Independencia: el descaro no puede ser más grande y la realidad no puede ser más que evidente

Comunicación SITRAINA

Centroamérica y Costa Rica celebran la independencia de España. Existen muchas valoraciones sobre este hito histórico, ocurrido en 1821. Entre algunos de estos aspectos se encuentran el modo mediante el cual se dio esta independencia. A diferencia de los países sudamericanos que tuvieron que enfrentar cruentas guerras, en las que sobresalieron caudillos criollos como Simón Bolívar o Francisco Pizarro; a Centroamérica la independencia del imperio español le llegó sin derramamiento de sangre. Esto se debió a que España era un imperio en acelerada decadencia y centraba sus fuerzas en las guerras religiosas europeas, más que en sus dominios del mar, donde era superada por Inglaterra, y de las colonias en América.

Después de la independencia de España, Costa Rica afrontó importantes gestas para conservar su independencia; entre ellas, guerras civiles para decidir si se anexaba o no al imperio mexicano de Iturbide y la defensa de la patria, liderada por Juanito Mora en 1856, en contra de los filibusteros, liderados por William Walker.

Debido a estas gestas y la historia no contada de Costa Rica, es importante recalcar que la libertad y la independencia no es algo que se tiene, sino que se trabaja y se materializa.

Desde antes de la independencia de España, en Costa Rica se generó una casta de familias criollas adineradas que querían independizarse de España para no pagar impuestos a la Corona. De esta misma casta surgieron los principales grupos de poder que se disputaron el poder, durante los siglos XVIII y XIX, en medio de golpes de estado, fusilamientos y la implementación de algunas ideas progresistas, traídas por criollos estudiados en Europa, principalmente del liberalismo inglés de Charles James Fox y Leonard Hobhouse, un liberalismo que era muy distinto de como se entiende este término hoy en día en la política nacional. Entre estas políticas progresistas se encuentra el acceso a la educación, la secularización de los cementerios y la mejora de ciertas condiciones sociales para las personas más necesitadas.

Gran parte de esta influencia liberal inglesa, que como dijimos, se inspiraba en el pensamiento de Leonard Hobhouse (pensador que consideraba que la evolución era una fuerza natural que conducía las dinámicas de la vida, pero que la racionalidad humana intervenía en esta dinámica para aportar a la conformación de mejores condiciones humanas, motivo por el cual, a diferencia de como pensaban Spencer y Burke, entre otros, el Estado debía intervenir en la economía y generar reformas sociales que logren mejores condiciones de vida para los más necesitados), generó una división en el seno mismo de las familias adineradas costarricenses, ya que algunas conservaron ese sentimiento criollo de no querer pagarle impuestos ni a la corona ni al Estado costarricense y otras consideraron que invertir en salud y educación era fundamental para tener un mejor país para todas y todos.

Durante la primera mitad del siglo XX, en Costa Rica confluyó una gran diversidad de pensamientos políticos que comprendía el conservadurismo, el social-cristianismo, el liberalismo, el reformismo y el comunismo. Esta amalgama de discursos y un contexto donde la educación adquiere mucha importancia, propició las condiciones para la creación de las garantías sociales como el Código de Trabajo, universidades públicas, la CCSS, del ICE, el INA entre otras instituciones que pretendían hacer que el país saliera adelante, mejorando las condiciones de vida de toda la población.

Sin embargo, para la creación de estas instituciones que tanto bien social han generado a Costa Rica, debía pagarse impuestos y no debemos olvidar que los sectores conservadores de las familias adineradas del país siempre se han opuesto a los impuestos y es así como siempre han visto con cierto odio y desprecio el papel que cumplen estas instituciones en nuestras sociedades.

Durante la segunda mitad del siglo XX, se establecieron las condiciones de la Guerra Fría y Estados Unidos comenzó a ejercer una fuerte influencia para satanizar a los movimientos comunistas en América Latina, así como la aplicación de políticas progresistas en la región. Sin embargo, en Costa Rica se estableció y consolidó, después de la gesta de 1948, un modelo social-democrático, gracias al afianzamiento de las instituciones públicas y de una clase media que se fortalecía a través del acceso a la salud, la educación y el trabajo. El Estado intervenía en la economía, a través de impuestos, para financiar los programas de reformas sociales que brindaban las condiciones materiales para que el pueblo costarricense pudiera salir adelante. Se partía de los principios del liberalismo de la primera mitad del siglo XX, de acuerdo con el cual, el mercado promueve la libertad, pero a la misma vez genera injusticias, motivo por el cual, el Estado debe intervenir en la economía y obtener una parte del pozo de la riqueza del mercado, para generar igualdad social.

