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Etiqueta: igualdad de oportunidades

¿Batalla cultural o salto evolutivo?

Guillermo Sullings / pressenza

En los últimos tiempos hemos visto un avance de las derechas y ultraderechas en el mundo, ganando terreno electoral en muchos países y llegando al poder en varios de ellos. Desde el punto de vista económico, ya estábamos acostumbrados desde hace décadas al avance del neoliberalismo representando siempre los intereses del poder económico concentrado, pero solía hacerlo presionando, tanto a gobiernos de derecha como a los progresistas, para aplicar las políticas económicas que favorecieran a la banca y al capital concentrado en general, pero manteniendo cierto nivel de “corrección política” para adaptarse a los nuevos tiempos; y así hemos visto gobiernos que aplicaron políticas económicas neoliberales, pero siendo un poco más aggiornados en otras áreas, como los derechos de las minorías, el cuidado del medio ambiente, y ciertas políticas públicas de contención social. Pero más recientemente han ido surgiendo los llamados “populismos de derecha” que, además de reivindicar al más crudo capitalismo salvaje y depredador, atacan sin ningún tipo de filtro ni autocensura todas las conquistas sociales haciendo de ello su bandera política, logrando que a través de la manipulación del relato mediático y de las redes sociales, una buena parte de la población ponga en duda la validez o conveniencia de tales conquistas, y hasta logran movilizar una considerable cantidad de militantes que promueven el odio hacia los inmigrantes, el colectivo LGBT, los ecologistas, al feminismo y obviamente a lo que llaman populismo de izquierda y sus políticas económicas redistributivas. El término “wokismo”, que originalmente se utilizaba para manifestar la necesidad de “estar despierto y alerta” ante la discriminación a los afroamericanos y que luego se extendió a otros tipos de reivindicaciones, ahora la derecha lo utiliza peyorativamente para referirse a lo que definen como una “dictadura cultural del progresismo”, enfatizando en ciertas exageraciones, dogmatismos y cancelaciones para conseguir así la adhesión de una parte de la población. En esta confrontación con el wokismo la derecha levanta la bandera de una nueva “Batalla Cultural”, obviamente en sentido opuesto a la formulada por el Gramscismo, promoviendo la hegemonía de la derecha.

Como en toda batalla, debe haber dos bandos bien definidos, y a través de sus medios de comunicación y la manipulación de redes sociales se ocupan de demonizar y estigmatizar a todo aquel que reivindique los derechos humanos, la justicia social y el cuidado del medio ambiente como “seres miserables”, “escorias comunistas” y otros epítetos que buscan deshumanizar a todo el que piensa distinto, y hasta justificar el uso de la violencia contra ellos. Muchos jóvenes, tal vez hartos de la prédica de un progresismo “políticamente correcto” (y a menudo hipócrita), sienten que la rebeldía juvenil ahora pasa por ser de derecha y adhieren a estos nuevos fascismos. Esta estrategia extremadamente maniquea no es muy diferente a la utilizada por el fascismo que emergiera hace un siglo y terminara con las peores atrocidades; y también consigue como en aquellos tiempos, el apoyo del poder económico que se siente beneficiado por partida doble, ya que puede contar con la complicidad de los gobernantes para explotar y depredar, y a la vez lo puede hacer sin ningún prurito al estar avalado por el apoyo popular de quienes paradójicamente respaldan a sus propios verdugos.

Frente a esta situación algunos, desde ambos bandos se preguntan cómo lograr ganar la batalla cultural y así tener la hegemonía que permita gobernar. Pero qué pasaría si nos preguntáramos si realmente la solución pasa por librar esa batalla y en ese terreno.; o preguntarse también para qué se quiere realmente ganar una batalla cultural y tener la hegemonía, ¿para hacer qué exactamente?

