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Etiqueta: Luis Paulino Vargas Solís

El Centro de Investigación en Cultura y Desarrollo (CICDE) presenta: «Llamados a señorear»

El CICDE tiene el honor de invitar a la presentación virtual del libro «Llamados a señorear: El accidentado itinerario político del evangelicalismo en Costa Rica (1981-2014)» , del investigador Andrey Pineda Sancho. Esta actividad será transmitida el 5 de diciembre de 2024 a las 10:00 am a través de las redes sociales de Onda UNED y el CICDE.

La obra ofrece un análisis profundo sobre la evolución del poder religioso en Costa Rica, desde la cristiandad colonial hasta la pluralización religiosa actual impulsada por el protestantismo y el evangelicalismo. Además, explora el papel político que estas corrientes han asumido, analizando su integración en el escenario político nacional e internacional, así como la influencia de la geopolítica estadounidense en estas dinámicas.

Participantes:
Luis Paulino Vargas Solís : Catedrático jubilado de la UNED.

-Andrey Pineda Sancho : Autor e investigador del CICDE.

Transmisión:
Facebook Onda UNED: https ://www .facebook .com /ondauned
-Facebook CICDE: https ://www .facebook .com /CICDEUNED

El proyecto neoliberal en Costa Rica

Luis Paulino Vargas Solís elabora el documento titulado “El proyecto neoliberal en Costa Rica (1985-2024). Orígenes, implantación y evolución”. Se trata de una publicación de la Revista Espiga de la Escuela de Ciencias Sociales y Humanidades de la UNED.

En el resúmen del artículo se expone:

El Proyecto Neoliberal surge en Costa Rica a partir del diagnóstico que, por entonces, se volvió dominante, según el cual el viejo Proyecto Desarrollista se había «agotado». Desde las propuestas iniciales –desregulación financiera, apertura comercial, supresión de las formas tradicionales de proteccionismo, liberalización de los flujos de capitales, neoproteccionismo exportador– se avanzará progresivamente en un proceso que, con el tiempo, tendrá algunas mutaciones importantes, configurando así nuevas etapas en el devenir del Proyecto. Este ha sido muy exitoso en la atracción de capitales extranjeros y en la dinamización de las exportaciones originadas en zonas francas. Pero de ese mismo éxito surgen sus más graves problemas, que se expresan en una economía dualizada, y en un conjunto de presiones competitivas negativas sobre el resto de la economía fuera de zonas francas. Son problemas estructurales que afectan negativamente el empleo, los ingresos de la población, la sostenibilidad de las finanzas públicas y, en último término, la equidad distributiva.

Se extiende la invitación de leer el documento, para ampliar los conocimientos sobre el tema.

Consecuencias de un dólar barato: El diablo se esconde en los detalles

Dr. Luis Paulino Vargas Solís
Economista

Este artículo se centra en el análisis y la explicación de las afectaciones derivadas de la baja del dólar, y omite la discusión de dos aspectos clave en relación con esa situación: primero, la posibles causas y factores desencadenantes detrás de la evolución que el dólar ha registrado, y, segundo, las posibles opciones de política para intentar corregir ese estado de cosas, incurriendo en el menor costo social posible. Espero abordar ambos aspectos en algún escrito o escritos posteriores.

Si bien en una primera y superficial mirada, la baja del dólar aparece como algo beneficioso, un examen más detenido podría revelar elementos menos satisfactorios e, incluso, aspectos francamente problemáticos. Es eso lo que, de la forma más sintética posible, intento dilucidar en este escrito.

  • Deflación de precios y “clavos de oro” para el negocio importador

En general, la baja del dólar favorece una inflación más baja. De hecho, durante ya más de año y medio -desde septiembre de 2022- venimos moviéndonos en territorios deflacionarios, o sea, de inflaciones negativas.[i] No por casualidad, esto coincide con la caída del dólar, si bien debemos comprender que no es el único factor que explica esa tendencia hacia la deflación. Pero no imaginemos, ni por asomo, que la caída del dólar se va a transmitir en una caída equivalente de los precios. La razón es que el comercio importador es un negocio oligopolizado, o sea, controlado por un pequeño número de grandes empresas, y estas se van a cuidar muy mucho de no bajar los precios más que en el monto justo para “robarle” mercado a los productores nacionales que compiten con las importaciones, o no bajarlos en absoluto en los casos cuando es inexistente esa competencia por parte de empresas nacionales, como podría ser el caso de muchos insumos agropecuarios.

Esto último nos advierte sobre otro aspecto importante: dado el predominio de poderosos oligopolios en los negocios vinculados al comercio importador, la caída del dólar les permite a estos hacer “clavos de oro”. O sea, el abaratamiento del dólar propicia un movimiento muy fuerte de redistribución del ingreso y la riqueza a favor de esos sectores.

  • Crédito en dólares

Claro que la baja del dólar favorece también a quienes tienen créditos en dólares y ganan en colones, por la obvia razón de que el monto de las mensualidades, expresadas en colones, disminuyen conforme el dólar baja. Cuando, de hecho, esto también favorece la colocación de nuevos créditos en dólares, ya que esta se ve como una opción más cómoda, relativamente a la que ofrecen los créditos en colones. Todo lo cual, por cierto, es una excelente noticia para la banca privada, cuyo negocio en gran parte descansa en ese tipo de créditos en moneda extranjera. He aquí otro sector al que la caída del dólar le resulta una buena noticia.

  • El diablo se oculta en los repliegues

Pero, por favor, que no nos pase inadvertido que, en los dos puntos anteriores, hay una trampa oculta.

El abaratamiento de las importaciones, aun cuando solo sea en el margen, o sea, apenas lo justo para que las importaciones capturen porciones crecientes del mercado, pone en aprietos a las empresas y productores nacionales que ofrecen productos que compiten con esas importaciones. Esas empresas y productores nacionales pierden participación en el mercado y sufren una reducción de sus ventas. Eventualmente, eso pondría en riesgo los empleos que generan. Las afectaciones de este tipo alcanzan a una amplia gama de actividades productivas, tanto del sector manufacturero como del agropecuario, incluyendo la producción láctea y la de alimentos para el mercado nacional.

Las ganancias para quienes tienen créditos en dólares -o para quienes deciden hoy tomar créditos en dólares- conlleva un riego -usualmente llamado “riesgo cambiario”- asociado a la posibilidad de una devaluación futura de la moneda, lo que incrementará el monto en colones que deberían entonces dedicar a cumplir con los pagos de la deuda.

