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Etiqueta: medicamento

El mundo está cerca de tener el primer antídoto UCR contra el veneno de escorpiones

El antiveneno ya está en estudios preclínicos en Marruecos. Su objetivo es ayudar a proteger vidas en Oriente Medio y el norte de África

En los laboratorios del Instituto Clodomiro Picado (ICP), de la Universidad de Costa Rica (UCR), se trabaja por un sueño que ya está cerca de ser una realidad y de entrar al escenario global.

Se trata del primer antiveneno costarricense, con sello UCR, capaz de salvar vidas humanas frente al envenenamiento causado por tres especies de escorpiones letales del norte de África y Medio Oriente: Androctonus australisButhus mardochei y Leiurus quinquestriatus.

El producto lleva por nombre ScorpiTAb-ICP y se da como respuesta científica y solidaria ante una enfermedad desatendida.

Si bien desde hace décadas el ICP-UCR ha sido un referente mundial en la producción de antivenenos contra mordeduras de serpiente, esta es la primera vez que un equipo científico costarricense del Instituto desarrolla un antídoto neutralizante para el veneno de escorpión que posee alcance internacional.

El proyecto ha avanzado con una rapidez excepcional. En tan solo año y medio, el talento costarricense logró alcanzar la fase de estudios de estabilidad del producto y enviarlo a Marruecos, donde se están realizando pruebas preclínicas con venenos de la región.

Este antiveneno puede salvar a niños en Marruecos, Egipto o Sudán. Esa es nuestra motivación y el impacto que queremos lograr”, afirma la Dra. María Herrera Vega, investigadora de la Sección de Desarrollo Tecnológico del ICP-UCR y coordinadora del proyecto que involucra a más de 30 personas del Instituto.

¿El impacto que se podría generar? Enorme. Un estudio del 2008 divulgado por la revista científica Acta Trópica indica que, en el mundo, más de 1.2 millones de personas cada año son envenenadas por escorpiones y, de esos casos, ocurren más de 3 250 fallecimientos. Para el 2025, se calcula que esta cifra podría ser mayor.

Asimismo, la mitad de esos casos suceden en la región MENA (norte de África y Medio Oriente), especialmente en las zonas de mayor vulnerabilidad económica, donde el escorpionismo es una amenaza real y poco visibilizada.

Tan solo en países como Marruecos, por ejemplo, el estudio de Acta Trópica reporta más de 127 000 accidentes y 231 muertes del 2016 al 2020. Aunque la tasa de mortalidad global puede parecer baja (entre 0.45 % y 4.9 %), en regiones vulnerables como Sudán esa cifra se eleva, especialmente entre niñas, niños, adultos mayores y mujeres embarazadas.

“En Sudán nos contaban que los cementerios de niños están llenos por causa del escorpionismo. Es desgarrador. La mayoría muere durante la temporada de lluvias, cuando los escorpiones entran a las casas tras las inundaciones”, relata Herrera.

La Dra. María Herrera Vega, coordinadora e investigadora del ICP-UCR, habla del serio problema del escorpionismo

Así inició todo

El interés del ICP-UCR por generar este nuevo antiveneno surge a raíz del abandono de la industria.

Hasta hace poco, una farmacéutica internacional producía el principal antiveneno contra el veneno de escorpiones para esa región. Pero, como ha sucedido con otros tratamientos para enfermedades tropicales, la producción se detuvo.

¿El motivo? El fármaco no era rentable por ser un problema que, al igual que en los envenenamientos ofídicos, afecta a las poblaciones de menores ingresos económicos.

Ante la retirada de la compañía, se abrió un gran vacío. Sin antivenenos en el mercado, y sin la capacidad local para producirlos, miles de personas quedaron desprotegidas.

Fue entonces cuando el ICP-UCR decidió intentar desarrollar una formulación que contribuyera a solucionar el problema del escorpionismo en la región del MENA; no por un interés comercial, sino por vocación científica y humanitaria.

