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Etiqueta: Juan Rafael Mora Porras

Realicemos el Funeral de Estado que le debemos al Presidente y Benemérito de la Patria, Juan Rafael Mora Porras y las Honras fúnebre de Honor a los Generales Ignacio Arancibia y José María Cañas

Vladimir de la Cruz
Secretario de la Academia Morista Costarricense

Un día como hoy, 30 de setiembre, hace 164 años se escribió “la página más triste y sangriente de la historia de Costa Rica”, como lo expresara el gran historiador Rafael Obregón Loría, quien tuvo a su cargo, con motivo de la celebración del centenario de la derrota de los filibusteros norteamericanos en Costa Rica y en Centroamérica, el escribir el mejor libro y relato de aquella epopeya nacional y centroamericana, “La Campaña del Tránsito, 1856-1857” y ”Costa Rica y la guerra contra los filibusteros”, títulos con que se ha publicado su investigación histórica.

“La página más triste y sangriente de la historia de Costa Rica”, haciendo relación al crimen de Estado que se cometió aquel 30 de setiembre, de 1860, cuando se acabó con la vida del Prócer, del Benemérito de la Patria, del gran Capitán General, del Libertador de Costa Rica y Nicaragua, ante las amenazas de extender e imponer la esclavitud en nuestros países, como parte de las intenciones de William Walker, de apropiarse de los territorios centroamericanos, incorporarlos a la Unión Americana, acabar con la Independencia y Soberanía de nuestros países, y acabar con la Libertad convirtiéndonos en pueblos esclavos, de conformidad a los intereses sureños de los Estados Unidos.

Dos días después del fusilamiento de Juan Rafael Mora, el 2 de octubre, también acabaron con la vida del General José María Cañas Escamilla, por una orden del Consejo de Gobierno, habida cuenta que un Tribunal Militar, como falsamente se montó contra el Presidente Mora, no hubiera tomado una decisión de ese tipo, además de que se había tomado un acuerdo, con el Presidente Mora, de acabar con su vida, respetando la de sus compañeros, que habían venido con él desde El Salvador con el propósito de retomar el poder, que le había sido arrebato el 14 de agosto de 1859, por un golpe de Estado.

El tres veces Presidente de Costa Rica fue derrocado, de su tercer gobierno, por quien le sucedió a la presidencia, José María Montealegre, quien había estado casado con una hermana del Presidente Mora, por los militares, que se habían distinguido en la Campaña contra los filibusteros, el Mayor Máximo Blanco y el Coronel Lorenzo Salazar, a quienes Montealegre había ascendido a Generales, y quienes formaron parte del Tribunal Militar que acordó su ejecución.

El Presidente Mora había tomado la decisión de regresar al país de su exilio en El Salvador a retomar el poder arrebatado. El 17 de setiembre de 1860 llegó a Puntarenas. Traicionado, que fue, y por una falsa información que había recibido, fue derrotado en la llamada Batalla de la Angostura por fuerzas leales al gobierno de José María Montealegre Fernández. Terminó siendo capturado y sometido a un juicio militar sumario, condenándosele a la muerte. Su muerte, informó el Ministro de Relaciones Exteriores, Francisco María Iglesias Llorente, al Presidente José María Montealegre, “fue con dignidad y valor”.

En la negociación de su fusilamiento se había eximido de igual desenlace al General José María Cañas.

Junto al Presidente Mora fue fusilado el General Ignacio Arancibia, de origen chileno, distinguido militar que también había participado en la Guerra Nacional contra los filibusteros y acompañaba al Presidente Mora.

El acto traidor e infame del fusilamiento se llevó a cabo el 30 de setiembre de 1860, a las 3 de la tarde, en el sitio conocido como Los Jobos, en Puntarenas. Allí mismo, luego fusilaron el General Cañas.

El Consejo Militar, que actuó como Consejo de Guerra, y Consejo de Asesinos uniformados, que lo fusilaron tres horas después de su entrega, estuvo integrado por el General Máximo Blanco, el General Florentino Alfaro, el Coronel Pedro García, Francisco Montealegre Fernández, que era el Primer Designado a la Presidencia de la República y el Ministro de Relaciones Exteriores, Francisco María Iglesias.

El trato que le dieron a los cuerpos fusilados del Presidente y del General Arancibia fue de desprecio total. Los dejaron expuestos, a la intemperie, con el ánimo de que las aguas del estero se los llevaran, y los animales hicieran de las suyas.

Gracias a un grupo de entrañables amigos, y parientes, del Presidente, entre ellos los Cónsules de Gran Bretaña y de Francia, los señores Richard Farrer y Jean Jacques Bonnefil, junto con los yernos de Bonnefil, Santiago Constantine y Julio Rosat, y el Capitán Francisco Roger, se impidió que los cuerpos acabaran en el estero.

Una vez que recuperaron los cuerpos procedieron a enterrarlos en el cementerio del estero, en una fosa cavada por ellos mismos, donde depositaron también el cuerpo de General José María Cañas, y resguardada por los siguientes seis años.

El 20 de mayo de 1866 el Cónsul francés Jean Jacques Bonnefil, con cuatro personas, marineros, Carlos Leonara, Enrique Ligoneff, Francisco Hervé y Guillermo Noubée, exhumaron los cadáveres, los recogieron y mantuvieron durante un breve período de tiempo en la residencia del Cónsul, en Puntarenas, de donde los trasladaron después a San José, a la residencia del Cónsul, que estaba frente al Hospital San Juan de Dios.

En su casa se guardaron los restos de los Héroes hasta que el 13 de mayo de 1885 fueron depositados en el Cementerio General de la ciudad de San José, sin que se hubiera hecho nunca, a partir de esta fecha, ningún ceremonial oficial de Entierro de Estado, de Funeral de Estado, al Presidente de la República, Benemérito y Héroe de la Campaña Nacional de 1856 y 1857

La sociedad costarricense, el mundo político nacional, tiene una gran deuda histórica con el Benemérito de la Patria, con el Héroe y Libertador Nacional, con el gran conductor, gran estratega y táctico, de la Guerra Nacional contra los filibusteros norteamericanos, en 1856 -1857, el tres veces Presidente de la República, el Capitán General Juan Rafael Mora Porras. Es hora de saldar esa deuda.

Está pendiente desde aquel Asesinato de Estado es un gran acto nacional, que debe realizarse con un Gran Funeral de Estado, donde se cumpla, con el reconocimiento oficial, a la figura del Presidente Juan Rafael Mora Porras, y que se realice con toda la pompa, ceremonia y desfile que merezca, y donde resultado de este Funeral de Estado, se celebren las Honras Fúnebres Oficiales, y se reivindique, de esa manera, su memoria depositándolo oficialmente en su sepultura, en el Cementerio General, o en el Mausoleo, que con ese motivo se podría erigir de manera distinguida en el mismo Cementerio.

El Funeral de Estado comprende el acto, en este caso, el acto de exhumación, de exequias o del cortejo fúnebre que debe realizarse acompañando los restos, los actos oficiales que se realicen en su Memoria en la Asamblea Legislativa, bajo capilla ardiente, u otros sitios que se dispongan a este efecto, incluyendo un acto ceremonial religioso, católico, que también se le podría tributar, por razones de su credo y de la tradición de mediados del siglo XIX, y el de nuevo depósito de sus restos en el Cementerio General.

La exhumación de los restos del Presidente Juan Rafael Mora, a los efectos del Funeral de Estado, deben sacarse del Cementerio General en un acto absolutamente privado, y llevado al sitio donde se le rendirá el Funeral de Estado.

El Funeral de Estado es la ceremonia pública que en Honor de la figura política del Presidente Juan Rafael Mora Porras debe realizarse.

Un Funeral de Estado no es un funeral religioso. Con el Funeral de Estado se decretan por lo menos tres días de Duelo Nacional, con el Pabellón Nacional y la Bandera Nacional a media asta, en todos los edificios e instituciones de la administración pública, de las Escuelas y Colegios, en que se exhiban banderas en el exterior. A esas banderas no se les deben poner crespones o lazos negros

Las fuerzas de escolta que acompañen el féretro deben ir a pie, no a caballo, de manera que nadie esté por encima del féretro.

En el Funeral de Estado que se organice para el Presidente Juan Rafael Mora Porras se puede contemplar la realización de una Vela Pública, de uno a tres días, con Guardia de Honor, de la Fuerza Pública y de civiles que quieran participar de ella, donde los costarricenses, escolares, estudiantes, ciudadanos, sean invitados, a acompañar los restos del Héroe, antes del ceremonial oficial y de su entierro definitivo, resultado de este Funeral de Estado.

La Guardia de Honor, debe estar en absoluto silencio, durante unos minutos alrededor del féretro. Su silencio es para manifestar el respeto y el afecto hacia la persona a la que se le está rindiendo el Homenaje. La Guardia de Honor se hace por turnos de varias personas, dos, cuatro o seis.

La Vela Pública es para que el Pueblo de manera directa pueda despedirse del Presidente Juan Rafael Mora Porras, el Presidente más amado, más querido, más admirado de la Historia Patria.

Un Funeral de Estado, para el Presidente Juan Rafael Mora Porras, servirá no solo para reivindicar el acto de su muerte, sino para fortalecer su Memoria, el culto y el respeto al Héroe, para fortalecer la identidad nacional en lo que el Presidente Mora evoca y significa, para enriquecer la conciencia histórica, pero sobre todo para hacer Justicia Histórica con el Héroe Nacional, que no tuvo su Funeral de Estado, su Funeral Oficial, con el que estamos en deuda nacional, quien le aseguró la Soberanía y la Independencia nacional al País, a la Patria, al Pueblo costarricense y centroamericano.

Este Funeral de Estado no será de despedida, es de bienvenida y de inserción oficial a la Memoria Histórica nacional.

El féretro del Presidente debe cubrirse con el Pabellón Nacional, para indicar en este caso, además, que el Estado se hace responsable de lo que ocasionó su muerte.

El Funeral de Estado es el máximo respeto a su memoria, el que no se le tuvo en el acto vil de su fusilamiento.

De igual modo, para esta ocasión del Funeral de Estado, debe tenerse presente la obra musical el “Duelo de la Patria”, un Himno que evoca la tristeza, la pena y el dolor nacional, de todo el pueblo, del Maestro Rafael Chávez Torres, discípulo de Manuel María Gutiérrez, y sucesor de él en la Dirección de Bandas Militares, Himno que por primera vez se entonó en el Funeral del Presidente Tomás Guardia Gutiérrez, quien también se había distinguido en la Campaña Nacional, bajo las órdenes del General José María Cañas Escamilla.