  • Deuda pública en dólares

Un efecto similar ocurre con la deuda en dólares del Gobierno Central. En los dos años comprendidos entre diciembre de 2021 y diciembre de 2023, esa deuda, expresada en dólares, aumentó un 36,5%. Pero al pasarla a colones, y favorecida por la baja del dólar, el aumento solo fue de un 11,2%. Esto tiene importancia sobre todo a la hora de considerar el porcentaje del monto total de esa deuda externa, en relación con el Producto Interno Bruto (PIB), el cual es el referente usual a la hora de evaluar la sostenibilidad de la deuda. De tal modo, ese porcentaje, que era de 16,8% en 2021, se sitúa en 16,0% en 2023. Parece una reducción muy pequeña, pero el asunto adquiere una dimensión distinta cuando consideramos que, si tan solo se hubiese mantenido en 2023, el mismo tipo de cambio de 2021, ese porcentaje deuda-PIB, habría dado un salto al 19,7%.

Pero, de hecho, esa no es la historia completa, puesto que una porción de la deuda interna, que se supondría debería ser en colones, en realidad está en dólares, lo que, para todo efecto práctico relevante, la convierte en deuda externa. A diciembre de 2023, la parte de esa deuda interna en dólares, representaba un 7,4% del PIB. Bastaría con que el dólar estuviese en su nivel de diciembre de 2021, para que esa proporción pasara a ser del 8,8%.

Considerando todo lo anterior, resulta que, gracias a la caída del dólar, la deuda del Gobierno Central, expresada como porcentaje del PIB, está hoy 5 puntos porcentuales más baja de lo que potencialmente pudo haber estado.

  • Las riesgosas apuestas del presidente Chaves

Esto permite entender la irresponsable complacencia con que el presidente Chaves mira todo esto. Hay aquí dos ruletas en las cuales Chaves está apostando: la ruleta de la deuda externa expresada en dólares, y la ruleta de una tasa de cambio dólar-colón baja. Si esta segunda apuesta se malogra, si, por lo tanto, el movimiento del dólar se revierte y se da lugar a una devaluación del colón, la primera apuesta también se vendrá abajo: crecerá la proporción o porcentaje deuda/PIB, y crecerá el monto en colones del servicio de la deuda, lo cual nos traerá multiplicados problemas. Y aquí bueno es tener presente que el gobierno “gana” en colones, puesto que los impuestos que recauda son en colones.

  • Consecuencias para las exportaciones y las actividades turísticas

Esta es la problemática alrededor de la cual ha girado la mayor parte del debate público: los efectos para las actividades productivas vinculadas, sea a las exportaciones, sea el turismo.

Para mejor entender este punto, recordemos que, en las últimas semanas, el tipo de cambio ha oscilado apenas por encima de los ₡500 por dólar. Eso significa retornar a los niveles en que se situaba en febrero-marzo de 2014, hace más de diez años. En ese mismo lapso, la inflación -medida por el Índice de Precios al Consumidor (IPC)- ha alcanzado cerca de un 20,5%. Este último dato, nos da indicio aproximado de la evolución de los costos de producción -incluyendo los costos salariales- durante ese período.

No es el único factor a considerar, puesto que también influye el comportamiento de la inflación en los países con los cuales Costa Rica comercia o aquellos con los cuales compite en el comercio internacional, como también habría que tomar en cuenta la evolución de la productividad (o sea, la evolución de la capacidad productiva de los países medida con base en el valor que, en promedio, se genera en una hora de trabajo).

Pero, aún haciendo abstracción de estas últimas cuestiones, el evidente desajuste entre la tasa de cambio colón-dólar y la evolución de los costos de producción, nos ayuda a entender porqué la caída del dólar les trae problemas a las mencionadas actividades productivas. Pero, sin duda, las afectaciones no son homogéneas, seguramente varían de un sector a otro, dependiendo principalmente de dos factores:

  • el peso relativo de los costos salariales en colones dentro del total de la estructura de costos,
  • y la significación relativa del “componente importado” (o sea, el valor aportado a la mercancía producida, por los insumos, equipos, maquinarias, etc. que son importados).

Para actividades -como es el caso de muchas pequeñas y medianas empresas turísticas o empresas exportadoras del sector agroindustrial- en las cuales los costos salariales en colones son relativamente altos, el efecto negativo será más significativo. Para las empresas de alta tecnología de las zonas francas, fuertemente intensivas en el uso de equipos, máquinas e insumos importados, y para las cuales el costo salarial en colones es relativamente menor, las afectaciones son seguramente más leves. En cambio, lo perciben con más intensidad las empresas de zona franca del sector servicios, cuyos costos salariales en colones son más significativos.

  • Empleo es, a fin de cuentas, el nombre del juego

Ya veíamos los riesgos para el empleo, derivados del proceso de gradual arrinconamiento que sufren las empresas y productores nacionales que producen para el mercado interno, derivado de importaciones que se vuelven más competitivas gracias a la baja del dólar. Como es fácil de entender, ese mismo riesgo se presenta en relación con estas empresas orientadas a las exportaciones y el turismo.

Tener presente estas amenazas al empleo, es seguramente el mejor antídoto frente a los cantos de sirena de quienes proclaman las ventajas para el “consumidor” derivados de la caída del dólar ¿Tiene sentido alegrarnos por la posibilidad de que resulte más cómodo endeudarse para comprar un auto del año o viajar al extranjero, cuando los empleos de miles y miles de personas están en peligro? Para ser “consumidor” primero se necesita disponer de un ingreso, y para tener un ingreso la gran mayoría de la gente requiere tener un empleo (excepto las personas muy ricas, que, mientras toman el sol a la vera de la piscina de su mansión, reciben en sus cuentas bancarias los dividendos de sus acciones, los rendimientos de sus inversiones en bonos de la deuda pública, o los pagos por alquiler de sus edificios de apartamentos y de oficinas).

Si la situación de revalorización del colón frente al dólar se vuelve crónica y se prolonga por mucho tiempo, ello puede tener efectos en términos de un proceso de desindustrialización de la economía. “Desindustrialización” no en referencia tan solo a la industria manufacturera sino, en forma más amplia, respecto de las diversas actividades productivas. Estas, eventualmente, sufrirían una contracción importante, cuando, a su vez, nuestra economía viraría hacia un sesgo importador especialmente agudizado.

