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Etiqueta: identidad nacional

Alteridades y representaciones sobre el Caribe en la construcción de la identidad nacional costarricense – entrevista

Alteridades y representaciones sobre el Caribe en la construcción de la identidad nacional costarricense – entrevista con Lloyd Anglin Fonseca

Invitación en el marco de las conmemoraciones por el mes de la Afrodescendencia.

Antigua torre de destilería del CENAC

31 de agosto a las 5:30 p.m.

Invitado: PhD. Lloyd Anglin Fonseca

¿Cuál fue el proyecto de nación elaborado por el Estado costarricense? ¿Qué nos cuentan las imágenes y el discurso visual acerca de la negritud?

Como parte de las actividades, se ofrecerá una visita guiada por la icónica edificación del CENAC.

Organizan: Asociación Costarricense de Profesionales en Historia y el Viceministerio Administrativo del MC.

Campaña Costa Rica multiétnica y pluricultural (Parte X). Sistema educativo debe hacer visible la rica diversidad que nos constituye como nación

La campaña “Costa Rica multiétnica y pluricultural” que dio inició el 9 de agosto del presente año, comparte el décimo material visual.

Este material muestra un vídeo que recapitula cada uno de los momentos compartidos a lo largo de esta campaña, haciendo un recorrido desde el reconocimiento en el año 2015 dentro de la Constitución Política de una Costa Rica democrática, libre, independiente, multiétnica y pluricultural, donde el reto más importante es reconocer la diversidad étnica, religiosa y cultural, para que sea parte de la construcción de identidad nacional.

Esto es un llamado a que los programas en todo el sistema educativo visibilicen la rica diversidad que nos constituye como nación, promoviendo el respeto y aprecio hacia las variadas formas, creencias y pensamientos, que impregnan la cosmovisión del ciudadano costarricense.

Esta campaña es promovida por la Comunidad Epistémica Red de Interculturalidad, con la participación de la Escuela Ecuménica de Ciencias de la Religión de la Universidad Nacional y el Centro de Investigación sobre Diversidad Cultural y Estudios Regionales de la Sede de Occidente de la Universidad de Costa Rica.

 

Compartido con Surcos por José Mario Méndez Méndez.

El color Rojo de nuestra Bandera representa la sangre generosa derramada y el sacrificio hecho por los patriotas y los héroes nacionales en la búsqueda, en la lucha y en la defensa constante de la Independencia, la Soberanía y la Libertad

Vladimir de la Cruz

Los Símbolos Nacionales son la expresión de la identidad del pueblo costarricense, de nuestra Libertad, nuestra soberanía y nuestra Independencia. Representan al país y a la República, como organización política, reflejan y exaltan tradiciones, la cultura, la geografía, la biodiversidad, la riqueza marina, la flora y la fauna de aquello que se considera una característica sobresaliente, especial y propia de nuestro territorio y nuestra vida cultural y social.

Con los Símbolos Nacionales se logra la mayor identificación del pueblo y la consolidación de la nación costarricense, en su proceso evolutivo, político, económico y social. La aprobación de los símbolos nacionales resulta de un proceso de maduración, de una toma de conciencia sobre aquello que se pretende exaltar como representativo de la nacionalidad y cultura y el folclor costarricense. Es la Asamblea Legislativa la que puede aprobar un Símbolo Nacional.

A los Símbolos Nacionales Mayores se les debe rendir respeto en el uso de ellos, y se exige un protocolo especial y riguroso para su uso, exhibición y entonación. Ninguno de los símbolos puede ser apropiado comercialmente, no se pueden inscribir como símbolos particulares, empresariales o comerciales.

Los Símbolos Nacionales pueden distinguirse entre Símbolos Mayores y Símbolos Menores.

Los Símbolos Nacionales Mayores son la Bandera, el Escudo, el Pabellón Nacional, que integra a la Bandera y el Escudo, el Himno Nacional, en su Música y su Letra. Los Símbolos Menores son los que reflejan y recogen los elementos destacados que identifican parte de nuestra nacionalidad y de las particularidades culturales de la nación costarricense y de su geografía. Así tenemos, entre ellos, la flor de la Guaria Morada, el Árbol de Guanacaste, los animales como el Yigüirro, el Manatí, el Venado de Cola Blanca, el Perezoso, elementos orográficos como los Crestones de Chirripó, elementos culturales como La Marimba, la Carreta típica, el Teatro Nacional, la Antorcha, la Esferas de Piedra, el Café.

