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Etiqueta: Marxismo

China y la vigencia del marxismo en la nueva era: una reflexión a la luz de Lenin

Mauricio Ramírez

Mauricio Ramírez Núñez
Académico

En su análisis del imperialismo como fase superior del capitalismo, Lenin afirmaba con contundencia: “si el capitalismo hubiese podido desarrollar la agricultura…y elevar el nivel de vida de las masas…sin duda no hablaríamos de un excedente de capital. Pero si el capitalismo hubiese hecho esas cosas no sería capitalismo”. Esto lo argumentaba a inicios del siglo pasado, cuando a pesar de los avances técnicos y demás, las necesidades y calamidades soportadas por grandes mayorías en las sociedades industriales generaban contradicciones inaceptables. Con ello, Lenin señalaba la contradicción estructural del capitalismo: su incapacidad sistémica para colocar el bienestar de las masas por encima de la lógica de acumulación del capital.

A la luz de esta afirmación, resulta insostenible el argumento, común en ciertos sectores occidentales, de que el modelo chino actual representa simplemente una forma de “capitalismo de Estado”. El desarrollo alcanzado por China en las últimas décadas, confirmado recientemente por el Informe sobre Desarrollo Humano 2023/2024 del PNUD, muestra un avance que no puede explicarse bajo las lógicas capitalistas tradicionales. Con un Índice de Desarrollo Humano (IDH) que ha pasado de 0,499 en 1990 a 0,788 en 2022, y con más de 770 millones de personas sacadas de la pobreza, China es hoy el único país que ha escalado del grupo de desarrollo humano bajo al alto desde la creación de este indicador.

Este ascenso no responde a una expansión del capital para beneficio de una minoría, como el típico estilo neoliberal de occidente en el que directa o indirectamente convergieron los partidos políticos, tras el falaz “fin de la historia”. Por el contrario, ha estado impulsado por una estrategia de desarrollo centrada en el pueblo, dirigida por el Partido Comunista de China (PCCh). Las reformas estructurales, guiadas por el principio de “cruzar el río tocando las piedras”, propuesto por Deng Xiaoping, han permitido utilizar herramientas del mercado como medio y no como fin, siempre subordinadas al objetivo superior de mejorar la vida de las mayorías, o sea, del socialismo desde la perspectiva china.

Esto no es capitalismo, porque no responde a su lógica esencial. Como bien explicó Lenin, el capitalismo necesita mantener la pobreza (material y/o espiritual) de las masas como condición de su existencia. En cambio, en China, se han construido los sistemas de salud, educación y seguridad social más grandes del mundo, se ha expandido una clase media de más de 400 millones de personas, y se ha eliminado la pobreza absoluta. A diferencia del capitalismo salvaje, donde el excedente se reinvierte para generar más ganancias privadas y socializar las pérdidas, el excedente en China se ha dirigido a mejorar las condiciones de vida del pueblo y a promover el desarrollo de zonas históricamente marginadas. Estos son hechos irrefutables.

Además, este modelo no solo responde al marxismo-leninismo como doctrina política, sino que integra profundamente las tradiciones filosóficas chinas, como el confucianismo, el taoísmo y el legado civilizatorio de más de 5.000 años, que colocan el orden, la armonía social, el bienestar colectivo y el equilibrio con la naturaleza como objetivos fundamentales. Esta sinergia entre ideología y cultura dota al proyecto chino de una fuerza interna que le permite innovar sin desviarse de su rumbo socialista, algo realmente ejemplar tanto para las izquierdas como derechas occidentales.

El presidente Xi Jinping ha sido claro al afirmar que China no busca solo su propia revitalización, sino también el desarrollo común con otros pueblos del mundo, proponiendo la construcción de una comunidad de futuro compartido para la humanidad. Esta visión se aleja radicalmente del nacionalismo burgués o de la expansión capitalista, y se orienta hacia una lógica civilizatoria post-capitalista. Prueba de ello es su Iniciativa para la Civilización Global, una propuesta para promover una mejor comprensión y amistad entre pueblos.