Cuando Antonio Gramsci volcó su pensamiento en los cuadernos, escritos en la cárcel del fascismo italiano, para los comunistas de la época no había dudas de que el comunismo era la solución política y económica, y en todo caso el desafío principal era cómo llegar al poder para aplicarlo ¿sería a través de golpes palaciegos? ¿o mediante revoluciones y alzamientos populares?, ¿sería a través de procesos democráticos respaldados por masas proletarias organizadas en sindicatos? La pregunta era cómo lograr el poder y mantenerlo, conseguir que la sociedad respaldara, se convenciera; pero pocos se preguntaban sobre qué hacer con ese poder cuando se obtuviera, porque se suponía que eso ya estaba claro y que el comunismo era la solución. Pero un siglo más tarde, después de la caída del socialismo real, después del fracaso estrepitoso de las economías centralizadas, esa respuesta ya quedó obsoleta, y hoy en día si alguien se preguntase cómo llegar a tener la hegemonía que le permitiese gobernar con apoyo social, debiera antes que nada preguntarse qué va a hacer con ese poder, porque no parece estar muy claro, habida cuenta de las reiteradas frustraciones con gobiernos de diferente signo. Tal vez habría que comprender que los bandos que hoy se disputan la hegemonía no son más que diferentes avatares de un mismo poder que perdura incólume rigiendo los destinos de la humanidad con diferentes disfraces. Desde hace mucho tiempo ya que, gobierne quien gobierne, la riqueza se acumula cada vez más en pocas manos, el poder financiero domina el mundo, el planeta se sigue destruyendo, la violencia perdura y escala, y cada vez más seres humanos son marginados del sistema. Gobierne quien gobierne, todos aceptan esta marcha hacia el abismo de la civilización, algunos lo hacen por convicción, y otros con resignación; algunos pisan el acelerador y otros buscan infructuosamente el freno, mientras sostienen el volante en la misma dirección. Por eso es un error pensar que frente al avance de las ultraderechas lo que habría que hacer es redoblar esfuerzos desde el progresismo para ganar la batalla cultural y recuperar la hegemonía. Toda batalla implica encerrarse en bandos, y lo que se necesita es comprender que el 99 % de la población tiene problemas similares, comparte los mismos sufrimientos y temores, tiene angustia por un futuro cada vez más incierto, y la responsabilidad de esto no radica en ese 99 %, sino en el otro 1%, que es el más interesado en que nos dividamos en bandos para responsabilizarnos unos a otros, y para eso manipula la información y la subjetividad de las personas. Sentimientos como el odio, la envidia, el revanchismo, la discriminación son utilizados por los manipuladores para lograr que se conformen los bandos y se distraigan luchando entre sí. Ya hemos visto en la historia lo que pasa cuando los peores sentimientos se exacerban para incentivar la lucha entre bandos; varios genocidios comenzaron de ese modo, con gobiernos de diferente signo; se ha deshumanizado a otros por la raza, por la clase social, por la religión, por el nivel de educación, o por la nacionalidad, hasta llegar a una cosificación que justificaba cualquier matanza: ocurrió en la Europa dominada por los nazis, ocurrió en la Unión Soviética, en China, en Camboya, en Ruanda, en Sudáfrica, en India, en los Balcanes, solo por citar algunos ejemplos, pero los casos sobran lamentablemente, y aunque supongamos que en estos tiempos no se llegará a tanto, ya es suficiente con la polarización que existe en las sociedades para impedir que las mayorías se reconcilien y abracen un proyecto común: la polarización hace que se demonice al otro bando y por lo tanto ningún razonamiento, argumento, fundamentación, e incluso dato concreto puede ser verdadero o digno de ser considerado si pertenece al bando contrario.

Giuliano de Empoli, en su libro “Los ingenieros del caos”, analiza y describe muy bien cómo a través de las redes sociales se ha manipulado a las personas para que terminen apoyando a determinados candidatos o determinadas políticas; y quien mayor provecho ha sacado de esta manipulación por las redes ha sido la ultraderecha, que no ha tenido ningún prurito en difundir noticias falsas, o apelar a los peores sentimientos del ser humano; porque precisamente, como bien señala este autor, la propaganda por redes sociales se alimenta de emociones negativas, porque estas aseguran mayor participación. Las fake news que apelan a emociones negativas se viralizan rápidamente, mientras que las desmentidas de las mismas no tienen gran difusión. Si antes decíamos que el actual crecimiento de la ultraderecha tenía similitudes con los fascismos que surgieron hace un siglo, esta es otra coincidencia, la táctica de Goebbels del “miente, miente, que algo quedará”. Este tipo de propaganda manipuladora no enfatiza tanto en las supuestas virtudes del bando que la produce, sino más bien en los imperdonables defectos del bando opuesto, al punto de deshumanizarlo por completo; así se llega a un punto tal que buena parte de la población es capaz de apoyar y soportar al peor de sus verdugos, con tal de que no gane la partida el otro bando, al que le enseñaron que debía odiar.

Es por eso que, si se busca una transformación profunda en las sociedades, y un cambio sustancial en la dirección que lleva la civilización, no podemos plantearlo en términos de batalla cultural, de puja entre bandos, sino más bien como la necesidad de un salto evolutivo, y eso implica muchas cosas, pero sobre todo la épica de una ética superadora de la mediocridad actual.

Y cuando hablamos de mediocridad, no nos referimos solamente al individualismo, el odio, la discriminación y la crueldad de la ultraderecha, sino también a las palabras huecas y a la hipocresía del progresismo.