El fusilamiento de los Héroes de 1856 y 1857, especialmente el del General Cañas, fue el acto que impulsó al Presidente Tomás Guardia Gutiérrez a abolir la pena de muerte en el país.

La fecha gloriosa que nos reúne es la derrota de los filibusteros en Rivas

(Intervención de la Diputada María Marta Padilla de Jiménez, en la sesión parlamentaria, solemne, conmemorativa de la Batalla del 11 de abril de 1856 en la ciudad de Rivas, en Nicaragua, contra los filibusteros norteamericanos comandados por William Walker.)

Celebramos y recordamos una de las fechas más gloriosas de nuestra Historia Patria, el 11 de abril. Fue la batalla más cruenta que se dio contra la tropa filibustera norteamericana, comandada por William Walker, quien se había establecido en Nicaragua, amenazando gravemente la Soberanía y la Independencia de nuestras jóvenes repúblicas centroamericanas y la Libertad de nuestros pueblos.

El 11 de abril fue la tercera Batalla en importancia, luego de las Batallas de Santa Rosa, del 20 de marzo y de Sardinal, del 10 de abril, unas horas antes de la Batalla de Rivas.

En estas batallas, Santa Rosa, Sardinal y Rivas, nuestras tropas y heroicos combatientes infligieron a los filibusteros tres derrotas, demostrando la entereza de un pueblo movilizado para afianzar sus valores e identidad nacionales, su Libertad, su Soberanía y su Independencia.

La lucha prevista, estratégicamente diseñada, por el presidente, Juan Rafael Mora Porras, jefe y estratega militar, era muy clara. La amenaza a Costa Rica estaba en Nicaragua. Allí estaba Walker. Había que enfrentarlo y sacarlo de Nicaragua.

El presidente Mora en la frontera se dirigió a los nicaragüenses indicándoles que iba a luchar por su libertad, contra la opresión que tenían; que no buscábamos dejarnos ni un milímetro de sus tierras; que íbamos a luchar para asegurar la Libertad de los pueblos centroamericanos. Y así fue.

Walker inició los combates el 11 de abril, al despuntar la mañana, provocando un enfrentamiento que se prolongó por 20 horas, con casi 1000 muertos. Escenas heroicas y sacrificios extremos se vivieron.

Importante fue la decisión de quemar el sitio donde se había afincado Walker, el Mesón de Guerra. Tres intentos se hicieron para quemarlo. El Capitán cartaginés, Luis Pacheco Bertora, el soldado Joaquín Rosales, de origen nicaragüense que peleaba con nuestra tropa y, finalmente, Juan Santamaría, alajuelense, quien lo logra, a quien honramos especialmente en este día.

La fecha gloriosa que festejamos es la derrota de los filibusteros en Rivas. La conducción majestuosa del Ejército y de los combates por el presidente Mora, los generales José Joaquín Mora y José María Cañas, el resto de los oficiales y soldados que combatieron y dieron sus vidas en esas batallas.

De Rivas siguió la peste del cólera, el regreso de nuestros combatientes, la superación de la peste; el regreso de nuevo al combate, lo que se conoce como la Segunda Campaña, que culmina el 1 de mayo de 1857 con la rendición de Walker y su expulsión de Nicaragua y de Centroamérica.

Información compartida con SURCOS por Vladimir de la Cruz.

Salve, oh tierra gentil

Vladimir de la Cruz

El título de este artículo corresponde al primer verso de la tercera estrofa, de la hermosa letra de nuestro Himno Nacional. Mi buen amigo, miembro de la Academia Morista Costarricense, Fraser Pirie, un estudioso de nuestra Historia Nacional, lo ha puesto de título para su último libro recién editado.

Suma este libro uno más a su ya importante colección de publicaciones que abordan temas nacionales. Sus trabajos son serios, hechos con un amor sin discusión, con pasión desbordada, con esmero y cuidado.

Sus libros son, en cierta forma, pequeñas obras de arte, por la diagramación, el uso extenso de fotografías y rescate de ellas, como de elementos gráficos que logra aglutinar alrededor del tema central de sus escritos; por su diagramación, que él mismo propone, y hace, para los capítulos de sus obras, por los colores y detalles que busca para exaltar, provocar y mantener la lectura; por la calidad que le pone en su edición; por la sencillez de la narración, al alcance de todo público, docto y profano.

El diseño primero provoca verlo página por página, deteniéndose uno, como lector, en los detalles de lo que va descubriendo. Si de la lectura se trata es corrida, sin cansancio, buena letra, buen interlineado, combinando con muy buen uso espacios blancos, con textos originales reproducidos, fotos antiguas y recientes, viñetas, descripciones sencillas pero precisas en estos apoyos editoriales.

Este libro, que me hizo llegar generosamente a la casa, unos días antes de Semana Mayor, a las 7 p.m., bien empaquetado, lo puse a la par de la computadora mientras terminaba de escribir un artículo. A las 9 de la noche lo abrí y quedé atrapado en revisarlo, verlo, leerlo, en ese momento a medias y por fragmentos. A las 12 de la noche había terminado de “pasar”, de esa forma, sus 462 páginas. Todo lo que estaba haciendo se interrumpió. Estaba totalmente emocionado y embebido, fascinado del libro que en los siguientes días fui saboreando poco a poco.

Este libro recoge sus inquietudes intelectuales, provocadas, entre otras cosas, por su vínculo con el trabajo de la Academia Morista Costarricense, de sus actividades divulgativas sobre la Obra de Juan Rafael Mora Porras, de los Héroes de la Campaña Nacional y del rescate que hacemos, desde esa trinchera patriótica, de la gran Gesta Nacional contra los filibusteros norteamericanos en Costa Rica y en Centroamérica.

El verso “Salve, oh tierra gentil” le da la base y la unidad a todo el libro, le da el ritmo y la medida, como si todo fuera un gran poema, donde cada capítulo se presenta como si fueran estrofas de ese poema, que con gran libertad literaria ordenó para guiar la lectura desde los días anteriores a la llegada de los filibusteros, desde la visión que se empezaba a tener de Centroamérica hasta la rendición de William Walker.

En cinco capítulos nos presenta esa situación. El primero de ellos, sin proponérselo, nos ubica el escenario geográfico político y su valor estratégico, geopolítico, en la época. ¿Cómo llegar desde la costa este de los Estados Unidos a la costa oeste de ese país, cuando todavía no estaba construido el ferrocarril de costa a costa, ni se había acabado la expansión hacia el oeste, por el llamado de las explotaciones mineras en California?

El segundo capítulo nos lleva de la mano con las andanzas de William Walker desde California hasta Nicaragua, donde llega a convertirse en un activo agente político en el interior de la política nicaragüense, y en un grave peligro para la Soberanía, la Independencia y la Libertad de las de los pueblos y las nacientes repúblicas centroamericanas, amenazadas por la anexión de estos territorios a los Estados sureños, de los Estados Unidos, y por la imposición de la esclavitud en Centroamérica. En este capítulo nos presenta a William Walker y su gavilla de filibusteros.

El capítulo tercero se lo dedica a nuestro Gran Prócer, Benemérito de la Patria, Héroe máximo de toda la Campaña Nacional. Describe brevemente los gobiernos del Presidente Mora Porras, la situación económica ante la guerra que se avecina y la preparación del Ejército Nacional, con elementos culturales de la época.

El cuarto capítulo nos introduce y nos lleva, palmo a palmo, por el camino transitado de la Guerra Nacional, donde brillan distintos héroes, desde la Primera Proclama el 20 de noviembre de 1855 hasta los principales combates de 1857.

Aquí exalta el triunfo contra los filibusteros haciendo un repaso desde la derrota en Rivas, el 11 de abril de 1856, pasando por el impacto de la peste del cólera hasta la rendición de Walker, el 1 de mayo de 1857.

El último capítulo nos recuerda el regreso de la tropa a Costa Rica, ya vencidos los filibusteros, con la narración del viaje del gran escritor norteamericano Mark Twain, en 1867, por del río San Juan, con datos biográficos, al final, de la Familia del Presidente Juan Rafael Mora, con su esposa Inés Antonia de Jesús Aguilar, y de sus hijos Mora Aguilar.

Una deliciosa lectura, un gran paseo por uno de los capítulos más importantes de la Historia Patria, nos ha regalado con esta publicación Fraser Pirie. Los invito a adquirirlo y disfrutarlo. Estoy seguro que la lectura nos llevará a hacer honor del verso, de nuestro Himno Nacional, “Salve, oh tierra gentil”.

Enviado a SURCOS por el autor.

1 de Mayo en Costa Rica

SURCOS comparte este documento formativo enviado a SURCOS por el historiador Vladimir de la Cruz. Hace referencia al centenario celebrado hace una década.

Centenario del 1 de mayo en Costa Rica 1913-2013
Día Internacional de la Clase Trabajadora.
Raíces y significado de su acontecimiento.

Doble significado costarricense del Primero Mayo

El 1 de mayo en Cota Rica tiene un doble significado, el de la rendición del filibustero William Walker, en 1857, que después de dos años de guerra en Centroamérica vio frustrada su acción militar, con el propósito de anexar estos territorios a los intereses sureños de los Estados Unidos, y de someter a los pueblos centroamericanos en mano de obra esclava de esos Estados.

La gesta heroica de esta epopeya  estuvo a cargo del Ejército Nacional de Costa Rica, su Presidente Juan Rafael Mora Porras y el General José María Cañas Escamilla, con el concurso, especialmente en la Segunda Campaña militar, después de la Batalla de Rivas, de fuerzas militares de centroamérica.

A pesar de ello Walker no acabó con sus anhelos expansionistas y esclavistas. Intenta de nuevo en 1860 reanudar sus objetivos y fue capturado en Honduras donde fue fusilado.

Igualmente, se celebra desde 1913 el Día Internacional de la Clase Trabajadora y de los trabajadores costarricenses, que recuerda la gesta heroica de 1886 de los trabajadores de Chicago con su gran huelga que impuso la jornada de 8 horas de trabajo máximo diario.

¿Qué origina al 1 de mayo como día internacional de los trabajadores?

Durante el Siglo XIX, con el desarrollo del industrialismo y de la segunda Revolución Industrial, los trabajadores fabriles, proletarios, de las ciudades, irrumpieron como actores sociales, preocupándose por su situación socioeconómica y laboral, desarrollando luchas para llamar la atención por las pésimas condiciones de vida y de trabajo, y luchando contra ellas, enviando cartas a los Parlamentos, que originó los movimientos cartistas, destruyendo máquinas cuando consideraron que eran las causantes de sus explotación y malas condiciones de existencia, originando los movimientos ludistas, impulsando a nivel de productores y trabajadores los primeros movimientos cooperativistas, así como proponiendo salidas utopistas, y luego surgiendo los movimientos socialistas de diversos tipos, anarquistas y los comunistas a partir de 1848 para distinguirse de aquellos.