Con la exaltación de animales se trata también de proteger especies en peligro de extinción y de velar por la conservación de los animales y sus hábitats naturales.

Los Símbolos Nacionales Mayores reflejan en su desarrollo la evolución de la Historia Patria. Desde que proclamaos la Independencia, el 29 de octubre de 1821, hemos tenido seis Banderas. La sexta, fue la elaborada en el Gobierno del Dr. José María Castro Madriz, que es la actual tricolor, ha tenido ligeras modificaciones, cada una de ellas cuenta como una nueva Bandera. Cuando nos integramos a las Provincias Unidas de Centro América y a la República Federal de Centroamérica adoptamos como propia la Bandera de las Provincias y de la República. La primera Bandera fue blanca con una estrella de seis picos de color rojo. Las otras banderas fueron con los colores celeste blanco celeste y la quinta bandera fue blanco celeste blanco, en franjas horizontales. Luego siguió la tricolor actual. Las Banderas de las Provincias Unidas y de la República Federal tomaron los colores de la Bandera de Argentina, de la Revolución de Mayo. La Bandera tricolor se apartó desde 1848 de la tradición centroamericana que mantuvo en esos países la bandera azul o celeste, blanco azul o celeste.

En el caso de Costa Rica se adoptó en sus colores los de la Bandera de Francia, especialmente la que se reelaboró el 5 de marzo de 1848, que es la actual Bandera de Francia, solo que nosotros en franjas horizontales mientras Francia la tiene en franjas verticales.

El significado de los colores es interpretativo cuando no está expresamente señalado en la Ley o el Decreto que establece a la Bandera como símbolo. En la imitación de los colores de la Bandera de Francia lo que se quiso exaltar fueron los valores de la Revolución Francesa, porque esos colores se usaban durante la Revolución, tanto así que en los escudos de las Provincias Unidas y de la República Federal se incluyó el Gorro Frigio de la Libertad de Francia.

A los colores en banderas se les atribuyen ciertos rasgos o asociaciones. Así tenemos que, el Azul simboliza el cielo que cubre el país, a los ríos que tenemos y los mares, el Caribe, y el océano Pacífico, con sus costas, las que lindan el país. En algunos países el azul significa la justicia y la perseverancia, la lealtad, la dulzura, la fortaleza, la verdad, y también la libertad. El Rojo representa la sangre generosa derramada y el sacrificio hecho por los patriotas y los héroes nacionales en la búsqueda, en la lucha y defensa constante de la Independencia, la Soberanía y la Libertad, por lo que se le considera como un símbolo del patriotismo y la lucha. También refleja el coraje, la valentía, la fuerza, el trabajo y el valor, el progreso y el poder que el país y el pueblo tiene. El Blanco representa la unidad, la Paz, la pureza de sentimientos. También se asocia a la libertad, la justicia social, la integridad, la fe, la obediencia, la firmeza, la vigilancia, la Nación, la honestidad, la armonía, la religión, la dignidad, la claridad. y la inocencia del pueblo.

Los significados de los colores, aunque no están expresamente señalados en las Leyes que establecieron los símbolos, no se pueden alterar debilitando o variando el contenido que tradicionalmente se les ha dado. El color rojo no se puede variar del que tradicionalmente se ha enseñado y lo justifica en el propio Himno Nacional, en el Himno a la Bandera y en otros cantos patrióticos.

La globalización y mayor internacionalización de nuestras relaciones políticas, económicas y diplomáticas, que vivimos. pareciera que atonta a los gobernantes en estos aspectos cuando más deben fortalecerse los Símbolos Nacionales Mayores, y sus significados, en ese rompimiento de fronteras, y e inserción de nuestro país, como se divulgan los contenidos de algunos de los Símbolos Menores para la atracción de turismo mundial.

