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Etiqueta: inclusión

LA POBLACIÓN “OTRA”

(Por Memo Acuña, Sociólogo y escritor costarricense)

Recientemente se desarrollaron en Tokio, Japón, las justas paralímpicas, competencias destinadas a posibilitar la participación de miles de atletas con capacidades diferenciadas en varias disciplinas.

Para muchas personas, la gran mayoría, la novedad consistió en que ahí mismo en Tokyo, se llevarán a cabo unas competencias bajo ese prisma integrador, donde semanas antes se cumplieron los primeros Juegos Olímpicos de la era pandémica, los disruptivos juegos de Biles, Osaka, y tantos otros deportistas que se esforzaron no solo para ganar medallas, sino para mostrar simplemente humanidad.

No es de extrañar la sorpresa producida sobre la realización de los juegos paralímpicos si la cobertura mediática local se limitó a presentarlos en cápsulas de corta duración durante los espacios de las noticias dedicados a los deportes.

La reducción de los espacios noticiosos o de cobertura para estas competencias tiene su explicación en la conducta de desatención que históricamente se ha tenido con estas poblaciones, que según estimaciones globales representa el 10% de la población total.

Quizá resulten glamorosas las imágenes de cuerpos incompletos bregando en una piscina o en una pista de atletismo. No siguen la estética del mercado y sus signos totalizantes y homogenizantes.

Sirva esta ocasión para recordar los desafíos que todavía como sociedad nos asisten en la inclusión de estas poblaciones. Conviene repasar los desafíos para esa población “otra”.

En primer lugar, una dimensión política que cruza transversalmente los discursos sociales relacionados con las personas con discapacidad: la agencia y la autonomía que les asiste. Esto pasa, entre otras cosas, por borrar del vocabulario palabras limitantes, castrantes que les asignan roles pasivos como personas con derechos.

En segundo término, considerar y hacer consciente que, pese a los esfuerzos institucionales, las barreras de acceso en espacios públicos y también privados siguen siendo un pesado obstáculo cotidiano que deben sortear.

La ley 7600 debe revisarse con urgencia pues surgió en un contexto infraestructural y social distinto al que tenemos hoy en día en el país.

Finalmente, en el marco de la tan promocionada democracia Bicentenaria costarricense es importante reflexionar sobre esas tantas costaricas que somos y que traspasan los conceptos totalizantes bajo una supuesta comunidad de iguales.

Igualiticos nunca hemos sido, decía el querido Carlos Sojo. Actuemos en consecuencia, para incluirnos todos en nuestras diferencias, sin excepciones.

 

Imagen ilustrativa.

Interseccionalidad: Una herramienta para visibilizar los derechos de la población LGBTIQ+

La población LBGTIQ+ de la región centroamericana ha visto vulnerados sus derechos humanos debido a causas estructurales.

La falta de educación, dificultad de acceso a salud y derechos elementales se agravan ante la ausencia de leyes que protejan a esta población.

Es necesario la implementación de políticas públicas con un enfoque interseccional donde se logre evidenciar los diferentes factores a los que se enfrenta la población en condición de vulnerabilidad. Así como un enfoque donde cada persona logre verse desde la diversidad.

Una sociedad justa es donde todos se ven por igual y se garantizan sus derechos humanos. Son necesarios las narrativas respetuosas no revictimizantes.

Puede ver el video completo sobre cómo crear una sociedad justa haciendo click aquí

 

Compartido con SURCOS por Marco Castillo Rojas.

Conmemoración del 21 de marzo: Día Internacional contra la Discriminación Racial

Compartimos el video “Conmemoración del 21 de marzo Día internacional contra la discriminación racial”, elaborado en el marco del proyecto Observatorio para la Acción contra el Racismo y la Asociación de Estudiantes de Antropología de la Universidad de Costa Rica:

“El 21 de marzo de 1960 se perpetró la Masacre de Sharpeville, Sudáfrica. En ella murieron y resultaron heridas cientos de personas que protestaban de manera no violenta contra la Ley de Pases del régimen autoritario racista del apartheid (…). Este sistema ideado por una élite que representaba sólo el 20 % de la población, promulgó leyes que impedían el sufragio de las poblaciones negras y su participación política en cargos públicos y en el comercio; organizaban la segregación geográfica y de los espacios públicos y prohibían los matrimonios entre los grupos.

El régimen del apartheid persistió en Sudáfrica durante 45 años, desde 1948 hasta 1993. La Ley de Pases fue un método utilizado para tener un mayor control de los movimientos de resistencia y fue derogada hasta 1986. Hasta esta fecha se habían encarcelado y movilizado a zonas empobrecidas a más de 15 de millones de personas.

Para apoyar las comunidades en resistencia contra la discriminación racial en todo el mundo, la Asamblea de las Naciones Unidas declaró este día el día internacional de la eliminación de la discriminación racial (…)”.

Las personas con discapacidad siguen marginadas de la participación electoral

De: Luis Fernando Astorga Gatjens
luferag@gmail.com

Las personas con discapacidad en Costa Rica son afectadas por distintas formas de discriminación y una de ellas está relacionada con su participación política, en general, y particularmente, con la electoral.

Según la Encuesta Nacional sobre Discapacidad (ENADIS) llevada a efecto por el INEC y el Consejo Nacional de Personas con Discapacidad (CONAPDIS) en el año 2018, el país cuenta con 18,2 % de personas adultas con discapacidad. Es decir, si consideramos que la población actual del país es de 5 022 000 de habitantes, en el padrón electoral habría 914 004 potenciales votantes con discapacidad.

Ante un número tan significativo de electores y electoras, en un proceso como el que culminó el pasado 2 de febrero, con la elección de las autoridades municipales en los 82 cantones del país, los partidos participantes debieron incluir en sus papeletas a personas con discapacidad; sus propuestas y programas tendrían que considerar acciones que atendieran las necesidades y problemas de este sector poblacional y sus mensajes debieron ser accesibles, particularmente para personas sordas y personas ciegas. Pero nada o muy poco de eso se dio: La exclusión sigue siendo la norma para las personas con discapacidad; la inclusión, la excepción.

Tiene mucha razón una persona sorda que reclamó que no sabía por quién votar ya que nunca obtuvo información accesible, que lo orientara y por ello interpuso un recurso ante el TSE.

Esta exclusión e invisibilización de las personas con discapacidad también se manifiesta en el momento del ejercicio del sufragio en los recintos de votación. Aunque es reconocible los esfuerzos del TSE para asegurar el voto accesible e inclusivo (mediante instrucciones y equipamiento de algunos implementos), todavía hay mucho por hacer. Las personas responsables de las mesas en múltiples ocasiones no saben cómo actuar cuando ingresa un votante con discapacidad. Es necesario que sean debidamente capacitados para atenderlos adecuadamente. También se presentan situaciones como la que se dio en una mesa en Pérez Zeledón cuando ingresó una persona ciega a la que se le obligó a hacer el voto público, ya que la plantilla aportada del TSE no coincidía con la impresa. Asimismo, es oportuno señalar que hubo personas con discapacidad que querían formar parte de Juntas Electorales pero los problemas de accesibilidad física de centros de votación, se los impidió.

Por su parte, el CONAPDIS se tomó en serio la tarea al organizar a casi 250 observadores electorales; muchos de los cuales fueron personas con discapacidad.

El artículo 29 de la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad (ONU, 2006), ratificada por el Estado costarricense mediante la Ley 8661, establece que “Los Estados Partes garantizarán a las personas con discapacidad los derechos políticos y la posibilidad de gozar de ellos en igualdad de condiciones con las demás y se comprometerán a: Asegurar que las personas con discapacidad puedan participar plena y efectivamente en la vida política y pública en igualdad de condiciones con las demás, directamente o a través de representantes libremente elegidos…”.

Actualmente, la distancia entre esta importante norma democrática y su aplicación efectiva es enorme. Para cambiar esta situación debe realizarse un esfuerzo mancomunado y eficaz entre distintos actores institucionales (TSE, CONAPDIS, entidades del gobierno central, gobiernos locales, partidos políticos, entre otros), para promover la participación política y social de las personas con discapacidad, en función de pasen del estado de marginación del presente a una cada vez mayor inclusión política y pública. Obviamente, las organizaciones de personas con discapacidad deben ser convocadas en este necesario e impostergable esfuerzo.

Otro elemento a contemplar es la invisibilización que se manifiesta en el trabajo que realizan las misiones de observación de los procesos electorales. Por ejemplo, las misiones de la OEA que han venido observando distintas elecciones del país, no hacen mención sobre las condiciones de la participación de las y los electores con discapacidad. Es un tema persistentemente ausente. Esta regla de exclusión (con seguridad, no deliberada), la cumplió la Misión de la OEA que observó las recientes elecciones municipales.

Al leer su informe valoramos positivamente algunas de sus observaciones y recomendaciones. También es muy oportuno que hayan colocado en el centro de su atención la participación de las mujeres en estos procesos. Pero ese casi millón de personas con discapacidad que podrían sufragar no tuvimos ninguna mención en el informe de la OEA. Valga decir que habría sido oportuno –por lo menos– que mencionaran a las mujeres con discapacidad, ya que la citada ENADIS 2018, establece que el 60,9 % de las personas adultas con discapacidad son mujeres.

Esperamos que, para las elecciones nacionales de febrero del 2022, las cosas cambien tanto en el proceso electoral como en el día de las elecciones para las personas con discapacidad y las sombras que hoy dominan su participación política empiecen a dar pasos a destellos de luz e inclusión, real y efectiva.

 

Enviado por el autor.

