Skip to main content

Etiqueta: intervencionismo

El desafío de América Latina frente a Trump: ¿Subordinación o soberanía en el nuevo orden multipolar?

Mauricio Ramírez Núñez

Mi tesis central radica en que las posturas agresivas y unilaterales de Trump hacia la región, lejos de ser exclusivamente negativas, podrían generar un punto de inflexión en el que los países latinoamericanos se vean obligados a tomar una postura más clara, soberana y unificada frente a Estados Unidos, a diferencia de la estrategia «soft» de los demócratas, que suele ser percibida como más sutil pero igualmente intervencionista. Esta es una tesis que países como Rusia la deben de tener muy clara en todo aspecto.

Durante el primer mandato de Trump, México vivió una transformación política significativa. Las posturas abiertamente xenófobas y agresivas de Trump hacia los mexicanos minaron el discurso tradicional de partidos como el PRI, que históricamente habían mantenido una relación servil con Estados Unidos. Esto abrió paso a un sentimiento nacionalista que favoreció el ascenso de Andrés Manuel López Obrador, cuya retórica de soberanía resonó con una población cansada de la corrupción de aquellos partidos, así como de la subordinación política y económica a Washington.

Aquí trazo un paralelismo interesante de considerar: lo que ocurrió en México podría replicarse en toda América Latina. La lógica detrás de esta afirmación es que las amenazas y actitudes confrontativas de Trump, como la idea de recuperar el Canal de Panamá o imponer sanciones unilaterales, podrían obligar a los gobiernos y las sociedades de la región a articular una respuesta más firme y cohesionada, anclada en la multipolaridad emergente liderada por actores como India, China y Rusia. Además de reactivar en la región la semilla para el surgimiento de nuevas fuerzas políticas e ideológicas.

Sin duda Trump seguirá la doctrina Monroe que busca reafirmar el control estadounidense sobre la región mediante una estrategia directa y matonesca, a diferencia de la estrategia más «soft» de los demócratas, que se reviste de un lenguaje progresista y diplomático pero que, en esencia, busca los mismos objetivos hegemónicos. Este contraste pone de relieve una cuestión clave: ¿es preferible enfrentar una hegemonía explícita y directa o una que actúa tras bambalinas? Desde mi perspectiva, la primera opción, aunque más dura, podría ser un catalizador para una mayor autonomía o despertar regional.

En este contexto, queda en evidencia la decadencia de Estados Unidos — por su desesperación por recuperar influencia y recursos— lo cual representa una oportunidad única para América Latina de redefinir su papel en el sistema internacional, dejando de ser un «patio trasero» y posicionándose como una región estratégica dentro del nuevo orden multipolar. Creo que Rusia y China pueden tener una lectura algo similar de esto.

La pregunta central es, ¿Qué postura tomaremos?, es tanto un llamado a la acción como un desafío político. En un escenario de crisis y confrontación, América Latina podría optar por dos caminos: mantener la subordinación histórica a Estados Unidos o construir una respuesta soberana y colectiva que aproveche las dinámicas del sistema multipolar. Esto último implicaría fortalecer la integración regional, diversificar las relaciones exteriores y revalorizar los principios de autodeterminación y soberanía.

Tampoco podemos dejar de lado riesgos de esto. Aunque Trump pueda actuar como un catalizador de cambios, la posibilidad de enfrentar sanciones, desestabilización económica o conflictos internos podría complicar la consolidación de una postura unificada en la región. Además, la creciente influencia de actores como China y Rusia en la región plantea sus propios desafíos en términos de dependencia y negociación.

Es momento de pensar en lo que desde hace tiempo ya varios políticos y académicos han planteado sobre un No Alineamiento Activo que nos permita tener equidistancia estratégica, así como una postura independiente y soberana en la política internacional.

El intervencionismo de Estados Unidos y la impunidad internacional

Por Félix Madariaga Leiva

La intervención de Estados Unidos en los conflictos políticos, económicos y sociales alrededor del mundo, no es algo nuevo ni desconocido, tampoco lo es la invención de noticias e informaciones que les permitan actuar impunemente –tristes ejemplos son Siria e Irak- y aunque sus acciones han sido cuestionadas internacionalmente, puesto que ellas han dejado huellas indelebles para enteras poblaciones, estos ataques e invasiones nunca han recibido una sanción penal u otro tipo de castigo como el que recibió la Alemania nazi, cuyos jerarcas y represores son perseguidos hasta el día de hoy.

