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Etiqueta: independencia

Nuestra independencia, dos fechas y un feriado

Freddy Pacheco León

A propósito de la ocurrente discusión legislativa alrededor del feriado equivocado (parece que es lo único que les interesa) del 15 de setiembre como parte de un final de semana largo para ayudar al turismo local, cabe recordar a los señores diputados un par de cositas que habrían de tomar en cuenta en el debate que se ha propuesto.

Lo que se firmó el 15 de setiembre de 1821 fue la declaratoria de independencia de la Capitanía General de América Central, que desconocía la autoridad colonial de España. Los costarricenses no solo no se enteraron, sino que poco les importaba lo que se había decidido allá lejos en Guatemala, pues lo sucedido ese día estaba lejos de hacernos un país independiente, aunque se reconoce que fue un paso adelante hacia el ejercicio de nuestra plena soberanía.

Al conocerse la noticia, que algunos consideraron positiva mientras otros la desdeñaban por irrelevante, sucedió un hecho de gran trascendencia histórica. Resulta que a poco más de un mes de los hechos en Guatemala y en la Diputación provincial de León, exactamente el 29 de octubre «se firmó y juró en la ciudad de Cartago, con la participación del pueblo y de las autoridades de la provincia, nuestra ABSOLUTA INDEPENDENCIA del Gobierno Español».

Hecho trascendental expresado, sin ambigüedades mezquinas, por el expresidente Daniel Oduber en su Decreto Ejecutivo N°5303-E del 23 de octubre de 1975, mediante el cual se pretende (¡porque no ha sido derogado!) recuperar la fecha del 29 de octubre como la que ha de reunirnos en la gran celebración nacional de nuestra independencia patria.

Don Daniel lo hizo, escribió, porque «la fecha del 29 de octubre de 1821 debe ser consagrada en las páginas de nuestra historia como el INSTANTE TRASCENDENTALMENTE SUBLIME en que el pueblo costarricense juró y consagró su destino a la causa de la libertad, la democracia y de los más altos ideales de justicia y de igualdad entre los hombres».

Y es que como escribe el historiador Miguel Rojas, el acta del 29 de octubre es la que registra el nacimiento de Costa Rica como país, y expresa su ligamen tierra-cosmos y su presencia internacional para siempre fuera del yugo español. Lo demás es un producto de una costumbre que no necesariamente es correcta.

¿Debe celebrarse la Independencia el 15 de setiembre o el 29 de octubre?

(29 de octubre de 1821 fecha de la independencia de Costa Rica,

Ensayo de Miguel Rojas, BBB Producciones, San José, 2014)

Por Adriano Corrales Arias

hachaencendida@gmail.com

Con una prosa sencilla pero apasionada y contundente, el historiador y dramaturgo Miguel Rojas Jiménez, nos invita a participar en el debate de la historiografía nacional acerca de la génesis de nuestra independencia y su proceso histórico. Específicamente sobre la delimitación del día en que la naciente república costarricense se independizó de los dominios de España.

Por supuesto, el autor desde el principio nos deja ver muy clara su posición con un epígrafe tomado de la Comunicación del Congreso Provincial de Costa Rica que ratifica el 29 de octubre de 1821 como la fecha de Independencia de Costa Rica, firmado por José María Peralta, Diputado Presidente y Rafael Osejo Diputado Secretario, el 19 de marzo de ese año en Cartago (fuente: Archivo Nacional de Costa Rica).

El alegato de Rojas Jiménez es arduo y parte de una cronología de estudios y fuentes de información como referentes del 29 de octubre de 1821. Luego echa un vistazo a los antecedentes de la independencia y su complejo proceso de correos, cabildos y hechos militares, para comprender el año de 1821, pasando por el estado en que se encontraba la Provincia de Costa Rica (“tierras altas” y Partido de Nicoya). Luego pasa por los hechos políticos y militares que se suceden en Chiapas, México, Guatemala, Honduras y El Salvador, básicamente.

Y al final remata con un apéndice, donde, punto por punto responde a sus detractores ante un proyecto de ley presentado a la Asamblea Legislativa para cambiar la fecha de la celebración de nuestra independencia. Así, en una exhaustiva y puntual réplica, señala los supuestos desaciertos del Ministerio de Educación, la Academia de Geografía e Historia de Costa Rica y el Archivo Nacional, según consulta de la Asamblea Legislativa.

El texto cuenta con un anexo importante que va desde cantos para celebrar la Independencia el 29 de octubre, pasando por el Plan de Iguala con la proclama de Iturbide, la Sala 29 de Octubre que existía en el antiguo edificio del Archivo Nacional y la celebración de esa fecha en el mismo archivo en 1979, hasta los datos de la Independencia de Comitán, Ciudad Real y Tuxtla el 3 y 5 de setiembre de 1821, el Acta de Independencia de la ciudad de Guatemala del 15 de setiembre de 1821 (léase bien “ciudad de Guatemala”, ni siquiera de la provincia/país de Guatemala e, incluso, con visos de nulidad dado que no estuvieron presentes todos los delegados), el bando de la Diputación de León del 11 de octubre de 1821, el Acta de Independencia de Costa Rica del 29 de octubre de 1821 y el Acta del pronunciamiento de independencia del Ayuntamiento del Partido de Nicoya el 26 de octubre de 1821.

Antes de ello hemos conocido el hecho importantísimo de la declaratoria del 29 de octubre “como fecha destinada a la conmemoración de la firma y jura de nuestra Independencia Patria”, por parte del gobierno de Daniel Oduber (1974-1978) y firmado por su Ministra de Cultura; Juventud y Deportes y encargada del Despacho de Educación Pública, la recordada escritora Carmen Naranjo Coto, el 3 de octubre de 1975. Aunque este decreto tiene dos pifias, según el autor (habla de la Capitanía General de Guatemala que de hecho y derecho ya no existía y de la Diputación Provincial de León en su comunicado de setiembre de 1821 que no resolvió nada para Costa Rica), es un antecedente fundamental para aspirar a que los costarricenses en un futuro próximo celebremos la independencia de España los días 29 de octubre.