Tal vez haya que redefinir algunos conceptos y palabras que representen mejor la profundidad de una nueva ética social. Tal vez habría que hablar más de reciprocidad, y no tanto de solidaridad, ya que este último término está muy asociado al humanitarismo limosnero, mientras que la reciprocidad nos refiere más a un sistema de relaciones en las que los miembros de una comunidad se comprometen a ayudarse mutuamente. Tal vez habría que hablar de humanizar la mirada sobre los demás, porque ello implica aplicar la vieja regla de oro, tratar a los demás como queremos ser tratados, y de eso se desprenden un cúmulo de acciones y consideraciones que ayudarían a destrabar la trampa de los bandos, y nos llevaría a comprender mejor las ideas y sentimientos de los demás. Tal vez habría que hablar de liberación, más que de libertad, porque la liberación implica un proceso permanente, y en una sociedad cambiante y compleja, la diferencia entre la libertad teórica y la libertad concreta a menudo nos exige reconsiderar los términos de la misma. Con respecto al concepto de igualdad, no hay duda de que todos deben tener iguales derechos y oportunidades, pero la falta de oportunidades en la práctica es la que motiva propuestas compensatorias que podrían ser tildadas de igualitaristas, y ante eso surgen las críticas de los defensores de la meritocracia, que obviamente nada dicen de la falta de igualdad de oportunidades; por tal motivo habría que plantear a la igualdad de oportunidades como un requisito sine qua non si se quiere sostener un régimen de propiedad privada, porque en ese caso el derecho de propiedad debe estar condicionado por el derecho a la igualdad de oportunidades y no a la inversa, y en la medida de que la concentración de riqueza sea un obstáculo para la igualdad de oportunidades, habrá que replantearse el derecho al uso de la propiedad del capital concentrado. Pero por sobre todo habrá también que preguntarse también por el verdadero sentido de la vida humana en contraste con el materialismo consumista y alienante que hoy es aceptado como el ordenador de la organización social y la realización individual.

En definitiva, si de los laberintos se sale por arriba, habrá que empezar a volar hacia nuevas utopías que resuenen en los sentimientos más profundos del ser humano; porque no será suficiente con proponer el cambio de las prácticas democráticas, o de las técnicas económicas o de la legislación, en todo caso todo eso deberá ser la consecuencia de un verdadero salto evolutivo.

Fuente: https://www.pressenza.com/es/2025/08/batalla-cultural-o-salto-evolutivo/

UCR, Manos de inclusión ¡Celebremos el Día de la Lengua de Señas Costarricense!

Carlos Gutiérrez Vargas; Eric Chinchilla Araya, Carlos Gutiérrez Vargas primer estudiante sordo usuario de Lesco que se gradúa del Bachillerato en Derecho en la Universidad de Costa Rica (UCR).Eric Chinchilla Araya Intérprete LESCO – Lengua de Señas Costarricense – tanto en el área televisiva como en aula universitaria.

Tenemos el compromiso como sociedad de ser inclusivos, de respetar y respaldar cada día el derecho a la comunicación de la persona sorda

Las personas sordas tienen la Lengua de Señas Costarricense (LESCO) como  lengua materna, reconocida desde el 2012 a través de la Ley No.9049, así como desde el 2020 con la Ley No. 9822 en la que se reconoce como patrimonio lingüístico y cultural de nuestro país y se declara el 19 de julio el Día Nacional de la Lengua de Señas Costarricense.

Una fecha que reitera el compromiso como sociedad con la accesibilidad y medidas que deben adoptar las instituciones públicas y privadas, para que las personas sordas tengan acceso en igualdad de condiciones con los demás al entorno físico, el transporte, la información, la educación y las comunicaciones; incluidos los sistemas y las tecnologías de la información y las comunicaciones, y a otros servicios e instalaciones abiertos al público o de uso público.

Esta fecha nos convoca a   reconocer la LESCO, celebrarla y promover su aprendizaje. La Ley No. 9822 Reconocimiento y promoción de la lengua de señas costarricense reconoce y promueve en nuestro país “la lengua de señas costarricense como lengua de las personas sordas, que libremente decidan utilizarla, así como el uso de los medios de apoyo a la comunicación oral”.

La población con pérdida auditiva, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) para el 2016, fue de 70.000 personas, lo que corresponde a un 1,5% de la población total para ese año. Aquí el público muestra la ya muy conocida seña del aplauso. Foto, Luis Alvarado Castro.

Bien lo señala   la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad cuando busca “promover, proteger y asegurar el goce pleno y en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos y libertades fundamentales por todas las personas con discapacidad, y promover el respeto de su dignidad inherente”. Este 19 de julio nos convoca a luchar día a día contra la discriminación por motivos de discapacidad auditiva; “…contra cualquier distinción, exclusión o restricción por motivos de discapacidad que tenga el propósito o el efecto de obstaculizar o dejar sin efecto el reconocimiento, goce o ejercicio, en igualdad de condiciones, de todos los derechos humanos y libertades fundamentales en los ámbitos político, económico, social, cultural, civil o de otro tipo

Aquí LESCOntamos…

Desde el Programa Recursos para la Sordera (PROGRESO) de la Universidad de Costa Rica, “reiteramos este 19 de julio la importancia del reconocimiento y concienciación  entre la  población del país sobre la Lengua de Señas Costarricense como lengua materna de las personas sordas, así como la trascendencia y  pertinencia, desde un enfoque social de derechos humanos, de que las personas oyentes aprendan  la lengua y aprendan sobre la cultura sorda para trabajar juntos y promover espacios laborales, sociales, recreativos y otros que sean inclusivos” señala  Laura Matamoros Rodríguez, profesora de la Escuela de orientación y educación especial de la UCR.