Las instituciones que deben velar por el respeto de los Símbolos Nacionales son todos los Poderes Públicos del Estado, los Poderes Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Electoral, y especialmente los Ministerios de Educación, de Cultura, de Ciencia y Tecnología, de Turismo, de Deporte.

Igualmente, los medios de comunicación, en todas las formas que existan, deben contribuir en que los usos, costumbres y tradiciones de los Símbolos Nacionales se respeten, se guarden y protejan, para contribuir con ello a desarrollar una nacionalidad más fuerte y una conciencia nacional más sólida. Los Símbolos Nacionales son como el ADN de nuestra identidad costarricense.

Los Símbolos Nacionales nos pertenecen a todos los costarricenses, nos dan unidad nacional, territorial y poblacional. Somos los costarricenses los primeros que debemos velar por su respeto, por ello no podemos permitir y reclamamos del Gobierno de la República, y a su Ministerio de Educación, que no se le dé otro significado en los textos de estudio escolar y colegial a los significados de los colores que se tradicionalmente se le han rendido de la Bandera Nacional, especialmente el Rojo.

Los símbolos Nacionales son como el ADN de nuestra identidad costarricense.

 

(Artículo para la Cámara Nacional de Radio, https://www.panoramadigital.co.cr/wp-content/uploads/2021/10/Com_Viernes_8_Octubre_21-2.mp3, leído el de octubre del 2021)

A los colores en las banderas se les atribuyen ciertos valores, rasgos, características y significados

Vladimir de la Cruz

(Respuesta a las preguntas hechas por la periodista Rocío Sandí, el día 30 de setiembre del 2021)

– ¿De dónde fueron tomados los colores de la bandera de Costa Rica?

Costa Rica desde que proclamó su Independencia, el 29 de octubre de 1821, hasta hoy, ha tenido seis Banderas, como símbolo Nacional. La sexta, fue la elaborada en el Gobierno del Dr. José María Castro Madriz, que es la actual tricolor, ha tenido ligeras modificaciones, cada una de ellas cuenta como una nueva Bandera. Cuando nos integramos a las Provincias Unidas de Centro América y a la República Federal de Centroamérica adoptamos como propia la Bandera de las Provincias y de la República. La primera Bandera fue blanca con una estrella de seis picos de color rojo. Las otras banderas fueron con los colores celeste blanco celeste y la quinta bandera fue blanco celeste blanco, en franjas horizontales. Luego siguió la tricolor actual. Las Banderas de las Provincias Unidas y de la República Federal tomaron los colores de la Bandera de Argentina, de la Revolución de Mayo. La Bandera tricolor se apartó desde 1848 de la tradición centroamericana que mantuvo en esos países la bandera azul o celeste, blanco azul o celeste.

– ¿Cómo se determina la elaboración de una Bandera Nacional?

Se hace en primer lugar por una decisión interna, del país, mediante una Ley o un Decreto Ejecutivo, que la impone como Símbolo Nacional. Se le establece tamaño o dimensión oficial, de largo y ancho. Si contiene franjas se determina el ancho de cada franja y lo mismo se determina la ubicación de los colores. Actualmente, al momento de determinarla, se toman en cuenta parámetros internacionales para no repetir una Bandera que ya tenga un país. A los colores y los otros elementos que puedan tener las Banderas se les puede asignar un significado. Los colores tienen en el espectro de los mismos una asignación de valores y de significancias. El significado de los colores en la tradición de los países puede variarse o modificarse.

– ¿Qué significado se les dio a los colores de la bandera en su inicio?

En el caso de Costa Rica se adoptó en sus colores los de la Bandera de Francia, especialmente la que se reelaboró el 5 de marzo de 1848, que es la actual Bandera de Francia, solo que nosotros en franjas horizontales mientras Francia la tiene en franjas verticales. En el caso de Francia la Bandera significó la unión del pueblo con el monarca, que contenía los colores rojo y azul que eran los colores de la ciudad de París, mientras el blanco era de la monarquía. Esa Bandera, en ese momento simbolizaba eso, esa unión. Hoy podría significar lo mismo: la unión del pueblo con el grupo gobernante.