“Una farmacéutica producía suero antiescorpión para África, que era el referente, y luego dejaron de producirlo. Ahora, ya ese suero no se encuentra. Nuestro objetivo es alcanzar y superar la calidad que tenía ese producto”, cuenta el M. Sc. Andrés Sánchez Brenes, otro de los investigadores líderes del proyecto.

El antiveneno es capaz de salvar vidas en África y Medio Oriente. Su desarrollo es una respuesta solidaria de la UCR ante una enfermedad desatendida. Fotos: Karla Richmond. Imágenes con fines ilustrativos.

El objetivo

La solución costarricense se enfoca en neutralizar el veneno de las tres especies peligrosas de escorpiones antes citadas.

Para ello, el ICP-UCR importó los venenos de la empresa especializada Latoxan de Francia. Luego, cuatro caballos fueron inmunizados cuidadosamente con estos venenos para generar anticuerpos neutralizantes.

El proceso ha sido casi idéntico al utilizado en la producción de sueros antiofídicos, con algunas diferencias técnicas debido a la naturaleza del veneno de escorpión.

La formulación final es en polvo, es decir, liofilizada, lo cual representa una ventaja importante en términos de logística: no requiere cadena de frío y tiene una vida útil de cinco años. Esto es una gran ventaja para los países del Medio Oriente, que suelen tener temperaturas altas y, en algunos, pocas opciones de refrigeración.

La formulación que desarrollamos se presenta en un vial de 10 mL. Esto equivale a las presentaciones habituales de 1 mL por vial, de las cuales se requieren 10 viales por paciente. Entonces, hicimos una nueva presentación con una única dosis. Esto disminuye costos, facilita el almacenamiento y mejora la accesibilidad en zonas remotas”, explica Herrera.

Actualmente, ya se tienen los primeros tres lotes del antiveneno, que se encuentran en fase de prueba de estabilidad. Estos lotes ya han demostrado una potencia neutralizante que supera, por mucho, la especificación de otros productores para este tipo de medicamento.

Mientras a nivel internacional se recomienda una capacidad de neutralización mínima de 50 dosis letales por mL para estas especies de escorpión, los ensayos del ICP-UCR muestran que, en algunos casos, su producto alcanza hasta 550 dosis letales neutralizadas por mL para uno de los venenos de los escorpiones.

Para otro de los venenos, el antídoto neutraliza 385 dosis letales y, para el tercero, 400 dosis letales. En otras palabras, el antiveneno de la UCR es casi diez veces más potente que lo esperado, comenta Herrera.

El M. Sc. Andrés Sánchez Brenes, investigador del ICP-UCR, habla sobre la esencia de la iniciativa

El proceso

Con la ayuda de una investigadora del Instituto Pasteur de Marruecos, los lotes del antiveneno de la UCR ya están siendo evaluados en pruebas preclínicas.

Estas pruebas son realizadas en ratones a fin de confirmar la eficacia del producto con venenos locales.

Al concluir lo anterior, el siguiente paso será lograr el registro sanitario en Costa Rica y en los países de destino. Para ello, se requiere completar al menos tres años del estudio de estabilidad y contar con evidencia científica sólida que demuestre la vida útil del producto. Los tres años de estabilidad se cumplen este 2025.

“El antiveneno también se va a probar con otras especies cuyos venenos no están incluidos en la mezcla de inmunización, pero que nosotros suponemos que pueden tener reactividad cruzada. Por supuesto, queremos que alguien más lo demuestre para evitar ser, nosotros mismos, juez y parte”, menciona Herrera.

Este desarrollo no habría sido posible sin un equipo multidisciplinario comprometido. Desde quienes cuidan y alimentan a los caballos, hasta quienes monitorean los parámetros fisicoquímicos o gestionan la compra de los venenos. Más de 30 personas han participado en esta iniciativa que simboliza lo mejor de la ciencia costarricense.