Les mencionaré una anécdota, para ilustrar este último punto. La empresa Gallito, hoy día propiedad de la Dos Pinos, y que tradicionalmente producía confites y chocolates, recientemente ha empezado a comercializar galletas. Si usted lee la letra menuda en los sobrecitos de las galletas se encontrará con que estas son producidas en República Dominicana, no en Costa Rica. Sin duda la baja del dólar lo propicia, puesto que hace más rentable producirlas en aquella isla caribeña que en nuestro propio país, no obstante que ese es un sector manufacturero en el cual poseemos experiencia y conocimiento. A eso se refiere el concepto de desindustrialización, que conlleva un traslado al exterior de empleos que muchos costarricenses desearían tener a su disposición.

A la larga, todo esto resultaría económica, social y políticamente insostenible.

[i] La percepción popular, acerca del “alto costo de la vida”, que contrasta con las estadísticas que demuestran un movimiento deflacionario, no andan descaminadas. Los datos del INEC son correctos, pero también es correcta la percepción popular, puesto que los mismos datos del INEC demuestran que, a lo largo de muchos años (desde 2010), el poder adquisitivo de la población no ha mejorado. De ahí que persista una justificada sensación de que “la plata no alcanza”.

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Invitación a la charla “Los aportes de un líder indígena a la investigación en Ciencias Sociales”

La Revista Rupturas del Centro de Investigación en Cultura y Desarrollo (CICDE) y Onda UNED tienen el agrado de informarles sobre el ciclo de entrevistas dedicado a explorar las experiencias y realizaciones de la investigación en Ciencias Sociales.

En la primera charla, se abordará «Los aportes de un líder indígena a la investigación en Ciencias Sociales».

Se contará con el aporte del entrevistado Pablo Sivas Sivas, líder indígena de la etnia Brörán e investigador comunitario del CICDE. La conducción de la charla estará a cargo del doctor Luis Paulino Vargas Solís, director de la Revista Rupturas.

La transmisión se llevará a cabo el jueves 4 de abril a las 10 a.m. y podrá seguirse a través de las redes sociales de Onda UNED y el CICDE.

Se les invita cordialmente a sintonizar esta conversación.

La Economía de Costa Rica en 2024: Anomalías que llaman a una rectificación ineludible – hoy 20 a las 2 p.m.

La UNED Sede de Puriscal y Onda UNED invitan a la entrevista:

La Economía de Costa Rica en 2024: Anomalías que llaman a una rectificación ineludible

Invitado: Luis Paulino Vargas Solís | Economista

Moderadores:

Roberto Fallas Mora | Jefe de Sede Puriscal

Tatiana Guzmán | Comunicadora

Día martes 20 de febrero.

Hora: 2:00 pm

Puede seguir la transmisión en vivo por las redes de Onda UNED y Sede Puriscal

FB Sede Puriscal: https://www.facebook.com/events/1067446764530176

FB Onda UNED: https://www.facebook.com/events/3241329359501988

YouTube Onda UNE: https://www.youtube.com/watch?v=BcnXp2hGxUE

La Economía de Costa Rica en 2024: Anomalías que llaman a una rectificación ineludible – hoy 20 a las 2 pm

La UNED Sede de Puriscal y Onda UNED invitan a la entrevista:

La Economía de Costa Rica en 2024: Anomalías que llaman a una rectificación ineludible

Invitado: Luis Paulino Vargas Solís | Economista

Moderadores:

Roberto Fallas Mora | Jefe de Sede Puriscal

Tatiana Guzman | Comunicadora

Día martes 20 de febrero.

Hora: 2:00 pm

Puede seguir la transmisión en vivo por las redes de Onda UNED y Sede Puriscal

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https://www.facebook.com/events/1067446764530176

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Mercado Eléctrico en Costa Rica: Hacia la imposición del reinado del cortoplacismo

Dictamen del proyecto de ley
Expediente N.° 23.414
“Ley de armonización del Sistema Eléctrico Nacional”

Dr. Luis Paulino Vargas Solís
Catedrático Jubilado UNED
10 de diciembre de 2023

Este documento se elaboró, inicialmente, a fin de atender -cosa que hice con mucho gusto- la solicitud que me formuló el master José Eduardo Gutiérrez Durán, director del Centro de Investigación en Cultura Desarrollo (CICDE) de la Universidad Estatal a Distancia (UNED), quien, a su vez, recibió una solicitud en el mismo sentido, por parte del Consejo Universitario de la UNED, para que el CICDE dictaminara el proyecto de ley, expediente número 23.414,”Ley de Armonización del Sistema Eléctrico Nacional”. La versión de este escrito que aquí presento difiere ligeramente de la que fue presentada para consideración del mencionado Consejo Universitario, en la medida en que procuré ampliar y afinar algunos conceptos, e incorporar algunas pocas referencias bibliográficas.

1.Un mercado regido por criterios de competencia y rentabilidad

Es un proyecto de ley que, claramente, busca reestructurar los sistemas regulatorios que rigen en el mercado de la electricidad de Costa Rica, a fin de priorizar criterios de competencia y, por lo tanto, criterios de rentabilidad. Se despoja al ICE de la función de liderazgo estratégico, con mirada de largo plazo, que tradicionalmente ha cumplido, y se lo convierte en un actor más, a la par de los posibles competidores privados que deseen participar en este mercado. Esto último comporta desechar el conocimiento y la experticia que el ICE ha acumulado a lo largo de décadas. Como veremos más adelante, y una vez descartado ese valiosísimo activo, se recurrirá en su lugar a mecanismos institucionales débiles y una regulación sumamente confusa, sujeta a criterios cortoplacistas.

Esta lógica de fondo que inspira el proyecto, orientada a privilegiar los mecanismos del mercado, se percibe con mucha transparencia, a lo largo del texto del proyecto. Lo ejemplifico con dos referencias puntuales:

a. En el artículo 4, en el punto d), se indica que el concepto “competencia”, hace referencia a “libertad en el desarrollo de las actividades de generación y comercialización con base en reglas objetivas, transparentes y no discriminatorias que permitan una participación en condiciones de igualdad entre los actores”.

Es, claramente, el presupuesto de base en que se fundamenta el mecanismo del mercado al que se apela, donde la “igualdad” queda definida a partir del establecimiento de reglas homogéneas, prescindiendo de cualquier consideración atinente a las posibles diferencias entre los distintos actores participantes.

b. El artículo 29 indica: “Créase el Mercado Eléctrico Nacional, este será un mercado eléctrico mayorista, en el cual los agentes contratan libremente en un entorno en el cual se realizan las transacciones de bienes, servicios, activos financieros y otros recursos entre empresas, generadoras, comercializadoras y consumidores” (énfasis agregado).