El significado de los colores es interpretativo cuando no está expresamente señalado en la Ley o el Decreto que establece a la Bandera como símbolo. En la imitación de los colores de la Bandera de Francia lo que se quiso exaltar fue los valores de la Revolución Francesa, porque esos colores se usaban durante la Revolución, tanto así que en los escudos de las Provincias Unidas y de la República Federal se incluyó el Gorro Frigio de la Libertad de Francia.

– De manera precisa, ¿qué significado pueden tener los colores de la Bandera?

A los colores en banderas se les atribuyen ciertos rasgos o asociaciones. Así tenemos que el Azul simboliza el cielo que cubre el país, a los ríos que tenemos y los mares, el Caribe, y el océano Pacífico, con sus costas, las que lindan el país. En algunos países el azul significa la justicia y la perseverancia, la lealtad, la dulzura, la fortaleza, la verdad, y también la libertad. El Rojo representa la sangre generosa derramada por los patriotas y los héroes nacionales en la búsqueda, lucha y defensa de la Independencia, la Soberanía y la Libertad, por lo que se le considera como un símbolo del patriotismo y la lucha. También refleja el coraje, la valentía, la fuerza, y el valor, el progreso y el poder que el país y el pueblo tiene. El Blanco representa la unidad, la Paz, la pureza de sentimientos. También se asocia a la libertad, la justicia social, la integridad, la fe, la obediencia, la firmeza, la vigilancia, la Nación, la honestidad, la armonía, la religión, la dignidad, la claridad y la inocencia del pueblo.

– ¿En qué momento se habló por primera vez de que el rojo de la bandera representaba la sangre derramada por los costarricenses en las batallas por defender la soberanía?

En general se le ha atribuido ese papel, asociado a las luchas que se dieron por la Independencia en general, por su defensa y afirmación. Este es el que se le debe enfatizar. Antes se enseñaba con más fuerza esta característica. Pareciera que el globalismo influye para debilitar esos valores de Libertad, Independencia y Soberanía Nacional.

– ¿Qué opina de que ahora el MEP e incluso la Presidencia, hablen de un nuevo significado del rojo de la bandera que nunca nadie había escuchado?

Eso puede hacerlo el presidente, con lo cual le estaría dando un nuevo contenido al significado ya no asociado directamente a la Independencia, la Libertad y la Soberanía. La globalización atonta a los gobernantes en estos aspectos que más bien deben fortalecerse en ese rompimiento de fronteras.

– ¿Quién o qué institución es la que debe velar porque se respeten los símbolos nacionales y su significado?

Los Símbolos Nacionales nos pertenecen a todos los costarricenses. Hay Símbolos Mayores que son la Bandera, el Escudo, El Pabellón Nacional, que es la integración de la Bandera y el Escudo, El Himno Nacional, en su música y letra. Los otros símbolos son los llamados Símbolos Menores, que particularmente expresan alguna característica especial de nuestra flora, fauna, naturaleza, cultura y tradición, entre otros elementos. Así se están la Guaria Morada, la Marimba, los Crestones de Chirripó, las Esferas Indígenas, el Manatí, el Yigüirro, el Teatro Nacional, el Perezoso, el Venado de Cola Blanca, el Café, la Carreta, la Antorcha, el Árbol de Guanacaste, la Marimba, por ejemplo.

Los Símbolos Mayores caracterizan, identifican, exaltan a todo el pueblo, a toda la Nación. A los Símbolos Mayores se les rinde culto, respeto y formalidades de comportamiento ante ellos, así mismo se rigen por un protocolo especial riguroso en su uso.

Las instituciones que deben velar por el respeto a los Símbolos Nacionales son los Poderes Públicos del Estado, los Poderes Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Electoral, y especialmente los Ministerios de Educación, de Cultura, de Ciencia y Tecnología, de Turismo, de Deporte. Pero, igualmente, los medios de comunicación, en todas las formas que existan, deben contribuir en que los usos, costumbres y tradiciones de los Símbolos Nacionales se respeten, se guarden y protejan, para contribuir con ello a desarrollar una nacionalidad más fuerte y una conciencia nacional más sólida. Los Símbolos Nacionales son como el ADN de nuestra identidad costarricense.

