Freddy Pacheco León
A propósito de la ocurrente discusión legislativa alrededor del feriado equivocado (parece que es lo único que les interesa) del 15 de setiembre como parte de un final de semana largo para ayudar al turismo local, cabe recordar a los señores diputados un par de cositas que habrían de tomar en cuenta en el debate que se ha propuesto.
Lo que se firmó el 15 de setiembre de 1821 fue la declaratoria de independencia de la Capitanía General de América Central, que desconocía la autoridad colonial de España. Los costarricenses no solo no se enteraron, sino que poco les importaba lo que se había decidido allá lejos en Guatemala, pues lo sucedido ese día estaba lejos de hacernos un país independiente, aunque se reconoce que fue un paso adelante hacia el ejercicio de nuestra plena soberanía.
Al conocerse la noticia, que algunos consideraron positiva mientras otros la desdeñaban por irrelevante, sucedió un hecho de gran trascendencia histórica. Resulta que a poco más de un mes de los hechos en Guatemala y en la Diputación provincial de León, exactamente el 29 de octubre «se firmó y juró en la ciudad de Cartago, con la participación del pueblo y de las autoridades de la provincia, nuestra ABSOLUTA INDEPENDENCIA del Gobierno Español».
Hecho trascendental expresado, sin ambigüedades mezquinas, por el expresidente Daniel Oduber en su Decreto Ejecutivo N°5303-E del 23 de octubre de 1975, mediante el cual se pretende (¡porque no ha sido derogado!) recuperar la fecha del 29 de octubre como la que ha de reunirnos en la gran celebración nacional de nuestra independencia patria.
Don Daniel lo hizo, escribió, porque «la fecha del 29 de octubre de 1821 debe ser consagrada en las páginas de nuestra historia como el INSTANTE TRASCENDENTALMENTE SUBLIME en que el pueblo costarricense juró y consagró su destino a la causa de la libertad, la democracia y de los más altos ideales de justicia y de igualdad entre los hombres».
Y es que como escribe el historiador Miguel Rojas, el acta del 29 de octubre es la que registra el nacimiento de Costa Rica como país, y expresa su ligamen tierra-cosmos y su presencia internacional para siempre fuera del yugo español. Lo demás es un producto de una costumbre que no necesariamente es correcta.