Cuando se observan los logros en bienestar social, en reducción de desigualdades, en desarrollo tecnológico al servicio del pueblo y en liderazgo global solidario basado en el respeto mutuo y herramientas como la cooperación internacional, queda claro que el modelo chino de socialismo con peculiaridades propias no es una desviación del marxismo, sino una de sus expresiones más avanzadas, concretadas históricamente a través de una praxis política que ha sabido adaptar los principios fundamentales a las condiciones reales del país. Como lo anticipó Lenin, si el sistema mejora la vida de las masas de forma sostenida, entonces no es capitalismo.

Gustavo Petro: un visionario

Carlos Meneses Reyes

Que atrevido libreto el de la derecha defenestradora. Ya nuestro presidente no es guerrillero ni comunista. Ahora resulta que es Marxista.

Según un gerentólogo de la derecha militarista actualmente no hay pobres, no existen discriminados ni desplazados, ni corrupción, como tampoco Narco Estado.

Que todo lo va a producir y está condicionando «el marxista presidente». Olvidan que el marxismo explica la existencia misma del capitalismo, su naturaleza, función y fines.

El marxismo jamás ha sido un modelo sino una metodología y guía para la acción. Si existe algo no dogmático es el marxismo. Tenemos un gurú de la derecha contradictorio y sigue la misma línea: en Colombia no hay nada que cambiar, absolutamente nada.

Por eso expongo que en Colombia no existe una oposición estructurada (no me refiero al escenario politiquero de la piara congresional). Eso resulta provisorio para la cualificación política y triunfos del movimiento popular y me atrevo a decir, aunque estalle centellas r e v o l u c i o n a r i o.

¡Puro Abogado!

Los «Rottweiler» del imperio

Mg. José A. Amesty Rivera

Recientemente, conocimos sobre la muerte del cardenal Joseph Ratzinger, quien fuera, Papa del catolicismo y Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, forjador de una de las campañas ideológicas, religiosas y políticas, más feroces de la iglesia católica, llamada “Restauración”, contra el surgimiento de la iglesia popular en América Latina, el marxismo, el comunismo en el mundo.

A propósito de su muerte, se publicó un artículo llamado «Muere Joseph Ratzinger, el «rottweiler de Dios«, quien destaca la ferocidad del cardenal, al catalogarlo como: neoconservador, fiera feroz, anticomunista y algo como la creación de un ministerio de la Ideología y de la información del Vaticano. Calificado por el ateo Richard Hawkins como «enemigo de la humanidad«. Según el escritor Brian Kelly, a la muerte de Ratzinger, Benedicto XVI: ninguna lágrima para el «Rottweiler de dios».

Este artículo no pretende ahondar más al respecto, sino hacer referencia, como lo indica el título, a algunos personajes y acciones imperiales que llamaremos «rottweiler» en EEUU y América Latina.

Con relación a esta raza canina (Rotweiler), es una de las razas más fuertes y poderosas del mundo debido a su gran potencia de mordida de 328 psi (unos 23 kg/cm). Es un perro considerado potencialmente peligroso debido a sus características físicas. Sus principales funciones son: perro policía, perro militar, perro de defensa y seguridad, perro guardián, entre otras funciones, según el uso que le den las fuerzas y cuerpos de seguridad y el ejército.

Como lo indica el artículo señalado arriba, personajes similares al cardenal rapaz, son: Ronald Reagan y Margaret Thatcher.

Últimamente, hemos conocido de acciones feroces del imperio «rottweiler», como los golpes contra Evo, contra Castillo, contra Lula, o el intento de asesinato contra Cristina Fernández, entre algunos.

Reiteramos, la nueva derecha «rottweliana» en América Latina, viene reaccionando con violencia, veamos el fallido atentado contra Cristina Kirchner, veamos la defenestración de Pedro Castillo en Perú, veamos el Golpe a Evo Morales, veamos las reacciones contra la Reforma Electoral propuesta por AMLO en México, veamos los intentos de desestabilización impulsados por EEUU a través de la antigua Asamblea Nacional en Venezuela.