Por su parte, Ignacio Álvarez  quien trabaja en la formación de intérpretes en la lengua de señas costarricense,  destaca que PROGRESO nace hace 41 años, tras un convenio con la Universidad de Gallaudet, como un esfuerzo interinstitucional para trabajar y mejorar la oferta de la educación de la persona sorda. En su momento, un proyecto de corte regional, brindando atención a personas sordas, familias y personal docente de la región centroamericana.

La Universidad de Costa Rica, por medio de PROGRESO, logra la formación de intérpretes de Lesco para el país. Foto, Cristian Araya, UCR.

Actualmente PROGRESO es un proyecto nacional con una proyección de formación en la LESCO e Intérpretes de esta lengua. Es un programa de acción social de la UCR para la enseñanza de la LESCO por parte la Escuela de Orientación y Educación Especial, de la Facultad de Educación, que comprende una serie de proyectos adscritos a la Vicerrectoría de Acción Social de la universidad que apoya la enseñanza de LESCO como un medio para lograr la interculturalidad y la equiparación de oportunidades en los ámbitos del desarrollo personal y social de las personas sordas.

A lo largo de la existencia de PROGRESO se ha generado un grupo importante de personas que le reconocen como un ente sin fines de lucro, que busca concienciar e informar sobre la comunidad sorda, su cultura y la lengua entre la comunidad nacional.

El objetivo de PROGRESO es ser más que un ente que brinda cursos, es generar interés y fomentar la inclusión social. El público meta son personas sordas y oyentes, familiares de personas sordas, personal de instituciones públicas y privadas, mayores de edad, que deseen aprender la lengua de señas costarricense.

Hoy en día es más frecuente encontrar en diferentes actividades a intérpretes de Lesco que trabajan para fortalecer el derecho a de la personas sordas a la comunicación y a la información en toda clase de espacios y situaciones. Foto, Luis Alvarado Castro. UCR.

Se ofrecen cursos en los 6 niveles actuales de la lengua, volviendo paulatinamente a la presencialidad, aunque alcanzando a personas de todo el territorio, a través de las ofertas virtuales. Por medio del Programa de formación de intérpretes en la Lengua de Señas Costarricense, se preparan personas que puedan fungir como intérpretes de la comunidad sorda y oyente en los diversos entornos en los que se desenvuelven.

El equipo de trabajo se conforma por: Eugenia Córdoba, coordinadora del ED-693 Capacitación de la Lesco, Eugenia García, coordinadora del ED-3305 Capacitación de la Lesco para instituciones públicas, Laura Matamoros e Ignacio Álvarez, a cargo del ED-3595 Formación de Intérpretes en la lengua de señas costarricense. Se cuenta también con más de una decena de personas instructoras de LESCO certificadas por CRUSA y la UCR.

Conozca un poco màs sobre los derechos de las personas sordas en Costa Rica,  en el siguiente enlace de un programa especial en Canal 15 UCR:  https://www.youtube.com/watch?v=hK39pVX81cA  Aprenda y  practique las diferentes señas de Lesco en este enlacehttps://www.youtube.com/watch?v=Vw069dT12wU  Y siga los consejos del programa de Canal 15 UCR, Nexos,   si le interesa aprender LESCO aquì: https://www.youtube.com/watch?v=gFKGHmUo-f4

Según la Federación Mundial de Sordos, en el mundo hay más de 72 millones de personas sordas que se comunican  en Lengua de señas, formando una diversidad de más de 300 lenguas de señas distintas alrededor del mundo.

29 de mayo: Día Nacional de la Persona con Discapacidad

Dr. Federico Montero Mejía

Cuando en los Estados Unidos, la ejemplar y larga lucha por los Derechos Civiles que implicó grandes sacrificios, persecución, mucho dolor y pérdida de vidas irreparables como la de Martin Luther King alcanzó sus objetivos inmediatos; otra importante minoría conformada por las personas con discapacidad seguía sometida a la misma discriminación y segregación, tanto en ese país como en el resto del mundo.

Las personas con discapacidad, inspiradas por el modelo y las estrategias de reivindicación utilizadas por la población negra, desarrollaron e implementaron con ejemplar fortaleza y compromiso su propio movimiento en contra de esa situación de menosprecio, que limitaba aún más sus posibilidades de integración y participación como seres humanos y ciudadanos con plenos derechos. También las luchas de las personas con discapacidad por liberarse de la segregación y la discriminación a las que estaban sometidas, exigió grandes sacrificios y esfuerzos. Pero entre muchas otras cosas, los éxitos alcanzados pusieron en evidencia que las limitaciones físicas o de cualquier otro origen y severidad, nunca representan una barrera para alcanzar reivindicaciones, sociales, políticas y económicas, y tampoco para el disfrute de los inherentes derechos, o para el desarrollo personal. Las barreras, de toda índole, las impone la sociedad y no la discapacidad (Modelo Social vs Modelo Médico).