Pero lo asombroso, que ya no debería asombrarnos, es que a pesar de los cuestionamientos de la comunidad internacional y el daño y muerte que han ocasionado, no deja de sorprendernos la decisión de Estados Unidos, cuando el 4 de noviembre de 2023, en la Asamblea General de la ONU, su votó se opuso a la ¨Resolución contra la glorificación del nazismo¨, que es presentada desde 2005 y cada año por la Federación Rusa, la que expresa, entre otras cosas, la preocupación por el crecimiento y aumento de los grupos neonazis y por los tributos a personas que lucharon junto a la Alemania de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial. Las razones de Estados Unidos y su voto adverso dan para otro artículo.

La actitud ¨negacionista¨ y ¨maquiavélica¨ del imperio del norte es abierta y clara, protegidos por una histórica impunidad, por un actuar sin consecuencias. Así ha sido su historia pasada, su presente apoyo a Ucrania y quién nos podría asegurar que no será así en el futuro. Ejemplos sobran, la bomba atómica contra Japón que lanzaron sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki en 1945, las devastadoras acciones contra el pueblo de Vietnam, los años 60 y 70 en América Latina, instalando dictaduras militares que dejaron una huella de horror que jamás se olvidará, su incursión en los años siguientes en Afganistán, Panamá, Irak, y todo en nombre de una ¨libertad y democracia¨ de las que se han declarado unilateralmente los defensores universales.

En Chile, el año 1973, Estados Unidos financió el golpe de Estado, quebrando la democracia de un país que vivía pacíficamente nuevos procesos sociales y políticos, buscando mejorar las condiciones de vida de un pueblo pobre y oprimido durante siglos. Las amenazas de lo que podría significar para sus intereses en el resto del continente la llegada de un Presidente como Salvador Allende, los obligó a no escatimar esfuerzos para derrocarlo, dejando truncos los grandes anhelos de justicia de todo un País. Han pasado 50 años y aún no encontramos 1093 detenidos y detenidas desaparecidas, tenemos miles de ejecutados y ejecutadas políticas, familias separadas por el exilio y muchos hombres y mujeres que caminan por las calles de Chile con las secuelas de las torturas que cometieron en nombre de la libertad. Esta es la verdad detrás de la intervención estadounidense en los asuntos internos de Chile. Incluso con la verdad frente a nuestros ojos, y miles de documentos desclasificados que confirman su brutal participación, no ha habido de parte de ellos ningún gesto, ni de pedir perdón ni de reparar el daño causado.

El genocidio tiene dos elementos principales. Los actos cometidos con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como total. Han de cometerse al menos uno de los cinco actos específicos para que tenga lugar la destrucción del grupo: la matanza de miembros del grupo, la lesión grave a su integridad física o mental, el sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que acarrean su destrucción física, total o parcial, las medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo, o el traslado por la fuerza de niños y niñas de un grupo a otro grupo. (Convención para la prevención y sanción de genocidio de Naciones Unidas).

Abiertamente Estados Unidos ha desafiado rotundamente estos conceptos a través de la historia, el mundo no puede olvidar el ataque a Japón en 1945, en Hiroshima vivían cerca de 350 mil personas ese fatídico 6 de agosto, los registros de ese año hablan que la bomba mató unas 140 mil personas, miles murieron después producto de las secuelas de la radiación de la bomba. Tres días después, Estados Unidos lanzó otra bomba atómica sobre Nagasaki, el 9 de agosto de 1945, matando instantáneamente a más de 75.000 personas. Japón se rindió seis días después, el 15 de agosto, poniendo fin a la agresión. Militarmente el ataque fue innecesario, Japón ya estaba vencido. Acorralado en su

propio país, sin recursos era sólo cuestión de tiempo para que se rindiera. Se habría podido evitar la muerte de miles de civiles inocentes.

El negacionismo de Estados Unidos es un fenómeno que golpea la memoria de todas sus víctimas. Nunca han pedido perdón, nunca se han hecho responsables por la destrucción de ciudades completas, por las consecuencias económicas de esa destrucción, por los millones de muertos, huérfanos y desplazados. Por los países que de rodillas y sin recursos intentan ponerse de pie.