Se reitera aquí el mismo principio ideológico: las reglas son las mismas, indistintamente de que los agentes pudieran ser diferentes. Pero, además, los criterios de base son los de la rentabilidad, y, por lo tanto, son criterios de corto plazo, o, en todo caso, de alcances relativamente estrechos, incapaces de reflejar intereses y conveniencias sociales más amplias y estratégicas.

No se niega, en lo anterior, que las empresas privadas no tengan capacidad de planificar más allá del horizonte de la pura inmediatez. En especial las grandes corporaciones planifican para plazos medios o, incluso, relativamente largos. Pero lo hacen desde sus estrategias corporativas, y con arreglo a sus objetivos corporativos. No es esperable que tomen en cuenta -y de hecho no lo harán- objetivos de amplio interés social y colectivo.

2. Ausencia de criterios de justicia social

En todo el texto, la palabra “equidad” aparece mencionada una sola vez: en el inciso b del artículo 25. Ahí se indica lo siguiente: “Cuando la regulación por actividad involucre varias empresas, la distribución del canon seguirá criterios de proporcionalidad y equidad”. Esta es, nuevamente, la noción de “equidad” propia de los mercados capitalistas: no como equidad social, sino como equidad en cuanto a la vigencia de las mismas reglas para todos los competidores, indistintamente de las diferencias que pueda haber entre estos u otros agentes, de una u otra manera involucrados en este mercado.

La palabra “igualdad” aparece varias veces, pero en todas las ocasiones hace referencia a la “igualdad” dentro de las condiciones del mercado, o sea, en el marco de las reglas de competencia que lo rigen. Así, por ejemplo, en el inciso g del artículo 4, se ofrece la siguiente definición: “Igualdad y No Discriminación:  brindar un tratamiento igual para todos los actores del sector eléctrico que se encuentren dentro de las mismas condiciones diferenciándose únicamente en cuanto a características técnicas de la prestación del servicio”.

O sea, el proyecto descarta que el desarrollo de los mercados de la electricidad, deba tener en cuenta valores sociales y democráticos, atinentes a la equidad en el acceso al servicio, o relacionadas con una regulación de ese servicio que, de alguna forma, procure contribuir a la inclusión de los sectores socialmente más desfavorecidos y la protección del medio ambiente.

El artículo 34 corrobora esta opción política, pero la formula como al modo de un reflejo en el espejo, en el que se ofrece una imagen invertida. Dice ese artículo: “En todo momento se deben asegurar costos más bajos para los sectores de consumo nacional que permitan impulsar la competitividad…” (énfasis agregado). O sea: la regulación del mercado de la electricidad no debe contemplar “costos más bajos” para los sectores sociales que viven situaciones de carencia y desventaja, sino solo para aquellos que permiten “impulsar la competitividad”. En general, estos últimos son los consorcios empresariales de mayor poder.

3. Competencia, sí, pero sin excluir el subsidio y la redistribución invertida del ingreso

Como he indicado, el proyecto es reiterativo en su opción a favor de un mercado que se rija por criterios de competencia y, por lo tanto, de rentabilidad. Sin embargo, el texto contempla también formas de subsidio a favor de los actores o agentes “en competencia”.  Eso resulta especialmente claro en lo que indican los artículos 23 y 51. Este último, lo plantea en estos términos:

“Los contratos se firmarían entre los agentes generadores o productores y el ECOSEN. La compensación por este servicio se recibe independientemente de si la capacidad se utiliza o no, ya que esta remuneración tiene como objetivo cubrir los costos de la inversión en la construcción de nuevas plantas de generación y el mantenimiento de las instalaciones existentes” (énfasis agregado).

Esa misma obligación, y con la misma justificación, aparece formulada en el artículo 23:

“La compensación por este servicio se recibe independientemente de si la capacidad se utiliza o no, ya que esta remuneración tiene como objetivo cubrir los costos de la inversión en la construcción de nuevas plantas de generación y el mantenimiento de las instalaciones existentes”.

Estos enunciados demandan una lectura crítica. Primer punto: si en un determinado momento hay una capacidad no utilizada, ha de ser, obviamente, porque la oferta es excedentaria respecto de la demanda que en ese momento se registra. No se está vendiendo electricidad en cantidad suficiente, y no se están recogiendo los ingresos provenientes de tal venta. En tal caso, y como segundo punto, es necesario preguntarse: ¿cómo podría entonces cubrirse “la compensación por este servicio” según se ordena en los artículos citados? Pareciera que solo hay una forma: cargándolo a las tarifas. Tercer punto: si, como ya vimos, el artículo 34 ordena que se debe “…asegurar costos más bajos para los sectores de consumo nacional que permitan impulsar la competitividad”, o sea, para el sector empresarial ¿quiénes entonces pagarán esas mayores tarifas? Probablemente la gente común y corriente, incluyendo los hogares más pobres. Esto tiene una implicación adicional importante: las empresas quedan exentas de los riesgos propios del negocio, y ese riesgo se socializa y pasa a ser asumido por la sociedad en su conjunto. Así, uno de los principios fundamentales a los que se apela para justificar la ganancia capitalista -la asunción de riesgos- queda desactivado.

O sea: estamos en presencia de un proyecto de ley que no solo descarta cualquier compromiso con la equidad y la justicia social, sino que, todavía más, parece introducir mecanismos invertidos de redistribución del ingreso: de abajo hacia arriba; de los pobres hacia los sectores económicamente más poderosos, dentro de una propuesta que -según ya es usual en los contratos de concesión de obra pública- socializa los riesgos, y, por lo tanto, garantiza, si o si, la rentabilidad privada: si las cosas van bien, las ganancias van al capital invertido; si las cosas van mal, la sociedad asume las pérdidas.

4. La planificación como aporía

En el texto se insiste en la importancia de lo que el proyecto designa como “planificación indicativa”. El inciso x del artículo 3, la define en los siguientes términos:

“La planificación indicativa se refiere a la identificación y evaluación preliminar de las opciones de desarrollo de recursos e infraestructuras de generación que podrían considerarse para cubrir la demanda futura de energía eléctrica… Sin embargo, no establece decisiones finales ni compromisos vinculantes, ya que su objetivo principal es brindar una base sólida para una planificación más detallada y precisa” (énfasis agregado).