El movimiento iniciado por las personas con discapacidad en los Estados Unidos culminó con el desarrollo de normas tangibles tales como Ley de los Americanos con Discapacidad (ADA, por sus siglas en inglés), aprobada por el Congreso en 1992. La ADA “es una ley de derechos civiles que prohíbe la discriminación en contra de los individuos con discapacidad en todas las áreas de la vida abiertos al público en general, tanto en lugares privados como públicos”. Este movimiento y sus logros se convirtieron en un modelo que rápidamente fue replicado por las personas con discapacidad en otros países del mundo. Casi al mismo tiempo, y después del Decenio de las Personas con Discapacidad (NNUU-1983-1992), la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó un documento conocido como las “Normas Uniformes para la Igualdad de Oportunidades para las Personas con Discapacidad” (NNUU. 1993-Resol. 37/53), que, a pesar de no ser vinculante para los Estados Miembros, fue un importantísimo incentivo que impulsó y estimuló aún más, el fortalecimiento de las luchas por la igualdad de oportunidades de las personas con discapacidad en todo el mundo.

Señalo estos hechos, porque considero que resultan determinantes para entender, que los éxitos han sido el producto no de la buena voluntad o la comprensión de los políticos acerca de la realidad de esta población, sino del modelo recogido y aplicado por las organizaciones de personas con discapacidad de todo el mundo, que con sacrificios, pero efectivas acciones de incidencia política, obligaron a la población en general y a los responsables del diseño e implementación de política pública, a modificar actitudes y establecer normas de respeto a los derechos humanos. Más, o menos exitosos han sido los movimientos de personas con discapacidad en los diferentes países. La medida del éxito ha estado determinada en gran parte por las circunstancias vividas a lo largo de su historia por la gran mayoría las personas que conforman este sector, caracterizadas por la pobreza, la falta de acceso a la educación, al trabajo, al transporte, a la vivienda digna, etc., factores prevalentes y siempre palpables en nuestra tan desigual América Latina, que perpetúan y exacerban la condición de segregación y la estrecha relación: Pobreza = Discapacidad = Más pobreza. Más del 80% de las personas con discapacidad en el mundo, son pobres y viven en países de ingreso bajo y medio. Esta realidad ha determinado las dificultades que contribuyen a lentificar el desarrollo de un movimiento fuerte e influyente de organizaciones de personas con discapacidad, tales como los que sí han desarrollado las mujeres o los grupos LGBTI. Pero incluso estos dos sectores en mención, con frecuencia olvidan que también están compuestos por personas con discapacidad.

En nuestro país, las acciones llevadas a cabo por las personas con discapacidad tuvieron un importante efecto, que condujo a la promulgación de lo que hoy es la Ley de Igualdad de Oportunidades para las Personas con Discapacidad (Ley No. 7600). Pero esta Ley no llegó de la nada o por la buena voluntad o el compromiso incondicional e iniciativa de los legisladores que la aprobaron. Fue el resultado de muchas batallas que en nuestro país llevaron a cabo las organizaciones de personas con discapacidad existentes en aquellos años. Las diferentes acciones y manifestaciones públicas llevadas a cabo por esas organizaciones durante años previos, motivó al entonces Presidente electo a tomar la decisión de incluir en su equipo a un asesor en materia de discapacidad, quien impulsó y facilitó la conformación en el Congreso de la República, de una Comisión Especial Mixta que se avocó a la redacción de la Ley, la cual fue finalmente aprobada en el Congreso como Ley de Igualdad de Oportunidades para las Personas con Discapacidad (#7600), el 29 de mayo de 1996.

Como parte de los avances en materia de normativa legal, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó en el año 2007 la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, promulgada en nuestro país mediante la ley 8661, del 29 de setiembre del 2008.

Por iniciativa el entonces diputado Alberto Salom, y tomando en cuenta que ese mismo día del año 1996, se había aprobado la Ley 7600, la Asamblea Legislativa declaró el 29 de mayo como el Día Nacional de la Persona con Discapacidad (Ley N° 8671), vigente desde el 28 de enero del 2009.

Contamos por lo tanto en nuestro país con normativa sólida que permite promover y defender los derechos de las personas con discapacidad, y que sin duda ha facilitado cambios tangibles pero aun bastante limitados en cuanto a la verdadera inclusión social, la participación plena o al ejercicio de todos los derechos por parte de muchas personas con discapacidad. Hacen falta mayores esfuerzos para desarrollar estrategias que faciliten la consolidación de un movimiento de personas con discapacidad fuerte e influyente. Queda además mucho camino por recorrer para alcanzar una clara y sincera toma de conciencia por parte de quienes construyen política pública, para que se garantice el real cumplimiento de dicha Ley y se impidan acciones tan dañinas, como lo fue por ejemplo durante la pandemia, el cierre del Centro Nacional de Rehabilitación y de otros servicios de esta especialidad en muchos hospitales. Esta decisión ocasionó a la población con discapacidad de Costa Rica, un grave e irreparable daño aun no cuantificado.