En el caso venezolano, las medidas «rottwelianas», como el Bloqueo, comprenden 928 medidas coercitivas unilaterales que afectan al pueblo (764 directas y 164 medidas restrictivas). Estas medidas están diseñadas para “producir dolor”, y deben aplicarse donde más dolor causen (aplicar dolor, donde más duela).

Por otro lado, El Dr. Juan Eduardo Romero Jiménez, historiador, politólogo y profesor universitario, retrata al «rottweiler» Bolsonaro, «Bolsonaro representa un fenómeno mundial: la nueva derecha que transmuta su lenguaje, pero que en el fondo sigue siendo excluyente, segregaría, etnocéntrica, violenta. Bolsonaro se asume como lo hizo Trump cuando ganó la Presidencia de EEUU. O como lo hace Le Pen en Francia, o como lo hizo Macri en Argentina con el PRO. No es un fenómeno aislado y debe ser visto con preocupación, incluso en nuestro territorio. El uso de la religiosidad como arma política no es nuevo, ni lo será. Si algo caracteriza los momentos de crisis, es el recurrir a la fe como impulso vital«.  

Barack Obama, Bill Clinton y Bush, estos tres estadounidenses invadieron nueve países en veintitrés años, mataron de manera directa e indirecta a once millones de civiles y nadie los llama criminales de guerra.

Otro caso es el de Stephen Kevin «Steve» Bannon quien se desempeñó como estratega jefe de la Casa Blanca en la administración del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, durante sus primeros siete meses de mandato hasta el 18 de agosto de 2017, cuando fue despedido. Los puntos de vista políticos y económicos de Bannon han sido descritos por otros como nacionalistas, populista de derecha y paleoconservador.  Él se auto identifica como conservador. Rechaza las acusaciones de que es un nacionalista blanco, llamando a los nacionalistas blancos «perdedores», un «elemento marginal» y una «colección de payasos».

Así, el nuevo conservadurismo americano, el movimiento conservador en desarrollo en los últimos meses en Estados Unidos, rompe los moldes del republicanismo tradicional y evoca el carácter racista, nacionalista y fanático del fascismo.

En otra área, en el campo protestante evangélico norteamericano, según el Instituto Tricontinental de Investigación Social, «el proyecto imperialista de Estados Unidos está íntimamente ligado a esa visión religiosa fundamentalista de que ellos son los enviados de Dios para civilizar a los bárbaros. El protestantismo estadounidense ha sido la justificación religiosa de todas sus acciones imperialistas y no se puede separar al imperialismo del fundamentalismo religioso, cuyos adeptos ven su lucha como una guerra del bien contra el mal que atraviesa no solo la religión, sino la política, el poder militar, la educación y el medio ambiente. El fundamentalismo religioso se inserta en el mundo posicionándose activamente contra sus opositores en varias dimensiones, atravesando la vida cotidiana de las y los trabajadores. En este sentido, convencer al otro es un elemento importante de esta narrativa, dado que justifica la máxima protestante: “convierte al individuo y la sociedad se transformará”. Ya no son más los pecados individuales los que deberán ser purgados, sino el pecado de todas las naciones«.

Finalmente, debemos dejar constancia de la agresividad, en estos momentos, sobre el pueblo peruano, según el diario peruano «El Diario Internacional.com» del Perú, quien señala: «finalmente, cabe resaltar que la feroz represión policial y militar en el Perú donde no hay dudas que la represión se hace bajo la consigna clara de no solo disuadir, sino principalmente aniquilar con armas letales a los manifestantes; viene acompañada de una fuerte carga ideológica donde se entremezclan el macartismo o “terruqueo” (como se le llama en el Perú), racismo, aporofobia y el afincamiento ideológico por el cual se justifican muertes de infra ciudadanos por ser pobres, campesinos y de la sierra por gente que ha asumido el poder y se autopercibe como el último bastión de la lucha anticomunista en Latinoamérica, pues levantan de manera caricaturesca y delirante una narrativa propia de la otrora guerra fría, por la cual las elites peruanas “terruqueano” no solo a la gente del sur peruano y a los manifestantes de otras regiones del país, sino incluso a los gobiernos de Bolivia, Chile, Brasil, Colombia, Argentina y México«.