Celebración ¿de qué?

Trino Barrantes realiza un análisis sobre la celebración que cada 12 de octubre se conmemora en Costa Rica. 

Estos artículos fueron escritos en el marco de los 500 años del “desencuentro cultural entre Abya Yala y ese mundo abirraigado llamado península ibérica. Tienen entonces más de 25 años de haber sido escritos. Pero en lo esencial mantienen vigencia en sus partes fundamentales, por lo que he preferido mantener su estructura original. 

Ni América, ni el sema “INDIO”, que indistintamente se usan en estos artículos son correctos, pero se mantienen, por la naturaleza que la historiografía tradicional le ha asignado. Corresponderá, pues, a los nuevos actores sociales, decodificar la carga semántica y discriminatoria que ambos conceptos encierran.

Hoy, claro está, “Los huevos de Colón” tienen otros movimientos, nuevas rupturas epistemológicas, procesos revolucionarios inéditos, afirmación de un capitalismo extremo y elecciones presidenciales extrañas, poco convencionales. Se dan revoluciones de colores, pero prevalece siempre el rojo de la sangre proletaria. Estamos en un mundo diferente al de 1992.  Pero las causas del imperialismo, el neocolonialismo, los ecocidas  negacionistas del calentamiento global  y la explotación siguen igual que ayer. Tenemos la pandemia del COVID-19, como una pequeña muestra en lo que ya de por sí,  Susan Georges, nos lo había indicado en el informe Lugano. 

La tierra, es un bien que le es consustancial a nuestros pueblos ancestrales, pero se les sigue negando.

La guerra como forma de violencia estructural de esta humanidad enferma, no ha podido ser superada, sigue siendo el arbitro que se sitúa por encima de la voluntad política del pueblo.

Finalmente, el único artículo reciente, con fecha 2 de diciembre del año 2020, que se adhiere a este trabajo, es el referente a las bases para una política indigenista, que dicho sea, terminábamos de ofrecerla, cuando el Estado/gobierno neoliberal y corrupto de la actual administración, nos obligaba mediante un nuevo Decreto Presidencial, el primero se había dictado el 12 de marzo del 2020,   a entrar en una larga fase de cuarentena, que aún nos mantiene encerrados y con la boca tapada.

El texto se divide en capítulos que abarcan:

1 capítulo: Precisamente, la fecha se identifica con tres aspectos básicos: «descubrimiento», “evangelización” y “celebración”.

2 capítulo: El indio y la identidad nacional.

3 capítulo, escrito por Trino Barrantes: ¿Descubrimiento?: Des (cubri) miento, des (cubrimiento), (descubri) miento y (des) cubri (miento)

En este último se puede leer:

“¿Qué se celebra el 12 de octubre? En rigor histórico nada; porque no se tiene nada que celebrar. Por el contrario, esa fecha remite a un largo y complejo episodio de nuestros pueblos originarios que quedaron atravesados bajo el imperio de la cruz, la lengua y la espada,  y a un sostenido proceso de dominación y genocidio, que nos articuló al mercantilismo en total desventaja y sumisión”.

Para leer más sobre este tema puede observar el archivo adjunto donde se encuentra el desarrollo de cada capítulo.

 

Información compartida con SURCOS por Trino Barrantes Araya.

Declarada Institución Benemérita la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano

Vladimir de la Cruz

Declarada Institución Benemérita la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano, en el campo de la Educación Pública, la Historia Patria y la Paz Social, en beneficio del Pueblo costarricense.

Después de varios meses de trámite legislativo, por iniciativa del Diputado Wagner Jiménez Zúñiga, ayer fue declarada Institución Benemérita, la Biblioteca Nacional de Costa Rica, que lleva de nombre el del ilustre educador y ex Ministro de Instrucción Pública, también Director de esa Biblioteca, Miguel Obregón Lizano.