“Este suero todavía debe ser sometido a un estudio clínico para saber el desempeño, pero desde ya esperamos que se comporte de la misma forma. Con tan solo saber que funcionó, y que para una persona el tratamiento fue eficaz, es más que suficiente para sentir que lo hicimos bien para ayudar a salvar vidas”, expone Sánchez.

Con este antiveneno, el ICP-UCR reafirma su lugar como referente mundial en el desarrollo de soluciones para enfermedades desatendidas. Pero más allá del prestigio, el objetivo es claro: reducir la mortalidad, el sufrimiento y los costos en sistemas de salud frágiles.

“Si un niño en Marruecos se recupera más rápido, si una madre no pierde a su hijo por un envenenamiento que se pudo tratar, ese es nuestro mayor logro”, concluyen los investigadores.

Jenniffer Jiménez Córdoba
Periodista Oficina de Comunicación Institucional, UCR

UCR: Primeros lotes del posible fármaco contra el coronavirus ya están envasados

Las formulaciones del Instituto Clodomiro Picado de la UCR ahora son sometidas a estrictas pruebas de calidad

El Instituto Clodomiro Picado de la Universidad de Costa Rica (ICP-UCR) ya envasó con éxito los dos primeros lotes de inmunoglobulinas equinas con los cuales se pretende tratar a pacientes graves con COVID-19. Los lotes constan de un total de 1 000 viales y contienen anticuerpos contra dos combinaciones diferentes de proteínas del SARS-CoV-2.

“Después de varios meses de trabajo, finalmente hemos logrado envasar la formulación de inmunoglobulinas equinas. El proceso ocurrió según lo programado. Los datos previos que tenemos indican que las formulaciones cumplen con el diseño que habíamos establecido”, manifestó el Dr. Guillermo León Montero, coordinador de la División Industrial del ICP-UCR.

Ahora sigue una de las fases más estrictas del proceso: el control de calidad. En estos momentos, las formulaciones están siendo sometidas a una serie de rigurosos análisis que incluyen la prueba de esterilidad.

El propósito de la prueba de esterilidad es garantizar que el suero sea seguro para los pacientes antes de enviarlo a la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS). En esta ocasión, el estudio está siendo realizado por el Laboratorio de Análisis y Asesoría Farmacéutica de la Facultad de Farmacia de la UCR (Layafa-UCR).

Por más de 15 años, el Layafa-UCR ha contribuido con el Ministerio de Salud en la tarea de asegurar que los fármacos comercializados en el país cumplan con todos los criterios de calidad, seguridad y eficacia.

“Nosotros estamos corriendo el ensayo de esterilidad para dos lotes de inmunoglobulinas equinas fabricados por el ICP-UCR. Esta prueba de calidad busca demostrar la seguridad del producto en cuanto a verificar la ausencia de bacterias aerobias, hongos y levaduras. La prueba es muy importante pues, si se le aplica al paciente un producto con alguna contaminación, este puede producir una sepsis y poner en peligro su vida”, indicó la Dra. Jeimy Blanco Barrantes, coordinadora del Laboratorio.

Adicional a lo anterior, la Universidad de George Mason, de los Estados Unidos, también está analizando si las formulaciones propuestas por los científicos costarricenses inhiben la infectividad del virus SARS-CoV-2 en células de cultivo.

Si todo lo anterior es culminado de manera satisfactoria, lo que sigue es el envío oficial de los lotes a la CCSS. Los resultados del estudio clínico que efectuará la Caja serán los que determinarán, de manera concluyente, si las formulaciones realizadas son eficaces para el tratamiento de los pacientes con COVID-19.

“El esfuerzo ha sido grande y hemos obtenido los frutos que teníamos programados. Las formulaciones tienen altas concentraciones de anticuerpos contra las proteínas virales. De hecho, tienen concentraciones bastante más altas que la del plasma de pacientes convalecientes. Sin embargo, solo el estudio clínico dirá si las formulaciones son eficaces”, enfatizó el Dr. León.