Las condiciones de trabajo extensas, que cubrían hombres, mujeres y niños, jóvenes y ancianos, eran brutales e inhumanas. Luchas contra el trabajo de niños limpiadores de chimeneas empezaron a darse así como las que se orientaron a disminuir la jornada de trabajo, que literalmente no tenía límites, siendo muchas de ellas hasta de 20 horas diarias, como lo llegaron a ser en algunas panaderías en Costa Rica en 1920. Eran luchas también orientadas a mejorar las condiciones de vida y de trabajo en los centros fabriles. Igualmente, luchas orientadas a obtener legislación laboral que protegiera a los trabajadores en su condición.

Estas luchas se daban en Europa, en los Estados Unidos y en otros países.

Las que se orientaban más políticamente luchaban por cambiar el orden social capitalista, el orden político, la explotación económica y social y enfrentaban, sin despreciarlas, la viejas prácticas de lucha de los trabajadores en sus concepciones ludistas o cartistas.

A finales de la década de 1830 la jornada de 12 y 10 horas de trabajo se había empezado a obtener y en Massachusetts lograron por primera vez la jornada de 8 horas, generalizándose el sistema a los astilleros a principios de los 50. En Melbourne, Australia, los obreros de las explotaciones de oro obtuvieron la jornada de 8 horas, jornada que se hizo obligatoria en Australia en 1885 para mujeres y niños. En 1850 en New York los carpinteros llevan a cabo una huelga por la jornada de 8 horas. Durante 1851-52, en Filadelfia, operó una organización en pro de la jornada de 8 horas.

Desde 1860 se constituyeron en Estados Unidos las Ligas de las 8 horas, organizadas por Ira Steward, llamado «El padre de las ocho horas». En 1866 se habían constituido organizaciones en todo Estados Unidos que luchaban por las 8 horas. En apoyo de esta demanda también se desarrolló la prensa y algunos sindicatos.

Este mismo año en el Congreso de Ginebra, de la Asociación Internacional de Trabajadores, Primera Internacional, fundada por Carlos Marx en 1864, resolvía agitar en todo el mundo la demanda de las ocho horas de trabajo. La Internacional se organizó en respuesta al carácter internacional del capitalismo y su clase social dirigente, de modo que de esa manera también se pudieran articular luchas unitarias internacionales de la clase obrera, por la liberación mundial de la explotación capitalista mundial.

En 1867, en los Estados Unidos, en el Congreso de los Trabajadores del Este, celebrado en Chicago, discuten ardientemente la reducción de la jornada a 8 horas, destacándose nuevamente Ira Steward.

También el 1º de mayo de 1867 se celebraron en Chicago varias manifestaciones, de grandes proporciones por la jornada de 8 horas.

En 1869 se fundó en Filadelfia la «Noble Orden de los Caballeros del Trabajo», influida e inspirada por los anarquistas. La Orden de los Caballeros del Trabajo hasta la fundación de la Federación de los Trabajadores de los Estados Unidos y Canadá, en 1881, dirigió las principales acciones de masas y al movimiento obrero norteamericano

En 1881 se constituyó en Pittsburg la American Federation Labor (AFL) que agrupó trabajadores de los Estados Unidos y el Canadá. En su Congreso constitutivo exigió el cumplimiento de la jornada de 8 horas en obras públicas. En 1882, en su segundo congreso, realizado en Cleveland, la delegación obrera de Chicago propuso extender el beneficio de la jornada de 8 horas a todos los trabajadores sin distinción de sexo, edad u oficio.

¿Por que se  escogió el 1 de mayo?

Los  Congresos Obreros de la AFL de 1881, 1882, 1883 y 1884 se pronunciaron de igual manera, preparando para el 1 de mayo de 1886 una gran huelga en todos los Estados Unidos para que ese día, que se discutían los contratos de trabajo anuales, en todas partes se tuviera como consigna única la jornada de 8 horas de trabajo.

Desde finales de 1885 hasta mayo de 1886 se pusieron en movimiento, en estado de huelga, más de 600.000 trabajadores que logran el 1 de mayo en un 80% obtener la jornada de 8 horas.

Unos días después, en Chicago se produjo un incidente con la policía que da origen a la captura de los líderes de la huelga, miembros, principalmente, de la Orden de los Caballeros del Trabajo, a quienes les siguen un juicio que los condena a la pena de muerte. Unos años más tarde la Corte de Justicia de Illinois reconoció la falsedad de este proceso judicial.

En 1889 el movimiento obrero de los Estados Unidos de nuevo reanuda la lucha para que el 1 de mayo de 1890 se movilicen los trabajadores para obtener la jornada de 8 horas, allí donde no se había obtenido.

Mientras, en 1889 en Europa los movimientos socialistas y anarquistas continuaban en esta lucha. Un Congreso Socialista en París, ese año, toma el acuerdo de sumarse a la lucha y declarar  a perpetuidad esta jornada cada primero de mayo, a partir de 1890, para que cada año los trabajadores movilizados, en lucha, hicieran un balance de las luchas transcurridas y logros obtenidos, y propusieran para el año venidero una plataforma de metas a obtener, estableciéndose desde entonces esta fecha, con estos contenidos políticos, como día internacional de lucha, no de fiesta.

Desde entonces empezó a generalizarse por los trabajadores, en los distintos, países esta fecha de organización, movilización y lucha.

¿Qué hace posible que se celebra en Costa Rica?

Primero, un desarrollo de la clase trabajadora, obrera y artesanal que se reconocía a sí mismo como tal, desde el último tercio del siglo XIX. Obreros, Artesanos y Trabajadores eran los adjetivos con los cuales las personas así mismas con orgullo y dignidad se distinguían. Era la época en que la sociedad costarricense empezaba a diferenciarse social y económicamente en el plano de la conciencia. Frente a estos, la clase política gobernante y dominante económicamente empezaba a ser llamada Levitas y el Olimpo. Los sectores populares, Chaquetas, Descalzos y Descamisados. Era en esencia el reconocimiento de una sociedad dividida en clases.

Segundo, durante la segunda mitad del siglo XIX, surgen sociedades mutualistas, de socorros mutuos y de mutuo auxilio, dominantes ellas hasta 1901, donde podían agruparse de una manera poli clasista trabajadores, obreros, artesanos, estudiantes, mujeres y patronos con la finalidad de ayudarse económicamente, mediante unfondo que reunían con cuotas, en determinadas situaciones, debido a la ausencia de seguridad social y leyes laborales protectoras.

Hacia 1873, el sacerdote Francisco Calvo, Capellán del Ejército Nacional durante la Campaña contra los filibusteros, fundador de la Masonería costarricense en 1865, impulsa la creación de Sociedades de Trabajadores, Sociedades de Artesanos y Sociedades de Obreras, con un contenido clasista afirmando la división social existente. Aunque por sus objetivos estas sociedades estaban dentro del mutualismo, su organización clasista era la antesala de los Sindicatos y Ligas de Obreros que a partir de 1901, con los cambios industriales que sufre la sociedad costarricense, va a operar en la organización laboral.

Tercero, desde inicios de la década de 1870 empezaron a darse luchas de trabajadores defendiendo sus derechos laborales, como fue la huelga de telegrafistas.

Durante esta década hasta 1884 se lleva a cabo la construcción del ferrocarril al Atlántico donde fueron traídos trabajadores migrantes negros, primero de Panamá y luego de Jamaica, italianos y chinos.

En su construcción el incumplimiento de los contratos laborales produjo que estos grupos sociales llevaran a cabo levantamientos  laborales, de resistencia y una gran huelga de italianos, que generó movimientos de solidaridad en las ciudades de Cartago y San José.

Resultado de la construcción del  ferrocarril  se amplió el marco de las inversiones extranjeras originando las explotaciones agrícolas de banano, de minería en Abangares  y Tilarán, el desarrollo de las actividades eléctricas desde 1880 y el inicio de la iluminación pública de San José en 1884, y en 1896 de Cartago, Alajuela y Heredia, el desarrollo del industrialismo y del capitalismo urbano a finales del siglo XIX, con industrias cerveceras, de refrescos, jabonerías, tipografías, la construcción de grandes edificios Como el Teatro Nacional o la entonces Penitenciaría Central, el Edificio de Correos en San José y Heredia, la construcción de los barrios Aranjuez y Amón entre 1890 y 1912, generando una explosión de nuevos empleos urbanos, asalariados, también el desarrollo desde 1880 del Mercado Central, que potenciaba el trabajo agrícola, y las actividades portuarias en Limón, la construcción del malecón, los talleres del ferrocarril.

Todo esto provocó un cambio muy importante en la organización empresarial que dio origen a las medianas y grandes empresas, desapareciendo muchos pequeños  talleres artesanales, y obligando también a la transformación y desaparición de las sociedades mutualistas y de trabajadores y hacer surgir Ligas de Obreros y Sindicatos tal y como ahora existen, y con ellas el planteamiento de los nuevos problemas de demandas laborales, donde empiezan resaltar los salarios, las jornadas, el ambiente laboral y los problemas sociales de los trabajadores, como su vivienda y los vicios que los afectan como sus preocupaciones.

Durante la década de 1890-1900 se producen huelgas en la incipiente actividad bananera, una inmensa de más de 5000 españoles y otras intensas en el Valle Central y en Puntarenas y el Golfo de Nicoya, con distintos sectores involucrados.

A principios del siglo XX, en 1901 y 1903 huelgas de panaderos, dirigidos por el español Juan Vera, de orientación anarquista, mueven el país, y dan nuevas pautas de organización y lucha, provocando huelgas en toda la rama de producción, enseñando la unidad de acción sindical, huelgas reprimidas, y sus dirigentes expulsados del país. Su efecto político, la prohibición de la circulación por el correo de literatura anarquista, socialista y comunista por el correo. Su efecto organizativo fue el impulso a la creación en 1905 de la primera Federación de Trabajadores de san José y seguidamente en las provincias hasta 1910, lográndose así nuevos niveles de organización y de lucha.

En la primera década del siglo XX de nuevo se intensifican las huelgas, produciéndose un gran movimiento huelguístico entre 1907 y 1911 en distintas partes del país.