La lista sería larga de los «roittweilers» imperialistas, gringos y latinoamericanos, solo que este breve artículo lo que desea es mostrar la presencia y acción de estos seres caninos y su influencia en la sociedad.

 

Imagen con fines ilustrativos tomada de movimientopoliticoderesistencia.blogspot.com

¿Qué es ser Progresista?

Por Jiddu Rojas Jiménez

Primero, cómo cualquier otro término ideológico de identidad social y política, es un término muy manoseado. Pero creemos que vale la pena rescatarlo.

La misma noción de “Progreso” ha sido muy criticada, por sus raíces Eurocéntricas coloniales, y propias del ingenuo y optimista Liberalismo burgués, y de su uso y abuso ideológicos.

Sin embargo, los términos políticos o ideológicos evolucionan y se resignifican.

En términos contemporáneos, el «Progresismo» se ha redefinido como la moderna corriente democrática que privilegia la igualdad social y económica en equilibrio con la libertad política y ciudadana.

En el marco del Estado Social de Derecho, y frente al doloroso fracaso del pasado Socialismo Histórico, el Progresismo tomó fuerza como un referente democrático de izquierda.

Sin embargo, hay una lucha por reapropiarse del término. Y es válida, puesto que no es una categoría científica social, sino un concepto-valor en disputa.

Ahora, desde años han pululado movimientos que se reivindican como Progresistas. Y ciertamente hay un abuso del término.

Nancy Fraser, la teórica feminista y anticapitalista, ha denunciado hace rato la agenda de un Neoliberalismo económico disfrazado de banderas de Género bastante light y de reivindicaciones LGTBIQ. Eso es lo que la famosa autora feminista llama Neoliberalismo «Progresista». Robándose así y cooptando banderas liberadoras, de género y de Derechos Humanos, que fueron propias de la moderna izquierda histórica. Compartamos o no la crítica de Nancy Fraser, no se puede negar esa operación ideológica de la derecha neoliberal.

En fin, este fenómeno de manipulación ideológica (como ‘falsa conciencia’) y que se nutre de estereotipos políticos y sociales, desinformación política, prejuicios, y falsas representaciones sociales y lecturas ligeras, tiene efectos reales y confunde a los/las votantes.

Y además conecta y se entrecruza con otras taras políticas y culturales de la Costa Rica del Bicentenario.

A continuación, y con lenguaje divulgativo, trataré de describir someramente, varios elementos, que han contribuido a esta confusión ideológica organizada, y que condicionan a la opacidad del casi inexistente debate nacional, acerca del Progresismo:

1) No es un tema académico, pero sí es un dato sociológico y funciona como en la época de la Guerra Fría: La vieja propaganda anticomunista, pero renovada y sofisticada, y que sataniza a los nuevos actores político-populares, sigue vigente y sabe utilizar las TICS. Tienen dinero y tecnología, los medios y mucho poder.

2) El desprecio colectivo sembrado (estructuralmente) por la auténtica cultura popular (Najenson) y por la verdadera política de autogestión popular.

Popular es también Silvio Rodríguez, Rubén Blades, Pink Floyd, o Beethoven, depende del contexto.

Y no es popular, sino cultura (en sí) de masas y de muerte construida por el poder dominante, y alienante, ‘beber guaro’ para matar el dolor interno, ver toros sin pensar en el sufrimiento del animal, abandonar la educación básica, o agredir ebrio a la compañera, o hacer ‘bullying’, o llegar tarde a la hora tica en un entorno urbano (con relojes) y no rural, etc.

3) La confusión entre lo «Populista» y lo «Popular», consecuencia de lo anterior. Hay también un abuso clasista y racista del término populista, que además es académicamente incluso polisémico. Basta releer a los ya clásicos autores Chantal Mouffe y a Ernesto Laclau, acerca del tema.

4) La confusión discursiva entre masas (objetivamente alineadas y embrutecidas por la asimetría estructural) y pueblo social y político (Helio Gallardo).