Once tesis para fortalecer la actividad científico-tecnológica en Costa Rica

José María Gutiérrez, profesor emérito Universidad de Costa Rica (jose.gutierrez@ucr.ac.cr)

  • (1) Para tener prosperidad y equidad, un país requiere de una actividad científico-tecnológica endógena consolidada

Contar con un fuerte desarrollo endógeno de la ciencia y la tecnología es un insumo esencial para un país que pretenda transitar por senderos marcados por la equidad y la prosperidad. El conocimiento científico, y las aplicaciones que de él se derivan a través de la tecnología, permiten no solo la comprensión de la realidad, sino también la transformación de la misma. Si estos elementos se orientan al mejoramiento de la calidad de la vida para amplios sectores de la sociedad, se convierten en componentes importantes de proyectos colectivos democráticos e inclusivos. Lamentablemente, los sectores políticos y económicos que han dominado la vida del país en las últimas décadas han descuidado la importancia de la ciencia y la tecnología endógenas, por no encajar con el modelo de país que promueven. Esto tiene serias consecuencias para el bien común. Como parte de la búsqueda de rutas alternativas de desarrollo nacional, es necesario otorgarle a la actividad científico-tecnológica endógena la importancia que debe tener. Necesitamos una clara voluntad política para el fomento de la ciencia y la tecnología.

  • (2) El país requiere invertir mucho más en investigación y desarrollo

Costa Rica dedica menos de un 0.4% de su Producto Interno Bruto (PIB) a actividades de investigación y desarrollo. Eso está incluso por debajo del promedio latinoamericano, y muy por debajo de lo que invierten países donde la ciencia y la tecnología se han afincado como palancas del desarrollo. Esta débil inversión en ciencia y tecnología se relaciona con visiones políticas que no dan importancia a estas actividades y también guarda relación con la problemática fiscal del país. A ello se suma el hecho de que el sector privado invierte muy poco en investigación y desarrollo en Costa Rica. La reducción en los presupuestos de las universidades públicas también tiene un efecto negativo pues estas instituciones son los principales reservorios de la ciencia y la tecnología nacionales. Es necesario desarrollar iniciativas para que el país invierta más en ciencia y tecnología, mediante una combinación de políticas creativas y asertivas a nivel de gobierno, pero también mediante la participación de múltiples actores de la sociedad en la promoción de estas actividades, incluyendo instituciones autónomas, empresas y organizaciones comunitarias y de diverso tipo. Este es un ámbito en el que políticas tributarias progresivas, incluyendo la creación de tributos a empresas transnacionales ubicadas en zonas francas, podrían dinamizar el desarrollo científico-tecnológico endógeno. También es importante considerar la posibilidad de que instituciones autónomas dediquen un porcentaje de su presupuesto a actividades de investigación y desarrollo.

  • (3) El sistema ciencia-tecnología-innovación debe ser integral, con fuertes vínculos entre sus componentes

Las propuestas políticas hegemónicas en el país y en el resto de América Latina han asumido una visión del sistema ciencia-tecnología-innovación que centra el énfasis, de manera casi absoluta, en el desarrollo de conocimiento aplicado a las necesidades de los sectores empresariales. Es decir, concibe la ciencia y la tecnología básicamente como elementos de apoyo al desarrollo económico. Esta visión reduccionista ha impregnado las políticas nacionales de ciencia-tecnología-innovación. Por el contrario, estas deben concebirse de una manera integral, como un conjunto de componentes que interactúan entre sí y se fortalecen mutuamente. Esos componentes incluyen: (a) La ciencia básica y las ciencias sociales, espacio centrado sobre todo en las universidades públicas, donde se generan los insumos de conocimiento de la realidad con base en la investigación científica. (b) La investigación aplicada y el desarrollo tecnológico, que incluye las actividades en las que el conocimiento se traduce en aplicaciones de diverso tipo, no solo para el ámbito económico, sino también para el social, el ambiental y el comunitario en general. (c) El flujo del conocimiento a los sectores de la sociedad que lo demandan para su praxis cotidiana en muy diversos ámbitos de la vida, en procesos dialógicos de mutuo aprendizaje y fortalecimiento. (d) Los sectores de la sociedad que incorporan ese conocimiento en sus actividades y que, a la vez, generan saberes y demandas de conocimiento que se devuelven a los sectores de investigación científica y tecnológica, en procesos de doble vía y crecimiento continuo. (e) El contexto cultural, legal e institucional de la sociedad, que determina los procesos políticos, económicos, culturales y jurídicos en los cuales se desarrolla la actividad científico-tecnológica. (f) El escenario internacional en el cual se inserta la comunidad científico-tecnológica del país. La promoción del desarrollo científico-tecnológico endógeno debe verse en este complejo contexto multifactorial, en el cual unos componentes del sistema interactúan y alimentan a otros. Esta visión integral y compleja debe sustituir a las visiones reduccionistas predominantes.

  • (4) Se requiere consolidar una comunidad científico-tecnológica fuerte, con redundancia, y con balance de género

Para contar con un sector dinámico de ciencia y tecnología es indispensable establecer las condiciones que permitan que amplios contingentes de personas puedan desarrollarse como investigadores e investigadoras en nuestro país. El Informe del Estado de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, del año 2014, detectó importantes falencias en este sentido, al tener nuestro país una comunidad científico-tecnológica pequeña, sin redundancia, con vacíos en áreas importantes del conocimiento, con grandes brechas de género y con alto grado de endogamia. Esta situación debe transformarse para que el país ofrezca mejores condiciones y oportunidades a quienes deseen construir un proyecto de vida en el ámbito de la ciencia y la tecnología, sobre todo a las y los jóvenes que inician sus carreras. Esta meta incluye, por un lado, un mayor fomento a las vocaciones científico-tecnológicas, en todas las ramas del conocimiento. Además, requiere que se abran más oportunidades de estudio, a través de programas de becas de grado y posgrado en el país y en el exterior. Se debe fomentar el balance de género en todos los campos de la ciencia y la tecnología. Y, lo más importante, se requiere que el país abra más oportunidades laborales para estas personas, tanto en el ámbito público como en el privado. Debe haber un plan nacional de reforzamiento del contingente de personas dedicadas a la ciencia y la tecnología, con políticas de promoción, reinserción y contratación que vayan de la mano con la posibilidad de acceder a fondos de investigación. El componente principal de un sistema sólido de ciencia-tecnología-innovación se centra en las personas que lo desarrollan; esto no se debe perder de vista.

  • (5) Los principales reservorios de ciencia y tecnología del país están en las universidades públicas, las cuales deben ser fortalecidas

Los principales focos y reservorios de conocimiento científico-tecnológico de Costa Rica están en las universidades públicas. Por ende, el fortalecimiento de la investigación en las universidades es un elemento central de cualquier política de consolidación de ciencia y tecnología endógenas en el país. El contexto actual se caracteriza por un evidente acoso y hostigamiento hacia las universidades públicas por parte de sectores que intentan reducir el papel de las instituciones del estado social de derecho, incluidas las universidades. Estos sectores resienten el carácter autónomo de las universidades, así como el hecho de que sean centros de pensamiento crítico, gracias al continuo análisis de la realidad que se efectúa en estas instituciones. Entre otras manifestaciones de este hostigamiento, se busca reducir el presupuesto de las universidades y conducirlas por una lógica del mercado para asegurar su estabilidad financiera. Todo esto tiene un efecto negativo en la actividad de investigación en estas instituciones; existe el riesgo de que, en medio de la estrechez presupuestaria, la investigación se debilite. La lucha por sostener y fortalecer las universidades públicas, manteniendo su autonomía y su carácter público, así como su presupuesto y la integralidad de su quehacer, es también una lucha por el desarrollo científico-tecnológico endógeno.

  • (6) El desarrollo científico-tecnológico debe ir mucho más allá de los aportes al ámbito económico

El conocimiento generado mediante la investigación científico-tecnológica tiene un enorme potencial para incidir en la esfera productiva y fomentar el desarrollo económico del país; eso es indudable. No obstante, existe una visión imperante que reduce el aporte de la ciencia y la tecnología a ese aspecto, limitando la amplitud y la proyección de estas. La generación y la aplicación del conocimiento deben proyectarse a un abanico mucho mayor de esferas y sectores. Por un lado, la ciencia, como forma de conocer la realidad, es parte de la cultura y tiene objetivos que van más allá de su aplicación. El conocimiento es valioso por sí mismo y su relevancia no debe juzgarse únicamente en términos de su impacto económico. Por otra parte, la aplicación del conocimiento generado por la ciencia, a través de la tecnología y otras aplicaciones, va más allá de su apoyo a la producción, ya que incluye efectos en ámbitos muy variados. La proyección del conocimiento debe incidir también en las esferas social, institucional, comunitaria, ambiental y cultural, de tal manera que aporte a la equidad, la prosperidad y la construcción colectiva de saberes. Necesitamos ciencia y tecnología para el bien común en general, no solo para el desarrollo económico. Pero además, incluso a la hora de ver el aporte del conocimiento científico-tecnológico en la economía, debemos preguntarnos a cuáles grupos del mundo económico beneficia el conocimiento. Debe ser un aporte amplio, que cubra a sectores diversos del universo productivo nacional, contribuyendo a un entorno económico democrático y diversificado.