Las conclusiones no dejan duda alguna. Cito: “Concluimos el estudio presente con la certeza de que el 29 de octubre de 1821 es la fecha histórica y jurídica de la Independencia de Costa Rica, así como que es la que señala la soberanía histórica del país, ratificada en el contexto de la época en nuestra primera constitución política, conocida como Pacto de Concordia, el 1º de diciembre de 1821”. Lo anterior, como ya se dijo, basado en un riguroso análisis de documentos de la época y estudios y conclusiones de diversos historiadores e investigadores.

Vale la pena leer este alegato en favor del cambio de celebración de nuestra independencia para que la polémica baje de la élite académica y política a la discusión ciudadana. Así, personas que no somos especialistas, podríamos aportar a la recuperación de lo que Miguel Rojas llama la “soberanía histórica”, pues, al parecer, hemos venido celebrando una independencia errónea, por tanto falsa y artificial, es decir, de antorchas, faroles y desfiles escolares impostados en nuestras más profundas identidades.

Adriano Corrales Arias
hachaencendida@gmail.com

[1] Escritor costarricense

 

Enviado a SURCOS por Adriano Corrales Arias.

Fuente original

Estreno de radionovela “Los Hijos del Pueblo”

Producción forma parte de las actividades conmemorativas de la UNED, en el año del Bicentenario de Independencia de Costa Rica

E 6 de diciembre, la Universidad Estatal a Distancia (UNED) estrenó por los 96.7 FM de Radio Universidad la radionovela “Los Hijos del Pueblo”, una historia que construye una serie de personajes para imaginar cómo era aquella sociedad de 1821, en la Costa Rica de la Independencia.

La producción expresa la complejidad y el reordenamiento de fuerzas a lo interno de la provincia de Costa Rica durante el proceso independentista, que se proyecta como una transformación, estructuras del viejo régimen que se adaptaron y mezclaron tanto con la realidad de la cotidianidad como con las nuevas ideas sobre autonomía y republicanismo, indicó Katia Grau, productora. 

La historia está formada por cinco capítulos de aproximadamente 30 minutos cada uno. Se estrenarán la semana del 6 a 10 de diciembre, todos los días, a las 8:00 a.m. por la frecuencia 96.7 F.M. de Radio Universidad. Además, luego del estreno en la emisora, la radionovela quedó habilitada en las plataformas Soundcloud.com/Audiovisuales Podcast UNED y audiovisuales.uned.ac.cr

La historia de la radionovela se basa en la investigación “1821: El papel de los municipios en Costa Rica establecidos a raíz de la llegada de la declaración de independencia de la Capitanía General de Guatemala – Análisis y contextualización de los municipios en su posición ante la llegada de la carta de independencia”, realizada por el Instituto de Formación y Capacitación Municipal y Desarrollo Local (IFCMDL), de la UNED. 

El elenco de actores y actrices se compone por Fedra Rodríguez, José Montero Peña, Johanny Hernández, Carmen Chinchilla, Ana Saravia, Johnnie Obando, Karina Mora, José Víquez, Melvin Jiménez, Arie García, Karen Mora, Andrey Ramírez, Fernando Fallas, Maureen Salas, Luis Thomas, Luis Diego Quesada, Leonardo Perucci, Nereo Salazar, Luis Diego Solórzano, Alejandra Portillo, Andrés Chacón, Andy Gamboa y Fernando Montero.

“La historia cuenta con personajes de todo tipo: desde la élite económica y política, hasta aquellas personas más humildes, algunas eran campesinos analfabetos, otros en condición de servidumbre y esclavitud. Esta variada composición social enfrentó la llegada de las actas de independencia y resolvió el destino de Costa Rica, interactuando en el contexto del rol de la iglesia y la dinámica de los cabildos”, indicó Grau. 

Historias. En “Los Hijos del Pueblo”, conoceremos a Juan de Dios, un hidalgo viejo de Cartago, quien no imaginó que esas cartas que llegaban desde Guatemala y León le iban a traer más libertad, pero también un gran dolor. Desde Alajuela, se revivirán momentos entre cañales protagonizados por Salvador, Chus y Nicolasa, de pies descalzos y analfabetas.

La radionovela también rescata a historia de Juan Mora Fernández y a Gregorio José Ramírez, figuras mencionadas en la historia oficial, por su destacada participación en el proceso de Independencia, y de Isidro, un sirviente en condición de esclavitud, quien no estaba dispuesto a luchar por la Corona española.

Para más información: audiovisualesinfo@uned.ac.cr

Los actos de celebración del Bicentenario de la Independencia en Cartago

Vladimir de la Cruz

La celebración del Acta de Independencia del 29 de octubre de 1821, el pasado viernes 29 de octubre, en la Plaza Mayor de la ciudad de Cartago, en coincidencia con el 200 aniversario de esta Acta, se acompañó de una gran actividad organizada, como debía ser por parte del Consejo Municipal y del señor Alcalde… un juego de pólvora, los actos protocolarios del caso con discursos brevísimos del Historiador Franco Fernández, del Alcalde Mario Redondo y del Presidente de la República, Carlos Alvarado, seguido de un largo y pesado desfile de bandas, todas muy buenas, pero desfilando de un modo muy lento que en nada coincidían con los contenidos del acto de la celebración, extendiendo el acto y disminuyéndolo en la parte protocolaria de las intervenciones, lo que no debió ocurrir.

Para dirigir la parte protocolaria del Acto se contrató a la periodista de Repretel, cartaginesa ella, Laura Brenes, que lo hizo con gran maestría, con propiedad y con magnífica dicción, pero de una manera muy rígida y autoritaria, como seguramente le instruyeran lo hiciera por lo largo del Programa. El guion del Programa obviamente lo prepararon en la Municipalidad con esas limitaciones.

La música escogida para el evento por parte de las bandas pudo haber destacado más música regional valle centralista y hasta cartaginesa, que la hay, de autores y compositores como Mario A. Rodríguez, Simeón Orozco, Eligio Mata, Alberto Gómez, Juan Carlos Rojas, R. Luna, J. A. Gómez, y de María Mayela Padilla. Pudo haberse invitado a la Orquesta y Ballet del Conservatorio de Artes de Cartago, a la Asociación Folklórica Tierra Tica, asociación cartaginesa, música que pudo acompañarse con la propia del Valle Central, considerando el peso de representantes en la sesión del 29 de octubre de 1821, de delegados del Valle Central. En música cartaginesa hay mazurcas que se adaptan bien a las bandas, como la música de “El Gamonal” y “La fiesta”, o el paso doble “Los trasnochadores”, o el vals “Olga”.