Este concepto -el de “planificación indicativa- se reitera varias veces a lo largo del texto. Ese tipo de planificación tiene sentido -y, de hecho, históricamente ha logrado éxitos importantes-[1] a condición de que incorpore mecanismos complementarios de premio y castigo, que promuevan comportamientos privados propicios a los objetivos planteados. No es, en modo alguno, el caso presente. De hecho, aquí el carácter “indicativo” de este tipo de planificación no comporta obligaciones para nadie, porque está despojado de cualquier política que genere los estímulos necesarios, acordes a lo planificado. O sea, funciona como al modo de una excitativa moral y no más que eso. Obviamente, y contrario a lo que postula el texto citado, eso no ofrece ninguna “base sólida” para la planificación.

Por su parte, el artículo 8 está encabezado por un título que habla de “tipos de planificación”, e identifica dos clases de planes: el “Plan Nacional Indicativo de la Generación y de la Transmisión”, y el “Plan Nacional de Expansión de la Generación y la Transmisión Nacional”. El primero, a cargo del MINAE, se supone que es un plan a largo plazo (artículo 9). El segundo, a cargo del “Ente Coordinador del Sistema Eléctrico Nacional” (ECOSEN), se le conceptualiza como “…una planificación de corto, mediano y largo plazo que identifica requerimientos específicos de generación y transmisión”.

Teniendo presente lo anterior, y en conjunto con lo que otros artículos plantean, se detectan diversos elementos que tornan incierta, débil y confusa la “planificación” de la que se habla:

  1. El artículo 6, coloca en manos del Ministerio de Ambiente y Energía la “rectoría del subsector eléctrico”. El 8, como ya indiqué, le asigna a ese Ministerio la formulación de los planes de “largo plazo” (el “Plan Nacional Indicativo de la Generación y de la Transmisión”), pero sin aclarar en ninguna parte, qué significa “largo plazo”. Por lo tanto, estas funciones clave quedan básicamente en manos del respectivo jerarca de ese Ministerio, el cual, como bien se sabe, es nombrado por la persona que ocupe la presidencia de Costa Rica. Estará en el cargo a lo sumo cuatro años, pero, además, ese jerarca será portador y representante de la visión política del gobierno de turno, lo cual imprimirá un componente cortoplacista y muy oscilante, en la definición de las políticas en esta materia. Esto convierte en un oxímoron las evocaciones a una presunta planificación de “largo plazo” a que se hace referencia en el artículo 9. Puesto de otra forma: la planificación no podría no tomar en cuenta las prioridades de cada gobierno, pero siendo estas tan cambiantes como son los gobiernos mismos, necesariamente deberían quedar subordinadas a objetivos y estrategias proyectadas más allá del horizonte temporal de cada uno de esos gobiernos. O sea: debe primar una “visión país”, integral y de largo plazo, y no tan solo la visión coyuntural cambiante, asociada a los cambios cuatrienales de gobierno.
  2. Por su parte, el “Plan Nacional de Expansión de la Generación y la Transmisión Nacional” queda a cargo del ECOSEN, cuya junta directiva será presidida (artículo 21) por el jerarca del mencionado Ministerio de Ambiente y Energía. Aquí, de nuevo, cobra vigencia la preocupación sobre las influencias políticas coyunturales, en las decisiones que se tomen. Tómese en cuenta, además, que el ECOSEN cumpliría funciones muy importantes, tal cual se indica en el inciso h del artículo 3, donde se le define como la “entidad autónoma con capacidad de derecho público responsable de supervisar, operar, planificar y administrar el Sistema Eléctrico Nacional y el Mercado Eléctrico Nacional (MEN), con independencia técnica especializada y organizacional”. Como es obvio, el oxímoron se reitera en este caso: ¿qué tan independiente puede ser una entidad presidida por un ministro o ministra de gobierno?
  3. Debe también mencionarse que hay ambigüedades e imprecisiones sobre los alcances del “Plan Nacional de Expansión de la Generación y la Transmisión Nacional” a cargo del ECOSEN. El artículo 10, le asigna el carácter propio de una “planificación de corto, mediano y largo plazo”, con lo que podría traslaparse con el “Plan Nacional Indicativo de la Generación y de la Transmisión”, que, se supone, es de largo plazo. Esta confusión se refuerza, al constatar que, en otras partes, se le asigna a ese “Plan Nacional de Expansión…”, la naturaleza propia de un plan de largo plazo. Es lo que se observa en el artículo 15, y, más claramente, en el inciso w del artículo 3, en el cual se indica que el Plan de Expansión de la Generación (PEG) “…se desarrolla a largo plazo, considerando un horizonte temporal que puede abarcar varios años o incluso décadas”. Y, sin embargo, el artículo 12 le asigna “una periodicidad mínima bianual”, pero dejando abierta la puerta para reducir los plazos, al indicar que “…el Operador, podrá realizarla con un periodo menor si por las condiciones de la Industria Eléctrica lo requieren (sic), mediando la justificación correspondiente”. Todavía queda otra duda: el “Plan de Expansión de la Generación” de que habla el articulo 3 en su inciso w, ¿es el mismo “Plan Nacional de Expansión de la Generación y la Transmisión Nacional” que se postula en el artículo 9? Se podría razonablemente suponer que sí, pero no lo sabemos con certeza.
  4. Téngase en cuenta, además, que el mismo texto del proyecto deja acotada la planificación como un ejercicio cuya fuerza pareciera residir tan solo en la persuasión moral. Ya el inciso x del artículo 3, deja claro que la planificación indicativa no “establece decisiones finales ni compromisos vinculantes”, cuando, por su parte, el artículo 13 autoriza para que los “proyectos no aprobados y cualquier otro proyecto renovable que quiera desarrollar un interesado podrán desarrollarse directamente”. Y, como ya he indicado, el proyecto no contempla ningún mecanismo complementario que de fuerza y viabilidad a la planificación. En realidad, nada impide que se desarrollen proyectos no contemplados en la planificación, o que no se desarrollen otros que esta consideró importantes, con lo que esa planificación no pasará de ser un “saludo a la bandera”, con valor puramente testimonial.
  5. Por otra parte, los artículos 33 y 37 autorizan para que “los excedentes de energía eléctrica” puedan ser comercializados en el “Mercado Eléctrico Regional”, o sea, vendidos a otros países del área centroamericana. Esto introduce un elemento adicional de incertidumbre en los procesos de planificación, primero, porque seguramente será difícil estimar la demanda que, originada en otros países de la región, podría ser atendida por empresas costarricenses; segundo, porque el existir esta posibilidad, las proyecciones de demanda a nivel nacional dejan de ser un límite para las capacidades instaladas que se desarrollen, ya que podrá apelarse a la justificación de que cualquier excedente se colocará en otros países centroamericanos.
  6. En resumen: aparte el condicionamiento derivado del predominio de los intereses de rentabilidad y de la contaminación política que inevitablemente sufrirían los procesos de planificación, también es claro que esa planificación está formulada en términos sumamente imprecisos y confusos, y que carece de cualquier herramienta de política, más allá de la pura excitativa moral, que le permita tener una incidencia efectiva. Todo esto advierte que, con seguridad, será un ejercicio de planificación sumamente débil, donde esa planificación tendrá un valor simbólico y testimonial, cuando, en la práctica, tenderá a prevalecer una mezcla inestable y poco clara, de criterios políticos y criterios de rentabilidad, donde tanto los unos como los otros, son de naturaleza cortoplacista y cambiante.