  • (7) Las ciencias sociales deben jugar un papel relevante en un sistema científico-tecnológico integral

Como parte de la integralidad que requiere tener el sistema ciencia-tecnología-innovación, el fomento de las ciencias sociales es fundamental, junto con el cultivo de las ciencias naturales y las tecnologías. Las visiones dominantes en este tema generalmente no incluyen a las ciencias sociales en los planes de desarrollo científico-tecnológico y en las prioridades nacionales en esta área. Eso es un grave error. Las ciencias sociales son fundamentales para la comprensión de los complejos fenómenos que ocurren en las sociedades. Sin esa comprensión, las propuestas de transformación de la sociedad, en procura de un entorno colectivo marcado por el bien común, son poco claras y carecen de un sustento sólido. Este menosprecio por las ciencias sociales tiene varias causas que deben ser analizadas y cuestionadas. Por un lado, visiones tradicionales de la ciencia excluyen a las ciencias sociales por un prurito de superioridad de las ciencias naturales. Por otra parte, al generar visiones críticas de la realidad social, los sectores hegemónicos consideran a las ciencias sociales como ‘peligrosas’ y limitan su desarrollo. Además, si el complejo ciencia-tecnología-innovación se concibe desde una perspectiva economicista únicamente, las ciencias sociales no encajan bien en esta visión de mundo. Afortunadamente, las universidades públicas del país han apoyado el desarrollo de las ciencias sociales, algo que requiere ser valorado y fortalecido. En una propuesta renovada de desarrollo científico-tecnológico endógeno, las ciencias sociales deben jugar un papel importante. Es necesario fomentar integración entre grupos que desarrollen las ciencias sociales con los que trabajen en ciencias naturales y en tecnologías, así como en las humanidades y otros campos del conocimiento.

  • (8) Se debe promover la creación de colectivos académicos trans-disciplinarios e inter-sectoriales que aborden temas relevantes de gran complejidad

 Una de las principales manifestaciones de debilidad de nuestro sistema ciencia-tecnología-innovación es el carácter fragmentado y falto de redundancia de los grupos de investigación. El predominio histórico que han tenido los enfoques uni-disciplinares en nuestra ciencia y tecnología han impedido el abordaje colectivo de temas de gran complejidad que urgentemente requieren del análisis científico. Es necesario dar un salto cualitativo y pasar a dinámicas de mayor integración y de formación de colectivos trans-disciplinarios que tengan la capacidad de estudiar temas complejos que trascienden los marcos de las disciplinas individuales, como son los asociados con los grandes problemas del país y con áreas emergentes del desarrollo científico-tecnológico. Actualmente se hacen esfuerzos ingentes en las universidades públicas para fomentar este tipo de entornos trans-disciplinarios, pero se debe avanzar mucho más. Esto requiere la integración de grupos que combinen personas con formación en ciencias naturales, ciencias sociales, tecnologías y humanidades, en los cuales también se incorporen representantes de sectores de la sociedad relacionados con los temas de estudio, en procesos de creación y aplicación colectiva de conocimiento. Siempre habrá espacio para el trabajo uni-disciplinar, el cual es necesario para el abordaje de temas más específicos, pero debe abrirse este ámbito de procesos trans-disciplinarios e inter-sectoriales, que sirva de base para generar un universo académico diverso y ecléctico en nuestro sistema ciencia-tecnología-innovación.

  • (9) Se requieren mecanismos diversos y expeditos que permitan relacionar a los grupos que generan conocimiento científico-tecnológico con las necesidades de la sociedad, en procesos de carácter dialógico

Los conocimientos generados mediante la investigación científica y las aplicaciones de estos surgidas del desarrollo tecnológico deben verterse a la sociedad para contribuir al mejoramiento de la calidad de vida en un sentido amplio, desde una perspectiva inclusiva y de equidad. Ello implica que se deben crear y fortalecer mecanismos de vinculación entre los sectores que generan ciencia y tecnología y los sectores de la sociedad que demandan esos conocimientos en su praxis cotidiana. Estos vínculos deben gestarse en un contexto dialógico, horizontal, en el cual los saberes científico-tecnológicos se pongan en contacto con los saberes y necesidades de sectores productivos, sociales, comunitarios e institucionales, en procesos de enriquecimiento mutuo. Además, estos vínculos deben trascender la estrecha visión economicista que privilegia básicamente la transferencia de conocimiento a determinados sectores económicos, dejando de ver el amplio abanico de sectores que demandan conocimiento científico-tecnológico en su accionar cotidiano. La innovación debe ir mucho más allá del ámbito económico, para abarcar también el ámbito social. Se requiere que el conocimiento fortalezca también a las instituciones públicas, que juegan un papel central en la sociedad. El conocimiento científico-tecnológico debe aportar en el mejoramiento de la calidad de vida en ámbitos muy variados, centrando mucho de su accionar en las necesidades de los sectores más vulnerables de la sociedad. En suma, la ciencia y la tecnología endógenas deben servir al bien común, a toda la sociedad, y no solo a determinados sectores.

  • (10) Debe haber una apropiación de la ciencia y la tecnología por parte de amplios sectores de la sociedad, para mejorar la calidad de vida en general

La ciencia, como forma de conocer la realidad, es una valiosa herramienta para combatir dogmas y posiciones intolerantes de diverso cuño y para detectar falacias que se nos quiere imponer por parte de quienes están interesados en mantener un estatus quo que no beneficia a la mayoría. En este sentido la ciencia puede ser liberadora. La ciencia es, además, un instrumento para entender y resolver situaciones que surgen en el día a día, y una forma de enriquecer el disfrute de la vida. El conocimiento científico, y las aplicaciones de este a través de la tecnología, constituyen herramientas para el mejoramiento de la calidad de vida, por lo que deben ir más allá del círculo de personas que forman la comunidad científico-tecnológica. Es necesario que se fomente una apropiación del conocimiento científico y de sus aplicaciones por parte de la población en general, y que dicha apropiación beneficie a las personas y colectivos en su vida diaria, de muchas formas. Esta apropiación social de la ciencia y la tecnología requiere de procesos de diversa índole, con amplia participación de la ciudadanía, junto con la comunidad científico-tecnológica. Entre otros aspectos, se requiere mejorar la enseñanza de la ciencia en el sistema educativo, en los medios de comunicación y en las dinámicas comunitarias. La apropiación social de la ciencia incluye la participación ciudadana en las discusiones que tienen que ver con las políticas científico-tecnológicas. Cómo lograr esta apropiación es una enorme tarea pendiente que involucra a muchos sectores, organizaciones e instituciones.

  • (11) La ciencia y la tecnología nacionales deben tener fuertes vínculos de cooperación internacional, desde una perspectiva horizontal y solidaria

El fortalecimiento de la comunidad científico-tecnológica endógena involucra también el establecimiento de fuertes vínculos de cooperación internacional, los cuales permitan solventar limitaciones del ámbito local y proyectar la comunidad académica nacional a escalas regional y global. Los nexos de cooperación internacional pueden servir también de base para la consecución de fondos para investigación y desarrollo en Costa Rica, y para promover capacitación de grado y posgrado, así como entrenamientos a investigadoras, investigadores y estudiantes nacionales. La presencia de personas académicas extranjeras en nuestros grupos de investigación es una forma efectiva de promover la ciencia y la tecnología endógenas. Esto incluye el fortalecimiento de vínculos con costarricenses que trabajen en el extranjero y se vinculen a nuestra comunidad científica de diversas formas. Ahora bien, estos vínculos internacionales deben centrarse en una filosofía de solidaridad y horizontalidad, no en un patrón de asimetría e inequidad. A la hora de fomentar la cooperación internacional debemos ver a los países desarrollados del norte, pero también a los del sur global, para establecer redes de cooperación sur-sur. En este ámbito debe existir una coordinación estrecha en el país entre las políticas de ciencia y tecnología y las de relaciones exteriores (cooperación internacional).

Imagen ilustrativa.

Mujeres en Acción: decisiones del gobierno propician una sociedad más desigual

SURCOS recibió el siguiente comunicado de Mujeres en Acción:

Queridas compañeras del movimiento feminista y de mujeres:

En Mujeres en Acción estamos muy preocupadas por las decisiones que el gobierno está tomando en el contexto de la crisis del COVID 19. Dichas medidas apuntan hacia una sociedad más desigual que la que teníamos, más excluyente para la diversidad de mujeres y otras poblaciones tradicionalmente discriminadas y, más frágil ante futuras emergencias como la que estamos viviendo. Sin embargo, esta crisis y sus lecciones, pueden ser la oportunidad para diseñar y construir una Costa Rica inclusiva, justa y democrática entre todas.

Pensando en la sociedad que sí queremos, hemos redactado un documento para plasmar las preocupaciones y plantear propuestas que aseguren el ejercicio de los derechos humanos básicos, tan urgentes en esta coyuntura.

Queremos invitarlas a leerlo, divulgarlo al interior de sus organizaciones y suscribirlo si así lo consideran. En el enlace que incluimos más abajo podrán leer el documento y firmarlo a título personal, como organizaciones o colectivas. Una vez recogidas las firmas, lo publicaremos y lo presentaremos junto a ustedes, en una sesión virtual de redes sociales.

https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSdEmOscD5MWIrl9wimPVosYjvrIQYjYZ8aYH4rmaKecIKF4yQ/viewform

Mujeres en Acción

Igualdad de oportunidades en la educación en contexto de la pandemia

Luis Muñoz Varela[1]

En marzo de 2020, de un día para otro la vida cotidiana costarricense amaneció enmarcada en un cuadriculado de emergentes temores, ansiedades, incertidumbres, restricciones. Había llegado una amenaza invisible de la que, según lo apuntaron la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Panamericana de la Salud (OPS), las autoridades sanitarias de diversos países del mundo y los informes de investigación de distintos centros e institutos científicos especializados, nada se sabía. Un virus al que se le dio por nombre Covid-19, originado por zoonosis y cuyas causas se atribuyen a los desequilibrios provocados en la naturaleza por la depredación de los recursos naturales y la destrucción humana de los ecosistemas. A cien años de la “gripe española”, la pandemia del coronavirus Sars Cov-2 se había instalado planetariamente.