Los discursos del Historiador Franco Fernández, del Alcalde Mario Redondo y del Presidente Carlos Alvarado parecieron “improvisados”, para la importancia y relevancia del Acto que se estaba celebrando. En el caso del Historiador la que estaba a cargo de llevar el guion del evento, la periodista Laura Brenes, le advirtió que su intervención debía ceñirse a tres minutos de lo contrario le cortaría la palabra y lo dejaría sin “audio”, siendo el invitado para hacer una intervención académica, de fondo, de carácter histórico, que justificara y exaltara la importancia de la fecha, 29 de octubre, su significado y relevancia para la actividad que se estaba celebrando, el Bicentenario del Acta de Independencia de Costa Rica. Los tres “minutos” que le dieron disminuyeron la calidad de su intervención. El Consejo Municipal debería invitarlo con motivo del Pacto Social Fundamental Interino de Costa Rica, en su bicentenario el próximo 1º. diciembre. El discurso del Alcalde fue flojo en ese sentido, pudiendo él haberse destacado en igual sentido que el Historiador Fernández, enfatizando en otros aspectos relacionados con el acontecimiento y con la develación del monumento que exaltaba La Libertad, la Independencia, que se había encargado con apoyo económico de la MUCAP de Cartago. El discurso o la breve intervención del Presidente Carlos Alvarado, también se sintió improvisada para el significado del Acto en el que se encontraba presente. Atinó en señalar, con cierto nerviosismo o inseguridad, que esa Acta del 29 de octubre, firmada en Costa Rica, que declaraba la Independencia absoluta de España, era, por esa razón de la firma en Costa Rica, el Acta de Independencia de Costa Rica. A eso se redujo la esencia de su intervención.

La develación del Monumento fue elegante, con elementos sorpresivos en su forma. Pudo distinguirse bien la figura femenina y su grandeza, su estilizada Figuera, esplendorosa, con energía, con vitalidad.

Por fin se empiezan a hacer en el país obras “monumentales” en la escultura monumentaria, que es la que se dedica a conmemorar eventos, figuras, hechos, pasajes de la Historia Nacional, y de la Historia Patria, que exalten de esa manera su trascendencia y significación histórica. La escultura monumentaria es la que también se orienta a conmemorar y perpetuar la memoria de los hechos y figuras, héroes y personalidades históricas.

Por la situación de la Escultura “La Libertad”, como se la conoce, se podría considerar también una escultura de ambiente, colocada en la Plaza Mayor de Cartago, justo al frente de la Municipalidad y de la ruinas de la Iglesia, que son parte de ese entorno.

Lo que queda en evidencia es que esa Escultura exige y necesita una restructuración de todo ese espacio, de todo ese parque o Plaza Mayor, una remodelación total del parque, incluyendo la consideración de eliminar los árboles, si es del caso sustituirlos, sin que estos opaquen el Monumento. Si esto no se hace la Escultura pierde su fuerza, su distinción y la posibilidad de convertirse en el elemento central de ese espacio.

El Monumento Nacional, en el Parque Nacional, tiene su lugar destacado, abierto, respecto a los elementos naturales que le acompañan, y con el espacio suficiente para actos protocolarios al frente del mismo y con espacio agradable para quienes lo visitan, caminan y descansan en el Parque Nacional.

Lo desagradable de los monumentos y edificios públicos, cuando se inauguran, son las placas que se les ponen indicando quienes aprobaron la realización de esos edificios, o quienes financiaron la obra escultórica o el monumento en su conjunto, y en algunos casos ponen hasta las empresas constructoras, sus ingenieros y arquitectos, o a los escultores. Así sucedía con el Monumento a las Garantías Sociales, del escultor Olger Villegas, antes de la actual remodelación de ese espacio, por los puentes túneles y autopistas que se han construido, que alrededor suyo tenía cuatro rótulos en los puntos cardinales, con unas letras en grande que decían BCR, indicando al Banco de Costa Rica que seguramente mantenía el conjunto escultórico. Igual se hizo con el edificio nuevo de la Asamblea Legislativa, y en muchos edificios públicos aparecen todas las directivas, con sus nombres, de quienes inauguraron o tomaron el acuerdo de impulsar esas obras.

En el actual Monumento escultórico a “la Libertad”, en la Plaza Mayor de Cartago, igualmente le pusieron una placa resaltando a la empresa bancaria cartaginesa que financió la obra.

En ninguna parte del mundo, ante una obra como ésta, se hace eso, de poner una placa que parece que es un homenaje a la empresa. Nadie puede imaginarse al Arco del Triunfo en París con una placa de esa naturaleza, o el Monumento de Lincoln o a Washington con unas plaquitas de ese tipo.

Ese tipo de prácticas en Costa Rica, de poner placas alusivas y abusivas a las empresas privadas, que financian o participan en su construcción es una tremenda polada, es un acto de extremo mal gusto, que nada artístico tiene y le quita al Monumento, a la Escultura, su belleza, la afea. Esas placas no forman parte del Monumento, pero al estar allí pareciera que son parte integrante de él. Patrimonio Histórico debiera pronunciarse a este respecto, con este Monumento y con todos aquellos que tengan estas horribles placas.

Es también una manera corrupta de hacer propaganda personal, y política, de los funcionarios que forman parte o mandan a inscribir sus nombres en esas placas. No se inmortalizan de esa manera. Pareciera que dejan sus nombre como si fueran placas mortuorias.

Puedo entender que las Juntas Directivas, y quienes dentro de ellas toman esas decisiones, y ciertos políticos por su ignorancia, por su mal gusto artístico, o poca o casi ninguna cultura general, corran preocupados por verse en letras de molde en una placa como si fuera una placa grabada, de tipo funerario, puesta no en un cementerio, en un nicho mortuorio, o en un mausoleo en un cementerio, para indicar quienes están allí son “muertos en vida”.