Cuarto, la Iglesia Católica con su Encíclica Rerum Novarum había emergido al mundo social y obrero. El Obispo de Costa Rica, Monseñor Bernardo Augusto Thiel, vinculado a la masonería, con base a la Encíclica había provocado un pronunciamiento social, su Carta Pastoral No. 30,  a favor de la organización sindical, la huelga y la mejora de los salarios, que ocasiona un conflicto con el Gobierno y  da origen al desarrollo de las corrientes socialcristianas en el país, que encuentra eco en un grupo de ciudadanos que impulsan el Partido Unión Católica, ilegalizado en 1898, y en 1901 impulsan el periódico La Justicia Social, y uno de ellos, Jorge Volio Jiménez, evoluciona más tarde a la fundación del partido Reformista en 1923, que hasta 1928 se proclamó como un partido de la plebe y eligió un diputado obrero, Julio Padilla.

Quinto, desde finales del siglo XIX con el desarrollo de los partidos políticos en el país surgen agrupaciones orientadas a representar los intereses de las clases trabajadoras. Así, el Partido de Obreros y Artesanos en 1886, el Independiente Demócrata en 1893, los Partidos Obreros de las ciudades de Grecia, Limón y San José en 1913. Los primeros provocaron que los partidos oligárquicos impulsaran como parte de su organización las Secciones de Trabajadores, de Artesanos y de Obreros de cada partido con al fin de atraer a sus filas a estos ciudadanos. La Presencia de martí y su seccional costarricense del Partido Revolucionario Cubano fue también un instrumento de agitación obrera.

Predominaba en la época una concepción parlamentarista que consideraba que la presencia de trabajadores en el Congreso podía impulsar la gestación y aprobación  de leyes y con ellas la mejoría social de las clases trabajadoras, sin  ningún propósito de llevar a los trabajadores al poder, al gobierno. Un partido de estos eligió un diputado, un obrero, de apellido Gólcher. Era una lucha muy limitada pero predominó hasta 1919 cuando el Dr. Aniceto Montero con su Partido Socialista empezó a agitar la idea de los trabajadores al Poder y de establecer, al estilo de la joven Revolución Rusa, una Dictadura del proletariado.

Sexto, una prensa social desarrollada desde 1886 hasta 1914, con más de 100 periódicos que tratan problemas sociales, de dificultades de los trabajadores, especialmente Hoja Obrera, entre 1909 y 1914, que discute sobre el partido Obrero, con objetivos más clasistas.

¿Cual es la importancia de la prensa social y obrera? En ese momento agitar y discutir sobre las condiciones sociales de los trabajadores costarricenses.

Más adelante, van a plantearse tres objetivos políticos, agitar y debatir problemas, movilizar y organizar trabajadores, en la solución de esos problemas y organizarlos políticamente en los sindicatos y más tarde en partidos obreros o de trabajadores. Hoja Obrera cumplía en cierto modo ese papel.

No hubo un movimiento aglutinador en un solo periódico como sucedió con ISKRA en la Revolución Rusa para unificar los intereses de todos los trabajadores en sus objetivos políticos de lucha.

Sétimo, el surgimiento del imperialismo como fenómeno económico del desarrollo de la sociedad capitalista, que en Costa Rica empieza a manifestarse en 1901 cuando provoca  que un grupo de cafetaleros nacionales que habían invertido en banano chocaran con la United Fruit Company, que había surgido en 1899, y levantan banderas anti imperialistas de rechazo de cláusulas contractuales con esta empresa. En el período 1906-1910 el diputado Ricardo Jiménez Oreamuno hace incendiarios discursos contra esta Compañía y la presencia imperialista “que nos carcome».

Octavo, las relaciones internacionales que poco a poco empezaba a tener el movimiento obrero nacional. Así por ejemplo, trataron de traer a Costa Rica a Pablo Iglesias, el líder obrero español aprovechando una gira que hacía a Sur América, vínculos con Luis Emilio Recabarren líder obrero y socialista chileno, relaciones con el movimiento mutualista y sindical centroamericano que intenta organizar una Confederación obrera Centroamericana en 1911 con un Congreso convocado a ese efecto. Más tarde, en 1919, con Joaquín García Monge representando al movimiento sindical del país se participa en la constitución de la Confederación Obrera Panamericana.

Noveno, el desarrollo de un grupo muy importante de  intelectuales antioligárquicos, con gran sensibilidad social, que empieza a gestarse desde 1890, y adquiere su mayor grado de expresión en 1909 cuando Joaquín García Monge, José María Zeledón Brenes, Omar Dengo, Carmen Lyra, entre otros, fundan el Centro de Estudios Sociales Germinal, algunos de ellos vinculados al anarquismo de los grandes escritores Zolá, los hermanos Reclús o Dovstoievsky, fotos que colgaron en su local, además de usar la bandera roja y negra, símbolo de lucha de los anarquistas y del movimiento obrero, el rojo por la lucha, el negro por los caídos en ella.

Ellos, incluso, durante los días de la Revolución Mexicana se vinculan al Confederación Revolucionaria Obrera de México, CROM, que dirigían los hermanos Flores Magón, anarquistas. Igualmente propician la llegada de antiimperialistas al país como Manuel Ugarte a dar conferencias. El nombre Germinal en recuerdo de las luchas obreras dentro de la Revolución Francesa durante los meses de Germinal y Pradial de 1893.

El Centro Germinal tenía dos objetivos políticos, educar y organizar a los trabajadores, educar con cursos de economía política y sociología política, enseñando como funcionaba la sociedad capitalista y como explotaban en ella a los trabajadores en el capitalismo, y cómo organizarse contra dicha explotación, no en un partido político, sino en en el sindicalismo, por lo que impulsan la fundación de la primera Confederación General de Trabajadores en enero de 1913, que existió hasta 1923, y preparando, para ese año, la convocatoria a la celebración del Primer Primero de Mayo en Costa Rica como día internacional de lucha de los trabajadores, acto muy celebrado durante ese día con distintos actos, movilizaciones y discursos.

Así surgió esta fecha en la vida y en la lucha de los trabajadores costarricenses. Desde entonces se celebra en el país. De excepción pocos años no se realizaron desfiles.

La jornada de 8 horas se estableció en costa Rica en 1920, resultado de una lucha iniciado en el Estado y generalizada durante todo ese año, a distintos sectores, hizo que el gobierno emitiera un decreto en diciembre de 1920 reconociendo la organización sindical, la huelga, aumentado salario y estableciendo la jornada de 8 horas.

Cuando se fundó el Partido Reformista en 1923, en su programa, exigió el cumplimiento de dicha jornada. Igual sucedió  cuando se fundó el Partido Comunista de Costa Rica, en 1933.

En 1943 quedó establecida como parte de la reforma social en el Capítulo de Garantías Sociales que se incorporó ese año a la Constitución Política vigente, que luego la Revolución de 1948 y la Constituyente de 1949 mantuvieron.

Los primeros de mayo no han dejado de ser una expresión de esperanzas y demandas de los trabajadores frente a las diferentes situaciones sociolaborales y económicas que los afecta, de crítica a los gobiernos por sus débiles o ausentes políticas sociales o por el incumplimiento efectivo de la legislación laboral, que hace que los últimos dos ministros de trabajo de la Administración Chinchilla Miranda reconozcan que a más de 300.000 trabajadores no se les pagan los salarios mínimos y otro tanto carece también de los pagos de la  seguridad social.

Durante muchos años esta fecha era conmemorada especialmente por los comunistas, socialistas y la izquierda política. En la década de 1960 el Partido Liberación Nacional, con sus organizaciones sindicales, se sumó a su celebración, lo mismo que las corrientes socialcristianas que empezaron a surgir en esos años.

La división política sindical no permitió marchas unitarias. En 1968 la Federación de Estudiantes de la Universidad de Costa Rica propició esta unidad de acción y en 1969, la misma Federación participó activamente en ese desfile.

Unitariamente los trabajadores no han logrado hacer de esta fecha y conmemoración un verdadero instrumento de lucha, y organización, con una estrategia y táctica clara de objetivos a lograr año a año. Sin embargo, cada año, de nuevo, los trabajadores se expresarán en esta Historia.

Bibliografía básica

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Oliva, Mario.- El 1 de mayo en Costa Rica 1913 – 1986. Servicios Litográficos Comarfil.

Vigencia patriótica del 11 de Abril de 1856

Jiddu Rojas Jiménez

El 11 de Abril, se conmemora la Batalla de Rivas (Nicaragua) de 1856, contra la Invasión Filibustera a Centroamérica, liderada por William Walker, victoria heroica costarricense contra el Expansionismo Norteamericano, y contra su Doctrina del «Destino Manifiesto». Ésta fue gran victoria táctica y también estratégica, pues comienza así la expulsión definitiva, –ya no del suelo costarricense–, sino del suelo centroamericano.

Ciertamente, fue la Primera Batalla en Rivas, para el Ejército Costarricense de Juan Rafael Mora Porras. Pero fue la Segunda Batalla, contra la Ocupación Filibustera Norteamericana de Rivas, pues en 1855, hubo otra gran Batalla de Patriotas Nicaragüenses (Bando Legitimista) contra los Filibusteros Norteamericanos y sus Aliados locales.

Al final podemos decir con certeza, que existieron tres grandes Batallas de Rivas, 1855, 1856 y 1857.

En la anterior Batalla del 29 de junio de 1855, peleada sólo por nicaragüenses, destaca el heroísmo del maestro nicaragüense Enmanuel Mongalo y Rubio, y del obrero nicaragüense Felipe Nero Fajardo, quienes queman el Mesón de don Máximo Espinoza (otro Mesón), refugio de Filibusteros atrincherados. El primero de estos héroes, no acepta la paga y pasa a la Historia, el segundo sí la acepta y no es reconocido.

La Tercera Batalla de Rivas (Segunda para las tropas costarricenses), es de 1857, ya cuando la terrible Peste del Cólera está desatada. Fue la Batalla decisiva y final de la Guerra, si le sumamos la de la Vía del Tránsito. Además, fue muchísimo más extensa.

Y en esta última, gran Tercera Batalla de Rivas, que duró 40 días (desde el 23 de marzo al 1 de mayo), el hermano del Presidente Don Juanito Mora, el General don José Joaquín Mora Porras, junto a su Cuñado el José María General Cañas Escamilla (salvadoreño), toma el mando de las tropas combinadas de toda Centroamérica, –antes divididas–, y que vienen en solidaridad contra la Invasión Norteamericana. Alrededor de 3600 tropas.

Pero destaquemos esto: Toda esta Gesta Nacional y Centroamericana de 1856- 1857, girará en torno a la visión inclusiva y patriótica de Patria, del Presidente Don Juan Rafael Mora Porras. Y esto es lo fundamental. Ahí se consolidan las bases de nuestro Estado Nacional.