En Costa Rica, al tiempo que se establecieron las medidas sanitarias y diversas restricciones dictadas por el gobierno (confinamiento en casa, restricción a la movilización vehicular, cierre de diversos establecimientos comerciales, paralización de múltiples actividades económicas y productivas, el teletrabajo), también llegó, lógicamente, la pérdida de empleos, la reducción de la jornada laboral, la clausura de ingresos para pequeños negocios y empresas; la crisis económica.

La llegada de la pandemia trastocó y puso en estado de quiebra toda la “normalidad” en la que se vivía hasta inicios de marzo. Las primeras reacciones estuvieron determinadas por una ambivalencia entre cuidarse de los contagios y respetar las medidas sanitarias, o si aventurarse a seguir en las mismas dinámicas de la vida cotidiana tal como se hallaban definidas y estructuradas hasta ese momento. Pronto dicha ambivalencia quedó resuelta, al irse tomando conciencia de la gravedad de la situación y, sobre todo, a partir del momento en que las autoridades de gobierno establecieron medidas drásticas cuyo desacato implicaba penalizaciones de diversa magnitud.

Trascurridos poco más de dos meses desde la aparición del primer contagio de Covid-19 en Costa Rica, los acontecimientos ocurridos en este tiempo han revelado con claridad varios aspectos importantes y, por cierto, algunos de ellos también bastante preocupantes.

En primer lugar, seguramente quepa destacar las capacidades de respuesta desplegadas por las instituciones del sistema de salud del país; capacidades de organización hospitalaria, de competencias y solidez profesional del personal médico y de enfermería; de acervo de conocimiento científico y de capacidad tecnológica instalada en materia de salud; la seriedad asumida por las autoridades de salud en el ámbito de la gestión para controlar y contener la propagación de los contagios. La pandemia, en resumen, ha puesto de manifiesto el valor y la importancia de contar con un sistema de salud pública bien articulado y con capacidades de cobertura universal. La sociedad costarricense despertó de una especie de modorra y de indolencia en la que estaba, para empezar de pronto a comprender que hay instituciones a las que se debe proteger, cuidar y defender.

Asociado a este aspecto positivo, la pandemia también vino a transparentar, por otra parte, una realidad nacional de profunda desigualdad social y económica. Aunque ya claramente se percibía esta situación desde hace mucho tiempo, sin embargo, había pasado a quedar marginada de la sensibilidad social e institucional del país; se había normalizado. La pandemia no solo ha venido a poner de manifiesto de manera clara y contundente la magnitud de las desigualdades sociales prevalentes en Costa Rica, sino que, además, las profundiza aún más y las coloca en un plano de incremento y de reproducción en una proyección de largo plazo.

Al respecto, valga la ocasión para hacer una pequeña exposición de las cifras que dan cuenta de las desigualdades sociales en Costa Rica. Según informa el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), al año 2019, la tasa de pobreza en el país abarca al 20,98% de los hogares, distribuida en 15,14% de hogares en condición de pobreza no extrema y de 5,84% en pobreza extrema. La zona rural es la que presenta la mayor tasa de hogares en pobreza: un 24,17% frente a un 19,77% en la zona urbana. Por regiones de planificación, la distribución de las tasas de pobreza es como se presenta en la siguiente tabla:

Tabla 1: Tasas de pobreza de los hogares en Costa Rica, año 2019

Región de planificación

No pobres

Pobres

Total

Pobreza no extrema

Pobreza extrema

Central

83,01

16,99

12,68

4,32

Chorotega

79,74

20,26

14,84

5,42

Pacífico Central

70,21

29,79

20,67

9,11

Brunca

69,65

30,35

21,11

9,24

Huetar Caribe

70,76

29,24

20,34

8,90

Huetar Norte

72,41

27,59

18,70

8,89

Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Censos. Encuesta Nacional de Hogares, 2019a.

El término pobreza indica que los hogares están en una situación tal “cuando su ingreso per cápita es menor que el costo per cápita de una canasta de bienes y servicios, requeridos para mantener un nivel mínimo de subsistencia”. (INEC, 2020, p. 35). Se trata de una canasta básica de bienes y servicios de necesidad elemental para la subsistencia: alimentación, salud, agua potable, energía, vivienda, educación. Por su naturaleza básica, esta canasta no incluye bienes y servicios tales como dispositivos tecnológicos, computadoras, tabletas, conectividad a internet.

El término pobreza extrema, por su parte, salvando la obviedad, indica un estado socioeconómico en el que los hogares se encuentran en una situación de carencias múltiples que les impide el acceso a vivienda, alimentación, salud, higiene, servicios de agua potable y electricidad. Se trata de hogares en los que, lógicamente, el acceso a la educación y a la permanencia en el sistema educativo presentan serias y ostensibles limitaciones.

La población tipificada como no pobre, por otra parte, está conformada por hogares que, en general, cuentan con una solvencia económica al menos suficiente para tener cubiertas las necesidades básicas de alimentación y salud, vivienda, educación. Sin embargo, esta es una población altamente heterogénea, desigual en la disposición de ingresos y en el acceso a bienes de índole tecnológica como una computadora o la conectividad de internet, así como a los diversos servicios que hoy son indispensables para solventar los requerimientos de la vida actual.

Por diversas razones (monto de los ingresos, lugar de residencia, estabilidad del empleo), el hecho de tipificar como un hogar no pobre no significa que se cuente con suficientes bienes y servicios. En este mayoritario grupo social de los hogares no pobres está incluida una importante cantidad de ellos en los que las probabilidades de pasar a formar parte de los hogares en condición de pobreza son bastante altas.  

De conformidad con las cifras expuestas en la tabla 1, las regiones más afectadas por la pobreza y la pobreza extrema son, en orden de mayor a menor, la Brunca, la Pacífico Central, la Huetar Caribe y la Huetar Norte. Todas estas regiones se caracterizan por ser mayoritariamente rurales y, salvo en el caso de la Huetar Norte, por ser también costeras. Con las obvias diferencias, puede decirse que, en general, en estas regiones, las actividades económicas están básicamente definidas por la agricultura, la ganadería, la agroindustria de monocultivo, la pesca, el turismo y los servicios.

Sobre la base de los principios de igualdad de oportunidades, calidad de la educación, inclusión y no discriminación, establecidos en las políticas educativas costarricenses del último cuarto de siglo, puede decirse que, en general, en todo el territorio nacional se hace necesario desarrollar acciones de política, institucionales y programáticas, para que la aplicación de estos principios conduzca, en efecto, a crear las capacidades que se requieren para reducir las desigualdades sociales y avanzar en el establecimiento de condiciones para el logro del bienestar social y el buen vivir.

Las anteriores diferencias por regiones de planificación indican que las acciones y esfuerzos por emprender no pueden ser desarrollados por medio de políticas, programas y estrategias de aplicación homogénea. Cada región amerita la atención que de manera específica demandan las propias realidades sociales, económicas, culturales e institucionales que les caracterizan. Esto también vale de manera especial para la educación.

A fin de complementar la información anterior y contar con un panorama un poco más amplio acerca de la situación socioeconómica en que se encuentran los hogares en Costa Rica, en la siguiente tabla se presentan las estadísticas sobre ocupación, desempleo, subempleo y de empleo informal.

Tabla 2: Tasas de ocupación, desempleo, personas ocupadas con subempleo, personas ocupadas con empleo informal, por regiones de planificación, año 2020.

Región de planificación

Tasa de ocupación[2]

Tasa de desempleo[3]

Porcentaje de personas ocupadas con subempleo

Porcentaje de personas ocupadas con empleo informal[4]

Central

58,7

12,3

11,4

45,8

Chorotega

46,8

15,2

12,8

44,6

Pacífico Central

52,4

9,1

16,3

54,1

Brunca

45,7

16,1

15,0

53,9

Huetar Caribe

50,9

12,0

9,9

43,4

Huetar Norte

54,7

11,7

18,6

53,7

            Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Censos, Encuesta Nacional de Hogares 2020.

Tal como se puede observar, estas cifras develan, aún con mayor claridad, la magnitud crítica de la desigualdad social y de la precariedad e inestabilidad socioeconómica en la que se encuentra una significativa proporción de los hogares costarricenses.

La región Brunca sigue siendo la que presenta la situación más desfavorable, al exhibir la menor tasa de ocupación y la mayor de desempleo. Sin embargo, en este caso, la región Chorotega, que en los datos de la tabla 1 ocupaba la segunda mejor posición, registra ahora como la segunda de las regiones más afectadas por los bajos niveles de ocupación y los mayores de desempleo. La explicación de esta diferencia puede que resida en el hecho de que, al ser las tasas una representación de magnitudes promedio, no pueden dar cuenta de la intensidad específica en la que se distribuyen las desigualdades sociales al interior de cada región.

En general, incluso en un caso como el de la región Central, que en todos los aspectos considerados en las estadísticas del INEC aparece siempre ocupando las mejores posiciones, cabe presuponer que la magnitud de las desigualdades sociales intrarregionales es aún mayor y más intensa de lo que reflejan las cifras estadísticas.