[1] Véase, por ejemplo, de Ha-Joon Chang, “23 cosas que no te cuentan sobre el capitalismo” (Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial, 2020), y de Mariana Mazzucato: “Misión Economía: una guía para cambiar el capitalismo” (Barcelona: Penguin Randoma House Grupo Editorial, 2021) y “El Estado Emprendedor: mitos del sector público frente al privado”, Barcelona: RBA Libros S.A., 2019).

5. Dogmatismo de mercado

Como advertí desde el inicio, la regulación que este proyecto propone asigna al mercado un papel central. Para operacionalizar ese principio se apela a una fórmula que, por su importancia, conveniente citarla in extenso:

“ARTICULO 23- Forma de contratación de capacidad.

Luego de aprobada la capacidad que es necesario agregar al SEN, por parte del Regulador, el Operador deberá llevar a cabo una subasta en la que los agentes generadores o productores de energía eléctrica compiten por contratos de capacidad. En esta subasta se determinarán los precios de contratación de este servicio. Para llevar adelante el proceso de contratación de capacidad, la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos, establecerá un procedimiento que deberá seguir el Ente Coordinador del Sistema Eléctrico Nacional (ECOSEN). Los contratos se firmarían entre los agentes generadores o productores y el Ente Coordinador del Sistema Eléctrico Nacional (ECOSEN). La compensación por este servicio se recibe independientemente de si la capacidad se utiliza o no, ya que esta remuneración tiene como objetivo cubrir los costos de la inversión en la construcción de nuevas plantas de generación y el mantenimiento de las instalaciones existentes.”

O sea, el asunto se resuelve por medio de subastas[1], para de esa forma hacer efectiva la idea de mercados competitivos, donde habría de imponerse quienes mejores precios ofrezcan, todo lo cual, sin embargo, queda envuelto en una sombra de duda, en vista de la debilidad del marco regulatorio creado.

Confluyen en esto varios elementos problemáticos:

  1. Las decisiones de inversión se basarán en procesos de planificación, cuya única fuerza, si es que podemos llamarla así, reside en la excitativa moral, los cuales, como hemos visto, estarán sometidos a influencias políticas coyunturales, y subordinados a los criterios cortoplacistas de rentabilidad y competencia en el mercado. Esto seguramente debilitará gravemente la planificación, ya que esta estará sometida a cambios frecuentes y a intereses de alcance muy estrecho, y carecerá de instrumentos que le posibiliten tener alguna incidencia relevante. En relación con un asunto clave como es la energía eléctrica, este aspecto cobra especial relevancia.
  2. Los mercados capitalistas, que operan en un contexto de incertidumbre sobre el futuro y están generalmente regidos por criterios cortoplacistas de rentabilidad, tienden a generar excesos de capacidad y, por lo tanto, problemas de sobreproducción. La fantasía walrasiana -tan cara a la corriente económica neoclásica o marginalista, incluso en sus versiones contemporáneas más sofisticadas- de mercados autorregulados que establecen equilibrios virtuosos y estables, ha demostrado ser teóricamente insostenible, e histórica y factualmente falaz. Claramente ese mito circula a lo largo de todo el texto del proyecto y es su más poderosa inspiración.
  3. El problema de la sobrecapacidad y, por lo tanto, de la sobreproducción, muy probablemente se haría también manifiesto en este caso, porque el marco regulatorio que esta ley establecería (supuesto que se apruebe) lo propicia de formas diversas.
  1. Todo se basa en procesos de planificación de carácter puramente testimonial, contaminados por influencias políticas coyunturales y consideraciones económicas de corto plazo.
  2. Implícitamente se crea un subsidio que garantiza que la rentabilidad se mantenga incólume, incluso aunque la capacidad instalada no se utilice, o sea, se seguirán percibiendo los mismos ingresos, incluso aunque haya problemas de sobrecapacidad instalada y, por lo tanto, de sobreproducción, lo que de paso, anula todo el riesgo en el negocio y obliga a que ese riesgo sea asumido por la sociedad.
  3. La expectativa generada por el potencial acceso al mercado centroamericano, lo cual seguramente inducirá procesos de inversión que excedan de la demanda previsible originada en la economía costarricense.

[1] Con seguridad, la noción de subasta, tal cual aquí se plantea, revisita, aunque de forma muy posiblemente inconsciente, los planteamientos del economista francés León Walras (1834-1910), acerca del equilibrio general desarrollado en su obra clásica “Elementos de Economía Política Pura”, originalmente publicada en 1874. Walras es, junto a Stanley Jevons y Carl Menger, uno de los fundadores de la teoría económica neoclásica o marginalista.

6. Otras importantes debilidades del proyecto

  1. Casi total ausencia de mecanismos de participación y auditorías ciudadana.

Escasamente el artículo 11, establece un “…proceso de consulta pública, donde se invita a los; agentes, actores interesados y al público en general a que realicen observaciones, sugerencias o comentarios sobre el plan propuesto”. Los términos son evidentemente imprecisos, y sus alcances muy limitados. Si, por otra parte, examinamos la composición de la Junta Directiva del ECOSEN (artículo 21), confirmaremos esa grave omisión. Esa Junta incluye a dos jerarcas políticos (el del MINAE y la presidencia ejecutiva del ICE); representantes de diversos sectores: de las empresas distribuidoras y cooperativas de electrificación rural; de productores de energía y generadores distribuidos; de los “grandes consumidores” (cuyo representante será propuesto por la UCCAEP); del Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos; y de la Comisión para Promover la Competencia (COPROCOM). No hay representación de las personas usuarias ni de los hogares usuarios, tampoco de las pequeñas y medianas empresas, ni del sector de economía social y solidaria, ni de otros sectores -incluidas las universidades, el movimiento ambientalista, el movimiento comunal y los pueblos indígenas- que podrían tener interés en estos asuntos. Tampoco representación sindical que les dé voz a las personas trabajadoras que se desempeñan en los distintos tipos de empresas que participan en el mercado de la electricidad.