Y entonces, ¿qué podemos esperar? ¿Seguiremos viviendo a merced de sus estrategias y decisiones? ¿Seguiremos viviendo con miedo a volvernos uno de sus objetivos? Para aquellos que les gusta ver el vaso medio lleno, podrán esperar que la diplomacia y las organizaciones internacionales, finalmente se pongan los pantalones largos y tomen acciones que detengan la prepotencia e impunidad con la que actúa el imperialismo norteamericano, para quienes vemos el vaso medio vacío, sólo podemos esperar que surja y se fortalezca la organización de los pueblos, se generen instancias autónomas de justicia, capaces de perseguir los crímenes de lesa humanidad que han cometido. Estamos lejos, pero no vencidos.

Fuentes.

https://www.ohchr.org/es/instruments-mechanisms/instruments/convention-prevention-and-punishment-crime-genocide

https://www.elindoamericano.cl/index.php/2024/01/05/estados-unidos-rechaza-resolucion-onu-contra-la-glorificacion-del-nazismo-y-esta-no-es-una-fake-news/

https://www.tiempoar.com.ar/mundo/las-excusas-del-imperio-y-sus-secuaces-para-avalar-la-glorificacion-del-nazismo/

https://www.youtube.com/watch?v=9XhhVvuR188

Denuncia contra Luis Almagro y la misión de la OEA por provocar violaciones a los Derechos Humanos en Bolivia en elecciones de 2019

La Asociación de Madres de Plaza de Mayo, la Liga Argentina por los Derechos Humanos y el premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, presentaron una denuncia ante Michelle Bachelet, en su calidad de Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

La denuncia fue formulada en contra del Secretario General de la OEA, Luis Almagro Lemes, la Misión de Observadores Electorales de la OEA, encabezada por Manuel González, y los auditores y responsables de la suscripción de los Informes preliminares e Informe final de dicho organismo sobre las elecciones generales de 2019 en Bolivia por haber cometido acciones de intervencionismo contra la soberanía de Bolivia que aluden a un supuesto fraude electoral el cual no han podido probar.

La denuncia sintetiza ocho informes técnicos internacionales de varios centros estadísticos de universidades y periódicos de prestigio mundial entre los cuales resaltan los elaborados para el New York Times, el Washington Post, el MIT (Universidad de Massachussets) y el Centro de Investigación Económica y Política (CEPR) a lo que se suma la petición de congresistas estadounidenses para que se investiguen las acciones de la Secretaría General de la OEA. Los estudios desmienten contundentemente las acusaciones de fraude de la OEA en las elecciones del 2019 que llevaron al derrocamiento de un Gobierno Constitucional, la desestabilización de la democracia que concluyó en un Golpe de Estado, la muerte de 37 personas, más de 860 heridos, más de un millar de detenidos ilegalmente, la persecución policial y judicial con fines políticos y el exilio de cientos de dirigentes políticos y sociales.

Los denunciantes señalan: “La Secretaría General de la OEA, encabezada por Luis Almagro, ha vulnerado abiertamente la Carta de las Naciones Unidas, la Carta de la OEA, la Carta Democrática Interamericana y resoluciones generales de la OEA, transgrediendo el Derecho Internacional y la Soberanía nacional del Estado Plurinacional de Bolivia.

Los actos de intervencionismo cometidos por la Secretaría General de la OEA, encabezada por Luis Almagro, han tenido consecuencias nefastas en Bolivia provocando un quebrantamiento del Estado; la desestabilización de la democracia, el flagelo a la población, uso irracional del poder y el desmantelamiento de la Constitución Política del Estado, llevando a un Golpe de Estado y a la instauración de un gobierno transitorio que comete sistemáticamente delitos contra la población.”

A tiempo de presentar la denuncia, los firmantes del documento solicitan al Alto Comisionado de Naciones Unidas que acoja estas graves denuncias contra la Secretaría General de la OEA por los delitos contra los derechos civiles, políticos y sociales al acusar de un presunto fraude, sin pruebas y con un sesgo marcadamente político. Exigen que la OEA, como un organismo intergubernamental, respete a las organizaciones políticas populares, a las instituciones nacionales, a la democracia y a la soberanía de los pueblos de uno de sus Estados Miembros, y de su gobierno constitucional.

Asimismo, piden al Alto Comisionado de Naciones Unidas que se forme un grupo de expertos para lleve a cabo una investigación independiente y transparente sobre los informes de la Secretaría General de la OEA y los graves hechos que han causado muerte, persecución, cárcel y exilio en el Estado Plurinacional de Bolivia.

Buenos Aires, 15 de octubre de 2020

 

Imagen tomada de: https://www.voanoticias.com/