En este trabajo participó todo el equipo del Instituto Clodomiro Picado de la UCR, que incluye el personal del bioterio, serpentario, caballeriza, producción, control de calidad, desarrollo tecnológico, investigación y del área administrativa.

La Universidad de Costa Rica comunicará de manera oportuna el avance de este proceso (que podría tardar un par de semanas), así como la entrega oficial de los lotes a la CCSS.

 

Jenniffer Jiménez Córdoba
Periodista, Oficina de Divulgación e Información

UCR: Científicos estudian la sangre de pacientes graves con COVID-19 para ayudar a guiar su tratamiento

Ya se iniciaron los análisis de las muestras de sangre del Hospital San Juan de Dios

Los investigadores pretenden elegir las pruebas ideales para determinar el riesgo de coágulos sanguíneos y si el paciente está experimentando una “tormenta” de citoquinas

Cuatro especialistas en microbiología, un biotecnólogo, una psicóloga y otros profesionales de la Universidad de Costa Rica (UCR) están liderando un estudio único en el país, basado en análisis sanguíneos, para determinar cuáles son las pruebas más idóneas que permitan descubrir dos aspectos de los cuales depende la vida de un paciente con COVID-19.

El primero, si está generando coágulos y, el segundo, si está presentando una “tormenta” de citoquinas. Si ambos elementos están presentes en una persona, pero son descubiertos de manera temprana, se puede proporcionar un tratamiento que le disminuya al individuo la posibilidad de entrar en un estado crítico.

Al lunes 6 de julio, ya el personal científico del Centro de Investigación Hematología y Trastornos Afines” (Cihata-UCR), junto con el Centro de Investigaciones en Enfermedades Tropicales (CIET-UCR), ha analizado a 26 pacientes del Hospital San Juan de Dios.

Si bien los científicos pretenden investigar de manera retrospectiva cuáles son los mejores indicadores para el monitoreo de pacientes graves, algunos resultados de los análisis ya están siendo usados por los médicos de cuidados intensivos para guiar el tratamiento.

Tal es el caso de la interleuquina 6, una de las seis citoquinas que están siendo valoradas por la UCR, y la cual juega un papel muy importante en la regulación de la función inmune y del proceso de coagulación.

“La determinación de este tipo de sustancias, como las citoquinas, es importante porque podemos utilizar una terapia más dirigida en los pacientes, disminuir la mortalidad y también la disfunción de sus órganos como lo son los pulmones, el corazón, el hígado y el cerebro. El Cihata-UCR, de una manera muy gentil, se ofreció a realizar estas determinaciones de citoquinas y esto nos ha ayudado a guiar el tratamiento de manera más objetiva y eficaz”, mencionó el Dr. Juan Ignacio Silesky Jiménez, jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital San Juan de Dios.

De acuerdo con el Dr. Silesky, con dichas pruebas se ha logrado la mejoría de estos pacientes. “Los requerimientos de soporte y los tratamientos disminuyeron. Lo que se hace es esperar que el mismo cuerpo termine de combatir el virus y los órganos restablezcan su función normal”, amplió el especialista.

El Dr. Silesky habla de su experiencia con la UCR. Escúchelo en el siguiente audio.

Detrás del enemigo

Pero, ¿qué da pie a que un paciente con COVID-19 genere una tormenta de citoquinas y por qué su medición es importante? Para contestar esa pregunta se necesita volver a la fase inicial del contagio.

Cuando el SARS-CoV-2 entra al cuerpo humano, este activa su mecanismo de defensa e inicia una guerra para contrarrestar al patógeno infeccioso. Parte de esa lucha consiste en liberar unas proteínas conocidas como citoquinas encargadas de coordinar la respuesta inmune.

Sin embargo, en algunos pacientes graves con la enfermedad del COVID-19, el cuerpo produce citoquinas de forma excesiva como una manera desesperada para eliminar al enemigo. Como consecuencia, se genera lo que médicos y microbiólogos conocen como “tormenta” de citoquinas.