En el actual contexto de la pandemia y de la crisis económica devenida y agudizada por ella, en materia de empleo, desempleo, pobreza y pobreza extrema, la información difundida por distintas fuentes oficiales señala la configuración de una situación que pasa a ser dramática en todo el territorio nacional. Las repercusiones económicas de la crisis sanitaria vienen a incrementar la crítica situación en la que ya de por sí se estaba antes de que ella apareciera y, en este momento, se incrementan por miles los hogares que afrontan múltiples dificultades para poder agenciarse la subsistencia del día a día.

En su informe anual 2019, Unicef- Costa Rica señaló que 470 mil niñas, niños y adolescentes viven en condición de pobreza en nuestro país. La crisis económica que ya enfrentábamos se agrava ahora por los efectos del COVID- 19 ante el aumento drástico del desempleo. (Guardia, 2020).

Según es obvio, se trata de una situación que, al mismo tiempo, desencadena afectaciones múltiples en lo que concierne a la educación. Una vez declarada la pandemia, las autoridades del Ministerio de Educación Pública (MEP) tomaron la decisión de suspender el curso lectivo presencial en todos los centros educativos del país, para pasar a implementar la modalidad de educación virtual a distancia.

A tal efecto, a fin de identificar de manera aproximada cuáles son las posibilidades que tienen las distintas poblaciones estudiantiles del país para hacer frente a los requerimientos que plantea la dinámica de la educación virtual a distancia, se presentan en la tabla 3 los porcentajes de viviendas que, por regiones de planificación, cuentan con disposición de tecnologías de la información y la comunicación (TIC) de necesidad básica para atender la educación virtual a distancia.

Tabla 3: Porcentajes de viviendas que cuentan con diferentes TIC, por regiones de planificación, año 2019

Región de planificación

Con teléfono residencial

Con teléfono celular

Computadora

Tableta

Servicio de internet en la vivienda

Central

39,1

96,2

55,1

21,9

88,3

Chorotega

20,7

95,8

38,0

9,2

82,5

Pacífico Central

20,0

96,1

36,0

9,8

88,1

Brunca

15,5

96,3

37,9

6,8

83,6

Huetar Caribe

11,6

96,4

29,1

8,3

82,8

Huetar Norte

16,1

96,1

29,9

7,7

80,3

Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Censos. Encuesta Nacional de Hogares 2019b.

Tal como refieren las estadísticas, el teléfono celular es el dispositivo TIC que en mayor proporción existe en los hogares de Costa Rica. Todas las regiones de planificación registran una tasa de más de 95% de las viviendas que cuentan con al menos un teléfono celular. Caso contrario lo es el de la telefonía residencial o fija, cuyas tasas son muy inferiores y la más alta de ellas ocurre en la región Central (39,1%), siendo ésta prácticamente el doble de la que presentan las regiones Chorotega y Pacífico Central, las dos regiones que, en este aspecto, ocupan la segunda y tercera posición.

Las estadísticas sobre la disposición de internet en las viviendas, por su parte, indican que, en todas las regiones de planificación, más del 80% de los hogares cuenta con acceso a este servicio. Las mayores proporciones las tienen la región Central y la Chorotega. Sin embargo, este dato es inespecífico; no refiere si la conexión es por la vía del servicio celular de datos móviles, o por la de la conexión fija. Es muy probable que sea lo primero.

En lo que respecta a la disposición de computadoras en los hogares, las cifras son bastante bajas y únicamente la región Central presenta una proporción ligeramente superior a la mitad de las viviendas. En las regiones Huetar Caribe y Huetar Norte, en más de las dos terceras partes de los hogares no se cuenta con una computadora. Y en lo referente a tabletas, que constituye otra herramienta de necesidad básica para atender los requerimientos de la educación virtual a distancia, las cifras son aún menores. Únicamente en la región Central superan levemente el 20% de los hogares, mientras que en las demás regiones se ubican por debajo del 10%.

Costa Rica ha desarrollado legislación, diseñado políticas y establecido programas para asegurar los principios de igualdad de oportunidades, calidad de la educación, inclusión y no discriminación. Las poblaciones estudiantiles cuentan con el acceso a los servicios de los programas de Alimentación y Nutrición (PANEA) y de Transporte Estudiantil (PTE), así como a los apoyos que brindan el Fondo Nacional de Becas (Fonabe) y el Programa de Transferencias Monetarias Condicionadas Avancemos. Asimismo, de más reciente creación, también está la estrategia “Yo me apunto con la educación”, que tiene por finalidad brindar atención especial a los centros educativos de las comunidades que afrontan mayores niveles de pobreza, desigualdad, exclusión y marginación social.

Este conjunto de iniciativas y de acciones está asociado con el principio fundamental de la solidaridad, que junto con los de igualdad de oportunidades y de inclusión y no discriminación es constitutivo de los derechos humanos y, en particular, del derecho humano a la educación. En su enunciado formal, el principio de solidaridad establece que, en su conjunto, la institucionalidad del Estado y de la sociedad tienen el deber y la responsabilidad ineludibles de proporcionar las condiciones y proveer la dotación de los recursos necesarios para garantizar una educación de calidad que cumpla con los principios de “acceso universal”, “no discriminación” y de “igualdad de oportunidades y de trato”. En este sentido, declara la UNESCO (2016): “ningún país que se comprometa seriamente con la educación para todos se verá frustrado por falta de recursos en su empeño por lograr esa meta”.

Más allá incluso de la dotación de recursos, que son imprescindibles, el principio de solidaridad remite esencialmente a la creación y facilitación de las condiciones que permitan el acceso a la educación en igualdad de oportunidades y no discriminación. En situaciones especiales causadas por desastres naturales, guerras, crisis sanitarias, crisis económicas, el principio de solidaridad involucra la creación y sustentación de las condiciones que faciliten a las comunidades y a las poblaciones estudiantiles más afectadas poder protegerse de los daños y pérdidas que acontezcan en el marco de la coyuntura de crisis.

Se trata de afectaciones que, de no atenderse con la prontitud, alcance de cobertura y calidad que se requiere, pueden pasar a convertirse en pérdidas cuyo impacto en el incremento de la inequidad y la desigualdad social tendrá efectos que se proyectarán a largo plazo, con todas las implicaciones negativas que harán derivar para el conjunto en general de la sociedad.

La pandemia llegó de repente y obligó a las autoridades de gobierno a tomar medidas de emergencia. El establecimiento de estas medidas representó una quiebra abrupta de la “normalidad” de la vida cotidiana y de todas las actividades asociadas a ella. En materia de educación, la suspensión del curso lectivo en su modalidad presencial y su conversión a educación virtual a distancia dejó en condiciones claras de desventaja a una diversidad de poblaciones y sectores estudiantiles. Además, al tiempo que se suspendía el curso lectivo, las medidas sanitarias establecidas para contener y frenar la propagación de la pandemia (confinamiento, distanciamiento social, restricción vehicular, cierre de lugares públicos), afectaron diversas actividades económicas y productivas, de la misma manera que una cantidad significativa de familias han visto restringidas o incluso canceladas las posibilidades para agenciarse la subsistencia.

En este momento, aún cuando no existan evaluaciones de por medio respecto del trabajo que se le asigna a la población estudiantil para realizar en sus hogares, lo cierto es que hay un sector mayoritario de estudiantes que, al carecer de las condiciones necesarias para atender los requerimientos de la educación virtual, ha quedado en una clara desventaja en relación con otros sectores que sí cuentan con esas condiciones. Esta es una situación que obliga a hacer un esfuerzo amplio de análisis, en articulación y convergencia interinstitucional y multisectorial, a fin de identificar y definir las acciones inmediatas y estratégicas que permitan dar contención a las afectaciones y allegar los apoyos que contribuyan a atender y solventar en la mayor medida posible las carencias.

Las desventajas no tienen que ver únicamente con la no disposición del equipo y la conectividad. También intervienen en ellas factores como el desempleo de las jefaturas de familia, la necesidad de contribuir con la búsqueda de lo necesario para satisfacer las necesidades básicas; la carencia de una alfabetización adecuada en el hogar, que imposibilita brindar acompañamiento a las hijas e hijos en sus menesteres escolares. Se trata de carencias y desventajas “corrosivas” (Nussbaum, 2012) que, de no tomarse en consideración, inevitablemente repercutirán en un deterioro presente y a futuro del bienestar social para muchas familias y de oportunidades para distintos sectores de estudiantes.

Este panorama crítico plantea la necesidad urgente de que los diversos actores involucrados en el campo de la educación (académicos, institucionales, organizaciones de la sociedad civil, municipalidades, organizaciones productivas, colectivos de mujeres, asociaciones locales) contribuyan a buscar alternativas de atención y respuesta a esta difícil y problemática situación. La academia universitaria, en particular, la comunidad investigadora vinculada al campo de la educación se encuentra interpelada para desarrollar las acciones de investigación, análisis y reflexión sobre lo que acontece, a fin de identificar posibles soluciones y a hacer que éstas se canalicen y se pongan a disposición de las autoridades del MEP y de las demás instituciones que puedan estar convocadas a participar en la articulación y la convergencia de los esfuerzos.

La medida adoptada de establecer la modalidad de educación virtual a distancia requiere ser evaluada de manera urgente. En esta evaluación deben participar estudiantes, docentes y madres y padres de familia. Es preciso realizar consultas localizadas, contextualizadas, en cada una de las comunidades y regiones del país. Es imprescindible conocer de qué manera las poblaciones estudiantiles, la planta docente y las familias han asumido los requerimientos de la educación virtual a distancia; cómo se ha llevado a cabo la dinámica de la “mediación pedagógica” y con qué disposición de equipo se ha contado.