Insisto en llamar a repasar las categorías de «Consciencia en sí» y «Consciencia para sí» elaboradas por el filósofo G. Lukacs en varios artículos de su texto «Historia y Consciencia de Clase», e invito a redefinirlas para América Latina y para la Costa Rica actual.

5) La imposición de un concepto de «democracia» liberal atávico y ligado a la fetichización de las normas jurídicas formales, y al papel reducido de los sectores populares organizados. Son ‘democracias’ que temen a la participación popular en términos reales. Y esto condiciona y limita el debate serio al respecto.

6) Los atavismos de una llamada «izquierda conservadora», resabio estalinista, y que nunca entendió que hay teoría (incluso teoría marxista y otras) suficiente, desde más hace 100 años, sobre los diferentes actores sociales y los viejos nuevos sujetos políticos, y que estos trascienden la típica clase obrera europea y aliada a los campesinos pobres, etc.

7) Si también de este lado hay ignorancia y prejuicio: Es decir, es gente que nunca se enteró de que Rosa Luxemburgo, Clara Zetkin, Emma Goldmann, La Kolontai, La Pasionaria, Carmen Lyra, o Eva Perón, o Simone de Beauvoir, Addy Salas, Cristina Fernández de Kirchner, Mónica Baltodano, Winnie Mandela, Angela Davis, Helen Clark de NZ, Katrín Jakobsdóttir de Islandia, Alexandra Ocasio -Cortez, Eva Carazo o Sofía Guillén de Costa Rica, etc., eran y son líderes populares y sociales, eran mujeres luchadoras, y con diferentes agendas y discursos de mujeres para mujeres.

Por último, la satanización, invisibilización y/o vulgarización académica, política y mediática de los aportes científico- sociales del Marxismo, del Neomarxismo, de la Teoría Crítica, de los Feminismos de Izquierda, etc., produce una cultura política sin Economía Política, de lugares comunes, de estereotipos, sin posibilidad de ubicarse en una sociedad de clases, y sin posibilidades de conectar la crítica al Patriarcado con la crítica al Capitalismo y al Imperialismo.

Es el Mundo del ‘Mercado Total’, donde la crítica cultural y política de izquierdas y obviamente el aportes Marxistas, están condenados a una marginalidad permanente o folclórica. Esto nos aleja como sociedad de la Modernidad Política y Cultural.

9) A todo lo anterior, no ayuda la creciente irracionalidad colectiva de las masas, el estímulo del Tanatos colectivo, se la pulsión de muerte (Freud y Marcuse), y su sofisticada instrumentalización política y tecnológica global, de este complejo fenómeno.

Es una ‘Modernidad Incompleta’ al decir de Habermas. Y por mucho, agregamos nosotros. Donde se puede ser un sabio de la informática y los datos y un analfabeta deshumanizado en el resto.

10) Así crece y crece, junto a las redes sociales, – aunque no de forma mecánica-, la desinformación organizada, como una forma de control social nacional e internacional – geopolítico.

Esto se manifiesta en el apoyo electoral al populismo religioso y Neocon, de extrema derecha y Fundamentalista, y cercano a un Neofascismo local.

El victimario aparece como víctima y viceversa, en esta propaganda. Es una típica «inversión axiológica”, al decir del economista, filósofo y teólogo Franz Hinkelammert.

11) La crisis económica objetiva, nacional y global, más bien confunde y polariza creando falsos enemigos, ya sean los migrantes, los homosexuales, los Nicas, los progres, los taxistas, los empleados públicos, las feministas, las «Abortistas», los sindicalistas, los «Boomers», los maestros, las Universidades Públicas y sus «chancletudos», los y las que defendemos la vacunación, etc.

12) Es la guerra simbólica de las singularidades. Todos contra todos… Todo esto sancochado con Pandemia y falsas teorías de la conspiración, y mucha desinformación organizada. Y por lo tanto es el momento de negar todo Universalismo inclusivo ético y político, pero no por un Abstracto, sino por Humanista. El Humanismo incomoda e irrita, incluso en sectores considerados ilustrados.