Lamentablemente, esta tormenta, en vez de ayudar, lo que hace es empeorar la salud de la persona y hasta generar una falla múltiple en los órganos que puede derivar en el fallecimiento.

“Esta sobreexpresión de la inmunidad produce una inflamación en muchos órganos y es una de las causas de mortalidad de estos pacientes con COVID-19”, comentó el Dr. Silesky.

Si se quiere interpretar desde una perspectiva más gráfica, esa tormenta de citoquinas es algo similar a un “misil” generado por el propio organismo para atacar al enemigo. Pero, en el intento de contrarrestar al agente infeccioso, se originan daños colaterales: el tejido humano resulta lastimado.

“Durante la progresión de la enfermedad se dan cambios en la concentración de citoquinas en la sangre. El medir esos cambios es una herramienta fundamental para el monitoreo de los pacientes hospitalizados por COVID-19 y también para evaluar la respuesta a los distintos tratamientos”, explicó el Dr. Javier Mora, microbiólogo del CIET-UCR.

En total, se están valorando una serie de citoquinas que se pueden clasificar en tres grupos. Las inflamatorias: IL-1beta, IL-6, TNF. Las citoquinas inflamatorias con capacidad antiviral: IFN-alfa, IFN-gama. Por último, están las citoquinas antiinflamatorias: IL-10, IL-38.

“La idea de nosotros es ampliar pronto este panel para tener 10 citoquinas totales. Esto nos permitiría tener un mayor espectro de análisis y valorar cuáles son las más idóneas para que el personal médico pueda tomar decisiones. Todo esto, con el propósito de efectuar el abordaje terapéutico más conveniente para la persona. En este momento, ya los resultados de la interleuquina 6 están siendo usados para guiar algunos tratamientos”, destacó el Dr. Mora.

Uno de esos abordajes es, justamente, la aplicación de un anticuerpo que bloquea el receptor de la interleuquina 6.

“Dichosamente, en algunos pacientes moderados en los cuales se logró determinar que estaban sufriendo de esta tormenta citoquínica de manera temprana, se les ofreció el tocilizumab, que es una sustancia que actúa sobre el funcionamiento de una de las interleuquinas que tienen mayor impacto en el paciente. En algunos de estos pacientes se ha tenido mejoría, han disminuido la progresión de la enfermedad, así como una menor probabilidad de que requieran de soporte ventilatorio e, incluso, su ingreso a cuidados intensivos”, explicó el Dr. Silesky.

Él es el Dr. Javier Mora, microbiólogo del CIET-UCR, encargado de la medición de las citoquinas.

Segundo enemigo

El paciente con COVID-19 en estado moderado o grave no solo se enfrenta a la “tormenta” de citoquinas. A su condición se le puede unir un problema adicional: la coagulación.

Los coágulos, en términos simples, son una masa producto de la unión de plaquetas, células y proteínas. Su función es sellar rupturas vasculares para evitar la pérdida de sangre.

El riesgo radica cuando se forman coágulos sanguíneos que viajan por el torrente y obstruyen alguna arteria del corazón, los riñones, los pulmones o el cerebro. Ese bloqueo detiene la circulación y genera los conocidos infartos y embolias.

Ahora, imagine que un paciente con COVID-19 presenta ambos escenarios (tormenta de citoquinas y coágulos). ¿El resultado? No es precisamente el más favorecedor.

“La sangre en nuestro cuerpo se encuentra en un estado de equilibro. Se ha visto que los pacientes con la enfermedad del COVID-19 rompen el equilibrio y lo llevan al extremo de formación de trombos. ¿Por qué? Básicamente, las infecciones despiertan una respuesta inmune. La reacción de esa respuesta se puede exacerbar y generar un aumento exagerado de citoquinas. Esa misma exacerbación de la respuesta inmune nos puede dar señales de la activación de la coagulación”, afirmó la Dra. Mariela Solano Vargas, del Cihata-UCR.

