En estos últimos años hemos visto, con bastante preocupación, al gobierno de Rodrigo Chaves tratando de llevarnos hacia un espacio que significa el olvido de la historia; en forma reiterada y permanente hemos sido testigos de diversos intentos por borrar y ocultar nuestra historia reciente y los logros indiscutibles alcanzados en el pasado. Hay un constante afán por hacernos creer que la historia comienza con ellos y que en ese pasado no hay nada positivo, que antes de esta administración todo era caos y corrupción. ¿Cuál es el propósito? ¿Qué buscan con negar y pretender borrar lo que nos antecede? ¿Por qué le tienen miedo a la historia? ¿Es que ignoran que conocer la historia es un elemento imprescindible para avanzar como sociedad?

Es conocido que el conocimiento de la historia y la reflexión inherente a esa disciplina tiene un gran poder formativo para que las sociedades puedan entender el presente y en consecuencia proyectarse hacia el futuro; que la historia es un gran laboratorio para el análisis crítico y reflexivo de toda sociedad que se precie de reconocer sus valores, que en ella se encuentran argumentos para sacar sus propias conclusiones y ayuda a discernir con más claridad lo que puede ser positivo y lo que no. Conocer la historia nos provee de herramientas para, además de pensar críticamente la realidad, hacer ciudadanos más comprometidos. Como lo dice Jaume Claret Miranda, la historia pone en nuestras manos, “las herramientas para entender las raíces de los procesos actuales y los mapas para orientarnos en las incertidumbres del futuro”. ¿Por qué, entonces, el gobierno nos quiere arrebatar esa posibilidad? ¿Es esa una forma de tener el control sobre la ciudadanía? ¿Es que buscan despojarnos de la capacidad reflexiva, analítica y de pensamiento crítico que da el conocer el pasado y los caminos para asumir el presente?

Hago esta reflexión en estos momentos porque, lo reitero, muy a menudo escuchamos a Chaves y su séquito de ministros decir que antes de que asumieran la administración del país, aquí todo era un caos, no había nada que valiera la pena valorar. Un ejemplo claro de esta actitud es que en muchas ocasiones hemos escuchado a la ministra de Educación ignorar la existencia de políticas educativas anteriores a esta administración, elaboradas con los más avanzados planteamientos internacionales; la hemos visto desconocer y hasta despreciar los avances realizados en el desarrollo de las pruebas evaluativas y, al desconocerlas, incurrir en un enorme despilfarro de recursos económicos, al repetir estudios ya realizados en el pasado; lo mismo pasa con las reformas curriculares efectuadas con anterioridad y los avances en la conectividad y qué no decir del descabellado cierre de la Fundación Omar Dengo y la negación de sus aportes, una acción que ha llevado a la existencia de miles de computadoras y otros artefactos electrónicos pudriéndose en las bodegas del MEP en lugar de estar siendo utilizadas por miles de estudiantes como lo habría aprovechado esa misma Fundación; son muchos los logros que se dieron, unos pocos años atrás, sobre todo en tiempos de Leonardo Garnier, Sonia Marta Mora y Gisele Cruz, y que este gobierno niega y oculta.

Un ocultamiento y una negación de la historia, que les lleva no solo a desconocer obras anteriores, sino a asumirlas como propias, o sea que se visten con ropa ajena.

La historia es un proceso y esta administración de Rodrigo Chaves trata de engañarnos al buscar reinventarla (sin éxito) para ponerla a su servicio con el afán de fortalecer su imagen y el control sobre la población y, más, al mismo tiempo, para limitar la capacidad reflexiva de la ciudadanía, para que nos convirtamos en autómatas a su servicio, como muchos de sus seguidores; por eso no se puede desatender el conocimiento de la historia, ni olvidar lo que nos antecede, ese es un saber que nos permite vernos como parte de un proceso, con un lugar en la sociedad y un papel en la definición de nuestro futuro.

Hay que luchar contra este intento gubernamental que pretende despreciar nuestra historia; que no nos borren, que no nos quiten, que no nos engañen con falsas promesas utópicas e incumplidas; que no nos hagan creer que no somos lo que somos, en un afán destructivo de controlar y dominar, como lo pretende Chaves.