La Biblioteca Nacional junto al Archivo Nacional, al Instituto Físico Geográfico, al Registro Civil, al Registro Público, entre otras instituciones que surgieron a finales del siglo XIX, son las instituciones que preservan, guardan y rescatan la información más importante de la Memoria Nacional Costarricense, de la Identidad Nacional, del Patrimonio Cultural de la Nación costarricense.

Por Ley la Biblioteca Nacional recopila, conserva y difunde el patrimonio documental de nuestro país, constituido por periódicos, libros, revistas, mapas, fotografías, música, audiovisuales, entre otros. Es también depositaria de toda publicación o producción hecha en Costa Rica, que por ley debe entregar al menos tres ejemplares de cada obra.

La colección principal de la Biblioteca viene desde las publicaciones hechas en 1833, cuando la Imprenta tenía tres años de haber llegado al país y empezaban a imprimirse obras en Costa Rica, entre ellos periódicos. En sus colecciones también hay documentos extranjeros desde el siglo XVII.

La Biblioteca Nacional conserva también obras de artistas, de todas sus ramas, escritores, músicos, obras literarias de todo tipo de materias y temáticas, que permiten ver, estudiar y analizar la Historia Patria, en todas esas dimensiones en la particularidad de cada una de las diferentes épocas que se quieran abordar con toda esa documentación.

Entre sus principales actividades y funciones la Biblioteca difunde, a escala planetaria, toda la Bibliografía Nacional, e informa de esa manera de las obras que se publican en el país, llevándole el pulso al día a esta producción.

Con la actual Directora, Laura Rodríguez, la Biblioteca Nacional avanzó, desde hace poco más de diez años, a la digitalización de sus colecciones, con lo cual hoy ofrece digitalizados más de 170.000 documentos como periódicos, revistas, libros, fotografías, música, audios, mapas, planos, caricaturas, biografías, entre otros y publicados desde el siglo XIX y hasta hoy. Además, ofrece 11 servicios virtuales, todos estos programas con sus contenidos con acceso abierto y disponible las 24 horas del día, con una visita de más de seis millones de personas de 155 países.

Como parte de esta modernización la Biblioteca Nacional hoy tiene más de 10.000 seguidores en sus redes sociales, con una intensa actividad de foros, debates, presentaciones de libros, recitales de poesía, de exposiciones de obras artísticas y de libros o documentos, de colecciones especializadas por temas, conferencias etc.

“La Biblioteca Nacional “Miguel Obregón Lizano”, como dice el expediente legislativo de su Benemeritazgo, es la memoria de nuestra Nación y una herramienta invaluable que democratiza la información y el conocimiento. A lo largo de su ya dilatada existencia, ha contribuido al desarrollo de nuestra identidad nacional, así como a la construcción de una sociedad costarricense más crítica y equitativa.”

De los reconocimientos públicos que ha venido haciendo la Asamblea Legislativa recientemente éste es de los más importantes, si no el más significativo y valioso.

La Biblioteca Nacional es una de las instituciones más emblemáticas, casi un Símbolo Nacional, de carácter republicano, nacida al calor del movimiento liberal costarricense del siglo XIX, que recoge la huella de los Padres Fundadores de la Patria y de la República costarricense.

En todos los países, que se precian de su cultura y sus valores históricos, la Biblioteca Nacional, es una institución estelar, principal, rectora en el campo de las bibliotecas regionales o existentes. Así son las Bibliotecas Nacionales de España, de México, de Francia, la del Congreso de los Estados Unidos, de Venezuela, por citar algunas. La misma UNESCO, el organismo de cultura de las Naciones Unidas, desde hace más de 30 años ha venido haciendo estudios importantes sobre el papel de las Bibliotecas Nacionales de los distintos países, para contribuir incluso a desarrollar Bibliotecas Nacionales en los países subdesarrollados, en vías de desarrollo, menos desarrollados o pobres del mundo, según las denominaciones de la misma UNESCO.