Los análisis de coagulación se realizan con base en dos marcadores potenciales. Los marcadores más estudiados han sido el dímero D y el fibrinógeno, junto con una batería amplia de pruebas de coagulación.

En este caso particular, aún los médicos no están usando estos resultados para guiar el tratamiento, pues el objetivo primordial del Cihata-UCR es primero analizar a 20 pacientes para relacionar los resultados con las interleuquinas y evaluar cuáles son los mejores marcadores para los pacientes.

“La idea de los análisis de coagulación de nosotros es ver si hay algún cambio asociarlo con las interleuquinas. Por eso, manejamos la misma muestra de sangre. Cuando tengamos los 20 pacientes, haremos un análisis profundo para ver cuáles marcadores son los más beneficiosos”, afirmó la Dra. Solano.

Ella es la Dra. Mariela Solano Vargas, del Cihata-UCR. La Dra. Solano, con el resto de sus compañeros, realiza los análisis de las coagulopatías.

Proceso complejo

La medición de las citocinas y los coágulos se realiza a partir de la extracción de una muestra de sangre. Las pruebas de coagulación miden los niveles del dímero D y el fibrinógeno, así como inhibidores de la coagulación, tiempos de coagulación, anticardiolipinas, anticoagulante lúpico y un panel de asociación genética de trombofilias.

En el caso de las citoquinas, la muestra se centrifuga y se obtiene el suero. De ese suero se evalúan seis proteínas distintas de manera simultánea por una técnica denominada citometría de flujo. Esta técnica consiste en usar esferas, con diferentes intensidades de fluorescencia, recubiertas con anticuerpos que reconocen específicamente a las diferentes citoquinas.

Posteriormente, se lleva a cabo un monitoreo las 48 horas y otro a las 96 horas. Luego, se efectúa una comparación entre su estado inicial y el avance en la respuesta inmunológica. Esto permite tener una herramienta de seguimiento y control, prevenir futuras complicaciones y probar la respuesta de futuros tratamientos.

De acuerdo con el Dr. Mora, si los resultados globales obtenidos son satisfactorios, esta iniciativa de acción social de la UCR podría extenderse a otros hospitales.

“Cuando surge la pandemia, iniciamos como equipo de investigadores e investigadoras a trabajar sobre ideas que podían ofrecerse al hospital, pensando en colaborar en medio de la crisis que sabíamos que se podía venir. Iniciamos conversaciones sobre lo que se sabía hasta ese momento, los estudios publicados y desde la experiencia del Cihata para, posteriormente, hacer esta propuesta”, comentó Carolina Boza Calvo, psicóloga clínica, en una publicación emitida el 25 de mayo por la Vicerrectoría de Acción Social.

 

Jenniffer Jiménez Córdoba
Periodista, Oficina de Divulgación e Información

Información tomada de: http://www.ucr.ac.cr/

La UCR avanza para crear un medicamento contra el COVID-19, esta vez, a partir de plasma equino

Así avanza el Instituto Clodomiro Picado de la UCR

El Conicit donó 35 millones de colones para comprar una proteína que permitirá inmunizar a los caballos y así no depender por completo de donadores humanos

Imagen del ICP-UCR con fines ilustrativos. Foto: Anel Kenjekeeva.

El Instituto Clodomiro Picado de la Universidad de Costa Rica (UCR) y la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) buscarán una alternativa para no depender por completo de donadores humanos, recuperados de la enfermedad del COVID-19, para obtener anticuerpos y producir un medicamento contra la enfermedad.

¿El motivo? La donación de 35 millones de colones dada por el Consejo Nacional para Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Conicit) a la UCR, el cual permitirá comprar varias proteínas del virus SARS-CoV-2.

Varias proteínas virales se usarán para inmunizar a seis caballos donados a la UCR y así obtener los anticuerpos equinos. Esta labor se hará sin dejar de lado el procesamiento del plasma de donadores humanos, quienes superaron exitosamente la infección por COVID-19.

¿Cómo se logrará?