No olvidemos, que como escribió Jean Chesneaux “El pasado, próximo o lejano, tiene siempre un sentido para nosotros. Nos ayuda a comprender mejor la sociedad en que vivimos hoy y a saber qué defender y qué preservar…”.

Reseña: En el Centenario de la Guerra de 1856 por Luis Barahona Jiménez

El día de hoy recordamos a Luis Barahona Jiménez, el cual nace en 1914 y fallece en 1987, escritor y filósofo egresado de la Universidad de Costa Rica en Filosofía y Letras. También, recibió premios en historia y desempeñó cargos diplomáticos en varios países.

Recientemente, el 5 de septiembre de 2024, se publicó uno de sus escritos por medio de Azur Revista Centroamericana de Filosofía, titulado “En el Centenario de la Guerra de 1856”, escrito en su tiempo en Madrid en 1956, precisamente 100 años después de la campaña en contra de William Walker y los filibusteros.

Este escrito aplica las disciplinas de filosofía e historia de manera experta para plasmar un retrato muy bien realizado e interesante del contexto sociopolítico de la época, y cómo influyó en los imaginarios y el recuerdo de lo sucedido alrededor de este conflicto que tanto marcó al país. Esto, con el fin de concluir acerca de un destino histórico como costarricenses plasmado por los hechos que se conmemoran, extrayendo sus mensajes de actualidad histórica, en palabras del propio autor en la primera página.

El texto está dividido en varias secciones, la tierra, el hombre, los hechos, Costarricenses, Compatriotas, Nuestro destino histórico, y A propósito de la parroquia de piedra, todas llenas de valiosos conocimientos filosóficos sobre los orígenes y construcciones alrededor de este hecho crucial.

Les invitamos a leer este artículo y empaparse de este conocimiento, el cual aun cuando viene del pasado aporta información valiosa para cualquiera a quien le interese conocer más su entorno.

Sobre las verdades en la interpretación histórica, social y política

Vladimir de la Cruz

Los hechos y eventos históricos suelen ser interpretados, analizados, reflexionados, discutidos, pensados, desde distintas perspectivas. Eso es válido.

En materia de análisis socio histórico me atrevo a decir que no hay verdades absolutas, aunque hay historiadores, analistas, pensadores que parten de que sus enfoques son la Verdad Absoluta, casi a modo de un dogma religioso.

Estos enfoques, igualmente, descansan en la metodología científica o teórica que se emplea para estas perspectivas analíticas, así como en el acervo doctrinal en que cada historiador, analista o pensador fue formado, o a partir de la cual se fue formando o estudiando.

Muchas veces les proponía a mis estudiantes, cuando interrogaban sobre este aspecto, que partieran por un momento, de un objeto que se podía colocar entre ellos y yo, donde todos estábamos al frente de ese objeto, ellos desde distintos lados que el mío, y que pasáramos a describirlo en el punto en que cada uno podía verlo. Efectivamente, se producía la diferente percepción y descripción del objeto. Y, era el mismo objeto que todos estábamos observando. Así, les decía que son los eventos históricos o sociales, por lo que en las Ciencias Sociales, incluida la Historia, había posibilidades de ver analíticamente distintas cosas del mismo objeto o evento de análisis.

Puestas así las cosas, les terminaba diciendo a los estudiantes que el conjunto de “verdades” que cada uno tenía de la observación del objeto “sumaba” para tener una aproximación a lo que podríamos llamar la “verdad absoluta”, la Verdad. De manera que, en las Ciencias Sociales no había verdades absolutas, lo que había eran verdades relativas.

Traigo esto a colación de la discusión que se produjo a finales del siglo pasado, cuando se acercaba el proceso de la celebración del V Centenario de la llegada de los españoles y europeos al continente, sobre la premisa de que los españoles y europeos, e incluso americanos, de todo el continente, hasta ese momento celebraban el llamado “descubrimiento” de América”. Así se impuso su celebración desde el IV Centenario de esa llegada, en 1892.