Por eso hablamos de gesta histórica patriótica fundamental. Pero sustentada en un proyecto de una Patria incluyente, y no excluyente. No la del «Chauvinismo» y la de la xenofobia, la de la demagogia de turno, y la del «esencialismo» y su manipulación ideológica; por el contrario, la de una Patria que es «Matria», con vocación de Dignidad, de Libertad, de Igualdad, de Fraternidad y de Solidaridad.

Una Patria entonces por construir, plural, abierta, republicana; que es potencia y «Multitud», Poder Constituyente superador del Poder Constituido (Negri), y que, sobre todo, nos sigue inspirando como «Horizonte Regulador» (Kant) y como «Utopía-Concreta» (Ernst Bloch).

Destaca en la conmemorada Segunda Batalla de Rivas, –del 11 de Abril y que hoy se conmemora–, la heroica figura del soldado Juan Santamaría de Alajuela (tercero en intentar quemar el «Mesón de Guerra»), junto a la del nicaragüense Joaquín Rosales (fallecido y segundo en intentar quemar el Mesón), juntos a la del Teniente Luis Pacheco Bertora (primero en intentar quemar el «Mesón de Guerra» y quien cae con cuatro balazos pero, quien sobrevive, bajo los cuidados de «Pancha» Carrasco, y quien narra con detalles los hechos posteriormente); en esta Segunda Batalla se quema del otro «Mesón de Guerra».

Así como destaca acá, la heroica y aguerrida militar dirección del General Cañas, cuñado de Don Juanito Mora; acciones heroicas además sobran en esta Batalla de 1856. Muchas, –como señalaba ya el historiador costarricense Rafael Obregón Loría –, acosta del error militar táctico del pretendido rescate de un pequeño cañón tomado por el enemigo, y el «rescate del honor».

Destacan, para no hablar sólo de Juan Santamaría, las acciones del Teniente José María Rojas, quien detiene el avance de las tropas de León aliadas a Walker, tras disparar y abatir al jinete y líder aliado de los Filibusteros, Coronel Machado.

Deberemos hablar también de la llegada a Rivas, de la avanzada al mando del joven Coronel Salvador Mora, o de la decisiva llegada en la tarde a Rivas de tropas al mando del Coronel Juan Alfaro Ruiz (muerto por el Cólera en ese mismo 1856) y de Daniel Escalante (refuerzos de tropas desde La Virgen). O previamente de las acciones de contraofensiva del Coronel Manuel Argüello Arce o de Víctor Guardia Gutiérrez hermano mayor de Don Tomás Guardia Gutiérrez.

Así, el planificado ataque sorpresa de los Filibusteros, dio pie a un inmediato contraataque costarricense, dividiendo la ciudad en dos partes prácticamente.

Destacan también el papel los refuerzos dirigidos por el entonces, Mayor Máximo Blanco (tropas de refuerzo de San Juan del Sur), pues el joven Coronel Salvador Mora, ya se había adelantado; o las acciones decisivas del entonces Coronel Lorenzo Salazar (al comienzo del ataque sorpresa Filibustero); luego desgraciadamente traidores ambos, Salazar y Blanco –y hechos Generales por el Golpe de Estado precisamente contra Don Juanito–, líderes militares posteriores del derrocamiento y fusilamiento del Presidente Juan Rafael Mora Porras. Su dominio duró hasta que una Coalición de Militares y Civiles Liberales los derivará del poder militar junto a la Oligarquía.

Por supuesto, destacará el papel del Presbítero Francisco Calvo, Capellán General de Don Juanito y del Ejército Costarricense, una figura política e histórica extraordinaria, y un leal partidario del proyecto nacional del Morismo. Y quien, curiosamente trajo a la Masonería regular a Costa Rica y Centroamérica en 1865, así como quien fundó décadas después, junto a Félix Arcadio Montero, las primeras asociaciones de obreros y artesanos.

Sin embargo, volviendo a esta victoria heroica de la llamada, Segunda Batalla de Rivas, así en como de toda la Campaña de 1856-1857, el verdadero Héroe Nacional, el «Héroe Olvidado», el Héroe entre todos y todas los héroes y heroínas, el que encarna esa vocación popular colectiva, el personaje no reconocido con suficiencia, es sin duda, el mismo Presidente Juan Rafael Mora Porras; él mismo arriesgó su vida en combate arengando a las tropas, pero no sólo en Rivas.

Él y sus colaboradores, son los grandes estrategas de esta victoria política y militar del Pueblo Costarricense y de los Pueblos Centroamericanos sobre el Invasor.

Recordemos trágicamente, que el Presidente Mora Porras, fue derrocado en 1859, para ser exiliado junto a su familia y partidarios, para luego ser traicionado de nuevo, y fusilado en 1860, por una facción de la Oligarquía Golpista y de Militares traidores.

Su ejemplo histórico ha tratado de ser borrado sistemáticamente, de la nuestra memoria colectiva. Su ejemplo estorba y molesta a las Oligarquías de turno.

Recordemos finalmente, que esta heroica Campaña de 1856-1857, fue la primera derrota estratégica del Expansionismo Norteamericano en el Continente.

El ejemplo inclusivo y patriótico del Prócer Nacional, Don Juanito Mora y su protecto nacional, está más que vigente, y debe entenderse como parte de la lucha histórica por la Soberanía y la Dignidad de Costa Rica y Centroamérica.

Más de 10000 víctimas sólo costarricenses civiles, –de una población total de poco más de 100000 costarricenses–, como resultado de la «Peste del Cólera» causada directamente por el envenenamiento de los pozos de agua potable, por la Invasión Filibustera Norteamericana a Centroamérica, no pueden dejarnos olvidar este ejemplo colectivo heroico.

Así fue como se consolidó realmente, el Estado Nacional y la República de Costa Rica, y además, la Independencia de toda Centroamérica; región codiciada hasta la fecha, por sus recursos, posición geoestratégica, y por la famosa «Vía del Tránsito» del multimillonario norteamericano Cornelius Vanderbilt, en disputa para las potencias del momento.

¡Gloria Eterna al Presidente Juan Rafael Mora Porras, Libertador de la Patria!

Que este no sea un 20 de marzo más

Manuel Delgado

Conmemoramos otro aniversario de la Batalla de Santa Rosa, la primera batalla de la primera derrota de los norteamericanos en toda su historia, la primera batalla de la consolidación de nuestra independencia. Lo digo así porque esa primera derrota norteamericana en el continente se consolidó poco después en la batalla de Rivas del 11 de abril, y en la segunda parte de la guerra en 1857, peleada en el río San Juan y en esta zona sur de Nicaragua, con Rivas como centro más importante. Pero Santa Rosa preparó ese camino de victoria.

Costa Rica era entonces una nación muy pequeña. Teníamos apenas 110.000 habitantes, más o menos la mitad del cantón de San José, más o menos lo mismo que tiene el Cantón de la Unión, que conocemos como Tres Ríos.

Y empezaba su vida nacional. Teníamos 35 años de ser independientes de España y apenas ocho años de ser una república.

Aun así, este pequeño país pudo enfrentarse de manera victoriosa a una invasión extranjera proveniente de la joven potencia del norte, desde aquel entonces era el país más rico y poderoso del continente.

¿Cómo fue posible esa victoria?

Esta proeza de este pequeño pueblo estuvo siempre indisolublemente ligada a una persona, la de Juan Rafael Mora Porras, hoy con el título de Libertador de la Patria, Benemérito y Héroe Nacional. Fue su visión y don de liderazgo lo que pudo unir al país y conducirlo, en medio de sacrificios, a la victoria.

La guerra del 56-57 y sus resultados están ligados a los siguientes factores:

1.— El presidente Mora, primeramente, supo descifrar quién era el enemigo. Él se dio cuenta de que el país se enfrentaba a una situación de vida o muerte, de existir o perecer. Estados Unidos, apenas ocho años antes, había invadido México, había tomado su capital y en presencia de sus tropas había obligado a los mexicanos a entregar la mitad, ¡la mitad!, de su territorio. De ese despojo hecho por la fuerza surgieron los estados de Texas, Colorado, Nuevo México, Arizona, Nevada y California y territorios que están en otros estados. Mora entendió que Walker no venía a una aventura personal y menos pacificadora. Supo que el filibustero estaba ligado a círculos de poder del sur de Estados Unidos, al gobierno de Franklin Pierce, un alcohólico proesclavista que pretendía continuar con la expansión de Estados Unidos, otra vez a costa de México y el Caribe, y que preparó las condiciones para la guerra civil contra Abraham Lincoln, la cual empezó apenas media década después.

El interés de Walker era unir Centroamérica (Five o None, la cinco o ninguna, decía) en un estado esclavista que pudiera inclinar la balanza política en EEUU hacia la perpetuación del esclavismo, una balanza que se perdió con el triunfo de Lincoln en 1860, cuando las fuerzas antiesclavistas lograron poner a la mayoría a su favor y en contra del esclavismo. Eso era lo que Walker quería impedir con su invasión y su anexión de Centroamérica.

Walker ya había invadido Baja California y había creado una llamada República de Sonora.

Una de las grandes ambiciones del filibustero y su gente era el río San Juan, la Vía del Tránsito, es decir, el canal interoceánico. Por aquellos años ni se pensaba en Panamá. Entonces esta ruta tenía un valor continental y hasta universal. Mora y su gobierno tuvieron ayuda, más moral y menos material, de Inglaterra y Francia, y era por eso. Esos países estaban interesados en impedir que esa vía cayera en manos norteamericanas al menos con exclusividad, pues ya para entonces estaba concesionada a una compañía estadounidense.

Pero, además, Mora comprendía que esa falange impía, como él la llamaba, solo podía ser derrotada por las armas, que no había otro camino. Walker le envió a Mora un emisario que fue devuelto desde Puntarenas sin siquiera ser recibido. El Libertador sabía que eso era un engaño. Y que solo la sumisión, una sumisión perruna, podía impedir la guerra. Es decir, que el honor y la soberanía solo se podían defender con las armas. Es una enseñanza fabulosa para nuestros políticos de hoy, acostumbrados a bajar las orejas frente a las nuevas invasiones norteamericanas, a las que me voy a referir más adelante.

Con esa definición del enemigo en su cabeza, se dio a la tarea de preparar a su pueblo ideológica y anímicamente. Ningún pueblo puede triunfar si no tiene claros los objetivos de su lucha, los peligros y el carácter definitorio de su enemigo.