El método consiste en lo siguiente: algunas de las proteínas del nuevo coronavirus se inyectan repetidamente al caballo y, en tres meses, el animal habrá producido una buena cantidad de anticuerpos con capacidad de neutralizar el virus.

Posteriormente, los científicos extraen la sangre y separan las células sanguíneas de su parte líquida, llamada plasma sanguíneo, el cual contiene los anticuepos.

Luego, los anticuerpos equinos anti-SARS-COV-2 se purifican y, por último, se usan para preparar el medicamento que es un líquido inyectable colocado en un frasco de vidrio o vial.

“Justamente, aprovechando la experiencia del ICP-UCR, se propone una tercera línea de acción para el país que permita obtener anticuerpos neutralizantes equinos, y así no depender de donadores humanos de plasma. Este esfuerzo tan esperanzador, de las manos del Dr. Guillermo León, del Dr. Alberto Alape y de su grupo de investigadores, podría poner en un lapso de tres meses alrededor de 600 dosis de inmunoglobulinas neutralizantes equinas”, agregó la Dra. Giselle Tamayo Castillo, quien preside el Conicit.

Vea de manera gráfica el proceso

Mayor cantidad

De acuerdo con el Dr. Alberto Alape Girón, director del ICP-UCR, mediante la inmunización de caballos se podría aumentar considerablemente la cantidad de medicamento disponible y obtener mayores ventajas si se compara con los donadores humanos.

Por ejemplo, para obtener un máximo de 50 viales contra el COVID-19, se requiere que 25 personas donen, aproximadamente, un litro de plasma cada una en diferentes momentos de extracción. Para que el fármaco logre funcionar, necesita que cada frasco o vial tenga un mínimo de 50 ml de solución de inmunoglobulinas humanas. Una cantidad muy diferente si se obtienen esos mismos anticuerpos de un caballo.

“De un solo caballo se pueden extraer 100 viales de 10 ml cada uno, con un mejor rendimiento en cuanto a su potencia neutralizante, en comparación con el producto que se genera a partir del plasma humano. Lo que se planea hacer es generar dos combinaciones distintas, de las proteínas del SARS-COV-2, para inmunizar a los caballos y luego analizar cuál de las dos estrategias permite obtener anticuerpos con una mejor potencia para neutralizar la efectividad del virus”, explicó el Dr. Alape.

En el comunicado de prensa emitido por el Conicit, la Dra. Tamayo comentó que la FDA emitió recientemente una invitación para evaluar el uso de plasma y de inmunoglobulinas purificadas para el tratamiento de enfermos de COVID-19. Según la información proporcionada por el Conicit, los reportes que llegan de China son altamente esperanzadores, a pesar de que la prueba clínica involucró grupos pequeños.

Otro país con resultados alentadores ha sido Corea del Sur. El 7 de abril del 2020, el Hospital Severance informó que dos pacientes críticos se recuperaron completamente de la infección por COVID-19, después de recibir una terapia de plasma convaleciente. Dicho hospital incluso publicó un artículo científico que se puede consultar aquí: https://jkms.org/DOIx.php?id=10.3346/jkms.2020.35.e149

“El papel del ICP-UCR sería simplemente procesar el plasma, tanto de pacientes recuperados del COVID-19 que logre ser recolectado por los Bancos de Sangre de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), como del plasma que vayamos a obtener de los caballos. El medicamento será enviado a la CCSS como una formulación inyectable de inmunogobulinas purificadas y concentradas. El resultado que se busca es una mejora en el pronóstico de los pacientes que lleguen a requerir internamiento. Ese resultado será evaluado por personal de salud calificado de la CCSS”, informó Guillermo León Montero, coordinador de la División Industrial del ICP-UCR.

La donación fue anunciada por el Conicit el jueves 16 de marzo y se proyecta que la compra se dé en las próximas semanas.

 

Jenniffer Jiménez Córdoba
Periodista, Oficina de Divulgación e Información

Información tomada de: http://www.ucr.ac.cr/

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