Esto claramente reafirma el enfoque centrado en criterios de mercado, y subordinado a influencias políticas coyunturales, sin consideración a criterios de más amplio alcance y mirada más larga y estratégica.

b. La ausencia de cualquier objetivo vinculado con la investigación científica y tecnológica en relación con el desarrollo de nuevas fuentes de energía.

Este aspecto está totalmente ausente del proyecto. Es una omisión que, posiblemente, tiene varias causas. Una, inherente a la lógica misma del proyecto, la cual gira casi enteramente alrededor de los criterios de rentabilidad, según estos se expresan en el mercado, lo que hace difícil prestar atención a cuestiones que la mayoría de las veces no son rentables a corto plazo. También podrían incidir ciertos rasgos característicos del empresariado costarricense y de la modalidad de capitalismo predominante en nuestro país, sobre todo en relación con su poca o nula capacidad de innovación, y su cada vez más agudizada tendencia a tratar de ganar competitividad (o recuperarla) con base en técnicas de dumping social (reducir salarios, incrementar la intensidad del trabajo, alargar jornadas laborales, evadir impuestos, reducir cuotas de la seguridad social, etc.).

c. ¿Conviene promover que haya muchos actores en competencia?

Aunque el texto del proyecto no lo dice explícitamente, se entiende que está inspirado en un imaginario walrasiano que supone la concurrencia, en el mercado eléctrico, de un número indefinido de actores o agentes en competencia.[1] Téngase en cuenta que, además, el mercado costarricense es pequeño, si bien la posibilidad de exportar a Centroamérica ofrece una potencial ampliación. En todo caso, la base primigenia está dada por el mercado nacional, y el resto jugaría seguramente un papel complementario. Cabe entonces suponer que serían empresas relativamente pequeñas, con escalas de producción relativamente limitadas.

Esto hace necesario interrogarse acerca de la posibilidad de que existan economías de escala, en cuyo caso esta atomización de los actores en el mercado, podría implicar menos eficiencia, costos más altos y tarifas más elevadas. Una muy rápida revisión bibliográfica en Google, incluso en Google Académico, sugiere que los estudios empíricos realizados dan resultados mixtos, con resultados que pueden diferir según que se considere la generación o la transmisión.[2] En algunos casos se concluye que sí existen economías de escala, lo cual propicia la aparición de monopolios o, por lo menos de oligopolios, en la medida en que un mercado atomizado, con muchos actores participantes sería menos eficiente, y promovería, bien que un actor más grande acapare progresivamente el mercado y elimine competidores, o que se den procesos de fusión que sustituyen un grupo más o menos grande de empresas por una sola empresa grande o, en el mejor de los casos, por un pequeño número de empresas relativamente grandes. Otros estudios concluyen que no existen economías de escala, o, por lo menos, no economías de escala significativas, en cuyo caso podría funcionarse apropiadamente con un mercado compartido por cierto número de empresas. Los resultados, como ya indiqué, pueden diferir según que se considere la generación o la transmisión.

El asunto amerita un estudio más en profundidad, aunque, en todo caso, siguen siendo válida la observación -teóricamente bien sustentada y empíricamente demostrada- en el sentido de que los mercados capitalistas no son capaces, por sí solos, de desarrollar una visión estratégica y de largo plazo, como tampoco pueden garantizar equidad social ni cuido del medio ambiente, cuando, por otra parte, son estructuralmente proclives a la generación de sobrecapacidad. Dadas las considerables debilidades y las importantes omisiones que caracterizan el marco regulatorio que esta ley eventualmente establecería, puede anticiparse que todas estas tendencias problemáticas se manifestarían en el mercado eléctrico costarricense.

[1] Este imaginario seguramente surge y se inspira en el modelo o teoría del equilibrio general de Walras y, antes que él, en la noción de mano invisible que Adam Smith dejó formulada -aunque el concepto lo mencionó una sola vez- en su gran obra La Riqueza de las Naciones (“An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations”) de 1776. Al respecto, comentan Frank Ackerman y Alejandro Nadal: “la mayoría de economistas…sigue creyendo que se ha demostrado de manera decisiva que el equilibrio general existe y que efectivamente las fuerzas del mercado conducen a él. Esa creencia carece de fundamento” (“Ensayos críticos sobre la teoría del equilibrio general”. México: Siglo XXI Editores, 2013, p. 11). No solo ocurre que es una teoría que, por su altísimo nivel de abstracción, resulta económicamente irrelevante, sino que, desde el punto de vista teórico, enfrenta serios problemas, los cuales jamás se han resuelto, lo que la convierte en una teoría insostenible.

[2] Véase, por ejemplo: 1) Molina, Alejandro. “Las economías de escala en la industria eléctrica ¿Es la electricidad un monopolio natural”? Revista Tiempo Económico. UAM-Azcapotzalco, División de Ciencias Sociales y Humanidades, s.f., pp. 27-43; 2) Díaz Bautista, Alejandro y Agustín Romero Patiño. “Economías de escala en el sector eléctrico mexicano”. Comercio exterior, vol. 57, núm. 9, septiembre de 2007, pp. 724-731. 3) Marins Machado, Mauricio, Maria Conceição Sampaio de Sousa, Geoffrey Hewings. “Economías de escala y progreso tecnológico en producción de energía eléctrica: el caso de los servicios públicos brasileños”, s.f.

7. Conclusiones generales

  1. Este proyecto de ley tiene por objetivo establecer una regulación del mercado eléctrico, centrada en la vigencia de los principios de la competencia capitalista, el cual deviene criterio organizador general de esa actividad económica. Así, se priorizan objetivos de rentabilidad, al tiempo que se desecha y despilfarra el valioso legado de décadas de exitoso trabajo del ICE.
  2. Los mecanismos de planificación a los que se apela -la llamada “planificación indicativa”- operarían sobre la base de un diseño débil, sumamente confuso y seguramente ineficaz. Todo queda formulado como un ejercicio puramente testimonial, basado en la persuasión moral y, por lo tanto, de muy improbable eficacia.
  3. La fuerte influencia que, en todo esto, se les concede a los intereses políticos del gobierno de turno, junto con la centralidad que adquieren los principios de la rentabilidad privada, impone un enfoque cortoplacista y muy inestable, lo que, inevitablemente, implicarían que el desarrollo del mercado eléctrico tienda hacia la generación de problemas de sobrecapacidad, así como al olvido de cuestiones atinentes a la equidad social, el cuido del medio ambiente y la innovación.
  4. Aparte la influencia política coyuntural, el proyecto promueve que el poder económico incida fuertemente en el proceso de toma de decisiones. En cambio, se excluye cualquier mecanismo relevante de participación ciudadana.
  5. De diferentes formas, el proyecto prioriza el favorecimiento de los intereses empresariales, incluso mediante mecanismos de socialización de los riesgos, que podrían implicar movimientos de redistribución regresiva (de abajo hacia arriba) de los ingresos, mientras descuida totalmente cualquier consideración atinente a criterios de justicia social. Es evidente que se proponen socializar los riesgos del negocio, lo que debilita los principios de competencia en que dice basarse la propuesta.
  6. No se asigna ningún papel a la investigación científica y tecnológica, como asimismo son muy débiles y dispersas las consideraciones que se introducen en relación con temas de medio ambiente. La centralidad que se le concede a los criterios de rentabilidad seguramente incide en la omisión de este tipo de asuntos, de importancia fundamental desde una perspectiva de largo plazo.