2.— Teniendo esto claro, Mora se dio a la tarea de preparar la guerra. Siempre nos han metido la idea de que nuestro ejército estaba formado por agricultores ignorantes y sin conocimientos militares. Nada más falso. Nuestros soldados eran efectivamente campesinos, pero recibieron un esmerado entrenamiento militar, disciplina y espíritu de combate. Para ello Mora se valió de muy buenos militares. Menciono solamente al general José María Cañas, pero no era el único. Había también un exiliado alemán, Otto van Bülov, que era ingeniero militar y excombatiente de la revolución alemana de aquellos años, la revolución de 1848, quien dio un enorme aporte. Un polaco, posiblemente polaco-alemán, llamado Ferdinand von Salich también colaboró en esta tarea.

Tampoco era un ejército pequeño. Aunque muchos lo cifran en 4.000 hombres, hay documentos que señalan que sumaban 7.200 soldados y que en un momento llegó a tener 11.000. Eso equivaldría hoy en día entre 200.000 y medio millón de soldados.

También se nos confunde con el tipo de armamento. Se habla mucho del fusil de chispa, un arma con que la corría más riesgo el que la usaba y la disparaba. Claro que había muchos fusiles de chispa. Pero Mora se las ingenió para dotar a nuestro ejército de un armamento más avanzado, un parque de fusiles Minié y sus municiones, que había utilizado Inglaterra en la recién concluida guerra de Crimea y que Mora compró a ese país. Ese fusil marcaba una diferencia del cielo a la tierra. Para mencionar solo una diferencia, diré que el fusil de chispa podía dar en un blanco, con suerte, a cien metros; el Minié, casi de seguro, a 500 metros.

Cuando los filibusteros se enfrentaron con nuestro ejército en un día como hoy, quedaron sorprendidos por el poder de fuego costarricense, tanto así que dijeron a sus jefes que aquí en Santa Rosa se habían enfrentado no con costarricenses, sino son soldados franceses.

3.— Había que preparar no solo soldados y armas, sino todo lo demás: medicina, avituallamiento, transporte. No voy a entrar en detalle, pero diré solo que él puso a trabajar a un gran equipo en esas tareas.

Algunos de ellos eran Santiago Hogan Grey, Cruz Alvarado Velasco, Fermín Meza Orellana, Andrés Sáenz Llorente y otros.

He mencionado que había en el país un grupo de alemanes, como Nanne, Rohrmoser, Fisher, Gólcher, Alexander Von Franzius y Carlos Hoffman que se pusieron a las órdenes del presidente Mora. Estos dos últimos fueron fundamentales en la formación de la ciencia natural en el país. Carlos Hoffman fue nombrado por el presidente como el médico jefe del ejército nacional. Por cierto, que el puesto era pretendido por otro médico, José María Montealegre, quien se disgustó tanto con la decisión de Mora que decidió no ir a la guerra y quedarse en casita cuidando sus millones. Años más tarde va a ser el principal culpable del derrocamiento del presidente Mora. Carlos Hoffman es otro de nuestros héroes olvidados. Él estuvo en toda la guerra, se quedó en Rivas durante la epidemia del cólera y luego, llamado por don Juanito, se vino a San José para ponerse al frente en la lucha contra la enfermedad.

Quiero enviar un saludo muy afectuoso a los alemanes de nuestro país, y a los descendientes, hay algunos, de esos alemanes que lucharon con nosotros en 1856. Van Bülov y Hoffman no dejaron descendencia. Hay descendientes de un sobrino de van Bülov, que también peleó en la guerra del 56, pero ellos viven en Estados Unidos.

4.— La otra decisión clave de don Juanito fue decidir que él no iba a esperar al enemigo en la capital. San José en esa época llegaba hasta el Hospital San Juan de Dios, y don Juanito dijo: Yo no voy a pelear esta guerra en La Sabana. La guerra la vamos a pelear en las barbas de William Walker. Esto suponía un esfuerzo inmenso, que era transportar todo un ejército hasta Nicaragua. Hoy eso equivaldría transportar 200.000 hombres. Y se tenía que hacer sin vehículos, a pie, con la sola ayuda de algunos bueyes que se utilizaban para transportar dos pequeños cañones.

Para ello había que trazar una ruta, construir puentes y caminos y asegurar medios de supervivencia, sobre todo alimentos, para los soldados en viaje.

Juanito Mora contaba, como dije, con la ayuda de Otto van Bülov, conocido como el Barón, pues lucía ese título nobiliario. Este ingeniero alemán a quien Juanito Mora había nombrado jefe de caminos, brindó un enorme aporte en este sentido. Todavía quedan algunas de esas construcciones. Él tuvo a su cargo la construcción del puente de La Garita, que estaba unos metros aguas arriba del actual, y de la carretera que sube a Los Ángeles. También fue responsable del primer puente de Damas, en San Mateo. Un pueblito de por allí se llama El Barón, pero nadie sabe por qué. En una ocasión propuse que al menos la escuela, que se llama Escuela El Barón, fuera bautizada por el nombre completo del héroe alemán. Pero como siempre sucede, en este país del olvido nadie quiere hacer memoria. En el país del olvido, el desmemoriado es rey. Digo nada más que Van Bülov peleó en Rivas, cosa que él sabía hacer muy bien. Allí se contagió del cólera, enfermedad de la que murió días después en Liberia.

Entonces, ya listos, con un alto nivel de conciencia y una alta moral de combate, el ejército partió, a pie. Salió de donde hoy es el Mercado Central, caminó hasta San Rafael de Alajuela, llegó a la Garita y a los Ángeles y siguió hasta Barranca. Allí se dividió en dos: una parte se fue a Puntarenas y siguió en botes por el Golfo de Nicoya y el Río Tempisque hasta el pueblo de Bolsón. El resto siguió a pie por potreros y montes por la ruta de Bagaces y lo que hoy sería Cañas, hasta Liberia.

Allí los alcanzó el presidente Mora, que en vez de quedarse en su Palacio Presidencial se fue con la tropa a la primera línea de fuego.

El resto de la historia ya la sabemos. José Joaquín Mora, cuyo suegro había sido dueño de la Hacienda Santa Rosa, marchó hacia el norte y dirigió ese primer combate contra los filibusteros. Fue en aquel 20 de marzo. Allí murieron 20 patriotas y 25 filibusteros. Otros 20 fueron capturados durante su huida, fueron sometidos a juicio y fusilados inmediatamente.

Cabe preguntarse por las enseñanzas que nos dejaron los patriotas de 1856.

La primera es que la patria debe defenderse y no entregarse a los que vienen con falsas promesas. Eso no lo entienden muchos costarricenses y no lo comprenden o no lo quieren comprender nuestros gobernantes.

El país está enfrentado a una nueva ola de filibusteros. Son los que han sido dueños de nuestros principales productos, entre ellos el banano y la piña, y con ellos se llevan nuestra riqueza. Son los que hoy nos estafan con sus eurobonos, sus créditos y sus imposiciones, impuestos por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Son los que nos tienen atosigados con la deuda externa, y nos prestan cada vez más para que sigamos endeudados. Son los que nos roban a través del comercio internacional, vendiéndonos caro y comprándonos barato. Son los que se han apoderado de nuestras principales carreteras, puertos y aeropuertos. Son los que se llevan el dinero de nuestras pensiones y lo colocan en la ruleta rusa de las bolsas norteamericanas a costa de grandes pérdidas para nosotros y enormes ganancias para ellos. Son los que nos impulsan a destruir nuestro estado de bienestar social y presionan para que se vendan la Caja, el ICE, los bancos del estado y demás.

Quien no tiene claro que ese enemigo existe y quién es, no es un digno heredero de Juanito Mora y no podrá liderar al país para salir de la injusticia, la pobreza y el subdesarrollo.

La segunda enseñanza es que con ese enemigo no se negocia. Ya no puede hablarse con una guerra verdadera, pero la lucha es similar, y no hay peor pecado que intentar esquivarla con el timo de que debemos ser inteligentes y tolerantes, inteligentes y tolerantes contra un enemigo nada tonto y nada tolerante.

La tercera es que al pueblo hay que prepararlo para la lucha con la verdad, no con vericuetos de lenguaje, no ocultando los hechos para que no nos digan dogmáticos ni trasnochados. Los que eso hacen y así piensan no son legítimos herederos de los héroes del 56.

Ellos, los héroes del 56, consolidaron nuestra independencia y crearon una idiosincrasia, crearon la nación costarricense. Lo hicieron con su pensamiento claro y su sangre.

¡Bendito sea su pensamiento!

¡Bendita sea su sangre!

«Juan Rafael Mora Porras: Primer ensayista costarricense»

Freddy Pacheco León

DON JUANITO MORA. Ensayista rescatado por don Juan Durán Luzio.

¡Gracias a su ingenio y a la pasión conque abordó su investigación, logró desechar las actitudes y opiniones prejuiciadas contra nuestro héroe, principalmente exhibidas por algunos historiadores!

Le exposición de don Juan Durán Luzio en este video:

Está pendiente el Funeral de Estado para el presidente Juan Rafael Mora Porras

Vladimir de la Cruz

Esta Semana la Academia Morista Costarricense está realizando la Semana Morista, como todos los años, coincidiendo con el 30 de setiembre, que nos recuerda el asesinato de Estado perpetrado contra el Benemérito de la Patria, Juan Rafael Mora Porras, Presidente de la República, Gran Conductor Político y Estratega de la Guerra Nacional contra los filibusteros norteamericanos, que querían hacer de las Repúblicas centroamericanas Estados anexos y sometidos a los Estados sureños de los Estados Unidos, y convertir a nuestros pueblos en mano de obra esclava de los estados sureños esclavistas.

Esta Semana, las conferencias programadas, se realizan con colaboración de la Biblioteca Nacional, a las 4 p.m., actividades que se pueden seguir en el Facebook de la Biblioteca. El lunes pasado Susana Trejos Marín disertó sobre las “Ideas y valores del Padre de la Patria”, y ayer martes lo hizo Ana María Botey Sobrado sobre “La salud pública en la década de Mora. Desafíos y avances”. Hoy miércoles lo hará Álvaro Ramírez Bogantes sobre “La política fiscal del presidente Mora”, mañana jueves disertará Manuel Araya Incera sobre “La política exterior de Costa Rica en tiempos de Mora”. El día viernes 30, en Puntarenas, por la mañana se realizará una actividad oficial especial.

El 30 de setiembre, el día del asesinato del presidente Mora, nos llama a recordar que tenemos una deuda pendiente con él, con su Memoria, la realización oficial de un Funeral de Estado.