Por el origen de la Biblioteca Nacional, y por quienes la impulsaron, la Biblioteca Nacional “Miguel Obregón Lizano”, es de primer mundo en su concepción, está a la altura de los países desarrollados. Sin embargo, la autoridad superior del Sistema Nacional de Bibliotecas, que existe en el país, sin tener claro este papel, ha reducido la Biblioteca Nacional a un simple Departamento, y por el camino que lleva contra la existencia de la Biblioteca Nacional la convertirá en una simple Oficina, cuando es la Biblioteca Nacional la que debería ser rectora de toda la política bibliotecaria nacional.

Pareciera que de esa forma la quiere destruir, pulverizar, desaparecer, asfixiar restándole personal, limitándole recursos.

Las Bibliotecas Nacionales son tan importantes como que la Biblioteca Nacional Judía fue creada 50 años antes del surgimiento del Estado de Israel. En algunos países se han desarrollado también Bibliotecas Nacionales Temáticas.

Lo que realmente importa, para el caso nuestro, es que el ámbito de los servicios de las bibliotecas regionales, adscritas al Sistema Nacional de Bibliotecas, sacando a la Nacional, como lo vienen haciendo, no tienen la importancia ni la capacidad de atender las necesidades propias de esas bibliotecas o de asistir a la Biblioteca Nacional, como contrapartida, en facilitar determinados servicios concretos al país y a los ciudadanos visitantes de la Biblioteca Nacional.

Es la Biblioteca Nacional la que tiene esa capacidad de asistencia a todas las bibliotecas del país, aunque la Directora del Sistema Nacional de Bibliotecas no lo entienda y opere diariamente por liquidar a la Biblioteca Nacional, convirtiéndose en la práctica en su enemiga pública número uno, y dañando con ello la labor e imagen de la propia Ministra de Cultura, y del Gobierno del Presidente Carlos Alvarado.

La Declaratoria de Benemeritazgo a la Biblioteca “Miguel Obregón Lizano” se debe al esfuerzo del diputado Wagner Jiménez Zúñiga, a los que en la Comisión legislativa que estudió el Proyecto de Ley de Benemeritazgo, y a quienes en la Comisión Plena del Congreso lo han apoyado y, especialmente, a la Directora de la Biblioteca Nacional Ms. Laura Rodríguez, con su trabajo, empeño y dedicación que ha mantenido la Biblioteca a flote contra los intentos institucionales, que desde la dirección del Sistema Nacional de Bibliotecas, la han querido hundir y destruir. Desde allí no se movió un dedo para lograr la Declaratoria de Benemeritazgo de la Biblioteca Nacional.

La Declaratoria de Benemeritazgo ha de servir para salvar a la Biblioteca Nacional de quienes, desde el Ministerio, de manera más precisa, desde el mismo Sistema Nacional de Bibliotecas quieren liquidarla. Debe servir, también, para apoyar los ingentes esfuerzos que hace la Directora de la Biblioteca, en colaboración estrecha con el Benemérito Cuerpo de Bomberos, por garantizar su mejor cuido procurando darle un sistema moderno de protección de incendios, que requiere en apoyo todavía mucho dinero. Y, ojalá sirva, también, para procurarle alianzas estratégicas con otras Bibliotecas Nacionales de otros países, con la ayuda de sus Embajadores acreditados en nuestro país.

Al personal abnegado de la Biblioteca Nacional, a su Directora Laura Rodríguez, el mejor reconocimiento a su abnegado trabajo es la Declaración de Benemeritazgo a la Biblioteca Nacional que ha hecho ayer la Asamblea Legislativa.

¡Larga vida a la Biblioteca Nacional!

Individualismo versus cuido mutuo: un proyecto sociocultural en declive en Costa Rica

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Durante 40 años seguidos, el proyecto sociocultural en marcha en Costa Rica validó un esquema basado en la actitud individual como base para la construcción de su modelo socioeconómico: se apeló al éxito como fin último de la acción social y muchas concepciones relacionales e identitarias fueron modificadas: del usuario de los servicios del estado se pasó al concepto de cliente, del micro empresario al emprendedor, del trabajador al colaborador.

La creencia en una estructuración societaria organizada de esta manera supuso una serie de condiciones contenidas en las formas de respuesta de las personas ante coyunturas y contingencias: responsabilidad, orientación, criterio.