Todo lo anterior era un trago amargo para las familias conservadoras de este país, las cuales fueron afianzándose tanto en el PLN como en el PUSC, a lo largo del periodo del bipartidismo y posteriormente en el rejuntado del PAC, Sin embargo, desde la década de 1970, estas familias encontraron un respiro en los discursos neoliberales que promovía Estados Unidos, principalmente a partir del gobierno de Ronald Regan. De acuerdo con estos discursos, tal y como lo hemos venido estudiando en entregas anteriores, el mercado es una entidad racional que es capaz de colocar cada una de sus fuerzas donde generen una mayor productividad; por lo tanto, nada, ni el Estado, puede regular el mercado y si el Estado interviene en el mercado, mediante la aplicación de impuestos, comete una injusticia en contra del mercado y atenta en contra del modelo de democracia yanqui.

Este modelo neoliberal se fue imponiendo en nuestro país, con la aplicación de Programas de Ajuste Estructural (PAEs), durante las décadas de 1980 y 1990 y con la privatización de un conglomerado de empresas estatales que intervenía en el sector productivo nacional (CODESA), en la década de 1990. Estas mismas políticas fueron las que predominaron en el intento de Miguel Ángel Rodríguez de privatizar el ICE en 2001 y la promoción, impulso y aprobación del TLC por parte de Óscar Arias, entre 2004 y 2007,

Paralelo a este proceso, en Costa Rica se había consolidado una democracia participativa con un importante poder político. El contar con clases medias educadas y dispuestas a defender el estado social de derecho y todas sus instituciones, a través de sindicatos y movimientos sociales, logró frenar las intenciones de Miguel Ángel Rodríguez de privatizar el ICE y generó una fuerte oposición en contra del TLC que al final se manifestó en el Movimiento del NO, en el desafortunado Referéndum de Óscar Arias, con memorándum del miedo de Kevin Casas y Fernando Sánchez incluido.

Sin embargo, el ataque mediático de las familias conservadoras y neoliberales del país a las instituciones públicas; ya no solo para no pagar impuestos, sino también para aumentar su pecunio al incorporar a sus negocios sectores de la economía que el Estado regula para generar igualdad social (como lo es la salud, la educación, el agua, la electricidad, los seguros y las telecomunicaciones); se ha caracterizado por aplicar una misma fórmula, diseñada globalmente por la inteligencia de Estados Unidos: a. escándalos de corrupción e impunidad para los políticos que saquean las instituciones; b. presentar ante los ojos de las audiencias los servicios públicos como servicios de baja calidad; c. generar normas y reglamentos que traban el buen funcionamiento de las instituciones; d. hacer ver a la y el empleado público como vagos con privilegios; e. tercerizar, que es lo mismo que privatizar, los servicios, comenzado por seguridad, mantenimiento general y limpieza y llegando progresivamente a los servicios esenciales como salud y educación; e, desfinanciar las instituciones públicas y las arcas del estado a como dé lugar; f. quebrar las instituciones públicas; g. venderlas al mejor postor, o sea a los miembros de las élites nacionales y a los consorcios trasnacionales.

Durante este gobierno, las políticas promovidas por las familias adineradas, conservadoras y neoliberales, se han afianzado con mayor fuerza en este país. El desprestigio que habían sufrido durante los últimos años los sindicatos, los movimientos sociales y sobre todo el derecho a huelga, que garantizaban una clara democracia participativa, han sido un golpe duro para la oposición popular. Por otra parte, las políticas de impuestos se han ceñido en contra de las personas pobres y han exonerado y generado condiciones cada vez mejores para los ricos. En síntesis, este gobierno ha debilitado con mayor fuerza la clase media de nuestro país y tiene como excusa la pandemia, como si esta fuera la única causa de la crisis general de Costa Rica.

Los contrastes son más que evidentes. Mientras la clase política se impone en la Junta Directiva de la CCSS y modifica la Ley de Pensiones, bajando los montos que recibirán las personas trabajadoras y aumentando la edad de pensión y mientras la SUPEN, conducida por el ojo perverso de Rocío Aguilar, busca reducir o eliminar las pensiones mínimas; en la Asamblea Legislativa se promueve proyectos de ley para condonar la deuda que tienen con la CCSS, no solo las y los trabajadores independientes, como lo quieren hacer ver algunos medios de comunicación, sino las deudas de compañías con casos de corrupción pendientes como ALDESA e incluso las deudas de algunos diputados. El descaro no puede ser más grande y la realidad no puede ser más evidente.

Es en medio de este contexto que el Gobierno de la República celebra el Bicentenario. Un Bicentenario que no pasa de la etiqueta y el protocolo, porque en acciones materiales, la independencia actual de las clases pobre y media de Costa Rica se está yendo por el drenaje del neoliberalismo, al igual que la democracia participativa y en general, nuestra libertad.

Estimadas y Estimados Afiliados de SITRAINA. Estimadas y Estimados Compatriotas. La independencia no debe ser celebrada simplemente como “la” independencia. El 15 de setiembre se celebra la independencia de España, pero debe servirnos la fecha no solo para conmemorar esto, sino para hacer memoria histórica sobre nuestro pasado y valorar desde ahí nuestra situación presente: ¿qué tan independientes somos en Costa Rica, sino pertenecemos a las familias históricamente más ricas, conservadoras y neoliberales?