Para eso están los brochures o aquellos elementos informativos que, en pequeños escritos, expliquen la obra, señalen a sus autores o escultores, las autoridades políticas que lo aprobaron, o la administración en que fueron hechas. A propósito de esto, el brochure elaborado por la MUCAP y la Municipalidad de Cartago, titulado “Monumento a la Independencia. Costa Rica victoriosa” está muy bien concebido, cumple esa función informativa, describe la obra en sus elementos principales y destacados, señala los elementos centrales de la escultura, de sus materiales, destacando al artista, al escultor Ángel Lara Vargas, que la realizó. Eso es suficiente. La placa de los “muertos en vida” deben quitarla. Con quitarla no pierde majestuosidad la MUCAP en su generosa colaboración con la hechura del Monumento. Se dignifica en su sencillez, humildad y discreción, con que debería actuar su Junta Directiva en este caso.

Al monumento alusivo a la Independencia, en Cartago, se le debe eliminar esa placa horrorosa que le pusieron al frente, que devalúa la Estatua y la expresión artística allí expresada, que dice poco de la empresa bancaria que pagó la obra generosamente, sin que por ello condicionara que tenía que anunciarse que esa empresa pagó la obra. Si así fue, que condicionó, no se debió aceptar el obsequio… quien paga la música manda el baile, dice el refrán, y más peligroso es cuando se pagan obras de municipalidades o de entes públicos…la cochinilla es la cochinilla. Hay que evitarla.

Costa Rica en la encrucijada electoral. Un análisis a inicios del bicentenario de la Independencia

Vladimir de la Cruz

Costa Rica, como país, goza de una fama internacional de Democracia centenaria, de gran estabilidad política y de ser un país sin Ejército desde 1949, aparte de gozar, también, de uno de los índices de mayor felicidad en el mundo.

La tradición antimilitarista es real. Desde el siglo XIX, aun cuando hubo un Ejército Nacional que desempeñó un papel heroico, derrotando la presencia filibustera norteamericana en Costa Rica, en Nicaragua y en Centroamérica, durante los años 1856 y 1857, a partir de 1869 empezó a debilitarse su presupuesto nacional, fortaleciéndose a la vez los presupuestos orientados a la educación e instrucción pública.

El primer Jefe de Estado, luego de la Independencia de España, en 1821, fue un educador, quien gobernó el país desde 1824 hasta 1833, marcando desde entonces un impulso al proceso educativo, contrastado con el resto de los países centroamericanos que no apostaron por la educación como una política prioritaria de Estado y de Gobiernos.

Desde aquellos años iniciales después de la Independencia hasta hoy los Jefes de Estado y los Presidentes han sido principalmente educadores, abogados, médicos y civiles. No se desarrollaron ni surgieron líderes militares, porque el Ejército desde 1869 estuvo controlado en su dirección política superior por civiles, y por ausencia de conflictos militares internos y externos, que hubieran facilitado el desarrollo de castas y líderes militares.

Excepcionalmente militares han ocupado, por breves períodos el Gobierno sin haberse perpetuado como dictadores o tiranos, al estilo de los países centroamericanos y latinoamericanos.

Dictaduras y golpes de Estado en el Siglo XX fueron dos, una desde 1917 hasta 1919, que cayó por la lucha y presión popular, y la otra, desde 1948 hasta 1949, que resultó de la Guerra Civil, de marzo abril de 1948, que voluntariamente dejó el Poder entregando la Presidencia de la República al candidato Otilio Ulate, a quien el Congreso le anuló la elección de febrero de 1948, lo que provocó ese alzamiento armado y el establecimiento de esa Junta de Gobierno de Facto.

En la práctica electoral desde 1872 los gobiernos han sido alternos, cada seis, tres o cuatro años, que han sido los plazos de gobiernos, en distintos momentos. Desde 1882 cada cuatro años los gobiernos han alternado regularmente.

Hasta 1890 las autoridades de gobierno se elegían sin participación de partidos políticos, que empezaron a funcionar desde 1890. Desde entonces solamente a través de partidos políticos se puede ser candidato a puestos de elección popular, municipales, provinciales, de diputados, y presidenciales.

La reelección de diputados y concejales municipales se permitió de manera continua hasta 1948. Desde 1949 no se permite la reelección consecutiva de diputados ni de presidentes. Sí se permite la reelección consecutiva de concejales municipales y de partidos políticos en las estructuras de poder ciudadano, y alternativa al menos de un período de gobierno para los puestos de diputados y presidentes.

El sistema electoral desde 1821 se ha perfeccionado, ampliado y democratizado. Hasta 1913 las elecciones eran indirectas, y de segundo grado, con pocos electores. Directas a partir de ese año por parte de todos los electores. A partir de 1924 se establecieron las votaciones secretas, frente a la práctica del voto público imperante. En 1935 se estableció un mecanismo que le dio mayor estabilidad al proceso electoral, de decidir las elecciones con el 40% de los votos válidos.

En 1949 se estableció el voto universal reconociendo el voto de la mujer, quien lo empezó a ejercer en 1951 siendo electas por primera vez en el nivel legislativo en 1953, y a nivel presidencial por primera vez en el 2010. Desde 1974 se estableció el voto a los 18 años.

Un elemento clave en este proceso fue el desarrollo de las instituciones electorales, la legislación electoral anterior a 1948, la constitución de un Tribunal Nacional Electoral en 1946, que a partir de 1949 se le dio rango constitucional, llamado desde entonces Tribunal Supremo de Elecciones, como cuarto Poder de Estado, separado e independiente de la esfera del Gobierno, con capacidad de organizar plenamente los procesos electorales y con la capacidad declarativa de sus resultados sin posibilidad de su revisión o apelación.

La experiencia electoral desde 1949 le ha dado a este organismo la confianza pública, en los procesos electorales y sus resultados.

Un elemento que distingue a Costa Rica en estos procesos electorales es que durante el período electoral, que cubre en la práctica 5 meses, cuatro anteriores a las elecciones y uno posterior, toda la Fuerza Pública, y todas las policías administrativa, como la de Tránsito, pasan a la potestad administrativa y dirección política nacional del Tribunal Supremo de Elecciones, y durante el día de las elecciones, ningún miembro de la Fuerza Pública puede presentarse a los recintos y juntas electorales con sus armas de servicio.

Todo el proceso electoral, y de los materiales electorales, papeletas de votación, y lo que se necesita para ese día de las elecciones, lo entrega el Tribunal Supremo de Elecciones a los miembros civiles, que son representantes de los partidos políticos, que participan en las elecciones, que son quienes componen o integran esas Juntas Electorales. Del resultado electoral se hacen actas de cada Junta Electoral, con copia a cada miembro de partido de esa Junta, para los controles ciudadanos y partidistas correspondientes.