Por otro lado, el sentido de colectividad, ese al que podríamos acudir hoy bajo la premisa del cuido mutuo, solo fue y es apelado desde la maquinaria industrial de la comunicación de masas y la polifonía de las redes sociales.

La épica de la gloria deportiva, por ejemplo, siempre fue propicia en todos estos años para conjuntar de nueva cuenta esa comunidad imaginada y activar los dispositivos de una identidad nacional que aunque frágil y repleta de remaches, aún funcionaba. Hoy ni siquiera la apelación a la sangre roja del costarricense pareciera tener sentido. Pero en realidad poca cosa pareciera tener sentido en una experiencia fallida de comunidad como la que estamos experimentando durante estos días.

En otras reflexiones sobre la noción de comunidad ampliada y su resquebrajamiento en el caso costarricense, hemos adelantado que existen hoy otras figuras que aglutinan y dan sentido de comunidad: el número de tarjetahabientes que existen en el país se asemeja o supera inclusive al total de la población nacional. Si esto no es una forma de denominar esa otra colectividad basada en la organización del mercado, ya nada podría explicar el comportamiento aparentemente errático endosado preliminarmente a una falta de responsabilidad individual.

Desde el proyecto civilizatorio puesto en marcha a partir de los años ochenta en Costa Rica, la pertenencia a una base social común solicitó peajes de entrada: éxito individual, capacidad de consumo, competencia rampante, a toda costa, a cualquier costo.

De esta manera, una comunidad real y sustentada sobre valores como la protección, la horizontalidad y el apoyo fue disuelta del discurso y las prácticas cotidianas.

Por ello cuando acciones organizativas y orgánicas desde lo colectivo se han levantado, han sido opacadas y silenciadas. Algunas enfrentadas desde la fuerza del estado, otras instrumentalizadas como las de ciertos derechos de poblaciones y comunidades específicas. En los últimos años una subjetividad política joven trató de levantarse, pero rápidamente fue estigmatizada y procesada por un discurso academicista y adultocéntrico que la descalificó ad-portas.

Los derechos colectivos están hoy más que nunca conculcados y truncados. El derecho legítimo a manifestarse fue proscrito. Los defensores de la territorialidad indígena son amenazados permanentemente y en los últimos dos años han sido asesinados dos líderes en medio de una inacción gubernamental sin precedentes. Y una vez más las poblaciones migrantes han sido utilizadas como chivo expiatorio de los males sociales, económicos y sanitarios que aquejan al país.

El discurso ha sido hábil para responsabilizar a la población de una tremenda desidia para acatar órdenes sanitarias y guardar un comportamiento ejemplar. Pero ni lo uno ni lo otro ha sido evidenciado con vehemencia para hacer ver la responsabilidad de los actores económicos, las hegemonías y sus presiones hacia la acción gubernamental.

Es claro que luego de décadas de una permanente individualización de la experiencia colectiva puesta en marcha por la maquinaria comunicativa y cultural hegemónica, la noción de cuido mutuo a partir de una acción personal responsable, fracasó absolutamente. Y ha fracasado porque sencillamente no hay colectividad imaginada que cuidar.

En el año 2020 el politólogo francés Bertrand Badie mencionaba en una entrevista para la Revista Nueva Sociedad, que la humanidad había transitado en un periodo de tiempo muy corto en tres extinciones visibles: la de la crisis financiera de 2008; la del espionaje planetario que supuso la eliminación de las libertades y la extinción sanitaria, a partir de 2020. Para el caso costarricense, en específico, se ha abierto una clausura de un proyecto de sociedad iniciado en el siglo XIX y que el rasgo sociocultural homogenizante de los últimos cuarenta años se ha encargado de diluir. Asistimos a nuestra propia extinción y en eso continuamos siendo creativos y excepcionales.

O como diría Roque Dalton: «País mío, no existes».

Tomarán décadas para volver a levantar de nuevo una idea solidaria e incluyente de ese país en el que todos y todas nos sintamos pertenecientes. Y esta no es una tarea de la postpandemia: es urgente iniciarla ya.

 

Imagen tomada de https://elsoldeoccidente.com