El Informe Mundial sobre Discapacidad (OMS-Banco Mundial 2010), refleja que como lo mencionamos, aún existe una preocupante realidad, porque se continúa tolerando la discriminación, la segregación y la restricción al disfrute de los más elementales derechos humanos a este sector de la población: “En todo el mundo, las personas con discapacidad tienen peores resultados sanitarios, peores resultados académicos, una menor participación económica y unas tasas de pobreza más altas que las personas sin discapacidad. En parte, ello es consecuencia de los obstáculos que entorpecen el acceso de las personas con discapacidad a servicios que muchos de nosotros consideramos obvios, en particular la salud, la educación, el empleo, el transparente, o la información. Esas dificultades se exacerban en las comunidades menos favorecidas” (Informe Mundial sobre Discapacidad -OMS-).

El Reporte Mundial sobre Productos de Asistencia (OMS-UNICEF. Mayo 2022) nos señala que “Mil millones de personas necesitan productos de asistencia hoy y más de 2 mil millones alrededor del mundo se espera que requieran al menos un producto de asistencia para el 2030. Mientras cualquiera necesite un producto de asistencia en algún momento de su vida, estos son más frecuentemente requeridos por niños y adultos con discapacidad, adultos mayores y personas con condiciones de salud crónicas tales como diabetes y demencia” … “Al día de hoy, solo una de cada 10 personas que requieren productos de asistencia, tienen acceso a los mismos”.

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A ESTA HORA, OTRO PAÍS

Por Memo Acuña (escritor y sociólogo costarricense)

Costa Rica se enfrenta a su segunda disyuntiva de este siglo. Debe escoger un proyecto, seleccionar unos planos de construcción para levantar su edificio con distintos materiales, que pueden fortalecerlo o llevarlo a perder los cimientos que durante décadas se han levantado para garantizar inclusión, igualdad, oportunidades.

El primer momento clave fue en 2007 cuando hubo de dirimir también entre dos tesis que partieron en dos el mapa de las culturas políticas locales. El referéndum para decidir la aprobación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos significó no sólo un resultado, sino la escogencia de una ruta que a la vuelta de lo años ha implicado polarización, polifonía, incertidumbre. La imposibilidad de vernos y hablarnos entre diferentes: el diálogo truncado.

Son estos juegos electorales, los sextos del presente siglo. Los primeros de la era pandémica, los que inauguran una nueva posibilidad civilizatoria. Los que marcan la continuidad de las votaciones de la diáspora costarricense que algunos medios comerciales utilizan como anécdota, pero que en lo profundo implica reconocer qué hay gente que se ha ido y se ha alejado del paraíso costarricense por distintas razones.

Serán estos los primeros comicios donde la idea de franquicia ha pulverizado de una vez y para siempre el significado de los partidos políticos en su sentido amplio, como organizaciones intermediarias entre los sujetos y la sociedad.

Si bien se presentan a si mismos como la oportunidad de elegir entre 25 opciones, la cantidad no implica diversidad en un espectro ideológico que tiende a correrse en su amplia mayoría del centro a la derecha, con muy pocas, poquísimas alternativas hacia el otro lado.

Los juegos del hambre electoral no resuelven las profundas fracturas de un país sin proyecto común, sin comunidad amplia, sin ruta integradora hacia el futuro. En su lugar, la idea del consumidor político ha sustituido a la de ciudadano que elige. Por ello la “burguerización” del espectáculo electoral, la hamburguerización del debate, la sensación de superficialidad en la discusión, la confirmación de que el principal partido existente en todas las encuestas de intención de voto sigue siendo el indeciso.

A esta hora otro país espera y aguarda. Estaremos a punto de decidir o ya habremos decidido. En la novela Cruz de Olvido del escritor costarricense Carlos Cortés el personaje central comenta “En Costa Rica no pasa nada desde el Big Bang”.

En efecto, habremos de haber pasado de nuevo por una hora clave y probablemente el estupor y la cacofonía de las redes sociales disputarán para si el sentido de la discusión profunda y necesaria.

Otra vez, de nuevo, temas como la desigualdad, la pobreza, la desterritorialización de los pueblos originarios, la violencia, la fragmentación territorial, cederán a la lectura epidérmica y con ello la memoria irá de plano dando paso a la urgencia del presente.

Muchas veces hemos dicho en esta columna la necesidad de recomponernos como comunidad, ampliada e imaginada. No para homogenizarnos. Sino para salvarnos.

A esta hora, otro país que no necesariamente sea el de la bullaranga electoral, aguarda por lo segundo.

La democracia en peligro

Dr. Juan Jaramillo Antillón

Hace 2.500 años, el filósofo griego Platón señalaba: “El Estado es lo que es porque sus ciudadanos son lo que son. Por lo tanto, ni esperemos siquiera tener mejores Estados, mientras no tengamos mejores hombres”. “Un problema de la democracia es que no existe igualdad perfecta de oportunidades en ella “. “Además, es muy difícil lograr en una población la suficiente educación en la mayoría de las gentes para desempeñar adecuadamente cargos públicos, y por ello solo aquellos que habían demostrado tener sabiduría, capacidad y honestidad en su labor diaria deberían ser elegidos para gobernar”. Por supuesto Platón sabía que eso era solo un sueño.