Desde 1949 hasta hoy se ha perfeccionado bastante el sistema de partidos políticos y de la participación. Electoralmente desde 1953 hasta hoy han habido 17 gobiernos. El próximo 6 de febrero se harán las elecciones nacionales para elegir un nuevo gobierno.

De los 17 gobiernos que ha habido, nueve los ha ganado el partido Liberación Nacional, de orientación social demócrata, seis por tres coaliciones de partidos en general socialcristianos y tres por el partido Unidad Social Cristiana, y los dos últimos gobiernos por el Partido Acción Ciudadana, que no tiene una ideología de referencia. De esto se desprende que en el país se haya hablado de un Bipartidismo dominante que corresponde al dominio de los socialdemócratas y socialcristianos en 15 de 17 gobiernos. Actualmente podemos hablar de un tripartidismo gobernante. También se ha hablado de un Bipartidismo legislativo en tanto hasta 1998, desde 1953, estos dos grupos dominantes también ejercieron la mayoría parlamentaria, lo que les permitía tomar acuerdos políticos fácilmente, aun cuando había otras fuerzas representadas en el Poder Legislativo. Pero, a partir de 1998 ese bipartidismo legislativo parlamentario se perdió. Los grupos hasta entonces dominantes perdieron su conjunta mayoría, y desde ese momento se ha entrado en una situación cada vez más amplia de partidos políticos parlamentarios.

A nivel presidencial hasta las elecciones del 2018 participaban hasta 15 partidos a nivel presidencial. Para las próximas elecciones de febrero hay 27 partidos en trámite de inscripción presidencial, pudiendo quedar finalmente en unos 20 participando, con orientaciones políticas muy divididas entre sí. Los resultados electorales de los últimos dos procesos electorales significaron que el Partido Acción Ciudadana, partido gobernante, eligiera 14 y 10 diputados de los 57 que integran la Cámara legislativa, lo que lo ha hecho un partido débil parlamentariamente, lo que no le ha impedido hacer acuerdos legislativos más por la agenda nacional común política que por proyectos propios.

Esta situación ha alterado ligeramente el ambiente electoral, porque a nivel legislativo se estima que todos esos partidos participarán con sus propios candidatos para elegir los 57 diputados nacionales, más 26 partidos provinciales que solo participan en este nivel legislativo, para un total de probablemente más de 45 partidos finalmente inscritos, para las elecciones legislativas, con un total de por lo menos 2500 candidatos a diputados, con una población electoral que ronda los 3 millones de ciudadanos, de los cuales puede haber un electorado abstencionista de un 25 al 30%.

Esta es la encrucijada electoral que enfrenta Costa Rica a partir de esta publicación, cuando ya estará definido todo el panorama electoral, que volveré a atender en diciembre, al realizarse la tregua electoral, de quince días, de la navidad.

Lo que ha hecho el Poder Ejecutivo con la celebración de la Independencia en Cartago es moral y políticamente despreciable

Vladimir de la Cruz

El 29 de octubre, guste o no guste, se esté de acuerdo o no con esa fecha, de 1821, fue cuando en Cartago, entonces la capital colonial de Costa Rica, se tomó la decisión de Declarar la Independencia absoluta del reino español.

Como se dice en el Artículo primero del Acta, de esa fecha, que se aprobó por el Ayuntamiento de Cartago, que reunía delegados de distintos pueblos, nombrados en cabildos abiertos, para tomar una decisión frente a las Actas de Independencia de Guatemala, del 15 de setiembre, y la de León de Nicaragua, de 28 de setiembre, que habían llegado a conocimiento de los costarricenses el 13 de octubre, las cuales se pusieron en conocimiento de los costarricenses, en sus pueblos, para que enviaran delegados a Cartago, que se reunirían ese día, 29 de octubre para tomar una decisión.

Así ese glorioso día, 29 de octubre de 1821, se Declaró la Independencia de Costa Rica, como lo hicieron en las distintas provincias de Centroamérica, en sus respectivas fechas, el 21 de setiembre en El Salvador, el 28 de setiembre en Honduras, Comayagua, y en Nicaragua, actuando. de la misma manera, el Acta del 15 de Setiembre de Guatemala como el detonante de esas otras Declaraciones.

Se ha celebrado el Bicentenario de la Declaración de la Independencia de Guatemala, como la de Centroamérica, con todas la formalidades que siempre se ha tenido con esa fecha, a pesar de que desde la Asamblea Nacional Constituyente, de las Provincias Unidas de Centroamérica, del 1 de julio de 1823, se señaló que la opresión ejercida por el gobierno español “excitó a los pueblos el más ardiente deseo de recobrar sus derechos usurpados, que a impulsos de tan justos sentimientos, todas las provincias de América sacudieron el yugo que las oprimió por espacio de tres siglos: que las que pueblan el antiguo reino de Guatemala proclamaron gloriosamente su independencia en los últimos meses del año 1821”, refiriéndose a los meses de setiembre y octubre, y a las independencias pronunciadas a partir de la de Guatemala, por el Salvador, Nicaragua, Honduras y Costa Rica, y por Acuerdo del Supremo Poder Ejecutivo de las Provincias Unidas de Centroamérica, del 1 de setiembre de 1823, se dispuso “que en todos los pueblos de las Provincias Unidas se celebre la Memoria del día en que cada uno proclamó su independencia del gobierno español”, siendo el caso de Costa Rica, el 29 de octubre de 1821.

El próximo viernes 29 de octubre se cumple el Bicentenario de la proclamación de la Independencia de Costa Rica, hecha en Cartago. El Gobierno Municipal de Cartago ha hecho todos los esfuerzos por hacer una digna celebración, que incluye la develación de un Monumento a la Libertad, a la Independencia, en la Plaza Mayor de esa ciudad al frente del Palacio Municipal, entre una gran cantidad de actividades que allí se han venido celebrando y realizando por la Municipalidad, por la Asociación de la Puebla de los Pardos y otros grupos culturales, con publicaciones de un enorme valor investigativo y documental.