Esta evaluación es necesaria y muy importante, en la medida que sus resultados permitirán identificar las dificultades que se hayan tenido, hacer los ajustes pedagógicos que se requiera, brindar capacitación a la planta docente que se haya visto más limitada para el desarrollo de su trabajo, coordinar con las instituciones y empresas prestadoras de servicios de internet para asegurar la plena cobertura nacional de este servicio.

Según se ha indicado por parte del MEP, la proyección es retornar al curso lectivo presencial a partir del próximo mes de agosto, después de concluido el período de vacaciones de medio año. El cumplimiento de esta proyección, sin embargo, depende de diversos factores y la mayoría de ellos son externos al sistema educativo y a las competencias del MEP. El comportamiento de la pandemia es incierto y el regreso a los centros educativos, además, no se podrá llevar a cabo sin el establecimiento de diversas medidas de control y vigilancia sanitaria. Este es otro aspecto en el que las autoridades educativas habrán de implementar capacitaciones al personal docente y administrativo, para lo cual desde ya se tendrían que estar desarrollando las acciones correspondientes.

De igual manera, la decisión de retornar al curso lectivo presencial, ya sea en agosto próximo o después, es una decisión que requiere de un análisis minucioso acerca de todos los factores implicados, especialmente aquellos que tienen que ver con la disposición de ingresos de los hogares, el empleo, al menos una mínima estabilidad económica de las familias.

Esta es una dimensión de la situación de crisis que no puede ser obviada y que exige una atención cuidadosa. De no tratarse con el cuidado y la atención que amerita, se estaría empujando a una proporción amplia y diversa de sectores estudiantiles a una situación de mayor desigualdad que la que ya existía antes de la llegada de la pandemia. Esta decisión, en último término, debe estar basada en un plan de contingencia y de recuperación que, como ya se indicó, demanda una formulación de políticas que puedan ser ejecutadas por medio del accionar de una plataforma de articulación y convergencia multisectorial e interinstitucional.

Referencias bibliográficas

Asamblea General de las Naciones Unidas. (1989). Convención sobre los Derechos del Niño. Madrid: UNICEF. Recuperado de: https://www.un.org/es/events/childrenday/pdf/derechos.pdf

Guardia Donato, Diana. (2020). ¿Qué pasa con la infancia costarricense durante la cuarentena? Semanario Universidad, 06 de mayo de 2020. Recuperado de: https://semanariouniversidad.com/opinion/que-pasa-con-la-infancia-costarricense-durante-la-cuarentena/?fbclid=IwAR0Iz_GV18pQxGgpiZykAyHZyLQFg_x6B3Wte9RoODJvFGikFZsZMJAtpc0

Instituto Nacional de Estadística y Censos. (2019a). Encuesta Nacional de Hogares. San José: INEC. Recuperado de: https://www.inec.cr/pobreza-y-desigualdad/pobreza-por-linea-de-ingreso

Instituto Nacional de Estadística y Censos. (2019b). Encuesta Nacional de Hogares. San José: INEC. Recuperado de: https://www.inec.cr/otros-temas-ciencia-y-tecnologia/tecnologias-de-informacion-y-comunicacion-en-hogares

Instituto Nacional de Estadística y Censos. (2020). Anuario estadístico 2016/2018. Compendio de estadísticas nacionales. San José: INEC. Recuperado de: https://www.inec.cr/sites/default/files/documetos-biblioteca-virtual/reanuario2016-2018.pdf

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Instituto Nacional de Estadística y Censos. (2020). Encuesta Nacional de Hogares. San José: INEC. Recuperado de: https://www.inec.cr/empleo

Programa Estado de la Nación. (2019). Informe Estado de la Nación 2019. San José: Servicios Gráficos AC. Recuperado de: https://estadonacion.or.cr/wp-content/uploads/2019/11/informe_estado_nacion_2019.pdf

Nussbaum, Martha C. (2012). Crear capacidades. Propuesta para el desarrollo humano. Barcelona: Paidós. Recuperado de: https://es.scribd.com/document/361404680/Crear-Capacidad-Martha-Nussbaum

 

[1] Investigador del Observatorio de la Educación Nacional y Regional (OBSED), Instituto de Investigación en Educación (INIE), Universidad de Costa Rica. Mayo de 2020. C.e.: luis.munoz@ucr.ac.cr

[2] “Porcentaje de la población ocupada respecto a la población en edad de trabajar.” (INEC, 2020). La población en edad de trabajar es la que tiene 15 años y más.

[3] “Porcentaje de la población desempleada respecto a la fuerza de trabajo. (INEC, 2020).

[4] “Porcentaje de la población ocupada con empleo informal respecto al total de ocupados.” (INEC, 2020).

Foto del Semanario Universidad. Estudiante de Sixaola, Limón.

La UCR realizó la segunda graduación de estudiantes con discapacidad cognitiva

Puentes de inclusión

La alianza para capacitación laboral entre la UCR y Procala posibilita una mejor calidad de vida, mayores oportunidades educativas, de aprendizaje y laborales para jóvenes con discapacidad cognitiva moderada o grave.

“Las personas con discapacidad cognitiva solo necesitaban una oportunidad”. Con esa afirmación, la coordinadora del Programa Institucional de Inclusión de la Persona con Discapacidad Cognitiva (Proin), María Gabriela Campos Soto, resumió el éxito alcanzado con esta segunda graduación, el pasado 18 de diciembre.

Este es el resultado del Proyecto de Cursos Libres de Capacitación Laboral (Procala), en colaboración con el Consejo de la Política de la Persona Joven, del Ministerio de Cultura y Juventud. En el proceso, los 29 graduados cumplieron una serie de requisitos, por ejemplo, asistencia a lecciones por un período de 3 años, cumplimiento de trabajos, tareas y evaluaciones, así como pasantías laborales, en instituciones extrauniversitarias. Eso es parte de su formación en las áreas de asistente de clínicas veterinarias, asistente de restaurante y asistente de teatro.

Proin nace en el año 2009 de la mano de la Vicerrectoría de Acción Social, la Escuela de Formación Docente y la Escuela de Medicina de la UCR. Es una opción para las personas con discapacidad cognitiva moderada o grave, mayores de edad y egresadas del sistema educativo, que no cuenta con otras opciones a nivel nacional.

La coordinadora destacó también la autodeterminación alcanzada por los graduados, así como la confianza y apoyo de sus familias, como pilares fundamentales para concretar esta segunda graduación, la cual es resultado de una alianza que inició en el año 2015 con una oferta de cursos de capacitación dirigida específicamente a estudiantes del Proin de la UCR.

Durante el acto de graduación, el director ejecutivo del Consejo de la Política de la Persona Joven, Diego Zúñiga Céspedes, señaló que el 42 % de la población del país está conformado por personas jóvenes, y que la alianza gestada con la UCR en el 2015 es una muestra de que se cree en la aptitud de las personas con discapacidad cognitiva para alcanzar su autonomía social, cultural, y económica, por medio de la capacitación laboral como herramienta para más y mejores oportunidades en el logro de esa independencia.

Por su parte, el vicepresidente de la República, Marvin Rodríguez Cordero, al dirigirse a los graduados, destacó “este es uno de los logros más importantes durante su vida y más al ser de la UCR, que es todo un referente regional y mundial en este tema”. Mencionó también en su mensaje que una cultura organizacional más justa e inclusiva se logra al incorporar a las personas con discapacidad en las empresas.

Esta segunda graduación es un nuevo reconocimiento universitario y social, para una población que ha sido históricamente vulnerabilizada. El ingreso de jóvenes con discapacidad cognitiva a una casa de estudios superiores valida su derecho a la educación continua y su derecho a la consecución de un trabajo digno.

Rodríguez resaltó el papel fundamental que juega la UCR en los objetivos de Procala para disminuir la brecha educativa y hacer valer el derecho al trabajo de las personas con discapacidad cognitiva.

El rector de la UCR, Henning Jensen Pennington, reconoció al estudiantado que su logro al graduarse los convierte en ejemplos de superación, en medio de concepciones sociales que han sido estigmatizadoras y excluyentes en el acceso al trabajo. El empleo también es un derecho de las personas con discapacidad y esto demanda acceso a la educación y a la capacitación. Respecto a ese derecho, Jensen enfatizó que la UCR es líder en América Latina en la inclusión de las personas con discapacidad cognitiva en la educación universitaria.

Finalmente, Jensen resaltó ante los asistentes al acto de graduación que en la diversidad hay mucho poder. “La riqueza que ustedes le brindan a la UCR nos hace más sensibles y más atentos a tender puentes de inclusión y hacen que la UCR sea una mejor institución y una puerta hacia oportunidades para ser mejores”.

Por su preparación universitaria, el grupo de estudiantes recibió un certificado de aprovechamiento avalado por el Servicio Civil, lo cual les permitirá un mejor ingreso al mercado laboral.

 

María Encarnación Peña Bonilla

Periodista, Oficina de Divulgación e Información

Información tomada de: http://www.ucr.ac.cr/

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Derechos humanos, igualdad de oportunidades, inclusión y equidad en educación

BREVES CONSIDERACIONES

Luis Muñoz Varela[1]

Tres décadas atrás, en Costa Rica dio inicio la promulgación de varias leyes y la creación de instituciones específicamente dedicadas a la protección y salvaguarda de los derechos humanos, la igualdad de oportunidades, la inclusión y la equidad en varias dimensiones de la vida en sociedad. Cabe mencionar las siguientes: a) Ley de Promoción de Ia Igualdad Social de la Mujer (1990); b) Ley de Aprobación de los Derechos del Niño (1990); c) Ley de creación de la Defensoría de los Habitantes de la República (1992); d) Ley Orgánica del Patronato Nacional de la Infancia (1996); e) Ley de Igualdad de Oportunidades para las Personas con Discapacidad (1996); f) creación del Instituto Nacional de las Mujeres (1998); g) Código de la Niñez y la Adolescencia (1998). Todas estas leyes e instituciones vienen a establecer en el país una plataforma a partir de la cual se busca asegurar y garantizar el cumplimiento de los derechos humanos, la igualdad de oportunidades, la inclusión y la equidad social, al menos en sus dimensiones más visibles y sensibles.