La utopía de un gobierno perfecto no se ha logrado y creo que no es realizable con excepción de lo logrado en algunos países nórdicos, a la cabeza en ese sentido. La razón de esto es, la característica propia del ser humano por ser imperfecto en muchos aspectos tanto físico como mentalmente, a lo que se suma el hecho de si a los niños en el hogar, sus padres no les enseñan las diferencias entre el bien y el mal, y si le agregamos que el niño pequeño asimila mucho lo que ve (ejemplos), y si estos no son buenos, ahí se inicia la deformación en la formación de su carácter y futura conducta.

Hemos aprendido que, así como la democracia nos depara libertad y supuestamente igualdad de oportunidades debido a nuestra preparación, sin embargo, también nos muestra sus fallas, entre ellas permitir “la incompetencia e irresponsabilidad” en la función pública algo bastante generalizado. Además, hay otro aspecto que debilita la imagen de la democracia, como es la “corrupción”, la cual se da por avaricia y deshonestidad de muchos gobernantes, que, al tener el poder, creen tener el derecho a usufructuar las ventajas en su beneficio y no en las del pueblo que lo eligió.

La responsabilidad de actuar bien, de parte del empleado público, desde el más alto puesto como es la presidencia, al más simple trabajador estatal, es un “sine qua non” para que la democracia funcione. El problema es que grupos de empresarios privados de todo nivel, buscan cómo lograr beneficios económicos ilegítimos y logran esto con ayuda del corrupto empleado público; los ejemplos que la prensa nos muestra de los alcaldes y de lo sucedido en la Caja Costarricense de Seguro Social son pequeños ejemplos de lo que nos está pasando y sucede en todo el mundo, agregado a esto el narcotráfico cuya influencia y poder están destruyendo a los gobiernos de cualquier ideología.

Una de las más grandes ventajas de la democracia es la libertad de opinión y el derecho que tenemos todos de expresar nuestro malestar o disgusto ante hechos que nos parecen incorrectos en todas las actividades de la vida. Para que esto se dé se requiere la existencia en el país de una prensa libre independiente y honesta. La libertad de opinar y sobre todo la de actuar, no puede ser irrestricta, ya que sabemos que nuestros derechos acaban donde comienzan los de los demás; o para decirlo mejor, la seguridad de la sociedad vale más que el individuo, aunque con esto el individualismo del liberalismo, deba ceder paso al socialismo democrático.

Esa libertad es a la vez una debilidad y también, una forma de autocorrección que no existe en otro tipo de gobierno como son las dictaduras de izquierda o derecha cuando llegan al poder. La debilidad se genera cuando, al existir un hecho doloso en el gobierno, la prensa en libertad para informar, con razón lo muestra a la población; como las fallas son constantes y a todo nivel, así va creciendo la desilusión de los ciudadanos sobre si la democracia es un gobierno adecuado para avanzar hacia un mejor desarrollo social y económico.

Las deficiencias generan desconfianza y pérdida de la credibilidad en los partidos políticos tradicionales y en sus candidatos, entonces el ciudadano comienza a preguntarse y hasta aceptar la idea de “una mano fuerte para gobernar”. Así es como las democracias ceden paso al totalitarismo.

El problema es que, no puede existir una sociedad democrática sin el derecho a un cuestionamiento cívico de los sucesos de su gobierno. En el momento que se pierda la libertad de opinar abiertamente, la democracia comienza a sucumbir. Los ciudadanos deben aceptar que la democracia más que una meta, es en realidad un largo camino, que se va perfeccionando con los años y las correcciones que le hagamos. En ciencias a eso se le llama “la prueba y el error” y es así como esta avanza, aunque no le agrade a más de uno, pero es con este tipo de ciencia que hemos logrado los progresos y avances de la sociedad.

Aceptamos que, al no haber seres perfectos, debemos elegir para gobernarnos a personas honestas, que ofrezcan programas realizables para los recursos que poseemos, y sobre todo que tengan una clara visión de nuestras limitaciones y de los valores que se deben proteger.

TODOS somos responsables en menor o mayor grado por la elección de las personas a puestos políticos, y por ello, hay que tener el máximo cuidado al elegir al que consideremos el mejor posible si es que lo hay, y si no, aunque cueste decirlo, al menos malo. Esto último sucede, porque precisamente el pueblo (hombres y mujeres) mayores de edad, honestos y trabajadores no suelen participar en la formación de los partidos, en las campañas políticas e incluso en ocupar cargos públicos, dejando entonces que, el oportunista político sea al final elegido, aunque esté lleno de defectos.