Para el viernes el Gobierno municipal y el Alcalde de Cartago, Mario Redondo, gestionaron ante el Gobierno de la República que se diera asueto a los trabajadores públicos para celebrar, como se debe, esta fecha bicentenaria. El Gobierno ha rechazado, ha denegado, este asueto. Según el Presidente Carlos Alvarado, para el Poder Ejecutivo “esta fecha no tiene fundamento ni razón de ser”, así comunicado por la viceministra de Gobernación y Policía, Priscilla Zúñiga al Gobierno municipal, cuando la práctica, del asueto, por más de 50 años se ha dado en Cartago a los funcionarios públicos, particularmente, del Cantón Central.

Si para el Presidente y su Gobierno que “esa fecha no tiene fundamento ni razón de ser”, ¿para qué va a ir el Presidente a las celebraciones que están programadas, movilizando hasta la Sinfónica Nacional, para que entone el Himno Nacional, por asistir el primer Mandatario? No solo es un absurdo y una contradicción, sino una verdadera afrenta a los cartagineses, y al país, que el Presidente que desprecia esta fecha se haga presente, solo para la pasarela política, y las cámaras de los medios de comunicación, en un acto tan importante que él desprecia, ignora y que del todo no justifica.

Según me han dicho irá y participará con una representación “medio oficial”, término que desconocía de las participaciones oficiales del Presidente. Pero si va a medias, a medias deben recibirlo en la Municipalidad, en los actos oficiales de esa celebración, y a medias deben darle su protocolo oficial en esos actos, como si fuera un medio presidente.

La postura del Presidente en este caso muestra lo absurdo de estar trasladando las fechas patrias, como las del 11 de abril, 1 de mayo, 15 de setiembre, por citar unas, para lunes o viernes, cuando “caen” esas fechas entre martes y jueves de la semana, lo que se ha justificado “comercialmente”, “económicamente” y “turísticamente” no para hacer celebraciones de tres días en torno al significado nacional y patriótico de esas efemérides, sino para que alejados de esas fechas y de sus contenidos, los ciudadanos que puedan ir a las playas y lugares de recreación puedan aprovechar, esos tres días seguidos, como si fuera un fin de semana extenso o más largo, y contribuir de igual manera a la desmemorización de valores y significados patrios.

Para quienes han venido imponiendo esta práctica de feriados extensos lo único que les interesa es hacer plata, hacer más dinero…eso es todo su patriotismo.

En este caso, que el 29 de octubre cae un viernes, bien pudieron haber justificado “su patriotismo” dentro de esa misma filosofía y haber dado el asueto, de los tres días desde el viernes incluido, para los que quisieran irse a vacacionar, con pago de fin de mes, también incluido, y dando, a la vez, también, la oportunidad de que quienes quisieran sumarse a las fiestas y actos de celebración del Bicentenario, de la Independencia en Costa Rica, lo hubieran hecho al calor del entusiasmo que ha puesto la Municipalidad de Cartago en esto, y de la develación del Monumento a la Libertad o la Independencia, como se conocerá ese Monumento en Cartago.

Que no hayan dado el feriado o el asueto, como se gestionó, no es por compromiso patriótico con la producción del país, ni por ahorrarle dinero al erario público, o a los costarricenses y a los empresarios. Es tan solo por mezquindad, por falta de nobleza con el pueblo de Cartago y del pueblo costarricense, en no celebrar la Fecha de Independencia Nacional, proclamada en Cartago.

Lo hecho por el Poder Ejecutivo es moral y políticamente despreciable. Así, despreciablemente, deberían recibir, en trato y en su presencia, sin ninguna distinción especial, de la manera más simple posible, a los representantes del Poder Ejecutivo en Cartago, y en la Municipalidad, el viernes que llegarán para la foto.

Lo resuelto por el Poder Ejecutivo expresa ruindad y bajeza, la falta de conocimiento histórico de quienes tomaron esa decisión de que esta “esta fecha, del 29 de octubre, no tiene fundamento ni razón de ser”. Si es así, ¿para que van a ir los señores del Poder Ejecutivo y su comparsa de ignorantes acompañantes? ¿Para qué están “embarcando” al Presidente con semejante estupidez de la incomprensión de esta fecha?

Independencia: el descaro no puede ser más grande y la realidad no puede ser más que evidente

Comunicación SITRAINA

Centroamérica y Costa Rica celebran la independencia de España. Existen muchas valoraciones sobre este hito histórico, ocurrido en 1821. Entre algunos de estos aspectos se encuentran el modo mediante el cual se dio esta independencia. A diferencia de los países sudamericanos que tuvieron que enfrentar cruentas guerras, en las que sobresalieron caudillos criollos como Simón Bolívar o Francisco Pizarro; a Centroamérica la independencia del imperio español le llegó sin derramamiento de sangre. Esto se debió a que España era un imperio en acelerada decadencia y centraba sus fuerzas en las guerras religiosas europeas, más que en sus dominios del mar, donde era superada por Inglaterra, y de las colonias en América.

Después de la independencia de España, Costa Rica afrontó importantes gestas para conservar su independencia; entre ellas, guerras civiles para decidir si se anexaba o no al imperio mexicano de Iturbide y la defensa de la patria, liderada por Juanito Mora en 1856, en contra de los filibusteros, liderados por William Walker.

Debido a estas gestas y la historia no contada de Costa Rica, es importante recalcar que la libertad y la independencia no es algo que se tiene, sino que se trabaja y se materializa.

Desde antes de la independencia de España, en Costa Rica se generó una casta de familias criollas adineradas que querían independizarse de España para no pagar impuestos a la Corona. De esta misma casta surgieron los principales grupos de poder que se disputaron el poder, durante los siglos XVIII y XIX, en medio de golpes de estado, fusilamientos y la implementación de algunas ideas progresistas, traídas por criollos estudiados en Europa, principalmente del liberalismo inglés de Charles James Fox y Leonard Hobhouse, un liberalismo que era muy distinto de como se entiende este término hoy en día en la política nacional. Entre estas políticas progresistas se encuentra el acceso a la educación, la secularización de los cementerios y la mejora de ciertas condiciones sociales para las personas más necesitadas.