La sociedad costarricense, el mundo político nacional, tiene esa gran deuda histórica con el Benemérito de la Patria, con el Héroe y Libertador Nacional, con el gran conductor, gran estratega y táctico, de la Guerra Nacional contra los filibusteros norteamericanos, en 1856 -1857, el tres veces presidente de la República, el Capitán General Juan Rafael Mora Porras. Es hora de saldar esa deuda.

Su tercer período fue interrumpido por un Golpe de Estado, el 14 de agosto de 1859, en un acto traicionero que realizaron los militares, que también se habían distinguido en los combates de la Guerra Nacional, el coronel Lorenzo Salazar y el Mayor Máximo Blanco, que tenían a la sombra a José María Montealegre Fernández, conspirador e instigador del Golpe de Estado, quien había estado casado con una hermana de Juan Rafael Mora, a esa fecha ya fallecida.

Como premio del Golpe de Estado el presidente José María Montealegre Fernández, que sucedió a Juan Rafael Mora, ascendió al grado de Generales a los militares traidores, Máximo Blanco y Lorenzo Salazar.

El Golpe de Estado obligó a que Juan Rafael Mora, su hermano José Joaquín, y su cuñado, José María Cañas, ambos Generales, y su sobrino Manuel Argüello Mora, tuvieran que marchar forzadamente, por extrañamiento, hacia El Salvador, la Patria del General José María Cañas Escamilla.

En las nuevas elecciones, en 1860 quedó electo José María Montealegre Fernández. El presidente Mora se aprestó y preparó para regresar a recuperar el Mandato Presidencial que le había sido arrebatado. Buscó el apoyo correspondiente.

El 17 de setiembre de 1860, de regreso en Puntarenas, quienes le apoyaban tomaron el Puerto de Puntarenas hasta el Río Barranca. Traicionado, nuevamente, por falsa información que había recibido, fue derrotado en la llamada Batalla de la Angostura, por fuerzas leales al gobierno de José María Montealegre Fernández. Terminó siendo capturado y sometido a un juicio militar sumario, condenándosele a la muerte. En la negociación de su fusilamiento se había eximido de igual desenlace al General José María Cañas.

Junto al presidente Mora fue fusilado el General Ignacio Arancibia, de origen chileno, distinguido militar que también había participado en la Guerra Nacional contra los filibusteros y acompañaba al presidente Mora.

El acto traidor e infame del fusilamiento se llevó a cabo el 30 de setiembre de 1860, a las 3 de la tarde, en el sitio conocido como Los Jobos, en Puntarenas. Quienes ordenaron su fusilamiento, su asesinato, lo hicieron a conciencia, sabiendo el crimen que realizaban, como un crimen de Estado, por ello es más importante rectificar su muerte con un Funeral de Estado.

Allí fueron asesinados Juan Rafael Mora Porras e Ignacio Arancibia, después de que se entregó bajo el compromiso, del ministro de Relaciones Exteriores, Francisco María Iglesias Llorente, de respetarle la vida a quienes lo acompañaban. Su muerte, informó el ministro al presidente José María Montealegre, “fue con dignidad y valor”.

El Consejo Militar, que actuó como Consejo de Guerra, y Consejo de Asesinos uniformados, que lo fusilaron tres horas después de su entrega, estuvo integrado por el General Máximo Blanco, el General Florentino Alfaro, el coronel Pedro García, Francisco Montealegre Fernández, que era el Primer Designado a la Presidencia de la República y el ministro de Relaciones Exteriores, Francisco María Iglesias.

La tradición cuenta que los soldados que participaron en el acto del fusilamiento lloraban con dolor al momento de recibir la orden de disparar.

Violando lo pactado, al General José María Cañas lo fusilaron dos días después, el 2 de octubre, en el mismo lugar, a las 9 de la mañana. La orden de fusilamiento del General José María Cañas había sido por el Consejo de Gobierno. La comunicación de este acuerdo la llevaron a Puntarenas los Capitanes Ramón Castro Araya y Pablo Quirós.

El trato que le dieron a los cuerpos fusilados del presidente y del General Arancibia fue de desprecio total. Los dejaron expuestos, a la intemperie, con el ánimo de que las aguas del estero se los llevaran, y los animales hicieran de las suyas.

Gracias a un grupo de entrañables amigos, y parientes, del presidente, entre ellos los Cónsules de Gran Bretaña y de Francia, los señores Richard Farrer y Jean Jacques Bonnefil, junto con los yernos de Bonnefil, Santiago Constantine y Julio Rosat, y el Capitán Francisco Roger, se impidió que los cuerpos acabaran en el estero.

Una vez que recuperaron los cuerpos procedieron a enterrarlos en el cementerio del estero, en una fosa cavada por ellos mismos, donde depositaron también el cuerpo de General José María Cañas, y resguardada por los siguientes seis años.

El 20 de mayo de 1866 el Cónsul francés Jean Jacques Bonnefil, con cuatro personas, marineros, Carlos Leonara, Enrique Ligoneff, Francisco Hervé y Guillermo Noubée, exhumaron los cadáveres, los recogieron y mantuvieron durante un breve período de tiempo en la residencia del Cónsul, en Puntarenas, de donde los trasladaron después a San José, a la residencia del Cónsul, que estaba frente al Hospital San Juan de Dios.

En su casa se guardaron los restos de los Héroes hasta que el 13 de mayo de 1885 fueron depositados en el Cementerio General de la ciudad de San José, sin que se hubiera hecho nunca, a partir de esta fecha, ningún ceremonial oficial de Entierro de Estado, de Funeral de Estado, al presidente de la República, Benemérito y Héroe de la Campaña Nacional de 1856 y 1857 contra la presencia filibustera en Costa Rica y en Centroamérica.

Sobran los méritos de sus administraciones de Gobierno, que dejaré para comentar en otro artículo.

Lo que está pendiente desde aquel Asesinato de Estado es un gran acto nacional, que debe realizarse con un Gran Funeral de Estado, donde se cumpla, con el reconocimiento oficial, a la figura del Presidente Juan Rafael Mora Porras, y que se realice con toda la pompa, ceremonia y desfile que merezca, y donde resultado de este Funeral de Estado, se celebren las Honras Fúnebres Oficiales, y se reivindique, de esa manera, su memoria depositándolo oficialmente en su sepultura, en el Cementerio General, o en el Mausoleo, que con ese motivo se podría erigir de manera distinguida en el mismo Cementerio.

En su memoria, en el Gobierno de Federico Tinoco Granados, el 8 de diciembre de 1918, en el período de la Dictadura, se erigió un Monumento, en el sitio del magnicidio, en la esquina sur oeste de la actual Plaza llamada Mora y Cañas, ubicada en el Barrio El Carmen, entre avenida 1 y calle 9 de la ciudad de Puntarenas. Allí están los bustos, desde 1960, de los Héroes Juan Rafael Mora Porras y el General José María Cañas Escamilla, esculpidos por Juan Rafael Chacón.

El Funeral de Estado comprende un acto, en este caso, el acto de exhumación, de exequias o del cortejo fúnebre que debe realizarse acompañando los restos, los actos oficiales que se realicen en su Memoria en la Asamblea Legislativa, bajo capilla ardiente, u otros sitios que se dispongan a este efecto, incluyendo un acto ceremonial religioso, católico, que también se le podría tributar, por razones de su credo y de la tradición de mediados del siglo XIX, y el de nuevo depósito de sus restos en el Cementerio General.

La exhumación de los restos del presidente Juan Rafael Mora, a los efectos del Funeral de Estado, deben sacarse del Cementerio General en un acto absolutamente privado, y llevado al sitio donde se le rendirá el Funeral de Estado.

El Funeral de Estado es la ceremonia pública que en Honor de la figura política del presidente Juan Rafael Mora Porras debe realizarse.

Un Funeral de Estado no es un funeral religioso. Con el Funeral de Estado se decretan por lo menos tres días de Duelo Nacional, con el Pabellón Nacional y la Bandera Nacional a media asta, en todos los edificios e instituciones de la administración pública, de las Escuelas y Colegios, en que se exhiban banderas en el exterior. A esas banderas no se les deben poner crespones o lazos negros.

Cuando las banderas están en el interior lo que procede es enrollarlas en el mástil de manera que se evite cualquier ondeo, y en la base de estas banderas, se debe poner una corbata negra, un lazo negro con cabos largos.

Las fuerzas de escolta que acompañen el féretro deben ir a pie, no a caballo, de manera que nadie esté por encima del féretro.

En el Funeral de Estado que se organizare para el presidente Juan Rafael Mora Porras se puede contemplar la realización de una Vela Pública, de uno a tres días, con Guardia de Honor, de la Fuerza Pública y de civiles que quieran participar de ella, donde los costarricenses, escolares, estudiantes, ciudadanos, sean invitados, a acompañar los restos del Héroe, antes del ceremonial oficial y de su entierro definitivo, resultado de este Funeral de Estado.

La Guardia de Honor, debe estar en absoluto silencio, durante unos minutos alrededor del féretro. Su silencio es para manifestar el respeto y el afecto hacia la persona a la que se le está rindiendo el Homenaje. La Guardia de Honor se hace por turnos de varias personas, dos, cuatro o seis.

La Vela Pública es para que el Pueblo de manera directa pueda despedirse del presidente Juan Rafael Mora Porras, el presidente más amado, más querido, más admirado de la Historia Patria.

El Funeral de Estado, en todos los países, corresponde a un jefe de Estado, a un presidente, o a una figura de alta relevancia para el país, como último homenaje que se le tributa.

Un Funeral de Estado, para el Presidente Juan Rafael Mora Porras, servirá no solo para reivindicar el acto de su muerte, sino para fortalecer su Memoria, el culto y el respeto al Héroe, para fortalecer la identidad nacional en lo que el Presidente Mora evoca y significa, para enriquecer la conciencia histórica, pero sobre todo para hacer Justicia Histórica con el Héroe Nacional, que no tuvo su Funeral de Estado, su Funeral Oficial, con el que estamos en deuda nacional, quien le aseguró la Soberanía y la Independencia nacional al País, a la Patria, al Pueblo costarricense y centroamericano.

Este Funeral de Estado no será de despedida, es de bienvenida y de inserción oficial a la Memoria Histórica nacional.

Respecto al presidente Juan Rafael Mora no son suficientes los actos que se han hecho recordatorios de su insigne figura. Falta este acto, el del Funeral de Estado.

De no hacerse este Funeral de Estado pesará todavía en la Historia Nacional, y en la conciencia de los Gobernantes actuales, y de la clase política vigente, el bochorno, la mala conciencia o la conciencia cómplice con el asesinato y magnicidio, de no haber hecho este reconocimiento y homenaje, como ya se debió haber hecho.