Dr. Luis Paulino Vargas Solís
Economista, Catedrático jubilado UNED

Alajuela, Costa Rica, 10 de diciembre de 2023.

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Racismo y homofobia en el fútbol

Luis Paulino Vargas Solís

En los últimos meses ha habido dos casos que han levantado polémica en relación con el racismo en el fútbol. En el primero se vio involucrado Justin Campos, en aquel momento técnico del Saprissa. En el segundo está implicado un jugador de este mismo equipo.

El debate sobre el racismo en el futbol costarricense viene de años atrás. Y en buena hora que así sea. El tema es importante en sí mismo, y lo es adicionalmente en cuanto muchos muchachos negros participan en nuestro fútbol, incluso algunos que se cuentan entre los más destacados jugadores.

Por otra parte, pregunto: ¿cuándo se va a conversar acerca de la homofobia en el fútbol? Uno bien podría decir que es una cuestión tan profundamente arraigada, y a tal punto normalizada, que ni siquiera se la menciona.

Eso sí, conviene reconocer que no es un rasgo exclusivo del fútbol: está presente en prácticamente todos los deportes. Pero presente en la rama masculina, ya que, entre las mujeres, las cosas dichosamente funcionan de otra manera. En el futbol femenino hay muchas chicas lesbianas, que no necesitan, ni mucho menos, disimular lo que son. Otro ejemplo es el tenis: no sé de ningún jugador de élite -ni actual ni del pasado- que sea reconocido como gay. En cambio, entre las mujeres, incluso algunas de las más grandes tenistas de todos los tiempos, son abiertamente lesbianas.

En el futbol masculino de Europa hay por ahí algún jugador gay. Son tan poquititos, que se hace obligatorio reconocer que, incluso en Europa, el tema es muy espinoso.

Hace muchos años no voy a ningún estadio, pero tengo presente que los insultos homofóbicos eran pan de todos los días ¿Ha cambiado eso? La verdad, lo dudo. El chiste sobre “los princesos”, que tiempo atrás circulaba profusamente, tiene esa connotación, pero está a tal punto naturalizada, que ni siquiera se capta.

Es asimismo conocido que cuando un equipo tico -incluida “La Sele”- viaja a otros países centroamericanos, los “cariñitos” que reciben desde las graderías habitualmente tienen un subido tono homofóbico, lo cual refleja un estereotipo bien arraigado en los otros países del área en relación con los hombres costarricenses (también hay sus estereotipos sobre las mujeres).

Téngase presente que el talento está distribuido entre la población, de forma totalmente independiente de su orientación sexual. O sea: si aproximadamente un 5% de los hombres somos homosexuales, ¿no debería haber aproximadamente un 5% de futbolistas talentosos que también lo sean? Pero, curiosamente, no hay ni uno solo.

Milei: el dogmatismo y la borrachera ideológica

Luis Paulino Vargas Solís

El neoliberalismo es una ideología dogmática y, por lo tanto, invulnerable frente a los datos de la realidad. La evidencia se amontona para mostrar que su proyecto es fallido, pero esa evidencia invariablemente quedará invalidada por una respuesta-machote, repetida al infinito: “faltó más”. O sea: faltó liberalizar más, desregular más, que los megaricos sean aún más ricos, que el gobierno sea más pequeño, etc. etc.

Es una ideología que se proyecta al infinito, en el sentido de que su programa político jamás termina de completarse: siempre tiene algo pendiente por ser realizado, y eso permite echarles las culpas a otros: a la socialdemocracia, al socialismo, a las izquierdas, al Estado, a las burocracias públicas, a los sindicatos. Es un blindaje irrompible, que les permite afirmar que la equivocada es siempre la realidad, nunca su teoría.

Creo que esto ayuda a entender que, después de 40 años de hegemonía neoliberal, esta ideología vire hacia la peor versión de sí misma: radicalizada, recalcitrante, profundamente reaccionaria e intransigente. Matriculada con las más alucinadas tesis conspiranoicas, renuncia al legado de la Ilustración, y se declara enemiga de la ciencia y de la racionalidad, enemistada a muerte con el pluralismo de las ideas, los derechos humanos y la democracia.

Es la respuesta a su propia crisis, al fallo de su modelo. Y es, asimismo, una respuesta coherente con su posicionamiento dogmático: puesto que siempre falta algo, lo que sigue pasa por desechar a sus antecesores -no suficientemente furibundos y radicalizados- para forzar a que -ahora sí- su proyecto avance hacia donde esos antecesores no pudieron, o no se atrevieron, a llegar, moviéndose, pues, a lo largo de una asíntota que se aproxima al infinito, pero que jamás lo alcanza.

De ahí los Trump, los Bolsonaro… los Milei. Del neoliberalismo posmoderno al neoliberalismo de las cavernas: barbárico y estridente. Los trajes de diseñador y los modales refinados del primero, ceden su lugar al garrote y la mueca de furia del segundo.

Hoy, en una bacanal orgiástica, las derechas del mundo celebran el gane de Milei. Como si un redentor hubiese bajado del cielo para salvar su fracasado proyecto político-ideológico y levantarlo de las cenizas.

Es una apuesta arriesgadísima: si Milei efectivamente hace lo que dijo que haría, Argentina será empujada al abismo.

Pero, para el neoliberalismo, nada de eso importará: volverá sobre su dogma para repetir la cancioncita: “Milei no hizo todo lo que debía hacerse, todavía falta algo”.

(Publicado originalmente en la página de Facebook del autor: https://www.facebook.com/6defebrero58).