En esta discusión se estableció el cambio de denominación de esta llegada, para desde entonces hablar del “Encuentro de Culturas”, término más apropiado, habida cuenta que no se podía descubrir lo que estaba densamente poblado. Distintos enfoques señalan que en América pudo haber a la llegada de los europeos, en 1492, hasta 100 millones de habitantes; en Centroamérica, el historiador Mario Flores Macal, llegó a afirmar que pudo haber hasta 7 millones y para Costa Rica, la antropóloga Eugenia Ibarra sostiene, la tesis más aceptada para los estudios costarricenses de ese período, al menos de medio millón de habitantes. Por otros análisis, de arquitectos especialmente, los he escuchado, analizando los basamentos de los poblados de las comunidades aborígenes, calculan que en Costa Rica pudo haber habido una población cercana al millón de habitantes.

De la discusión sobre el número de habitantes en el continente americano, dos grandes tesis se desprenden. La primera, que había poca población; la segunda que había mucha población. De ambos enfoques, igualmente se magnifica o minimiza el impacto de esa llegada en los procesos de conquista y colonización. Para el caso costarricense, si partimos de la tesis de Ibarra o de los arquitectos, había mucha población, y a finales del siglo XVIII la población apenas pasaba los 30.000 habitantes.

Para el momento que hubo que elegir el Diputado a las Cortes de Cádiz hubo que reunir la provincia de Costa Rica y el Partido de Nicoya para alcanzar el número de habitantes necesarios para poder elegir diputado. Así salió Nicolás Carrillo y Aguirre, que al renunciar fue sustituido por el Presbítero Florencio del Castillo, que fue uno de los más distinguidos diputados, lo que se le reconoce en una Placa en el Convento de San Felipe de Neri, donde se realizaron las sesiones de las Cortes de Cádiz.

Y, para el momento de la ruptura con el orden colonial, al momento de la Independencia, había una población que giraba alrededor de los 50.000 habitantes. Cuando llegaron los filibusteros norteamericanos a Centroamérica, en 1855-1857, en Costa Rica había 100.000 habitantes.

¿Qué se hizo esa población originaria? En el proceso histórico lo que vemos hasta hoy es un crecimiento constante de la población local, regional, nacional y mundial. Aquí entra, entonces, la discusión sobre el impacto devastador de la conquista y la colonia europea, de despoblamiento, de conformidad a todas las causas que lo quieran explicar. Los que sostienen la tesis de la menor población del continente, con ello minimizan ese impacto negativo que la presencia europea tuvo.

Como profesor siempre me ubiqué en las tesis maximalistas, de la mayor población en el continente, para desde esta perspectiva explicar con más fuerza ese impacto catastrófico sobre las culturas aborígenes y originarias del continente y de Costa Rica. Pero entendía, y también les señalaba a los estudiantes las otras posturas interpretativas.

Estas discusiones alrededor del análisis histórico y contemporáneo, de nuestras realidades histórico-políticas, siguen sucediendo, con igual pasión, y en algunos casos como extremo delirio, confusión y falta de conciencia. Es natural que así sea. Y son hoy políticamente impulsadas, especialmente desde el poder, las tesis que produzcan esas reacciones contra quienes enfoquen críticamente el ejercicio del poder político.

Troles y fakes news

El subjetivismo en el análisis del evento social, histórico o político conduce inevitablemente a establecer “verdades absolutas”, o “falsas verdades”, especialmente de estos extremistas, las que muchas veces se hacen descansar en aspectos morales, ¡síquicos!, de desinformación o información manipulada, lo que se ve, con mayor evidencia, en los troles que se usan, en esas personas pagadas ex profeso, para estar denigrando a quienes en estos análisis sostienen tesis críticas de un actor político, de su gestión o de los eventos políticos que gestiona o administra. Parte de las llamadas fake news y de la llamada post verdad, a eso responden.

En el caso costarricense muchos de estos troles ni siquiera tienen capacidad de leer los artículos que los ponen a criticar negativamente, o a insultar a quienes los escriben. En muchos casos se quedan en el ataque al título del artículo o en el ataque al mensajero y no en el análisis contrario del mensaje.

En materia del análisis histórico aún no hemos llegado allí, pero hay aproximaciones, sobre todo cuando se responde un artículo, concentrando la crítica al autor más que aportando otra perspectiva del análisis de lo que se plantea. Así sucede, a veces, en torno a eventos como la celebración de la Fecha Patria, relacionada con la Independencia de Costa Rica, que tiene que ver con la de Centroamérica y la de Guatemala, a lo que me referiré en el próximo artículo.

 

Compartido con SURCOS por el autor.