La formulación del concepto y perspectiva de los derechos humanos remite a situaciones y realidades en las que las libertades, la dignidad y la condición humana son transgredidas, restringidas o anuladas en su naturaleza esencial y en muy diversos sentidos. Cabe recordar, al respecto, que la Declaración Universal de Derechos Humanos -aprobada por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el 10 de diciembre de 1948-, tomó como marco de referencia para su fundamentación el contexto de abyecta y demencial destructividad humana caracterizado por los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial. Un momento en el que, de una manera inédita, la persecución y el exterminio programado – “asesinato administrativo” (Adorno, 1998, p. 17)- de millones de seres humanos alcanzó a tener calidades jamás registradas en toda la historia anterior de la humanidad. (Arendt, 1995).

La Segunda Guerra Mundial representó para la humanidad una experiencia atroz, en la que “el desconocimiento y menosprecio de los derechos humanos” originó “actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad” (Asamblea General de Naciones Unidas, 1948, p. 1); acontecimientos que llegaron a tener una “horrible originalidad que ninguna comparación histórica puede atenuar” (Arendt, 1995, p. 31). Con este marco de referencia como telón de fondo, la Asamblea General de la ONU dispuso proclamar la Declaración Universal de Derechos Humanos, estableciendo que se trata de un marco de referencia y de un conjunto de principios y finalidades:

[…] por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse, a fin de que tanto los individuos como las instituciones, inspirándose constantemente en ella, promuevan, mediante la enseñanza y la educación, el respeto a estos derechos y libertades, y aseguren, por medidas progresivas de carácter nacional e internacional, su reconocimiento y aplicación universales y efectivos, tanto entre los pueblos de los Estados Miembros como entre los de los territorios colocados bajo su jurisdicción. (p. 2).

Durante las últimas dos décadas, organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), han desarrollado definiciones amplias de los derechos humanos, a partir de un conjunto de principios básicos ordenado con la finalidad de precisar la naturaleza y el alcance de estos derechos. Este conjunto de principios básicos es el siguiente:

  1. a) universalidad e inalterabilidad;
  2. b) indivisibilidad;
  3. c) interdependencia e interrelación;
  4. d) igualdad y no discriminación;
  5. e) participación e integración;
  6. f) habilitación;
  7. g) rendición de cuentas y respeto del imperio de la ley (UNICEF, 2008).

Estos principios dan cuenta de una concepción ontológica, epistémica y axiológica de los derechos humanos, en la que queda implicada necesariamente una visión democrática de la sociedad y en la que el valor más elevado lo es el de la dignidad humana. Para asegurar que cada persona viva en la condición de dignidad que, en su calidad de ser humano, le es intrínseca, el Estado y la sociedad en su conjunto deben realizar las acciones que sean necesarias para atender y resolver todas aquellas situaciones que representen restricción, obstaculización, negación o ultraje de los derechos humanos y de la dignidad humana.

Característica fundamental de esta concepción de los derechos humanos, además de su carácter complejo e integral, es que se coloca en una línea de acciones políticas y programáticas ancladas en el presente y con proyección de futuro. Los derechos humanos, al tiempo que son inherentes a la condición humana y a la dignidad de cada persona, también deben servir como parámetros para avanzar de manera continua en la construcción de sociedades cada vez mejor articuladas y sustentadas en la institucionalidad de las libertades democráticas y en el desarrollo de capacidades para el logro del bienestar común y la justicia social.

Los derechos humanos son el lenguaje de las necesidades humanas básicas, de acuerdo con la noción de dignidad e igualdad de la persona humana. Contribuyen a articular las necesidades y la respuesta de aquellos que tienen que satisfacerlas. (ACNUDH, 2012, p. 11).

Los principios que definen la naturaleza de los derechos humanos vienen a representar, así, indicadores con base en los cuales es posible establecer, en cada momento, cuál es el estado en que un país se encuentra en materia de equidad, justicia social, igualdad, libertad; todas éstas, condiciones básicas que deben asistir a las personas en la sociedad para que puedan contar con una vida digna.

Partiendo de la situación constatada en la que se esté, los principios sirven para definir las acciones que corresponda llevar a cabo, a fin de garantizar el cumplimiento de los derechos humanos, lo mismo que para identificar a futuro las capacidades que deban ser desarrolladas para que la sociedad avance en la construcción de condiciones institucionales, económicas, sociales y culturales, que garanticen el fortalecimiento continuo de la institucionalidad de la democracia y la mejora del bienestar común con justicia social y dignidad humana.

En Costa Rica, a partir de 1994 existe una política en educación que ha sido declarada como política de Estado. En su formulación, esta política está contenida en cuatro documentos promulgados desde entonces: a) Política Educativa hacia el Siglo XXI (1994), b) El Centro Educativo de Calidad como eje de la Educación Costarricense (2008), c) Educar para una Nueva Ciudadanía (2015) y d) La persona: centro del proceso educativo y sujeto transformador de la sociedad (2016). Los tres primeros documentos presentan una misma fundamentación de principio, sustentada en tres “vertientes filosóficas”: humanismo; b) racionalismo; c) constructivismo. El cuarto documento adiciona a estas estas tres vertientes la del “Paradigma de la Complejidad” (Consejo Superior de Educación, 2016).

Las cuatro políticas tienen como punto de partida y de sustentación conceptual y programática, las diversas declaraciones que en el ámbito de la educación han sido aprobadas por los foros y conferencias mundiales celebrados por la UNESCO, a partir de la Conferencia Mundial sobre Educación para Todos (Jomtien, Tailandia, 1990). Estas consisten en un conjunto de declaraciones que, hasta el presente, reiteran en la preocupación por el acceso universal a la educación, al menos hasta el umbral de superación del analfabetismo (terminación de la educación primaria), así como su ampliación a la preescolar y la secundaria.

Según se recalca, en la actualidad, en un mundo cada vez más intensamente determinado por los avances científico/tecnológicos, una productividad basada en estos avances, una realidad mundial de interdependencia, así como nuevas configuraciones de desigualdad social, exclusión, discriminación y vulnerabilización que afectan a diversos sectores sociales, la educación debe ser asumida como un instrumento fundamental para hacer frente y superar todas estas situaciones que vulneran la dignidad humana y que hacen emerger escenarios de agudas desigualdades, inequidad, injusticia social, vulneración de los derechos humanos. (Conferencia Mundial sobre Educación para Todos, 1990; Foro Mundial sobre la Educación (2000 y 2015). Ante ello, es imperativo que los sistemas educativos provean y aseguren una educación de calidad para toda la población; una educación inclusiva, equitativa y con base en el principio de la igualdad de oportunidades: “la educación es un bien público, un derecho humano fundamental y la base para garantizar la realización de otros derechos”. (Foro Mundial sobre la Educación, 2015, p. 7).

En Costa Rica, a la zaga de las orientaciones y directrices propuestas por la UNESCO, la política educativa también asumió como eje de su fundamentación y de su instrumentación pedagógico/didáctica, la educación de calidad en igualdad de oportunidades para toda la población estudiantil del país. Se impulsan acciones para ampliar la cobertura y el acceso en los niveles de la preescolar y la secundaria, a la vez que para reincorporar al sistema a la población joven y adulta que, por razones socioeconómicas o de cualquiera otra índole, no haya podido concluir sus estudios en al menos la trayectoria de la educación básica.

De manera especial, las disposiciones establecidas incluyen dar énfasis a la facilitación de oportunidades de acceso a la mujer, que por distintas razones (maternidad adolescente, trabajo doméstico, carencia familiar de recursos económicos, situaciones de violencia local en la comunidad donde residen y otras), resultan ser las más afectadas, no solo en lo que concierne a las oportunidades de acceso a la educación, sino también en muchos otros diversos ámbitos de la vida en sociedad.

Las políticas educativas promulgadas durante el último cuarto de siglo reiteran de manera sistemática en que, dadas las realidades de limitaciones múltiples que afrontan diversos sectores sociales y poblaciones, la prestación de los servicios educativos ha de llevarse a cabo con base en los principios de la equidad, la igualdad de oportunidades, la inclusión, la solidaridad y el respeto a las diversidades culturales. (Consejo Superior de Educación, 1994; Consejo Superior de Educación, 2008; Ministerio de Educación Pública, 2015).

De ahí que, para dar curso a la facilitación de las condiciones que conduzcan a la verificación de tales principios, se haya dispuesto la creación de programas como, por ejemplo, el de transferencias monetarias condicionadas Avancemos (2008), el Fondo Nacional de Becas (Fonabe, 1997), el Proyecto MEP-ProEDUCA (dirigido a favorecer la equidad en el acceso y la permanencia en el sistema educativo), “Yo me Apunto con la educación” (2015, para brindar atención a colegios con altos niveles de exclusión, infraestructura en mal estado, carencia de equipo y materiales didácticos y otros). Otros programas ya existentes desde antiguo, como los de comedores escolares y transporte estudiantil, también han sido fortalecidos con la finalidad de ampliar la cobertura, sobre todo hacia aquellas comunidades y centros educativos que presentan los mayores índices de pobreza y de desigualdad social.