Aristóteles decía: “el hombre no actúa movido por ideales éticos, es preciso coaccionar su voluntad por medio de la ley para que haga lo correcto”. “Con la ley, el hombre es el ser más perfecto, sin ella es el más salvaje. Por eso precisa de una buena organización social, el Estado, el cuál mediante leyes, lo obliga a obrar rectamente”.

La democracia a pesar de su imperfección contribuye a que el Estado creado dentro de ese sistema, sea el mejor posible para los ciudadanos. Por eso debemos contribuir a mejorarla no a destruirla.

12 de agosto – Día Internacional de la Juventud: Luchemos por Trabajo Decente

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Paola Badilla Vargas,

Seccional ANEP Joven

 

En este día, saludo a la Juventud costarricense y de Nuestra América en nombre de la Seccional ANEP Joven. Para nuestro equipo, es sumamente esperanzador contar con el interés de jóvenes trabajadores y trabajadoras quienes se destacan por las ansias de conocimiento y el afán de colaboración. Quiero compartir brevemente mi aprendizaje en un curso llevado a cabo gracias a la cooperación de la OIT y organizaciones sindicales como la CSA y UNI Américas, el cual nos da insumos para formarnos en el concepto, ejes y prácticas reales del Trabajo Decente (TD) y la relevancia de incorporar estos aspectos en nuestra agenda sindical y en particular, en la agenda reivindicativa y cotidiana de la juventud trabajadora.

Primeramente comparto qué y cómo se conforma el TD. Es un concepto “integrador, analítico, relacionado, integral y político”, el cual se construye desde la unidad y presencia de cuatro ejes estratégicos: 1. La promoción del empleo 2. La protección social 3. El diálogo social y tripartismo y 4. Las Normas Internacionales del Trabajo y dos ejes trasversales la igualdad de género y la no discriminación. Así, empleos en igualdad de oportunidades, sin discriminación de ningún tipo, con protección social, en el marco de una normativa construida desde el diálogo social, donde la libertad sindical juega un papel igual de importante, constituyen en conjunto el TD y de aquí que la lucha por que sea una realidad debe conformar un punto supremo de nuestra agenda gremial.

En especial, para nosotros jóvenes y nosotras jóvenes clase trabajadora, la puesta en práctica del TD es aún más retadora, ya que según datos de la OIT “las personas jóvenes de Latinoamérica y el Caribe enfrentan tasas de desempleo mucho mayores que las personas adultas. Entre los desempleados, las y los jóvenes representan el 46% del total (10 millones)” y muchos mercados laborales de esta región presentan dinámicas de precariedad, donde los derechos laborales básicos son desconocidos por quienes trabajan. Asimismo, la experiencia de los y las candidatas a puestos de trabajo es exigida sin importar que no se dé lugar para el aprendizaje de los y las jóvenes. De esta manera, el empoderamiento de la juventud sobre que es el TD, sus implicaciones y la necesidad de agremiarse para alcanzar incidencia política es una tarea impostergable.

Como punto de partida, no podemos olvidar que el TD traspasa la esfera de lo laboral, ya que vincula aspectos como la seguridad social y propicia el dialogo entre diferentes actores de la sociedad. Entre los primeros pasos, desde la perspectiva de nosotros los y las jóvenes para la promoción real  de este concepto, la Seccional ANEP Joven propone las siguientes tareas:

  1. La capacitación en talleres temáticos, tipo grupos de sesión, sobre las implicaciones del concepto como son: la igualdad de género en el trabajo, la no discriminación especialmente hacia jóvenes con primeras experiencias laborales, la defensa ante el acoso laboral y sexual.
  2. La difusión por medios oficiales del sindicato tanto pizarras como redes sociales y sitio web la necesidad de procurar en nuestra realidad un TD. Es necesario hacer esto desde la realidad y el contexto en el cual vivimos y se desenvuelve nuestra acción sindical, es decir, considerar aspectos geográficos, campos de trabajo, edad, escolaridad, origen. Tomando en cuenta la participación de jóvenes  trabajadores migrantes, de jóvenes indígenas, de sector público y privado e incluso a jóvenes fuera del sindicato o desempleados y desempleadas, quienes por temor o desconocimiento no reconocen la libertad de asociación como elemento del TD.
  3. La propuesta para la incidencia política de acciones  tanto institucionales como sindicales hacia el cumplimiento de los ejes del TD como son: bolsas de empleo, revisión de las condiciones de empleabilidad para jóvenes, oportunidades laborales, entre otras.

Para lo anterior, requerimos de iniciar un trabajo todos juntos y todas juntas desde la Seccional, en nuestros sindicatos y en colaboración con organizaciones donde la juventud tenga también voz y voto. Saludos por tanto y una bienvenida calurosa.

¡Qué este Día de la Juventud sea el inicio de la lucha por el Trabajo Decente!

¡Viva la Juventud!

¡Viva la unión de la clase trabajadora!

 

Ilustración:

http://www.anep.or.cr/article/semana-internacional-de-la-juventud/

 

Enviado a SURCOS por secretaría general de la ANEP

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