13) Así la idea de un auténtico Progresismo cae en desgracia. No le ayuda ni la desesperanza colectiva ni polarización social. No hay así, Universal- concreto, ni particulares, ni Utopía, sólo una gran meseta plana (parodiando a Deleuze) y homogénea de «dividuos» sin individualidad, pero con individualismo egoísta y feroz y consumista. Es nuestra Distopía recurrente y común, con severas consecuencias ecológicas y planetarias.

14) Tampoco ayuda el sectarismo de izquierdas (nuevas o viejas), la generalizada baja cultura política y científica, el electoralismo vulgar y el ‘politicismo’, o el desprecio total por el sistema electoral, etc. Es decir, el mal nivel formativo de las direcciones de los movimientos sociales y populares, así como de gran parte de la vieja izquierda política organizada; refugiada ésta última en lo testimonial, cual si fuese un refugio religioso.

15) Es ésta una izquierda que, aunque minoritaria y pequeña, es reaccionaria y antidemocrática. Es estalinista o pos-estalinista.

Y, por lo tanto, objetivamente es contrarrevolucionaria. Pero estorba, y es funcional en su lloradera «Kitsch», al sistema político de las clases dominantes. Así algunos estridentes, tienen garantizado un discreto salario.

16) Esta izquierda minoritaria, elabora sus propios «mitos» (no uso ‘mito’ en un sentido técnico como Mircea Eliade) políticos e ideológicos, muy lejanos al principio social de realidad, y que está llena de fanatismo y con matices cuasi- religiosos. Es autorreferencial, busca consuelo para su herida mortal; no tiene teoría pues tiene dogmas; no tiene estrategia ni táctica, y por lo tanto no innova, ni se adapta, ni sobrevivirá a los intensos cambios culturales inmediatos. Por lo tanto, sataniza al Progresismo (lo vuelve su diabólico rival).

17) El ‘Neoliberalismo Progre’ (Nancy Fraser), a su vez, utiliza a la ‘vieja izquierda’ sectaria, como referente simbólico para denostar al Progresismo verdadero y a la Izquierda democrática, al Feminismo clasista, y al Ecologismo Social, al Sindicalismo patriótico y clasista, etc., y disimular sus propias faltas y fracasos en materia de Economía Política y justicia social. Vale la pena rescatar esa diferencia coloquial y popular entre el auténtico Progresismo y lo «Progre».

18) Por otra parte, reducir la corriente de pensamiento político identificada como PROGRESISMO, sólo a la exclusiva defensa de los Derechos Humanos de la comunidad LGTBIQ y a la justa lucha de los Feminismos, es, – como todo reduccionismo, un gravísimo error político. Ignorar su urgencia y relevancia, obviamente es un error mayor.

19) En un país donde creció la desigualdad social, la pobreza y el desempleo, con una gran crisis de legitimidad democrática, con gran falta de oportunidades, con crisis fiscal, con graves amenazas a la seguridad ciudadana, con crisis en la Educación Pública, con amenazas a las Universidades Públicas, con un fanatismo religioso creciente, con violencia de género todos los días, con brecha tecnológica entre los y las estudiantes más pobres, sin gran cultura política ni formación ciudadana, rodeados de amenaza Geopolíticas, con un Mercado interno debilitado, con modelos económicos exógenos, y sin Soberanía Nacional. Es una muy mala estrategia política cuando menos, aislarse y no dimensionar la Economía Política.

20) Eso último, tampoco ayuda a rescatar al “Progresismo” como corriente política popular, ni a sacarla de ese elitismo «clasemediero» ilustrado.

Y eso no es una tarea heroica de algunos cuantos, sino una ardua praxis colectiva de educación política y popular.

Pero es claro, que todo eso será un proceso colectivo, o no será.

21) Concluyo señalando que más acá o allá de los estereotipos ideológicos, y de las falsas discusiones académicas o academicistas, y de los falsos «Clivajes» políticos introducidos, y de todo tipo de distracciones, esta discusión sobre el Progresismo debe retomarse sin prejuicios.

Nos urge para mejor construir, las necesarias alianzas sociales y políticas, que nos permitan salir de esta profunda crisis integral como sociedad, agudizada por la Pandemia y por la creciente desigualdad social y económica.