En el Protocolo del acto funeral, y el desfile que se organizará para llevar sus restos de nuevo al Cementerio General, se tomarán en cuenta, para participar, a las Autoridades de Gobierno, en el cual el Presidente de la República encabeza la actividad, las autoridades de los Poderes Públicos, a los Representantes del Cuerpo Diplomático acreditado en Costa Rica, a los descendientes del Presidente Juan Rafael Mora Porras, y a sus familias, a los miembros de las Juntas Directivas de las instituciones estatales, a representantes de los Gobiernos locales, a los miembros de las Academias de Historia y Geografía, de la Academia Morista Costarricense, de la Tertulia del 56, a los Consejos Universitarios de las Universidades públicas, representantes de los Partidos Políticos, a Representantes de las Iglesias oficiales reconocidas en Costa Rica, y de los movimientos sociales que deseen participar desfilando. El Funeral de Estado puede acompañarse, además, con desfile de escolares, estudiantes y representantes de la Fuerza Pública, simbolizando el Ejército Nacional que el presidente Mora dirigió.

El Protocolo de un Funeral de Estado es complejo por la organización que debe desarrollarse a su alrededor. El Funeral de Estado puede realizarse en día laborable o no laborable.

El féretro del presidente debe cubrirse con el Pabellón Nacional, para indicar en este caso, además, que el Estado se hace responsable de lo que ocasionó su muerte.

Flores, ramos y coronas se entienden como un símbolo de amor, de sensación de la vida, hacia el difunto, y de expresar dolor y condolencia.

El Funeral de Estado es el máximo respeto a su memoria, el que no se le tuvo en el acto vil de su fusilamiento.

El desfile del Funeral de Estado debe hacerse con el simbolismo de protegerlo, en su morada final, de cualquier agresión externa.

Si hoy no es una cuestión de Estado saber dónde estuvo enterrado y dónde está enterrado el presidente Juan Rafael Mora Porras, sí es una cuestión de realizar el Funeral de Estado que el Benemérito presidente se merece para la posteridad.

La deuda nacional es también con el hermano del presidente Juan Rafael Mora, con el General José Joaquín Mora Porras y también se tiene con el General José María Cañas Escamilla.

Que el acto que pueda organizarse de Funeral de Estado para el presidente Juan Rafael Mora Porras, sirva también para exaltar las figuras de los Generales José Joaquín Mora Porras y José María Cañas Escamilla, ambos Héroes de la Guerra de 1856, ambos también víctimas de ese Tribunal Asesino.

El Funeral de Estado como expresión, también, de tristeza ante la muerte del presidente Juan Rafael Mora Porras, es a la vez la oportunidad de brindar el respeto y cariño, en la magnitud de la ceremonia que pueda organizarse, y de agradecimiento a quienes defendieron leal y dignamente al país y a Centroamérica de la amenaza filibustera.

Qué mejor momento el Funeral de Estado para que de fondo estén los Himnos, compuestos por Manuel María Gutiérrez Flores, jefe de Bandas militares y combatiente de la Campaña Nacional, el Himno Nacional y la Marcha patriótica alusiva a la Batalla de Santa Rosa, del 20 de marzo de 1856, surgida y escrita al calor de la Batalla, himnos con los que regresaron triunfantes las tropas.

De igual modo, para esta ocasión del Funeral de Estado, debe tenerse presente la obra musical el “Duelo de la Patria”, un Himno que evoca la tristeza, la pena y el dolor nacional, de todo el pueblo, del Maestro Rafael Chávez Torres, discípulo de Manuel María Gutiérrez, y sucesor de él en la Dirección de Bandas Militares, Himno que por primera vez se entonó en el Funeral del Presidente Tomás Guardia Gutiérrez, quien también se había distinguido en la Campaña Nacional, bajo las órdenes del General José María Cañas Escamilla.

 

Compartido con SURCOS por el autor.

Olas y Arenas

Palabras en acción

Puntarenas, jueves 20 de octubre 2021

Estimados y estimadas Moristas de Puntarenas, Olas y Arena tiene el honor de invitarle al programa literario: Palabras en Acción. Este encuentro será el viernes 29 de octubre 2021, a las 5 p.m. en la UNED Sede Puntarenas, en Pueblo Nuevo (Bo El Cocal).

Para esta ocasión, el invitado especial es el señor Fernando Villalobos Chacón, Ph D Catedrático, Historiador e Investigador, decano de la UTN, sede del Pacífico. El Doctor Villalobos Chacón, conversará sobre su vida, sus obras y sus sueños y acerca de sus trabajos de investigación sobre Juan Rafael Mora Porras (El Guerrero que Soñó Una Nación), como historiador y miembro asociado de la Academia Morista, pero sobre todo nos deleitará con la figura humana de don Juanito y su legado imperecedero.

Este programa será difundido en directo en nuestro territorio nacional por la UNED y en diferido por la BIBLIOTECA NACIONAL a los países hispanohablantes. Olas y Arena es organizado por el LEAP Laboratorio Experimental de las Artes de Puntarenas de La Fundación CamaleonArt y Acuarela Naranja.

Debido a las restricciones por aforo sanitario, no podemos extender presencialmente esta invitación. Podrán seguirnos por las plataformas tecnológicas de la UNED y la Biblioteca Nacional. Agradecemos su valioso seguimiento en este conversatorio.

Herbert E. Contreras Vásquez, M Sc.

Comandante en jefe (V. 2013)

La Verdad es inmutable y profunda como el Gran Océano; la mentira es un cadáver putrefacto y a la deriva sobre la superficie de las olas. 

Herbert E. Contreras Vásquez, poeta costeño. Escritos entre el año 2011 y el 30/X/2014, Puntarenas, Costa Rica.

A 150 años del Magnicidio de Juan Rafael Mora Porras

Odio,

odio, odio,

nuestro odio

surcará los tiempos.

Ay de quien

en medio de tinieblas

se atreva a encender

con flamante proclama

el pebetero de la Verdad,

la Justicia y el Coraje.

Ofreceremos treinta talentos de plata

a quien lo ponga en nuestras manos

o señale con dedo acusador.

Nuestros justicieros implacables

se encargarán del infortunio

de sus leales seguidores.

Al lado de los suyos

derramaremos su sangre

entre Angostura y el Altar de Jobo.

En siglo y medio ninguna pleamar 

lavará nuestro visceral odio

entre las cálidas arenas

de El Nicoya.

Le llamaremos traidor

por romper para siempre

las cadenas de servidumbre.

Jamás perdonaremos su osadía

por expulsar con armas en mano

a las huestes del Destino Manifiesto.

Será considerado sedicioso 

por construir una nación

libre y soberana.

Con plomo y pólvora

en su corazón ardiente

sacrificaremos sus ideales.

Por exponer nuestras cobardes

conspiraciones y turbios negocios

apagaremos su dignidad de guerrero.

Al pueblo le eclipsaremos

su dimensión de Elegido.

A la ciudadanía le ocultaremos

su proyección de Estadista.

Por decreto oficial,

a lo largo de siete generaciones

no se consignará su nombre

en el Libro de los Héroes.

Trataremos de dispersar sus mortajas,

para que no sea considerado mártir.

No tendremos reposo

tergiversando, difamando,

destruyendo su legado humanista.

Que esta no sea su tierra,

menos aún su Panteón.

Haremos de su noble espíritu

una sombra apátrida en las

brumas de la Historia.

Aborreceremos de su grandeza,

no sea que se le llegue a comparar

con Lincoln, Bolívar, Juárez o Martí.

Despreciaremos su visión universal.

Su valentía jamás nos quitará el sueño.

No permitiremos su lucidez y,

a nombre del poder terrenal.

Nosotros, los hijos de nuestros hijos

y los hijos de sus hijos también, odiaremos con odio cierto al Magno Libertador.

Palabra de HECO.

 

HUELLAS DE SANGRE (1814 – 2014)

“Dilecti Filii illustris et Honorabilis Viri Joannis Raphælis Mora.”

                                              Papa Pío IX

Cuando se cernía

en nuestro horizonte

la más ignominiosa amenaza

en medio del pueblo

se levantó un hombre

ilustre de mirada altiva

de temple de acero

y brazo combatiente

desde el plácido valle

con verbo profético

se dirigió a sus congéneres

para señalar camino y acciones

erguido y determinado

empezó a caminar

con su robusta pierna derecha

dio su primer paso

con su insobornable

pierna izquierda prosiguió

la Jornada de la Libertad

con voluntad inquebrantable

abarcó las distancias

la multitud bravía

avanzó tras él

inspirados

por el enemigo

de servidumbres

al fragor del combate

desde el pérfido Norte

se cebaron las intenciones

de los bárbaros esclavistas

y desalmados invasores

rubricando con vidas propias

la emancipación de la Nación

pero destino y prójimo

resultan con frecuencia

crueles e ingratos

no mucho después

de haber regresado

de la más grande gesta

el varón que caminó

sin hesitación a la batalla

con el pecho henchido de coraje

se enfrentaría con el

pelotón de fusilamiento

desde el improvisado calabozo

con indescriptible desolación

remembró a la amada esposa

y su desdichada progenie forzados

al dolor y el desamparo

abominó del poder

que le arrebataron

los conspiradores

elevó una plegaria por los suyos

y por quienes se anticiparon

no le atemorizaba

su cita con La Obscuridad

sólo le angustiaba dejar de vivir

cuando la sedición

cubrió los suelos envilecidos

por una gavilla de detractores

eran las quince horas en Puntarenas

los milicianos

no podían sostener

en sus brazos el peso

del inminente magnicidio

con el tiempo pendiente del instante

nadie nacido en esta tierra se atrevió

a proferir la orden de fuego

el caudillo sin parangón

observaba lágrimas deslizándose

por las mejillas de los carabineros

nunca antes

un corazón humano

habría latido con tanta fuerza

derrotando a los falsificadores de la Historia

ambición y traición

transmutadas en crimen

le resultaban inescrutables

al cerrarse

el círculo de la verdad

la propia existencia es ofrenda suprema

siendo este el mejor fin para los honorables

profirió la pólvora

su himno de muerte

las aves huyeron del horror

y el jobo lloró sangre

cayó abatido

el guerrero inmortal

era media tarde

cuando la Noche Sin Fin

amortajó al mártir con pabellón extranjero

entonces

el manglar y

el Silencio Eterno

besaron tiernamente

al hijo más dilecto

que hubiese recorrido

estos Senderos del Creador…

 

Compartido con SURCOS por Herbert E. Contreras Vásquez.