Gran parte de esta influencia liberal inglesa, que como dijimos, se inspiraba en el pensamiento de Leonard Hobhouse (pensador que consideraba que la evolución era una fuerza natural que conducía las dinámicas de la vida, pero que la racionalidad humana intervenía en esta dinámica para aportar a la conformación de mejores condiciones humanas, motivo por el cual, a diferencia de como pensaban Spencer y Burke, entre otros, el Estado debía intervenir en la economía y generar reformas sociales que logren mejores condiciones de vida para los más necesitados), generó una división en el seno mismo de las familias adineradas costarricenses, ya que algunas conservaron ese sentimiento criollo de no querer pagarle impuestos ni a la corona ni al Estado costarricense y otras consideraron que invertir en salud y educación era fundamental para tener un mejor país para todas y todos.

Durante la primera mitad del siglo XX, en Costa Rica confluyó una gran diversidad de pensamientos políticos que comprendía el conservadurismo, el social-cristianismo, el liberalismo, el reformismo y el comunismo. Esta amalgama de discursos y un contexto donde la educación adquiere mucha importancia, propició las condiciones para la creación de las garantías sociales como el Código de Trabajo, universidades públicas, la CCSS, del ICE, el INA entre otras instituciones que pretendían hacer que el país saliera adelante, mejorando las condiciones de vida de toda la población.

Sin embargo, para la creación de estas instituciones que tanto bien social han generado a Costa Rica, debía pagarse impuestos y no debemos olvidar que los sectores conservadores de las familias adineradas del país siempre se han opuesto a los impuestos y es así como siempre han visto con cierto odio y desprecio el papel que cumplen estas instituciones en nuestras sociedades.

Durante la segunda mitad del siglo XX, se establecieron las condiciones de la Guerra Fría y Estados Unidos comenzó a ejercer una fuerte influencia para satanizar a los movimientos comunistas en América Latina, así como la aplicación de políticas progresistas en la región. Sin embargo, en Costa Rica se estableció y consolidó, después de la gesta de 1948, un modelo social-democrático, gracias al afianzamiento de las instituciones públicas y de una clase media que se fortalecía a través del acceso a la salud, la educación y el trabajo. El Estado intervenía en la economía, a través de impuestos, para financiar los programas de reformas sociales que brindaban las condiciones materiales para que el pueblo costarricense pudiera salir adelante. Se partía de los principios del liberalismo de la primera mitad del siglo XX, de acuerdo con el cual, el mercado promueve la libertad, pero a la misma vez genera injusticias, motivo por el cual, el Estado debe intervenir en la economía y obtener una parte del pozo de la riqueza del mercado, para generar igualdad social.

Todo lo anterior era un trago amargo para las familias conservadoras de este país, las cuales fueron afianzándose tanto en el PLN como en el PUSC, a lo largo del periodo del bipartidismo y posteriormente en el rejuntado del PAC, Sin embargo, desde la década de 1970, estas familias encontraron un respiro en los discursos neoliberales que promovía Estados Unidos, principalmente a partir del gobierno de Ronald Regan. De acuerdo con estos discursos, tal y como lo hemos venido estudiando en entregas anteriores, el mercado es una entidad racional que es capaz de colocar cada una de sus fuerzas donde generen una mayor productividad; por lo tanto, nada, ni el Estado, puede regular el mercado y si el Estado interviene en el mercado, mediante la aplicación de impuestos, comete una injusticia en contra del mercado y atenta en contra del modelo de democracia yanqui.

Este modelo neoliberal se fue imponiendo en nuestro país, con la aplicación de Programas de Ajuste Estructural (PAEs), durante las décadas de 1980 y 1990 y con la privatización de un conglomerado de empresas estatales que intervenía en el sector productivo nacional (CODESA), en la década de 1990. Estas mismas políticas fueron las que predominaron en el intento de Miguel Ángel Rodríguez de privatizar el ICE en 2001 y la promoción, impulso y aprobación del TLC por parte de Óscar Arias, entre 2004 y 2007,

Paralelo a este proceso, en Costa Rica se había consolidado una democracia participativa con un importante poder político. El contar con clases medias educadas y dispuestas a defender el estado social de derecho y todas sus instituciones, a través de sindicatos y movimientos sociales, logró frenar las intenciones de Miguel Ángel Rodríguez de privatizar el ICE y generó una fuerte oposición en contra del TLC que al final se manifestó en el Movimiento del NO, en el desafortunado Referéndum de Óscar Arias, con memorándum del miedo de Kevin Casas y Fernando Sánchez incluido.

Sin embargo, el ataque mediático de las familias conservadoras y neoliberales del país a las instituciones públicas; ya no solo para no pagar impuestos, sino también para aumentar su pecunio al incorporar a sus negocios sectores de la economía que el Estado regula para generar igualdad social (como lo es la salud, la educación, el agua, la electricidad, los seguros y las telecomunicaciones); se ha caracterizado por aplicar una misma fórmula, diseñada globalmente por la inteligencia de Estados Unidos: a. escándalos de corrupción e impunidad para los políticos que saquean las instituciones; b. presentar ante los ojos de las audiencias los servicios públicos como servicios de baja calidad; c. generar normas y reglamentos que traban el buen funcionamiento de las instituciones; d. hacer ver a la y el empleado público como vagos con privilegios; e. tercerizar, que es lo mismo que privatizar, los servicios, comenzado por seguridad, mantenimiento general y limpieza y llegando progresivamente a los servicios esenciales como salud y educación; e, desfinanciar las instituciones públicas y las arcas del estado a como dé lugar; f. quebrar las instituciones públicas; g. venderlas al mejor postor, o sea a los miembros de las élites nacionales y a los consorcios trasnacionales.

Durante este gobierno, las políticas promovidas por las familias adineradas, conservadoras y neoliberales, se han afianzado con mayor fuerza en este país. El desprestigio que habían sufrido durante los últimos años los sindicatos, los movimientos sociales y sobre todo el derecho a huelga, que garantizaban una clara democracia participativa, han sido un golpe duro para la oposición popular. Por otra parte, las políticas de impuestos se han ceñido en contra de las personas pobres y han exonerado y generado condiciones cada vez mejores para los ricos. En síntesis, este gobierno ha debilitado con mayor fuerza la clase media de nuestro país y tiene como excusa la pandemia, como si esta fuera la única causa de la crisis general de Costa Rica.