Según señala UNICEF (2008), en muchos países, pese a los esfuerzos realizados por los gobiernos y los sistemas educativos, aún no se ha logrado asegurar el acceso universal y proporcionar una educación de calidad para toda la población estudiantil. UNICEF subraya que los enfoques de las políticas educativas basados en la ampliación de la cobertura resultan ser infructuosos, en la medida que no atiendan a profundidad las problemáticas complejas que representan la desigualdad, la inequidad y la exclusión social. No es suficiente con los esfuerzos que se realizan de manera principal en la universalización de la matrícula. Es preciso que las políticas y los programas de apoyo entiendan, tomen en consideración y asuman la globalidad de los diversos aspectos y factores que intervienen en los procesos educativos y en la prevalencia de situaciones de exclusión y desigualdad que afectan de manera significativa a diversos sectores sociales, poblaciones y comunidades.

No se ha reconocido la complejidad de los obstáculos que impiden el acceso de los niños a la escuela, ni se ha prestado oídos a las inquietudes expresadas por los propios niños acerca de su educación; tampoco se ha construido una cultura de la educación en la que se respete y valore por igual a todos los niños, ni se ha conseguido que los padres y las comunidades locales apoyen la educación, que se adopte un enfoque global de la educación, que se aborden los derechos de los niños en la educación, ni, por último, arraigar escuelas que sean centros acuciosos de acción comunitaria y desarrollo social. (UNICEF, 2008, p. 2).

Esta valoración de UNICEF constituye una llamada de atención crítica e interpela a los sistemas educativos a que asuman la educación en toda su dimensión de complejidad. Resalta aspectos que, siendo fundamentales, no acostumbran aparecer en los informes ministeriales de evaluación del sistema educativo, como tampoco en el seguimiento sobre la educación que realizan de manera periódica otras entidades; en Costa Rica, por ejemplo, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) y el Ministerio de Planificación y Política Económica (Mideplan). Se trata de aspectos que, por su naturaleza cualitativa, no pueden ser ponderados por medio de los indicadores cuantitativos y tradicionales utilizados por el sistema educativo y esas otras entidades, referidos a tasas de matriculación, aprobación, reprobación, rezago, exclusión, entre los más comunes.

La medición estadística, sobra decirlo, es de importancia fundamental. Ésta representa una dimensión de información valiosa que permite a las instancias de gestión del sistema educativo tomar decisiones en materia de asignación de recursos, atención y mejora de infraestructura, control del desempeño de la administración local de los programas de apoyo económico o asistencia social a la población estudiantil y a las familias, reconocimiento de las diferencias de rendimientos escolares en los centros educativos; en fin, le permite a la gestión superior del sistema educativo contar con un mapa del estado de la cuestión sobre las deficiencias y necesidades existentes por localización geográfica (regiones, provincias, cantones, distritos), a fin de consolidar o bien redireccionar las acciones emprendidas y hacer una mejor gestión de los procesos y cursos de acción desarrollados.

Sin embargo, además de la información que facilitan los indicadores cuantitativos, es necesario contar con indagaciones cualitativas que provean de información en dimensiones de mayor complejidad y con una perspectiva integral de las problemáticas existentes. Las estadísticas disponibles, sobre todo las que ofrece la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho) del INEC y los informes sobre el estado de la educación que elabora el Programa Estado de la Nación (PEN), muestran una situación en la que, en su comparación por zonas (urbana y rural) y por régimen de prestación de los servicios educativos (público, privado, mixto), la calidad de la educación y los alcances en materia de asegurar igualdad de oportunidades, inclusión y equidad exhiben diferencias importantes entre los distintos centros educativos, poblaciones y comunidades.

Al respecto, una iniciativa como, por ejemplo, la de “Yo me Apunto con la educación”, viene a prestar atención a las desigualdades existentes y a promover acciones concertadas entre diversos actores interesados en la calidad y la pertinencia de la educación. Sin embargo, este tipo de acciones requieren de mayores niveles de compromiso y, de manera especial, de una participación genuina por parte de los actores locales, sobre todo las familias y las propias comunidades estudiantiles. No parece ser apropiada, por infructuosa y carente de eficacia contextual, la norma según la cual se da por descontado que las propuestas diseñadas en las oficiales centrales especializadas del sistema educativo son las que deben ser puestas en marcha y las únicas que pueden venir a resolver los problemas, sin necesidad de realizar mayores consultas ni otorgar espacios para que las poblaciones afectadas puedan expresar también sus propias valoraciones, puntos de vista y recomendaciones.

Las cuestiones relevadas por UNICEF interpelan a fondo finalidades declaradas en las políticas educativas, tales como las de igualdad de oportunidades, equidad, inclusión, así como las de pertinencia y calidad de la educación. Finalidades que no se lograrán cumplir, en el tanto, por ejemplo, los programas de apoyo creados para extenderlas a los sectores sociales y poblaciones con limitaciones de acceso y permanencia en el sistema educativo estén basados en protocolos de aplicación estandarizada. Las posibilidades y condiciones (institucionales, económicas, sociales y culturales) de acceso y de vinculación con los servicios públicos no son las mismas para todos los sectores sociales y las diferentes poblaciones y comunidades. Varían de manera significativa de una zona a otra y entre las diferentes regiones geográficas.

Es recurrente en la política educativa costarricense, la referencia a la necesidad de realizar los mayores esfuerzos institucionales para brindar educación pertinente y de calidad a toda la población. De por medio está el desafío por hacer que la educación se constituya en la herramienta facilitadora de acceso al empleo, requisito indispensable para impulsar la mejora de las condiciones de vida y el bienestar social, tanto a escala individual como de la sociedad en general. No obstante, lo mismo en este aspecto que en el caso de los conceptos de equidad, inclusión, igualdad de oportunidades y de respeto a la diversidad cultural, las acepciones asignadas también remiten, en general, a una proyección programática de la educación fundamentalmente de índole instrumental.

Tanto la calidad como la pertinencia de la educación involucran una visión compleja del proceso educativo y de la prestación de los servicios educativos. Aun cuando, en un país como Costa Rica, se cuente con marcos jurídicos que regulan la protección y el cumplimiento de los derechos humanos y que obliguen a las instituciones del Estado a llevar a cabo las acciones que al respecto se requieren, los objetivos declarados no se llegarán a cumplir, en la medida que prevalezca un contexto social, económico y cultural que afecta a diversos sectores de la población, que por su condición social, económica, cultural, étnica, de género y otras, se mantienen en una situación en la que sus derechos humanos están siendo limitados, obstruidos o incluso negados.

Los programas de asistencia social son muy importantes, pero deben operar en el marco de una red interinstitucional de acciones, orientadas con base en una perspectiva que, más allá de lo paliativo o asistencial, se propongan resolver de manera genuina las realidades de exclusión, desigualdad, inequidad, vulnerabilización e injusticia social. Para el caso específico de la educación, esas acciones tienen que estar dirigidas a que las personas desarrollen las capacidades y las libertades que les son necesarias para dignificar su vida y avanzar en la construcción de condiciones de bienestar social, indispensables para la sana convivencia social, la mejora continua de la institucionalidad de la democracia y el respeto y resguardo de los derechos humanos para toda la población.

[1] Instituto de Investigación en Educación (INIE), Universidad de Costa Rica. C.e.: luis.munoz@ucr.ac.cr.

Referencias bibliográficas

-Adorno, Theodor W. (1998). Educación para la emancipación. Madrid: Ediciones Morata S. L.

-Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. (2012). Indicadores de Derechos Humanos. Guía para la medición y la aplicación. Nueva York y Ginebra: Naciones Unidas. Recuperado de: http://www.ohchr.org/Documents/Publications/Human_rights_indicators_sp.pdf

-Arendt, Hannah. (1995). De la historia a la acción. Barcelona: Paidós. Asamblea General de las Naciones Unidas. (1948). Declaración Universal de Derechos Humanos. Nueva York: Naciones Unidas. Recuperado de: https://www.ohchr.org/EN/UDHR/Documents/UDHR_Translations/spn.pdf

-Consejo Superior de Educación (1994). Política Educativa hacia el Siglo XXI. San José: Ministerio de Educación Pública. Recuperado de: file:///D:/4/politicaeducativasigloXXI.pdf

-Consejo Superior de Educación. (2008). El Centro Educativo de Calidad como Eje de la Educación Costarricense. San José: Ministerio de Educación Pública. Recuperado de: http://www.mep.go.cr/educatico/el-centro-educativo-de-calidad-como-eje-de-la-educacion-costarricense

-Consejo Superior de Educación. (2016). La persona: centro del proceso educativo y sujeto transformador de la sociedad. San José: Ministerio de Educación Pública. Recuperado de:

-Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia. (2008). Un enfoque de la Educación para Todos basado en los derechos humanos. Marco para hacer realidad el derecho de los niños a la educación y los derechos en la educación. París: UNESCO. Recuperado de: http://unesdoc.unesco.org/images/0015/001588/158893s.pdf

-Foro Mundial sobre la Educación. (2000). Informe final. París: UNESCO. Recuperado de: http://iin.oea.org/Cursos_a_distancia/Lectura%2017_disc.Dakar.pdf

-Foro Mundial sobre la Educación. (2015). Declaración de Incheon y Marco de Acción para la realización del Objetivo de Desarrollo Sostenible 4. París: UNESCO. Recuperado de: http://agoradeeducacion.com/doc/wp-content/uploads/2018/09/UNESCO-2015-Declaración-de- Incheon-y-Marco-de-Acción-para-el-ODS-4.pdf

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