Los contrastes son más que evidentes. Mientras la clase política se impone en la Junta Directiva de la CCSS y modifica la Ley de Pensiones, bajando los montos que recibirán las personas trabajadoras y aumentando la edad de pensión y mientras la SUPEN, conducida por el ojo perverso de Rocío Aguilar, busca reducir o eliminar las pensiones mínimas; en la Asamblea Legislativa se promueve proyectos de ley para condonar la deuda que tienen con la CCSS, no solo las y los trabajadores independientes, como lo quieren hacer ver algunos medios de comunicación, sino las deudas de compañías con casos de corrupción pendientes como ALDESA e incluso las deudas de algunos diputados. El descaro no puede ser más grande y la realidad no puede ser más evidente.

Es en medio de este contexto que el Gobierno de la República celebra el Bicentenario. Un Bicentenario que no pasa de la etiqueta y el protocolo, porque en acciones materiales, la independencia actual de las clases pobre y media de Costa Rica se está yendo por el drenaje del neoliberalismo, al igual que la democracia participativa y en general, nuestra libertad.

Estimadas y Estimados Afiliados de SITRAINA. Estimadas y Estimados Compatriotas. La independencia no debe ser celebrada simplemente como “la” independencia. El 15 de setiembre se celebra la independencia de España, pero debe servirnos la fecha no solo para conmemorar esto, sino para hacer memoria histórica sobre nuestro pasado y valorar desde ahí nuestra situación presente: ¿qué tan independientes somos en Costa Rica, sino pertenecemos a las familias históricamente más ricas, conservadoras y neoliberales?

Costa Rica: pan y circo de bicentenario

Marcos Chinchilla Montes

Juvenal acuñó la expresión “pan y circo para el pueblo”, la que alude a la distracción que se le ofrece e impone a un pueblo para evitar que éste no solo reflexione sobre las contradicciones y problemas que afectan a la sociedad en la que vive, sino también para que busque superarlas.

En eso resumo el espectáculo que se organizó para celebrar la independencia costarricense el pasado 15 de setiembre en el Estadio Nacional. Un colorido espectáculo tipo Hotel Fiesta (con su todo incluido) donde se conjugan luces, trajes, bailarines, músicos e historias perfectamente sincronizadas en torno a una idea central: el ser iguales en un país encantador, perfecto, independiente y sin contradicciones. Miles aplaudieron la versión oficial, la versión que siempre han conocido desde su niñez.

Ni por asomo, una alusión a la corrupción, al aumento de la pobreza, o la concentración de riqueza cada vez más descarada y vergonzosa, a las imposiciones históricas del Fondo Monetario Internacional. Nada de mencionar el machismo y la violencia hacia la mujer, el tráfico de drogas, la discriminación a las poblaciones no binarias, la violencia del crimen organizado que se extiende por todo el país. Bien escondidos quedaron los asesinatos políticos del Codo del Diablo, el robo de las tierras indígenas, el combo fiscal, la ilegalización de las huelgas, la destrucción del medio ambiente, la policía militarizada que reprime manifestantes, la exclusión educativa, la venta de la patria. Carmen Lyra figuró mutilada e instrumentalizada, al menos no quedó reducida a los Cuentos de mi tía Panchita.

Se impuso la fina coreografía, una bofetada descarada a historia crítica y reflexiva de nuestro pasado.

En fin, lo volvieron a hacer; millones de costarricenses recibieron su dosis de soma para afianzar la idea de que somos lo mejor de Centroamérica y América Latina; aunque diversos indicadores sociales reflejan la progresiva y peligrosa regresión social que sufre el país. Eso se llama construir la identidad nacional a base de mentiras y sueños, ocultando debajo de la cama nuestras múltiples contradicciones acumuladas a lo largo de siglos.

Tal vez para el tricentenario, quienes nos sucedan puedan reflexionar de manera profunda y honesta sobre el país que están construyendo; si es que quienes vivimos en esta época, algo les dejamos para repensar su pasado y futuro.

Podcast: Conmemoración crítica del Bicentenario ¿200 años de qué?

El proyecto En la Ruta del Acta el cual está integrado por 5 agrupaciones de teatro profesional de Centroamérica, consta de 3 fases. En su primer fase ha producido una residencia de creación teatral. Como parte de sus actividades, han realizado un conversatorio para discutir sobre el Bicentenario de la Independencia, en el que se contó con la participación de:

  • Rodolfo Oreamuno (Costa Rica)
  • Gustavo Ostrich (Guatemala)
  • Kristy Galves (Guatemala)
  • Edgar Valeriano (honduras)

Se le invita a sintonizar la transmisión completa:

 

Compartido con SURCOS por Rodolfo Oreamuno.

Liceo indígena Tsikriyök celebró por lo alto el bicentenario de la independencia

Por Uriel Rojas

El Liceo Indígena de Tsikriyök, situado en Cabagra de Buenos Aires, se tiñó de blanco azul y rojo, así como de otros símbolos y elementos patrios para celebrar con fervor, los 200 años de independencia. 

Ubicarse en las entrañas de la montaña, con acceso limitado y distante de los centros educativos urbanos, no fue obstáculo para que este Liceo celebrara con orgullo y patriotismo el bicentenario de nuestra libertad.

Trasladando la antorcha por caminos de tierra, entonando cantos patrióticos, asistiendo a los actos cívicos, ondeando la bandera tricolor y otros elementos propios de la cultura bribri-cabécar, los estudiantes del Liceo Indígena Tsikriyök lucieron por lo alto, su orgullo de ser costarricenses.

Muchos de ellos deben caminar varias horas desde su casa para llegar al Liceo, pero, aun así, no faltaron para exhibir su entusiasmo patrio y seguir escribiendo su propia historia.

Este Liceo cuenta con 102 estudiantes, los cuales provienen de 6 comunidades aledañas, enclavadas en las montañas de este territorio.

De acuerdo a Sonia Rojas Méndez, directora de este centro educativo, “el 90% de la población estudiantil mantiene su lengua materna y sus costumbres innatas, tanto en sus hogares como en el centro educativo y se aprovechan los conocimientos ancestrales para seguir cultivando en ellos la identidad indígena bribri”.

Durante los actos cívicos de este bicentenario, se recalcó la importancia de fortalecer los valores de independencia, la autonomía, la soberanía nacional, libertad, igualdad y la fraternidad.

Este centro educativo se ubica en la comunidad de Yuavín de Cabagra, al Norte de Buenos Aires de Puntarenas y fue fundado en el 2014.